Cuando me desperté, Peter y yo éramos un enredado de piernas
y brazos en el suelo del bosque, pero no me podía sentir más cómoda. Alcé mis
brazos, que estaban detrás de mi cabeza, y me estiré. Suspiré soñadora mientras
observaba el cielo llenarse de rosas. Era antes de que saliera el sol y las
montañas eran negras siluetas y todo estaba silencioso, interrumpido sólo por el
sonido de los pájaros. Me senté sobre mis codos, y estudié a Peter. Se veía
diferente de algún modo. Su rostro estaba más relajado, ya que no fruncía el
ceño o no estaba alerta. Deseaba que el momento durara para siempre.
-No me gusta ser observado mientras duermo – murmuró Peter,
ajustando su posición
Sus ojos aún estaban cerrados, pero las esquinas de sus
labios ya estaban curvándose en una sonrisa.
-Mala suerte – dije, recostándome de nuevo – Me gusta
observarte. Además, deberíamos irnos pronto, antes de que la gente empiece a
despertarse
-¿Por qué? – Peter me miró, curioso – Nadie sabe que estamos
aquí
Me recosté de nuevo contra el suelo, todos los pensamientos
sensibles se habían ido. Cuando Peter me besó, sentí menos urgencia, pero aún
así sentí que caía de una gran altura. Los mismos sentimientos de la noche
anterior me llenaron como si descendiera de un océano lleno de corales y
colores y sensaciones cálidas, un lugar donde sólo los dos existíamos en una
dimensión fantástica.
***
Cuando el sol salió por completo, llenó el bosque de tal luz
que me dolían los ojos. Aunque ambos estábamos relajados, teníamos que volver
al campus antes de que la gente empiece a notar que no estábamos. Estaba segura
de que Sebastián y Claudio no dirían nada, pero sabía que María Elena me
llenaría de preguntas.
En las horas más tempranas de la mañana, el campus estaba
desierto. Cuando encontré mi habitación, me miré al espejo y noté que tenía
ramas en el cabello. Sonrojándome, intenté quitármelas, pero no fui lo
suficientemente silenciosa.
-Agustina, ¿dónde has estado? – me preguntó María Elena, con
un tono acusatorio – ¡Te busqué por todos lados!
-Lo siento – le dije - ¿Llegaste bien junto a María y Erica?
-Sí – se encogió de hombros - ¿Dónde estabas?
-Me encontré con unas amigas del colegio y salimos
-¿En serio? ¿Quiénes son?
-Un par de chicas de grados mayores – dije, suavemente
-¿Estuviste con chicas mayores? – preguntó, abriendo los
ojos – Pero se supone que no hablan con las de primer año. ¿Cuáles chicas?
Casi quise pegarme por mi error. Dejé que mi mente buscara
entre los recuerdos, cuando llegué a este lugar y vi los nombres de las
personas en una lista. Dije lo primero que se me vino a la mente.
-Son de último año – estaba sorprendida ante lo fácil que
era mentir – Te habría llamado para que vengas con nosotras, pero no tenía tu
número
-Oh – se vio desilusionada – Tal vez la próxima vez. ¿Tábano
fue con ustedes?
-¿Quién? – pregunté
-Eh…¿tu hermano? – dijo María Elena, frunciendo el ceño
Decir nuestros nombres en voz alta era algo todavía nuevo
para mí. Era muy raro y nada cómodo. Estaba confundida, era una persona por
fuera y otra por dentro.
-Claro – dije, forzando una risa – Borrón mental. No sé
dónde estuvo Tábano, probablemente con alguna chica. Él es así
María Elena miró hacia la nada, y casi podía escuchar sus
pensamientos: yo podría ser esa chica
-¿Crees que podrías ayudarme? – preguntó
Me sorprendí ante el repentino ataque de pregunta. Esperaba
que lo preguntara algún día, pero en un par de semanas, cuando nos conociéramos
más.
-¿Con Tábano? – pregunté
-Sí – dijo – Se ve que conoce a las personas correctas y es
muy apuesto…pero probablemente has escuchado mucho eso
-Mira – me senté al borde de la cama y pretendí pensar –
Odiaría que salgas lastimada. No creo que Tábano esté buscando una relación
seria
-Mmmm – María Elena frunció el ceño y se recostó contra las
almohadas – ¿Tal vez podemos crear un plan?
-No lo sé
-¿Y si le dices que te gustaría que estemos juntos. Él te
escuchará
-Probablemente sea la última persona a la que escucharía
-Claro. Pensaré en algo
-¿Y qué hay con Sebastián o Claudio? – pregunté, intentando
distraerla – Ellos se ven lindos
-Tal vez – Voy a buscarlos en Facebook
Tuve que aguantar la sensación de posesión que me estaba
llenando. Quería decirle que eso nunca iba a pasar, pero por supuesto que no podía.
María Elena estaba empezando a carme mal; era demasiado demandante. Intenté
apartar aquellos pensamientos negativos, pero era imposible cuando se trataba
de chicas persiguiendo a Peter.
Me subí a la cama y coloqué las sábanas sobre mi cabeza,
intentando ignorar el sonido de María Elena en las teclas de su laptop.
***
Los siguientes días pasaron como un borrón. Rápidamente me
di cuenta que la universidad no me dejaba ni un momento para pensar en los
problemas. Las clases comenzaron y me llené de notas, pero sin absorber nada,
no podía dejar de buscar a los Siete, preocupada. María Elena rápidamente me
puso los nervios de puntas, su interés en Tábano empezó a volverse una
obsesión. Siempre estaba detrás de mí, mirando lo que escribía o recibía de
mensajes. Cuando Peter me vino a visitar después de nuestra primera noche,
juntos, ella hizo lo imposible para hablarnos. Cuando él recostó su cabeza en
la puerta, ella prácticamente me empujó para estar a su lado. Peter fue muy
educado a pesar de que su comportamiento lo había molestado.
-¡Tábano! – dijo, abrazándolo - ¿Cómo hiciste para llegar
hasta aquí? Las profesoras casi ni dejan que los hombres deambulen por aquí
Peter se encogió de hombros.
-Les di mi identificación, y todo bien – me miró, sus ojos
brillando con una sonrisa – Hola Agus. ¿Cómo estás?
-Ey
Casi podía recordar todas las escenas de la noche anterior.
Me tapé la sonrisa con la palma de mi mano.
-Bien – dije, suavemente – Ya sabes, ahí estoy
-¿Sí? – preguntó Peter - ¿Te divertiste anoche?
Por suerte, María Elena estaba muy estupidizada mirándolo
como para notar el tono íntimo en su voz.
-No fue….lo que esperaba – dije lentamente – Fue mucho mejor
-Estuviste ahí como cinco minutos – cortó María Elena y
Peter suspiró – Y para ti – dijo ella, apuntándolo - ¡Casi ni te vi!
-Sí – replicó él – Estaba algo preocupado
-¿Preocupado por qué? – preguntó sin aliento
-Esta chica de mi ciudad. Teníamos que ponernos al tanto
Esa no era la respuesta que esperaba María Elena. Ella se
quedó en silencio por un minuto antes de forzar una risa.
-¿Es una ex? ¡Incómodo!
-No – dijo Peter – De hecho la conozco bien
-¿Así que fue lindo hablar con ella? – pregunté
Peter me miró, enfocándose en mis ojos.
-Hermoso
-¿Vas a volverla a ver? – preguntó María Elena, intentando
sonar casual
Peter quitó sus ojos de mí para enfocarse en María Elena.
-Probablemente no – dijo él – No estoy buscando nada serio
No pude evitar sonreír ante la broma que sólo nosotros dos
entendíamos.
-¿Estás muy ocupado viviendo la vida libre y loca, verdad? –
dije
-Exactamente, hermanita – me guiñó el ojo – Me conoces demasiado
bien
Mientras María Elena se ponía más agitada, vi manchas rojas
esparcirse por su cuello y pecho. Por suerte, la conversación fue interrumpida
por nuestras vecinas, Erica y María, cuando tocaron la puerta.
Va a estar complicada la convivencia con maría elena!! Me encanta más!!
ResponderEliminarodio a maria elena, no la tolero q mina mas insoportable.
ResponderEliminarmas tiernos lali y peter!!
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