jueves, 29 de noviembre de 2012

Heaven: Capítulo XXXIII (Parte 2)

Mis ojos se abrieron de golpe y vi a una mujer usando un vestido de noche a la antigua, mirándome. Por un momento pensé que estaba de regreso en el Cielo, pero luego me di cuenta que nada de mí alrededor había cambiado. La mujer sonrió. Sabía que no era real porque podía ver a través de ella. Se veía vagamente familiar. Memorias de ella destellaron en mi cerebro: una mujer en una banca diciéndole adiós a su amado perro, las camas metálicas y el aire con olor a desinfectante de una casa de retiro, una figura fantasmal en la ventana de mi habitación. Era la ex dueña de Rocco.

-¿Alicia? – solté - ¿Qué estás haciendo aquí?
-He venido a ayudarte, querida – sonaba sacada de una historia de cuentos de hadas – Has llegado tan lejos. No puedes rendirte ahora. No te dejaré.
-¿Por qué nunca te vi en el Cielo? – pregunté.
-Nunca te dieron el permiso para tener visitantes – replicó.
-Eva…. – recordé mi encierro en la habitación blanca.
-No importa ahora – dijo Alicia – Has regresado. Sabía que podrías.
-No me ha hecho mucho bien. Creo que estoy muriendo, Alicia.
-No hables tonterías. Tienes que levantarte.
-No puedo. Duele mucho. Sólo quiero dormir.
-Podrás dormir cuanto quieras una vez que estés en casa. Ahora, ven conmigo. Te ayudaré.
-No puedo.
-Peter te está esperando.

El sonido de su nombre dicho en voz alta hizo estragos dentro de mí.

-¿Lo está?
-Claro que sí, querida. Ha estado esperándote por un tiempo. Pero vas a tener que recomponerte si lo quieres ver. Sé lo mucho que él quiere verte a ti.

Y ese fue todo el incentivo que necesitaba. Alicia sabía exactamente por dónde presionar. Me concentré lo máximo que pude y puse toda la presión en mis rodillas. Lo manejé mejor de lo que pude, pero aún me tomó un esfuerzo extremo antes de ponerme de pie.

-Lentamente – dijo Alicia – Un paso a paso.

Hice caso a su consejo y esperé el momento para tomar un paso hacia adelante. Era como un niño empezando a caminar. Volteé hacia Alicia,  esperando su aprobación, pero no había nadie ahí. Se había ido. El resto dependía de mí. Pulgada a pulgada, hice mi camino por la playa, con el único pensamiento de que Peter me estaba esperando.

En el muelle, encontré a un conductor fuera del restaurante de la playa. Se veía un poco sorprendido de verme.

-Ey, hola querida – dijo - ¿Necesitas ayuda?
-Intento llegar a casa.
-¿Dura noche?

Me imaginaba que había concluido que regresaba de alguna fiesta, después de mucho alcohol. Asentí. Era más fácil dejarlo pensar eso que intentarle explicar la verdad.

-¿Qué te parece si paramos primero en el hospital para que te revisen?
-Por favor, sólo necesito llegar a casa. Mi hermano cuidará de mí. Él vive cerca de aquí.
-De acuerdo, dime por dónde es.

Me agarró del hombro y me ayudó a subir al asiento del pasajero de su camión.

-¿Cuál es tu nombre, mi amor?
-Lali.
-Qué lindo. Yo soy Leo. Toma – dijo, tomando una botella de agua – probablemente estés deshidratada.
-Gracias – acepté el agua y la tomé completamente agradecida-
-¿Qué clase de amigos tienes? ¿Dejándote aquí sola en este estado?
-Salí a sola.
-¿Problemas de chicos?
-Podría decirse que sí.

Por suerte, Leo conocía la ciudad, así que pronto llegamos a la calle Byron. Estaba desierta, excepto por las luces prendidas. Leo disminuyó la velocidad, esperando mí señal para detenerse. Casi me olvido de avisarle, estaba tan enfocada cuando apareció la casa. La casa con su amplio porche y cubierta me daba la bienvenida como un amigo de toda la vida. Las rosas de Rochi formaban una fila justo delante. En la suave luz que emanaba la casa, podía ver las estanterías de libros, una alfombra antigua y gastada y un piano grande.

Mi corazón se detuvo ante la vista de una camioneta antigua restaurada estacionada afuera. Sentí la misma excitación que había experimentado la primera vez que había visto al chico de ojos verdes pescando en el muelle. Parecía hace tanto tiempo. Pero sabía una cosa: Lo que sea que sucediese ahora, no importaba.

Había llegado a casa. 


ÚLTIMO CAPÍTULO. PRONTO EL EPÍLOGO!

lunes, 26 de noviembre de 2012

Heaven: Capítulo XXXIII (Parte 1)

Metamorfosis

El tiempo se congeló por segundos. El lugar se llenó de niños. Podía escucharlos susurrando a pesar de que sus rostros se mantenían congelados. Inmediatamente supe quiénes eran; las almas de cada niño que había ayudado en su transición al Cielo cuando yo había sido un guardián. Ellos habían venido a decirme adiós. Estaban murmurando palabras de valentía. Sé fuerte. Sigue a tu corazón y no fallarás. No tengas miedo. Tenían fe en mí.

Quería agradecerles, pero no había tiempo, todo sucedió muy rápido. Sentí un calor en la parte trasera de mi espalda y luego estaba mirando a los niños desde fuera. José y los niños se borraron como una antigua fotografía. Sentí mi cuerpo desprenderse, convertirse en pequeñas partículas en el espacio. No había dolor, como había dicho José.

En el viaje, capté destellos de la belleza del Cielo. Pasé una cascada que se veía como el cristal; pasé una piscina azul con flores flotando en su superficie, en una explosión de colores que me hizo preguntarme por qué me quería ir. Pero luego, todo se convirtió en la nada cuando apareció el rostro de Peter. Tenía que regresar a tiempo para detenerlo de cometer el error más grande de su vida. Pero, me moría de miedo. ¿Qué pasaba si ya era demasiado tarde? ¿Y si regresaba y Peter ya no estaba? Todos nuestros esfuerzos serían en vano. Estaría atrapada en la tierra sin él, condenada a una vida en soledad. Eventualmente, Peter terminaría en el Cielo, pero nunca lo encontraría.

No podía enfocarme en eso ahora, tenía que mantenerme fuerte. Regresar de una sola pieza era mi primer objetivo. Cuando José accedió a ayudarme, me imaginé a mí misma ser lanzada a la tierra a la velocidad de la luz. Nunca esperé que el viaje se demorara tanto. Justo cuando pensé que esto nunca terminaría, formas empezaron a aparecer en el espacio. Podía ver jardines y montañas. La velocidad a la que estaba bajando empezó a disminuir y empecé a tomar forma. Las partículas de mi antiguo yo empezaron a reconfigurarse. Noté mis piernas empezar a aparecer como líneas.

Aterricé de rodillas en un vasto jardín. Ante mí, había dos caminos: uno atrás de mi cuerpo, con una inmensa luz y un jardín alto en el medio. Y, el otro, detrás de mí, un camino de tierra hacia una puerta. Sabía lo que significaba. Era mi última decisión de regresar al Cielo o elegir mi vida siendo mortal para siempre. Tomé un paso hacia el camino de tierra, esa era mi elección. Luego, todo se puso oscuro.

***

Me desperté llena de dolor. Sabía que estaba en la playa porque podía escuchar el sonido del océano y el sabor de la sal en mis labios. Mi cabello estaba sobre mi rostro, completamente mojado. Mi ropa angélica ya no estaba conmigo. Estaba usando un vestido blanco, rasgado y sucio por el viaje. Sentí algo extraño obstruyendo mi visión y me di cuenta que mi cara y mis brazos estaban cubiertos con algo transparente, como un capullo. Ya podía sentirlo disolverse en el agua salada. Quería apartar el resto con mis uñas, pero incluso el más ligero movimiento causaba tal dolor que me vi forzada a mantenerme quieta.

Luché por abrir mis ojos. Cuando lo hice, vi algo moviéndose en el agua, como pintura brillante. Era sangre de ángel…la mía. ¿Cuánto había perdido? ¿Iba a tener la fuerza para caminar? ¿Este era el estado paralizado del que me había advertido José? No sabía lo que pasaría después. De pronto, me di cuenta que mi urgencia me había dejado no preparada. Había estado tan apurada por abandonar el Cielo que ni siquiera le había preguntado a José qué debería hacer si llegaba. Y, ahora, la playa estaba desierta, estaba enfrentando esto sola. La noche era muy fría como para que alguien estuviera ahí. ¿Cuánto tiempo tendría que esperar a que alguien me encuentre? Sentía mi pecho empezar a sollozar involuntariamente, haciéndome doler todo el cuerpo. Cada respiro se sentía como si estuviera inhalando fuego.

Después de un rato, me calmé lo suficiente para pensar en mis opciones. Hasta donde podía decir, había dos. Esperar a que alguien me encuentre, o intentar juntar la fuerza para poder levantarme a ir a algún lugar más concurrido. Ninguno se veía factible. Intenté mover mis dedos pero se sentía como piedra. Intenté concurrir a mis poderes angélicos y luego me di cuenta lo tonta que era. No podía ayudarme a mí misma ahora, era completamente humana.

Y luego un pensamiento vino a mi mente. ¿Esto significaba que lo había logrado? ¿Había hecho lo inimaginable y sobrevivido a la metamorfosis? No sabía si reír o llorar.

Delante de mí, se alzaba el precipicio, el lugar donde me había demostrado a Peter y en dónde lo había visto en la visión. Lloré con dolor. El alivió llenó mi cuerpo. No había nadie ahí de pie. Eso sólo significaba que Peter había entrado en sentido y se había ido a casa. Tenía que creer que estaba a salvo. Sin duda sabría si su cuerpo estaba roto contra las rocas o el suelo.

Escuché risas y me congelé. De la nada, un grupo de adolescentes apareció en la playa. De pronto me sentí muy consciente. ¿Cómo podría explicar mi estado? Algunas voces se oían familiares aunque estabn afectadas por el alcohol. Desde donde estaba recostada, ellos aún eran sombras en la noche, pero podía ver sus chaquetas. Algunos aún cargaban botellas en sus manos. Mientras se acercaban, pude escuchar su conversación claramente.

-Esa fiesta fue malísima. Recuérdame nunca volver a ir ahí – dijo una chica que no reconocí
-Ey, yo me estaba divirtiendo

Conocía al chico que respondió. Era Agustín, uno de los amigos de Peter del colegio. Su presencia aquí significaba que había vacaciones de universidad, porque él estudiaba en otro estado. ¿Cuánto tiempo había pasado? ¿Cuánto me había perdido?

-¿Divertido jugar con cerveza? – bufó al chica – Ese juego es asqueroso
-Sólo estás enojada porque Carlos se pasó la noche besando a otra chica
-¡Como si me importara! No me importa nada de eso. Obviamente él no tiene ninguna clase
-¿De todos modos, de quién fue la idea de venir aquí? Hace frío como mierda
-Ey, ¿a dónde fue Cande? ¿No estaba detrás de nosotros?

Mis orejas se alzaron ante la mención de su nombre. ¿Cande estaba aquí?

-Tal vez cambió de idea – dijo la chica, como si no le importara
-Mejor regreso a ver qué sucedió – dijo Agus
-Hombre, ¿aún sientes algo por ella? – dijo su amigo – Deberías de saber que esta chica está fuera de tu estilo
-Cállate. Yo no estoy por nadie. Sólo intento ser un buen amigo
-Pensé que Peter vendría esta noche – dijo alguien, cambiando de tema
-Sí, claro. Ya ni sale con nosotros – dijo Carlos
-Dale un respiro; ha tenido mucho con qué lidiar ahora – dijo Agus
-¿Cómo qué? – dijo su amigo – Ese chico tiene más problemas que un libro de matemática
-Eso es una afirmación – dijo la chica – Es su propia culpa. Eso le pasa por enamorarte de una rara
-Eres una idiota Lorena – la voz de Cande resonó como una campana - ¿Tú que sabes por todo lo que ha pasado Peter? ¿Acaso lo conoces?
-No personalmente, pero he escuchado cosas
-Sí, los rumores no cuentan como fuente de información

Me sentí orgullosa de escuchar a Cande defendiendo a Peter. La hubiese abrazado si pudiera.

-Relájate, no lo odio. Sólo creo que necesita salir un poco
-Él lo hará cuando esté listo – dijo Cande, aún enojada
-Voy a regresar a la fiesta – anunció Agus de pronto – Ustedes hagan lo que quieran

Murmuro de descontento se escucharon, pero al final todos se voltearon y sus voces empezaron a desvanecerse. Con una repentina urgencia, alcé mi cabeza y llamé a Cande. Salió un susurro casi apagado; no había oportunidad de que ella me escuche. Perdí toda la motivación. El deseo de sobrevivir me llenó y me sentí como una burla de mal gusto del Cielo. No tenía sentido pelear por algo que el universo no quería que suceda. Peter y yo habíamos sido maldecidos desde el principio. Ellos me habían dejado llevar esto muy lejos, se habían burlado de mí con el sueño de un nuevo comienzo, y luego me lo quitaron. Supongo que así era como mi historia debía de terminar. Estaba muy cansada para estar enojada. En lugar de eso, agradecí por haber regresado después de todo. Si mi vida iba a terminar, al menos sería en el lugar que amaba. 

Heaven: Capítulo XXXII (Parte 2)

Abrí mis alas y me dejé llevar hacia arriba, hacia la expansión del Cielo. De pronto, un conjunto de aire espeso me envolvió. No podía ver nada más que un poco más allá, pero seguí volando. Luego, dos ángeles estaban volando a mi lado, y me sentí aliviada al ver que eran amigos de José. Ambos tomaron mi mano y me guiaron a la dirección correcta.

Volamos por lo que parecieron horas. Nadie hablaba o mostraba alguna señal de disminuir la velocidad. Justo cuando pensé que estaba muy exhausta para seguir, el aire espeso empezó a aclararse lo suficiente para ver más allá. Las escaleras eran transparentes y subimos rápidamente.

Cuando llegamos a lo más alto, vi que estábamos de pie en medio de un anfiteatro de vidrio que estaba suspendido en el espacio. ¿Los otros ángeles sabían de esto? Me sentía clandestina, como si fuera un tesoro escondido que sólo uno grupo seleccionado pudiese encontrar. José estaba de pie, cerca a nosotros, su presencia reflejaba autoridad.

-Arrodíllate dónde estás – instruyó José – No tenemos mucho tiempo

Obedecí sin pensarlo dos veces. Me arrodillé y cubrí mi rostro con ambas manos. La esencia de la lluvia cayendo en el jardín, me llenó. Era el olor de mis alas. Les dije adiós en mi corazón y dije en voz alta las palabras que estaban en mi mente.

-Padre, perdóname

Necesitaba estar en paz con él. Lo amaba tanto y aún así estaba renunciando a una vida eterna en Su Reino. Había sido desobediente y había fallado en su tarea que Él me había encomendado. ¿O no? Tal vez todo esto formaba parte de mi destino, tal vez estaba destinada a llegar aquí. Confiaba en él infinitamente y en lo profundo de mi corazón sabía que Él no me haría daño. En ese momento, en lugar de sentir la furia de Dios, como esperaba, sentí piedad y amor a mí alrededor. No sería rechazada por lo que estaba por hacer. Mi Padre no me deshonraría. A pesar de toda mi terquedad, no le había dado la espalda. Aún lo amaba con todo mi corazón y quería servirlo.

De pronto, ya no me sentía como una parte del Cielo, sino como una hija de Dios, como todos los demás.

-Ayuda si cierras los ojos – escuché la voz del ángel – No esperes sentir dolor. No hay dolor en el Cielo. Eso vendrá después

Me sentí aliviada. Al menos Peter estaría ahí para ayudarme como siempre. Tenía que creer que podía regresar a él. Sólo recé para no ser quemada o cambiada y no ser reconocida.

Temblé cuando José alzó mi cabello y lo colocó en un hombro, dejando mis alas expuestas. Colocó su mano encima de mi cabeza y agachó la suya. Ante su toque, apareció una visión. Ahí vi a Peter. Estaba usando una chaqueta, con unas botas. Su rostro se veía diferente pero no podía saber por qué. Se veía mayor, su mentón derecho y una mirada ausente en sus ojos verdes. Se veía cansado y completamente derrotado. Su rostro aún estaba lleno de belleza, pero estaba mezclado con el dolor, en lugar de la carisma juvenil que recordaba. Su cara reflejaba el hombre en el que estaba destinado a convertirse…el hombre que ya era. ¿Cuánto tiempo había pasado? Un año, tal vez más. En el Cielo, el tiempo no existía como en la tierra. No podía saberlo. Él aún usaba su anillo de bodas.

Había tormenta y Peter estaba de pie, en medio de esta, completamente mojado. Miraba hacia abajo hacia el océano desde una gran altura. Temblé ante lo que lo rodeaba y reconocí el paisaje familiar de la playa. Él estaba en el mismo lugar donde yo  me había puesto cuando le conté la verdad. La expresión en su rostro me decía que a él ya no le importaba lo que le sucediese. Se estaba inclinando hacia adelante, la lluvia golpeando contra él como pequeñas flechas.

Insertó su mano dentro de su bolsillo y la sacó hecha un puño. De algún modo sabía lo que estaba adentro antes de que abra su mano. Una pluma perfectamente blanca estaba en su palma. Era la pluma que yo le había dejado en su auto después de nuestra primera cita, la que él había mantenido como posesión todo este tiempo. Deseaba que la regresara a su bolsillo, era todo lo que él tenía de mí. En lugar de eso, estiró su mano y la soltó. Peter la siguió con sus ojos, avanzando.

