jueves, 30 de abril de 2015

El Mar de Tranquilidad: Capítulo 57

Thiago

Me despedí de ella hace dos días; dos días después de descubrir la verdad. Dos días que regresó a mí. Dos días de hacerme la idea sobre perderla. 

Estaba planeando irme el día de mañana pero sé que debo irme hoy.

Ambos estamos recostados contra el lado de mi auto, mirando el suelo que sostiene todos los secretos del universo. Su mano es un puño y está trazando círculos de nuevo con su pie y lo odio porque me recuerda de cosas en las que no quiero pensar.

Ella le dijo a sus padres que estaba considerando regresar conmigo y a ellos no les gusto, pero la conocen suficiente para darse cuenta que decirle eso no ayudaría mucho. Y aun así, eso es lo que estoy planeando hacer. Sostengo sus dos manos y la coloco en frente de mí porque quiero enfrentarla cuando le diga todo lo que tengo que decir. Y tal vez es un error porque cuando la miro ahora, pienso, por un segundo, que Dios no me odia tanto después de todo. Pero luego la miro de nuevo y todo lo que puedo ver es el adiós alrededor nuestro y necesito tocarla una vez más. Si debe haber una última vez para besarla, quiero saber que será la última. Trazo la línea de su cicatriz por su cabello. No sé quién se mueve primero, pero sus labios están en los míos y mis manos en su cabello y nos besamos con el remordimiento y desesperación de tantos días. Su cuerpo está aplastado contra el mío y la sostengo con tanta fuerza como si estuviera tratando de absorberla.

Pero no puedo y cuando me detengo, recuesto mi frente contra la suya y empiezo a decir adiós.

Sé que si no hablo ahora, nunca lo haré, y me quedaré aquí hasta el día de mañana y dejaré que me convenza de que venga conmigo. Y me convenceré a mí mismo que está bien.

—Me estoy yendo hoy —le digo, y espero.

—¿Quieres que vaya contigo? —pregunta tan suave que es como si no quisiera que yo la escuche. 

—Sí —. Es honesto, aunque va en contra de todo lo que le diré después. —Pero no deberías.

Ella asiente como si también pensara en ello, y ella sabe que es verdad. Pero, como yo, no creo que quiera admitirlo. 

Me hizo ver esas fotos y leer esos libros y ahora sé todo lo que ella sabe. Pero no sé cómo ayudarla. No entiendo cómo vivió con eso en su cabeza todos los días y aún puede estar sana.

—Deberías quedarte aquí e intentarlo, no lo sé, ponerte mejor. Ponerte mejor suena estúpido. 

Hay una parte de mí que sabe que cuando ella se ponga bien, arregle las cosas, puede que no me quiera más. Puede que esté tan cambiada que no nos conoceremos. Y cuando llegue el adiós, no será temporal. Si nada de esto hubiese sucedido, ella aún estaría aquí en su ciudad natal, donde pertenece, la chica hermosa y talentosa. Y soy un bastardo porque ahora sé la verdad sobre ella pero no sé cómo arrepentirme. Porque si me arrepiento significaría arrepentirme de conocerla. Y no puedo hacer eso. Parte de nosotros siempre ha sabido que estamos juntos porque estamos dañados. Cuando pienso en ello, quiero retroceder al momento en que dije que sí. Sí, ven conmigo. 

—Voy a decir esto y probablemente no suene bien o elocuente o lo que sea pero sólo déjame decirlo, ¿de acuerdo? ¿Me escucharás? —Sus ojos son suaves en mí. Sus labios apenas se curvan hacia arriba.

—Has escuchado cada palabra que he dicho. Incluso las que no dije. Escucharé cualquier cosa, Thiago. 

—Tal vez algún día vuelvas. Tal vez nunca y eso apestará, pero no puedes seguir haciendo esto. La culpa y la mierda. No puedo verlo. Me hace odiarte porque odiarte a ti misma. No quiero perderte. Pero prefiero perderte si eso significa que serás feliz. Creo que si vienes conmigo hoy, nunca estarás bien. Y yo nunca estaré bien si tú no lo estás. Necesito saber que hay una forma en que las personas como nosotros terminan bien. Necesito saber que existe algo llamado estar bien, o tal vez no solo bien, tal vez incluso bien, y eso está ahí y aun no lo hemos encontrado. Debe existir un final feliz, una mejor historia. Porque nos merecemos una, tú te mereces una. Incluso si eso no termina contigo volviendo a mí—. La última parte me quiebra, roba mi aire y quema mis ojos. Me estoy golpeando a mí mismo cuando lo digo, me digo a mí misma que cierre la boca y la mantenga. Que la agarre y la bese y le diga que todo estará bien porque yo lo arreglaré. Decirle que no hay absolutamente nada malo con ella. Mentirle con cada mentira linda que tengo. Pero no puedo hacerlo. He dicho adiós con anterioridad, y puedo hacerlo esta vez también. De alguna manera, este duele más que los otros porque este lo podría prevenir si quisiera. Este adiós viene con una oportunidad. Y por más que le digo que se quede aquí, por más que sé que ella necesita quedarse aquí, aún quiero que escoja venir conmigo. Decirle que la sanidad se vaya a la mierda. Decir que soy lo único que ella necesita para estar bien, completa y viva. Pero ambos sabemos que eso no es verdad. Ella va a decirme adiós hoy y yo debo dejarla y ninguno de los dos sabe si ella volverá.

***

He intentado irme durante veinte minutos, pero ninguno de los dos sabe cómo decir adiós. Incluso ahora, sé que todas las palabras que le he dicho hoy no han sido suficiente, porque no he dicho la única cosa que necesita ser dicha.

Y si quiero dejarla sin remordimiento, necesito saber que quedan más palabas sin decir y que no me van a cazar.

—Espera—. La atrapo mientras se va, tomando su mano y volteándola hacia la mía, trazando las cicatrices como he hecho tantas veces antes. Ella está buscando mi rostro y puedo sentir sus ojos buscando los míos, preguntándose qué más puede ser dicho.

No sé cómo decirlo, después de todo este tiempo, no estoy seguro si puedo hacerlo, pero debo romper su última regla, porque necesito que ella sepa esto.

—Te amo Rayito de Sol —le digo, antes de perder los nervios—. Me importa una mierda si me quieres o no.

1 comentario: