sábado, 30 de junio de 2012

Santificado: Diez

Paraíso perdido (parte dos)

Me despierto cuando alguien abre las cortinas, y esto es lo que veo: el padre de Peter, con su espalda hacia mí, mirando a través de la ventana.

- Levántate hijo – dice – las vacas no se van a alimentar solas

Luego se voltea y me ve. Su boca se abre de golpe, la mía ya está abierta y por unos segundos no respiro. Peter murmura algo, luego se voltea y quita la sábana que me cubre. Inmediatamente cojo la sábana de nuevo para taparne. Gracias a Dios sigo usando mis jeans, sino se hubiese visto muy feo. Igual se ve horrible.

- Eh – digo, pero mi mente está en blanco

Sacudo a Peter, fuerte, aún más fuerte cuando no responde.

- No pueden ser las seis y treinta tan rápido – gruñe
- Pues sí lo es – digo

De pronto, se levanta de un salto. Ahora los tres nos miramos. Después de unos segundos, el padre de Peter cierra su boca y sale de la habitación, cerrando la puerta de un golpe. Tomo mi blusa y me la pongo, antes de buscar mis zapatos con pánico.

- ¡Mierda! – susurra Peter
- ¿Quieres que me quede y explique? – pregunto
- No – dice – no, no hagas eso. Deberías…sólo…irte – abro la ventana
- Lo siento, no esperaba quedarme dormida
- Yo no lo siento – se pone de pie y se acerca, dándome un dulce beso - ¿está bien? – dice, sosteniendo mi rostro entre sus manos – no lo siento. Valió la pena
- Está bien
- Es hermoso el haberte conocido Mar – dice –reza por mí, ¿está bien? – sonríe – porque estoy casi seguro que mis padres me van a matar

Cuando llego a casa, todo empeora. La ventana de mi habitación está cerrada. Genial. Ingreso por la puerta de emergencia y la cierro suavemente. Mi madre trabaja hasta la noche, así que en estos días está durmiendo hasta tarde. Encuentro a Stefano tomando un jugo de naranja en la cocina.

- Uy – dice cuando me ve – estás en problemas
- ¿Qué debo hacer? – pregunto
- Deberías de tener una buena excusa. Y tal vez…deberías de llorar. ¿Eso hacen las chicas, verdad? Y probablemente te castiguen
- Gracias – digo – ayudas mucho
- Ah y Mar – dice cuando empiezo a subir las escaleras en puntas de pie – tu blusa está puesta al revés

Me sorprendo cuando llego hasta la habitación y logro lavarme la cara, peinar mi cabello y empezar a pensar que todo estará bien. Pero luego salgo del baño y veo a mi madre. Y se ve muy enojada.

- Así que.. – empieza, con sus brazos cruzados contra el pecho – la mamá de Peter llamó hace unos minutos. Me preguntó si sabía dónde estaba mi hija, porque la última vez que chequeó tú estabas en la cama de su hijo
- Lo siento mucho. Fui a ver a Peter y me quedé dormida
- Mar – se detiene, tomando un gran respiro – no voy a hacer esto. No puedo
- No pasó nada – digo

Tose y me da una mirada como diciendo “No soy tonta”.

- Bueno, algo casi pasa. Pero al final me quedé dormida. Eso es todo.
- Y eso te hace sentir mucho mejor – dice, sarcásticamente – algo casi pasa, pero no. Genial. Increíble. Estoy aliviada – sacude su cabeza – no quiero escuchar nada sobre anoche. Terminamos con esto, pequeña. Vas a tener que quedarte aquí, en tu propia cama, en tu propia casa, cada noche. ¿Me entiendes? Y – continúa cuando no respondo – tú y Peter no se van a ver más

- ¿Qué?
- No vas a quedarte a solas con él
- ¿Por cuánto tiempo? – digo, casi sin aliento
- No lo sé. Hasta saber qué hacer contigo. Creo que he sido muy generosa, considerando lo que has hecho
- ¿Qué he hecho? No estamos en el año 1990, mamá
- Créeme, lo sé – dice
- Ma, tengo que seguir viendo a Peter – suspira
- ¿En serio vas a obligarme a decir que esta es mi casa y son mis reglas?
- ¿En serio vas a hacer que me mude de casa para hacer lo que quiera con mi vida? Porque lo haré – suelto de pronto, es una tontería no tengo a dónde ir
- Si hace falta – dice suavemente

Y con eso, mis ojos se llenan de lágrimas. Sé que tiene razón en estar enojada, pero no me importa. Empiezo a gritar cosas que he deseado decir por meses. ¿Por qué quieres que sea así? ¿Por qué no te importa Peter? ¿No puedes ver lo bien que estamos juntos? Está bien, no te importa Peter, ¿pero, no te importa mi felicidad?

- Te amo Mar – dice, cuando suelto todo – y sí me importa Peter, tanto que no me vas a creer. Y sí me importa tu felicidad. Pero me preocupo primero por tu felicidad. Esa siempre ha sido mi prioridad
- Esto no se trata de mi seguridad – digo – esto se trata sobre tú controlando mi vida. ¿Cómo es que no estoy a salvo con Peter?
- Porque no eres la única cosa que está ahí afuera. Cuando me desperté y no estabas aquí… - cierra sus ojos – vas a quedarte en esta casa. Y vas a ver a Peter, bajo supervisión, cuando crea que sea conveniente
- Pero se está muriendo – murmuro
- ¿Qué?
- He estado teniendo un sueño, una visión, del cementerio. Es un funeral. Y Peter nunca está ahí, Ma
- Mi amor – dice mi madre – que él no esté ahí no significa que…
- Nada más tiene sentido – digo – si fuese alguien más, Peter estaría ahí. Él estaría ahí para mí, nada lo detendría. Así es él

Permito que me abrace, inhalando su perfume, intentando sentir su presencia, pero no puedo.

- No dejaré que suceda – susurro y me aparto – lo que necesito saber ahora es cómo detenerlo, sólo que no sé qué es lo que va a pasar. ¡Peter va a morir!
- Sí, lo hará. Es un mortal Mar. Él morirá. Más de doscientas personas en este planeta mueren cada minuto y algún día él será uno de ellos.
- Pero es Peter, ma
- Realmente lo amas
- Sí, realmente lo amo
- Y él te ama
- Sí. Sé que lo hace, lo he sentido
- Entonces nada los puede separar – dice, sosteniendo mi mano – ni siquiera la muerte. El amor los une – dice – Mar…tengo que decirte…
- El amor no los unió a mi padre y a ti, ¿verdad?

Suspira y odio haber dicho eso.

- Lo que quiero decir es que, a veces las personas se separan. Por bien. No quiero que eso me pase a mí con Peter – digo
- ¿Le has dicho?
- ¿Qué?
- Sobre tu sueño y lo que crees que significa. Porque últimamente, no sabes lo que significa, Mar. No es justo que le digas cuando no estás segura. Puede ser algo terrible para alguien saber que va a morir
- Pensé que dijiste que todos iban a morir
- Sí, tarde o temprano
- No – admito – no se lo he dicho
- Bien, no lo hagas. Ten un buen día en el colegio

viernes, 29 de junio de 2012

Santificado: Nueve

Paraíso perdido (parte uno)

Apenas regreso del fin de semana de campamento, voy a visitar a Peter. No lo veo mucho durante el día en el colegio, así que ese mismo día, en la noche, me acerco a su habitación. Con la nieve en mi cabeza, lo veo por la ventana, primero mientras trabaja en su tarea, luego alistándose para ir a la cama (y no, no me volteo cuando se cambia, no soy una pervertida), y luego, se queda dormido. Al menos, en este instante, está a salvo.