Me quedé sin aliento cuando Peter se volvió completamente borroso. Luego de mi cuenta que era porque una masa de nubes había nublado la visión. Cuando apareció de nuevo, vi que había cambiado de posición. Ahora estaba de pie en la esquina del precipicio. Mi pecho se retorció con pánico. ¡No podía saltar!

-No lo hagas – susurré – Espérame – luego miré a José, rogando – Hazlo, ahora
-Hay una última cosa antes de que te vayas – habló rápidamente – Debes jurar. En caso de que te despiertes siendo humana, harás todo lo que esté en tu poder para contribuir a la ayuda de la humanidad y a la gloria de Dios
-Por supuesto – chillé - ¡Lo juro! Lo juro por la vida de Peter. ¡Hazlo ahora!

sábado, 24 de noviembre de 2012

Heaven: Capítulo XXXII (Parte 1)

Tormento

José y su grupo se fueron momentos después, prometiéndome que me encontrarían cuando fuera el tiempo. No dijeron exactamente cuánto tiempo sería. Emily aún estaba a mi lado, aunque casi ni notaba su presencia. Me hizo recordarla cuando se aclaró la garganta. La miré, intentando buscar la mejor manera de deshacerme de ella de manera educada. Necesitaba tiempo a solas para prepararme mentalmente para lo que vendría. Emily pareció leer mi mente.

-¿Es el momento de irme? – preguntó

Sonreí apenas, no queriendo ser mal agradecida por ayudarme.

-Lo siento. Creo que necesito tiempo a solas
-Eso está bien – sonrió - ¿Hay algo más que pueda hacer?
-Sólo mantén a Peter a salvo hasta que regrese
-Haré lo mejor que pueda – dijo Emily
-Gracias. Y gracias por ayudarme. No podría haberlo hecho sin ti
-Fue bueno finalmente conocerte – agregó – No eres tan mala como pensé – se detuvo y mantuvo su mirada - ¿Me harías un favor cuando llegues a casa?
-Claro
-¿Puedes decirle a Peter que estoy bien? – parpadeé ante la sorpresa – Todo este tiempo él se ha culpado a sí mismo por lo que me pasó. Sólo quiero que su mente descase.

Asentí sin decir nada. Emily me dio un abrazo incómodo y luego se volteó para irse. Ambas nos congelamos ante el sonido de los tacos golpeando contra la madera. El pasillo se formó en el aire antes de que podamos hacer algo.

Cuando Eva apareció, le dio una mirada larga a Emily antes de moverse hacia mí. Cruzó sus brazos sobre su pecho, mirándome sospechosamente.

-¿Te gustaría decirme dónde has estado? – su tono sonaba como una profesora que regañaba a sus alumnos
-Nada en particular – dije – Pensé que estarías feliz de verme pasear
-Estás en un estado bastante frágil – dijo – Y sucede que yo soy responsable por ti

Mi boca se torció en una boca mientras intentaba controlar mis palabras de insulto. Emily me lanzó una mirada de advertencia.

-No culpes a Lali, señora – dijo ella – Fue mi culpa

Eva la miró, dándole importancia por primera vez desde que llegó.

-¿Emily, verdad? Tal vez puedas decirme qué está pasando
-No hay mucho qué decir – Emily era la figura de la inocencia – Fuimos a ver a Vico. Él y Lali son viejos amigos
-¿Por qué, puedo preguntar?
-Pensé que él podía ayudar – dijo Emily – Ya sabes, que Lali recuerde cómo solían ser las cosas
-Bueno, eso es bastante considerado – dijo Eva, empezando a relajarse y a agradecer a Emily “por ayudarla” con su trabajo – Pero debiste haberme dicho primero
-Lo siento – Emily agachó su cabeza, como un perro perdido – No me di cuenta
-No importa – dijo Eva, con tono suave – Sólo que no vuelva a suceder

Volteó su atención a mí, sus ojos negros llenos de interés.

-¿Entonces, cómo te fue?
-Fue bueno ver a Vico de nuevo – dije, intentando fingir – Creo que ayudó. Él me hizo recordar lo reconfortante que puede ser un mentor
-¡Bien! – exclamó Eva
-¿Estaría bien si lo visitamos de vez en cuando? – preguntó Emily, abriendo sus ojos y mirando tristemente, siendo imposible decirle que no
-Bueno… - empezó Eva – Es bastante ortodoxo, pero supongo que no hará ningún daño
-Gracias, señora – Emily le sonrió
-Así qué Mariana…¿dices que puedes trabajar de nuevo?
-Eso creo – dije, siguiendo el juego – Esa es la meta. Quiero ponerme bien y extraño mi antigua vida

Era una gran mentira, pero Eva no lo notó.

-¿Y el que dices que es tu esposo? – siguió - ¿Con el que crees que no puedes seguir viviendo?

De pronto me sentí enojada. ¿Cómo podía traer a Peter al tema? No tenía derecho a hablar sobre él. Además, podía mentir sobre un montón de cosas, pero, ¿sobre él? No se sentía bien. Pero, me recordé a mí misma que estaba haciendo esto por él. Si necesitaba mentir, engañar y robar mi camino de regreso a la tierra, lo haría.

No podía mirar fijamente a Eva así que miré al suelo.

-Él es un simple humano
-¿En serio? – Eva alzó una ceja
-Bueno, siempre lo amaré – dije, incómoda – Pero veo ahora que está mal que estemos juntos. Necesito dejarlo a solas para que continúe con su vida y yo siga con la mía

Hubo un silencio mientras Eva me observaba. Luego rió. Al principio miré alrededor a ver quién se nos había unido. Pero era Eva quién estaba riendo, mientras aplaudía.

-Ustedes deben de creer que nací ayer
-¿Perdón?
-Buen intento, pero el juego se ha terminado – apuntó un dedo a Emily, mirándola – Esta pequeña actriz. No sé qué clase de plan estás tramando, pero se termina ahora
-No estamos tramando nada – dije, enojada – Te estás imaginando cosas

Eva rió.

-De acuerdo, Mariana, lo que tú digas – siseó – Pero, desde ahora en adelante, estarás bajo supervisión. Voy a encerrarte, nadie va a entrar y nadie va a salir, ¿me entiendes? Lo he intentado – dijo, con tono duro – Dios sabe que lo he hecho. Pero hay mejores cosas que puedo hacer que monitorear una chiquilla en rehabilitación. Para ser franca, no me importa. ¿Quieres acabar en la miseria? Bien, sigue adelante. Te supervisaré en unos pocos años para ver si has cambiado de idea.
-¿Qué? – chillé - ¿!No me puedes encerrar indefinidamente!
-¿Quién dice que no puedo? ¿Sabes qué les pasa a las pequeñas tercas que pierden en el intento de escapar de la adicción de la tierra? – abrió sus ojos con emoción – terminan locas. Las encerramos hasta que se desvanecen a nada pero en simple polvo y nadie puede recordar sus nombres. Pero no te preocupes, tú tienes un par de siglos antes de que eso te suceda.
-¿Por qué me estás diciendo esto ahora? – grité
-Estaba salvando la mejor parte para el final – Eva sonrió – Cuando me vaya de aquí, llenaré mi reporte recomendando soledad por mala estabilidad emocional
-¡Eso es una mentira! – el pánico recorrió mi cuerpo

Eva buscó un dispositivo en su bolsillo. Sabía lo que eso significa. Iba a llamar a refuerzos. Tomé unos pasos hacia adelante, determinada a cambiar su mente, aunque no sabía cómo. Si los guardias llegaban no había solución. Pero antes de que pueda pensar en algo, Emily atacó a Eva, lanzándola al suelo. Eva gritó e intentó quitarla de encima. Yo salté, sorprendida y asustada.  Eva daba miedo, pero cuando se trababa de pelear físicamente, Emily le llevaba más que ventaja.

-¡Escapa de aquí, Lali! - chilló Emily - ¿Qué esperas?
-Pero… - dudé - ¿Estarás bien?
-No te preocupes, sé cuidar de mí misma
-¡Insolente niña! – gritó Eva – Vas a arrepentirte de esto. Una vez que termine contigo..
-Gracias Emily – murmuré
-Puedes llamarme Em – replicó – Todos mis amigos lo hacen

viernes, 23 de noviembre de 2012

Heaven: Capítulo XXXI

Ángel Oscuro

No quería escuchar más. Sentí mis rodillas empezar a temblar y mis manos llenas de sudor. Era un acto de violación contra mi creación. Los humanos podían acabar con su vida y ser perdonados, pero para los ángeles era diferente; no podíamos errar. No había vuelta de regreso del camino que Vico había sugerido.

Mi mente volvió a Gastón y el sótano de la casa en Oxford. Recordé cómo sus alas arruinadas lo habían cambiado. Aunque mi cabeza estaba dando vueltas, intenté mantenerme en forma. Mantuve la imagen del rostro de Peter en mi mente y sentí el temor regresar, como un vampiro expuesto a la luz.

José. Por un momento vi el nombre tomar forma y temblar en el aire ante mí como una joya. Vico había dicho ese nombre con tanta autoridad que casi instantáneamente creí que la ayuda estaba por venir. Luego vino la frustración y solté un suspiro enojado. ¿Quién diablos era José? ¿Dónde se supone que lo encontraría?

Caminé lejos de dónde estábamos, sin mirar hacia atrás. Aún me sentía confusa y enojada, pero había ahora otro sentimiento: esperanza. Sonreí apenas.

-Bueno, esa fue bastante información – dijo Emily, mirándome de cerca - ¿Estás bien?
-Estoy bien – dije – Ahora sé que puedo encontrar una manera de regresar a él…a Peter
-¿Realmente no estás pensando hacer esto, verdad? ¿Arrancarte las alas?
-No tengo oportunidad
-Ni siquiera sabes si sobrevivirás
-Si no lo hago, entonces al menos lo habré intentando

Emily agarró mi brazo.

-No hay forma que Peter quisiera que hagas algo como esto
-Entonces es una suerte que él no esté aquí para cambiar mi idea
-¿Por qué no estás asustada? – demandó Emily
-Tú no sabes dónde he estado – le dije – He visto cosas más oscuras que tus peores pesadillas y ninguna de esas es más atemorizante que la idea de vivir sin él
-Caray – Emily se veía pensativa – Realmente lo amas
-Lo hago
-Sabes, hubo momentos en los que pensé que eras egoísta, acercándote a él cuando sabías que tenías que irte algún día. ¿Pero, nunca planeaste irte, verdad?
-No – dije, suavemente – Desde el día en que lo conocí, supe que nunca iba a volver
-Bueno, entonces regresa donde Eva y convéncela que estás bien. Pide tu antiguo trabajo o algo
-De acuerdo – dije – Lo intentaré
-¿Quieres que vaya contigo? – preguntó Emily - ¿En caso que la loca cara de gato te esté esperando?
-Gracias – reí – Pero creo que puedo lidiar con ella

Empecé a caminar por el pasillo que empezaba a aparecer entre las nubes, pero Emily me agarró por el hombro.

-¡Espera! – gritó
-¿Qué?
-¿Escuchas eso? – siseó
-No escucho nada… - empecé, y luego me detuve

Había un sonido peculiar que parecía ir creciendo en el aire, haciéndose más fuerte. ¿Era esto parte del plan de Eva? ¿Había mandando a un ejército? Emily y yo nos abrazamos mientras el aire se abría. Y luego, nos estaba jalando hacia este espacio vacío que no tuvimos ni tiempo para reaccionar. Ambos caímos en un suelo de madera.

-¿Qué diablos…? – dijo Emily, poniéndose de pie
-No necesitan alarmarse – dijo una voz

Alzamos la mirada y vimos tres figuras informalmente vestidas. El hombre más alto dio un paso hacia adelante y de alguna manera, sabía quién era. De pronto me sentí incómoda, como si hubiera llegado a una entrevista de trabajo sin traer mi currículum.

José era diferente de cualquier ángel que había visto. Él tenía cabello marrón ondulado, corto y grueso, y brillante. Me miró de pies a cabeza, no sorprendido.

-Hola, Mariana
-¿Me conoces?
-Sé de ti
-Así que supongo que Vico te contó – intenté sonar casual, pero mis manos estaban temblando – Seguro que no pierdes tiempo
-¿Entonces, qué puedo hacer por ti? – preguntó José

Era una pregunta estúpida, obviamente él sabía por qué yo estaba ahí. Pero tal vez era su forma de ponerme a prueba.

-Vico me dijo que podías ayudarme – dije
-¿Sí?
-¿Es cierto? ¿Realmente sabes cómo mandar a alguien de regreso a la tierra?
-Lo sé – replicó
-¿Entonces por qué aún estás aquí?

Suspiró, como si la pregunta lo decepcionara.

-Si no estuviera, ¿entonces, quién estaría aquí para divulgar la causa?
-Tal vez podría responder esa pregunta si supiera cuál es la causa – dije y José sonrió
-Tú y yo – dijo – Nosotros somos la causa. Hay ángeles que han tenido experiencias como la tuya
-¿En serio? – estaba intrigada
-Sí. No está bien que nos den humanidad y luego tomarla. Al menos deberían ofrecernos la oportunidad de elegir. Por eso peleamos.
-Eso suena…noble – dije
-No es noble. Es práctico. Los ángeles que han vivido como mortales ya no hacen ángeles decentes
-Entonces…Debes de haber estado en la tierra alguna vez. ¿Hace cuánto fue?
-Hace muchos milenios atrás

Me miró, con sus ojos negros y profundos, sin molestarse en decir más.

-¿Cómo era tu vida ahí? – presioné

José cerró sus labios con fuerza y luego exhaló por su nariz.

-Por un tiempo fue felicidad. Hice todo en mi poder para quedarme. Me casé..como tú
-¿Qué sucedió?
-No pensé en las consecuencias de involucrarla a ella en una vida complicada
-Entonces tu esposa….ella debe estar ahí ahora.
-Lo está. Sólo que en un lugar en el que no puedo encontrarla. Ese es mi castigo – dijo, con dolor
-Eso es tan cruel.

Se encogió de hombros.

-El Cielo es simplemente…no siempre es dulce. Pero no estamos aquí para hablar de mi historia. ¿Asumo que quieres que te ayude a regresar?
-Sí – dije, rápidamente – Por favor, antes que sea demasiado tarde
-¿Y estás al tanto de lo que se requiere?

Asentí, un estremecimiento involuntario corriendo por mi espina dorsal.

-¿Y no tienes miedo? – sacudí mi cabeza – Cualquiera que sea la experiencia que hayas tomado, te han hecho fuerte. Igual, quiero que lo pienses cuidadosamente. Ven a verme de nuevo

¿Quería deshacerse de mí? ¿Cómo había fallado en convencerlo de mi sinceridad? Casi entro en pánico. Podía sentir las lágrimas juntarse en mis ojos, pero las resistí, mordiéndome el labio inferior. Si José era mi única oportunidad de volver a Peter, no podía permitir que se pierda. Enderecé mis hombros y alcé mi mentón.

-No necesito pensarlo. Necesito que me ayude ahora.
-Lo siento – yo no ayudo a personas que toman decisiones apresuradas
-¡Entonces no me ayudes!

¿Cómo podía juzgar a personas que acaba de conocer? Él no sabía nada de mí ni de Peter. Me volteé, para alejarme de él. No podía recordar otro momento en el que me sintiera tan sola como ahora.

-Me haré cargo de mí misma. ¡Todo por mi cuenta!
-Habrá un dolor terrible – dijo José y eso me detuvo – Dolor inimaginable que nosotros no tenemos idea

Me volteé lentamente para enfrentarlo y esta vez no dejé su mirada.

-Estoy preparada para ello
-¿Y no tienes preguntas?
-Sólo una. ¿Funcionará?
-Lo que te suceda después está lejos de mi control
-¿Pero es la mejor opción?
-Sí
-¿Y hay ángeles viviendo como humanos ahora?
-Sólo los que sobrevivieron la transición. Si no funciona, no será bonito. El trauma físico puede ser fatal. Si no te transformas terminarás hecha un desastre
-Define desastre
-Estarás en la tierra pero en una especie de estado paralizado, sin mucho uso para nadie

Ese era el castigo más doloroso que pudiese imaginar. Para estar en la tierra y vivir como un recuerdo de mis amados…no podía haber algo peor.

-¿Aún quieres proceder?

Tragué el nudo en la garganta.

-Sí
-Prepárate – dijo José – Regresaremos
-¿A dónde iremos?
-A las regiones más lejanas del Cielo dónde no seremos interrumpidos

jueves, 22 de noviembre de 2012

Heaven: Capítulo XXX (Parte 2)

-¿Perderla? – repetí - ¿Quieres decir, renunciar a ella?
-Sí – dijo Vico – Todo lo que te hace ser un ángel tendrá que irse. Si quieres vivir como una humana, tienes que volverte una
-¿Y exactamente cómo pierdo mi divinidad? – pregunté, cautelosamente
-Solo hay una forma que conozco. Y no te va a gustar. Tienes que arrancarte tus alas

Inmediatamente mi mente pensó en Gastón y cómo sus alas arruinadas habían traído la naturaleza humana en él. Pero sus alas no habían sido arrancadas por completo; Nicolás había detenido a los demonios de completar su trabajo. Pero sabía que era extremadamente doloroso y causó gran daño a mi hermano. Era como decirles a los humanos que se corten sus piernas.

-¿Hay otra opción? – pregunté - ¿Cualquier cosa?
-Puede que la haya – dijo Vico – Pero no sé cuál es
-¿No puedo escaparme?
-¿No se supone que ya lo intentaste? No funcionó bien. No puedes escaparte del Cielo.
-Estaba haciendo un gran trabajo – dije – Estábamos peleando contra los Siete y estábamos ganando. Yo sólo estoy aquí porque ellos jugaron sucio
-Sí, pequeña. Ellos rompieron un montón de reglas al involucrarla a ella
-Ellos rompieron un montón de reglas al mostrarse en un salón lleno de chicos universitarios – dije, recordando - ¡Ellos mataron a nuestro amigo, Sebastián!
-Lo sé – murmuró Vico – Y lo siento. Ellos no estaban autorizados a hacerlo.
-¿No podemos reportarlos?
-Necesitarías decirle a alguien que pueda pasar el mensaje a Nuestro Padre Y él está ocupado en estos días. Las personas están perdiendo la fe, el mundo está cayendo en las manos equivocadas. ¿Estás segura que quieres volver?
-Sí – dije – Prefiero vivir en un mundo imperfecto con Peter que pasar mi vida eterna aquí, sola.
-Es tu decisión. Pero debes pensar en ello cuidadosamente. La decisión es irreversible.
-¿Has considerado la otra posibilidad? – intervino Emily – Sé que estás intentando volver a Peter…pero, ¿no has pensado que tal vez él pueda venir hacia ti?
-¿Disculpa? – me volteé hacia ella - ¿Estás diciendo lo que creo que estás diciendo?
-De todos modos él va a terminar aquí – murmuró
-Peter tiene diecinueve – dije, enojada – Él tiene una vida completa por delante
-Él no vale nada sin ti – dijo Emily – Los dos son tan dependientes uno del otro que uno no puede sobrevivir sin el otro
-¿Cómo sabes eso? – solté
-Tengo cable – replicó – Puedo ver lo que sucede en la vida de las personas que dejé atrás
-¿Así que nos has estado espiando?
-No es espiar, es sólo observar
-Sí, bueno, es escalofriante, así que córtalo
-Chicas… - dijo Vico, con calma – Esto no está ayudando. Y Mariana, Emily tiene razón. O tú encuentras una manera de volver a Peter o él encontrará una forma de venir hasta aquí. Sólo es cuestión de tiempo.
-¿Realmente crees que él haría algo así? – pregunté

Vico me miró cuidadosamente.

-¿Tú no lo harías?
-¡Eso es diferente! – chillé
-No, no lo es. Todo lo que sea que quieras hacer, puedes apostar que Peter lo haría
-De acuerdo – dije, tomando un gran respiro - ¿Así que estás diciendo que mejor regreso pronto….antes de que Peter encuentre una forma de morir?
-Sí – dijo Vico – Eso es exactamente lo que estoy diciendo
-Espera – dije – Seguro que Gastón y Rochi lo mantendrán a salvo
-Ellos no pueden verlo las veinticuatro horas del día – dijo Vico – Y todos ustedes saben que si alguien quiere algo con ganas, encontrará una forma de hacerlo

Emily vio como mi frente se iba arrugando mientras intentaba pensar en esta nueva información.

-Relájate – dijo ella, rodando sus ojos – Aún tenemos tiempo. Diablos, yo nunca fui toda una princesa dramática.
-Cállate – dije – Estoy segura que lo fuiste en algún momento
-De acuerdo – dijo Vico, alzando sus manos – Se terminó el tiempo, cállense las dos

Le di la espalda a Emily e intenté recomponerme. Discutir con ella no iba a llevarnos a ningún lado. Necesitábamos trabajar en conjunto.

-Dime lo que tengo que hacer – le dije a Vico – Sólo dime y lo haré
-Necesitas encontrar a José. Él puede ayudar

Él bajó la mirada cuando un niño pequeño vino y cogió su manga, intentando regresarlo al círculo. Todos los niños estaban esperando, ansiosos.

-Tengo que irme – dijo Vico
-¡Espera! – chillé - ¿Quién es José? ¿Y, cómo lo encuentro?
-No lo tienes que encontrar. Él lo hará. Le diré que lo estás buscando
-¿Él…? – dudé - ¿Él ha intentando esto antes?
-Sí
-¿Y tuvo éxito?
-No lo sé
-¿No lo sabes? – repetí, con exasperación - ¡Vamos!
-Lo siento Lali, no tengo ninguna foto para ti. Todo lo que sé es que es riesgoso

Vico se quedó en silencio. No tenía otra oportunidad, y si lo echaba a perder, nunca volvería a ver a Peter.

-¿Así que no hay otro camino? – pregunté, débilmente
-No que yo sepa
-¿No puedo escapar?
-Lali, no puedes vencer al Cielo – dijo Vico  - Incluso si logras escapar, ¿a dónde irás? Escapaste por mucho tiempo en la tierra y no llegaste a ningún lado – dejó que los niños tomen sus manos y lo jalen – Escapa de la celda en que tienen lo antes que puedas – dijo, en voz baja – Ese lugar te volverá loca. Buena suerte, Lali. Rezaré por ti.
-¡Espera! – chillé – No me has dicho quién es José
-Es el líder del grupo de los subterráneos. Se hacen llamar la Sociedad de los Ángeles Oscuros. Son más de los que creen. Y, recuerda, hay un montón de cosas que suceden aquí que nadie las ve.

Y, con eso, se había ido.

Heaven: Capítulo XXX (Parte 1)

Nicolás

-Tienes que ir a ver a Victorio – dijo Emily, con una sonrisa
-¿Victorio?
-Así es

Mi mente regresó al ángel que solía conocer, el que guiaba a los niños que ingresaban al Reino. Pensé que nunca lo volvería a ver desde que había cambiado su rumbo.

-Pero Vico es un Siete
-Ya no más – dijo Emily – Renunció cuando empezaron a ir detrás de ti
-¿En serio? ¿Renunció a su trabajo por mí?
-Él nunca fue para ese estilo de vida. Vico es un guardián, siempre lo ha sido
-¿Cómo lo sabes? – pregunté, curiosa
-Porque él es mi guardián. Ellos lo regresaron a trabajar con los niños. Él me ayudó con mi transición cuando llegué aquí
-¿Y sabes dónde encontrarlo?
-Por supuesto

Emily estuvo a mi lado en un segundo. Tomó mi mano y sus dedos se sintieron fríos y frágiles. Escuché su susurro en mi oído y un momento después, la habitación de Peter empezó a disolverse.

***

Cuando abrí mis ojos estaba de pie en un jardín. Mientras ajustaba mis ojos a la luz, miré alrededor para ver un lago ante nosotras y filas de árboles desapareciendo entre las nubes. Noté a Vico sentado a una pequeña distancia de nosotras, con las piernas cruzadas, alrededor de un grupo de niños. Se veía exactamente como lo recordaba, delgado con cabello marrón y una expresión seria. Sus ojos eran claros y siempre se veían sabios.

Cuando alzó la mirada y me miró, se excusó del grupo. Los niños hicieron sonidos de protesta. Caminó descalzo hasta llegar a mí.

-Te ves bien Emily – le guiñó el ojo – Hola, Lali. Ha sido un buen tiempo
-Sí – acordé – Es bueno ver que nada ha cambiado
-Oh, yo no diría eso – dijo Vico – Pero todo siempre termina donde pertenece
-¿Realmente dejaste a los Siete? – pregunté
-Extrañaba a los niños – dijo, encogiéndose de hombros
-Y, ahora está de vuelta – dijo Emily, abrazándolo

Vico rió y acarició su cabello.

-Ella es especial. Así que… - Vico me estudió – Me imagino que estás aquí por una razón
-Necesitamos tu ayuda – dijo Emily, antes de que yo pueda responder – Fue mi idea
-Mmm, ¿y, cómo puedo ayudar?
-Lali quiere ir a casa – le dijo Emily
-¿Ella sabe? – Vico me alzó una ceja – Me imaginaba que era algo así. ¿Pero, qué te hace pensar que tengo el poder de llevarte de vuelta?
-Nunca pensé que podrías – dije – Pero esperaba que pudieses mandarme en la dirección correcta. Debe haber algún camino fuera de aquí
-Sabes, la mayoría de personas no quiere dejar el Cielo – dijo Vico – Es como el destino final
-Yo no soy la mayoría. Ya no más. Odio estar aquí.
-No, no lo haces, odias estar sin Peter – corrigió Vico – Pero él terminará aquí algún día
-No quiero ver a Peter de nuevo como un espíritu – dije – Quiero que tener una vida con él…en la tierra
-Bueno, sólo hay una manera de hacer eso – dijo Vico – Tienes que perder tu divinidad

sábado, 17 de noviembre de 2012

Heaven: Capítulo XXIX

Veo gente muerta

Me senté tan rápido que hizo que mi cabeza dé vueltas. ¿Realmente podía estar Gastón aquí? ¿Había venido a sacarme? No había puertas en mi habitación desolada. Gastón se materializó a través de la pared, más luminoso que en su forma terrena.

-Realmente te tienen encerrada – observó él
-Es horrible – dije, contra su pecho – No hay nada. Me estoy volviendo loca. Tienes que sacarme de aquí.
-No puedo
-¿Qué?

Me aparté de él, parpadeando con la sorpresa, sintiendo el dolor en mi pecho.

