miércoles, 29 de julio de 2015

Existence: Capítulo Veinte

Mamá había enviado a Pablo a la escuela sin mí y explicó que yo llegaría tarde. Pablo era una cosa con la que tenía que lidiar. Si tenía que vivir esta existencia, no podía continuar usándolo. Nunca lo amaría de la forma en que él merecía ser amado. Era mi amigo y una fuente de comodidad. Permitirme a mí misma seguir siendo su novia no solo estaba mal para Pablo sino que era una traición porque nunca me llevaría con nadie más que Peter. No podía vivir de esa manera. Vivir no iba a ser fácil para mí. Necesitaba cortar todos los lazos que ya rompían mi alma dañada. 

Para el momento en que entré a la escuela, me había perdido Literatura Inglesa. Los pasillos estaban llenándose con estudiantes. Sostuve mis libros cerca de mi pecho y los apreté. Podía hacer esto. Canté en mi mente una y otra vez. Candela salió de la multitud de personas, sonriendo cuando me vio. 

—¡Lali! ¡Yey, viniste! Te he extrañado un montón. ¡Ahora el almuerzo no será tan aburrido y Oh Dios Mío! ¿Adivina qué?

Luché por mantenerme a la par con su rapidez al hablar así que me tomó un momento darme cuenta que ella quería que reaccione a sus palabras.

—Oh, eh, ¿qué? —Ni siquiera podía forzar una sonrisa.

Me sonrío y miró alrededor para ver si alguien estaba escuchándola antes de regresar su atención a mí. 

—Peter Lanzani está aquí. Quiero decir, en nuestra escuela. Quiero decir, matriculado aquí. ¿Puedes creerlo? Quiero decir, sé que fue a una secundaria en Alabama hasta el año pasado cuando su banda lanzó una canción que pegó y empezó a tocar por todos los Estados Unidos en lugar de solo en el sur. ¡Ah! ¿Puedes creer que está aquí? ¿En nuestra escuela? Supongo que sí tenía que volver a la secundaria, nuestro pequeño pueblo es preferible que uno grande como Alabama. Pero aun así, no puedo creerlo.

lunes, 27 de julio de 2015

Existence: Capítulo Diecinueve

El cielo oscuro empezó a dar vueltas alrededor de un halo de luz. Cogí el brazo de Peter con mis dos manos como si fuese a desaparecer. 

—¿Qué está sucediendo? —pregunté sobre el sonido del viento rugiendo a la distancia. 

Peter sacudió su cabeza, sus ojos en Rochi. Ella lo miró a él y luego a mí.

—Se lo van a llevar. Por ti, él será considerado como uno de los peores. Ha caído. Rompió las reglas —Rochi empezó a gritar sobre la tormenta. Dejé ir a Peter y di un paso hacia adelante, sabiendo que tenía que detener esto y él no me iba a decir cómo.

—¿Qué puedo hacer? —le grité a Rochi.

Ella miró detrás de mí a Peter.

—Ella no es como los otros humanos. Es por eso que te enamoraste de ella, cuando nadie más te ha tentado. Déjala tomar esta decisión.

—¡No! —gritó Peter detrás de mí con tal fiereza en su voz, derivándose al pánico. 

Corrí hacia Rochi, con miedo a que Peter me detenga.

—Dímelo —demandé.

Ella me miró mientras sus rasgos brillantes parecían más de otro mundo. La tormenta se puso peor. Su cabello rubio empezó a bailar salvajemente alrededor de ella, creando la apariencia de la inmortal que era.

sábado, 25 de julio de 2015

Existence: Capítulo Dieciocho

Me quedé mirando la mesa de la cocina cubierta de latas de gaseosa vacías, dos cajas de pizza vacías y una torta de chocolate a la mitad con un mensaje que decía: “Bienvenida, Lali”. Pablo, Candela y Gastón me habían sorprendido esta tarde. Había abierto la puerta hace cuatro horas atrás para encontrar a los tres con pizzas, gaseosas y una caja de postre. Estar con los tres, comiendo comida de verdadero sabor, y entreteniéndolos con historias de mi tiempo en la casa mental me había hecho sentir como en casa. Sus rostros sonrientes y risas familiares me habían dado calidez de la frialdad que siempre me penetraba. Pablo me había sostenido mientras nos sentábamos en la sala, contándome todo lo que me había perdido. María se había caído de la pirámide durante la práctica de animadoras, y tenía un yeso en su pierna derecha. Candela parecía mucho más a gusto con ello. Pablo ahora tenía dos ofertas de beca de diferentes universidades por su progreso en el deporte.

Pablo había continuado sin mí. Saber que él estaría bien cuando yo ya no fuera parte de su vida tranquilizó parte de la culpa dentro de mí. No podía mantenerlo. No cuando anhelaba a Peter tanto. Incluso si no podía encontrar a Peter, supe que le importaba. Él volvería eventualmente. Él había sabido que lo necesitaba y había venido a mí. Incluso si no podía verlo, sabía que estaba cerca. Alcé la mirada hacia las escaleras sabiendo que no vendría esta noche. Mi habitación era un lugar seguro para mí ahora. Si solo pudiera verlo y decirle que lo amaba y que iría a donde tuviera que ir para estar con él…Pero él ni siquiera me permitía saber o entender.

Lancé las latas de bebida vacías en el basurero cerca de la parte trasera y subí para ir a la cama. Hoy había sido un día exhausto y estaría volviendo a la escuela al día siguiente. La mesa vacía donde Peter una vez se había sentado en Clase de Literatura Inglesa destelló en mi mente y el vacío en mi pecho regresó.

lunes, 20 de julio de 2015

Existence: Capítulo Diecisiete

—Lali. —La Dra. Emilia entró al Gran Salón donde estaba sentada jugando Monopolio con Rochi, quién hacía trampa, y Kim, quién mira todo el tiempo a Rochi por hacer trampa.

—¿Sí, señora? —pregunté.

Le sonrió a las chicas que estaban conmigo y sostuvo un papel en sus manos.

—Es tiempo de tu evaluación. Por favor, ven conmigo.

Me puse de pie, retirando mi posición en forma de indio en el suelo.

—Ah, mierda, me estaba divirtiendo contigo, petisa[1], y ahora te van a decir que no tienes problemas mentales y te enviarán a casa.

Rochi me sacó la lengua y me guiñó el ojo. Había empezado a llamarme petisa en los últimos días. Era ligeramente molestoso, pero no valía la pena hacer de ello un problema. Forcé una sonrisa y seguí a la doctora. No estaba lista para irme todavía. Peter había venido a mí anoche y temía que una vez que estuviera en casa él me dejaría de nuevo. Mi pecho anhelaba, recordándome que aún estaba vacío. La Dra. Emilia abrió la puerta de su oficina y la sostuvo para que yo entrara.

—Tendrás que ignorar el desastre en mi escritorio. He estado revisando cuadros esta semana y siempre se me escapa de las manos. —Me sonrió con disculpa y caminó para ponerse de pie detrás del escritorio—. Por favor, toma asiento —dijo, haciendo un gesto hacia las sillas negras llenas de cosas a mi lado. Me hundí en una mientras la Dra. Emilia tomaba el papel en sus manos—. Parece, Lali, que eres la paciente mentalmente más saludable que hemos tenido en mucho tiempo. Tienes compasión y haces amigos con incluso los casos más difíciles, lo que solo refuerza tu diagnóstico que no estás mentalmente enferma. Ser amiga de alguien como Rocío Igarzabal no es fácil, y Guadalupe es su única amiga porque ella parece sufrir del miedo del rocío. Las evaluaciones de tus enfermeras dicen que eres buena y comprendes. Reaccionas de la forma en que una que entiende que está rodeada de gente con enfermedades mentales y eres paciente con ellos. Eso no sólo te hace una paciente muy placentera sino también una muy estable. —La Dra. Emilia dejó el papel en su escritorio—. El hecho es que: no perteneces aquí.

sábado, 18 de julio de 2015

Existence: Capítulo Dieciséis (Parte 2)

—Ya tienes un visitante y tan rico, riquísimo, que deberías de lamerte los labios —dijo Rochi, entrando a la biblioteca a la que estaba segura que nunca entraba. 

Alcé la mirada de la copia de “Orgullo y Prejuicio” que había encontrado entre los estantes de libros alineados en las paredes.

—¿Tengo a un visitante? —Tenía que ser Pablo—. Gracias.

Me puse de pie y seguí a Rochi hacia el Gran Salón donde todos los visitantes tenían que esperar. El fruncido de Pablo desapareció cuando me vio yendo hacia él. Una sonrisa tranquilizó la línea de preocupación en su frente.

—Lali —dijo, caminando hacia mí y dándome un fuerte abrazo. Me apreté contra él, luchando por no llorar. 

—Estoy tan contenta que hayas venido —susurrando, esperando que la emoción en mi voz no sea obvia.

—Te extraño Lali, muchísimo —dijo contra mi cabello, y nos quedamos ahí sosteniéndonos el uno al otro hasta que alguien se aclaró su garganta y me aparté a regañadientes. La enfermera Esperanza estaba frunciendo el ceño y sacudiendo su cabeza.

—Oh, vamos, puta de Twitter, esto es más entretenido que la mierda que tenemos que ver en la televisión —dijo Rochi desde su silla.

—Veinte minutos, Rochi —replicó la enfermera con aburrimiento.

viernes, 17 de julio de 2015

Existence: Capítulo Dieciséis (Parte 1)

El comedor era una sala grande con cinco mesas largas en la que entraban diez personas en cada una. Una cafetería de estilo buffet estaba armado, donde las enfermeras llenaban los platos de los pacientes. Esta era la única sala con ventanas grandes. Toda la pared sur era primordialmente de varias ventanas mirando hacia la playa. Le agradecí a la enfermera mientras me entregaba la bandeja de rojo brillante llena de fideos y queso, pedazos de pollo a la parrilla, una ensalada César, frijoles verdes, y un pequeño pedazo de algo raro que supe que no iba a probar. Las mesas más cerca de las ventanas parecían ser las más populares pues ya se estaban llenando y unos cuantos pacientes estaban sentándose en lugares específicos. Decidí sentarme en una de las mesas lejos de las ventanas. No quería tener que lidiar con el asiento de alguien. Tomé un vaso de plástico lleno de té helado y me volteé hacia la mesa.

—Probablemente vayas a querer ponerle algo de azúcar. El té no tiene nada de dulce y es horrible.

Una chica con cabello marrón y enormes ojos se quedó frunciendo su ceño al vaso en mi mano. Sus dientes frontales parecían salirse un poco y su nariz estaba cubierta de granos. Me recordaba a alguien a quien encontrarías en alguna granja.

—Oh, um, gracias, pero no tomo azúcar con mi té helado —le expliqué y ella hizo un sonido con su nariz.

—Tú debes ser de Florida, entonces. No he descubierto por qué ustedes se comportan como si fueran del norte. Ustedes son más del sur que los que somos de Mississippi and sabemos que el té helado necesita azúcar.

Luché por entender su acento, pero sonreí y me volteé de vuelta a la mesa a la que me había estado dirigiendo cuando noté que ahora tenía a dos ocupantes más: la chica que había tirado la puerta de un golpe y se había encerrado adentro después de verme, y Rochi. Me pregunté si tal vez debía de irme a otra mesa cuando Rochi me lanzó una sonrisa retadora. Me di cuenta que mejor seguía con mi plan. Rochi esperaba que fuera a cualquier otro lugar y no quería que piense que ella me asustaba. Yo estaba un poco sorprendida que esté sentada con la otra chica. Rochi no parecía ser la clase de persona que es nerviosa o aterrada. 

—¿No estarás pensando sentarte con esas dos chicas, verdad? —preguntó la chica de granja.

Me encogí de hombros.

domingo, 12 de julio de 2015

Existence: Capítulo Quince

No estaba segura de después de cuánto tiempo regresé a casa. El tiempo parecía rodar continuamente. No había noche ni día. Salir de la cama parecía casi imposible a veces. En mis sueños, Peter estaba ahí. Solo quería dormir. Hablar era algo de lo que no estaba lista todavía.

Había visto las preguntas y preocupación en los ojos de Pablo en el vuelo de regreso a casa, pero no le había hablado. No quería enfrentarlo ahora que sabía que yo tenía problemas, incluso si realmente no sabía cuáles eran. Él pensaba que estaba loca y ese no era mi problema para nada. Mi problema era que amaba a alguien que no podía tener. Veía almas que deambulaban en la Tierra, sintiéndose perdidas, y había sido atacada por un alma que tenía la intención de matarme. Yo era la única persona que recordaba que Peter Lanzani había ido a nuestra escuela y si mencionaba su nombre de nuevo, todos realmente pensarían que había perdido la cabeza. Así que sí, tenía problemas, pero psíquicos. Eran sobrenaturales.

Un toque en la puerta de mi habitación me sorprendió y me volteé para mirar la puerta cerrada, sabiendo que era mi madre. Mi muy preocupada madre. ¿Cómo podía explicarle que estaba hiriendo tanto que no estaba segura de ser capaz de recuperarme? Había una pérdida en mi vida como nada de lo que había conocido.

—Entra. —Mi voz sonaba ronca por la falta de uso.

Mi madre abrió la puerta lentamente y metió su cabeza como si estuviera midiendo la atmósfera antes de entrar completamente.

—¿No vas a levantarte para ir a la escuela esta mañana? —preguntó con una sonrisa que no encontró sus ojos.

Me había olvidado qué día era, pero sabía que no estaba lista para enfrentar la escuela. No estaba lista para enfrentar a Candela o Gastón. Necesitaba permanecer en mi habitación y encontrar la fuerza dentro de mí para seguir viviendo. Sacudí mi cabeza y ella dejó de pretender sonreír, un fruncido de preocupación levantándose en su frente.

sábado, 11 de julio de 2015

Existence: Capítulo Catorce

Las calles ya estaban decoradas con cosas brillantes, con luces blancas de Navidad en cada árbol. Las ventanas de las tiendas estaban llenas de alegría por las fiestas. Las calles olían a chocolate caliente de las tiendas de caramelos en cada esquina. Nieve caía y se pegaba a nuestros sacos mientras caminábamos por las calles. Gastón sostenía cinco bolsas de compras ya en sus manos, lleno de las compras de Candela. Una briza helada hizo que mi nariz se congele. Me hundí en la bufanda que estaba envuelta alrededor de la parte baja de mi rostro, varias veces. No estaba acostumbrada a este clima. Nuestros inviernos en Florida nunca llegaban a ser así de fríos. Pablo me jaló contra él.

—Vamos, entremos a este café y compremos algo para calentarnos.

—Buena idea. Necesito un descanso de estas bolsas y estoy bastante seguro que Cande no encontrará nada que comprar ahí.

Reí por lo dicho por Gastón a través de la bufanda cubriendo mi boca.

—Debes de estar bromeando. Sabes que ella puede encontrar algo en cualquier tienda a la que entremos. Hasta ahora hemos estado en cinco tiendas y tú estás sosteniendo cinco bolsas.

—Redundante —dijo Candela con una onda de su mano enguantada—. ¿Para qué más son estas lindas tiendas pequeñas más que para comprar? 

Pablo rió detrás de mí y todos nos sentamos en una mesa. Suspiré ante el calor de la cafetería, que parecía calmar mi nariz helada. Era la única parte de mi cuerpo que no había sido capaz de cubrir.