De nuevo considero decirle la verdad sobre mi sueño – odio ocultarle algo así. Estoy tan enojada con mi madre, por todos los secretos que me esconde, ¿y, acaso yo soy diferente? Sigo guardando este secreto para no alarmarlo con algo que quizás esté equivocado. Lo estoy protegiendo y eso aún apesta.

Alrededor de las doce, su ventana de pronto se abre. Me sorprendo tanto – me había quedado dormida – que casi me caigo del techo, pero un brazo fuerte me sostiene y evita que me caiga.

- Hola – susurra Peter
- Eh, hola
- Linda noche para estar espiando
- No. Estaba –
- Entra Zanahoria

Obedezco mientras él se coloca un polo y se sienta de piernas cruzadas en la cama, mirándome.

- ¿Hace cuánto estás afuera?
- ¿Cuánto tiempo sabes que he estado ahí?
- Acerca de una hora – dice – estás loca – agrega, sacudiendo la cabeza – ¿lo sabías?
- Estoy empezando a darme cuenta de ello
- ¿Entonces, por qué estás aquí?

Golpea suavemente en la cama, a su lado, y me siento. Coloca una mano alrededor de mi cuerpo.

- Quería verte – digo, mientras me encorvo a su lado – fue un largo fin de semana y no te vi mucho en el colegio
- Tienes razón. ¿Cómo estuvo el campamento? Creo que nunca he ido a acampar con nieve – ironiza – suena divertido
- Realmente no fue en la nieve

Le cuento sobre la congregación, no todo, no sobre el infierno o los Alas Negras o el profesor de historia, pero casi todo. La congregación es algo confidencial y no debo decir nada, al menos eso es lo que me dijo mi madre. Pero, le cuento a Peter el por qué, porque no puedo contarle todo. Le cuento porque lo amo, porque no puedo esconderle aquello. Porque soy honesta acerca de lo que me hace sentí bien. Él toma bastante bien las noticias de la congregación.

- Suena a campamento religioso – dice
- Más como una reunión familiar – digo

Se inclina y me besa, suavemente. El beso solo atrapa el costado de mi boca, pero me deja sin aliento.

- Te extrañé – dice
- Yo también te extrañé

Enredo mis brazos alrededor de su cuello y lo beso, y todo se esfuma por el momento, sus labios entre los míos, buscándome, sus manos en mi pelo, volviéndome loca, nuestros cuerpos juntos en la cama, deseando estar más cerca, sus dedos en los botones de mi blusa. No puedo dejarlo morir.

- Eres tan cálida – murmura

Me siento caliente. Siento que voy a estallar en llamas y empiezo a sentirme pesada, el tiempo empieza a ponerse lento, veo segundo tras segundo. El rostro de Peter suspendido debajo del mío, un pequeño lunar debajo de su oreja que no había notado antes, el hoyuelo que se forma en sus mejillas cuando sonríe, la forma en que su corazón empieza a acelerarse, su respiración. Y, puedo sentir lo que él siente también: amor, la forma en que siente mi piel debajo de sus manos, mi aroma llenando su cabeza…

- Mar – dice, respirando fuerte al tiempo que se aparta
- Está bien – digo de pronto

Atraigo su cabeza junto a la mía de nuevo, presionando mi mejilla contra la suya, nuestros labios casi ni se tocan, nuestras respiraciones se sienten en el rostro del otro.

- Sé que tiene tus ideas acerca de esto, y creo que es dulce, pero….¿qué pasa si esto es toda la felicidad que podemos tener? ¿Qué pasa si esta es nuestra oportunidad, antes de que todo cambie? ¿No deberíamos simplemente vivir?

Esta vez, cuando nos besamos, es diferente. Hay una urgencia que no había antes. Él se detiene para quitarse el polo, revelando aquella piel bronceada, su cuerpo formado. Es hermoso, tan hermoso que me duele verlo, y cierro mis ojos y alzo mis brazos para permitir que me quite mi blusa. El aire helado choca contra mi piel y tiemblo. Me estremezco y Peter recorre sus dedos gentilmente por mi hombro, por mi brasier, a través de la línea de mi cuello y la clavícula, terminando debajo de mi barbilla donde levanta mi cabeza para besarme de nuevo.

Esto realmente va a suceder. Peter y yo. Ahora mismo.

Mi corazón está latiendo tan rápido que parece que tuviese miedo, pero no es nada de aquello. Lo amo. Lo amo, lo amo. De pronto, él se detiene.

- ¿Qué? – susurro
- Estás brillando – dice y se sienta abruptamente

Lo estoy, no es la gloria completa, pero al tiempo que alargo mis dedos noto que mi piel está brillando.

- No, tu cabello – dice

Mi cabello, inmediatamente sostengo un poco en mis manos. Está reluciente, demasiado brillante. Soy una lámpara humana y Peter no me mira.

- No es nada, es algo celestial. Por eso mi madre me hizo teñirme el pelo el año pasado – empiezo a balbucear
- ¿Puedes….apagarlo? – dice – lo siento, pero cuando lo miro, me siento…mareado, como si me fuera a desmayar o algo – toma un gran respiro y cierra sus ojos

Genial saber que tengo esa clase de efecto en un hombre.

- Puedo intentarlo – digo y resulta que no es muy difícil hacerlo – lo siento – repito

Me mira, traga fuerte e intenta regresar a su compostura.

- No lo sientas, es parte de lo que eres. No deberías pedir disculpas por ser lo que eres. Es bonito, de verdad. Inspirador.
- Pero te da ganas de vomitar
- Solo un poco

Me inclino y beso su adorable hombro desnudo.

- Así que…la luz se ha ido. ¿Dónde estábamos? – sacude su cabeza y tose, incómodo – está bien….supongo que debería…
- No te vayas – sostiene mi mano antes de que me pare – quédate

Dejo que me jale de nuevo hacia la cama. Se recuesta detrás de mí, me estrecha contra su cuerpo, recuesta su mano en mi cadera y respira tranquilo contra mi cuello. Intento relajarme, intento escuchar el sonido del reloj de su mesa de luz. ¿Qué pasa si nunca encuentro la manera de controlar la luz? ¿Qué pasa si cada que estoy feliz, hablando en esos términos, me enciendo? Él va a morir sin haberle hecho el amor a una mujer.

- No importa – susurra Peter

Toma mi mano y la sacude, entrelazando sus dedos. Dios, ¿dije mis pensamientos en voz alta?

- ¿Qué no importa? - pregunto
- Si podemos o no…ya sabes – es increíble que no sepa leer mentes pero sepa exactamente lo que estoy pensando – igual te amo
- Yo también te amo

Me volteo y entierro mi rostro en su cuello, enredado mis brazos a su alrededor y es ahí donde me quedo hasta quedarme dormida. 

lunes, 25 de junio de 2012

Santificado: Ocho

Nuevo verano

Me levanto por la noche porque no puedo dormir, pensar en mi visión, en toda esta congregación, en que mi madre me está escondiendo muchas cosas, me llena la cabeza y me angustia. Camino hacia el lago y me sorprendo al ver a Thiago quién lanza piedras hacia el agua, observando cómo éstas rebotan. Cada vez que lo veo me doy cuenta que realmente no lo conozco, a pesar de todas las conversaciones que hemos tenido, el tiempo que hemos pasado en el club, la forma en que me memoricé cada detalle de él el año pasado como una obsesionada, él sigue siendo un misterio para mí.

