sábado, 13 de septiembre de 2014

Ángeles Caídos #4: Treintaisiete

—¿Qué haces aquí? —demandé, cubriendo mi cuerpo con la toalla—. ¿Cómo encontraste este lugar?

Necesitaba un arma, no confiaba en Blakely, no cuando había estado manipulando Devilcraft por meses.

—Necesito tu ayuda —dijo, alzando sus palmas mientras se arrodillaba.

—No te muevas —solté—. De rodillas. Mantén tus manos donde pueda verlas.

—Maxi trató de matarme.

—Eres inmortal, Blakely. También eres compañero de equipo de Maximiliano.

—Ya no. Ahorra que he desarrollado suficientes prototipos de Devilcraft, él me quiere desaparecido. Quiere ser él solo el que controla el Devilcraft. Usó una espada que diseñé exclusivamente para matarte, e intentar usarla contra mí. Logré escapar a la justas.

—¿Maximiliano te ordenó que diseñes una espada que me mate?

—Para el duelo.

—¿Es tan buena como dices? ¿Me matará?

—Sí.

Intenté procesar tranquila la información. Necesitaba una forma de lograr que Maxi no use su espada. Pero primero lo primero.

—Dime más.

—Sospecho que Maxi está trabajando para los ángeles caídos.

—¿Qué te hace pensar eso?

—Todos estos meses, y nunca me ha permitido hacer un arma que mate ángeles caídos. En lugar de eso, ha desarrollado toda una cantidad de prototipos que supuestamente iban a matarte. Y si pueden matarte a ti, pueden matar a cualquier Nephil. Desde que los ángeles caídos son el enemigo, ¿por qué estoy desarrollando armas que hacen daño a los Nephils?

—Tienes razón, él está trabajando con ellos.

Por un momento, cerró sus ojos, tomando la verdad con fuerza. —Nunca confié en él, desde el principio. Contar con él fue idea de tu padre y no pude convencerlo de lo contrario. Si Maxi es un traidor, le debo a tu padre el destruirlo.

—Cuéntame más sobre la súper bebida de Devilcraft. Si Maximiliano está trabajando con los ángeles caídos, ¿por qué te hizo desarrollar algo que ayudaría a nuestra raza?

—Nunca distribuyó la bebida a otros Nephils como me dijo que haría. Eso sólo lo está llenando de fuerza. Y ahora tiene todos los prototipos. También el antídoto. Todo lo que trabajé…se lo robó.

—Me imagino que estás buscando a Peter entonces….

—Quiero arruinar a Maxi.

—Quieres decir que quieres que Peter lo arruine por ti. ¿Qué te hace pensar que él lo hará?

—Quiero que Maximiliano pase el resto de su vida en miseria. Solo confío en Peter, en que él lo hará. 
El precio no es un problema.

—Peter no necesita dinero… —me detuve, pensando. Una idea acababa de nacer y era manipuladora. No quería aprovecharme de Blakely, pero él no había sido bueno conmigo en el pasado—. Peter no necesita tu dinero, pero sí tu testimonio. Si acuerdas confesar los crímenes de Maximiliano en el duelo, en frente de Lisa y los otros Nephils, Peter lo matará por ti.

Solo porque Peter ya le había prometido a Pepper que mataría a Maxi, no significaba que no podía tomar ventaja de Blakely. “Dos pájaros de un tiro.”

—Maxi no puede ser asesinado. Encarcelado eternamente, sí, pero no asesinado. Ninguno de los prototipos funciona contra él. Es inmune porque su cuerpo…

—Este es un trabajo con el que Peter puede lidiar —lancé—.

Blakely me estudió. —¿Conoce a algún arcángel? —adivinó.

—Yo no fui la que te lo contó. Una cosa más. Esto es importante. ¿Tienes la suficiente influencia para que Lisa y los demás te crean?

—Si lo llamo un traidor, me creerán.

Blakely sacó una pequeña carta de su bolsillo y me la entregó.

—Esta es mi nueva dirección. Necesito sacar un par de cosas de mi casa antes de dirigirme a mi casa segura. Esta noche trabajaremos los detalles sobre el acuerdo.

***

En la dirección que Blakely me había dado quedaba una casa de dos pisos en un vecindario viejo. Dos ventanas sombrías acompañaban la puerta de entrada. Peter condujo alrededor de la cuadra dos veces, luego estacionó al otro lado de la calle, fuera del alcance de las luces. Le dio tres golpes a la puerta; solo una luz brillaba en la ventana de la sala, pero nada más señalaba que hubiese alguien en casa.

—Quédate aquí —me dijo Peter—. Iré por atrás.

Esperé, mirando alrededor. Era muy frío para que los vecinos estén afuera caminando, o haya algún auto.

La puerta se abrió y Peter me hizo entrar.

—La puerta de atrás estaba completamente abierta. Tengo un mal presentimiento —dijo.

Entré, cerrando la puerta tras de mí. —¿Blakely? —susurré.

—No está en el primer piso —dijo Peter—. Pero hay escaleras que nos llevan al sótano.

Tomamos las escaleras e ingresamos a un pequeño cuarto. Me quedé sin aliento cuando mis ojos se enfocaron en un trazo de líquido rojo alrededor de la alfombra. Huellas de color rojo pintaban la pared y llevaban hacia la misma dirección…una habitación oscura un poco más allá. Pude ver la cama y el cuerpo de Blakely.

Inmediatamente el brazo de Peter se colocó delante de mí, bloqueándome. —Anda arriba —ordenó.

Sin pensar, logré escaparme de su agarré y corrí hacia Blakely. —¡Está herido!

Los ojos de Blakely tenían un brillo azul. Sangre salía de su boca.

—¿Maximiliano te hizo esto? —preguntó Peter.

Me arrodillé, revisando los signos vitales de Blakely. Su corazón latía débilmente. Lágrimas llenaron mis ojos. No sabía si estaba llorando por Blakely o por lo que su muerte significaría para mí.
Blakely tosió sangre. —Maxi sabe…sobre las plumas de los ángeles caídos.

Le di un apretón a la mano de Peter. —¿Cómo Maximiliano puede saber sobre las plumas? Pepper no se lo puede haber dicho. Y somos los únicos dos que sabemos.

Si Maximiliano sabe sobre las plumas, intentará interceptar a Pepper en su camino de regreso a la Tierra. No podemos dejarle que obtenga las plumas.

—Lisa…aquí…pronto —Blakely dijo como pudo.

—¿Dónde está el laboratorio? —le pregunté—. ¿Cómo podemos destruir el Devilcraft de Maximiliano?

Sacudió su cabeza. —Su espada…él…no sabe. Mentí. Matarlo…a…él también —dijo otra vez como pude, más sangre corriendo por sus labios. Su sangre se había vuelto azul.

—De acuerdo, lo entiendo —dije, golpeando suavemente su hombro para consolarlo—. La espada que usará para el duelo mañana también lo matará a él, solo que él no lo sabe. Esto es bueno, Blakely. Ahora dime dónde diablos está el laboratorio.

—Intenté…decírtelo.

—No me lo dijiste. ¿Dónde está? —No creía que destruyendo el laboratorio cambiaría las cosas, pero al menos desaparecería del mundo.

Debemos irnos, Ángel —dijo Peter en mis pensamientos—. Lisa no nos puede  ver aquí, no se vería bien.

—¿Dónde está el laboratorio? —repetí otra vez.

Sus manos se relajaron. Sus ojos, me miraron sin expresión.

—No podemos perder más tiempo aquí —me dijo Peter—. Debemos asumir que Maximiliano está yendo tras de Pepper y las plumas.

Sequé mis ojos con mis manos. —¿Vamos a dejar a Blakely aquí?

El sonido de un auto estacionándose sonó afuera. —Lisa —dijo Peter.

Abrió la ventana de la habitación, me hizo pasar y luego lo hizo él. Volteé la mirada hacia Blakely antes de decir: —Buena suerte en tu próxima vida.

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