Me desperté, reconociendo que estaba en una
cama familiar, un cuarto oscuro que olía a calidez y a tierra. Un cuerpo estaba
estrechado a mi lado, y se movía.
—¿Ángel?
—Estoy despierta —dije, alivio llenándome al
saber que Peter estaba cerca. No sabía cuánto tiempo había estado desmayada,
pero me sentía segura aquí en su casa, con él cuidándome. —Blakely estaba
poseyendo el cuerpo de Paula. No lo sentí y caminé hacia él sin la ligera pista
que era una trampa. Intenté advertirte, pero Blakely me tenía en una especie de
burbuja, no podía hablar por la mente.
Peter asintió, colocando un cabello suelto
detrás de mi oreja. —Lo vi salir del cuerpo de Paula y escapar. Paula está
bien. Algo asustada, pero bien.
—¿Por qué tuvo que apuñalarme? —Hice una
mueca mientras me alzaba la blusa para ver la herida. Mi sangre Nephil debería
haberme curado para entonces, pero la herida seguía fresca, con un tono
azulado.
—Él sabía que si estabas herida, me quedaría
a tu lado en lugar de ir tras él. Una movida que va a costarle —dijo Peter, con
su mandíbula rígida. —Cuando te traje aquí, tu cuerpo entero estaba radiando luz
azul, de la cabeza hasta los pies. Parecías estar en coma. No podía alcanzarte,
ni siquiera hablando por la mente, y eso me aterró—. Peter me apretó contra él,
curvando su cuerpo protectoramente a mí alrededor, sosteniéndome fuerte, y fue
ahí cuando supe lo preocupado que había estado.
—¿Qué significa esto para mí?
—No lo sé. No puede ser bueno que te hayan
forzado a ingerir devilcraft a tu cuerpo dos veces.
—Maxi lo está tomando diario—. Si él estaba
bien, yo también lo estaría. ¿Verdad? Quería creer en eso.
Peter no dijo nada, pero tenía una buena
idea de hacia dónde estaban yendo sus pensamientos. Como yo, él sabía que
tenían que haber efectos negativos de ingerir esta bebida.
—¿Dónde está Paula? —pregunté.
—Alteré su memoria así que no me recordará
haberme visto esta noche, luego le dije a Agustina que la lleve a casa. No me
mires así. Estaba sin opciones, y tenía el teléfono de Agustina.
—¡Eso es lo que me preocupa! —Instantáneamente
hice una mueca de dolor cuando mi reacción causó que mi herida palpite.
Peter se inclinó para besar mi frente,
rodando sus ojos mientras lo hacía. —No me hagas decirte de nuevo que no hay
nada entre Agustina y yo.
—Ella no te ha superado.
—Está pretendiendo sentir algo por mí para
antagonizarte. No se lo dejes fácil.
—No la llames para favores, como si fuera
parte del equipo —dije. —Ella intentó matarme, y te haría daño en un latido, si
la dejas. No me importa cuántas veces lo niegues. He visto la forma en que te
mira.
Peter se veía como si tuviera algo que
responder, pero se forzó a no decir nada y rodó fuera de la cama. Su camiseta
negra estaba arrugada, su cabello revuelto, dándole la apariencia de un pirata
perfecto. —¿Puedo traerte algo de comer? ¿Beber? Me siento inservible, y me
está volviendo loco.
—Puedes ir tras Blakely, si estás buscando
algo que hacer —dije bruscamente. ¿Qué haría falta para deshacerme totalmente
de Agustina?
Una sonrisa que era tanto astuta como
siniestra llenó la expresión de Peter. —No tenemos que encontrarlo. Él vendrá a
nosotros. Para escapar, tuvo que dejar atrás su cuchillo. Él sabe que lo
tenemos, y sabe que es evidencia que puedo llevarle a los arcángeles para
probar que está usando devilcraft. Él va a venir a buscar el cuchillo. Pronto.
—Hay que avisarle a los arcángeles ahora.
Dejar que se preocupen sobre erradicar el devilcraft.
Peter quiso soltar una risa, pero la
sostuvo. —Ya no confío en los arcángeles. Pepper no es el único malo. Si les
cuento esto a ellos, no tengo garantía que se encargarán de este desastre.
Solía pensar que los arcángeles eran incorruptibles, pero han hecho un buen
trabajo convenciéndome de lo contrario. Los he visto jugar con la muerte, ver
el otro camino en ofensas serias de la ley, y castigarme por crímenes que no he
cometido. He cometido errores, y he pagado por ellos, pero sospecho que no se
darán por vencidos hasta que me encierren en el infierno. No les gusta la
oposición, y esa es la primera palabra que viene a la mente cuando piensan en
mí. Esta vez tomaré los asuntos bajo mis propias manos. Blakely vendrá por su
cuchillo y cuando lo haga, estaré listo.
—Quiero ayudar —dije inmediatamente. Quería
bajarme al Nephil que había sido lo suficientemente tonto para apuñalarme.
Blakely estaba apoyando al ejército de Nephils, pero yo lo estaba liderando.
Peter hizo contacto con mis ojos,
estudiándome sin decir palabra, como si estuviera juzgando mi habilidad para ir
contra Blakely. Para mi profunda satisfacción, asintió. —Muy bien, Ángel. Pero
primero lo primero. El juego de fútbol terminó hace dos horas y tu mamá
empezará a preguntarse dónde estás. Momento de ir a casa.
***
Las luces estaban apagadas en casa, pero
supe que mamá no se dormiría hasta que yo llegara. Toqué suavemente en la
puerta de su habitación, la abrí, y susurré en la oscuridad: —Ya llegué.
—¿Te divertiste? —preguntó, bostezando.
—El equipo jugó bastante bien —dije,
tratando de evadir la pregunta.
—Paula llegó a casa hace unas cuantas horas.
No dijo mucho, solo fue directo a su habitación y cerró la puerta. Se veía…silenciosa.
Triste, tal vez.
—Probablemente se trata de su periodo.
Probablemente estaba haciendo todo en su
poder para no entrar en pánico. Había sido poseída con anterioridad, y las
palabras no podían describir lo violada que me sentí. Pero no me estaba
sintiendo especialmente simpática con su situación. Si Paula hubiese hecho lo
que le dije, nada de esto hubiese sucedido.
En mi cama, me quité la ropa y examiné una
vez más la herida. La tinta azul eléctrica se estaba yendo. Lentamente, pero
yéndose. Tenía que ser una buena señal.
Acaba de acurrucarme en la cama cuando hubo
un golpe en la puerta. Paula la abrió y se quedó en la entrada. —Me estoy
volviendo loca —dijo, y realmente parecía decirlo en serio.
Le hice una seña para que entre y cierre la
puerta.
—¿Qué sucedió? —demandó, su voz quebrándose.
Lágrimas en sus ojos. —¿Cómo tomó mi cuerpo de esa forma?
—Blakely te poseyó.
—¿Cómo puedes estar tranquilo con esto? —chilló.
—Él estaba viviendo dentro de mí. Como una clase de…¡parásito!
—Si hubieses seguido el plan, esto no
hubiese sucedido.
Apenas lo dije, me arrepentí de haber sido
tan dura. Paula había hecho una cosa estúpida, ¿pero quién era yo para juzgar?
Yo también había tomado decisiones impulsivas.
Suspiré. —Lo siento. No quise decirlo de esa
forma.
Pero era muy tarde. Me dio una mirada herida
y se fue.
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