viernes, 31 de agosto de 2012

Ángeles Caídos I: Deiciséis

Me acaba de pelear con Paula porque se puso a molestar a Cande, le encantaba hacer cualquier broma con tal de molestar. Eso ocasionó que el señor de seguridad de la biblioteca nos calle y nos obligue a salir de la misma. Paula salió por la puerta principal y yo, negada a ir detrás de ella, decidí ir por el elevador. Debajo de la biblioteca había una especie de túnel que salía hacia el estacionamiento del colegio; era ahí hacia dónde me dirigía.

El elevador hizo una pausa y salí del mismo. El túnel estaba iluminado por luces fluorescentes. Me tomó un momento forzar a mis pies a caminar. Estaba pensando en la noche en que asesinaron a mi padre. Me preguntaba si él había estado en una calle tan remota y oscura como el túnel. Determinada a que el miedo solo estaba en mi cabeza, avancé. El túnel terminó y una forma oscura se encontraba de pie, unos pasos más allá.

Me detuve inmediatamente y mi corazón empezó a latir desbocado. Peter estaba usando una camisa negra, jeans sueltos y botas. Sus ojos se veían más oscuros que nunca y su sonrisa era amplia.

-¿Qué estás haciendo aquí? – pregunté, acercándome hacia él

Él tan sólo me miró y sonrió aún más. Si la violación, asesinato o cualquier actividad asquerosa estaba en la mente de Peter, él había encontrado el lugar perfecto.

-Tengo preguntas – dije – un montón
-¿Sobre?
-Sobre todo
-Escuchemos esas preguntas – dijo
-¿Cómo sabías que iba a estar esta noche en la biblioteca?
-Parecía una buena suposición
-¿Dónde estuviste el Domingo por la tarde? – pregunté - ¿Me seguiste cuando fui a comprar con Cande?

Puede que él no haya sido el chico de la máscara, pero no significaba que no estaba involucrado de alguna manera. Me estaba escondiendo algo desde el día en que nos conocimos.

-No. ¿Por cierto, cómo les fue? ¿Compraron algo?
-Tal vez
-¿Cómo?

Pensé en aquel día. Cande y yo sólo habíamos ido a Victoria´s Secret. Había gastado treinta dólares en un encaje negro, pero no iba a decirle aquello. En lugar de eso, le conté lo que sucedió. Que nos habían seguido y terminó con Cande en la pista, víctima de un accidente brutal.

-¿Y? – demandé, cuando terminé - ¿Tienes algo qué decir?
-No
-¿No tienes ni idea de lo que le pasó a Cande?
-De nuevo, no
-No te creo
-Eso es porque tienes problemas de confianza. Ya hemos pasado por esto
-¿Qué pasó en el Arcángel? ¿Me salvaste?
-Si te hubiese salvado, no estaríamos aquí, teniendo esta conversación
-Quieres decir que si no me hubieses salvado, no estaríamos aquí. Estaríamos muertos
-Eso no fue lo que dije – no tenía idea a lo que se refería
-¿Por qué no estaríamos aquí?
-Tú aún estarías aquí – hizo una pausa – probablemente yo no
-¿Qué es lo que pasa? – dije - ¿Cómo es que puedo escuchar tu voz en mi cabeza? ¿Y por qué dices que viniste al colegio por mí?
-Estaba cansado de admirar tus piernas a la distancia
-Quiero la verdad – tragué fuerte – me merezco completa revelación
-Completa revelación – repitió con una sonrisa suave - ¿Esto tiene que ver con la promesa que hiciste para exponerme? ¿De qué estamos hablando exactamente?

No podía recordar de qué estábamos hablando. Todo lo que sabía es que la mirada de Peter se veía demasiado sexy. Tuve que romper el contacto de ojos, así que enfoqué mi mirada en mis manos. Estaban sudando y las deslicé detrás de espalda.

-Tengo que irme – dije – tengo que hacer tarea
-¿Qué pasó ahí? – dijo, haciendo un gesto hacia el elevador
-Nada

Antes que pueda detenerlo, tenía su mano presionada contra la mía. Deslizó sus dedos entre los míos.

-Tus nudillos son blancos – dijo, pasando su boca encima de ellos – y viniste exaltada
-Déjalo ir. Y no estoy exaltada. Si me disculpas, tengo tarea…
-Lali – dijo Peter, suavemente
-Me peleé con Paula. ¿Está bien? – dije, exasperada - ¿Satisfecho? ¿Por favor, me dejas ir ahora?
-¿Paula Recca?

Intenté quitar mis dedos de su mano, pero Peter tuvo una idea diferente.

-¿No conoces a Paula? – dije, cínicamente – difícil de creerlo, considerando que vienes a este colegio. Y que eres hombre.
-Cuéntame sobre la pelea – dijo
-Dijo que Cande era una idiota
-¿Y?
-Y yo la llamé una cerda anoréxica – Peter aguantó la risa
-¿Eso es? ¿Nada de golpes? ¿O de jaladas de cabello? – lo fulminé con la mirada - ¿Voy a tener que enseñarte cómo pelear, Ángel?
-Puedo pelear – mentí y esta vez sí sonrió – de hecho, he tenido clases de boxeo – una sola vez

Peter alzó su mano libre como objetivo.

-Dame un golpe. Lo más fuerte que puedas
-No soy una fan de la violencia
-Estamos aquí completamente solos. Un chico como yo podría tomar ventaja de una chica como tú. Mejor enséñame lo que tienes

Me aparté apenas y visualicé la moto de Peter.

-Déjame llevarte a casa – se ofreció
-Caminaré
-Es tarde y está oscuro – insistió

Tenía un punto. O dejaba que Peter me llevase o me arriesgaba a la oportunidad que había que haya alguien ahí afuera.

-Gracias por traerme – dije, cuando llegamos a casa
-¿Qué harás el sábado por la noche?
-Tengo una cita con lo usual – dije
-¿Lo usual?
-Tarea
-Cancela

Me sentía más relajada. Peter era cálido y sólido y olía fantástico. Por primera vez en todo el día me sentía segura. Excepto que Peter me había encontrado en el túnel y probablemente me estaba acosando. Tal vez no era tan seguro.

-No salgo con extraños – dije
-Buena cosas por hacer. Te recogeré a las cinco

Concurso

¡Hola! ¡Primera vez que haré un concurso, así que espero participen!

El concurso consiste en conseguir personas que se suscriban al blog (además de uno mismo, si es que no lo han hecho aún) y comenten en cualquier post. El botón para suscribirse está al lado derecho, dónde dice "Suscripción", debajo de "Más Sobre Mí" y encima del Twitter de laliespos. El ganador será el que consiga la mayor cantidad de personas y se llevará un poster digital de Lali & Peter. 

El tiempo de duración es hasta el próximo viernes, es decir, una semana. Al finalizar la semana, cada participante deberá enviarme una lista a mi correo con las personas que se suscribieron y comentaron gracias a su esfuerzo. 

Cualquier duda, la hacen en los comentarios de este post :)
Suerte y Gracias!

PD: en un par de minutos, el siguiente capítulo

jueves, 30 de agosto de 2012

Ángeles Caídos I: Quince

-¿Crees que Pablo asesinó a alguien?
-Shhh
-Sin ofender, pero esto está empezando a sonar ridículo. Primero él me atacó, ahora es un asesino. Lo siento, pero ¿Pablo? ¿Un asesino? Él es el chico más lindo que he conocido

Cande y yo estábamos en biología y ella estaba boca arriba, encima de una mesa. Estábamos haciendo un trabajo de laboratorio sobre tomar la presión de sangre y se supone que Cande tenía que recostarse en silencio por cinco minutos. Por suerte el entrenador nos dio la opción a escoger nuestro compañero, sino hubiese tenido que hacer el trabajo con Peter.

-Fue cuestionado y considerado un testigo en una investigación de un asesinato – susurré
-¿Estás segura que es el mismo Pablo?
-¿Cuántos Pablo Martínez crees que había en su ciudad en Febrero?
-Es sólo que suena muy difícil de creer. Y de todos modos, ¿qué tiene si fue interrogado? Lo importante es que lo soltaron, no lo encontraron culpable
-Porque la policía encontró una nota suicida escrita por la chica
-Tal vez ella sí se ahorcó. Tal vez un día ella dijo, “Ey, la vida apesta” y se colgó de un árbol
-Yo creo que alguien colocó la nota. Alguien que quería que Pablo no sea descubierto
-¿Quién querría eso? – preguntó Cande y la miré con obviedad – así que estás diciendo que Pablo la llevó hasta un árbol, le colocó una cuerda alrededor de su cuello, la empujó hacia el vacío, luego entró a su departamento y plantó evidencia que apuntaba hacia un suicido
-¿Por qué no?
-Porque los policías ya analizaron todo. Si ellos dicen que fue suicido, yo también
-Qué te parece esto – dije – un par de semanas después de que Pablo fue soltado, él se transfirió de colegio
-Tienes un punto ahí
-¿Por qué Pablo la asesinaría? – me pregunté en voz alta – tal vez ella lo vio haciendo algo ilegal, y él la mató para silenciarla
-Esto está empezando a volverse en algo sin sentido
-Hay algo más, algo que no estamos viendo
-Personalmente, creo que estás viendo mucho

Luego, de pronto, supe de qué me estaba olvidando. Había dejado el artículo impreso con la noticia de Pablo encima de mi escritorio la noche anterior. Pero esta mañana, ya no estaba. Definitivamente no estaba.

-Dios mío – dije – Pablo entró a mi casa ayer. ¡Fue él! Él robó el artículo
-¿Espera, qué?
-¿Qué sucede? – preguntó el entrenador, acercándose
-Eh…el sujeto parece no tener pulso – dije, dándole una apretada a la muñeca de Cande

Mientras el entrenador probaba el pulso de Cande, ella hizo un teatro y fingió que le faltaba aire.

-Aquí está, Lali. Está latiendo rápido y fuerte. ¿Estás segura que el sujeto no hizo ninguna actividad, incluso hablar, por cinco minutos? Este pulso no es tan lento como esperaba
-El sujeto tuvo problemas con la parte de no hablar – interrumpió Cande – y el sujeto tiene un tiempo difícil en relajarse en una mesa dura. Al sujeto le gustaría proponerle el cambiar lugar con Lali así ella puede ser el nuevo sujeto
-No me haga arrepentirme de haber dejado que escojan a su compañero – nos dijo el entrenador
-No haga que me arrepienta de venir mañana al colegio – dijo Cande, suavemente
-¿Peter? – dijo el entrenador - ¿Te importa venir aquí? Parece que tenemos un problema de pareja
-Estaba bromeando – dijo Cande – no se preocupe, haré bien el trabajo
-Debiste pensar en eso hace cinco minutos
-¿Por favor, perdóneme? – dijo Cande, batiendo sus pestañas
-No

Cande me miró con una cara de Lo Siento antes de irse hacia adelante, al lado del que había sido compañero de Peter. Un momento después, Peter tomó asiento en la mesa, a mi lado.

-¿Qué? – dije, cuando no dejaba de mirarme
-Estaba recordando los zapatos de tacón. Ayer por la noche – dijo, con una sonrisa
-¿Cómo estuvo tu noche? – pregunté
-Interesante. ¿La tuya?
-No mucho
-¿La tarea estuvo difícil? – se estaba burlando de mí
-No hice la tarea – sonrió más amplio
-¿Qué hiciste?
-¿Esa fue una insinuación?
-Sólo me da curiosidad saber quién es mi competencia
-Madura
-Relájate
-Mira, ya estoy teniendo problemas con el entrenador, así que por favor, concéntrate en el laboratorio. No estoy de humor para jugar, así que si no te importa… - dije, señalando la mesa para que se eche
-No puedo – dijo – no tengo corazón

Me dije a mí misma que no lo decía literalmente. Así que me recosté en la mesa y coloqué mis manos en mi estómago, cerrando mis ojos.

-Dime cuando haya pasado cinco minutos
-Terminó el tiempo – dijo Peter, al cabo de unos minutos

Tomó mi muñeca para tomarme el pulso. Sentí un escalofrío recorrer mi cuerpo.

-El pulso del sujeto se incrementa con el contacto – dijo
-No escribas eso
-El entrenador quiere que le digamos todo
-¿Qué quieres? – le pregunté, irritada

Los ojos de Peter se conectaron con los míos. En el fondo, estaba sonriendo. Lo sabía.

-Mejor ni te digo – esta vez sí mostró su sonrisa

miércoles, 29 de agosto de 2012

Ángeles Caídos I: Catorce

Apenas llegué a casa, me encontré con mamá. Después de mucho, nos acurrucamos en la cama y nos pusimos a conversar sobre lo que había sucedido en esos tiempos en que no nos veíamos. Le conté acerca de Peter, pero sin decirle quién era él, simplemente le mencioné que me gustaba. Y ella se puso a hablar sobre papá y me comentó que él también era misterioso pero eso sólo hizo que ella se enamore más de él. La charla tuvo que terminarse cuando la llamaron del trabajo para avisarle que tenía que terminar un par de documentos. Odiaba cuando eso sucedía, pero prometió volver en una hora.

Así que me quedé sola en casa. Me preparé una tortilla y luego de lavar lo que había ensuciado, me dirigí hacia mi habitación. Salté del susto cuando encontré todo desordenado. Las puertas de mi armario estaban abiertas, mi ropa tirada, como si alguien hubiese entrado a buscar algo en específico. La luz estaba apagada, pero aún así pude ver al chico de la máscara fuera de mi habitación. Sonrió antes de desaparecer.

Sin pensarlo dos veces, llamé a la policía quienes tardaron cinco minutos en llegar. Lo lamentable fue que, después de contarles lo que había sucedido, ellos subieron a mi habitación para ver la evidencia. Pero, mi cuarto estaba completamente ordenado, como lo había dejado por la mañana.

-¿Realmente vio a alguien en su habitación esta noche? – me preguntó el policía

No me creía, por supuesto, pensaba que lo había inventado. ¿Qué me pasaba? ¿Por qué mi realidad era cambiada? ¿Por qué nunca salía a la luz la verdad? Por mi sanidad, me dije a mí misma que no era yo, era él. El chico de la máscara. Él estaba haciendo esto, no sabía cómo, pero él era el culpable.

-¿Cuándo vuelven tus padres?
-Vivo con mi mamá. Ella tuvo que ir a la oficina
-Necesitamos hacerle un par de preguntas – continuó el policía - ¿Recientemente has terminado con tu enamorado?
-No
-¿Drogas? ¿Has tenido algún problema?
-No – insistí
-Mencionaste que vives con tu mamá. ¿Y tú padre? ¿Dónde está?
-Esto fue un error – dije – lo siento. No debí llamar
-Tenemos cosas que hacer – dijo - ¿vas a estar bien hasta que tu mamá regrese?

Casi ni lo escuché, no podía apartar mis ojos de la ventana. ¿Cómo lo estaba haciendo? Quince minutos. En quince minutos había encontrado la forma de escapar antes que la policía lo encuentre. Y conmigo todo el tiempo en la planta baja. 

Ángeles Caídos I: Trece

Convencimos a la mamá de Cande de salir ambas a comer cuando le dieron de alta en el hospital. La verdad es que iríamos al restaurante mexicano donde trabajaba Peter para hacer ciertas averiguaciones sobre él. Y, como siempre, las cosas no resultaron como lo esperábamos. Para mala suerte, no había tenido tiempo de contarle a Cande lo de Pablo y ella pensaba que yo lo relacionaba a su ataque porque no me caía bien, pero no tenía idea de que él podía ser un asesino. Así que, apenas llegamos al restaurante, nos encontramos con Pablo y la sonrisa de bienvenida que me dio, me produjo escalofríos.

Tuvimos que sentarnos con él y pedir la comida. Cande renegaba porque Jaime prometió que iría y nunca se aparecía. Estaba claro que no se sentía cómoda con nosotras. La idea o el plan que habíamos formulado con Cande era ir hacia la barra y conversar con los que trabajaban con Peter, intentar hacerle un par de preguntas, pero al final – como siempre – Cande se quedó hablando con Pablo – tuve que rendirme y rezar para que no le pase nada – e ir yo sola.

Primero me fui al baño, donde me cambié de ropa. Cande se había encargado de traerme una falda muy corta, un top, peluca, maquillaje y sobre todo unos tacos talla 9. Definitivamente no era mi estilo, pero según ella era mi forma de seducir para conseguir información. Y qué equivocada que estaba. No hice más que arruinar nuestro plan, porque no sólo no conseguí ninguna información, sino que me enteré que Peter estaba trabajando ese día – como nunca. Así que apenas me enteré de aquello, fui hacia el baño para cambiarme, si me veía descubriría lo que iría a hacer.

Y eso fue lo que pasó. Hasta ahora no sé cómo Peter ingresó al baño, que estaba con llave, y me encontró en medio del proceso de quitarme el maquillaje. Se burló de mi ropa y no dudó ni un segundo en decir que estaba más que sexy. Para mi mala suerte, encontró el papel con la lista de cosas que debía interrogarle a su amigo y descubrió cuál había sido mi propósito.

-No me han demandando nunca – dijo, leyendo la lista – ningún delito grave
-¿Enamorada?
-Eso no te importa
-Intentaste besarme – le recordé – eso hace que me importe – sonrió
-Ex enamorada – dijo, luego de un silencio

Así que la chica que había seguido a Cande podía ser su ex. Tal vez me había visto hablando con Peter y se había puesto celosa…..

-Pero ella no anda por aquí – agregó Peter y me hizo dudar de mi teoría
-¿A qué te refieres?
-Se ha ido. Nunca va a volver
-¿Quieres decir…que está muerta? – pregunté y Peter no lo negó
-Necesito regresar al trabajo – dijo y me miró de arriba abajo – falda matadora, piernas para comerlas – bromeó antes de irse

Ángeles Caídos I: Doce

Apenas me aseguré que estaba a salvo, llamé a mi mamá. Le comenté que iría a visitar a Cande al hospital y luego iría a casa. Tardé un par de minutos en llegar al hospital y apenas en encontrar la habitación de mi mejor amiga.

-¿Cande? – pregunté, mientras ingresaba

La encontré recostada en la cama, rodeada de globos. Le habían enyesado su brazo izquierdo y lo tenía encima de su cuerpo.

-¡Hola! – dije con alegría cuando abrió sus ojos
-Amo las drogas. En serio. Son fascinantes. Incluso mejor que el capuchino. Oye, eso rimó, es una señal. Estoy destinada a ser poeta. ¿Quieres escuchar otro poema?
-Eh...

Una enferma ingresó al cuarto y revisó que todo estuviera bien.

-¿Te sientes bien? – le preguntó a Cande
-Olvida lo de ser poeta – dijo Cande – estoy destinada a hacer comedia. Toc, toc
-¿Qué? – dije
-¿Quién anda ahí? – dijo la enfermera, rodando sus ojos
-Joshua – respondió mi amiga
-¿Quién es Joshua? – continuó la enfermera
-No hago ese tipo de chistes – respondió Cande, riendo sola
-Tal vez sería mejor menos calmantes – le dije a la enfermera
-Muy tarde, acabo de darle otra dosis. Espera diez minutos y verás cómo se pone

Me guiñó un ojo y se fue de la habitación.

-¿Y? – le pregunté a Cande - ¿Cuál es el veredicto?
-¿El veredicto? Mi doctor me hace acordar a un Oompa-Loompa de Charlie y la Fábrica de Chocolates. No me mires así. La última vez que vino, parecía un gallo hablando. Y siempre está comiendo chocolate.

Foto: Oompa-Loompa

-Me refería al veredicto… - dije, señalando su yeso
-Ah. Un brazo roto, una contusión, cortes y heridas. Por suerte, gracias a mi flexibilidad, salté de la vía antes de que me hiciera más daño. Cuando se trata de flexibilidad, soy como un gato. Soy Gatúbela. La única razón por la que él obtuvo una pieza de mí fue por la lluvia. A los gatos no les gusta el agua, es nuestra kriptonita.
-Lo siento – le dije, sincera – debería ser yo la que esté en tu lugar
-¿Y tener todas las drogas? De ninguna manera
-¿La policía ha encontrado alguna pista?
-Nada
-¿Ningún testigo?
-Estábamos en el cementerio en medio de una lluvia – dijo Cande – la mayoría de la gente normal está en su casa

Tenía razón.

-¿Cómo sucedió? – pregunté
-Estaba caminando hacia el cementerio como lo habíamos planeado, cuando de pronto escuché pasos acercándose hacia mí – Cande explicó – ahí fue cuando miré hacia atrás y todo sucedió muy rápido. Vi el destello de una pistola y luego él buscándome. Como le dije a la policía, mi cerebro realmente no estaba funcionando. Él gruñó, me golpeó tres o cuatro veces con la pistola, agarró mi mochila y corrió
-Espera. ¿Era un hombre? ¿Viste su cara?
-Claro que era un hombre. Tenía ojos negros…ojos como el carbón. Pero eso es todo lo que vi. Estaba usando una máscara.

Ante la mención de la máscara, mi corazón empezó a acelerarse. Era la misma persona que había saltado contra mi auto, estaba segura. No lo había imaginado, Cande era la prueba. ¿Qué quería? ¿Estaba conectado a la chica que vi fuera de la tienda? ¿Sabía que me iba de compras? Al usar la máscara, él ya sabía dónde iba estar yo, porque no quería que reconozca su rostro.

-¿A quién le dijiste que nos íbamos a ir de compras? – le pregunté de pronto a Cande
-A mi mamá
-¿A nadie más?
-Tal vez se lo dije a Pablo – creo que mi corazón dejó de latir, aunque eso sea imposible
-¿Le dijiste a Pablo?
-¿Cuál es el problema?
-Hay algo que tengo que decirte. ¿Recuerdas la noche cuando regresaba a casa y me dijiste que seguro había golpeado a un animal?
-¿Sí….? – dijo, frunciendo el ceño
-No era un animal. Era un chico, con una máscara
-Cállate – susurró, entendiendo – ¿me estás diciendo que mi ataque no fue de casualidad? ¿Me estás diciendo que esta persona quiere algo de mí? No, espera. Quiere algo de ti. Yo estaba usando tu chaqueta, él pensó que yo eras tú

Hubo un silencio en el que ambas nos pusimos nerviosas.

-¿Estás segura que no le dijiste a Peter que nos íbamos de compras? – dijo Cande – porque, reflexionando, creo que el chico se parecía a Peter. Altosh, Flacosh, Fuertesh, Sexyish
-Los ojos de Peter no son como el carbón, son grises – dije, aunque me incomodaba saber que sí le había dicho a Peter que íbamos a comprar
-Tal vez sus ojos eran grises. No recuerdo. Sucedió muy rápido. Puedo ser específica acerca de la pistola, me estaba apuntando. Mira Lali, creo que sí se parecía a Peter. Necesitamos encontrar información acerca de él, donde vive, qué hace. Porque algo acerca de Peter no está bien
-¿En serio crees que Peter te ha hecho esto? – pregunté, aún no convencida
-Creo que él oculta algo. Algo grande

No iba a discutir aquello.

-No tenemos una dirección – dije – pero sí sabemos dónde trabaja
-¿Estás pensando lo que estoy pensando?
-Basándome en la experiencia, espero que no
-La verdad es que, necesitamos profundizar en nuestras habilidades de detective. Úsalas o piérdelas, es lo que dijo el entrenador. Necesitamos encontrar más sobre el pasado de Peter

Sonrió apenas justo cuando la enfermera se coló en la habitación.

-Ya son las ocho – me dijo – ya terminaron las visitas
-Ahorita salgo – dije

Apenas los pasos de la enfermera se esfumaron en el pasillo, cerré la puerta. Quería privacidad antes de decirle a mi amiga acerca de la noticia de Pablo que había leído en la biblioteca. Sin embargo, cuando me acerqué a su cama, aparentemente, la medicina ya estaba haciendo efecto.

-Aquí viene – dijo ella – la droga corre…en cualquier momento…la calidez….adiós señor dolor
-Cande…
-Toc, toc
-Esto es realmente importante…
-Toc, toc
-Se trata de Pablo…
-Toc, tooooccc – cantó y suspiré, rendida
-¿Quién anda ahí?
-Aitor
-¿Qué Aitor?
-¡Aitormenta! – empezó a reírse histéricamente
-Llámame mañana cuando estés bien – dije, rendida – y, antes que me olvide – agregué, abriendo mi mochila – traje tu tarea. ¿Dónde te la pongo?
-Ahí está bien – dijo, señalando el bote de basura

Ángeles Caídos I: Once

El lunes fue un martirio. Pasé de clase en clase esperando a que sonara la campana de salida. Había llamado antes del colegio al hospital, donde mi dijeron que a Cande la estaban llevando a la sala de operaciones. Su brazo izquierdo estaba roto y tenían que hacerle una cirugía. Quería verla pero no podía hasta la tarde porque estaría con los efectos de la anestesia. Mientras caminaba hacia mi locker para coger mi libro de biología me puse a pensar en la chica que la había atacado. ¿Quién era? ¿Qué quería? Sabía que no era Paula, ¿entonces?

Apenas obtuve mi libro, me dirigí hacia la clase y me encontré con el asiento vacío de Peter. Típico de él, siempre llegaba a última hora, pero esta vez eso no sucedió. El entrenador llegó a clase y Peter aún no estaba ahí. Una vocecita en mi cabeza me decía que su ausencia tenía algo que ver con el ataque de Cande. Era un poco extraño que él estuviese desaparecido justo a la mañana siguiente del accidente. Pero, también estaba otro pensamiento, en el que Peter podía estar con fiebre o no se había quedado botado a mitad de camino por falta de gasolina. O simplemente, prefirió quedarse jugando billar.

Al final de la clase, el entrenador me detuvo antes de que pueda salir.

-Espera, Lali
-¿Sí?
-La señora Rodríguez vino antes de la clase y me pidió que te diera esto – me dijo, dándome un papel
-¿Señora Rodríguez? – pregunté, no conocía a ninguna profesora con ese nombre
-La psicóloga nueva del colegio

Abrí la nota y la leí.

Querida Lali.
Estaré reemplazando al Doctor Merino, lo que me convierte en tu nueva psicóloga. He notado que perdiste dos de tus últimas sesiones con él. Por favor ven apenas puedas así podemos sacar una cita. Le he enviado una nota a tu madre para que sepa del cambio.
Lo mejor para ti,
Señora Rodríguez

Apenas salí al pasillo, suspiré reiteradas veces antes de llegar a lo que era la oficina del Doctor Merino, que ahora tenía una placa con el nombre de la señora Rodríguez. Toqué la puerta e inmediatamente me abrieron. La señora Rodríguez tenía piel pálida, ojos azules y cabello rubio lacio, que le llegaba hasta por debajo de los hombros. Sin duda no me llevaba más de cinco años de edad.

-Tú debes de ser Lali. Te ves exactamente igual que la foto en tu expediente – dijo - ¿Deseas algo? ¿Un juego, agua? – agregó, cuando entré a su oficina
-¿Qué pasó con el Doctor Merino?
-Decidió tomar un pequeño retiro. Yo tenía este trabajo en la mira, así que lo aproveché apenas pude. Mis padres y familia viven aquí, así que es bueno tenerlos cerca – hubo un silencio en el que me quedé mirando los cambios en la oficina – toma asiento

Obedecí y ella también se sentó, al frente de mí.

-Me he pasado toma la semana revisando los expedientes del Doctor Merino – dijo – ¿así que por qué no me cuentas un poco sobre tus sesiones con él? Casi ni puedo entender lo que él ha escrito en sus notas. Parece que ustedes dos estaban discutiendo acerca de cómo te sentías con el nuevo trabajo de tu mamá
-Ese es tema viejo. Ella trabaja ahí hace un año
-¿Solía quedarse en casa antes, verdad? Pero cuando tu padre falleció, decidió trabajar a tiempo completo. ¿Trabaja para una compañía auditora, verdad? Eso debe de tomarle bastante tiempo lejos de casa
-Queríamos quedarnos en nuestra casa de siempre – dije – no podíamos pagarla si ella se quedaba con su antiguo trabajo
-Sí, pero debes de estar completamente sola en casa
-Tenemos un ama de casa que se queda conmigo toda la tarde y noche, hasta las nueve o diez de la noche
-Pero un ama de casa no es lo mismo que una madre – miré hacia la puerta, sólo quería irme - ¿tienes mejor amiga? ¿Enamorado? ¿Alguien a quien puedas hablarle cuando tu ama de casa no es la…adecuada?
-Tengo una mejor amiga – dije seca, esperando que corte la conversación y pueda ir a ver a Cande
-¿Enamorado?
-No
-Eres una chica atractiva. Me imagino que debe interesarte algo del sexo opuesto
-Aquí está la cosa – dije lo más paciente que pude – realmente aprecio que intente ayudarme, pero tuve exactamente esta misma conversación el año pasado con el Doctor Merino cuando mi padre falleció. Recordarlo junto a usted no está ayudando. Sí, fue trágico y horrible, pero aún trato de lidiar con ello todos los días, y lo que necesito es seguir adelante
-Bueno – dijo, sonriendo – es de mucha ayuda saber tu punto de vista, Lali. Haré una nota de tus sentimientos en tu expediente. ¿Algo más de lo que quieras hablar?
-No – sonreí, confirmándolo – no quiero ser mal educada, pero necesito estar en otro sitio a las cuatro
-¿A dónde?

No quería comentar acerca del ataque de Cande, así que mentí.

-A investigar en la biblioteca
-¿Para qué clase?
-Biología – dije lo primero que se me vino a la mente
-Hablando de clases, ¿cómo te está yendo? ¿Algún problema?
-No
-Notas excelentes – observó, mientras pasaba las hojas de mi expediente – dice aquí que estás enseñándole a tu compañero de biología, Peter Lanzani – me miró, esperando mi confirmación
-Hasta ahora no nos hemos podido encontrar. Conflicto de horarios – dije, encogiéndome de hombros
-Sólo para darte una advertencia, voy a hablar con el profesor de biología sobre ciertos parámetros para tus sesiones de tutoría. Me gustaría que todas las reuniones se hagan aquí, en el colegio, bajo la supervisión de un profesor o alguien del colegio. No quiero que estés con él fuera del colegio. Especialmente no quiero que estén los dos solos
-¿Qué? ¿Por qué?

La única razón por la que ella no quería que esté sola con Peter era porque él era peligroso. Mi pasado puede asustarte, me había dicho él en el Arcángel.

-No puedo discutir eso. Gracias por tu tiempo

Apenas salí de la oficina, llamé al hospital. La cirugía de Cande ya había terminado, pero ella seguía en recuperación y no podía recibir visitas hasta las siete de la noche. Consulté mi reloj y faltaban tres horas. Decidí ir a la biblioteca a avanzar uno de los trabajos pendientes. Me senté en una de las computadoras y empecé a investigar acerca de la historia de los incas en el Perú. Estuve media hora con ese mismo tema hasta que me acordé de Peter. No podía creer que no se me había ocurrido antes. En google, busqué su nombre. Tal vez había algún artículo que denotara algo de su pasado, o tal vez un blog.

Pero no había nada. Ni Facebook, Twitter, ningún blog. Era como si no existiera. Media hora después, ya me había leído varios artículos y me puse a leer un periódico de otra ciudad. Una noticia de un asesinato en un colegio me atrajo la atención. Era el mismo colegio en el que había estudiado Pablo.

“Un chico de dieciséis años del Colegio Mandalay a quién se le acusó de asesinar a una estudiante, fue soltado sin cargos. Después de que se descubriera el cuerpo de Melisa Gálvez, la policía cuestionó a Pablo Martínez, a quién se le había visto con la víctima la noche de su muerte”

Mi mente empezó a procesar la información. ¿Pablo había sido interrogado por un asesinato?

-¿Encontraste algo interesante?

Salté ante la voz de Pablo detrás de mí. Intenté posicionarme delante de la pantalla, para ocultar lo que acaba de leer.

-Yo…sólo estoy terminando mi tarea. ¿Y tú? ¿Qué estás haciendo? ¿Hace cuánto que estás ahí? No te sentí – aproveché ese instante para cambiar de página
-Estaba caminando cuando te vi. ¿Pasa algo? Te ves…rara
-Eh…me falta azúcar. No he comido desde el almuerzo
-Déjame invitarte a cenar – dijo
-Gracias, pero mi mamá me espera en casa. Ha estado fuera toda la semana y hoy regresa
-Llámala – dijo, sacando su celular
-No me permiten salir durante la semana – me excusé
-Se llama mentir, Lali. Dile que tu tarea te está tomando más de la cuenta. Dile que necesita una hora más en la biblioteca, no va a notar la diferencia
-A mi mamá no le gusta que salga con chicos que ella no conoce – Pablo sonrió, pero no sentí calidez
-Ambos sabemos que no te importan mucho las reglas de tu mamá, ya que el sábado estuviste conmigo en la feria

Lo miré sin decir nada e inmediatamente cogí mis cosas y me levanté. Salí de la biblioteca, casi corriendo, dándome cuenta que si Pablo prendía el monitor, vería el artículo. Pero ya no había nada que hacer. 

domingo, 26 de agosto de 2012

Ángeles Caídos I: Diez

Me desperté por el sonido del celular. Colocando una almohada en la cabeza intenté bloquear el sonido; pero, el celular sonaba y sonaba. Estiré un brazo fuera de la cama y cogí el teléfono de la mesita de noche.

-¿Sí? – contesté con mis ojos aún cerrados, luego de bostezar
-¿Qué te pasó? ¿Qué pasó con el algodón de azúcar? Y mientras te lo comías, ¿por qué no me dijiste dónde estabas para irte a estrangular? – era Cande - ¡Pensé que te habían secuestrado! ¡Pensé que te habían asesinado!
-Digamos que me demoré – dije – cuando regresé, ya no estabas
-¿Qué clase de excusa es esa?

Me enfoqué en el reloj de la pared, después de unos segundos pude ver la hora: dos de la madrugada.

-Estuve dando vueltas por todo el estacionamiento como una hora – continuó mi amiga – Pablo fue por todo el parque enseñando la única foto que tengo de ti en mi celular. Intenté llamarte al celular como docenas de veces. Espera. ¿Estás en casa? ¿Cómo llegaste? – me sobé las esquinas de mis ojos
-Peter
-¿El acosador de Peter?
-Bueno, no tenía otra alternativa, ¿verdad? Te fuiste sin mí
-Suenas exaltada, realmente exaltada. No, no es eso. Suenas agitada…nerviosa….emocionada – sabía que estaba abriendo sus ojos con sorpresa - ¿te besó, verdad? – no dije nada - ¡Lo hizo! ¡Lo sabía! He visto la forma en que te mira, sabía que esto pasaría. ¿Cómo fue? ¿Un beso corto? ¿Un beso profundo? ¿Un beso fogoso?
-¿Qué?
-¿Fue solo un pico, abrieron sus bocas o conectaron lenguas? No importa. No tienes que responder eso. Sin duda hubo lengua. Garantizado

Me cubrí el rostro con mis manos, escondiéndome como si fuese posible. Peter probablemente pensaba que yo no tenía ningún tipo de control. Me había lanzado a sus brazos, me había derretido como mantequilla. Justo antes de decirle que debía irse, estaba casi segura que había hecho un sonido que señalaba que me estaba gustando todo lo que pasaba. Eso explicaba su sonrisa arrogante.

-¿Podemos hablar de esto después? – pregunté
-No – dijo y suspiré
-Estoy realmente cansada
-No puedo creer que estés pensando en dejarme en suspenso
-Sólo espero que lo olvides
-Imposible
-¿Aún iremos de compras?
-Te recogeré a las cuatro
-Pensé que nos encontraríamos a las cinco
-Las circunstancias han cambiado. Estaré ahí cuanto antes

Cerré el celular y me metí debajo de las sábanas de nuevo. Me imaginé la sonrisa de Peter y sus ojos grises. Después de dar vueltas por varios minutos en la cama, me rendí. La verdad era que, mientras Peter estuviera en mi mente, no podía estar cómoda. Me senté en la cama y volví a coger el celular, esta vez prendiendo la lámpara de la mesa de noche. La batería estaba completamente cargada. ¿Cómo?

***

Decidí que lo mejor sería no maquinarme sobre lo que había sucedido en el Arcángel, pero igual fue difícil no pensar en Peter mientras Cande y yo dábamos vueltas por el centro comercial. Lo peor es que ella no dejaba de hacerme preguntas sobre lo que había pasado con Peter, y eso me traía todos los recuerdos.

Luego de pagar un par de blusas para mí, me concentré en los perfumes que vendía la tienda, mientras Cande conversaba con la cajera. Estaba oliendo uno de los productos cuando sentí una presencia familiar cerca de mí. Era como si alguien hubiese echado un cubo de hielo en mi espalda. Sentí el mismo escalofrío como cuando me encontraba con Peter.

Cande y yo éramos las únicas dos clientas en la tienda, pero al otro lado de la ventana de vidrio, vi una figura caminar por la pista, escondiéndose.

-Hora de irnos – le dije a Cande
-Mira esto, ropa de dormir a mitad de precio
-Creo que me están siguiendo - dije
-¿Peter?
-No. Mira al otro lado de la pista
-No veo a nadie

Y yo tampoco, seguramente ya se había ido.

-Creo que entraron al centro comercial – dije
-¿Cómo sabes que te están siguiendo?
-Un mal presentimiento
-¿Se parece a alguien que conoces? Por ejemplo….Paula – una de las chicas de mi promoción que es mi antagónica
-No era Paula – dije, mis ojos aún en la calle – cuando dejé el arcade ayer por la noche para comprar algodón de azúcar, vi a alguien observándome. Creo que es la misma persona que ahora
-¿Hablas en serio? ¿Por qué me dices esto ahora? ¿Quién es?

No lo sabía y eso me asustada más que nada.

-¿Hay alguna puerta trasera? – le pregunté a la cajera
-Sólo para empleados
-¿La persona es hombre o mujer? – preguntó Cande
-No sé
-Bueno, ¿por qué crees que te están siguiendo? ¿Qué quieren?
-Asustarme
-¿Por qué querrían asustarte? – no lo sabía
-Necesitamos una distracción – le dije a Cande
-Exactamente lo que estaba pensando – dijo ella – y soy buena en eso. Dame tu chaqueta
-No hay forma. No sabemos nada de esta persona. No voy a permitir que salgas vestida como yo. ¿Y si está armado?
-A veces tu imaginación me da miedo

Tengo que admitir que a veces era exagerada, pero estaba demasiado nerviosa.

-Saldré primero – dijo Cande – si me siguen, tú los sigues. Iré hacia el cementerio y luego nos encontraremos con ellos y les haremos preguntas

Un minuto después, Cande abandonó la tienda usando mi chaqueta. Cogió mi paraguas rojo para protegerse de la lluvia. En ese mismo instante, observé que la figura salía del centro comercial y seguía a mi amiga. A través de la ventana, pude ver que el tipo de caminar de la persona era femenina, definitivamente femenina.  Cande y la chica, voltearon en la esquina y desaparecieron; yo corrí hacia la puerta. Cogiendo el paraguas de Cande, fui detrás de ellas, teniendo cuidado con la lluvia. Cuando me di cuenta que las había perdido, decidí ir por mi auto, que estaba cerca. Empecé a conducir hacia el cementerio, como habíamos quedado con Cande, hasta que de pronto, un objeto rojo chocó contra mi ventana. Inmediatamente presioné los frenos.

Abrí la puerta y salí del auto, yendo hacia la parte de atrás del mismo para ver qué me había golpeado. Hubo un momento de confusión mientras mi mente procesaba lo que estaba viendo. Mi paraguas rojo estaba enredado entre la llanta. Entre el sonido de la lluvia, escuché un sollozo.

-¿Cande? – pregunté y caminé alrededor del auto

Encontré a mi amiga en medio de la pista, recostada y herida. Empecé a correr.

-¡Cande! – me arrodillé a su lado - ¿Qué pasó? ¿Estás bien? ¿Puedes moverte? – estaba hecha un ovillo, con sus piernas contra su pecho – voy a buscar ayuda – le dije, pensando en mi celular pero ella no quería soltar mi mano  - ¿Qué pasó? ¿Fue la persona que te siguió? ¿Te hicieron esto? ¿Qué te hicieron? – continué con las preguntas

Cande murmuró algo poco entendible que parecía ser “mochila”. Sin duda, su mochila estaba desaparecida.

-Va a estar todo bien

Controlé las lágrimas que se formaron en mis ojos y el nudo en la garganta. Sabía que la persona que me había seguido era la misma que le había hecho esto a Cande y me culpaba por haber permitido que Cande se haga pasar por mí. Sin perder más tiempo, saqué el celular de mi bolsillo y llamé a emergencias.

-Necesito una ambulancia – dije, tratando de calmar mi histeria – a mi amiga la atacaron y le robaron

sábado, 25 de agosto de 2012

Ángeles Caídos I: Nueve

Caminé entre la multitud dentro del arcade. Cuando visualicé las mesas fútbol de mesa, Cande no estaba en ninguna de ellas. Ni Pablo o Jaime.

-Parece que se fueron – dijo Peter – parece que necesitas que alguien te lleve a casa
-Cande no me dejaría – dije, poniéndome de puntas de pie para mirar entre la multitud – probablemente estén jugando tenis de mesa

Caminé de nuevo, buscando a mis amigos, mientras Peter me seguía por detrás, tomando una gaseosa que se había comprado en el camino. No había rastro de Cande o Pablo en el tenis de mesa.

-Tal vez están en las máquinas de paintball – sugirió Peter

Definitivamente se estaba burlando de mí. Sentí que me enrojecía apenas.

-¿Segura que no quieres un trago? – preguntó Peter, señalando la gaseosa

Miré la gaseosa y después a Peter. Sólo porque mi sangre se calentaba al pensar en poner mi boca dónde había estado la suya no significaba que tenía que decírselo. No le hice caso y busqué en mi cartera mi celular. La pantalla en mi celular estaba negra y no quería prenderse. No entendía cómo es que la batería estaba muerta cuando la había cargado antes de salir de casa.

-Mi oferta sigue en pie – dijo Peter, cuando me vio desesperada

Aún estaba preocupada por lo que había pasado en el Arcángel, y no importaba cuántas veces intentase disipar el pensamiento, que la imagen se repetía en mi cabeza. Era la cosa más terrorífica por la que había pasado. Estaba cayendo y luego el juego había terminado. Era loco el hecho de que sólo yo había notado aquello. Ni siquiera Peter, que había estado a mi lado.

-Su auto. Probablemente ella me esté esperando en el estacionamiento – agregué

Treinta minutos después de revisar el estacionamiento, me di cuenta que el auto no estaba por ningún lado. No podía creer que Cande se había ido sin mí.

-¿Aún tienes otra opción? – preguntó Peter

Me mordí el labio, pensando en alternativas. No las tenía. Desafortunadamente, no estaba segura si estaba lista para aceptar la oferta de Peter. Esta noche había una potente mezcla de peligro, amenaza y misterio, todo junto. Finalmente, solté un bufido y recé, deseando no estar cometiendo un error.

-Me llevarás directamente a casa – dije
-Si es lo que quieres

Estaba por preguntarle si había notado algo extraño en el Arcángel, cuando me detuve. Tenía demasiado miedo de preguntar. ¿Y sí no me había caído? ¿Si había imaginado todo? ¿Si estaba viendo cosas que realmente no estaban pasando? Primero el chico con la máscara. Ahora esto. Estaba casi segura que Peter hablándome por la mente era real, ¿pero, esto? No estaba muy segura.

Peter caminó entre el estacionamiento, mientras yo lo seguía. Hasta que llegamos a su moto. Él se subió y señaló el asiento detrás de él.

-Súbete
-Linda moto – dije

Era mentira. Nunca había estado en una moto antes y no creía que eso había cambiado esa noche. Encima que la moto se veía como la muerte.

-Me gusta la sensación del viento sobre mi cara – continué, esperando disipar el terror

Sólo había un casco y él me lo dio. Tomándolo, subí una pierna por encima de la moto y me di cuenta de lo insegura que me sentía. Me puse el casco y lo ajusté.

-¿Es difícil conducir? – pregunté

En realidad, mi pregunta era, ¿Es seguro?

-No – dijo Peter, respondiendo ambas preguntas antes de reír suavemente – estás tensa. Relájate

Cuando salió del estacionamiento, la explosión de movimiento me chocó. Me estaba agarrando demasiado fuerte de su camisa para mantener el balance. Luego, tuve que envolver mis brazos alrededor de él, como si fuera un abrazo de oso.

Cuando llegamos a casa, Peter estacionó la moto en la vereda y bajó de la misma. Yo me quité el casco y abrí mi boca para decir algo como Gracias por traerme, te veo el lunes. Pero las palabras se disolvieron cuando Peter cruzó la pista y se acercó a mi puerta. No podía pensar bien lo que estaba haciendo. ¿Me quería llevar hasta mi puerta? Casi improbable. ¿Entonces, qué? Caminé hacia él. Observé, entre confundida y nerviosa, mientras sacaba un par de llaves familiares de su bolsillo y la insertaba en la puerta de mi casa.

-Dame mis llaves – dije, cuando me di cuenta que las había sacado de mi bolso
-Se te cayeron en el arcade cuando estabas buscando tu celular – dijo
-No me importa dónde se me cayeron. Devuélvemelas

Peter alzó sus manos, reclamando inocencia, y se alejó de la puerta. Se inclinó contra la pared y me observó mientras abría la puerta. Intenté mover la llave, pero no se podía.

-La atascaste – dije – inténtalo, está atorada

Con un chasquido, movió la llave. Con su mano posicionada en la manija, alzó sus cejas como diciendo, ¿Puedo?

-Adelante, no vas a encontrarte con nadie. Estoy sola en casa
-¿Toda la noche?

Inmediatamente, me di cuenta que no había sido muy inteligente decir eso.

-Dorotea llegará pronto – era una mentira
-¿Dorotea?
-Nuestra ama de llaves. Es vieja, pero fuerte. Muy fuerte
-Suena aterrador – dijo, sacando la llave y dándomela
-Ella puede limpiar el baño en un minuto. Más que aterrador

Tomando la llave, me adelanté hacia adentro, con la intención de cerrar la puerta. Pero, cuando lo quise hacer, Peter colocó sus brazos en el marco de la puerta.

-¿No me vas a invitar? – preguntó – es tarde, debes de estar hambrienta
-No. Sí, quiero decir, sí pero…

De pronto, él ya estaba adentro. Tomé tres pasos y él inmediatamente cerró la puerta con su pie.

-¿Te gusta la comida mexicana? – preguntó
-Yo… - ¡me gustaría saber qué haces en mi casa!
-¿Tacos?
-¿Tacos? – repetí
-Tomate, lechuga, queso
-¡Sé que es un taco!

Antes que pueda detenerlo, me pasó. Al final del pasillo, dobló a la izquierda, hacia la cocina. Se dirigió al lavadero y abrió el agua, colocando lavavajillas en sus brazos y lavándoselos. Luego, abrió el refrigerador y empezó a sacar los ingredientes como salsa, queso, lechuga y tomate. Después, buscó entre los cajones y sacó un cuchillo. Estaba a punto de entrar en pánico al ver a Peter con un cuchillo, cuando algo más trajo mi atención. Tomé dos pasos hacia adelante y miré mi reflejo en el pequeño espejo que había colgado. ¡Mi cabello! Parecía como si hubiese pasado un temblor en mi cabeza. Coloqué una mano en mi cabeza.

-¿Tu cabello rojo es natural? – preguntó Peter, sonriendo
-No tengo cabello rojo
-Odio decírtelo, pero es rojo
-Es marrón. Es la luz – dije
-Sí, tal vez sean las bombillas – sonrió más amplio
-Volveré enseguida – dije, saliendo rápido de la cocina

Subí a mi habitación y me hice una cola de caballo. Y, con eso, junté mis pensamientos. No estaba completamente cómoda con Peter rondando libremente por mi casa, armado con un cuchillo. Y mi madre me mataría si descubría a Peter dentro cuando Dorotea no estaba. Cuando bajé de nuevo, lo encontré aún en su tarea, sólo que un cuchillo más grande y filudo. Y como si oyera mis pensamientos, alzó el cuchillo, examinándolo. MI estómago se retorció.

-Baja el cuchillo – dije, calmada

Peter me miró y luego al cuchillo. Después de un minuto, lo puso en la mesa.

-No voy a hacerte daño, Lali
-Eso es ….aliviador – intenté decir, pero mi garganta estaba seca y apretada
-Ven aquí. Te enseñaré cómo hacer tacos

No me moví. Había un brillo en sus ojos que me hacía pensar que debía tenerle miedo y lo tenía. Pero ese miedo era igual a algo atractivo. Había algo extremadamente inquietante al estar cerca de él. En su presencia, no confiaba en mí misma.

-¿Qué te parece un trato? Ayúdame a hacer tacos y responderé alguna de tus preguntas
-¿Mis preguntas?
-Sé que sabes a qué me refiero

Sabía exactamente a qué se refería. Me estaba dando un vistazo a su mundo privado. Un mundo dónde podía hablar en mi mente. De nuevo él sabía exactamente qué decir, en el momento exacto. Sin decir nada, me moví a su lado. Deslizó la tabla de cortar en frente de mí.

-Primero – dijo, colocándose detrás de mí y poniendo sus manos en la mesada, justo al lado de mis manos – escoge tu tomate – alzó su cabeza y colocó su boca en mi oreja. Su aliento era caliente, erizando mi piel – bien. Ahora coge el cuchillo
-¿El cocinero siempre se coloca tan cerca? – pregunté, sin saber bien si me gustaba su cercanía o no
-Cuando está revelando secretos culinarios, sí. Sostén el cuchillo como si lo quisieras agarrar
-Lo estoy haciendo
-Bien – dando un paso hacia atrás, evaluó mi posición y creí ver una sonrisa secreta – cocinar no es difícil. Es algo que está dentro de uno. Como la química. ¿Crees que estás lista para química?

Presioné el cuchillo contra el tomate y lo dividí en dos.

-Dímelo tú. ¿Estoy lista para la química?

Peter hizo un sonido que no pude descifrar y sonrió. Después de la cena, Peter llevó los platos al lavadero.

-Yo lavo, tú secas – cogió el secador y lo lanzó divertido hacia mí
-Estoy lista para hacerte esas preguntas – dije – empezando por la noche en la biblioteca. ¿Me seguiste….?

Me detuve. Peter se inclinó contra la mesada. Su cabello se salía apenas de su gorra. Una sonrisa se posicionó en su boca. Mis pensamientos se disolvieron y uno nuevo se colocó en mi mente. Lo quería besar. Ahora mismo.

Peter arqueó sus cejas.

-¿Qué?
-Eh…nada. Tú lavas, yo seco

No me tomó mucho tiempo el terminar con los platos y cuando lo hicimos, nos encontramos los dos muy cerca al lavadero. Peter se movió para quitarme el secador de mis manos y nuestros cuerpos se tocaron. Ninguno de los dos se movió, sosteniéndonos a la frágil conexión que nos unía. Yo retrocedí primero.

-¿Asustada? – preguntó
-No
-Mentirosa – se me aceleró el pulso
-No te tengo miedo
-¿No?
-Tal vez es que estoy con miedo de… - dije sin pensar – tal vez es sólo que tengo miedo de…de….
-¿De qué te guste?
-Sí – me di cuenta muy tarde de lo que había confesado – quiero decir, ¡no! Definitivamente no. ¡No es lo que intentaba decir!

Peter rió suavemente.

-La verdad es que, parte de mí definitivamente no está cómoda contigo – dije
-¿Pero?
-Pero al mismo tiempo siento una atracción peligrosa hacia ti – Peter sonrió - eres demasiado engreído – agregué, empujándolo apenas

Atrapó mi mano contra su pecho y bajó la manga de mi blusa por debajo de mi muñeca, cubriendo mi mano con ella. Así de rápido, hizo lo mismo con la otra manga. Sostuvo mi blusa por los puños, mis manos capturadas. MI boca se abrió en protesta. Acercándome hacia él, no se detuvo hasta que estuve directamente en frente. De pronto me alzó encima de la mesada. Mi rostro estaba a la altura del suyo. Me miró con una sonrisa y fue ahí cuando me di cuenta que este momento formaba parte de mi fantasía de hace días.

-Quítate la gorra – dije

Volteó la misma, colocando la visera para atrás. Abrí mis piernas, colocándolas al lado de su cuerpo. Algo dentro de mí me estaba diciendo que me detenga, pero dejé esa voz detrás de mi mente. Colocó sus manos al lado de mi cadera. Inclinado su cabeza hacia un lado, se acercó. Su aroma, me abrumó.
Inhalé dos veces. No. Esto no estaba bien. No con Peter. Él daba miedo. De una buena manera, sí. Pero también  de una mala.

-Deberías irte – dije como pude – definitivamente deberías irte
-¿Irme aquí? – su boca estaba en mi hombro - ¿o aquí? – se movió hacia mi cuello

Mi cerebro no podía procesar ningún pensamiento lógico. La boca de Peter estaba subiendo, hacia mi mentón, gentilmente chupando mi piel….

-Mis piernas se están quedando dormidas – balbuceé, lo que era completamente mentira
-Puedo resolver eso – las manos de Peter apretaron mi cadera

De pronto, mi celular sonó. Salté ante el sonido y lo saqué de mi bolsillo.

-Hola, mi amor – dijo mi madre, alegre
-¿Puedo llamarte después?
-Claro. ¿Qué sucede? – cerré el celular
-Necesitas irte – le dije a Peter – ahora mismo

Volteó su gorra. Su boca era lo único que podía ver ahora, curvada en una sonrisa.

-No estás usando maquillaje
-Me debo de haber olvidado
-Dulces sueños
-Claro. No hay problema - ¿qué había dicho?
-Sobre la fiesta de mañana….
-Lo pensaré

Peter colocó un pedazo de papel en mi bolsillo, mandando sensaciones calientes por mis piernas.

-Aquí está la dirección. Te buscaré. Ven sola

Un momento después, escuché la puerta cerrarse detrás de él. Un sonrojo cubrió mis mejillas. Me incliné contra la mesada, tomando cortos y profundos respiros. 

jueves, 23 de agosto de 2012

Ángeles Caídos I: Ocho

Caminé de regreso hacia el fútbol de mesa. Pablo estaba inclinado sobre el mismo, su rostro en completa concentración. Cande estaba riéndose y Jaime aún estaba desaparecido.

-¿Y? – preguntó Cande - ¿Qué dijo?
-Nada. Le dije que no nos moleste y se fue
-Ni siquiera se veía molesto cuando se fue – dijo Pablo – sea lo que le hayas dicho, parece que funcionó
-Muy mal – dijo Cande – esperaba un poco de emoción
-¿Estamos listos para jugar? – preguntó Pablo – me está provocando una pizza
-Sí, si Jaime regresa – dijo Cande – empiezo a creer que tal vez no le caemos bien. Siempre desaparece
-¿Estás bromeando? Él las ama – dijo Pablo, con demasiado entusiasmo – sólo que es tímido con las personas que recién conoce. Iré a buscarlo, no se vayan

Apenas Cande y yo estuvimos solas, la fulminé con la mirada.

-Sabes que voy a matarte, ¿verdad?

Cande alzó sus manos y dio un paso hacia atrás.

-Te estaba haciendo un favor. Le gustas a Pablo y después que te fuiste le dije que tienes como a diez chicos llamándote todos los días. Deberías de haber visto su rostro, lleno de celos – gruñí
-Necesito algo – dije, mirando hacia la puerta
-Necesitas a Pablo
-No, necesito azúcar, mucho, demasiado. Necesito algodón de azúcar

En realidad lo que necesitaba, era quitarme a Peter de encima. Particularmente lo del habla por la mente. ¿Cómo lo hacía? A menos que…lo haya imaginado.

-Ya me provocaste – dijo Cande – vi a un vendedor en la entrada al parque. Me quedaré aquí así Jaime y Pablo no creen que nos escapamos, y tú puedes ir a buscar el algodón

Afuera, caminé hacia la entrada, pero cuando encontré al vendedor de algodón, me distraje por el juego del Arcángel. Me preguntaba por qué Peter me quería ver. Sin poder contenerme, me vi a mí misma caminando hacia el juego. Mantuve mi mirada en el Arcángel, mientras una montaña rusa funcionaba, dando vueltas. De pronto me sentí mareada. La sensación regresó, aquel frío que recorría mi cuello, como si alguien me estuviese observando.

Miré hacia ambos lados, no había nada anormal. Me volteé ciento y ochenta grados, una pequeña figura estaba escondida entre los árboles. Apenas lo vi, la figura se volteó y desapareció en la oscuridad. Con mi corazón latiendo desaforado, caminé entre la multitud. Miré de nuevo hacia atrás, nadie me seguía. Cuando volví la vista hacia adelante, me golpeé contra alguien.

-¡Perdón! – balbuceé

Peter me sonrió.

-Soy difícil de resistir
-Déjame en paz – intenté alejarme de él, pero me sostuvo por el hombro
-¿Qué sucede? Parece que estás a punto de vomitar
-Tienes ese efecto en mí – rió
-Deberías de tomar algo

Aún me tenía por el hombro así que me jaló hacia una carretilla de limonada.

-¿Quieres ayudarme? Aléjate de mí – corrió un mechón de pelo
-Amo tu pelo, me encanta cuando está fuera de control. Es como ver un lado de ti que necesita salir más seguido
-Tengo que irme – dije, alejándome – Cande me está esperando. Supongo que te veré el lunes en clase
-Súbete al Arcángel conmigo

Alcé la vista hacia el juego. Había gritos estridentes mientras los carros daban vueltas.

-Dos personas en un asiento – sonrió
-No
-Si sigues escapándote de mí, nunca vas a entender lo que realmente sucede

Ese comentario debió hacerme correr, pero no lo hizo. Es como si Peter supiera exactamente qué decir para tocar mi curiosidad. Exactamente qué decir, en el momento exacto.

-¿Qué sucede? – pregunté
-Sólo hay una manera de saberlo
-No puedo. Tengo miedo a las alturas. Además, Cande está esperando

Sólo que esa altura ya no me asustaba. De una manera absurda, estar con Peter me hacía sentir segura.

-Sí subes y te quedas sin gritar durante todo el viaje, le diré al entrenador que nos cambie de asiento
-Ya lo intenté, no quiere
-Puede que sea más convincente que tú
-Yo no grito – dije

Desafiándolo, me puse en la cola del juego.

-No te había visto antes por aquí – dijo Peter
-¿Vienes mucho aquí?
-Tengo una historia con este lugar
-Déjame adivinar – dije – jugaste hockey aquí antes de ir al colegio el año pasado – dije, sarcásticamente
-Responder eso significaría una luz en mi pasado. Y prefiero mantenerlo en la oscuridad
-¿Por qué? ¿Qué hay de malo con tu pasado?
-No creo que ahora sea un buen momento para hablar de ello. Mi pasado puede que te asuste

Se acercó y nuestros brazos se tocaron. Aquello produjo una conexión que hizo que mis vellos se ericen.

-Las cosas que tengo que confesar no son la clase de cosas que le cuentas a tu compañera de biología – dijo

Hubo un silencio en el que nos dedicamos a seguir avanzando, antes de que nos toque subir a los carros o vagones. Peter escogió al fondo, siendo los últimos de toda la fila en la montaña rusa.

-Tu pasado no me asustará – dije, poniéndome el cinturón

Los carros empezaron a moverse hacia adelante, empezando a subir una cuesta.

-Te ves pálida – me dijo

No dije nada, a pesar que me estaba mareando. En la punta de la montaña, hubo un momento de duda. Podía ver a millas de distancia, la ciudad en completa oscuridad, y un par de luces que la iluminaban. Sin querer, miré a Peter; tenía que aceptar que estaba feliz de tenerlo a mi lado, sino me desmayaría. Él lanzó una sonrisa.

-¿Asustada, Ángel?

Me agarré con fuerza de la baranda del frente antes de que caigamos hacia abajo con fuerza. Empezamos a ir hacia la izquierda, luego a la derecha. Dentro de mí, sentía mis órganos subir y bajar con el viaje. Miré hacia abajo, intentando concentrarme en algo que no se moviera. Fue ahí cuando me di cuenta que mi cinturón se había soltado.

Intenté gritarle a Peter, pero mi voz se había ido. Sentí un vacío en el estómago y solté una mano de la barra, intentando asegurar el cinturón con la otra. El carro volteó a la izquierda y me golpeé contra Peter, chocándome con él tan fuerte que me dolió. Luego fue muy tarde. El auto dobló a la derecha y sentí el pánico recorrer mi cuerpo. Mi hombro izquierdo chocó contra la puerta y ésta se abrió. Salí disparada del auto mientras el juego seguía en movimiento. Caí entre la pista del juego e intenté sostenerme de algún palo de metal. Pero mis manos no encontraron nada y empecé a caer hacia el suelo. Abrí mi boca para gritar.

Pero, lo siguiente que supe, es que el juego se detuvo. Mis brazos dolían por lo fuerte que Peter me había sostenido.

-A eso sí que le llamo un grito – dijo, sonriéndome

Mareada, vi cómo se ponía una mano en su oreja, como si aún le doliese. Sin entender nada de lo que había pasado, miré el cinturón de seguridad. Estaba completamente seguro por encima de mi cintura.

-Mi cinturón… - empecé a decir – pensé…
-¿Pensaste qué? – preguntó Peter
-Pensé…qué me había salido del carro. Literalmente pensé que…iba a morir
-Creo que ese es el punto

Mis brazos temblaban al igual que mis piernas y cuerpo.

-¿Adivina qué? Seguiremos siendo compañeros – bromeó Peter y sentí la victoria en su voz
-El Arcángel – murmuré
-Significa un ángel de alta jerarquía – noté la burla en su voz – mientras más alto estés, más fuerte la caída

Empecé a abrir mi boca, intentando comprender cómo es que en un momento había estado a punto de morir y un segundo después, estaba completamente segura en el carro. Pero, preferí guardar aquellos pensamientos.