- Hola – digo incómoda cuando me ve – lo siento, no sabía que podría haber alguien despierto
- ¿No puedes dormir? – pregunta
- Ángela está roncando – digo, en lugar de explicarme

Me siento a su lado e intento lanzar las piedras también.

- Hay algo raro sobre este clima – digo
- ¿Tú crees?
- No, quiero decir, hay algo que falta. Se siente verano pero…

Recuerdo todas las noches en que nos quedábamos hasta tarde con Peter, mirando las estrellas, nombrando las constelaciones. El pensar en Peter me forma un nudo en la garganta. Debo de detener esa visión.

- Grillos – digo – en el verano siempre hay grillos, pero aquí está en silencio
- Cuéntame acerca de tu visión Mar – dice Thiago al cabo de un rato – si no te molesta, me gustaría saber, oficialmente. Porque se nota que piensas en ello todo el tiempo
- Ya te conté la mayoría. Es en el cementerio, en primavera. Estoy caminando por la colina con esas personas, aparentemente yendo hacia una tumba. Y tú estás ahí
- ¿Y, qué hago?
- Tú eh…intentas consolarme. En mi cabeza me dices: Puedes hacerlo. Y sostienes mi mano
- Crees que es Peter quién va a morir

Asiento, sin poder mirarlo a los ojos.

- No puedo permitir eso - digo
- Supongo que no estoy sorprendido que quieras luchar contra tu visión
- Ey, tú me preguntaste y te conté. Si no te gusta, lo siento

Me enoja su comentario así que me levanto de golpe y me empiezo a alejar hacia mi carpa. Pero, él alcanza mi mano.

- No te enojes, Mar. Quiero ayudar – dice
- ¿Qué te parece si te metes en tus asuntos? – ríe y suelta mi mano
- Está bien, muy tarde para decirte que no te enojes. Pero lo digo en serio. Dime por qué crees que es el funeral de Peter
- ¿No me crees? Eso no ayuda
- No dije eso. Es sólo….bueno, pensé que mi visión me estaba mostrando una cosa, y luego resultó ser otra cosa
- Claro, porque yo la arruiné – digo
- No lo hiciste, creo que la cambiaste. Lo que quiero decir es que no la entendía, no podía
- ¿Y ahora la entiendes?
- No quise decir eso. Quiero asegurarme que sepas que yo sé que no arruinaste nada Mar. No es tu culpa
- ¿Por qué crees eso?
- Porque seguiste a tu corazón. Y no hay nada de qué avergonzarse
- En serio lo dices – estoy sorprendida, realmente siempre pensé que me culpaba
- Sí – dice, sonriendo – en serio lo digo

Concurso de Cortos

¡Voten en el concurso de cortos!

domingo, 24 de junio de 2012

Santificado: Siete

Vamos de excursión

A la mañana siguiente, hay una montaña de nieve en la entrada de la casa. Mi madre está en la cocina, friendo un par de huevos.

- Toma asiento – me dice sonriendo – es un día hermoso
- Se ha vuelto loca – dice Stefano, ingresando a la cocina – dice que nos vamos de campamento
- ¿Mamá? – pregunto, quizás mi hermano está bromeando - ¿te has dado cuenta que está nevando?
- ¿Qué tiene de malo un poco de nieve?
- Te dije – dice Stefano – está loca

Así que para las diez de la mañana estamos todos bañados y listos para irnos, junto a nuestras mochilas que traen toda la ropa adecuada para todo un fin de semana de campamento. Después de un buen tiempo quitando la nieve, finalmente nos subimos al auto e inesperadamente, recogemos a Ángela de su casa. Sí, mi madre la está invitando al paseo; realmente está muy emocionada con todo esto.

Así que después de un par de horas de viaje y de caminata, llegamos a un bosque inmenso. Hace mucho frío, está oscuro, y estoy temblando como nunca. Intentamos caminar un poco más en la nieve, insertándonos en el bosque, hasta que mi madre nos detiene y sonríe, cerrando los ojos y aspirando el aroma. Stefano es el primero en acercarse al barranco y se queda estático, sorprendido por lo que está viendo. Ángela y yo, lo seguimos y se nos cae la mochila de los hombros por la impresión. Debajo del barranco, al lado de las montañas hay un lago inmenso que brilla. Debajo de nuestros pies, la nieve se ha convertido en césped, tan verde que hace doler los ojos. No está nevando aquí y el sol está brillando. Es ahí, alrededor del lago, donde hay algo de doscientas personas acampando, algunos construyendo fogatas, otros pescando en el lago, y otros simplemente sentados o recostados en el césped.

- Esto – dice mi madre – es lo que llamamos una congregación. Un encuentro entre ángeles de sangre

Una chica que está enseñando sus alas, nos ve y nos saluda. Mi madre le devuelve el saludo.

- Ella es Emilia – dice mi madre – vamos

Se quita todos sus complementos, quedando sólo con un jean y una blusa suelta, incluso se quita los zapatos. Todos dejamos nuestras cosas entre el césped y la nieve y nos movemos hacia el centro. Muchas personas dejan de hacer lo que están haciendo para mirarnos. Emilia se lanza a los brazos de mi madre, como si fuesen amigas de siempre y cuando Emilia se acerca a nosotros, me abraza también, un abrazo de oso.

- ¡Mar! – exclama – no puedo creerlo. No te he visto desde que eras del tamaño de una hormiga
- Eh, hola – digo – no recuerdo..
- Claro que no – dice, riendo – eras pequeñita – y este es Stefano. Todo un hombre

Stefano no dice nada, pero estoy segura que está orgulloso de lo que le han dicho.

- Conozcan a Emilia – anuncia mi madre
- Emi – corrige
- Y ella es Ángela – dice mi madre

Emi asiente, mirando a mi amiga tan intensamente que ella se sonroja.

- ¡Bienvenida! ¿Tienen hambre?

La comida es la última cosa en nuestras mentes, sin embargo, Emi nos guía hacia una fogata, donde parece que están haciendo una barbacoa. Mi madre se va con Emi y nosotros nos acercamos hacia la comida, donde hay un señor encargándose de preparar todo. Mi cabeza va a explotar cuando me doy cuenta que ese señor es mi profesor de Inglés.

- ¿Sorprendida? – pregunta, cuando mira mi expresión y la de Ángela – decidimos que lo mejor era que no lo supieran
- ¿Quién decidió? – pregunto
- Tu madre, más que todo – dice – pero fue algo que acordamos
- ¿Sabías acerca de nosotros todo este tiempo? – pregunta mi amiga
- Claro que sí. Por eso estoy aquí. Ustedes necesitan que alguien las cuide

Nos sirve las hamburguesas que pedimos y nos sentamos a comer. Ángela empieza a emocionarse conforme pasan los segundos, para ella esto es maravilloso. Y, mientras comemos vamos observando a nuestro alrededor y nos damos cuenta que hay un montón de personas conocidas de la ciudad, de las tiendas y restaurantes, es increíble. Incluso llego a ver al tío de Thiago y no me sorprendo cuando siento que él también está presente.

- Ahí está – dice mi amiga, apuntando a Thiago - ¡Thiago! – grita - ¡Thiago Bedoya Agüero! – repite cuando él no responde

El aludido se voltea ante el sonido de su nombre y nos ve. Luego, está trotando hacia nosotros, con su jean y su camisa, descalzo.

- Hola Mar, Ángela, Stefano
- Hola. El Club del Ángel acaba de llegar. ¿No es una locura? – dice mi amiga
- Claro. Loco. Supongo – se encoge de hombros
- No me digas, esto no es nuevo para ti. ¿Siempre supiste de esto, verdad? – pregunta Ángela

De pronto Ángela se pone de pie y se aleja hacia mi madre y Emi.

- ¿Qué hice? – pregunta Thiago, alzando una ceja
- Estás en problemas – digo, sonriendo

Más tarde, después de observar la puesta de sol impresionante, Thiago me ayuda a armar la carpa donde Ángela y yo dormiremos. Mi amiga ha desaparecido, no tengo idea de dónde está, así que ambos nos encargamos de ordenar sus cosas.

- Así que.. – empiezo a preguntar cuando él está terminando de armar la carpa - ¿cuánto tiempo que conoces este lugar?
- Mi tío me trajo aquí en Mayo. Estuve bastante sorprendido por todo esto, créeme
- Así que realmente estabas acampando con tu tío – digo, dándome cuenta de todo – y yo pensé que… - me detengo
- ¿Qué pensaste? – pregunta, dejando de martillar
- Nada. Pensé que era una excusa para. Porque…
- Luna – termina por mí – pensaste que había dejado el colegio para no ver a Luna
- Supongo
- No – dice, volviendo a martillar – pero fue por ella, de alguna manera. Cuando terminé con ella, mi tío vio una señal de que me estaba poniendo serio con mi designio. Así que me trajo aquí, y pasamos el fin de semana volando, entrenando, meditando y todo eso. Y, de ahí, la congregación apareció
- ¿Viste a mi madre? – pregunto
- No. Escuché a algunos mencionar su nombre – responde – pero no sabía quién era. Debes pensar que soy un idiota
- ¿Idiota?
- Porque todas las señales estaban ahí, apuntando hacia ti, la chica de mi visión, tú siendo un ángel de sangre, y nunca me di cuenta. Si me hubiese dado cuenta antes, tal vez… - se detiene
- ¿Qué señales? – digo, tragando fuerte
- Siempre sentí que había algo diferente en ti, incluso la primera vez que te vi
- Bueno, yo no me di cuenta de las cosas, tampoco. Así que si tú eres un idiota, supongo que somos dos

Luego, continuamos con el trabajo y se forma un silencio incómodo.

- ¿Qué señales? – repito
- No muchas. La forma en que bailabas en la fiesta de promoción. La forma en que hablabas sobre tu futuro esa noche en tu casa, cuando fui a disculparme. Una vez que supe que eras tú – dice sonriendo – sentí que tenía que hacer algo más que salvarte

Intento reaccionar casualmente, pero mi corazón empieza a latir rápidamente. Porque en el fondo, yo también lo sabía, y puede que sea la cosa que confunde todo esto. ¿Qué es lo que ves en un chico como Thiago? Me había preguntado Peter, y le dije que no sabía, no podía explicárselo. Hasta ahora no lo puedo explicar.

Peter, ni siquiera le dije que estaba viniendo aquí.

- Está bien – digo – gracias Thiago, por ayudarme a armar la carpa – empiezo a recoger los materiales – estoy segura que Ángela te agradecerá también, pero creo que te va a odiar por un tiempo. No hay secretos en el club, ¿recuerdas?
- Nunca acepté eso – protesta – además, no es como si Ángela fuera abierta con sus cosas

Antes que me pregunte qué es lo que él sabe, alguien lo llama. Ambos nos damos la vuelta.

- Deberíamos de ir ahí – dice Thiago – la fogata ha empezado

Se pone de pie de un salto y estira su mano hacia mí.

- Vamos – dice – te gustará

Dudo por un instante antes de poner mi mano encima de la suya, luego ambos caminamos hacia la fogata, donde todos están alrededor de la misma.

- Está bien, vamos hacia el fuego – bromeo

Thiago trota junto a mí, sonriendo ampliamente. No te atrevas a admirar su sonrisa, me digo a mí misma. Pero no puedo negarlo, su mano junto a la mía se siente tan familiar. 

miércoles, 20 de junio de 2012

Nuevo Corto

Santificado: Seis

Tarde o Temprano

- Cinco minutos más

Clase de Gobierno. Estoy observando a Peter tomar un examen acerca de la Constitución de Estados Unidos. Yo ya lo terminé hace quince minutos, así que lo observo mientras se inclina sobre su papel, frunciendo el ceño, moviendo ansiosamente su lapicero. Las cosas no están yendo bien. En otro momento lo hubiese encontrado adorable, todo frustrado y concentrado. Pero en todo lo que puedo pensar es: ¿a quién le importa un estúpido examen de Gobierno? Vas a morir. Y, de alguna manera, es mi culpa.

La conclusión a la que he llegado es que Peter debió morir en el incendio. Si no hubiese abandonado mi propósito, si no hubiese volado para salvarlo, él hubiese muerto en el bosque. Ese era su destino. Se supone que yo debía de escoger a Thiago. El sueño que estoy teniendo parece ser igual: yo con Thiago, caminando en el bosque. Peter muerto. Solo que esta vez, no voy a tener que tomar ninguna decisión: esta vez agonizaré hasta que todo haya acabado. Y hay otra cosa también. Siempre escogeré a Peter, no me importa si arruina mi propósito. No voy a permitir que muera.

Así que me he vuelto su guardián. Lo he recogido de clase cada día de la semana y he conducido lentamente, tanto que él ha estado diciéndome que parezco una abuela. Él ha notado, por supuesto, que algo va mal. Ahora, mientras lo veo en clase, pienso en decírselo. Le podría decir la verdad así no habría secretos entre nosotros, sería la cosa más honesta. Pero, también sería algo terrible, algo egoísta. Porque, ¿qué pasa si estoy equivocada? Después de todo, pensé que mi última visión me estaba diciendo que tenía que salvar a Thiago y me equivoqué.

Mis ojos se posan dos filas más allá, hacia Thiago. Él también ya ha terminado con su examen. Alza la mirada como si pudiese sentir mi mirada sobre él. Me lanza una sonrisa falsa que dura unos pocos segundos. Luego observa a Peter, que sigue frunciendo el ceño.

¿Estás bien? – susurra en mi mente
- Bueno, lapiceros abajo – dice la profesora – traigan sus exámenes al frente, luego son libres de irse
Peter bufa y luego suspira antes de entregar el examen. Cuando se voltea le doy la sonrisa más simpática.
- ¿No te fue bien?
- No estudié – dice al tiempo que recogemos nuestras cosas – es mi culpa. Mañana tengo un examen de español que no creo que lo haga bien
- Puedo ayudarte – me ofrezco – Yo hablo español muy bien
- Tramposa – dice, pero sonríe
- ¿Después del colegio? ¿Soy tu tutora?
- Tengo trabajo esta tarde
- Puedo ir después

Sé que estoy siendo insistente, pero quiero pasar la mayor cantidad de tiempo junto a él. Quiero ayudarlo, incluso si es sólo con Español.

- Puedes venir a la hora de la cena, y de ahí podemos estudiar. Pero seguramente nos quedaremos hasta tarde. En serio soy muy malo en español – dice
- Bueno, soy algo así como un búho así que no habrá problema – sonríe
- Claro. ¿Esta noche, entonces?
- Estaré ahí
Hasta la vista, baby – me dice

Sacudo la cabeza y sonrío ante lo tan adorablemente tonto que puede ser. Su español solo viene del actor Arnold Schwarzenegger.

