domingo, 22 de junio de 2014

Ángeles Caídos #4: Doce

El viernes por la noche me cambié mi ropa de colegio por una blusa, un saco, sombrero y guantes. El juego de fútbol no empezaría hasta más tarde y para ese entonces la temperatura estaría congelada. Conduje hasta el colegio, me estacioné en una esquina, justo al sur del estadio de fútbol, y llamé a Peter.

—Estoy aquí —dije. —¿Aún utilizaremos el plan A?

—A menos que me escuches decir lo contario, sí. Estoy entre multitud. Todavía no hay señal de Blakely. ¿Has oído algo de Paula?

Miré mi reloj, el que había sincronizado con Peter más temprano. —Se encontrará conmigo en el puesto de comida en diez minutos.

—¿Quieres repasar el plan una última vez?

—Si veo a Blakely, te llamo enseguida. No me acerco demasiado, pero tampoco lo dejo lejos de mi vista.

—¿Y Paula?

—Me quedo con ella toda la noche. Después que atrapes a Blakely, la llevo cerca de tu casa. Ya tengo las direcciones aquí. Tomo la ruta larga, dándote tiempo para que le hagas preguntas a Blakely y lo incapacites antes que nosotras lleguemos ahí. Eso es todo, ¿verdad?

—Una cosa más —dijo Peter. —Ten cuidado.

—Siempre —dije, y me bajé del auto.

Enseñé mi identificación de estudiante en la entrada, compré una, y caminé hacia el puesto de comida. Mis ojos alerta, en busca de Blakely. Peter me había dado una descripción profunda, pero apenas estuve dentro del estadio, con toda la gente, la mitad de los hombres podían pasar por Blakely. Alto y con cabello gris, con una apariencia de persona inteligente y al mismo tiempo de un profesor de química totalmente estereotipado. Sin duda podía venir disfrazado o usando algo que cambie su apariencia, así que debía empezar a filtrar a la multitud por su altura.

Encontré a Paula en el puesto de comida, temblando con sus jeans rosados, un polo con cuello blanco, y un chaleco rosado.  

—¿Dónde está tu vestuario de porrista? ¿No tienes que alentar al equipo esta noche? —pregunté.

—Es un uniforme, no un vestuario. Y renuncié.

—¿Dejaste el equipo?

—Sí.

—Caray.

—Tengo cosas más grandes en qué preocuparme. Todo se volvió nada al descubrir que eres —miró alrededor, dudando —Nephil.

—¿Crees que reconocerías a Blakely si lo vieras? —le pregunté, obviando su comentario.

Me miró con irritación. —Dije que lo conocía, ¿verdad¿ Ahora mismo soy tu mejor opción para encontrarlo. No me cuestiones.

—Cuando lo veas, o si es que lo ves, mantenlo discreto. Peter atrapará a Blakely, y lo seguiremos hasta su casa, donde todos podemos hacerle preguntas. —Excepto que para este punto, Blakely ya estaría desmayado y Paula no conseguiría nada. Pequeño detalle.

—Pensé que habías terminado con Peter.

—Lo hice —mentí, tratando de ignorar la culpa retorciéndose en mi estómago. —Pero tampoco confío en nadie más que me pueda ayudar a lidiar con Blakely. Solo porque Peter y yo no estamos juntos no significa que no puedo llamarlo para un favor. —Si no creía en mi explicación, no me preocupaba. Peter borraría su memoria y esta conversación.

—Quiero cuestionar a Blakely antes que Peter lo haga —dijo Paula.

—No puedes. Tenemos un plan y debemos seguirlo.

—Veremos.

Mentalmente, respiré profundamente y evité rechinar los dientes. Era momento de mostrarle a Pula que no malograría el espectáculo. —Si malogras esto, estarás en serios problemas.

—¿Realmente crees que Blakely tiene información sobre quién mató a mi padre? —preguntó Paula, fijando sus ojos en mí.

—Con suerte lo descubriremos esta noche.

—¿Y ahora qué? —dijo Paula.

—Ahora caminamos alrededor e intentamos no atraer atención.

—Habla por ti misma —dijo Paula, bufando.

Caminamos por las tribunas, los servicios higiénicos, y rodeamos el campo de fútbol, dirigiéndonos hacia la sección de visitantes. Para mi disgusto, vi al Policía Basso en uniforme, de pie en lo alto de las tribunas, mirando hacia una multitud de visitantes, con ojos escépticos. Su mirada cambió a la mía, y la duda en sus ojos se profundizó. Recordando la sensación extraña que me había dado hace dos noches atrás, cogí el hombro de Paula y la forcé a caminar conmigo. No podía acusar a Basso de seguirme, pero no significaba que yo quería seguir siendo el objetivo de su mirada.

Caminamos con Paula. Las tribunas estaban llenas de gente, la noche ya se había establecido, el juego ya había empezado, y además de los fans de Paula, creo que no habíamos atraído ninguna otra atención, además del hecho que no nos habíamos sentado en cuarenta minutos.

—Esto se está volviendo aburrido —se quejó Paula. —Estoy cansada de caminar. En caso no lo hayas notado, estoy usando botas de taco.

¡No es mi problema! Quise decir, pero en lugar de eso dije: —¿Quieres encontrar a Blakely o no?

—Una caminata más y luego terminamos con esto —dijo.

En nuestro camino de regreso a la sección de estudiantes, sentí un escalofrío sobre mi piel. Automáticamente me volteé, siguiendo el origen de la sensación. Unos cuantos hombres estaban conversando en la oscuridad, afuera de la alta reja que rodeaba el estadio. Hombres que no habían comprado entradas, pero aún querían ver el juego. Hombres que preferían quedarse en la oscuridad en lugar de mostrar sus rostros en las luces del estadio. Un hombre en particular, alto y delgado a pesar de la forma de sus hombros caídos atrapó mi atención. Una vibra de energía no humana saltaba de él, logrando que se mueva mi sexto sentido.

Seguí caminando, pero le dije a Paula: —Mira sobre la reja. ¿Alguno de esos hombres se parece a Blakely?

Para su crédito, Paula limitó su mirada a un destello de sus ojos. —Creo que sí. En el medio. El chico que estaba con los hombros caídos. Ese podría ser.

Era toda la confirmación que necesitaba. Continuando caminando a lo largo de la curva, saqué mi celular e hice una llamada.

—Lo encontramos —le dije a Peter. —Está al lado norte el estadio, afuera de la reja. Está usando unos jeans y una chaqueta gris. Hay otros hombres alrededor, pero no creo que estén con él. Solo siento a un Nephil, y es el mismo Blakely.

—Estoy en camino —dijo Peter.

—Nos encontraremos en tu casa.

—Conduce lento. Tengo un montón de preguntas para Blakely —dijo.

Dejé de escuchar, Paula ya no estaba a mi lado.

—Oh, no —susurré. —¡Paula! ¡Está corriendo hacia Blakely! Tengo que irme.

Paula ya estaba por la reja, y escuché su voz estridente. —¿Sabes quién mató a mi padre? ¡Dime lo que sabes!

Una serie de insultos siguieron su pregunta, e instantáneamente Blakely se volteó y empezó a alejarse.

Con pura determinación, Paula se arrastró contra la reja hasta que logró colgar sus piernas, y se fue detrás de Blakely. Yo llegué a la reja un momento después, coloqué mi pie en una cadena y sin romper la velocidad, logré pasar al otro lato. Apenas registré las expresiones de asombro de los hombres que estaban alrededor. Hubiese intentado borrarles la memoria, pero no tenía tiempo. Corrí detrás de Blakely y Paula, en la oscuridad; por suerte mi visión nocturna era mejor que cuando era humana.

Sentía a Blakely un poco más allá. A Paula también, aunque su poder era considerablemente más débil. Desde que sus padres eran Nephils puros, tenía suerte de haber sido concebida. Ella podía ser Nephil por definición, pero yo poseía mayor fuerza que ella como humana.

¡Paula! —dije, mentalmente. —¡Vuelve aquí ahora mismo!

De pronto Blakely se fue de mi radar. No podía detectarlo para nada. Me detuve, mentalmente sintiendo mi camino a través de la briza oscura, intentando encontrar su rastro. ¿Había corrido tan rápido y tan lejos que se había desvanecido de mi rastro totalmente?

¡Paula! —siseé de nuevo.

Y luego la vi. De pie al final del pasillo, la luz de la luna iluminando su silueta. Troté hacia ella, intentando contener mi enojo. Ella había arruinado todo. Habíamos perdido a Blakely, y aún peor, él sabía que lo estábamos buscando. No podía imaginarlo viniendo a otro juego de fútbol de nuevo, después de esta noche. Probablemente se retiraría a su escondite totalmente. Nuestra única oportunidad…se había ido.

—¿Qué fue eso? —demandé a Paula. —Se supone que debías dejar que Peter vaya tras de Blakely…. —me detuve, las últimas palabras salieron lentas y roncas. Tragué fuerte. Estaba mirando a Paula, pero algo sobre ella era horrible y andaba muy mal.

—¿Peter está aquí? —preguntó Paula, solo que no era su voz. Era baja, masculina y de sorpresa. —No he sido tan cuidadoso como pensé.

—¿Blakely? —pregunté, mi boca secándose. —¿Dónde está Paula?

—Oh, ella está aquí. Justo aquí. Estoy poseyendo su cuerpo.

—¿Cómo? —Pero ya lo sabía. Devilcraft. Era la única explicación. Eso y que era Cheshvan. El único mes donde la posesión de otro cuerpo era posible.

Escuché pasos detrás de nosotros, e incluso en la oscuridad, vi que los ojos de Blakely se endurecieron. Me buscó sin advertencia. Se movió tan rápido que no tuve tiempo de reaccionar. Me volteó contra él, sosteniéndome contra su pecho. Peter apareció, pero se detuvo cuando me vio de pie contra Paula.

—¿Qué sucede Ángel? —preguntó, bajo e incierto.

—No digas ni una palaba —susurró Blakely en mi oído.

Lágrimas se juntaron en mis ojos. Blakely estaba usando un brazo para sostenerme, pero el otro sostenía un cuchillo, y lo sentí tocar mi piel, unos cuantos centímetros por encima de mi cadera.

—Ni una sola palabra —repitió Blakely, su respiración soplando en mi pelo.

Peter se detuvo, y pude ver la confusión por su rostro. Él sabía que algo andaba mal, pero no sabía qué. Sabía que yo era más fuerte que Paula y podía soltarme de ella si quería.

—Deja ir a Lali —le dijo Peter a Paula, su voz silenciosa, de peligro.

—No vayas a dar ni un paso más —le dijo Blakely a Peter, solo que esta vez hizo que su voz sonara como la de Paula. —Tengo un cuchillo y lo usaré si así lo requiere el momento.

Devilcraft —Peter habló en mi mente. —Lo siento por todos lados.

¡Ten cuidado! Blakely está poseyendo el cuerpo de Paula —intenté decirle, pero mis pensamientos fueron bloqueados. De algún modo Blakely lo estaba haciendo.

Por el rabillo del ojo vi que Blakely sostenía en alto el cuchillo. Este tenía una sombra de azul. Antes que pueda parpadear, incrustó el cuchillo a un lado de mi cuerpo. Colapsé, intentando gritar por del dolor, pero estaba muy sorprendida como para emitir sonido alguno. Caí al suelo, queriendo sacar el cuchillo pero cada músculo de mi cuerpo estaba sorprendido, paralizado ante la agonía silenciosa.

La otra cosa que supe es que Peter estaba a mi lado, diciendo una lista de insultos, con el miedo en su voz. Retiró el cuchillo. Ahora grité, el sonido saliendo de lo profundo. Escuché que Peter gritaba, pero las palabras se rompían en dos, insignificantes al lado del dolor que torturaba cada esquina de mi cuerpo. Estaba en fuego, las llamas quemándome. El calor era tan intenso, grandes estremecimientos que me hacían retorcerme.


Peter me colocó en sus brazos. Vagamente noté que estaba saliendo del pasillo. El sonido de sus pasos haciendo eco en las paredes fue lo último que escuché. 

***

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