—¿Qué quieres? —preguntó Pablo, quitándose su bufanda y colgándola junto a su enorme saco negro en la silla a mi lado.

jueves, 9 de julio de 2015

Existence: Capítulo Trece

Miro mi identificación. Mi madre estaría emocionada. Esto iba a verse increíble en mis aplicaciones de la universidad. Mientras más servicio comunitario, mejor, bueno, mientras sea voluntario y no obligatorio. He sido asignada la tarea de leer a los niños hoy desde qe es mi primer día y no tienen a nadie que me entrene para hacer trabajos más difíciles.

Salgo de elevador en el piso de pediatría y tres almas que he pasado en los pisos anteriores se quedan observándome. Asiento hacia ellos.

—Hola —digo y todos parecen sorprendidos.

Me volteé y seguí las direcciones que me dio el voluntario en la recepción. No me tomó más de unos minutos darme cuenta que el piso de pediatría estaba lleno de almas deambulando. Pasé a los niños en sillas de ruedas observándome con curiosidad. Sonreí y saludé mientras los pasaba. Mi corazón empezó a doler por razones más allá de mi pérdida. Ver las pequeñas sonrisas en sus rostros pálidos no era fácil. Una pequeña niña con cabello largo, rojo y ondulado, atrapó mi atención. Estaba de pie en la puerta de su habitación, mirando fijamente, no a mí, sino a cada lado de mí y detrás de mí con curiosidad antes de mirarme directamente. Disminuí mi caminata y volteé la mirada hacia atrás, dándome cuenta que la mayoría de las almas a las que había sonreído y hablado me estaban siguiendo. Ella podía verlas. Me detuve y estudié su dulce y pequeño rostro. Estaba de pie con lo que parecía ser un caminador. Miró hacia las almas de nuevo y sonrió cálidamente y luego sus pequeños ojos me encontraron.

—¿Los ves? —pregunté con un susurro, con miedo a que los otros me escuchen y crean que estaba loca.

Ella asintió, balanceando su cabeza y sus ondas rojas.

—¿Y tú? —preguntó con un susurro alto. Asentí con la cabeza—. Genial —replicó, sonriendo.

lunes, 6 de julio de 2015

Existence: Capítulo Doce

—¿Qué hiciste todo el fin de semana? Pablo dijo que no te sentiste bien después del concierto. Pensé que escucharía algo de ti. Pero no obtuve nada, nada. Alma Fría estaba increíble. Debiste quedarte después que terminó. Conocimos a la banda, excepto al líder, Peter. Él se fue más temprano o algo. No me importó, ¡fue increíble! Podía haber besado el rostro de Papá por ello. —Candela envuelve un brazo dentro del mío mientras continúa hablando. Miro el pasillo, necesitando ver a Peter en algún lugar entre el mar de rostros—. ¿A quién estás buscando? —Hay un toque de interés en la voz de Candela. Peter no estaba en ninguna parte entre la multitud, sin embargo, María si estaba y estaba coqueteando abiertamente con Victorio. Eso se veía extraño.

—¿Has visto a Peter esta mañana? —pregunté mirando a Candela y rezando que ella no lea más en mi pregunta.

Su frente se arruga con un fruncido.

—¿Peter, el mismo Peter Lanzani, el cantante de Alma Fría?

Asentí y busqué entre los casilleros. —Sí, Peter —repetí. El fruncido de confusión en el rostro de Candela envió una alarma en mi cabeza.

—Um, ¿estás tomando esas pastillas para el dolor de nuevo, querida? ¿Por qué el cantante de Alma Fría estaría aquí?

Algo andaba muy mal. Pánico llenó mi pecho.

