domingo, 29 de junio de 2014

Ángeles Caídos #4: Quince

Ese día Benja vino a visitarme y Paula aprovechó la oportunidad para seguir coqueteándolo. Y logró obtener algo por parte de él al sugerir realizar una fiesta de Halloween en mi casa. Esperaba que mamá se rehusara pero lamentablemente dio el sí y entre ella y Paula se pusieron a organizar todo. Incluso propusieron que sea temático. Y, lo peor de todo, es que Paula invitó a Benja como su pareja y él aceptó. Genial.

Los dejé discutiendo del tema y subí a mi cuarto. No estaba de humor para organizar una fiesta de Halloween cuando estaba pasando tanto alrededor.

Esa noche dejé la ventana semi-abierta, y justo después de la medianoche, Peter entró por ahí. Olía a tierra, como el bosque, mientras se deslizaba silenciosamente en la cama, a mi lado. Aunque hubiese preferido verlo en un espacio abierto, había algo sexy en este encuentro secreto.

—Te traje algo —dijo, colocando una bolsa de papel marrón en mi barriga.

Me senté y empecé a pispear la bolsa. —¡Una manzana acaramelada del Parque de Atracciones! —Sonreí. 

—Nadie las hace mejor. E incluso conseguiste uno con bolitas de coco, mi favorito.

—Es un presente de “que te mejores”. ¿Cómo está la herida?

Me alcé mi polo, enseñándole las buenas noticias. —Muy bien.

Lo último de azul se había desvanecido hace unas horas, y la herida se había sanado instantáneamente.

Peter me besó. —Esas son buenas noticias.

—¿Alguna novedad de Blakely?

—No, pero es cuestión de tiempo.

—¿Lo has sentido siguiéndote?

—No. —Un borde de frustración se coló en su tono. —Pero estoy seguro que está marcando mis pasos. Necesita el cuchillo.

—El Devilcraft está cambiando todas las reglas, ¿verdad?

—Me está forzando a inventar cosas.

—¿Trajiste el cuchillo contigo? —Miré sus bolsillos que se veían vacíos.

Alzó su camisa lo suficiente para revelar el sujetador saliendo de su correa de cuero. —Nunca lo aparto de mi vista.

—¿Estás seguro que vendrá por él? Tal vez sabe que los arcángeles no son tan rígidos como pensábamos que eran, y él sabe que puede hacer lo que quiere con el devilcraft.

—Es una posibilidad, pero no lo creo. Los arcángeles son buenos en esconder cosas, particularmente de los Nephils. Creo que Blakely está asustado, y creo que hará un movimiento pronto.

—¿Qué sucede si trae apoyo? ¿Si somos tú y yo con veinte de ellos?

—Él vendrá solo —dijo Peter, con confianza. —Lo arruinó e intentará salvar este desastre en privado. Sabiendo lo valorable que es para los Nephils, no hay forma que haya tenido permitido atender un juego de fútbol por sí solo. Apuesto que Blakely se escapó. Aún peor, dejó atrás un cuchillo encantado con devilcraft. Usaré su miedo y desesperación para nuestra ventaja. Él sabe que nosotros aún estamos juntos. Lo haré jurar un juramento para no decir ni una palabra de nuestra relación, y le diré que no obtendrá el cuchillo hasta que jure.

Le di una mordida a la manzana de caramelo. Tal vez fingiría algo de calma.

—¿Algo más? —preguntó Peter.

—Mmm…sí. Durante el entrenamiento de esta mañana, Maxi y yo fuimos interrumpidos por unos cuantos ángeles caídos. —Me encogí de hombros. —Nos escondimos hasta que se fueron, pero puedo decirte que Cheshvan tiene a todos locos. ¿Conoces a un chico delgado con marcas por todo su pecho? Es la segunda vez que lo veo.

—No me suena. Pero mantendré mis ojos alerta. ¿Estás segura que estás bien?

—Positivo. Yendo con otras noticias, Paula está organizando una fiesta de Halloween aquí en mi casa.

Peter sonrió.

—El tema es parejas famosas de la historia. ¿Podría ser menos original? Aún peor, metió a mi mamá en esto. Fueron a comprar las decoraciones ahora. Por tres largas horas. Es como si de pronto fueran amigas. 

—Mordí otro pedazo de manzana e hice una mueca. —Paula está arruinando todo. Quiero que Benja vaya con Cande, pero Paula ya lo convenció de ir con él.

La sonrisa de Peter se amplió.

Le dirigí mi mejor mirada enfurecida. —Esto no es gracioso. Paula está destrozando mi vida. ¿De qué lado estás tú de todos modos?

Peter alzó sus manos, rindiéndose. —Me quedaré fuera de esto.

—Necesito una pareja para esta cosa estúpida. Necesito eclipsar a Paula —agregué, inspirada. —Quiero a un chico caliente en mi brazo, y quiero un disfraz mejor. Voy a salir con algo un millón de veces mejor que Tristan e Isolda, los disfraces de Paula y Benja. —Miré a Peter, con esperanza.

Apenas me miró. —No nos pueden ver juntos.

—Estarás disfrazado. Piensa en ello como un reto para ser realmente sigiloso. Tienes que admitirlo, todo esto de escondernos es un poco caliente.

—No voy a fiestas de disfraces.

—¿Precioso, por favor? —Batí mis pestañas.

—Me estás matando.

—Sólo conozco a un chico que es más guapo que Benja…. —Dejé que la idea tiente su ego.

—Tu mamá no permitirá que ponga un pie dentro de este lugar. He visto la pistola que guarda en su cajón.

—De nuevo, estarás en disfraz, tontito. No sabrá que eres tú.

—No dejarás de insistir, ¿verdad¿

—Nop. ¿Qué piensas de John Lennon y Yoko Ono? ¿O Samson y Delilah? ¿Robin Hood y Maid Marian?

Alzó una ceja. —¿Has considerado Lali y Peter?

Entrelacé mis dedos sobre mi estómago y miré el techo. —Paula ganará.

El celular de Peter sonó y miró quien era. —Número desconocido —murmuró y mi sangre se enfrió.

—¿Crees que sea Blakely?

—Solo hay una manera de descubrirlo.

Respondió el celular, su voz calmada pero no feliz. En ese entonces, sentí que el cuerpo de Peter se tensaba a mi lado, y supe que tenía que ser Blakely. La llamada demoró apenas unos segundos.

—Es tu chico —me dijo Peter. —Quiere vernos. Ahora.

—¿Eso es todo? Suena muy fácil.

Peter fijó sus ojos con los míos y supe que había más. No pude interpretar su expresión, pero la forma en que me miraba me hizo ponerme ansiosa.

—Si le damos el cuchillo, nos dará el antídoto.

—¿Qué antídoto? —pregunté.


—Cuando te apuñaló, te infectó. No dijo con qué. Solo dijo que si no consigues pronto el antídoto… —se quebró, tragando —…dijo que te arrepentirás. Ambos.

***

El último por hoy :)

Ángeles Caídos #4: Catorce

Me desperté de un salto. Maxi estaba inclinado sobre mi cama, sus manos moviendo mis hombros. 
—Buenos días, sol.

Intenté rodar, pero sus brazos me tenían aplastada en el lugar. —Es domingo —protesté

—Tengo una sorpresa para ti. Una buena.

—La única sorpresa que quiero son dos horas para dormir.

Retiró de un golpe las sábanas y me estremecí, cogiéndolas inmediatamente.

—¡Te importa respetar!

—Lindo pijama.

Estaba usando una camiseta negra de Peter y apenas me cubría.

—Bien —dijo, bufando y tapándome con las sábanas. —Te veré afuera.

Después de ponerme mmi ropa de correr y mis zapatillas, salí. Maxi no estaba en la pista, pero lo sentí cerca, casi por el bosque. Sin duda, había traído a un amigo. Solo que, por la mirada de su amigo – dos ojos negros, un corte de labio, un mentón desencajado y un golpe en su frente – los dos no se encontraban en buenos términos.

—¿Lo reconoces? —preguntó Maxi, cogiendo al herido Nephil por el cuello.

Me acerqué, insegura del juego que estaba siguiendo Maxi. —No. Está muy golpeado. ¿Tú le hiciste esto?

—¿Segura que no te da idea de quién es? —preguntó de nuevo. —Estaba hablando de ti anoche. Estaba diciendo que te había dado una buena golpiza. Por supuesto fue ahí cuando captó mi interés. Le dije que nunca había hecho, y que si era cierto entonces, digamos que no me llevo bien con la gente que no respeta a sus líderes.

—Fue una broma —dijo el Nephil. —Pensé que veríamos lo sincera que ella seria sobre seguir la visión de la Mano Negra. Ni siquiera nació siendo Nephil. Pensé que podríamos mostrarle un poco….

—¿El chico del sombrero de vaquero? —solté. Su desfigurada cara finalmente me recordó al Nephil que me había metido a su auto, me había atado y amenazado.

—¿Broma? —dijo Maxi. —Si eso significa broma en tu mente, tal vez encontrarás gracioso en lo que estamos por hacerte.

Maxi golpeo al chico tan fuerte en su cabeza que colapsó de rodillas.

—¿Puedo hablar contigo? —le pregunté a Maxi. —¿En privado?

—Por supuesto. —Apuntó con un dedo de advertencia al Nephil. —Haces algo y sangrarás.

—¿Qué sucede? —dije una vez que nos alejamos.

—Ayer estuve en el bar y este imbécil estaba diciendo que te había usado como su bolsa personal de boxeo. Al principio pensé que estaba escuchando mal. Pero mientras más alto hablaba, más me daba cuenta que no estaba escuchando mal; estaba haciendo toda una historia. ¿Por qué no me dijiste que alguno de tus soldados te atacó? —demandó Maxi. Su tono no era de enojo. Estaba herido, tal vez, pero no enojado.

—¿Estás preguntándome porque estás preocupado sobre lo que esto significa para mi calificación al resto o estás preocupado por mí?

Maxi sacudió su cabeza. —No digas eso. Sabes que no estoy pensando sobre tus números. La verdad es que, dejé de preocuparme por eso inmediatamente. Esto se trata de ti. Ese idiota de ahí colocó tus manos en ti, no me gusta. Nada. Sí, él debe respetarte como la líder de un ejército del que él clama pertenecer, pero es más que eso. Debe respetarte porque eres una buena persona, y estás dando lo mejor de ti. Yo lo veo, y quiero que él también lo vea.

Estaba incómoda con su honestidad e intimidad. Especialmente después del beso que casi me da a través de la manipulación mental. Sus palabras parecían ir más allá de lo profesional, y de eso se trataba nuestra relación. Ahí quería que se quede, en lo profesional.

—Aprecio todo lo que acabas de decir —dije. —Pero utilizar la venganza no hará cambiar su mente. Él me odia. Un montón de Nephils lo hacen. Esta puede ser una buena oportunidad para demostrares que pueden estar mal sobre mí. Creo que debemos dejarlo ir y continuar con el entrenamiento.

Maxi no se vio conmovido, su rostro mostraba decepción y tal vez impaciencia.

—No debemos ir por la compasión. No esta vez. Ese idiota de ahí solo hará que este caso sea más fuerte si tu se lo dejas fácil. Está intentando convencer a la gente que tú no estás lista para liderar este ejército, y si se lo dejas fácil, solo probará su punto. Hazlo sufrir un poco. Hazlo pensarse dos veces antes de hablar o tocarte.

—Déjalo ir —dije, con mayor firmeza. No creía en la violencia.

Maxi abrió la boca, poniéndose un poco rojo, pero lo corté. —No voy a seguir con esto. Él no me hizo daño. Me llevó a su auto porque estaba asustado y no sabía qué más hacer. Todos están asustados. Cheshvan ha llegado y nuestro futuro está en una balanza. Lo que hizo estuvo mal, pero no puedo irme contra él por intentar hacer algo que alivie sus miedos. Baja tu violencia y déjalo ir. Lo digo en serio, Maxi.

Maxi dejó soltar un suspiro largo y de desaprobación. Sabía que no estaba feliz, pero también creía que estaba tomando la decisión correcta.

—¿Así que eso es todo? —preguntó Maxi, claramente no satisfecho.

—Eres libre de irte —hablé bastante alto para que me escuche el chico del sombrero. —Me disculpo por cualquier inconveniente generado.

El chico del sombrero se nos quedó mirando, su boca abierta en desconcierto, pero no queriendo presionar su suerte, se escapó por el bosque, como si fuera perseguido por osos.

—Así que… —le dije a Maxi. —¿Qué maquinaciones crueles has planeado para mí hoy? ¿Entrenar para una maratón? ¿Mover montañas? ¿Partir océanos?

Una hora después, los músculos de mi brazo y pierna dolían por el exhausto. Estábamos en nuestra salida del bosque cuando alcé mi brazo inmediatamente, cogiendo a Maxi por el pecho. Sostuve un dedo contra mis labios, en señal que no haga ruido.

A la distancia, pude escuchar pasos.

Maxi debió haberlo escuchado también.

¿Ciervo? —me preguntó.

Miré en la oscuridad, pero era difícil ver algo.

No, el ritmo es otro.

Maxi golpeó mi hombro y apuntó hacia el cielo. Al principio no entendí, luego capté su señal. Quería que subamos a los árboles, dándonos una visión de halcón desde arriba. A pesar de estar exhausta, escalé con bastante rapidez. Maxi subió al árbol vecino.

No esperamos mucho. Momentos después de estar seguros, seis ángeles caídos aparecieron debajo de nosotros. Tres hombres y tres mujeres. Sus torsos desnudos estaban marcados con extraños jeroglíficos que se parecían a la pintura que llevaba Peter en su muñeca, y sus rostros estaban pintados con sangre roja. Reconocí a uno de ellas, uno de los que había estado en el bar y había atacado a una chica bastante parecida a mí. Ahora buscaba entre los árboles. Su pecho tenía una herida circular, un pedazo de carne había sido cortada. Algo frío brilló en sus ojos y me estremecí.

Maxi y yo nos quedamos en los árboles hasta que los ángeles se fueron. Cuando estuvimos de vuelta en el suelo, dije: —¿Cómo nos encontraron?

Sus ojos se fijaron en los míos, fríos. —Cometieron un gran error al venir tras de ti así.

—¿Crees que nos han estado espiando?

—Creo que alguien les ha avisado.

—El chico larguirucho. Lo he visto antes, en el bar. Atacó a una chica Nephil que se parecía a mí. ¿Lo conoces?


—No. —Pero pareció hacer una pausa antes de responder.

sábado, 28 de junio de 2014

Ángeles Caídos #4: Trece

Me desperté, reconociendo que estaba en una cama familiar, un cuarto oscuro que olía a calidez y a tierra. Un cuerpo estaba estrechado a mi lado, y se movía.

—¿Ángel?

—Estoy despierta —dije, alivio llenándome al saber que Peter estaba cerca. No sabía cuánto tiempo había estado desmayada, pero me sentía segura aquí en su casa, con él cuidándome. —Blakely estaba poseyendo el cuerpo de Paula. No lo sentí y caminé hacia él sin la ligera pista que era una trampa. Intenté advertirte, pero Blakely me tenía en una especie de burbuja, no podía hablar por la mente.

Peter asintió, colocando un cabello suelto detrás de mi oreja. —Lo vi salir del cuerpo de Paula y escapar. Paula está bien. Algo asustada, pero bien.

—¿Por qué tuvo que apuñalarme? —Hice una mueca mientras me alzaba la blusa para ver la herida. Mi sangre Nephil debería haberme curado para entonces, pero la herida seguía fresca, con un tono azulado.

—Él sabía que si estabas herida, me quedaría a tu lado en lugar de ir tras él. Una movida que va a costarle —dijo Peter, con su mandíbula rígida. —Cuando te traje aquí, tu cuerpo entero estaba radiando luz azul, de la cabeza hasta los pies. Parecías estar en coma. No podía alcanzarte, ni siquiera hablando por la mente, y eso me aterró—. Peter me apretó contra él, curvando su cuerpo protectoramente a mí alrededor, sosteniéndome fuerte, y fue ahí cuando supe lo preocupado que había estado.

—¿Qué significa esto para mí?

—No lo sé. No puede ser bueno que te hayan forzado a ingerir devilcraft a tu cuerpo dos veces.

—Maxi lo está tomando diario—. Si él estaba bien, yo también lo estaría. ¿Verdad? Quería creer en eso.

Peter no dijo nada, pero tenía una buena idea de hacia dónde estaban yendo sus pensamientos. Como yo, él sabía que tenían que haber efectos negativos de ingerir esta bebida.

—¿Dónde está Paula? —pregunté.

—Alteré su memoria así que no me recordará haberme visto esta noche, luego le dije a Agustina que la lleve a casa. No me mires así. Estaba sin opciones, y tenía el teléfono de Agustina.

—¡Eso es lo que me preocupa! —Instantáneamente hice una mueca de dolor cuando mi reacción causó que mi herida palpite.

Peter se inclinó para besar mi frente, rodando sus ojos mientras lo hacía. —No me hagas decirte de nuevo que no hay nada entre Agustina y yo.

—Ella no te ha superado.

—Está pretendiendo sentir algo por mí para antagonizarte. No se lo dejes fácil.

—No la llames para favores, como si fuera parte del equipo —dije. —Ella intentó matarme, y te haría daño en un latido, si la dejas. No me importa cuántas veces lo niegues. He visto la forma en que te mira.

Peter se veía como si tuviera algo que responder, pero se forzó a no decir nada y rodó fuera de la cama. Su camiseta negra estaba arrugada, su cabello revuelto, dándole la apariencia de un pirata perfecto. —¿Puedo traerte algo de comer? ¿Beber? Me siento inservible, y me está volviendo loco.

—Puedes ir tras Blakely, si estás buscando algo que hacer —dije bruscamente. ¿Qué haría falta para deshacerme totalmente de Agustina?

Una sonrisa que era tanto astuta como siniestra llenó la expresión de Peter. —No tenemos que encontrarlo. Él vendrá a nosotros. Para escapar, tuvo que dejar atrás su cuchillo. Él sabe que lo tenemos, y sabe que es evidencia que puedo llevarle a los arcángeles para probar que está usando devilcraft. Él va a venir a buscar el cuchillo. Pronto.

—Hay que avisarle a los arcángeles ahora. Dejar que se preocupen sobre erradicar el devilcraft.

Peter quiso soltar una risa, pero la sostuvo. —Ya no confío en los arcángeles. Pepper no es el único malo. Si les cuento esto a ellos, no tengo garantía que se encargarán de este desastre. Solía pensar que los arcángeles eran incorruptibles, pero han hecho un buen trabajo convenciéndome de lo contrario. Los he visto jugar con la muerte, ver el otro camino en ofensas serias de la ley, y castigarme por crímenes que no he cometido. He cometido errores, y he pagado por ellos, pero sospecho que no se darán por vencidos hasta que me encierren en el infierno. No les gusta la oposición, y esa es la primera palabra que viene a la mente cuando piensan en mí. Esta vez tomaré los asuntos bajo mis propias manos. Blakely vendrá por su cuchillo y cuando lo haga, estaré listo.

—Quiero ayudar —dije inmediatamente. Quería bajarme al Nephil que había sido lo suficientemente tonto para apuñalarme. Blakely estaba apoyando al ejército de Nephils, pero yo lo estaba liderando.

Peter hizo contacto con mis ojos, estudiándome sin decir palabra, como si estuviera juzgando mi habilidad para ir contra Blakely. Para mi profunda satisfacción, asintió. —Muy bien, Ángel. Pero primero lo primero. El juego de fútbol terminó hace dos horas y tu mamá empezará a preguntarse dónde estás. Momento de ir a casa.

***

Las luces estaban apagadas en casa, pero supe que mamá no se dormiría hasta que yo llegara. Toqué suavemente en la puerta de su habitación, la abrí, y susurré en la oscuridad: —Ya llegué.

—¿Te divertiste? —preguntó, bostezando.

—El equipo jugó bastante bien —dije, tratando de evadir la pregunta.

—Paula llegó a casa hace unas cuantas horas. No dijo mucho, solo fue directo a su habitación y cerró la puerta. Se veía…silenciosa. Triste, tal vez.

—Probablemente se trata de su periodo.

Probablemente estaba haciendo todo en su poder para no entrar en pánico. Había sido poseída con anterioridad, y las palabras no podían describir lo violada que me sentí. Pero no me estaba sintiendo especialmente simpática con su situación. Si Paula hubiese hecho lo que le dije, nada de esto hubiese sucedido.

En mi cama, me quité la ropa y examiné una vez más la herida. La tinta azul eléctrica se estaba yendo. Lentamente, pero yéndose. Tenía que ser una buena señal.

Acaba de acurrucarme en la cama cuando hubo un golpe en la puerta. Paula la abrió y se quedó en la entrada. —Me estoy volviendo loca —dijo, y realmente parecía decirlo en serio.

Le hice una seña para que entre y cierre la puerta.

—¿Qué sucedió? —demandó, su voz quebrándose. Lágrimas en sus ojos. —¿Cómo tomó mi cuerpo de esa forma?

—Blakely te poseyó.

—¿Cómo puedes estar tranquilo con esto? —chilló. —Él estaba viviendo dentro de mí. Como una clase de…¡parásito!

—Si hubieses seguido el plan, esto no hubiese sucedido.

Apenas lo dije, me arrepentí de haber sido tan dura. Paula había hecho una cosa estúpida, ¿pero quién era yo para juzgar? Yo también había tomado decisiones impulsivas.

Suspiré. —Lo siento. No quise decirlo de esa forma.

Pero era muy tarde. Me dio una mirada herida y se fue.

domingo, 22 de junio de 2014

Ángeles Caídos #4: Doce

El viernes por la noche me cambié mi ropa de colegio por una blusa, un saco, sombrero y guantes. El juego de fútbol no empezaría hasta más tarde y para ese entonces la temperatura estaría congelada. Conduje hasta el colegio, me estacioné en una esquina, justo al sur del estadio de fútbol, y llamé a Peter.

—Estoy aquí —dije. —¿Aún utilizaremos el plan A?

—A menos que me escuches decir lo contario, sí. Estoy entre multitud. Todavía no hay señal de Blakely. ¿Has oído algo de Paula?

Miré mi reloj, el que había sincronizado con Peter más temprano. —Se encontrará conmigo en el puesto de comida en diez minutos.

—¿Quieres repasar el plan una última vez?

—Si veo a Blakely, te llamo enseguida. No me acerco demasiado, pero tampoco lo dejo lejos de mi vista.

—¿Y Paula?

—Me quedo con ella toda la noche. Después que atrapes a Blakely, la llevo cerca de tu casa. Ya tengo las direcciones aquí. Tomo la ruta larga, dándote tiempo para que le hagas preguntas a Blakely y lo incapacites antes que nosotras lleguemos ahí. Eso es todo, ¿verdad?

—Una cosa más —dijo Peter. —Ten cuidado.

—Siempre —dije, y me bajé del auto.

Enseñé mi identificación de estudiante en la entrada, compré una, y caminé hacia el puesto de comida. Mis ojos alerta, en busca de Blakely. Peter me había dado una descripción profunda, pero apenas estuve dentro del estadio, con toda la gente, la mitad de los hombres podían pasar por Blakely. Alto y con cabello gris, con una apariencia de persona inteligente y al mismo tiempo de un profesor de química totalmente estereotipado. Sin duda podía venir disfrazado o usando algo que cambie su apariencia, así que debía empezar a filtrar a la multitud por su altura.

Encontré a Paula en el puesto de comida, temblando con sus jeans rosados, un polo con cuello blanco, y un chaleco rosado.  

—¿Dónde está tu vestuario de porrista? ¿No tienes que alentar al equipo esta noche? —pregunté.

—Es un uniforme, no un vestuario. Y renuncié.

—¿Dejaste el equipo?

—Sí.

—Caray.

—Tengo cosas más grandes en qué preocuparme. Todo se volvió nada al descubrir que eres —miró alrededor, dudando —Nephil.

—¿Crees que reconocerías a Blakely si lo vieras? —le pregunté, obviando su comentario.

Me miró con irritación. —Dije que lo conocía, ¿verdad¿ Ahora mismo soy tu mejor opción para encontrarlo. No me cuestiones.

—Cuando lo veas, o si es que lo ves, mantenlo discreto. Peter atrapará a Blakely, y lo seguiremos hasta su casa, donde todos podemos hacerle preguntas. —Excepto que para este punto, Blakely ya estaría desmayado y Paula no conseguiría nada. Pequeño detalle.

—Pensé que habías terminado con Peter.

—Lo hice —mentí, tratando de ignorar la culpa retorciéndose en mi estómago. —Pero tampoco confío en nadie más que me pueda ayudar a lidiar con Blakely. Solo porque Peter y yo no estamos juntos no significa que no puedo llamarlo para un favor. —Si no creía en mi explicación, no me preocupaba. Peter borraría su memoria y esta conversación.

—Quiero cuestionar a Blakely antes que Peter lo haga —dijo Paula.

—No puedes. Tenemos un plan y debemos seguirlo.

—Veremos.

Mentalmente, respiré profundamente y evité rechinar los dientes. Era momento de mostrarle a Pula que no malograría el espectáculo. —Si malogras esto, estarás en serios problemas.

—¿Realmente crees que Blakely tiene información sobre quién mató a mi padre? —preguntó Paula, fijando sus ojos en mí.

—Con suerte lo descubriremos esta noche.

—¿Y ahora qué? —dijo Paula.

—Ahora caminamos alrededor e intentamos no atraer atención.

—Habla por ti misma —dijo Paula, bufando.

Caminamos por las tribunas, los servicios higiénicos, y rodeamos el campo de fútbol, dirigiéndonos hacia la sección de visitantes. Para mi disgusto, vi al Policía Basso en uniforme, de pie en lo alto de las tribunas, mirando hacia una multitud de visitantes, con ojos escépticos. Su mirada cambió a la mía, y la duda en sus ojos se profundizó. Recordando la sensación extraña que me había dado hace dos noches atrás, cogí el hombro de Paula y la forcé a caminar conmigo. No podía acusar a Basso de seguirme, pero no significaba que yo quería seguir siendo el objetivo de su mirada.

Caminamos con Paula. Las tribunas estaban llenas de gente, la noche ya se había establecido, el juego ya había empezado, y además de los fans de Paula, creo que no habíamos atraído ninguna otra atención, además del hecho que no nos habíamos sentado en cuarenta minutos.

—Esto se está volviendo aburrido —se quejó Paula. —Estoy cansada de caminar. En caso no lo hayas notado, estoy usando botas de taco.

¡No es mi problema! Quise decir, pero en lugar de eso dije: —¿Quieres encontrar a Blakely o no?

—Una caminata más y luego terminamos con esto —dijo.

En nuestro camino de regreso a la sección de estudiantes, sentí un escalofrío sobre mi piel. Automáticamente me volteé, siguiendo el origen de la sensación. Unos cuantos hombres estaban conversando en la oscuridad, afuera de la alta reja que rodeaba el estadio. Hombres que no habían comprado entradas, pero aún querían ver el juego. Hombres que preferían quedarse en la oscuridad en lugar de mostrar sus rostros en las luces del estadio. Un hombre en particular, alto y delgado a pesar de la forma de sus hombros caídos atrapó mi atención. Una vibra de energía no humana saltaba de él, logrando que se mueva mi sexto sentido.

Seguí caminando, pero le dije a Paula: —Mira sobre la reja. ¿Alguno de esos hombres se parece a Blakely?

Para su crédito, Paula limitó su mirada a un destello de sus ojos. —Creo que sí. En el medio. El chico que estaba con los hombros caídos. Ese podría ser.

Era toda la confirmación que necesitaba. Continuando caminando a lo largo de la curva, saqué mi celular e hice una llamada.

—Lo encontramos —le dije a Peter. —Está al lado norte el estadio, afuera de la reja. Está usando unos jeans y una chaqueta gris. Hay otros hombres alrededor, pero no creo que estén con él. Solo siento a un Nephil, y es el mismo Blakely.

—Estoy en camino —dijo Peter.

—Nos encontraremos en tu casa.

—Conduce lento. Tengo un montón de preguntas para Blakely —dijo.

Dejé de escuchar, Paula ya no estaba a mi lado.

—Oh, no —susurré. —¡Paula! ¡Está corriendo hacia Blakely! Tengo que irme.

Paula ya estaba por la reja, y escuché su voz estridente. —¿Sabes quién mató a mi padre? ¡Dime lo que sabes!

Una serie de insultos siguieron su pregunta, e instantáneamente Blakely se volteó y empezó a alejarse.

Con pura determinación, Paula se arrastró contra la reja hasta que logró colgar sus piernas, y se fue detrás de Blakely. Yo llegué a la reja un momento después, coloqué mi pie en una cadena y sin romper la velocidad, logré pasar al otro lato. Apenas registré las expresiones de asombro de los hombres que estaban alrededor. Hubiese intentado borrarles la memoria, pero no tenía tiempo. Corrí detrás de Blakely y Paula, en la oscuridad; por suerte mi visión nocturna era mejor que cuando era humana.

Sentía a Blakely un poco más allá. A Paula también, aunque su poder era considerablemente más débil. Desde que sus padres eran Nephils puros, tenía suerte de haber sido concebida. Ella podía ser Nephil por definición, pero yo poseía mayor fuerza que ella como humana.

¡Paula! —dije, mentalmente. —¡Vuelve aquí ahora mismo!

De pronto Blakely se fue de mi radar. No podía detectarlo para nada. Me detuve, mentalmente sintiendo mi camino a través de la briza oscura, intentando encontrar su rastro. ¿Había corrido tan rápido y tan lejos que se había desvanecido de mi rastro totalmente?

¡Paula! —siseé de nuevo.

Y luego la vi. De pie al final del pasillo, la luz de la luna iluminando su silueta. Troté hacia ella, intentando contener mi enojo. Ella había arruinado todo. Habíamos perdido a Blakely, y aún peor, él sabía que lo estábamos buscando. No podía imaginarlo viniendo a otro juego de fútbol de nuevo, después de esta noche. Probablemente se retiraría a su escondite totalmente. Nuestra única oportunidad…se había ido.

—¿Qué fue eso? —demandé a Paula. —Se supone que debías dejar que Peter vaya tras de Blakely…. —me detuve, las últimas palabras salieron lentas y roncas. Tragué fuerte. Estaba mirando a Paula, pero algo sobre ella era horrible y andaba muy mal.

—¿Peter está aquí? —preguntó Paula, solo que no era su voz. Era baja, masculina y de sorpresa. —No he sido tan cuidadoso como pensé.

—¿Blakely? —pregunté, mi boca secándose. —¿Dónde está Paula?

—Oh, ella está aquí. Justo aquí. Estoy poseyendo su cuerpo.

—¿Cómo? —Pero ya lo sabía. Devilcraft. Era la única explicación. Eso y que era Cheshvan. El único mes donde la posesión de otro cuerpo era posible.

Escuché pasos detrás de nosotros, e incluso en la oscuridad, vi que los ojos de Blakely se endurecieron. Me buscó sin advertencia. Se movió tan rápido que no tuve tiempo de reaccionar. Me volteó contra él, sosteniéndome contra su pecho. Peter apareció, pero se detuvo cuando me vio de pie contra Paula.

—¿Qué sucede Ángel? —preguntó, bajo e incierto.

—No digas ni una palaba —susurró Blakely en mi oído.

Lágrimas se juntaron en mis ojos. Blakely estaba usando un brazo para sostenerme, pero el otro sostenía un cuchillo, y lo sentí tocar mi piel, unos cuantos centímetros por encima de mi cadera.

—Ni una sola palabra —repitió Blakely, su respiración soplando en mi pelo.

Peter se detuvo, y pude ver la confusión por su rostro. Él sabía que algo andaba mal, pero no sabía qué. Sabía que yo era más fuerte que Paula y podía soltarme de ella si quería.

—Deja ir a Lali —le dijo Peter a Paula, su voz silenciosa, de peligro.

—No vayas a dar ni un paso más —le dijo Blakely a Peter, solo que esta vez hizo que su voz sonara como la de Paula. —Tengo un cuchillo y lo usaré si así lo requiere el momento.

Devilcraft —Peter habló en mi mente. —Lo siento por todos lados.

¡Ten cuidado! Blakely está poseyendo el cuerpo de Paula —intenté decirle, pero mis pensamientos fueron bloqueados. De algún modo Blakely lo estaba haciendo.

Por el rabillo del ojo vi que Blakely sostenía en alto el cuchillo. Este tenía una sombra de azul. Antes que pueda parpadear, incrustó el cuchillo a un lado de mi cuerpo. Colapsé, intentando gritar por del dolor, pero estaba muy sorprendida como para emitir sonido alguno. Caí al suelo, queriendo sacar el cuchillo pero cada músculo de mi cuerpo estaba sorprendido, paralizado ante la agonía silenciosa.

La otra cosa que supe es que Peter estaba a mi lado, diciendo una lista de insultos, con el miedo en su voz. Retiró el cuchillo. Ahora grité, el sonido saliendo de lo profundo. Escuché que Peter gritaba, pero las palabras se rompían en dos, insignificantes al lado del dolor que torturaba cada esquina de mi cuerpo. Estaba en fuego, las llamas quemándome. El calor era tan intenso, grandes estremecimientos que me hacían retorcerme.


Peter me colocó en sus brazos. Vagamente noté que estaba saliendo del pasillo. El sonido de sus pasos haciendo eco en las paredes fue lo último que escuché. 

***

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domingo, 15 de junio de 2014

Ángeles Caídos #4: Once

Detestaba que Paula estuviera en mi casa, pero de algo sirvió. No, de algo no. Mucho sirvió. Utilicé una estrategia para obtener información sobre Blakely, y lo logré. Paula me comentó que Blakely tenía un hermano menor en el colegio, y que era uno de los campeones de atletismo (sin duda) y que lo podía ver jugar el viernes por la noche. ¡Genial! Sin duda Blakely iría a ver jugar su hermanito menor ya que era la única familia que tenía. Ese podría ser mi momento para encontrarme con él.

Paula insistió en que le dijera el motivo de conocer a Blakely y le mentí diciéndole que quería descubrir quién había matado a Hank (sí, claro, toma eso). Ella insistió en acompañarme y le tuve que decir que sí: por supuesto que era mentira (toma eso dos veces).

***

Después del colegio decidí ir a la casa de Peter para relajarme, me imaginaba que él no estaría ahí; sin duda estaría haciendo sus averiguaciones. Fijándome que no haya nadie, entré con cuidado.

¿Adivina dónde estoy? —le mandé un mensaje de texto a Peter.

No necesito adivinar, estás utilizando el rastreador —me respondió.

Sí, claro, estaba usando la chaqueta de jean.

Dame 20 y estaré ahí —me envió otro mensaje. —¿Exactamente en qué habitación estás?

Tu habitación.

Entonces serán 10 minutos.

Sonreí y guardé mi celular en la cartera. Luego me eché en la enorme cama. El colchón era suave, pero no lo suficiente. Me imaginé a Peter recostado aquí, estirado en esta cama, usando quién sabía qué. ¿Boxers? ¿Calzoncillos? ¿Nada? Tenía la intención y los métodos para descubrirlo, pero irme por esa ruta no se sentía la opción más segura. No cuando estaba haciendo lo mejor para mantener mi relación con Peter lo menos complicado posible. Necesitaba que nuestras vidas se calmen un poco antes de descubrir si quería tomar el siguiente paso…

Diez minutos más tarde, Peter entró a la casa y me encontró buscando algo que ver en la televisión. La apagué.

—Te cambiaste de habitación —dijo.

—Es más seguro así.

—¿Tanto miedo doy?

—No, pero las consecuencias sí. —¿A quién estaba mintiendo? Peter sí que daba miedo. Era la perfección de hombre. Yo tenía una figura delgada y bien proporcionada y sabía que era atractiva, pero no era una diosa. No sufría de baja autoestima, pero era susceptible a la intimidación. —Me enteré sobre el Cheshvan, que fue un poco anticlimático.

—No creas todo lo que escuchas. Las cosas están bastante tensas afuera.

—¿Alguna idea de lo que están esperando los ángeles caídos?

—¿Quién desea saberlo?

Luché contra la urgencia de rodar mis ojos. —No estoy espiando para Maxi.

—Qué bueno saberlo —el tono de Peter fue cuidadoso.

Suspiré, odiando la tensión entre nosotros. —En caso te estés preguntando, ya tomé mi decisión. Soy tuya —dije suavemente. —Toda tuya.

Peter dejó sus llaves en la mesa. —¿Pero?

—Pero esta mañana, básicamente le dije a Maxi lo mismo. Pensé en lo que me dijiste, que necesitamos encontrar a Blakely y eliminar el devilcraft. Decidí que probablemente Maxi sea mi mejor opción para obtener información, así que….

—Estás jugando con él.

—Sena horrible, pero sí. Supongo que eso estoy haciendo.

—¿Aún pretende salir contigo?

—Si debo adivinar, está plantando semillas sobre nuestra relación.

Peter se sentó a mi lado. No entrelazó sus dedos con los míos, como siempre. Intenté que eso no me molestara pero sentí un nudo en la garganta.

—¿Cheshvan? —volví a preguntar.

—Sé tanto como tú. Les he dejado claro a los ángeles caídos que no quiero nada con esta guerra. Me odian cuando estoy cerca. No voy a ser la mejor fuente de información para ellos.

Recostó su cabeza en el sillón y cubrió su rostro con su gorra. Parecía que estuviera a punto de roncar, se veía muy cansado.

—¿Largo día? —pregunté.

Emitió un gruñido en asentimiento. —Estuve buscando al posible chantajeador de Pepper, pero no hubo nada. Puedo soportar muchas cosas pero no un día no productivo.

—Esto viene del chico que constantemente está intentando convencerme que me quede en la cama con él —bromeé, esperando que aligere su humor.

—Ángel, ese sería un día muy productivo. —Sus palabras eran juguetonas, pero su tono era cansado.

—¿Alguna chance que Agustina sea la chantajista? —pregunté. —La otra noche la vi en el bar, discutiendo con Pepper. Él no se veía feliz. —Peter se puso rígido, asimilando la noticia. —¿Crees que sea posible? —presioné.

—Agustina no está chantajeando a Pepper.

—¿Cómo lo sabes? —No me gustaba que se tomara siquiera dos segundos en pensarlo.

—Sólo lo sé. ¿Cómo estuvo tu día? —preguntó, claramente evitando el tema.

Le conté sobre la decisión de Paula de mudarse y sobre la extraña actitud de mi madre.

—Siento que Paula sospecha que yo sé quién mató a su padre. Y mudarse conmigo es un plan para espiarme.

Peter recostó su mano en mi muslo, y sentí un poco de esperanza. Odiaba la sensación que había un abismo entre nosotros.

—Sólo hay dos personas en este mundo que saben que tú mataste a Hank, y es un secreto que lo llevaré hasta el infierno. Nadie se enterará.

—Gracias Peter —le dije, con sinceridad. —Siento si lastimé tus sentimientos más temprano. Siento lo de Maxi, y todo este desastre. Solo quiero sentirme cerca de ti de nuevo.

Peter besó la palma de mi mano. Luego la recostó en su corazón, sosteniéndola.

También te quiero cerca Ángel —murmuró en mi mente.

Me acurruqué a su lado, recostando mi cabeza en su hombro. Sólo tocarlo me hacía sentir electricidad. Había estado esperando todo el día para este momento. Podía soportar la tensión entre nosotros así como el estar lejos de él. Algún día serán solo tú y él, me dije a mí misma. Algún día escaparás de la guerra del Cheshvan, ángeles caídos y Nephils. Algún día…sólo los dos.

—Descubrí algo interesante —dije, y le conté a Peter lo del hermano menor de Blakely.

Peter alzó su gorra y me miró a los ojos. —Buen trabajo Ángel —dijo, impresionado.

—¿Y ahora qué? —pregunté.

—Viernes por la noche, nos presentaremos en el juego.

—¿Crees que haya problema si él nos ve?

—Él no verá raro que tú estés en el juego, y yo estaré escondido. Lo atraparé y lo llevaré a alguna propiedad que conozco cerca de un lago. Está vacío ahí por esta época del año. Mala suerte para Blakely, bien por nosotros. Haré que me diga sobre los prototipos, dónde los está fabricando, y encontraremos una forma de desactivarlos. Luego lo mantendré permanentemente bajo mi mirada. Será el final de sus días trabajando con devilcraft.

—Debo advertirte que Paula cree que ella se involucrará en el interrogatorio.

Peter alzó las cejas.

—Fue el precio que tuve que pagar por obtener esta información —expliqué.

—¿Llegaste a jurar?

—No.

—¿Te da remordimiento?

—No —me mordí el labio. —Tal vez. —Una pausa. —Está bien. ¡Sí! Sí, me daría remordimiento. Si dejamos de lado a Paula, estaré toda la noche sintiéndome culpable. Le mentí en su cara esta mañana y me ha estado fastidiando todo el día. Ahora vivo con ella, Peter. Tengo que enfrentarla. Tal vez podamos usar esto a nuestro favor. Si le mostramos que ella puede confiar en nosotros, tal vez nos da más información.

—Hay mejores formas de obtener información, bebé.

—Yo digo que la dejemos. ¿Qué es lo peor que puede suceder?

—Puede descubrir que realmente no terminamos y contarle a los Nephils.

No había pensado en ello.

—O podemos dejarle que siga, y borrar después su memoria. —Se encogió de hombros. —No hay culpa ahí.

Lo pensé, se veía un buen plan. También me hizo hipócrita, ya que se supone que odiaba esos trucos mentales.

Una sonrisa empezó a formarse en la boca de Peter. —¿Vas a aceptar o vas a hacer de niñera de Paula?

Sacudí mi cabeza. —Tú has el trabajo sucio, y yo me encargaré de Paula.

Peter se inclinó de costado y me besó. —Por más que voy a disfrutar hacerle preguntas a Blakely, estoy decepcionado de no verte pelear con Paula.

—No habrá pelea. Voy a explicarle calmadamente que puede venir, pero debe esperar conmigo en el auto mientras tú estás con Blakely. Esa es nuestra oferta final. Ella puede tomarlo o dejarlo.

Apenas lo dije, me di cuenta de lo estúpido que resultaba creer que sería tan fácil. Paula odiaba tomar órdenes y peor si venían de mí. Pero, por el otro lado, nos convenía aliarnos con ella; ella era la hija legal de Hank.

—Seré firme —le prometí a Peter. —Sin retractarme.

Para entonces, Peter estaba sonriendo de oreja a oreja. Me volvió a besar y sentí mi boca suavizarse. —Te ves linda cuando intentas ser dura —dijo.

¿Intentando? Podía ser dura. ¡Podía! Y el viernes por la noche se lo probaría. Cuidado Paula.

***

Estaba a unas cuantas millas de casa cuando pasé a un carro policía fuera de vista. Inmediatamente, éste prendió su sirena y me hizo un gesto para que me detuviera.

—Genial —murmuré—¡Simplemente genial!

Cuando llegó a mi auto, tocó mi ventana con su lapicero en un intento para que la baje. Miré a través del vidrio su rostro; no era cualquier policía, era mi favorito. El Policía Basso y yo teníamos una larga historia de sospecha mutua y un gran “odio”.

Bajé mi ventana. —¿Qué sucedió? —pregunté.

—No te detuve por velocidad, si es lo que estás pensando, tu luz del lado izquierdo está rota. Eso es una multa de cincuenta dólares.

—Debes estar bromeando.

Escribió en una hoja y me pasó el ticket por la ventana. —Se trata de seguridad, nada con que bromear.

—¿Me sigues para buscar formas de malograr mi día? —pregunté, medio en sarcasmo, y medio conteniendo el aliento.

—Ya quisieras.


Y, con eso, regresó a su auto. Lo vi avanzar por la pista y desaparecer. Me hizo un gesto de despedida pero yo no pude devolvérselo. Algo no andaba bien. Mi espina se endureció, y mis manos se sentían heladas. Sentí una fría vibra acerca del Policía, como un aire helado. Pero era imposible, debería estar imaginando. Me estaba volviendo paranoica. Porque….porque solo me sentía así alrededor de gente no humana.