jueves, 30 de abril de 2015

El Mar de Tranquilidad: Capítulo 57

Thiago

Me despedí de ella hace dos días; dos días después de descubrir la verdad. Dos días que regresó a mí. Dos días de hacerme la idea sobre perderla. 

Estaba planeando irme el día de mañana pero sé que debo irme hoy.

Ambos estamos recostados contra el lado de mi auto, mirando el suelo que sostiene todos los secretos del universo. Su mano es un puño y está trazando círculos de nuevo con su pie y lo odio porque me recuerda de cosas en las que no quiero pensar.

Ella le dijo a sus padres que estaba considerando regresar conmigo y a ellos no les gusto, pero la conocen suficiente para darse cuenta que decirle eso no ayudaría mucho. Y aun así, eso es lo que estoy planeando hacer. Sostengo sus dos manos y la coloco en frente de mí porque quiero enfrentarla cuando le diga todo lo que tengo que decir. Y tal vez es un error porque cuando la miro ahora, pienso, por un segundo, que Dios no me odia tanto después de todo. Pero luego la miro de nuevo y todo lo que puedo ver es el adiós alrededor nuestro y necesito tocarla una vez más. Si debe haber una última vez para besarla, quiero saber que será la última. Trazo la línea de su cicatriz por su cabello. No sé quién se mueve primero, pero sus labios están en los míos y mis manos en su cabello y nos besamos con el remordimiento y desesperación de tantos días. Su cuerpo está aplastado contra el mío y la sostengo con tanta fuerza como si estuviera tratando de absorberla.

domingo, 26 de abril de 2015

El Mar de Tranquilidad: Capítulo 56

Marianella

Mis padres se van al día siguiente para la conferencia de prensa, y mi hermano va a la escuela, aunque ellos le dijeron que podía faltar hoy.

Yo acompaño a Simón a su auto y creo que podría abrazarlo para siempre.

—Extrañaré a mi Mar que se viste de negro —dice.

—Nunca dejaré de ser tu Mar vestida de negro—. Sonrío y lo dejo ir. —Dile a Vale que te de otra oportunidad. Si lo arruinas esta vez, yo misma te golpearé.

Y luego se ha ido; y solo quedamos Thiago y yo, y todas las preguntas sin responder. Le entrego uno de los libros porque es la única forma que él sepa, y él lo mira como si fuera una bomba. 

—No quiero ni saber qué hay en esos libros —dice, y no lo tomará de mis manos.

Le digo que yo tampoco quiero saber qué dice. Pero necesito saberlo y que él también lo sepa. Así que lo lee y su rostro se tensa junto con cada músculo de su cuerpo y puedo decir que está intentando no llorar. Y cuando le muestro fotos, él coloca su puño contra su boca y creo que quiere golpear algo, pero no hay nada.

viernes, 24 de abril de 2015

El Mar de Tranquilidad: Capítulo 55

Thiago

Después de la medianoche y nadie está durmiendo. Estamos en nuestra tercera taza de café. 

El hermano de Rayito de Sol, su enamorada y el Sr. Rinaldi regresaron hace una hora. Ninguno de ellos dijo una palabra, pero no necesitan hacerlo. Se entiende que no han encontrado nada. El silencio en esta sala es como un vicio que solo sigue apretándonos, poco a poco, hasta que estamos sofocados.

El piano está en la esquina como un fantasma y no puedo verlo porque ahora sé lo que significa, y también me está cazando. Simón y yo estamos en la mesa del comedor. Los papás de Mar están en el sillón, uno al frente del otro. La enamorada del hermano de Mar está en el sillón con su cabeza en el regazo de él, su mano corriendo a través de su cabello.

La puerta trasera se abre y hay una bomba detonando en la habitación. Todos se voltean al mismo tiempo. Y ella está ahí.

Nadie se mueve, nadie se levanta de un salto y corre hacia ella o muestra alegría. Todos solo miran, como si estuviéramos intentando asegurarnos que realmente es ella. Ella nos mira a todos, sus ojos pasando sobre cada rostro en la habitación, hasta que alcanza los míos.

jueves, 23 de abril de 2015

El Mar de Tranquilidad: Capítulo 54

Thiago

Su madre nos cuenta lo que sucedió ese día. No sé si quiero oírlo pero ella necesita contarlo, así que escuchamos. Ella habla sobre las cosas que no escuchamos en las noticias y lo poco que saben de Juan Cruz. Ella nos cuenta sobre la parte que vino después. El no recordar, luego el no hablar. Las cirugías y la terapia física. Queriendo regresar a la escuela donde nadie sabría quién es. El nombre ruso que su madre no entendía hasta ahora.

Luego hablar del antes. Escuchamos historias sobre una chica y un piano y toda una comunidad que se adueñó de ella. Sus ojos se iluminan ante el recuerdo. Pero eso es lo que es, un recuerdo. Como dijo Rayito de Sol. Sé lo que ella está viendo. Una chica muerta.

Y escucho todas estas historias y empiezo a entender por qué se fue. Siento que aprendo más en una tarde de una chica que prácticamente ha vivido meses en mi casa que lo que hice desde que la conocí. Y no quiero saber nada de ello. 

Su madre nos agradece no sé por qué y luego nos deja para hacer más llamadas. Creo que solo necesita algo que hacer. 

domingo, 19 de abril de 2015

El Mar de Tranquilidad: Capítulo 53

Thiago

Su habitación es una locura y siento como si hubiese entrado a su mente. No hay paredes. No puedes verlas. Cada centímetro de espacio está cubierto con pedazos de periódico y notas a mano en pedazos de papel. Parecen moverse, nadando dentro y fuera de mi visión como una ilusión óptica. Como ella. Quiero cerrar mis ojos pero no puedo. Solo me volteo en un círculo esperando que se detenga, pero sigue. Creo que podría escapar de la habitación pero ahora esto también está en mi cabeza. Como cualquier cuerpo muerto que se está escondiendo abajo, en esos libros.

Nos acercamos con Simón para leer las cosas que hay escritas. Todos son nombres. Son nombres, con sus orígenes y significados. Algunos son del periódico, como los que la vi cortando en mi casa. Otros han sido impresos desde el Internet. Otros los ha escrito ella misma.

No sé cuánto tiempo nos quedamos mirando las paredes antes que Simón hable. —¿En dónde está Mar?

Lo miro. No lo sé, ¿cómo podría saberlo? Pero él está mirando las paredes, no a mí. Está buscando su nombre. Yo también empiezo a buscar, pero es imposible.

viernes, 17 de abril de 2015

El Mar de Tranquilidad: Capítulo 52

Thiago

La habitación es un caos.

Me recuerda al día en que mi madre y Hermana murieron. Los teléfonos no dejan de sonar. Son como zombies todos. Están vacíos, esperando sin fin por algo. Lo entiendo. 

Hay fotos por toda la habitación de una chica que debería conocer, pero no lo hago. Una chica con vestidos de colores pasteles, con lazos en su cabello, sonriendo y tocando el piano en varias imágenes. 

Sus dos papás están al teléfono y la línea fija no deja de sonar, pero nadie contesta porque los reporteros siguen llamando. Finalmente, su padre arranca el cordón de la pared y luego hay silencio. 

Simón y yo nos sentamos a un lado en la habitación. Separados física y emocionalmente del resto de la familia. Del resto de la familia. Me conozcan o no, también formo parte de esa categoría. Ella se aseguró de eso, sin que me importe pensar lo contrario. Ahora ella también se ha ido. Encaja.

miércoles, 15 de abril de 2015

El Mar de Tranquilidad: Capítulo 51

Thiago

Mi teléfono suena y lo agarro sin ver quién llama, esperando que sea ella.

—¿Sabías de esto? —pregunta Rama, sin decir ni hola.

—No —digo, pero no tengo energía para decirlo brusco. Todos asumen que yo debería haber sabido de esto. Debí, pero no sabía nada.

—¿Es ella, verdad? —pregunta, esperando una confirmación que no necesita.

—Es ella.

—Ayer la vi con él.

—¿Con quién?

—Juan Cruz, el de las noticias, el chico que confesó.

miércoles, 8 de abril de 2015

El Mar de Tranquilidad: Capítulo 50

Thiago

Cuando llega la cena del domingo, espero que ella esté ahí. Con todo lo que ha sucedido la semana pasada, ella ha faltado a la escuela y no la culpo. Yo también hubiese hecho lo mismo, si no fuera porque estoy desesperado por tener aunque sea una ligera oportunidad de verla.

Mi casa está muy silenciosa y mi garaje está muy vacío así que vine aquí temprano.

La cena no está lista así que Simón y yo terminamos en su habitación porque no me siento bien como estar ahí siendo educado y hablando. Pero no tengo nada que hablarle a Simón tampoco, y solo terminamos ahí sentado en un silencio estúpido.

Tal vez debí quedarme en casa.

—Cuéntame qué diablos sucedió entre ustedes dos —finamente demanda Simón.

—Y no digas que nada. Y no digas que no sabes. He obtenido todas las evasivas posibles de ustedes dos y es pura mierda.

—No lo sé—. Alzo la mirada hacia Simón y lo detengo antes que pueda interrumpirme. —Esa es la absoluta verdad, te guste o no. No tengo ni una maldita idea. Todo estaba bien, y luego no lo estaba. Todo lo que sé es que, por como cinco minutos, creo que fui feliz. 

—Algo tuvo que suceder, Thiago.

domingo, 5 de abril de 2015

El Mar de Tranquilidad: Capítulo 49

Mar

No estoy segura de cuánto tiempo nos sentamos en el auto de Thiago, sosteniéndonos de las manos, rodeados de la oscuridad y arrepentimientos no dichos. Pero es lo suficiente para saber que no hay historias o secretos en el mundo que valgan sostener más que esta mano.

***

Rama me recoge a las ocho de la mañana. Así como él se ve diferente a todos los días, yo también lo hago. Me parezco más a la antigua Mar. No sé si se siente bien, pero no se siente tan mal como solía serlo.

La galería abre a las nueve y todos los finalistas tienen que estar registrados para las entrevistas a las diez. El viaje es como una hora así que vamos bien de tiempo. La entrevista de Rama es a las once, lo que me da tiempo de dar vueltas por la exhibición y observar la competencia, aunque no puedo imaginar cómo Rama podría tener una.

—Aquí —dice Rama, dándome un reproductor de mp3 que está conectado a la radio—. Me imaginé que necesitaríamos música para el viaje. Puedes elegir.

En realidad no quiero elegir, solo quiero recostar mi cabeza contra la ventana y cerrar mis ojos y pretender que estoy en camino a un restaurante italiano. Coloco la primera canción del reproductor. Mientras no sea música clásica o canciones de amor deprimentes, estaremos bien.

viernes, 3 de abril de 2015

El Mar de Tranquilidad: Capítulo 48

Thiago

Es miércoles antes de verla de nuevo fuera de la escuela, e incluso ahí apenas me ve. Nada ha cambiado realmente excepto que, antes del último fin de semana, me siento más como una víctima en todo esto y ahora ya no tanto.

Ya son las once. He estado en mi garaje por horas, pero no he hecho mucho. He reorganizado mis cosas dos veces y ahora estoy barriendo. No tengo más energía para hacer otra cosa. Pero tengo una lista que se está alargando y debo empezar en algún punto. He tenido más tiempo en estas últimas seis semanas que lo que he tenido en meses, y no he logrado nada.

Entro, me hago otra taza de té y la saco, decidiendo empezar lo que me pidió la mamá de Simón. Y tal vez estoy más cansado de lo que pensé porque cuando abro la puerta, la primera cosa que veo es una pila de piernas con botas negras balanceándose en mi banca de trabajo.

—Eres un adicto. Es difícil dejar la cafeína.

—Adivina que, no la dejaré entonces.

Ella asiente y quiero preguntarle por qué está aquí, pero estoy contento que lo esté, y por unos cuantos minutos, quiero pretender que todo ha vuelto a como solía ser. Tal vez eso es lo que ella también quiere.

jueves, 2 de abril de 2015

El Mar de Tranquilidad: Capítulo 47

Mar

Es un poco después de las dos de la mañana. Es tarde, pero se siente más tarde aún, como si toda la noche hubiese sido tan épica que nada en el mundo puede ser como ello.

Simón se fue hace como quince minutos, diciendo que volvería en media hora. No mencionó a dónde estaba yendo, pero no necesitaba decirlo. Ambos sabemos en dónde terminaría.

Me he bañado y estoy intentando mantener un hielo en mi rostro, pero realmente solo quiero ir a mi cama, incluso si no dormiré. Me pregunto si hay palabras que pueda escribir que borren las imágenes que queman en mi cerebro esta noche. No las de Matt. Las de Thiago y esa chica. Las imagines que ni siquiera vi. Imágenes que están trabajando como ácido ahora, quemando en el camino a través de cada buen recuerdo. Ya vomité una vez esta noche ante la idea, pero apenas la imagen invade mi mente, mi estómago convulsiona de nuevo y estoy de regreso en el baño, en el inodoro. Pero nada sale, ya no queda nada dentro de mí.

Prendo la televisión en el piso de abajo y hay un golpe en la puerta tan suave que casi no lo escucho. Le di a Simón mi llave para que entre, así que sé que no es él, pero no tengo idea de quién más puede ser. Camino en puntas de pie a la puerta y miro por la mirilla; encuentro a Valeria en la entrada de mi casa.

Me tomo un minuto para decidir si le abro la puerta. Finalmente, la abro y la enfrento. Ella sigue vestida con su ropa de la fiesta y se ve como si hubiese estado llorando.