—Buenos días —dijo Pablo mientras caminaba hacia mí y deslizaba un brazo alrededor de mis hombros.

sábado, 4 de julio de 2015

Existence: Capítulo Once (Parte 2)

La briza empezaba a enfriarse y el sitio debajo de la carpa llenó su capacidad. Quería estar en cualquier lugar menos aquí con una vista perfecta del escenario en el que pronto Peter estaría. Las luces bajaron y la gente se puso loca. Pablo colocó su brazo alrededor de mi espalda y me incliné contra él, esperando que su cercanía me ayudara a superar esto. Con un sonido de tambor y el de una guitarra eléctrica, las luces destellaron mientras fuegos artificiales explosionaban por encima de nosotros. Un grupo de tres chicos tomaron el escenario. Uno estaba detrás de los tambores con cabello largo y rubio y los otros dos estaban a cada lado del escenario con guitarras en sus manos. La música llenó el aire de la noche y gritos se escucharon desde la playa. Todo estaba tan cubierto de gente que ya no podía ver la arena. Un sonido fuerte y una nube de humo me hicieron saltar. Los gritos solo se volvieron más fuertes. Peter salió del humo, ahora colocándose en el escenario. Observé su cabello bailar en la briza mientras alcanzaba el micrófono, esperando en el centro del escenario. Lo tomó entre sus manos y luego se volteó directamente hacia la carpa. Directamente hacia mí.

“Quieres lo que no puedes tener. Lo veo en tus ojos. El dolor que llena tus noches es por mi paquete de mentiras. He abierto la puerta para ti, para que te alejes. Hay un mejor camino para ti aunque quiero que te quedes. He roto las reglas, he virado del camino, pero cuando te conocí supe que salvarte valía la pena. Déjame dejarte ahora antes que sea demasiado tarde. Déjame dejarte ahora antes que sepas qué soy y tu amor se convierta en odio.

Aléjate de mí antes que me rompa y te lleve conmigo. No puedes ir hacia donde yo voy, no puedes atravesar mi Infierno. Aléjate de mí antes que me rompa y te lleve conmigo. Mi camino está hecho solo para mí. No hay manera de llevarte también. Te he dado vida cuando estuvo en mis manos darte muerte. Aléjate de mí.

Observo la vida que sé que llevarás sin mí aquí. Es lo que mereces, es dónde tú perteneces, es todo lo que quiero, pero todo lo que temo. Una vez que te conocí supe que tenía que salvarte, pero tú me salvaste a mí. Ahora me estoy alejando y dejándote ser libre. En ningún momento me olvidaré que hay un fuego dentro de mí que tú encendiste con tu toque. Hacerte daño no era el plan, pero debe suceder por mí.

miércoles, 1 de julio de 2015

Existence: Capítulo Once (Parte 1)

La mañana siguiente. Peter se había ido. Lo esperaba, pero aún corrí por las escaleras al primer piso en caso se hubiese quedado. Los días pasaron y Peter continuó ignorándome. Durante los días en la escuela, él continuó coqueteando con María. Me había vuelto invisible cuando estaba preocupado. En las noches, entraba a la sala de estar alrededor de la hora de dormir y se sentaba en el sofá sin verme. Nada tenía sentido. Sin importar cuántas veces intentaba lograr que me hable, permanecía en silencio. Una persona solo podía sufrir una cierta cantidad de humillación y yo había alcanzado mi cuota. Si él quería ignorarme entonces bien. Se lo dejaría.

—No voy a tomar un no como respuesta. Si personalmente tengo que ir a tu casa y vestirte y luego debo hacer que Gas te recoja y te cargué sobre sus hombros al concierto, lo haré. No dudes de mí. —Candela estaba de pie con su mano en su cadera y con una determinación establecida en su mentón.

Discutir con ella cuando estaba así no tenía sentido. Gastón rio.

—La llevaré en mis hombros si tengo que hacerlo pero tal vez deberíamos discutir esa parte con Pablo primero. No estoy realmente seguro que él vaya a querer que lance a su chica sobre mi hombro.

Candela ondeó una mano hacia él.

—¡Cómo sea! Él no le hará hacer nada que ella no quiera. Tú vas a tener que cargarla y yo voy a tener que atrapar a Pablo y sentarme encima de él mientras tú te escapas.

Reí y me sorprendió lo bien que se sintió.

—¿De qué se trata esto de sentarte encima de mí? —preguntó Pablo mientras venía hacia nosotros y deslizaba un brazo alrededor de mi cintura.