jueves, 7 de junio de 2012

El Designio del Ángel: Treintaidós

El humo en tus ojos (parte dos)

Regreso a casa de Peter llorando. Levanto la vista al cielo, donde las nubes se acumulan en el este, un pequeño infierno que se derrama sobre la tierra.

- Mar…tú no eres normal
- Esto no es justo – susurro furiosa – se supone que me amas
- Un pescador le enseña todo el brazo a otro y le dice: Ayer pesqué un pez así. ¿Sabes lo que le responde el otro?
- ¿Qué?
- No mientas, no existen peces tan peludos

Lo amo. Me pertenece y le pertenezco, hoy me salvó la vida; amarlo me salvó la vida. No puedo dejarlo morir. No lo haré. Maldita sea Peter. Me lanzo a volar en dirección a Idaho, mi instinto me dice que estará en Palisades, en sus tierras. Al menos es un punto de partida. Estoy volando directo hacia Palisades cuando veo el segundo incendio: es realmente un infierno.

No pienso y me dirijo hacia el fuego. Las tierras de Peter están ocultas entre los árboles. Tengo que combatir contra el fuego y hay tanto humo que me cuesta mantener el rumbo. No puedo ver mucho, sólo vuelo y espero que mi instinto angelical me guíe.

- ¡Peter! – grito

Es difícil intentar volar, hay demasiados obstáculos, así que desciendo a la tierra y empiezo a correr a toda velocidad siguiendo el camino montaña arriba.

- ¡Peter!

Tal vez no esté aquí, pienso. Mis pulmones se llenan de humo y empiezo a toser. Tal vez te has equivocado. Es la primera duda que surge, pero enseguida la descarto. Tiene que estar cerca, sólo que no puede oírme. No sé cómo, pero sé que lo encontraré por aquí, y cuando el camino gira y llego al claro que está en el límite de sus tierras no me sorprende ver ahí su camioneta estacionada.

- ¡Peter! – grito – Peter, ¿dónde estás?

No hay respuesta. Miro alrededor con desesperación, buscando una pista que me indique por dónde se ha ido. De la orilla del claro sale un camino. Alcanzo ver huellas. Lanzo una mirada montaña abajo. El fuego ya ha devorado el camino; lo oigo acercarse, las ramas que crujen mientras arden, los animales que corren, todos huyendo. Ahora que estoy delante del fuego tengo una mejor visibilidad, aunque no es gran cosa. Hay mucho humo. Sobrevuelo el camino gritando su nombre y buscándolo entre los árboles.

- ¡Pitt! – grito una y otra vez
- ¡Mar!

Finalmente lo veo, cabalgando hacia mí tan rápido como Midas puede hacerlo. Desciendo al mismo tiempo que él se baja del caballo. Corremos para encontrarnos atravesando el humo. Él se tropieza pero sigue corriendo y luego estamos abrazados, su boca pegada a mi oreja.

- Te amo – dice sin aliento – pensaba que nunca iba a poder decírtelo

Se aleja apenas y empieza a toser sin parar.

- Tenemos que irnos – digo
- Lo sé. El fuego está bloqueando la salida. Intenté encontrar un camino por la cima pero Midas no puede subir
- Tendremos que volar – me mira sin comprender
- Espera – dice - ¿Y Midas?
- Peter, tenemos que dejarlo
- No. No puedo
- Tienes que hacerlo. Tenemos que irnos, Peter. Ahora
- No puedo dejar a mi caballo – sé lo que esto significa para él. Pero no hay elección
- Si nos quedamos moriremos todos aquí – digo mirándolo a los ojos – no puedo llevarlo, pero puedo llevarte a ti

Peter se da la vuelta y corre hacia Midas.

- ¡Vete! – le grita a Midas - ¡Corre, sal de aquí!

Le da un manotazo al caballo y éste responde con un relincho y sale galopando montaña arriba. Corro hacia Peter y lo cojo fuerte por la cintura, por debajo de sus brazos. Por un instante hago fuerzas hasta que me elevo con todo lo que tengo. Él se agarra a mí con fuerza y esconde la cara en mi cuello. Se me hincha el corazón del amor que siento por él. Mi cuerpo se estremece con una energía desconocida. Cargo a Peter sin esfuerzo, volando con más ligereza que nunca.

Por unos segundos vemos a Midas corriendo por la ladera de la montaña y siento pena por Peter. Las tierras de él, el pequeño claro dónde le enseñé mis alas por primera vez, ya se han quemado. Su camioneta también está ardiendo.

Cuando aterrizamos en mi jardín suelto a Peter y los dos empezamos a rodar por el césped. Él queda tumbado de espaldas, tapándose los ojos con las manos. A mí me llena un alivio tan inmenso que me empezaría a reír. Todo lo que me importa en este momento es que él esté bien, que esté vivo.

- Tus alas – dice

Miro por encima de mi hombro el reflejo en el cristal de una ventana de la casa. Veo a una chica que reluce de energía; sus alas, a medio plegar, se han vuelto muy oscuras.

- ¿Qué significa? – pregunta Peter
- Tengo que irme

En ese instante, mi madre llega en el auto.

- ¿Qué pasó? – me pregunta – escuché por la radio que el fuego atravesó Fox Creek. ¿Dónde está…?

Entonces ve a Peter de rodillas en el césped. Su sonrisa desaparece.

- ¿Dónde está Thiago?

No puedo mirarla a los ojos.

- Mar, ¿qué has hecho?
- Salvé a Peter. Iba a morir – cierra los ojos un instante y los vuelve a abrir
- Tienes que ir por él ahora – dice – yo cuidaré de Peter. ¡Vete!

Me da un beso en la frente como si se estuviera despidiendo de mí para siempre, y se dirige a la casa.

4 comentarios:

  1. Otro, otro!! Si no cumple su designio se convierte en un ala negra??? Más!

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  2. Nooooo noooo xq =/
    no nos dejes asi sube otro cap
    ojala lali pueda salvar a thiago =/
    sube otro

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  3. Ah no, ahora quiero saber como sigue

    Por que le cambio el color de sus alas?

    No seas malita che ..... quiero mas !!!!!!!!!!!!

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