domingo, 28 de octubre de 2012

Heaven: Capítulo XVI

Los durmientes y los muertos

Rochi y Gas alzaron a Peter y lo cargaron hasta la oficina vacía cerca de la sala de lectura. Lo colocaron gentilmente encima de un suave sofá, mientras mi hermano regresaba para enfrentar a los estudiantes traumatizados. Yo mantuve mi mirada fija en Peter, observando su cuerpo inerte y sus manos sin vida. Su corazón ya se había detenido, pero tal vez aún había tiempo de hacer algo antes de que su alma deje su cuerpo. Estiré mis muñecas rotas hacia Rochi y con un toque, ella las arregló. Inmediatamente, me puse a trabajar con Peter. Desabotoné con fuerza su camisa, rompiendo los botones, antes de empezar a intentar mandar energía, intentando revivir su corazón. Pero, mis manos estaban temblando y estaba tan nerviosa y asustada, que no podía concentrarme.

Miré con pánico a Rochi. ¿Qué estaba esperando? ¿Por qué no hacía nada? Yo sabía que ella era la única capaz de ayudar a Peter. Me cambié de posición, sentándome en el sofá y colocando la cabeza de Peter en mi regazo. Mientras retiraba el cabello de sus ojos, noté que el color de la muerte ya se estaba esparciendo por su hermoso rostro. Miré a Rochi, implorándole.

-¡Haz algo! – rogué
-No sé qué hacer. Él ya se ha ido
-¡Qué! – casi le grité - ¡Has hecho esto antes, has traído de vuelta a gente! ¡Te he visto hacerlo!
-Personas que estaban cerca a la muerte – dijo mi hermana – Pero él ya la pasó…
-¡No! – grité, inclinándome y golpeando el corazón de Peter

Lágrimas calientes empezaron a correr por mis mejillas, cayendo en su pecho.

-Tenemos que salvarlo. No puedo dejarlo morir
-Mariana – empezó Rochi, mirándome como una madre
-No…. – la interrumpí – Si él muere, yo también
-De acuerdo – dijo, suspirando

Rápidamente, cerró sus ojos y empezó a invocar silenciosamente.

-No está funcionando – dijo, al cabo de unos minutos, sorprendida
-¿Por qué? – pregunté, débilmente
-O me quede sin energía o Peter se está resistiendo
-¡Inténtalo de nuevo!

De pronto, noté otra presencia en la habitación. Me volteé para encontrar al mismo Segador que había aparecido en nuestra boda. Estaba en la puerta, inclinando su cabeza y golpeando su pie impacientemente contra el suelo.

-Lo siento, ¿se me acabó el tiempo? – soltó - ¿Debo venir más tarde?

No tenía tiempo para sus conversaciones sarcásticas.

-¡Ni se te ocurra acercarte! – le advertí, mientras todo el cuerpo de Rochi temblaba, intentando revivir a Peter
-Eso no sirve – dijo el Segador - ¿No puedes verlo? Su alma se ha desprendido
-Devuélvelo – lloré - ¡Aléjate de él!
-Siempre haces que me vea como el chico malo – suspiró el Segador
-Por favor, no te lo lleves – rogué – Dile que lo necesito, dile….
-¿Por qué no se lo dices tú misma? – dijo el Segador y noté su mirada que se enfocaba al final del sofá

Alcé mi mirada y mi boca se abrió ante la sorpresa. No era más que una sombra, pero estaba en frente de mí. El espíritu de Peter estaba al pie del sofá, viéndose perdido, como si intentara encontrar su camino. Sollocé tanto que Rochi saltó y el Segador rodó sus ojos. Rochi miró hacia el espíritu, quién estaba de pie, sin moverse.

-¿Peter? ¿Puedes escucharme? Necesitas volver. Este no es tu tiempo

El espíritu de Peter la miró sin comprender y luego miró hacia el Segador.

-¿Seguro que no quieres venir conmigo? – preguntó el Segador – no te preocupes, puedes confiar en mí, soy un profesional – Rochi le lanzó una mirada furiosa – Ey – protestó el Segador, burlándose – este trabajo te vuelve viejo. ¿Por qué no me dejas divertirme un rato?

Sabía que Peter estaba entre el mundo de los vivos y los muertos. Era una transición difícil de tomar.

-Mírame – dijo Rochi – Sabes quién soy yo, puedes confiar en mí. Te regresaré a la vida que conocías

Cuando sus dedos se conectaron con los suyos, fantasmales y pálidos, Peter se vio confundido y tomó un paso hacia atrás.

-Puedo hacer que se vaya todo el dolor – dijo el Segador, sonriendo – Todos los problemas. Te llevaré a un lugar donde no tendrás que preocuparte de nada. No más muertes, no más destrucción, no más sufrimiento. Todo lo que tienes que hacer es seguirme
-¡No lo escuches! – chillé – Te necesitamos aquí – continué – Sólo toma mi mano. Te enseñaré lo fácil que es

Pero, Peter se veía más perdido que nunca. En cualquier momento podía perderlo. De pronto, sentí los labios de Rochi en mi oído.

-Sólo tú puedes ayudarlo ahora. ¡Hazlo!

Inmediatamente, corrí y me coloqué en frente del espíritu, mis manos en mi cadera.

-Me vas a escuchar, Peter Lanzani – grité – ¡Ni siquiera se te ocurra dejarme! ¿Qué pasó con él “estamos juntos en esto?” Teníamos un pacto: A dónde sea que vayas, yo iré. Si mueres ahora, tendré que encontrar una forma de seguirte. ¿Estás intentando matarme? Si no regresas a mí ahora mismo, jamás te perdonaré. ¿Me escuchas? ¡No puedes dejarme aquí sola!

El espíritu me miró por un momento y luego estiró sus manos hacia mí.

-Vamos – susurré – Regresa

Cuando los dedos de Peter se conectaron con los míos, eran sólidos y fui capaz de estrecharlos fuertemente. Lentamente, lo alejé del Segador y de regreso al sofá, donde yacía su cuerpo sin vida. Fue ahí cuando Rochi hizo su trabajo. Colocó sus manos en la cabeza de Peter y una luz surgió a su alrededor. Luego, Rochi cayó de rodillas y alzó sus manos al cielo. Hubo un brillo de luz y luego se desvaneció, llevándose el espíritu.
En el sofá, Peter soltó un gemido como si hubiese estado debajo del agua y acababa de salir al superficie. Sus ojos se abrieron y un gruñido se escapó de sus labios. Sollozando, me lancé encima de él, mis brazos alrededor de su cuello, sin poder alejarme.

-Ustedes ganan – se quejó el Segador, antes de desaparecer
-Está bien, Lali – dijo Rochi, notando que Peter seguía desorientado – Va a estar bien – repitió mi hermana, entregándome papel para secarme las lágrimas
-¿Lali? – preguntó Peter, sus ojos intentando enfocar
-Estoy aquí – le dije
-¿Estás bien? ¿Estás herida?
-Estoy bien mientras tú lo estés – dije, recostándome a su lado - ¿Cómo te sientes?
-Mi cuerpo se siente raro – dijo Peter y automáticamente me levanté, asustada
-Relájate – dijo Rochi – Es completamente normal. Solo necesita relajarse

Peter murmuró algo incoherente antes de cerrar sus ojos y quedarse dormido. Envolví mis brazos alrededor de su cuerpo, sintiendo su calidez. Y me hice una promesa: mientras yo viva y sin importar el costo, nunca dejaría que nadie más le haga daño.

***

Gastón se encargó de todos los estudiantes, de cambiar un poco los acontecimientos de los hechos y tranquilizarlos. Mientras tanto yo me mantuve rezándole a mi padre, agradeciéndole por dejar regresar a Peter. Luego del incidente, decidimos establecernos en un hotel, lejos del ataque de los Siete.

-Apártense de la bestia – Peter abrió sus ojos
-Bienvenido – dijo Gas

Peter lo miró son reconocerlo. Sus ojos estaban desorbitados. Toqué su frente y me di cuenta que estaba quemando.

-La bestia está alzándose – dijo Peter
-¿Qué sucede? – demandé
-No estoy seguro – dijo Gas – Está diciendo frases de la Biblia
-Está bien, Pitt – dije – No hay ninguna bestia. Estás a salvo aquí

Peter se recostó de nuevo contra las almohadas, su pecho empezando a sudar. Hizo sonar sus dientes, como si estuviera sufriendo de dolor.

-Lali, no – agarró mi mano – Tienes que irte. ¡Vete, ahora! ¿Prométeme que lo harás?
-Los Siete se han ido – dije, calmadamente – Gastón y Rochi se encargaron de ellos. No volverán por un tiempo
-¿Por qué no lo entiendes? – de pronto Peter se puso de pie, con alarma en sus ojos – Nadie está a salvo. Él está aquí
-Rochi, ¿de qué está hablando? – miré a mi hermana - ¿Qué pasa con él?
-Tranquila, Lali. Dale un minuto. Creo que está desorientado. Estuvo muerto, ¿recuerdas?

Peter intentó caminar y el color de su rostro se esfumó. Se balanceó peligrosamente e intentó agarrarse de algo para no caer.

-Tranquilo – dijo Gas, preocupado – No hay prisa

Peter nos miró a cada uno en completa confusión. Luego, de pronto, su rostro se suavizó.

-Bueno, eso fue divertido. ¿Podemos hacerlo de nuevo pronto?

Al principio no sabía de dónde venía ese tipo de voz. Había escuchado a Peter ser sarcástico antes, pero ni siquiera sonaba como la misma persona. Toqué su rostro y la alejé. La suavidad se había ido, como si alguien lo hubiera remodelado. Sus mejillas estaban más callosas y nunca lo había visto entrecerrar sus ojos de una manera tan burlona. Mis hermanos se miraron, sin entender.

-¿Qué? ¿Qué está pasando? -  los miré, pero no dijeron nada
-¿Te sientes bien? – preguntó Gas, gentilmente

Parecía que él creía saber qué sucedía, pero quería estar seguro por completo.

-¡Nunca mejor! – Peter sonrió

Se deslizó fuera de la cama y se sentó en el sofá, sin dejar de mirar a mi hermano.

-¿Peter?

Su sonrisa se esfumó y su mirada se posó en mí.

-Debería ir a correr – dijo Peter, flexionando sus brazos y empezando a mover su cuerpo

Él no era hiperactivo. No lo reconocía de esta manera, comportándose como un tigre en una jaula.

-Tal vez deberías recostarte – dije, acercándome
-Lali, no – me advirtió mi hermano
-No, no quiero recostarme – dijo Peter, su voz tan fría que me dolió

Tomé otro paso hacia él y sentí los dedos de Gas moviendo mi hombro. Lo miré.

-Peter nunca me hará daño – protesté
-No – dijo Gas – Peter no lo haría
-Simplemente está confundido – dije, en voz alta

Esto tenía que ser una reacción al stress extremo. No podía ser otra cosa. Pero, ¿qué le pasaba? La hostilidad en su voz era horrible. Era difícil de ignorar la forma en que me miraba, como si fuera su peor enemigo.

-Debe haber algo que pueda hacer – suspiré, intentando aguantar las lágrimas
-De hecho, sí lo hay – dijo Peter, hablándome formalmente, como nunca

Caminé hacia él, hacia el sofá. Colocó su manos en mi rostro, estudiándome como si me viera por primera vez.

-Dime qué puedo hacer – repetí

Peter colocó su boca en mi oreja.

-Puedes alejarte de mí – susurró – pequeña perra

Y luego lo supe. La voz hablándome a través del cuerpo de Peter no era él. Yo sabía quién era. No había cambiado desde la última vez que la escuché, en aquel lugar que desesperadamente quería olvidar.

Era la voz de Lucifer. 

sábado, 27 de octubre de 2012

Heaven: Capítulo XV

Clase perdida

Hamiel sonrió, sus dientes blancos contra el tono de su piel. No había sorpresa, sino victoria en su expresión. Empezó a aplaudir y los Siete se detuvieron, volteándose hacia él y esperando las instrucciones. Eran como perros entrenados, actuando ciegamente ante los comandos de su maestro. Él tan solo necesitaba decir la palabra y terminarían conmigo.

Sentí un suave movimiento por mi hombro y luego Peter apareció a mi lado. Casi podía sentir mi corazón rompiéndose mientras él tomó su lugar a mi lado. Más que nada quería que él estuviera a salvo, pero debí saber de que él nunca me dejaría enfrentar esto sola. Quería llorar, pero no iba a mostrar debilidad en frente de Hamiel. En lugar de eso, me estiré y cogí la mano de Peter, entrelazando mis dedos y sosteniéndolo fuerte.

-Ustedes deberían de salir más – dijo Peter – Y en serio, ¿por qué las máscaras? Vamos, no estamos en la película Scream

Hamiel entrecerró sus ojos. Evidentemente, no esperaba esta reacción por parte de nosotros, y aunque no cambió de expresión, pude notar la ira en sus ojos negros.

-¿Quién te crees que eres?

Peter se encogió de hombros.

-Estoy con ella
-He escuchado – dijo Hamiel
-¿Entonces, qué vas a hacer con ello? – pregunté

Hamiel sonrió.

-Estás por descubrirlo

La habitación se puso en completa oscuridad, resultando en más gritos de terror de los estudiantes. Peter y yo nos agarramos el uno al otro, listos para soportar lo que se viniera. Estábamos preparados para el dolor, la soledad, el vacío, incluso la muerte si es que íbamos a enfrentarlo juntos. Cuando las luces regresaron, sentí que ando no andaba bien. Hamiel se veía enojado, casi confundido. Él no había causado aquello. Fue ahí cuando vi a Gastón, de pie en el centro del salón, su cabello brillando al igual que todo su cuerpo. Durante varios minutos nada pasaba, mientras Gastón y Hamiel se miraban uno al otro, mientras polvo se situaba alrededor de ellos. Los Siete, quiénes estaban alrededor, se quedaron de pie, como estatuas.

-No tienes ninguna autoridad para invadir este lugar – finalmente dijo Gas – Tu presencia aquí está injustificada
-Así como la tuya, hermano – dijo Hamiel – Dime, ¿cómo se siente el Cielo sobre los traidores en estos días?
-Proteger a los inocentes no me hace un traidor. Dime, ¿bajo instrucciones de quién estás actuando?
-Trabajamos para servir al Reino
-No me mientas. Él nunca concebiría esto
-Ese ángel – dijo Hamiel, apuntándome – ha roto las leyes. Sus acciones no serán exoneradas
-Y las tuyas tampoco – dijo Gas – Y, tú no serás quién los juzgue a ellos
-No tienes ninguna autoridad aquí – replicó Hamiel
-Sabes que puedo destruirte
-No lo dudo, pero no sin incurrir en pérdidas humanas. Y sé lo mucho que eso te molesta
-Entonces abre las puertas y deja salir a los que no están involucrados
-Muy tarde. Todos deben perecer

Algunos estudiantes empezaron a llorar y rogar por piedad. Otros cerraron sus ojos, deseando que esto forme parte de una pesadilla.

-Estas personas son inocentes
-Tu cariño por ellos te ha debilitado. Te sugiero que dejes de pensar en ellos y te preocupes por tu propio futuro. ¿En realidad vas a detenerme?
-Sí. Te arrepentirás de esto

Mientras hablaba, una esfera brillante apareció en el aire a su lado y empezó a convertirse en una figura. Supe entonces que era Rochi. Hamiel retrocedió y Rochi alzó su mano y de su palma, luces empezaron a saltar hacia el aire, conectándose con cada Siete y chocando contra ellos. Ellos, empezaron a retroceder, intentando pelear, hasta que empezaron a desaparecer uno a uno por el hueco que se había formado en el techo. Sólo quedaba Hamiel, a solas.

-Te destrozaré – gruñó

Rochi alzó una ceja.

-¿Con qué ejército?

Hamiel apretó sus dientes y se acercó como un animal a punto de matar. Luego, sin advertencia, buscó dentro de su túnica y sacó un cetro. 

Cetro

Todo sucedió tan rápido que no pude reaccionar. Él sabía que no podía tocar a mis hermanos, pero podía castigarlos a su modo. Apuntó el cetro hacia una chica y vi como ella intentaba esconder su cara. Un chico a su lado, lanzó su cuerpo, protegiéndola y cuando la energía que emanaba el cetro chocó contra su cuerpo, escuché el mismo sonido cuando una carne se cocina en una parrilla. Sus brazos cayeron sin vida hacia su costado y yo contuve un grito. Cuando, cayó contra la carpeta, me di cuenta que él era mi amigo, Sebastián. Sus ojos estaban abiertos y mirando sin vida hacia el techo. Pero sabía que no había habido miedo en ellos, sino convicción. Peter se quedó mirando el cuerpo de su mejor amigo en el suelo.

-¡Maldito seas! – gritó

Pude ver a Gas a punto de romper todo. Rochi parecía estar más calmada, pero furiosa al mismo tiempo. Ella cerró sus ojos y cuando los abrió de nuevo, lanzó fuego contra Hamiel, quién intentó evitarlos. Gastón se preocupó por proteger a los estudiantes, creando una bola protectora alrededor.

Quería utilizar la energía que estaba dentro de mí, pero estaba tan sorprendida por lo que había pasado que no podía hacer nada. Cuando Hamiel me alcanzó, tan solo envolví mis brazos a mí alrededor. Él cogió mis muñecas y las dobló hacia atrás, rompiendo los huesos. Hamiel me lanzó y volé como un pedazo de papel, a través de las mesas, mi cabeza golpeando contra la madera. Los brazos de Gastón estuvieron alrededor de mí en un instante, alzándome. Mi cabeza estaba dándome vueltas pero aún así era capaz de recordar lo que era importante.

-Peter – susurré, intentando liberarme de los brazos de Gas
-¡Lali!

Él se había olvidado de la presencia de Hamiel, preocupado por mi seguridad. Él estaba al otro lado de la habitación y no podía alcanzarme. Vi que Hamiel se apareció detrás de Peter, una expresión hambrienta en su rostro. La victoria había llegado rápido y más fácil de lo esperado. Había tantas cosas que quería hacer: rogar, gritar para que Peter corra, pelear. Pero cuando abrí m boca todo lo que salió fue un chillido porque todo lo que significaba para mí en este mundo estaba a punto de ser robado. Los ojos de Hamiel encontraron los míos y sonrió satisfecho antes de apuntar con su espada la espalda de Peter.

Peter se detuvo y sus manos se colocaron en su corazón. La confusión se registró en su rostro por un momento mientras lentamente se arrodillaba. Sus ojos aún miraban los míos y luego noté la sorpresa, luego dolor, luego la nula expresión de la aceptación. Un momento después, sus piernas dejaron de funcionar y cayó al suelo.

Grité tan fuerte, que mis pulmones me dolieron. Había sucedido tan rápido, que casi ni lo recordaba. Sentí mi corazón dejar de latir mientras veía como la luz de sus ojos desaparecía. Rochi se dirigió hacia Hamiel, una mirada de desafío y muerte. Pero el líder de los Siete desapareció por el hueco del techo en menos de un segundo. Lo último que vi fue su túnica envolverse alrededor de él y la sonrisa de triunfo en su rostro.

Gastón aún me sostenía con fuerza, pero mis alas se abrieron con tal fuerza que lo golpeé hacia tras y me llevaron hasta dónde estaba Peter. Coloqué mis manos inútiles y rotas encima de su pecho y lo sacudí, sin importarme el dolor. Sentí a mis hermanos a mi lado, hablando rápidamente con el otro, pero yo no podía registrar sus palabras. Me sentía como si estuviera lejos, muy lejos. Mi cerebro se rehusaba a comprender lo que había sucedido. Todo lo que podía sentir era un hueco en mi pecho. Gastón colocó una mano en el cuello de Peter, buscando pulso. Lo vi mirar a Rochi y casi sacudió su cabeza. Esto no podía ser real, pero en fondo sabía que lo era.

Peter estaba recostado contra su espalda, su rostro perfecto tan hermoso y aún tan duro. Sus ojos verdes que amaba tanto miraban ciegos el techo. Toqué su mano, que aún estaba cálida y sentí el familiar clic cuando nuestros aros de matrimonio hicieron contacto. Pero cuando lo sacudí fuerte, él no respondió. Cuando repetí de nuevo su nombre, una y otra vez, no había respuesta. Cuando coloqué mi mejilla contra la suya y lloré para que vuelva a mí, me di cuenta que ya no podía alcanzarlo.

Hamiel lo había matado deliberadamente frente a mis ojos. Peter se había ido.

viernes, 26 de octubre de 2012

Heaven: Capítulo XIV

Confrontación

-Te acompaño hasta tu clase – se ofreció Peter

Yo estaba usando su polera enorme que me llegaba hasta mis rodillas. De hecho, tenía que estar alzándola cada cierto tiempo para que se notara que llevaba shorts abajo.

-No tienes que
-Está en el camino
-¿Podemos ir a comer más tarde? – pregunté
-Claro. ¿Por qué no traes a Cande?
-¿En serio? ¿En serio quieres que lo haga?
-No – dijo él, suspirando – pero no podemos ser nosotros dos solos todo el tiempo. Tenemos que tener cuidado con eso
-Ya no tenemos tiempo para nosotros solos – gruñí
-Pronto tendremos tiempo. Un montón de chicos se irán este fin de semana
-¿Por qué?
-Hay un partido de fútbol

Suspiré, sin poder entender por qué el fútbol era tan importante siempre. Caminamos hasta la sala de lectura, donde algunos chicos ya se estaban sentando y abriendo sus laptops, otros hablando mientras esperaban a que llegara el profesor. Noté que Peter no tenía apuro en irse.

-¿Así que iré a buscarte cuando termine? – pregunté
-Puede que me quede aquí si no hay problema. Quiero ver cómo es tu clase
-¿No tienes un grupo de estudio?
-Estoy seguro que lo podrán hacer sin mí
-¿Pasa algo?
-Nop, sólo que no tengo ganas de dejarte ahora

No discutí. Sabía a qué se refería. Después de nuestra última conversación con mis hermanos, yo también quería mantenerme cerca de Peter. Si algo estaba por suceder, quería que estuviéramos los dos para enfrentarlo. Así que caminamos y nos sentamos en la primera fila.

***

Finalmente, no tuvimos ninguna duda de que los Siete estaban dispuestos a atacar en un lugar público, eso nos confirmaba su poco interés por la vida humana. El cielo se nubló de pronto, seguido de un sonido, como un murmuro conocido. Me molestaba tanto, que lo escuchaba por encima de la voz del profesor. Y, cuando alcé la mirada, noté que todo el techo se estaba moviendo como gelatina. Ahí fue cuando la puerta se abrió y lo vi: un caballo blanco bufando y golpeando su pie contra el suelo. Agarré a Peter, colocando mi mano encima de la de él en mi mesa. Los otros estudiantes miraban curiosos a la puerta, inconscientes de su presencia. Los caballos aparecían sólo a aquellos quienes entendían su significado.

-Han vuelto, susurré - Peter…son ellos

Apenas dije esas palabras, figuras enmascaradas aparecieron como fantasmas en la habitación. Sus manos y pies estaban debajo de túnicas negras. Sus máscaras tenían huecos en los ojos, pero detrás, solo se veía la negrura. Ni siquiera tenían otro hueco para poder respirar, porque no eran de este mundo. Había una docena de ellos.

Sentí a Peter ponerse rígido a mi lado. Los otros estudiantes se pusieron de pie y apuntaron, algunos preocupados, otros intrigados, y otros riendo, pensando que se trataba de algún tipo de broma. En el siguiente movimiento, Peter estuvo fuera de su asiento y jalándome hacia abajo, intentando que no me vean. Estaban tan cerca, ¿era posible que no me hayan visto? Desde mi posición, sólo podía ver apenas de lo que estaba sucediendo. Escuché a Peter ponerse a cargo, diciéndole a la gente que se mueva.

-¡Salgan! – gritaba – No están a salvo aquí. ¡Corran!

Cada uno reaccionó diferente. Algunos se rehusaron a salir, determinados a ver qué sucedería. El profesor se quedó con la boca abierta intentando comprender algo. Los Siete estaban bloqueando las salidas y se veían completamente inamovibles. Otras personas, sobre todo chicas, nos imitaron y se escondieron debajo de las carpetas, mientras limpiaban las lágrimas de sus mejillas.

Los Siete escucharon la voz de Peter y empezaron a avanzar hacia nosotros. No podían vernos, eran como animales ciegos, que se guiaban de los sentidos para cazar. Pero, no sabía que utilizaban para detectarnos. ¿El olor, la voz, la vibración de nuestras almas? Lo único que nos quedó, fue mantenernos uno al lado del otro, respirando hondo e intentando no mover ni un músculo.

Los Siete sacaron largas espadas de metal que brillaban. Ahí fue cuando los estudiantes entraron en pánico, empezaron a correr en todas las direcciones y cubrían sus rostros con libros. Uno de los Siete pasó por la mesa donde yo estaba escondida, tan cerca que podía olerlo. La espada parecía emitir algún tipo de sensor y el Siete empezó a mover la espada por el suelo. No tuve tiempo de apartar la mano y la espada me tocó. Sentí como me quemaba profundamente la piel. Me mordí el labio para evitar llorar y sentí mis ojos empezar a llenarse de agua. Un momento después, el Siete se movió y el sensor de la espada continuó parpadeando…sólo que ahora se estaba acercando al tobillo de Peter. Él respiró profundamente, esperando enfrentar el dolor, pero nada sucedió. El sensor pasó sobre él, tan indefenso. Me di cuenta entonces, que las espadas estaban diseñadas para mí, para encontrar mi escondite. Si uno entraba en contacto directo conmigo, yo aguantaría hasta tener que gritar de dolor y revelar mi identidad.

-Sal, sal de donde sea que estés – empezó Hamiel, el líder de los Siete – No puedes esconderte para siempre

La mano de Peter se enrolló en la mía y yo volteé apenas mi cabeza para mirarlo. No podía hablar, pero sus ojos verdes brillantes sostenían todas las palabras no dichas. Su mano se estrechó y supe lo que estaba diciendo. No te atrevas. Ni siquiera pienses en rendirte.

Hamiel no iba a ser paciente por mucho tiempo. Si no rendía, no tenía ninguna duda de que degollaría a cada persona en la habitación hasta encontrarme. La mirada de Hamiel se concentró en una chica que estaba cerca. Ella gritó ante su presencia, mientras él la alzaba y la agarraba del cuello como si fuera un perro. Hamiel la mataría si es que yo no salía. La regresó al suelo y apunto la espada contra su cuello. Él estaba jugando con nosotros. Todo lo que tenía que hacer es poner un poco más de fuerza y ella estaría muerta en un instante.

Era momento de actuar. Solté mi mano y me incliné para besarle la mejilla a Peter. No tenía opción, no iba a permitir que una chica inocente muera por mí. Después de todo, aún era un ángel y mi trabajo era proteger la vida humana. No me había olvidado de ello. No podía hablarle a Peter y arriesgar el exponerlo a él también, así que le di una mirada que esperaba que dijera todo lo que sentía por él. Era difícil apartar la mirada, se sentía como si estuviera dejando atrás mi propio cuerpo. Me dolía el pecho ante la idea de dejarlo, pero no podía dejar morir a la chica. Ahora tenía que ser fuerte, así que salí de la mesa y crucé mis brazos a la altura de mi pecho.

-Hola – le dije a Hamiel - ¿Me estás buscando?

Heaven: Capítulo XIII

Aquí viene la novia

Cuando María Elena se despertó a la mañana siguiente, yo la estaba esperando con una taza de café y una tostada. Me sentí mal por haberla asustado la noche anterior, aunque sabía que no lo recordaría. Se despertó con un bostezo y enterró su cara en la almohada.

-¿Qué hora es?
-Cerca de las doce – respondí - ¿Cómo te sientes?
-Como si me hubiera atropellado un bus – respondió - ¿Qué sucedió?
-Te pusiste enferma – mentí
-¿Estuve tomando? – ahí estaba, el alcohol sonaba como una buena explicación
-Sí – dije – Eso creo
-Caray, me debo de haber puesto muy mal – dijo – No recuerdo nada

Una vez que me aseguré que estaba a salvo para dejarla sola, fui a buscar a Peter a su habitación. Sebastián abrió la puerta. Claudio estaba en el sofá, leyendo un libro de biología.

-Ey, pequeña Talarico – bromeó Sebastián, sonriendo – Bienvenida a la cueva de los hombres
-Gracias – sonreí y entré

La habitación era un desorden, lleno de cajas de pizza, botellas y juego de consolas. Ningún mueble combinaba, y todas las cosas estaban una encima de la otra.

-Todo este lugar huele a hombre – dije y Sebas rió
-¿Dices que esto huele mal?
-No. Sólo…a hombre
-Somos muy hombres – Claudio asintió – Tu hermano está en la ducha, pero no mientras…estás aquí para vernos
-Me atrapaste – dije – No puedo mantenerme alejada
-Sí, claro – Sebastián me guiñó el ojo, haciéndome saber que estaban bromeando - ¿Así que ya te enteraste que Tábano no quiso salir con nosotros anoche? Creemos que tiene a una chica secreta en su vida
-Oh, no – dije, intentando verme seria – Ese chico necesita tener prioridades
-Lo sé – Sebastián sacudió su cabeza – Sería mejor que hables con él sobre ello

Asentí y me senté en el sofá, esperando a Peter. Unos momentos después él salió de la ducha, su cabello mojado, y nada más que una toalla alrededor de su cintura. Por un momento, su cuerpo me tomó por sorpresa y tuve que apartar la mirada antes de que alguien lo notara.

-Ey – dijo Peter – Escuché tu voz
-Sería lindo si te cambiaras – dije
-Sí, hombre, ¿qué clase de espectáculo crees que estamos dando aquí? – preguntó Sebastián
-Nada que no hayan visto antes – Peter se encogió de hombros pero aún así se puso una camisa

Desapareció hacia su habitación para terminar de cambiarme. Cuando volvió, me ofreció su mano y me jaló hacia arriba del sofá.

-Vamos, hermanita, te invitaré el almuerzo – dijo

Sabía que estaba buscando una excusa para sacarme de la habitación así podíamos pasar tiempo, a solas. En la camioneta de Peter, finalmente pude ser yo misma. Mientras encendía el auto, empezó a sonar una música antigua y no pude evitar sonreír.

-¿Has visto lo que me ha hecho la universidad? – dijo Peter – Inmediatamente salta una estación de radio de música antigua
-Siempre ha sido así – le dije – Acéptalo
-Sólo hay una vieja en este carro – bromeó
-Sabes, ellos creen que tienes una enamorada secreta – dije, tomando su mano y jugando con sus dedos
-¿Quiénes, mis amigos? – preguntó - ¿A quién le importa? Se demorarán un montón en averiguar quién es
-¿No tienes ganas de simplemente contarle a todos? – suspiré – Sobre nosotros
-Sí. Especialmente desde que Sebastián le contó a todos sobre mi hermanita malcriada
-¡No lo hizo! – no pude evitar reír
-Lo hizo. Todos quieren conocerte ahora – Peter sacudió su cabeza – No sucederá
-Yo lo tengo peor que tú. Las chicas están obsesionadas contigo
-Eso es ridículo. Ni siquiera me conocen
-Saben todo sobre ti. Facebook es una red poderosa
-Es una locura – rió

Mi celular vibró. Era un mensaje de Cande, queriendo saber qué estaba haciendo.

-¿Puedes decirle que estamos estudiando? – gruñó Peter
-Ella dice que tiene noticias…
-Probablemente algo sobre las Kardashians – Peter rodó sus ojos

Decidimos comprar el almuerzo y preocuparnos por Cande más tarde.

-Esto es genial – dije – Amo estar en la universidad
-Sip
-¿Cuánto crees que durará?
-No importa. Lo que importa es que estamos juntos. Si dura un año o sólo una semana más, al menos obtuvimos la experiencia. Y quién sabe, tal vez volvamos algún día
-¿Qué hubieras hecho si no me hubieses conocido? – pregunté – Quiero decir, ¿qué estarías haciendo?
-Sería Peter Lanzani, estudiante medicina…un completo mujeriego
-¡Hablo en serio!
-¿Qué clase de pregunta es esa? Todo hubiese sido diferente si no te hubiese conocido
-Sí, ¿pero, cómo? – insistí
-Bueno, para empezar, nunca hubiera visto tanto como ahora, lo que quiere decir que no valoraría las cosas como lo hago ahora. Probablemente aún estaría buscando a la chica correcta y estaría con un trabajo rutinario, en un barrio bonito, con una bonita familia
-Eso no suena tan mal – murmuré
-Dije bonita. No extraordinario. Nunca sería como lo que tenemos ahora
-Supongo que no

Peter estiró su mano y acarició la mía.

-¿Quieres saber cuál es la gran diferencia? – me preguntó, suavemente – Aún estaría cuestionando mi fe, buscando el sentido al mundo. Pero por ti, he visto el poder del Cielo, sé lo que pueden hacer los ángeles. Por ti, el Infierno no es sólo un lugar como lo escuché en el colegio, es una realidad. Por ti, sé que hay un Dios ahí arriba y está observando cada paso que doy. Por ti, ahora creo que hay un Cielo y que un día iremos hasta ahí….juntos
-El lugar blanco – susurré – Sabes, cuando te miro, siento esta presencia…como si Nuestro Padre tuviera planes especiales para ti
-Ya no siento que somos dos personas separadas – dijo Peter, sonriendo – Es como si viviera dentro de ti y tú dentro de mí. Casi somos la misma persona
-Así es como Nuestro Padre quería que el hombre y la mujer viva y se ame

Cande llegó quince minutos después. Sentó al lado de Peter y nos miró a los dos, sonriendo de oreja a oreja.

-¿Adivinen qué?
-¿Qué? – preguntó Peter
-Tengo noticias
-Somos todo oídos
-Grandes noticias – enfatizó – Noticias que cambiarán la vida
-Vamos – reí – Sólo dinos

De pronto, Cande alzó su mano izquierda y la colocó en la mesa. Era imposible no ver el anillo brillante en su dedo. Mi boca se abrió y ella siguió sonriendo.

-Díganle hola a la futura Señora, Esposa de Gero
-Oh, Dios mío – dijo Peter
-¡Lo sé! – Cande se lanzó a través de la mesa e intentó abrazarme - ¿No es increíble?
-Bueno…sí – dije, intentando sonar entusiasmada - ¿Pero, estás segura de esto? Sólo tienes dieciocho
-Tú también, y te casaste con Peter – protestó Cande
-Sí pero….eso fue…supongo que tienes razón

No sabía cómo decirle que lo mío con Peter era un poco diferente. Habíamos pasado por demasiadas cosas antes de tomar la decisión.

-Cande… - empezó Peter - ¿Estás segura? ¿Realmente conoces bien a Gero?
-Suenas como mi padre
-¿Le has dicho?
-No, pero me imagino lo que dirá. Mis padres siempre critican y se supone que mis AMIGOS deberían de estar felices – nos miró, con ojos tristes
-¡Estamos felices por ti!  - dije, mirando a Peter – Simplemente nos tomaste por sorpresa, eso es todo
-Bueno, Gero me tomó por sorpresa – dijo Cande – Va a ser muy romántico. Ya verán. Gero y yo vamos a ser tan felices como ustedes dos

jueves, 25 de octubre de 2012

Heaven: Capítulo XII (Parte 2)

Un gemido rompió la magia. Me aparté y vi a María Elena en la puerta, ambas manos sobre su boca, ante la sorpresa. Salté y me alejé aún más, pero ella ya había visto todo.

-Puedo explicar – dije

No pude pensar en nada más. Encima era una mentira porque no podía explicarlo.

-No puedo creerlo – dijo, alejándose de nosotros como si fuéramos la peste - ¡Esto es asqueroso!
-María Elena, por favor escucha… - Peter se puso de pie y alzó sus manos en súplica
-¡Están enfermos! – lo interrumpió – Ella es tu hermana. ¿Cómo pudiste hacer eso?
-Ella no es mi hermana – Peter intentó hacerla entender – Ella es mi esposa
-¡Se casaron! – María Elena colocó su mano en su pecho, como si estuviera teniendo un ataque al corazón - ¿Por eso es que nunca me respondías los mensajes ni mis señales. ¡Pensé que estaba siendo muy suave contigo!
-¿Muy suave? – Peter preguntó, empezando a enojarse - ¡Eras demasiado desesperante!
-Bueno, siento no poder competir con tu hermana
-Cállate por un segundo – solté, exasperada – No hemos hecho nada malo
-Qué mal piensas – dijo María Elena – ¡Pero está comunidad no está de acuerdo!
-Él y yo no estamos relacionados – dije – Ambos hemos estado mintiendo, a todos
-Mira – dijo María Elena – Entiendo que crean que está bien, pero eso es porque no están bien de la cabeza. Tengo que contarle esto a alguien…por su propio bien. Me agradecerán después
-María Elena, ¡espera! – chilló Peter, pero ella ya estaba yéndose

Peter presionó su rostro contra sus manos, pero yo ya estaba casi por la puerta, dispuesta a llegar hasta mi compañera de cuarto.

-Tenemos que ir detrás de ella – dije, regresando e intentando levantarlo
-¿Por qué? – preguntó Peter, mirándome con su mente en blanco – Ella nunca nos escuchará
-Peter, piensa en ello – dije – Ella es María Elena, estamos halando de….ella le va a contar A TODOS
-Déjala – se encogió de hombros – Ella no tiene pruebas. Es su palabra contra la nuestra
-No importa – tomé su mano – Nadie puede ignorar una acusación como aquella. Incluso si lo negamos, atraerá a mucha atención. Hemos pasado todo nuestro tiempo aquí sin ser notados. Si dejamos que María Elena…
-Nos encontrarán – terminó la frase
-¡Exacto! – sacudí su mano – Vamos

Empezamos a correr tan rápido que casi ya no sentía mis pies. No podía dejar que nadie nos ponga en peligro, especialmente no alguien que no sabía nada de nuestra verdadera historia, como María Elena. Finalmente, dejé atrás a Peter, y alcancé a María Elena. La agarré de los hombros y ella chilló.

-¡Déjame en paz!
-¡No! – la volteé para que se enfrentara a mí – No hasta que me escuches
-¡Ayuda! – gritó - ¡Necesito ayuda!

Algo dentro de mí me golpeó. No iba a permitir que esto sucediera. Apunté un dedo hacia la boca de María Elena y un segundo después una línea de piel empezó a formarse entre sus labios, sellándolos. Sus ojos se ampliaron y ella empezó a tocar sus labios, antes de darse cuenta de lo doloroso que sería intentar abrirlos. Tembló y me miró con ojos aterradores. Sentí una energía extraña en mi cuerpo, deslizándose por mis extremidades. En poco tiempo, coloqué mi mano en la cabeza de María Elena. Ella se arrodilló ante mí. Podía sentir sus pensamientos y memorias desapareciendo ante mi toque. Cuando cerré mis ojos, los vi, los podía tocar. Hasta que encontré el que quería borrar. Me aseguré de eliminarlo. Luego, la solté y quité el sello de sus labios, al tiempo que Peter llegaba, corriendo.

-¡Ey! – dije, cuando María Elena cayó al suelo - ¿Estás bien?

Se puso de pie, temblando, completamente desorientada.

-¿Cómo llegué aquí? – preguntó – Estaba en la habitación. Pensé que esta mañana

Peter me miró preocupado y lo ignoré, tocando la frente de María Elena.

-Creo que te has enfermado con algo. Mejor volvemos a la habitación
-¿Qué están haciendo aquí? – preguntó, aún confundida
-Estábamos caminando y te encontramos – dije – No deberías caminar sola a estas horas de la noche
-Pero yo no estaba…

Peter tocó su hombro, lo que la distrajo de su anterior pensamiento.

-Vamos – dijo él – Vamos a casa. Estoy seguro que te sentirás mejor por la mañana
-No me siento bien – dijo maría Elena
-Lo sé – dijo Peter – Agus tiene razón, probablemente te has enfermado. Mañana te llevaremos a la enfermería a primera hora
-De acuerdo. Gracias

domingo, 21 de octubre de 2012

Heaven: Capítulo XII (Parte 1)

Hermana Retorcida

Desde entonces, no dormí bien. Soñé con el casamiento de Pilar y Peter, lleno de invitados y flores, no como el nuestro con un padre que murió ante nuestros ojos. Estaba toda la familia de Peter, y el padre de Pilar la llevó hacia el altar. María Elena también estaba ahí, sosteniéndose de mi ropa y llorando. Durante todo el sueño, sentí algo que me molestaba en el cuello, como una reacción alérgica o algo o alguien en la habitación. Miré en círculos, buscando los ojos que se estaban escondiendo en las sombras, pero sólo conseguí apenas un vistazo de la figura, antes de que desvanezca. Sólo fue momento antes de despertarme que lo vi. Era un Siete, pero diferente a los otros. Tenía una máscara que cubría su rostro y guantes negros. La máscara tenía un hueco en su boca y sus ojos, a través de los cuales no se veía nada más que negrura.

***

Mientras Peter estaba en clase, Rochi y Gas vinieron a visitarnos para actualizarnos.

-Soñé con ellos – le conté a Gas
-Están intentando leer tu locación a través de tus sueños – dijo él
-¿Así que apenas sueñe con este lugar, sabrán dónde estoy? – pregunté con alarma
-Lo sueños raramente son específicos – dijo Rochi, acariciando mi espalda – Si sueñas con una habitación de la universidad, podría ser en cualquier lugar del país
-Supongo – dije, incómoda – Pero apenas sueñe con algo relacionado a esto, el juego se termina
-Relájate – dijo Rochi – Tu subconsciencia está preocupada por otras cosas
-Espero tengas razón. Bueno, ¿cuáles son las actualizaciones? ¿Han escuchado algo más?
-Hasta donde sabemos, los Siete aún están buscando
-Bueno, eso es bueno – dije - ¿Y están seguros que no van detrás de ustedes?
-Son muy inteligentes para eso – dijo Rochi – Saben que pelearemos
-¿Pero, podrían vencerlos, verdad?
-No lo sé. Si atacan en masa, probablemente estemos en problemas. Pero no se arriesgarán, perderían demasiado
-¿Así que simplemente no hacemos nada? – pregunté, aliviada
-Por ahora – dijo Gas – Hemos estado intentando hablar con el Consejo para informarle sobre lo que está sucediendo. Puede que sean capaces de detenerlos. O al menos restringir sus poderes
-¿Y Nuestro Padre? ¿Dónde está Él?
-Ocupado – dijo Rochi, mirando nerviosa a Gas – Él tiene Sus manos llenas por el momento
-¿De qué estás hablando? – pregunté, confundida

Gas suspiró y cerró sus ojos por un momento.

-Supongo que pronto te enterarías – dijo Gas – El Infierno se ha revelado, los demonios han hecho un motín
-¿Qué? – susurré
-Su influencia se ha expandido, y se han triplicado en un par de semanas – dijo Gas – El mundo está en serios problemas
-Esto es un desastre – susurré
-Sí – dijo mi hermano – Pero no debemos de perder la esperanza. El Cielo puede estar ocupado ahora mismo, pero Él responderá a nuestras súplicas
-¿Y qué buscan los demonios? – pregunté - ¿También a nosotros?
-No estamos seguros – dijo Gas – Ahora mismo no hay un patrón común de ataques. Sin embargo… - dudó
-Estoy segura de que no se han olvidado de nosotros – completé su oración
-Lo dudo. Pero debemos enfocarnos en una batalla a la vez

Cuando Rochi y Gastón se fueron, quería encontrar a Peter inmediatamente, pero primero tenía que escapar de María Elena, quién había regresado a la habitación.

-¿A dónde vas? – preguntó
-A encontrarme con una amiga
-¡Genial! – agarró su cartera – Sólo déjame arreglar mi maquillaje

Intenté no dejar que mi exasperación se note en mi rostro.

-De hecho – dije, incómoda – Voy a encontrarme con Cande y ella está teniendo un problema de chicos. No creo que quiera ver a nadie más
-Pero soy buena dando consejos de relaciones – dijo María Elena
-Sí pero Cande no se siente cómoda alrededor de nuevas personas
-Pero..
-¡Lo siento! Te veo más tarde

La interrumpí y salí disparada de la habitación antes de que siga protestando. Sabía que probablemente había sido muy pesada y había herido sus sentimientos, pero estaba tan ansiosa por ver a Peter que no podía preocuparme por ello. Troté hacia el campo de baseball, donde sabía que Peter había ido a practicar con sus amigos. El lugar estaba abandonado cuando llegué, pero Peter me estaba esperando dentro. Odiaba tener que encontrármelo en secreto. Sólo podíamos ser nosotros mismos durante unos pocos minutos cada día. El resto del tiempo teníamos que vivir siendo Tábano y Agustina.

Me inserté rápidamente entre los casilleros, esperando que nadie me vea. Peter estaba sentado en una banca, llevando puesta una camiseta. Estaba pasando sus dedos por su cabello mojado, recién salido de la ducha. Alzó la mirada y sonrió cuando llegué, la misma sonrisa de costado que siempre quitaba mi aliento.

-Ey, La – murmuró suavemente

Me senté en sus piernas, enterrando mi cabeza en su cuello y respirando su aroma. Su piel se sentía suave debajo de mis dedos.

-Hueles bien – le dije, envolviendo mis brazos alrededor de su cintura – Como a fruta
-Gracias – Peter rodó sus ojos – Eso me hace sentir muy macho – reí
-Este lugar realmente se siente como en casa, ¿verdad? Desearía estar aquí bajo diferentes circunstancias
-Lo sé – dijo – Pero las cosas nunca van a ser normales para nosotros. Supongo que eso hace que apreciemos lo que tenemos
-Tenemos que estar juntos – dije – Incluso si las cosas se ponen peor
-Por supuesto. Estoy en esto al cien por cien. Incluso si el mundo cae bajo nuestros pies, nunca te dejaré Lali
-Bien – dije – Porque acabo de hablar con Rochi y Gastón….y no te va a gustar lo que ellos dijeron

Peter corrió gentilmente un dedo por mi mejilla y dejó que siga su curso hasta mis labios. Usualmente, un comentario como aquel lo hubiera puesto en alerta. Él quería detalles, exactamente lo que me habían dicho y lo que había qué hacer. Pero ahora sentí cansancio, reacio a seguir peleando.

-¿Es un problema por el que Tábano y Agus tienen que preocuparse?

Fruncí el ceño.

-No
-Entonces puede esperar. Ya no te veo sonreír, extraño eso

Asentí y alcé mi cabeza para ver a través de sus ojos verdes. Normalmente estos brillaban, como si se estuviera riendo de un chiste privado. Ahora se veían apagados.

-No quiero ser Tábano y Agus ahora – dije - ¿Qué te parece si somos nosotros mismos? Pero volvamos a la manera en que solíamos ser al principio, antes de que todo esto sucediera. Regresemos a la noche en la playa en Venus Cove, la noche de la fogata.

Peter y yo recordábamos la noche con claridad. Fue cuando salté y dejé que mis alas se expandieran. Aunque había sido algo muy aterrador y la revelación más importante, ambos nos habíamos relajado después. Nos habíamos recostado juntos en la arena por horas y al final supimos que estaríamos juntos para siempre. Ni siquiera el enojo de mis hermanos había alejado la sensación de calidez que se expandía por mi cuerpo esa noche. Aunque Peter era familiar para mí, él aún era espectacular, mi propio Príncipe Encantador que había llegado a mi vida. Cuando cierro los ojos y siento la calidez de sus manos en mí, fuegos artificiales y estrellas explotan en mis entrañas.

Coloqué la cabeza en alto y acaricié el mentón de Peter con mi nariz. Él se inclinó hacia mí y sus labios acariciaron mi oído, mandando pequeños temblores por mi columna vertebral. Quería volver a ver al chico de dieciocho años de nuevo, no el hombre cansado de los problemas del mundo.

Mis manos se alzaron y se envolvieron alrededor de su cuello, sintiendo el calor de su cuerpo expandirse por el mío. Mientras nuestros labios se encontraron, sentí una energía intoxicante explotar dentro de mí. Sus manos se envolvieron alrededor de mi cintura, jalándome cerca de él. Tomó mi rostro en sus manos y nos perdimos en un mundo donde sólo los dos existíamos, fuera del espacio y tiempo. Pero, estuvimos muy distraídos para poder escuchar los pasos en el concreto, hasta que fue demasiado tarde. 

viernes, 19 de octubre de 2012

Heaven: Capítulo XI (Parte 3)

María Elena no era la única chica que me hacía sufrir. Tres semanas en la universidad y Peter ya había conocido a Pilar. Ella era la chica perfecta desde donde la mires y estaba en la clase de laboratorio de Peter. Su vida era impresionante al igual que su trabajo académico; era modelo de una marca de ropa reconocida y encima había sido nominada por su trabajo comunitario y su envolvimiento en el campus. Normalmente hubiese sido su amiga si no fuera porque……le dijo a Peter para ir a un baile.

Se acercó a nosotros cuando los dos estábamos en el patio.

-Ey, Tábano

Apenas escuchamos la voz, el pie de Peter que había estado jugando con el mío debajo de la mesa, inmediatamente se apartó. Ambos nos volteamos y la vimos de pie a nuestro lado, cargando su mochila en el hombro.

-Ey – la saludó Peter – ¿Cómo estás? – podía ver que a él le caía simpática, no como a María Elena, a quién tenía que soportar
-Bien, gracias – Pilar sonrió – Finalmente terminó con mis clases del día
-Lista para el fin de semana, me imagino – dijo Peter – Por cierto, esta es mi hermana Agustina. Agus, conoce a Pilar, está en mi clase de biología
-¡Hola! – Pilar sacudió mi mano - ¿cómo estás?
-Bien, gracias – respondí y ella sonrió
-Eh, Tábano, me preguntaba si ¿quisieras ir al baile conmigo?

Ella lo preguntó con mucha confianza, sin nervios o duda. Peter se sorprendió.

-No sabía que había un baile – dijo Peter
-Sí, será antes de que empiecen los exámenes – dijo ella – Faltan dos semanas
-Oh – dijo Peter, mirándome – Genial

Sabía que no sabía qué decir, esto no solía pasar usualmente. Le estaban pidiendo para salir en frente de su esposa.

-¿Entonces, irás? – preguntó Pilar
-Claro – dijo Peter, con expresión en pánico
-Genial, ¿cuál es tu número? Te mandaré un mensaje de texto con los detalles

Miré a Pilar mientras Peter le daba su número. Aunque pude notar desgano en su voz, Pilar no lo hizo, seguramente pensando que eran nervios.  Estaba segura que ella estaba acostumbrada a intimidar a los chicos por todo el campus con sus ojos azules y sonrisa de reina.

-Gracias – dijo, guardando su celular – Te veré en clase. Un gusto en conocerte, Agostina
-Es Agustina – la corregí

Cuando Pilar se fue, crucé mis brazos y miré a Peter. Él gruñó y colocó su cabeza en la mesa.

-¿Qué acaba de suceder? – demandé
-Eso fue incómodo - dijo
-¿En serio vas a salir con ella?
-¿Qué se supone que debía decir? – dijo Peter mientras yo me puse de pie y me senté a su lado
-¿Qué tal un “no gracias”? – sugerí
-Lali, eso no es fácil – dijo Peter – Es bastante rudo el negar una invitación sin ninguna razón
-Es bastante rudo pedirle salir a un chico que está casado – dije, golpeando mi pie contra la tierra en frustración
-Eso no es justo. Ella no sabe…
-Como sea. No me gusta
-Vamos – dijo Peter – Es una linda chica, esa no es su culpa
-¿No podías haber dicho una excusa? – dije - ¡Decirle que estabas ocupado, que saldrías a la ciudad, algo!
-Mi mente se puso en blanco – dijo Peter, alzando sus manos – Lo siento
-Ugh – dije, sentándome rígidamente a su lado – Esto no está bien
-Sabes que nunca haré nada – dijo Peter – Debes confiar lo suficiente en mí para creerlo
-Confío en ti – dije – Peor aún así estás dando un mensaje incorrecto
-Lo sé. Es que no sé cómo voy a salir de esto

Para empeorar las cosas, al final del día todos sabían que Tábano y Pilar irían al baile, juntos. María Elena me llenó de mensajes de texto con la noticia, escandalizada por ello. La ignoré. Aunque no era del club de fans de Pilar, no me gustaba la manera en que María Elena la insultaba.

-Bien ahí – dijo Sebastián, golpeando suavemente la espalda de Peter – Ella es una chica genial
-Esto es bueno para ti, Agus – dijo Claudio
-¿Cómo así? – pregunté
-Pilar puede conseguirte descuentos en ropa – dijo él – Y es una gran modelo
-Eso es cierto – dijo la novia de Claudio – Pilar es como, todo lo que quiere ser una chica. Sin duda te encantará
-Genial – dije, intentando no verme frustrada – No puedo esperar

jueves, 18 de octubre de 2012

Heaven: Capitulo XI (Parte 2)

Cuando Gero llegó, él no era lo que esperaba. Tenía cabello castaño y pulcramente ordenado, ojos claros y una sonrisa inocente. Estaba usando una corbata azul y botas. A su lado, Cande parecía una princesa. Sonreí al imaginarme a Cande disfrutando de un campamento sólo para complacerlo.

-Este es Tábano y su hermana, Agustina – dijo Cande – Son como, mis mejores amigos de toda la vida
-Hola, ¿cómo están? – Gero nos saludó – Un gusto en conocerlos
-Igualmente – dijo Peter
-Ey amor – empezó Gero - ¿No ibas a introducirme a tus otros amigos que asisten a esta universidad? ¿Lali y…Peter creo que se llamaban?

Cande me miró preocupada y supe que nos debió de haber mencionado antes de conocer los términos de nuestro acuerdo.

-Esos chicos cambiaron de idea a último minuto – dijo Cande – Querían ir a la universidad en...otro estado. Casi ya ni les hablo
-¿Por qué? – preguntó Gero con mirada confundida
-No lo sé – se encogió de hombros - ¿A quién le importa de todos modos?
-¿No dijiste que era tu mejor amiga? – insistió Gero
-Ahora estamos en la universidad – dijo Cande – Todo ha cambiado

Gero no se veía convencido pero Peter cortó la conversación para empezar otra.

-Así que hemos escuchado que has estado cuidando de nuestra chica – dijo Peter, deslizando un brazo en los hombros de Cande
-Hago lo mejor que puedo – respondió Gero, su rostro serio – La he estado llevando a mi Iglesia y este fin de semana vamos a ver a un par de curanderos
-¿Curanderos? – preguntó Peter, mirando a Cande - ¿Estás loca?

Cande abrió la boca pero Gero respondió por ella.

-No físicamente – dijo él – Pero espiritualmente tenemos trabajo para hacer – le sonrió a Cande – Estaré ahí en cada paso

Cande lo miró como si él fuera su salvador y se insertó debajo de su brazo.

-¿Qué clase de trabajo? – preguntó Peter, dudando
-Todos estamos rotos, hermano – dijo Gero – Sólo Dios nos puede sanar. Creo que Cande entiende eso ahora
-He aprendido mucho de Gero – nos dijo Cande, sonriendo – Todo estará bien a partir de ahora

***

Los días pasaban y yo me inserté en una rutina. Nada ordinario sucedió: ninguna aparición de algún Siete o algo parecido. Mi mayor preocupación era Cande y su relación con Gero. Sabía que ella pensaba que él la salvaría y ella se veía deseosa a seguir sus direcciones. Cande podía no ser perfecta, pero no creía que encontraría a Dios al seguir los pasos e instrucciones de Gero.

Cuando Cande conoció por primera vez a María Elena, una hostilidad mutua surgió entre las dos. No había suficiente espacio para ambas en mi vida y Cande tenía la prioridad antes que nada, era mi mejor amiga y confidente. Además, la mayor parte del tiempo, María Elena hablaba sobre chicos o para ser más específica, de Tábano. Quería saber si él había dicho algo de ella, qué clase de música escuchaba, y cuál era su color favorito. Ella solo se detenía cuando se iba a dormir. De alguna manera había conseguido su número y le había mandado un mensaje de texto preguntándole si quería salir después de clases. Cuando no recibió ninguna respuesta, me bombardeó con preguntas.

-¿Por qué Tábano no me responde? Mira, lee este mensaje. No suena muy desesperado, ¿verdad? – me dijo, dándome el teléfono
-Suena bien – dije, esperando a que deje de insistir
-¿Entonces por qué no me responde?
-No lo sé. Tal vez está ocupado
-¿Haciendo qué? Siempre tiene el teléfono con él

Nunca había conocido a una chica como María Elena, quién no entendía las indirectas. Estaba claro que Tábano no estaba mostrando señales de interés y claramente no quería discutir el tema, pero aun así ella insistía.

-¿Crees que tal vez él está asustado de involucrarse emocionalmente?
-Sí, probablemente – dije, con el tono más evasivo que pude
-Tienes que ayudarme, Agus – dijo – Tienes que hablarle a él de mí
-Mira – dije, intentando alejar la irritación – Intento mantenerme alejada de la vida amorosa de Tábano. Ningún chico va a escuchar a su hermana de todos modos

Intenté pasar el menor tiempo posible en el dormitorio. Me daba claustrofobia e irritación. Evadía a María Elena lo más que podía, pero cada vez que me encontraba, era imposible alejarla, y sin importar el tema que traía, la conversación siempre terminaba en mi hermano Tábano.

Heaven: Capítulo XI (Parte 1)

Hola, Extraño

En la cafetería, Peter se alejó de nosotras y se fue a hablar con sus amigos que se encontraban en una mesa. Yo no sabía quiénes eran o cuándo los había conocido, pero Peter siempre trataba a los demás con tal confianza y genialidad que las personas parecían gravitar hacia él en busca de compañía. Cande y yo nos acercamos a la parte de la comida.

-Así que….se acaban de casar y tienen que fingir que son hermanos. Eso debe de ser divertido – bromeó Cande
-Apesta – confesé
-Supongo que ni siquiera pueden agarrarse de la mano
-Esa no es la peor parte. Son las otras chicas. Veo en la forma en que lo miran
-Eso no es nada nuevo. Peter siempre ha tenido chicas detrás de él
-Cande, hay un montón más de chicas aquí
-Sí y justo son las chicas más bonitas según una encuesta
-Gracias – dije – Ayuda mucho
-Vamos, no te estreses. Peter nunca ha mirado a otra chica. ¿Por qué cambiaría eso ahora?
-Bueno, alguna de ellas son bastante normales – dije – Peter debe preguntarse a veces lo fácil que sería estar con alguna de ellas en lugar de conmigo
-Él no piensa así. Simplemente estás paranoica
-Desearía que fueran más disimuladas. Simplemente se lanzan hacia él, ¡me enoja!
-Bueno, no puedes culparlo por eso. Apenas él empiece a mostrar interés por alguna de ellas, tienes mi permiso para molestarte
-Lo sé. ¿Qué te ha hecho tan inteligente de pronto?
-Sé lo que significa gustar de una persona y que ésta no te quiera de vuelta – dijo, distante – Veo como Peter mira a esas chicas, él no las ve realmente
-¿Cómo lo sabes?
-Porque alguien una vez me miró exactamente de la misma forma

No tuve que preguntar a quién se refería. Aún me dolía que ella haya sido infeliz por mi hermano.

-¿Y cómo te sientes ahora? – pregunté - ¿Sobre Gas?
-Fue difícil seguir adelante – admitió – Pero ahora estoy con Gero
-¿Qué ha cambiado?
-Simplemente me levanté una mañana y me di cuenta de lo desesperada y patética que me había vuelto – dijo Cande – No quería ser esa chica. La vida es muy corta para desperdiciarla pensando en alguien que no te quiere como tú. Y luego llegó Gero y supe que él sería bueno para mí
-Wow, suenas muy madura – bromeé - ¿Quién eres
-¿Estás diciendo que antes era inmadura?
-Exactamente no diría inmadura, más como loca…
-Bueno, soy aburrida y estable ahora
-Eso es bueno, pero por favor ten cuidado Cande – dije – No te apures en algo que puedas arrepentirte después. Si este chico es tan bueno como dices que es, entonces deberías de tomarte tu tiempo
-No tienes que preocuparte. Gero no es así, él no cree en el sexo antes del matrimonio. Nada físico es realmente importante para él, dice que todo eso puede esperar
-¿En serio? – estaba sorprendida, no era la clase de chico que solía gustarle a Cande - ¿Tú también crees eso?
-Creo que he cometido un montón de errores – dijo – Gero me ha estado enseñando cómo he estado en el camino equivocado todo este tiempo. Él realmente lo entiende.
-¿Entiende qué?
-Todo – suspiró – Le conté todo sobre mi pasado y él lo entiende. No hay secretos entre nosotros
-¿No le contaste sobre mí, verdad? – tuve que preguntar
-¿Estás bromeando? No quiero que piense que estoy loca
-Es un alivio

Me detuve al tiempo que miraba a dos chicas moverse hacia donde Peter estaba de pie.

-Cuidado – dijo Cande – La competencia se está acercando

Aunque Cande estaba bromeando, me sentí completamente incómoda con la situación. Y si era completamente honesta, me estaba comenzando a sentir insegura. Estas chicas eran hermosas, con cabello rubio y largo, piernas bronceadas. Incluso hablaban el mismo idioma, con un vocabulario tan natural para ellos, y temas comunes entre los chicos y ellas. Peter se veía interesado. Supe inmediatamente que no podía ser su amiga. Cuando Cande vio mi rostro, inmediatamente fue hacia Peter y lo golpeó suavemente en el hombro. Vi a las chicas alzar sus cejas e intercambiar miradas.

-Vamos – dijo Cande, autoritariamente – Vámonos

No le dio ninguna explicación a Peter y él no preguntó. Simplemente se encogió de hombros y la siguió. 

lunes, 15 de octubre de 2012

Heaven: Capitulo X (Parte 3)

Inmediatamente llamé a mis hermanos para que sepan lo que había sucedido con Cande. Así que los cuatro llegamos al mismo tiempo y la encontramos sola al lado de su auto. Gas y Rochi se colocaron alrededor de ella, protegiéndola. Ella estaba igual que siempre, con su pequeña nariz, sus ojos marrones y su cabello ondulado.

-¡Cande! – chillé al tiempo que la abrazaba fuerte – Estoy contenta de que estés bien. Lo siento por lo que ha sucedido y no tengas miedo, nos encargaremos de ello
-Sí – dijo Gas – Nos aseguraremos de que estés protegida
-Sólo dinos qué pasó o quién fue a buscarte – dijo Rochi
-¿Qué te hicieron? – preguntó Gas - ¿Qué te dijeron?

Cande colocó sus manos en su cadera, inspeccionándonos de cerca.

-¿De qué están hablando?
-¿Quieres decir que los Siete no te encontraron? – pregunté
-¿Quiénes? Además de estar realmente molesta contigo, todo está bien
-Cande – dijo Gas, mirándola directamente – Si todo está bien, ¿entonces por qué estás aquí?
-Tuve que irme – dijo
-¿Puedo saber la razón? ¿Te escapaste porque era muy difícil?
-No – dijo Cande – Me escapé por amor

Por un momento, el rostro de Gas se cubrió de tensión mientras recordaba lo que había sucedido con ella el año pasado. Pero Cande no estaba pensando en Gastón, podía decirlo por la manera en que ella lo miraba, dejando de pensar en él como una obsesión y más como un amigo.

-¿Te cambiaste de universidad por un chico? – soltó Peter - ¿Estás loca?

Cande suspiró.

-No es sólo un chico, es EL chico
-¿Quién es? – pregunté
-Se llama Gero y es de tercer año. Va a ser un doctor y aquí el estudio es más especializado o algo así
-¿Te dijo que vinieras con él? – preguntó Peter

Sabía que estaba preocupado por ella, porque había tomado una decisión muy repentina.

-No te preocupes, él me quiere aquí. No puedo esperar a que lo conozcan, es lo máximo
-Estamos felices por ti, Cande – dijo Rochi
-Gracias – dijo ella
-¿Puedo ofrecerte una palabra como consejo? – preguntó mi hermana
-Claro
-Tómate tu tiempo con este chico
-Por supuesto. ¿Pueden creer que soy yo la que lo tranquilizo? ¡Él ya planea tener hijos y todo! Es muy respetuoso, va a la Iglesia y todo eso
-Suena genial – dije, sonriendo
-Es muy curioso. Dejó su fraternidad porque le estaba tomando tiempo y no podía estudiar. No va a ninguna fiesta, pero estoy intentando cambiar eso. Ey, justo ahora me lo voy a encontrar. ¿Por qué no vienen?
-No podemos quedarnos – dijo Gas, quién seguía frunciendo el ceño
-Está bien. Lali, tú si vendrás, ¿verdad? ¡No hemos hablado como en siglos!

Cande recordó la presencia de Peter y lo miró de reojo.

-Tú también puedes venir si quieres
-Eh…Cande, tengo que decirte un par de cosas antes de ir – dije, cuando me agarró por el brazo
-Sí…como: a dónde desapareciste en la graduación y por qué no has respondido mis llamadas
-Es complicado – dije – Digamos que nos casamos
-¡Cállate! – Cande soltó un grito de emoción y yo la callé – No lo hiciste
-Sí, lo hicimos – dijo Peter – Pero hay un pequeño problema: no le puedes decir a nadie porque ellos creen que somos hermanos

Cande parpadeó, confundida.

-¿Eh?
-Es una larga historia. Te explicaré en el camino – dije
-¡Espera! – Cande sacudió su cabeza - ¿se casaron y no me invitaron?
-En buena hora que estás de vuelta, Cande – dijo Peter

Al tiempo que caminábamos, volteé y vi a Gastón aún de pie al lado del auto de Cande. Sus manos estaban dentro de sus bolsillos e incluso a mi distancia podía ver que su ceño se había profundizado. Nunca había visto aquella expresión antes en mi hermano y no estaba segura si estaba leyéndolo bien. Tal vez estaba imaginando cosas, tal vez era mi idea pensar de que mi hermano se veía un poco perdido.