-¿Entonces, qué estás haciendo aquí?
-Simplemente no puedo llevarte conmigo – dijo, con voz baja – Pero vine a decirte que hay personas que pueden ayudarte
-¿Quién? ¿Eva?
-Mariana, es obvio que ya no perteneces aquí. Hay personas que lo entienden. Tienes que encontrarlas.
-¿Dónde? – pregunté, desesperada - ¿Dónde están?
-Piensa – presionó Gas – Los aliados vienen en todas las formas y tamaños
-¿Simplemente no puedes decirme?
-Sólo quiero que todo vaya bien

Miró alrededor de la habitación con ojos penetrantes, y entendí el mensaje. Él no sabía quién podía estar escuchando.

-¿Entonces, qué debo hacer ahora?
-Juega su juego – murmuró – Sólo juega inteligentemente
-¿Qué significa eso? – presioné
-Estás haciendo un buen trabajo en actuar como una cabeza dura – dijo Gas – Cambios inesperados ponen nerviosas a las personas. Estoy seguro de que entiendes

Me tomó un momento, pero funcionó. Tenía que seguir actuando como loca así no sospechaban nada. Asentí.

-¿Cómo está Peter? ¿Está bien?
-Lo está afrontando
-¿Qué significa eso?
-Lo está afrontando como tú lo estás haciendo
-Dile que lo amo mucho – dije – Dile que nunca he dejado de pensar en él
-Si realmente crees que eso va a ayudar…

Antes de que pueda hacer más preguntas, un corredor brillante se materializó en la pared y Eva lo atravesó, seguida de un par de guarda espaldas. Los labios de Gas se curvaron en una sonrisa.

-Ambos sabemos que no puedes arrestarme, Eva – dijo él – Dejemos de pretender
-Tal vez no. Pero puedo reportarte
-Hazlo. Igual ya me voy
-¿Qué querías? – preguntó Eva
-Quería asegurarme de que ella estuviese bien. Cosa que no está, lo que significa que no estás haciendo bien tu trabajo.

Eva no tenía ni idea de que Gas estaba fingiendo.

-Estoy haciendo lo mejor – dijo ella – No es fácil
-Bueno, sigue intentando – dijo Gas – Ella es un desastre. Y es tu trabajo hacerla reaccionar – se volteó hacia mí – Siento no poder ayudarte más, Lali

Alzó una ceja indicando que era mi momento, tiempo para probar mis habilidades como actriz. Dudé por un momento, intentando buscar la mejor respuesta. Luego caí al suelo, hacia los pies de Gastón y presioné sus tobillos.

-No te vayas – lloré – Por favor, no me dejes aquí
-¿Lo ves? – le dijo a Eva – Necesitas arreglar esto

Se apartó de mi agarre y tomó unos pasos hacia atrás.

-Cuida de ti misma, Mariana – dijo él – Y recuerda quiénes son tus amigos
-Ella no es mi amiga – dije, mirando a Eva
-La sabiduría de Dios es infinita, Mariana. Confía en Su juicio

Gastón me dio una pequeña sonrisa y luego se había ido.

-¿Ayudó el verlo? – me preguntó Eva, acercándose.
-No. Él regresa a la tierra y yo no.
-Lo que te coloca en una mejor posición
-¿Te irás? Ya he tenido suficiente porquería para un día.
-Bueno, eso es honesto – replicó
-Deberías también rendirte – dije – Nunca me vas a gustar

Eva alzó sus cejas antes de alejarse enojada por el corredor. La pared se selló detrás de ella.

Pensé en lo que Gas había dicho, ¿quién podía estar de mi lado en el Cielo? No es que tuviese amigos. Nadie en el Cielo entendía cómo me sentía. Nadie se había enamorado profundamente de amor con un mortal. Pero mientras pensaba en quién podía estar relacionada a mí en el Cielo, con el dolor de nuestra separación, me generó una idea. Emily.

La primera enamorada de Peter, la primera persona con el que él había hecho el amor. Ella había estado con él mucho tiempo, antes de que yo apareciera. Se conocían desde que eran unos bebés, todos en Venus Cove los conocían. Ellos pensaban que se casarían, pero luego fue quemada viva en su cama, asesinada por demonios. Ella había sido separada de él contra su voluntad, tal como yo. Pero, ¿por qué ella querría ayudarme? ¿Podía su alma aún sentir amor por él? Quizás ella estaba contenta de que finalmente estuviéramos separados.

Sólo había una forma de saber eso.

Para encontrar un ángel, se tenía que cerrar los ojos y pensar en esa persona. Cruzando todo el Cielo, las almas, los ángeles, se debía buscar paso a paso y susurrar su nombre.

-Emily – dije su nombre, muy suave – Emily, necesito tu ayuda

Repetí su nombre una y otra vez. Mientras mi mente se volvía más brillante y más enfocada, la habitación blanca empezó a caerse y se abrió un camino. Caminé a través del mismo, sin moveré, como si estuviera siendo arrastrada y cuando llegué al otro lado….estaba en la habitación de Peter.

Al principio estaba confundida y la emoción me golpeó con fuerza. Luego vi a una chica sentada con las piernas cruzadas en la cama y me di cuenta….este era el Cielo de Emily. La habitación de Peter se veía diferente, con fotos antiguas, con fotos de un grupo de amigos que no conocía; Peter tendría unos nueve años. Había fotos de Peter y Emily, los dos con el grupo. El cabello de Peter estaba más largo y claro, estaba delgado y mostraba un rostro de niño pequeño. Aún era hermoso, pero se veía como un niño, tan diferente del hombre en el que se había convertido.

Toda la escena era muy sorprendente. Estaba de pie en una habitación que pertenecía a un niño. Pero esto era hace cuatro años atrás. ¿Cuánto había cambiado en ese pequeño lapso? Miré a las caras de la foto, eran chicos buenos, llenos, que iban a  ver películas y conducían sus bicicletas alrededor del barrio.

-Supongo que no es así como lo recordabas, ¿verdad?

Aunque yo era la que estaba invadiendo el Cielo de otra persona, salté cuando Emily me habló. Yo sólo la había visto en fotos antiguas del colegio. Peter había eliminado todas las que tenía. Emily no era lo que esperaba. Era pequeña con cabello rubio y ojos marrones. Su nariz era pequeña y sus cejas arqueadas, lo que la hacía ver como juzgadora.

.Ey – dije, sintiéndome de pronto incómoda – Soy…
-Sé quién eres – cortó Emily
-Claro – mordí mi labio – Y aún así no estás asustada de verme
-Sip, digamos que estoy enojada contigo
-De acuerdo – dije – Supongo que a nadie le gusta la chica nueva
-No es eso – Emily me frunció el ceño – Él iba a estar con una nueva chica, se iban a casar eventualmente. Lo esperaba también, lo quería
-¿Pero?
-Pero tú malograste todo – dijo – Él iba a estudiar medicina, se supone que iba a conocer a una chica linda y se casarían, y tendrían toda una vida hermosa
-Lo sé – fue todo lo que pude decir
-Lo trajiste a todo este rollo del que nunca podrá salir – dijo ella – No sabes lo mucho que él hizo por mí. Él me empezó a buscar cuando teníamos catorce
-Él nunca habló mucho de ello – murmuré – Él realmente no hablaba de ti…al menos no conmigo
-Es un chico – Emily se encogió de hombros – Reprimen sus sentimientos
-¿Por qué Peter necesitaba buscarte? – pregunté
-Mi papá se fue cuando yo tenía dos – dijo Emily – Luego, en noveno grado, mi mamá perdió su trabajo y casi nos dejó solos, y mi hermana mayor empezó a meterse con las drogas. No tenía nada bueno en mi vida, excepto a Peter. Y después que morí, ya no quería eso para él. Él ya había salvado a la chica con toda la mierda. La siguiente relación se supone que sería diferente, normal.
-Emily, sé que estoy más lejos de lo normal. Y tal vez fui egoísta por dejar que todo esto sucediera, pero no sabía qué tan lejos llegaríamos. Si hubiese sabido todo lo que pasaría, lo hubiese dejado solo. Pero tienes que entender que yo también lo amo.
-No me importa cómo te sientes – dijo Emily – Pero sí cómo él se siente. Y suerte la tuya, él también te ama. Aún estoy enojada contigo, pero no quiero verlo perder a alguien más. Él ya ha perdido demasiado, ¿no crees?
-¿Estás diciendo que me vas a ayudar?
-Estoy diciendo que lo voy a ayudar a él – corrigió – Y si eso significa ayudarte, entonces sí
-Gracias – dije - ¿Y, Emily?
-¿Sí? – alzó la mirada
-Siento lo que te pasó. No fue justo…
-Está bien – dijo Emily, suspirando – Ya no estoy enojada. Lo estuve por un tiempo. Es difícil…no ser capaz de hablar con tu familia. Y luego te das cuenta que la vida continúa sin ti.
-La vida continúa, pero las personas no olvidan – le dije – Tú no has sido olvidada, Emily
-Te equivocas – me dijo, sus ojos amplios con tristeza – Las personas dejan ir…tienen que hacerlo, es la única manera de seguir adelante. Espero que puedas regresar….antes de que Peter te deje ir.

martes, 13 de noviembre de 2012

Heaven: Capítulo XXVIII

Intentaron llevarme a rehabilitación

Las cosas estaban completamente mal en el momento en que regresé. Aunque nunca había esperado un regreso feliz, nunca me había dado cuenta lo que sentiría con este exilio.

Cuando finalmente abrí mis ojos, estaba dentro de las rejas del Cielo. Podía ver a los otros ángeles a mi alrededor, apareciendo como globos de luz, volando de un lado al otro mientras guiaban a las almas y pasaban mensajes a través de cadenas de comunicación en el Reino. Todos parecían tener un propósito, excepto yo. El único lugar a donde quería estar era en la Tierra.

-Mariana – dijo una voz, finalmente – Ahí estás. Bienvenida a casa

Alcé la mirada y vi a una mujer de pie, frente a mí. Llevaba unos lentes y el cabello bien peinado.

-¿Quién eres? – pregunté
-Soy Eva – dijo la mujer, sacando un cuaderno de notas – Ven conmigo

La seguí porque no tenía otra opción. Nos dirigimos hacia una oficina. De pronto, me vi sentada en un asiento cálido, encima de una alfombra blanca. Eva estaba en frente de mí, en una silla marrón, inspeccionándome.

-Así que… - empezó, sonriendo
-Así que… - repetí
-Han pasado varias cosas interesantes, ¿verdad? – Dime, ¿cómo te sientes ahora?
-¿Es una pregunta con truco? – pregunté - ¿Cómo crees que me siento?
-Veo – Eva sonrió de nuevo y escribió un par de notas – Bueno, creo que tenemos un par de asuntos por conversar
-Quiero irme a casa – dije
-No seas tonta. Estás en casa
-¿Quién eres? – pregunté de nuevo – ¿Por qué estoy aquí, hablándote? Si vas a exiliarme, hazlo de una vez
-¿Exiliarte? – repitió, escribiendo su cuaderno – Nadie va a ser exiliado hoy día. Estoy aquí para ayudarte
-¿En serio? ¿Y exactamente cómo lo vas a hacer?
-A través de tus sesiones – replicó Eva
-¿Dijiste sesiones? – pregunté - ¿Vamos a hacer esto regularmente?
-Oh, sí, todos los días. Piensa en mí como tu mentora
-¿Estás loca, verdad? – pregunté, con enojo

Estaba claro que no sabían qué hacer conmigo. Era la primera vez que sucedía algo así y no tenían experiencia. Así que había decidido colocar a Eva, quién se estaba volviendo más irritante con cada minuto que pasaba. Nuestra conversación continuó, ella haciendo preguntas y yo respondiéndolas ya que ella no respondía ninguna de mis preguntas. Mientras que iba apuntando todo en su cuaderno. Después de lo que parecieron horas, finalmente me dejó en paz y dijo que al día siguiente tendríamos otra sesión.

Así que así pasó el tiempo. Lento, aburrido. El estar en el cielo no me dejaba hacer nada. No podía sentir, ni comer, ni dormir. El único propósito de un ángel en el Cielo era servir al Reino y ayudar a las almas, pero yo ya no pertenecía aquí y no tenía ningún trabajo qué hacer. Sólo me quedaba dar vueltas a mi cabeza, pensar en le Tierra, pensar en Peter, en su piel, en su toque, en su olor. En el sabor de la Tierra, las risas de la gente, el color del cielo.

-Me pregunto si Peter ha podido volver a ver a sus padres – dije una vez en una sesión con Eva
-No tiene sentido discutir tu tiempo en la tierra – dijo Eva – Todo está en el pasado ahora

La miré, sentada con su belleza al estilo antiguo. Para darle algo de crédito, ella siempre tenía una respuesta para todo. Pero había algo en ella que no me hacía confiar. No creía que estuviera de mi lado y no me gustaban sus ojos. Ella estaba del lado del orden y yo representaba el caos en su vida.

-Tus memorias no te dejan avanzar. Debes dejarlas ir
-Cállate – le dije y ella escribió algo en su cuaderno – Casi estoy pensando que el Infierno era mejor
-¿Qué dijiste?
-Dije que creo que extraño el Infierno. Al menos ahí había algo qué hacer
-No creo que sepas lo que estás diciendo
-No creo que sepas lo aburrida que eres
-No es aburrido estar en paz – me informó Eva – Ser un ente con una energía cósmica que es más grande que cualquier cosa que puedas entender
-Como sea – murmuré – No quiero ser parte de esto
-¿Quién te está dando una oportunidad? A veces deber confiar en los demás para saber qué es lo mejor para ti. Estamos intentando ayudar.
-¿Por qué aún tengo un cuerpo? – pregunté - ¿Y por qué tú lo tienes? Así no es como recordaba el Cielo
-Estamos haciendo alianzas. Intentando hacer que regreses aquí lentamente. Pensamos que darte un cuerpo por años y luego tomarlo podía generar un daño
-Qué considerada – dije - ¿Estás casada? – Eva frunció el ceño
-Claro que no. No nos permiten casarnos. Ya lo sabes.
-No puedes tenerme aquí para siempre – dije – Voy a encontrar la manera de salir de aquí

Eva se acercó a mí y cuando me tocó algo raro sucedió. Al tomar contacto con mi piel, luces azules parecieron volar y las puntas de su cabello temblaron. Hizo un sonido extraño y se alejó. Antes de que pueda decir nada en mi defensa, dos hombres, que se veían como guardaespaldas, me aplastaron contra sus brazos musculosos. Segundos después, me encontré a mí misma sola y aprisionada en una habitación blanca.

No había nada qué hacer más que recostarme en el suelo y esperar. La blancura se sentía con un peso físico, sofocándome. Así no era el Cielo que recordaba. Yo recordaba pirámides de colores, espacio, libertad, y la sensación que la tierra, cielo y agua sincronizaban perfectamente. Pero ahora solo sentía como si alguien me hubiese metido dentro de una caja muy pequeña.

-Bueno, esperemos que con esto recapacites
-No tengo que recapacitar nada. ¿Por qué no te vas?
-Bien. Regresaré pronto
-Ahórrate la venida – repliqué

Escuché los zapatos de Eva golpear contra el suelo afuera, mientras se alejaba. De pronto, se detuvo.

-¿Qué estás haciendo aquí? – su voz demandaba contra un impostor que no podía ver – Se supone que no deberías de estar aquí
-¿Dónde está?

La voz pertenecía a mi hermano, Gastón. 

Heaven: Capítulo XXVII

Rehén

La noche estaba rodeada de estrellas. La luna iluminaba por completo las calles con un suave brillo. Se sentía bien estar en casa, donde todo se sentía tan familiar, donde cada lugar contenía una memoria atada. Peter y yo caminamos agarrados de la mano, hasta que alcanzamos el puerto donde lo vi por primera vez, donde había estado pescando y mis hermanos me habían insistido en alejarnos.

-Sigue siendo tan callado como siempre – murmuré
-Nada que hacer ni a ningún lugar a dónde ir – replicó Peter – Hasta que llegaste tú
-Claro – ruedo mis ojos – Lo siento
-No lo sientas – envuelve un brazo alrededor de mí y me acerca – No lo cambiaría por nada

Cuando alcanzamos la orilla, me quito mis zapatos y dejo que mis pies se hundan en la arena. Nos sentamos en la arena fría en silencio por un momento. De pronto Peter se pone de pie.

-Vamos – dijo – Caminemos hacia las piedras
-¿En serio? – pregunté, dudando - ¿Estás seguro? No hemos estado ahí hace mucho tiempo
-Exactamente – replicó – Y demasiadas cosas pasaron ahí. Siento que necesitamos…darle un fin o algo. Vamos una vez más y nunca más volvemos
-De acuerdo – me pongo de pie – Trato

Caminamos por la arena hasta que alcanzamos las piedras. Y ahí estamos. Siento como si estuviera al lado de Mariana hace dos años. Casi puedo vernos a los dos, mucho más jóvenes que ahora, sin ninguna idea de lo que vendría después. Éramos una mezcla de emoción y nerviosismo. A pesar del clima cálido, se sentía un poco de frío en esta zona. Me presiono contra Peter y absorbo su calor. Sus brazos se envuelven a mí alrededor. En algún lugar no tan lejano, escuchamos las campanas de la Iglesia dando la hora. ¿Ya era la medianoche?

-Gastón y Rochi se van a enojar – gruño

Peter ríe suavemente mientras acaricia mis hombros.

-Aún piensas como si estuvieras en secundaria – dijo – Ya estás en la universidad y estamos casados. Puedes hacer lo que quieras
-Mmm. Supongo
-Es divertido cómo no tienes ningún problema en enfrentarte a un Siete, pero tus hermanos aún te ponen nerviosa
-¡Dan miedo! – protesté - ¿Alguna vez has visto a Rochi enojarse? Puede lanzar fuego con su lengua
-Eso no da miedo – dijo Peter – De hecho es divertido
-Solías pensar que yo era divertida – digo, bromeando – Siento no tener ningún truco celestial para mostrarte
-Sip – Peter sacude su cabeza – Es bastante decepcionante. Realmente necesitas ponerte las pilas
-Oh, en serio – cruzo mis brazos – En ese caso no hay nada de amor para ti esta noche
-Qué rápido ya estás usando el sexo como un arma – dijo Peter – Dos pueden jugar ese juego
-Tú no puedes aguantar sin sexo, eres hombre
-Con un montón de voluntad – se burla – Te apuesto a que tú pierdes primero
-Por favor – bufo – Soy un ángel

Peter me guiña un ojo.

-Resulta que yo también lo soy.

***

-Vamos – cojo la mano de Peter – Ya son más de las doce, realmente deberíamos de regresar

Peter acuerda y se levanta para sacudir su pantalón. Justo estábamos reuniendo nuestras cosas cuando un sonido crujiente, como una docena de objetos eléctricos, llena el aire. De pronto, toda la playa se enciende, como si alguien estuviera lanzando fuegos artificiales. Los Siete. Todos vestidos con trajes negros, están dispersos por toda la playa.

-Hola de nuevo – Hamiel se acerca a nosotros, con sus brazos cruzados
-¿Estás de vuelta? – pregunté - ¿En serio? Pensamos que estarías cansado de jugar al gato y al ratón

Ya no era capaz de sentir algún tipo de miedo cerca de él, sólo sentía puro odio. Pero, Hamiel tenía algo más en mente. Hizo un gesto hacia uno de los Siete, escondido entre las sombras; cuando se dio a relucir, llevaba en manos a un chico. Estaba descalzo y un saco cubría su rostro.

-¿Qué diablos…? – dijo Peter - ¡Simplemente no puedes involucrar a extraños aquí! Déjalo ir
-Pero si él no es un extraño – replicó Hamiel, acercándose al chico y quitándole el saco

Al principio no lo reconocí, era un conjunto de cabello y una nariz ensangrentada. Pero era la misma figura que hace mucho no veía; era Bautista Lanzani, el hermano menor de Peter.

-¿Bauti? – el rostro de Peter se quedó sin color y empezó a acercarse hasta que uno de los Siete cogió a su hermano por la garganta
-No te muevas – mandó Hamiel
-De acuerdo – susurró – Sólo no le hagan daño
-Pitt – gritó Bauti - ¿Qué sucede?
-Está todo bien Bauti – replicó Peter – Todo va a estar bien. Te lo prometo
-¡Suéltenme! – empezó a chillar Bauti, intentando zafarse
-Quédate en silencio, Bauti – murmuró Peter – Sé inteligente
-Peter, ¿qué está pasando? – gritó - ¡Me están haciendo daño! – volvió a gritar cuando la agarraron fuerte por los brazos
-¿Qué quieren? – chilló Peter - ¡Dime lo que quieren!
-Queremos que ustedes dos se separen – dijo Hamiel – Eso es lo que siempre hemos querido
-¿Así que están pidiendo que nunca nos volvamos a ver? – preguntó Peter, como si fuera la cosa más estúpida que había escuchado
-No – dijo Hamiel, sacudiendo lentamente su cabeza – Debes venir con nosotros
-Bien – Peter no dudó y yo sentí mi corazón como piedra – Iré contigo. Sólo suelta a mi hermano
-Tú no – Hamiel apuntó un dedo hacia mí – Ella
-No – Peter dijo, enojado – A ella la dejas en paz

Lo noté intentando buscar una solución. Pero era algo imposible, escoger entre su hermano o su esposa. Pero yo no lo iba a dejar escoger. Y no podía dejar que su hermana salga lastimada. Él ya había perdido demasiadas personas y había dejado morir a muchas.

-¡No! – repitió Peter – No ella. Llévame a mí. ¿Por favor?
-No podemos
-¿Por qué?
-Porque tú eres uno de los Elegidos. Nuestro Padre tiene grandes planes para ti. No podemos interferir. Si lo hacemos, las consecuencias serán severas
-Ella es mi esposa – dijo Peter, dando un paso hacia adelante – No puedes llevártela

En respuesta, Hamiel sacó una espada brillante de su chaqueta y la recostó en la garganta de Bauti. Él soltó un chillido que se convirtió en nada cuando uno de los Siete colocó una mano en su boca. Pero sus ojos estaban abiertos y con pánico. Peter cubrió su boca como si fuera a vomitar. Había demasiada angustia en sus ojos que no podía soportar.

-Suficiente – esta vez hablé yo, dando un paso hacia adelante – Eso es suficiente. Soy tuya – le dije a Hamiel – Me rindo

Detrás de mí, escuché a Peter lanzar un sonido fuerte, entre un gruñido y un lamento.

-No – susurró – Lali, no
-Primero suelta al chico – dije, intentando mantener la calma – Déjalo ir e iré contigo
-¿Por qué, no confías en mí?
-Para nada
-Vivimos junto a un código de honor. Los soldados del Cielo seguirán el acuerdo. Sin embargo, no sabemos si lo mismo vendrá de ti. ¿Cómo podemos estar seguros de que no estás mintiendo?
-Porque sé que lo matarías en un segundo. Así que tú ganas. Déjalo ir, ¿de acuerdo? No voy a intentar nada.

Hamiel consideró esto por un momento y luego asintió hacia los Siete que sostenían a Bauti. Lo soltaron y él corrió hacia Peter, colapsando en sus brazos. Peter devolvió el abrazo, aliviado, pero sus ojos aún estaban enfocados en mí.

-¿Qué crees que estás haciendo? – soltó Hamiel cuando caminé hacia Peter
-Sólo dame un minuto para despedirme – dije – Sólo un minuto
-Hazlo rápido

Fue el minuto más largo de toda mi vida. Estando de pie ahí, mirándolo, realmente se sintió como si el mundo hubiese llegado a un final. Al menos el mío. Aquí fue donde empezó todo. Tomé su mano, intentando memorizar cada sensación de su piel contra la mía e incliné mi cabeza para gentilmente besar el frío metal de su anillo de boda.

-Lali… - empezó
-Shh… - presioné un dedo contra sus labios – No digas nada. Sólo quiero que sepas que te amo

Dejé que mis manos corran a través de su cabello una última vez. Nunca había notado cuántas sombras de verde había en sus ojos. Sus lágrimas se veían como un conjunto de cristales en sus mejillas.

-No puedo perderte de nuevo – dijo Peter
-No me perderé – le dije – Siempre estaré observando. Seré tu ángel guardián
-No – su voz era suave y chocada por las lágrimas – Esta no es la forma que se supone que sería
-Siempre supimos que no podríamos estar para siempre – no podía dejar que Peter notara lo que esto me estaba costando. Él ya estaba sufriendo demasiado.
-Encontraríamos una manera – dijo Peter – Íbamos a pelear
-Lo hicimos – dije, suavemente – Simplemente no ganamos esta vez
-Por favor – dijo, cerrando sus ojos – No me hagas esto. No puedo seguir adelante sin ti
-Si me necesitas, cierra tus ojos – susurré, sintiendo mi corazón partirse en dos – Me encontrarás en el lugar blanco

Los ojos de Peter de pronto se abren y me coge por los hombros tan fuerte que duele.

-Tienes que encontrar una manera de volver.
-Lo haré – dije, intentando darle esperanza
¿Cómo iba a encontrar una manera de volver del Cielo?
-Promételo – dijo – Prométeme que encontrarás una manera de regresar a mí
-Lo prometo – susurré – Si hay una forma, la encontraré

La voz de Hamiel corta el momento como una cuchilla.

-Terminó el tiempo – dice, fríamente

***

Imágenes del pasado empiezan a reproducirse en mi mente. Veo mi descenso en Venus Cove, mi antigua habitación en Byron, Cande llorando, Benjamín riendo, Rocco durmiendo en mi cama. Veo a mis hermanos llenos de luz. Veo las llamas del Infierno y los cuerpos. Y luego veo a Peter: Peter en la playa, Peter sentando en un juego, Peter en la clase de francés con su media sonrisa. Lo veo en mi patio y luego de pie en el altar, esperándome.

Sabía que estaba sosteniendo las manos de Peter, pero de pronto éstas ya no están ahí y mis manos se alzan en el aire. El suelo debajo de mí empieza a moverse y veo una luz brillante a la distancia. Todo a mí alrededor se vuelve borroso y me desvanezco como una fotografía que está siendo rota. La luz se está volviendo más brillante, absorbiendo todo a mí alrededor. Pronto me absorberá a mí también.

Sabía que la tierra estaba muy lejos de mí y que el cielo se estaba abriendo para darme paso. Esto era. El momento que había estado esperando desde que pise el suelo de la tierra. Estaba yendo a casa.