Esa noche me encuentro en la cocina del rancho de los Lanzani. Cande pone la mesa mientras su mamá termina de cortar las papas. Peter y su padre llegan de pronto y besan a la señora Lanzani en la mejilla, luego se lavan las manos cuidadosamente como si fuesen doctores. Peter se sienta en la silla a mi lado, luego sacude mi rodilla por debajo de la mesa.

- Bueno Mar – dice la mamá de Peter – debo decir que me da gusto verte de nuevo
- Sí, señora. Gracias por dejarme estar aquí
- Ay, mi amor. Dime Claudia. Creo que ya pasamos las formalidades

Comemos rápido por un instante. No puedo dejar de pensar en lo devastada que estará toda esta familia cuando pierdan a Peter.

Más tarde, Peter y yo nos vamos a la terraza. Nos sentamos en una de las mecedoras y nos balanceamos. Después de un rato, empieza a nevar, pero no volvemos a ingresar a la casa, más bien nos quedamos ahí, sintiendo los copos de nieve sobre nuestras cabezas.

- El cielo se está cayendo – susurro
- Sí – dice – así se ve

Se voltea apenas y me mira a los ojos. Mi corazón empieza a latir desesperado.

- ¿Estás bien? – pregunta – has estado tensa toda la semana. ¿Qué está pasando?

Lo miro fijamente y pienso en perderlo y mis ojos de pronto se llenan de lágrimas. Y las lágrimas – cualquier lágrima de cualquier chica, pero especialmente las mías – realmente conmueven a Peter.

- Ey – susurra

Inmediatamente me arropa en sus brazos y yo sollozo contra su hombro por un par de minutos, luego me recompongo, alzo la mirada e intento sonreír.

- Estoy bien – digo – solo estoy estresada
- Cosa de ángeles – dice, frunciendo el ceño

Desearía poder decirle. Pero no puedo, no sin saber a ciencia cierta.

- Cosas de la universidad – digo, sacudiendo mi cabeza – estoy aplicando a Stanford

Eso es cierto. La expresión de Peter se aclara, como si de pronto entendiera todo perfectamente. Estoy triste porque me voy a ir a la universidad y él se va a quedar aquí.

- Estaré bien – dice – haremos que funcione, no importa dónde estés. ¿Está bien?
- Está bien – me abraza de nuevo
- Todo estará bien, Zanahoria. Ya verás
- ¿Cómo es que sabes tanto? – digo, casi bromeando

Se encoge de hombros. Luego, frunce el ceño e inclina su cabeza hacia un lado.

- ¿Qué sucede? – pregunto

Alza una mano para callarme. Escucha por un minuto, luego suelta el aire.

- Pensé que escuché algo, eso es todo.
- ¿Qué? – pregunto
- Un caballo. Pensé que había escuchado a un caballo
- Ay, Pitt – digo, abrazándolo fuerte – lo siento

Pero luego yo también escucho algo. Escucho por unos instantes, un sonido rítmico constante, algo que golpea contra la tierra. Luego la respiración de un animal grande, corriendo, respirando fuerte. Mis ojos se encuentran con los de Peter.

- Yo también lo escucho – le digo

Saltamos fuera de la mecedora y salimos a la entrada de la casa. Volteo apenas y escucho, el sonido se acerca.

- En esa dirección – apunto hacia las montañas

Peter empieza a correr, saltando una valla. Ahí es cuando aparece Midas, corriendo fuerte, sudando. Peter lo ve y empieza a saltar. Me quedo ahí de pie, observando el encuentro. Peter lanza sus manos alrededor de Midas, entierra su rostro en su cuello. Se quedan así un buen tiempo, luego Peter se aparta y empieza a mover sus manos por todo el cuerpo de Midas, buscando alguna herida.

- Está quemado, bastante delgado, pero nada malo – grita – nada con lo que no podamos lidiar – suspira – sabía que lo lograrías – le dice al caballo – sabía que ese incendio no podría contigo

Sus padres y Cande salen, ven a Midas y corren hacia él, como si fuese un milagro. Cande toma mi mano al tiempo que lo regresamos al rancho, de vuelta a dónde pertenece. 

lunes, 18 de junio de 2012

Santificado: Cinco

Encuéntrame un sueño

Hay algo mágico en la forma en que mis dedos encajan en el cuello de Peter. Me recuesto ahí, respiro su aroma, y por un minuto, todas mis preocupaciones se evaporan. Solamente somos él y yo, y el agua del lago flotando a nuestro alrededor mientras estamos en el bote “pescando”. No sé cómo es el cielo pero si tengo la oportunidad de escogerlo, sería este.

- Necesitaba esto – digo y siento que él sonríe en mi pelo
- Yo también. Tu cabello huele como el viento, ¿lo sabías?

Sip, Peter y yo oliéndonos uno al otro. Alzo mi cabeza para besarlo. Empieza como algo suave, lento, pero después empieza a acelerarse. Nos apartamos por un segundo para respirar y me volteo para estar encima de él, nuestras piernas cruzadas. Se eleva apenas para tomar mi cabeza entre sus manos y me besa de nuevo; luego coloca su mano en mis caderas y me estrecha contra él. Inserto mis dedos debajo de su polera, sintiendo el calor de su pecho, donde está el latido de su corazón. Lo amo, creo. En ese instante, si lo intentara, sería capaz de obtener la gloria.

- Está bien – jadea, apartándose
- ¿Aún crees que serás castigado si nosotros….ya sabes? – digo, arqueando una ceja
- Cuando era un niño – dice, con una sonrisa – mi madre solía decirme que si tenía sexo antes del matrimonio, mi…..se volvería negro y se caería – río a carcajadas
- ¿En serio?
- Sí y le creía
- ¿Así que no vas a tener sexo antes del matrimonio? ¿Y qué pasa si no te casas hasta tener treinta años? – suspira
- No lo sé. Sólo sé que te amo. No quiero malograr nada.
- Así que estaremos bien - digo
- Sí
- Porque tienes miedo
- ¡Ey!
- Está bien – digo, suspirando – aunque no es muy divertido

Se posiciona encima de mí, recostándome contra una sábana que yace en el bote.

- ¿No crees que esto es divertido? – me reta y me besa hasta que me mareo

Mucho, mucho más tarde, realmente sí pescamos. Sigo siendo malísima, pero me gusta serlo.

- ¿Quieres besarte conmigo ahora? – pregunta Peter, alzando sus manos llenas de pescado
- Eh….suena tentador, pero no. Creo que deberíamos portarnos bien, ¿no crees?
- Eso es gracioso – dice sarcástico – ¿quieres mi polera? – pregunta cuando el clima se vuelve frío de pronto
- Estoy bien. Estoy trabajando en volverme inmune al frío – ríe
- Buena suerte con ello. Probablemente no tengamos más días como estos, suficientemente cálidos para pescar aquí afuera

Hay un silencio en el que Peter se dedica a pescar y devolver los pescados al lago, dándoles ánimos para que sigan con su vida, cosa que me produce ternura.

- Y..todo el trabajo que has estado haciendo últimamente – empiezo
- No me hagas acordar
- ¿Es para comprar un nuevo caballo?
- Y una nueva camioneta, eventualmente
- ¿No estás ahorrando para la universidad? – pregunto

Mala pregunta. Sus ojos se enfocan en su caña de pescar.

- No. Después de graduarme me quedaré en el rancho. Papá se lesionó su rodilla y no tenemos dinero para contratar más gente que trabaje, así que pensé que yo podía estar ahí
- Ah – es todo lo que puedo decir - ¿Tuviste que visitar a la directora para hablar de tu futuro profesional?
- Sí. Me consiguió una cita con la Universidad de Arizona del Norte para la próxima semana. Probablemente vaya después de uno o dos años
- ¿Qué estudiarías en la universidad, si es que vas?
- Agricultura probablemente. Tal vez Ciencias Forestales – dice, pasándome una mano por el pelo
- ¿Ciencias Forestales?
- Para ser un Guardabosque

Me lo imagino en su uniforme verde, usando esos sombreros grandes. Lo que es completamente sexy.

- Ey, se está haciendo tarde. ¿Lista para regresar? – pregunta
- Sí
- No quiero irme – dice, cuando estamos casi en la orilla del lago
- ¿No quieres irte? – pregunto, sorprendida

Señala alrededor con la cabeza, hacia las montañas detrás de nosotros.

- Esto es para mí. Esto es lo que quiero

Me doy cuenta que no está hablando de hoy día, del lago, de este momento. Está hablando de su futuro.

- Puede que vaya a la universidad, pero terminaré aquí – dice – viviré y moriré aquí

Me mira esperando a que lo rete. Pero, no lo hago, más bien me siento a su lado y enredo mis brazos en su cuello.

- Lo entiendo – susurro y él se relaja
- ¿Y tú? ¿Qué quieres hacer?
- No quiero irme, tampoco. Quiero quedarme aquí. Contigo

En la noche, estoy llena de preocupaciones. Ángela me llamó para contarme que ya sabe en dónde sucede su visión, es en la Universidad de Stanford y quiere que vaya con ella. Hablé con mi madre y ella opina que sería una genial idea, y ya que los ángeles vivimos varios años, tenemos mucho por hacer, por escoger, podemos estudiar las carreras que queramos, como ella lo hizo. El problema es que, si voy a Stanford, me separaría de Peter.

Recién a las cuatro de la mañana, completamente exhausta de mis pensamientos, empiezo a coger sueño. Pero, de nuevo estoy en el cementerio, que no es para nada relajante. Por unos cuantos segundos peleo, intentando salirme del mismo. Viendo que es imposible, intento calmarme, respirar e intentar encontrar alguna pista o algo que me ayude a descifrar qué hago ahí. Miro alrededor, buscando quién falta.

Veo a Stefano como siempre. Quiero preguntarle qué hacemos aquí, pero no puedo hablar. Todo lo que puedo hacer es observar. Ahora que se que es un cementerio, que es un funeral, se ve bastante obvio. Todos están usando trajes negros, observo lápidas alrededor de los árboles. Es primavera.

También veo a Ángela, con un vestido violeta. También mi profesor de Historia, y varias personas del colegio. Cande, caminando al lado de sus padres, presionando una flor blanca contra su pecho. Su rostro está pálido, sus ojos rojos y brillantes. Está llorando.

¿Quién falta?

Unos dedos cálidos se entrelazan con los míos. Alzo la cabeza y veo a Thiago. No debería permitir que sostenga mi mano, pienso. Yo pertenezco a Peter.

Puedes hacer esto, Thiago dice en mi cabeza. No hay duda, no hay vacilación. No está preocupado de que Peter aparezca y tenga problemas con él por sostener mi mano.

Siento un nudo en el estómago y en la garganta.

Peter. Peter va a morir. 

domingo, 17 de junio de 2012

Santificado: Cuatro

Enloqueciendo

Esta vez en el sueño, hay escaleras; unas diez o doce que se elevan entre dos árboles. ¿Por qué habría dos escaleras en medio del bosque? ¿Y, a dónde llevarán? Me subo a las mismas, y mientras escalo, noto que estoy usando unos lindos zapatos, los que mi madre siempre me presta para ocasiones formales. Veo a Stefano delante de mí, en los árboles; otras personas también esperan ahí, en la cima, gente que reconozco: Ángela, mi profesor de Historia, Cande.

Todos me miran, y no sé por qué. Miro hacia atrás y me tropiezo con un escalón. Pierdo el balance en las escaleras, casi cayéndome, pero ahí está Thiago de nuevo, su mano en mi cintura, estabilizándome. Por un instante, nos miramos fijamente, su cuerpo irradia una especie de calor que me hace tener ganas de acercarme a él.

- Gracias – susurro

Abro mis ojos y me doy cuenta que estoy sentada en mi cama, Ángela está en frente de mí.

 -Te estás volviendo loca – dice
- Estoy bien – digo
- No lo estás. Deberías verte
- Bueno, apesta. Solo desearía saber si es un sueño u otra visión, o qué
- Tu madre dijo que algunos ángeles de sangre tienen sus visiones mientras duermen, ¿verdad?
- Sí, dijo eso, antes de tener mi visión. Pero siempre he tenido mis visiones mientras he estado despierta
- Yo también – dice mi amiga
- Así que me pregunto, ¿es un mensaje divino, o es mi subconsciente? ¿Y, qué me quiere decir?
- Ves, te estás volviendo loca. Está todo mal, Mar. Ni siquiera miras a Thiago durante el club, es como si los dos se estuvieran evitando
- Lo sé – digo – estoy trabajando en ello
- Me gusta Peter, Mar. En serio. Pero creo que deberías considerar la posibilidad de que tal vez no deberías de estar con él, que deberías de estar con Thiago, que es tu destino
- Claro que lo he considerado

Y, por más que le dije a Ángela que no le diga nada a Thiago, una idea suya que surgió de pronto, ella no pudo aguantarse.

- Bueno….Mar está teniendo un nuevo sueño – dice en el club, y yo la miro enojada – tal vez es una visión, tenemos que averiguar qué es

Thiago me mira, inmediatamente interesado

- ¿Qué visión? – pregunta
- Puede que sólo sea un sueño – responde Ángela por mí – pero ya lo has tenido como diez veces, ¿no Mar?
- Siete. Estoy subiendo una colina – explico – a través de un bosque, pero no como la colina de mí…de nuestra visión. Es un día soleado, sin fuego, Stefano está ahí, y está usando un traje por alguna razón. Ángela también está. Y otras personas también… - dudo – y tú estás ahí

No puedo decirle la forma en qué él toma mi mano, cómo me susurra directo en mi mente sin decir nada en voz alta.

- Probablemente sea un sueño – continúo – como mi subconsciente tratando de decir algo, como mis miedos, tal vez,  o esos sueños donde te apareces en el colegio desnudo
- ¿Cómo luce el bosque? – pregunta él
- Esa es la parte extraña. Es como un bosque normal, pero hay esas escaleras en medio de los árboles. Y una reja
- Y, tú, ¿has tenido algún sueño extraño?  - pregunta Ángela - ¿alguna clave para agregar a esta locura?

Thiago finalmente aparta su mirada hacia mi amiga.

- Ningún sueño
- Bueno, personalmente creo que es más que un sueño – dice ella – porque no ha terminado
- ¿Qué?
- Tú propósito

Cuánta razón tiene. Esto no ha terminado.

Esa noche, cuando ingreso a mi habitación, hay alguien afuera de mi ventana. Por un segundo pienso en Samjeeza, viniendo por mí y mi madre después de lo que le hicimos. Hace unos días había vuelto a sentir la tristeza de nuevo y tuve que llamar a mi madre para poder calmarme. Pero, ¿por qué estaría esperándome justo ahí? Camino, acercándome a mi ventana y me doy cuenta que no es él. Es Thiago. Puedo sentir su presencia tan plena como el día. Ha venido a decirme algo, algo importante.

Suspiro, me pongo una polera y abro la ventana.

- Hola – lo llamo

Lo veo sentado en el techo, así que subo y me siento a su lado. Está haciendo un frío fuerte, así que inmediatamente envuelvo mis brazos alrededor de mí misma e intento no temblar.

- ¿Frío? – pregunta y yo asiento
- ¿Tú no? – se encoge de hombros
- Un poco
- Ángela dice que los ángeles de sangre deberían de ser inmunes al frío – digo y él sonríe
- Tal vez ese poder sólo se aplica a ángeles maduros
- Ey, ¿me estás llamando inmadura?
- No – dice, sonriendo ampliamente – no me atrevería
- Bien. Porque yo no soy el que espía en la ventana de otra persona
- No estaba espiando – protesta
- Sabes, han inventado algo estupendo – digo – se llama celular
- Claro, porque nosotros tenemos conversaciones asombrosas por teléfono

Hay un silencio por unos segundos, luego ambos empezamos a reír. Tiene razón, no sé porque es más fácil cara a cara, pero lo es.

- En tu sueño, la reja que mencionaste – dice, mirándome – es una cerca de alambre, a la derecha, mientras subes la colina
- Sí, como sabes….
- Y las escaleras que ves, tienen una baranda de la cual sostenerse, de metal
- Sí
- A la izquierda, detrás de los árboles, hay una banca de piedra – continúa – y un rosal, plantado al costado
- ¿También tienes el sueño? – susurro
- No como el tuyo, quiero decir, un sueño como aquel todo el tiempo, pero.. – suspira – no estoy acostumbrado de hablar sobre esto
- Está bien..
- No, quiero decírtelo. Deberías saberlo. Pero no quería decírtelo en frente de Ángela. Mi madre falleció – dice – cuando tenía diez años. Ni siquiera sé que sucedió, a mi tío no le gusta hablar sobre ello, pero creo….creo que fue asesinada por un Alas Negras. Un día ella estaba ahí, haciéndome mis tostadas para el desayuno, llevándome al colegio, besándome en frente de mis amigos en el colegio y avergonzándome… - se quiebra su voz y se aclara la garganta, mirando hacia otro lado – luego, me sacan se clase, me dicen que hubo un accidente. Y ella ya se ha ido. Me dejaron ver su cuerpo, pero ella no estaba adentro, era solo…un cuerpo – me mira y sus ojos están brillando – su lápida es una banca, una de color blanco, debajo de los árboles
- ¿Qué?
- Es el Cementerio de Aspen Hill – dice – no es un cementerio real, osea sí, pero tiene parte de bosque, este lugar hermoso donde todo es silencioso. Probablemente sea el lugar más hermoso que conozca. A veces voy ahí a pensar, y… - y hablar con su madre – así que cuando dijiste eso de las escaleras y la colina y la reja, lo sabía
- Tú sabías que estaba soñando con el cementerio – digo
- Lo siento – susurra

Lo miro, intentando contener las lágrimas, entendiendo todo, los trajes, yo vestida de negro, todos caminando en la misma dirección, la tristeza que siento, la manera en que todos me miran, la forma en que Thiago me reconforta. Todo tiene sentido. No es la tristeza de un Alas Negras lo que siento en el sueño. Es la mía.

Alguien que amo va a morir. 

Santificado: Tres

Secretos de las otras personas

Acabo de cenar, y mi madre y Stefano se han enfrascado en una conversación en la cocina. Así que aprovecho de visitar a Peter a su habitación. Le toco la ventana para llamar su atención.

- Hola, guapo – le digo - ¿puedo pasar?
- Por supuesto – dice

Me besa y cierra su puerta antes de ayudarme a entrar y sentarse en su cama.

- ¿Esto no se va a convertir en una situación en la que vienes a todas horas por la noche para verme dormir, verdad? – bromea
- Cada momento en el que estoy lejos de ti, muero un poquito – digo
- Entonces en un sí
- ¿Te estás quejando? – pregunto, alzando un hombro

Sonríe.

- No. Definitivamente no me quejo. Sólo quería saber así puedo empezar a usar algo más que mis bóxers para ir a la cama – me sonrojo
- Bueno, no …eh…no te cambies nada en mi presencia – digo y él ríe

Se levanta de la cama para volverme a besar. Pasamos un par de minutos recostados en su cama. Nada raro ni fuerte, desde que Peter tiene noción que soy un ángel de sangre quiere mantener mi honor intacto. Recuesto mi cabeza en su pecho, sintiendo el latido de su corazón debajo de mi oído, y pienso por milésima vez, que él es, sin duda, el mejor chico en el planeta.

Peter toma una de mis manos entre las suyas y enreda y desenreda mis dedos. Amo la textura de sus manos, los cayos alrededor de sus palmas, evidencia de todo el trabajo duro que ha hecho en su vida, que demuestra la persona que es. Manos tan ásperas pero siempre tan gentiles con las mismas.

- Y… - dice de pronto - ¿algún día me contarás qué pasó la noche del incendio?

Supongo que esperaba que viniera esta pregunta, pero tal vez tenía la esperanza que no la hiciera. Me sitúa en una posición terrible el saber los secretos de las otras personas, especialmente cuando esos secretos están enredados con los míos.

- Yo.. – me siento para alejarme de él

Realmente no sé qué decir. Las palabras se atragantan en mi garganta.

- Ey, está bien – dice, sentándose a mi lado – lo entiendo. Es un secreto de ángel. No puedes decirlo

Sacudo mi cabeza. Decido que no soy mi madre, no voy a guardar secretos a los que amo.

- Ángela está formando un club, para los ángeles de sangre – digo aunque sé que eso no fue lo que me preguntó
- ¿Ángela es un ángel de sangre?
- Sí
- Bueno, supongo que eso tiene sentido. Siempre hubo algo raro con ella
- Ey. Yo también soy un ángel de sangre. ¿Estás diciendo que hay algo raro conmigo, también?
- Sip. Pero me gusta
- Bueno.. – me inclino para besarlo y luego me alejo – Thiago también es un ángel de sangre. No lo supe hasta la noche del incendio. Es un Quartarius, como yo – los ojos de Peter se abren
- Ah – dice, con aquella voz sin emoción – como tú

Por un largo momento, ninguno de los dos dice nada.

- Gran coincidencia – dice él – todos los ángeles de sangre en la misma ciudad
- Sin duda fue una gran sorpresa – admito

Traga y sé que todo esto es difícil para él. Veo como él intenta hacer como si nada sucediese, que esto de los ángeles de sangre no lo asustan. Siento que él cree que me está distrayendo de mi propósito, ya está poniendo la cara de terminar. Como hizo antes.

- No sé lo que se supone que debió pasar esa noche – digo rápidamente – pero el incendio ya terminó. Estoy continuando con mi vida. Así que soy toda tuya ahora

Las palabras suenan falsas, terriblemente mentira, para mis oídos. Y es aquí cuando empiezo a pensar que debería decirle toda la verdad. Sólo que no la sé. O tal vez no la quiero saber.

- Está bien – dice, aunque sé que no está del todo seguro – bien. Porque te quiero toda para mí
- Ya me tienes – susurro

Me vuelve a besar y yo lo beso de vuelta. Pero la imagen de Thiago, de espaldas a mí en el camino de Fox Creed, esperándome, siempre esperando, se proyecta en mi mente.

Cuando llego a casa, Stefano está en la terraza, cortando madera en la lluvia.

- ¿Has decidido cortar madera para todo el invierno? ¿No puedes esperar a que nieve? – pregunto
- Mamá tiene frío – dice – está envuelta en su frazada, tomando té, y está temblando. Pensé que podría calentarla con el fuego
- Ah – digo – es lindo de tu parte
- Algo le pasó ese día, con el Alas Negras
- Sí – digo, porque he concluido lo mismo – digo, él intentó matarla. Fue una batalla difícil
- ¿Va a estar bien?
- Eso creo

Hay un silencio.

- ¿Dónde estabas ese día? – pregunto de pronto
- ¿Cuándo? – se hace el tonto
- El día del incendio
- Te dije. Estaba en el bosque, buscándote. Pensé que tal vez podía ayudarte
- ¿Y, por qué no te creo?
- ¿Por qué no me creerías?
- Porque tal vez te conozco, y estás actuando raro. ¿Así que dónde estabas? Deja la tontería
- Tal vez no me conoces como crees

Lanza el hacha en el suelo, luego sostiene un par de maderas cortadas y me empuja apenas al pasar hacia la casa.

- Stefano…
- No fue nada – dice – me perdí

Entra a la casa y escucho que le ofrece a mi madre hacerle un pequeño fuego con la madera. Recuerdo su rostro cuando salió de los árboles aquella noche, lleno de miedo y de dolor. Recuerdo la manera en que se rió cuando le dije que había salvado a Peter, y de pronto me siento muy preocupada por él, porque sea lo que sea que haya estado haciendo ese día, algo me dice que no era algo bueno.

Mi hermano también tiene sus secretos.

miércoles, 13 de junio de 2012

Santificado: Dos

Primera regla del Club del Ángel

Por supuesto que Ángela está ansiosa con todo este temita del club. Está que muere porque termine la última clase del día para finalmente encontrarnos en su casa. Lo que no esperaba para nada era encontrar a mi hermano también ahí. Ha estado raro últimamente y hasta ahora no sé que se traía entre manos cuando rescaté a Thiago. Según Ángela, él también debería escuchar sobre las teorías y las cosas que discutiremos de ahora en adelante en el club, y, por más que no esté del todo de acuerdo, Stefano tiene decisión propia.

- Bienvenidos al Club del Ángel – dice mi amiga, melodramáticamente, cuando Thiago llega

Estamos los cuatro sentados en un círculo en la sala de la casa de Ángela.

- Primera regla del Club, no hablen acerca del mismo - continúa
- Creo que no deberíamos de tener reglas – dice Stefano - ¿para qué las necesitamos?
- Tal vez si supiéramos el propósito de este club… - agrega Thiago
- El punto – dice Ángela – es encontrar todo lo que podamos acerca de todo esto de los ángeles, así…ya saben….no terminamos muertos – junta sus manos en un aplauso – bueno, asegurémonos que todos estamos en la misma página. La semana pasada Mar hizo desaparecer a un Alas Negras en las montañas
- Destruir suena mejor – murmuro y mi amiga asiente
- Sí. Porque este señor le impuso su tristeza tóxica para que ella perdiera sus fuerzas y así se quiebren sus alas, no pueda volar y aterrice justo dónde él quería

Stefano y Thiago miran a Ángela.

- Creo que los Alas Negras no pueden volar..realmente no sé por qué – continúa mi amiga – pero ya saben, que si se encuentran con uno, aléjense volando. Deberíamos de averiguar si hay algo para bloquear esa tristeza que él transmite. Y, como Mar y su mamá derrotaron al Alas Negras con la gloria, creo que esa es nuestra clave
- Mi tío dice que la gloria toma años en poder ser controlada – dice Thiago y Ángela se encoge de hombros
- Mar lo hizo y ella es sólo un Quartarius. ¿En qué nivel estás tú?
- Sólo un Quartarius – responde con un dejo de sarcasmo

Ángela entiende su punto. Ella es la única Dimidius del grupo. Tiene la mayor concentración de sangre de ángel. Creo que eso la hace nuestra líder natural.

- Bueno, entonces. Nuestro primer objetivo es encontrar una manera de bloquear esa tristeza. El segundo – saca un libro titulado: El libro del Enoc[1]
- ¿Y eso qué es? – pregunta mi hermano
- Es un libro que describe la historia de los ángeles, de siglos anteriores
- ¿Y eso para que nos sirve? – pregunta Thiago
- Es que, en uno de los pasajes habla de Sam
- ¿El que atacó a mi hermana? – Ángela asiente
- Aquí dice que él es el líder del grupo de los Alas Negras, llamado los Vigilantes. Y, según una investigación que he hecho, es una banda de ángeles caídos que tenían como trabajo seducir a las mujeres humanas y producir la mayor cantidad de ángeles de sangre
- Está bien, así que el objetivo dos es encontrar más sobre Samjeeza – digo - ¿hay más objetivos?
- Uno más. Pienso que uno de los objetivos debería ser ayudar a los demás a encontrar nuestros propósitos. Digo, ustedes dos tuvieron el suyo, pero no lo completaron. ¿Eso qué significa? – dice, mirándome a mí y a Thiago – y Stefano y yo todavía no tenemos el nuestro
- Genial. Mira, me tengo que ir – dice Stefano, de pronto – la práctica empezó hace diez minutos
- Espera, no hemos llegado a la parte de las reglas – dice Ángela cuando mi hermano se dirige hacia la puerta
- Mar puede avisarme sobre ello. O si no, puedes hacer una tabla con las reglas, como la de los diez mandamientos – dice, antes de desaparecer
- Es gracioso – me dice mi amiga
- Sí, lo sé
- Bueno, las reglas. Primero, nadie habla sobre el Club del Ángel. Nadie sabe sobre ello, ¿está bien?
- Entendido – dice Thiago, evitando reír
- Lo digo en serio. No le digas a tu tío – se dirige hacia él – no le digas a tu madre, ni a tu novio – se dirige hacia mí - ¿entendido? Segunda regla: el club es secreto para los demás, pero aquí no mantenemos secretos entre nosotros
- Está bien …. – estoy de acuerdo - ¿cuáles son las otras reglas?
- Ya no hay más. ¿Y tú? – dice, dirigiéndose a Thiago – has estado completamente callado. Tienes que jurar también
- No, gracias – dice educadamente
- ¿No, gracias?
- A las reglas. No iré a contarle ninguna de estas cosas a mis amigos, pero a mi tío le cuento todo y le diré sobre esto. Es estúpido no contarle esto a los adultos, ellos sólo quieren protegernos. Y con respecto a los secretos entre nosotros, ni siquiera las conozco así que, ¿por qué les contaría mis secretos?
- Tienes razón – digo – sin reglas. No hay reglas
- Igual, creo que es una idea genial – dice Thiago – el encontrarnos y ver qué podemos hacer. Cuenten conmigo. Estaré aquí, desapareceré cuando tenga entrenamiento, pero tal vez podemos encontrarnos los Domingos por la tarde
- Sí, eso sería genial – dice mi amiga, con una sonrisa – tal vez es mejor así para Stefano. Lo haremos los domingos


[1] Enoc (a veces transcrito como Enoch) es, en el libro del Génesis, del Antiguo Testamento de la Biblia, el nombre de varios personajes Bíblicos mencionados en dos genealogías, y posteriormente por muchos autores judíos, cristianos y musulmanes: