sábado, 13 de octubre de 2012

Heaven: Capitulo X (Parte 1)

Con amor

Cuando me desperté, Peter y yo éramos un enredado de piernas y brazos en el suelo del bosque, pero no me podía sentir más cómoda. Alcé mis brazos, que estaban detrás de mi cabeza, y me estiré. Suspiré soñadora mientras observaba el cielo llenarse de rosas. Era antes de que saliera el sol y las montañas eran negras siluetas y todo estaba silencioso, interrumpido sólo por el sonido de los pájaros. Me senté sobre mis codos, y estudié a Peter. Se veía diferente de algún modo. Su rostro estaba más relajado, ya que no fruncía el ceño o no estaba alerta. Deseaba que el momento durara para siempre.

-No me gusta ser observado mientras duermo – murmuró Peter, ajustando su posición

Sus ojos aún estaban cerrados, pero las esquinas de sus labios ya estaban curvándose en una sonrisa.

-Mala suerte – dije, recostándome de nuevo – Me gusta observarte. Además, deberíamos irnos pronto, antes de que la gente empiece a despertarse
-¿Por qué? – Peter me miró, curioso – Nadie sabe que estamos aquí

Me recosté de nuevo contra el suelo, todos los pensamientos sensibles se habían ido. Cuando Peter me besó, sentí menos urgencia, pero aún así sentí que caía de una gran altura. Los mismos sentimientos de la noche anterior me llenaron como si descendiera de un océano lleno de corales y colores y sensaciones cálidas, un lugar donde sólo los dos existíamos en una dimensión fantástica.

***

Cuando el sol salió por completo, llenó el bosque de tal luz que me dolían los ojos. Aunque ambos estábamos relajados, teníamos que volver al campus antes de que la gente empiece a notar que no estábamos. Estaba segura de que Sebastián y Claudio no dirían nada, pero sabía que María Elena me llenaría de preguntas.

En las horas más tempranas de la mañana, el campus estaba desierto. Cuando encontré mi habitación, me miré al espejo y noté que tenía ramas en el cabello. Sonrojándome, intenté quitármelas, pero no fui lo suficientemente silenciosa.

-Agustina, ¿dónde has estado? – me preguntó María Elena, con un tono acusatorio – ¡Te busqué por todos lados!
-Lo siento – le dije - ¿Llegaste bien junto a María y Erica?
-Sí – se encogió de hombros - ¿Dónde estabas?
-Me encontré con unas amigas del colegio y salimos
-¿En serio? ¿Quiénes son?
-Un par de chicas de grados mayores – dije, suavemente
-¿Estuviste con chicas mayores? – preguntó, abriendo los ojos – Pero se supone que no hablan con las de primer año. ¿Cuáles chicas?

Casi quise pegarme por mi error. Dejé que mi mente buscara entre los recuerdos, cuando llegué a este lugar y vi los nombres de las personas en una lista. Dije lo primero que se me vino a la mente.

-Son de último año – estaba sorprendida ante lo fácil que era mentir – Te habría llamado para que vengas con nosotras, pero no tenía tu número
-Oh – se vio desilusionada – Tal vez la próxima vez. ¿Tábano fue con ustedes?
-¿Quién? – pregunté
-Eh…¿tu hermano? – dijo María Elena, frunciendo el ceño

Decir nuestros nombres en voz alta era algo todavía nuevo para mí. Era muy raro y nada cómodo. Estaba confundida, era una persona por fuera y otra por dentro.

-Claro – dije, forzando una risa – Borrón mental. No sé dónde estuvo Tábano, probablemente con alguna chica. Él es así

María Elena miró hacia la nada, y casi podía escuchar sus pensamientos: yo podría ser esa chica

-¿Crees que podrías ayudarme? – preguntó

Me sorprendí ante el repentino ataque de pregunta. Esperaba que lo preguntara algún día, pero en un par de semanas, cuando nos conociéramos más.

-¿Con Tábano? – pregunté
-Sí – dijo – Se ve que conoce a las personas correctas y es muy apuesto…pero probablemente has escuchado mucho eso
-Mira – me senté al borde de la cama y pretendí pensar – Odiaría que salgas lastimada. No creo que Tábano esté buscando una relación seria
-Mmmm – María Elena frunció el ceño y se recostó contra las almohadas – ¿Tal vez podemos crear un plan?
-No lo sé
-¿Y si le dices que te gustaría que estemos juntos. Él te escuchará
-Probablemente sea la última persona a la que escucharía
-Claro. Pensaré en algo
-¿Y qué hay con Sebastián o Claudio? – pregunté, intentando distraerla – Ellos se ven lindos
-Tal vez – Voy a buscarlos en Facebook

Tuve que aguantar la sensación de posesión que me estaba llenando. Quería decirle que eso nunca iba a pasar, pero por supuesto que no podía. María Elena estaba empezando a carme mal; era demasiado demandante. Intenté apartar aquellos pensamientos negativos, pero era imposible cuando se trataba de chicas persiguiendo a Peter.

Me subí a la cama y coloqué las sábanas sobre mi cabeza, intentando ignorar el sonido de María Elena en las teclas de su laptop.

***

Los siguientes días pasaron como un borrón. Rápidamente me di cuenta que la universidad no me dejaba ni un momento para pensar en los problemas. Las clases comenzaron y me llené de notas, pero sin absorber nada, no podía dejar de buscar a los Siete, preocupada. María Elena rápidamente me puso los nervios de puntas, su interés en Tábano empezó a volverse una obsesión. Siempre estaba detrás de mí, mirando lo que escribía o recibía de mensajes. Cuando Peter me vino a visitar después de nuestra primera noche, juntos, ella hizo lo imposible para hablarnos. Cuando él recostó su cabeza en la puerta, ella prácticamente me empujó para estar a su lado. Peter fue muy educado a pesar de que su comportamiento lo había molestado.

-¡Tábano! – dijo, abrazándolo - ¿Cómo hiciste para llegar hasta aquí? Las profesoras casi ni dejan que los hombres deambulen por aquí

Peter se encogió de hombros.

-Les di mi identificación, y todo bien – me miró, sus ojos brillando con una sonrisa – Hola Agus. ¿Cómo estás?
-Ey

Casi podía recordar todas las escenas de la noche anterior. Me tapé la sonrisa con la palma de mi mano.

-Bien – dije, suavemente – Ya sabes, ahí estoy
-¿Sí? – preguntó Peter - ¿Te divertiste anoche?

Por suerte, María Elena estaba muy estupidizada mirándolo como para notar el tono íntimo en su voz.

-No fue….lo que esperaba – dije lentamente – Fue mucho mejor
-Estuviste ahí como cinco minutos – cortó María Elena y Peter suspiró – Y para ti – dijo ella, apuntándolo - ¡Casi ni te vi!
-Sí – replicó él – Estaba algo preocupado
-¿Preocupado por qué? – preguntó sin aliento
-Esta chica de mi ciudad. Teníamos que ponernos al tanto

Esa no era la respuesta que esperaba María Elena. Ella se quedó en silencio por un minuto antes de forzar una risa.

-¿Es una ex? ¡Incómodo!
-No – dijo Peter – De hecho la conozco bien
-¿Así que fue lindo hablar con ella? – pregunté

Peter me miró, enfocándose en mis ojos.

-Hermoso
-¿Vas a volverla a ver? – preguntó María Elena, intentando sonar casual

Peter quitó sus ojos de mí para enfocarse en María Elena.

-Probablemente no – dijo él – No estoy buscando nada serio

No pude evitar sonreír ante la broma que sólo nosotros dos entendíamos.

-¿Estás muy ocupado viviendo la vida libre y loca, verdad? – dije
-Exactamente, hermanita – me guiñó el ojo – Me conoces demasiado bien

Mientras María Elena se ponía más agitada, vi manchas rojas esparcirse por su cuello y pecho. Por suerte, la conversación fue interrumpida por nuestras vecinas, Erica y María, cuando tocaron la puerta. 

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