—¿Qué haces aquí? —demandé, cubriendo mi cuerpo
con la toalla—. ¿Cómo encontraste este lugar?
Necesitaba un arma, no confiaba en Blakely,
no cuando había estado manipulando Devilcraft por meses.
—Necesito tu ayuda —dijo, alzando sus palmas
mientras se arrodillaba.
—No te muevas —solté—. De rodillas. Mantén
tus manos donde pueda verlas.
—Maxi trató de matarme.
—Ya no. Ahorra que he desarrollado
suficientes prototipos de Devilcraft, él me quiere desaparecido. Quiere ser él
solo el que controla el Devilcraft. Usó una espada que diseñé exclusivamente
para matarte, e intentar usarla contra mí. Logré escapar a la justas.
—¿Maximiliano te ordenó que diseñes una
espada que me mate?
—Para el duelo.
—¿Es tan buena como dices? ¿Me matará?
—Sí.
Intenté procesar tranquila la información.
Necesitaba una forma de lograr que Maxi no use su espada. Pero primero lo
primero.
—Dime más.
—Sospecho que Maxi está trabajando para los
ángeles caídos.
—¿Qué te hace pensar eso?
—Todos estos meses, y nunca me ha permitido
hacer un arma que mate ángeles caídos. En lugar de eso, ha desarrollado toda
una cantidad de prototipos que supuestamente iban a matarte. Y si pueden
matarte a ti, pueden matar a cualquier Nephil. Desde que los ángeles caídos son
el enemigo, ¿por qué estoy desarrollando armas que hacen daño a los Nephils?
—Tienes razón, él está trabajando con ellos.
Por un momento, cerró sus ojos, tomando la
verdad con fuerza. —Nunca confié en él, desde el principio. Contar con él fue
idea de tu padre y no pude convencerlo de lo contrario. Si Maxi es un traidor,
le debo a tu padre el destruirlo.
—Cuéntame más sobre la súper bebida de
Devilcraft. Si Maximiliano está trabajando con los ángeles caídos, ¿por qué te
hizo desarrollar algo que ayudaría a nuestra raza?
—Nunca distribuyó la bebida a otros Nephils
como me dijo que haría. Eso sólo lo está llenando de fuerza. Y ahora tiene
todos los prototipos. También el antídoto. Todo lo que trabajé…se lo robó.
—Me imagino que estás buscando a Peter
entonces….
—Quiero arruinar a Maxi.
—Quieres decir que quieres que Peter lo
arruine por ti. ¿Qué te hace pensar que él lo hará?
—Quiero que Maximiliano pase el resto de su
vida en miseria. Solo confío en Peter, en que él lo hará.
El precio no es un
problema.
—Peter no necesita dinero… —me detuve,
pensando. Una idea acababa de nacer y era manipuladora. No quería aprovecharme
de Blakely, pero él no había sido bueno conmigo en el pasado—. Peter no
necesita tu dinero, pero sí tu testimonio. Si acuerdas confesar los crímenes de
Maximiliano en el duelo, en frente de Lisa y los otros Nephils, Peter lo matará
por ti.
Solo porque Peter ya le había prometido a
Pepper que mataría a Maxi, no significaba que no podía tomar ventaja de
Blakely. “Dos pájaros de un tiro.”
—Maxi no puede ser asesinado. Encarcelado
eternamente, sí, pero no asesinado. Ninguno de los prototipos funciona contra
él. Es inmune porque su cuerpo…
—Este es un trabajo con el que Peter puede
lidiar —lancé—.
Blakely me estudió. —¿Conoce a algún
arcángel? —adivinó.
—Yo no fui la que te lo contó. Una cosa más.
Esto es importante. ¿Tienes la suficiente influencia para que Lisa y los demás
te crean?
—Si lo llamo un traidor, me creerán.
Blakely sacó una pequeña carta de su
bolsillo y me la entregó.
—Esta es mi nueva dirección. Necesito sacar
un par de cosas de mi casa antes de dirigirme a mi casa segura. Esta noche
trabajaremos los detalles sobre el acuerdo.
***
En la dirección que Blakely me había dado
quedaba una casa de dos pisos en un vecindario viejo. Dos ventanas sombrías
acompañaban la puerta de entrada. Peter condujo alrededor de la cuadra dos
veces, luego estacionó al otro lado de la calle, fuera del alcance de las
luces. Le dio tres golpes a la puerta; solo una luz brillaba en la ventana de
la sala, pero nada más señalaba que hubiese alguien en casa.
—Quédate aquí —me dijo Peter—. Iré por
atrás.
Esperé, mirando alrededor. Era muy frío para
que los vecinos estén afuera caminando, o haya algún auto.
La puerta se abrió y Peter me hizo entrar.
—La puerta de atrás estaba completamente
abierta. Tengo un mal presentimiento —dijo.
Entré, cerrando la puerta tras de mí. —¿Blakely?
—susurré.
—No está en el primer piso —dijo Peter—.
Pero hay escaleras que nos llevan al sótano.
Tomamos las escaleras e ingresamos a un
pequeño cuarto. Me quedé sin aliento cuando mis ojos se enfocaron en un trazo
de líquido rojo alrededor de la alfombra. Huellas de color rojo pintaban la
pared y llevaban hacia la misma dirección…una habitación oscura un poco más
allá. Pude ver la cama y el cuerpo de Blakely.
Inmediatamente el brazo de Peter se colocó
delante de mí, bloqueándome. —Anda arriba —ordenó.
Sin pensar, logré escaparme de su agarré y
corrí hacia Blakely. —¡Está herido!
Los ojos de Blakely tenían un brillo azul.
Sangre salía de su boca.
—¿Maximiliano te hizo esto? —preguntó Peter.
Me arrodillé, revisando los signos vitales
de Blakely. Su corazón latía débilmente. Lágrimas llenaron mis ojos. No sabía
si estaba llorando por Blakely o por lo que su muerte significaría para mí.
Blakely tosió sangre. —Maxi sabe…sobre las
plumas de los ángeles caídos.
Le di un apretón a la mano de Peter. —¿Cómo Maximiliano puede saber sobre las
plumas? Pepper no se lo puede haber dicho. Y somos los únicos dos que sabemos.
—Si
Maximiliano sabe sobre las plumas, intentará interceptar a Pepper en su camino
de regreso a la Tierra. No podemos dejarle que obtenga las plumas.
—Lisa…aquí…pronto —Blakely dijo como pudo.
—¿Dónde está el laboratorio? —le pregunté—.
¿Cómo podemos destruir el Devilcraft de Maximiliano?
Sacudió su cabeza. —Su espada…él…no sabe.
Mentí. Matarlo…a…él también —dijo otra vez como pude, más sangre corriendo por
sus labios. Su sangre se había vuelto azul.
—De acuerdo, lo entiendo —dije, golpeando
suavemente su hombro para consolarlo—. La espada que usará para el duelo mañana
también lo matará a él, solo que él no lo sabe. Esto es bueno, Blakely. Ahora
dime dónde diablos está el laboratorio.
—Intenté…decírtelo.
—No me lo dijiste. ¿Dónde está? —No creía
que destruyendo el laboratorio cambiaría las cosas, pero al menos desaparecería
del mundo.
—Debemos
irnos, Ángel —dijo Peter en mis pensamientos—. Lisa no nos puede ver aquí, no
se vería bien.
—¿Dónde está el laboratorio? —repetí otra
vez.
Sus manos se relajaron. Sus ojos, me miraron
sin expresión.
—No podemos perder más tiempo aquí —me dijo
Peter—. Debemos asumir que Maximiliano está yendo tras de Pepper y las plumas.
Sequé mis ojos con mis manos. —¿Vamos a
dejar a Blakely aquí?
El sonido de un auto estacionándose sonó
afuera. —Lisa —dijo Peter.
Abrió la ventana de la habitación, me hizo
pasar y luego lo hizo él. Volteé la mirada hacia Blakely antes de decir: —Buena
suerte en tu próxima vida.
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