domingo, 1 de junio de 2014

Ángeles Caídos #4: Siete

Dando paso por paso logré caminar entre el bosque. Para el momento en que encontré mi casa, casi todo el fuego en mis huesos se había disipado. Mi respiración había regresado a la normalidad, pero aún estaba asustada. ¿Qué me había dado Maxi? ¿Y…por qué?

Llegué a casa, me quité los zapatos y subí sin hacer bulla hasta mi cuarto. El reloj decía que eran las siete y diez de la mañana. Antes que Maxi llegara a mi vida, esta hubiese sido la hora normal de levantarse. La mayoría de días me despertaba sintiéndome refrescada, relajada, pero estaba mañana estaba exhausta y preocupada. Agarrando ropa limpia, me dirigí a la ducha y me preparé para el colegio.

A diez para las ocho, estacioné mi auto en el colegio y me dirigí hacia mis clases. Una vez adentro, guardé mis cosas en mi casillero, cogí mis libros del primer periodo y me dirigí a clases. Mi estómago pedía comida, pero estaba muy preocupada como para comer. La bebida azul aún se sentía raro en mi estómago.

Ingresé a mi primera clase del día: Historia de los Estados Unidos. Tomé asiento y miré mi celular en busca de nuevos mensajes. Aún ni una palabra de Peter. Está todo bien, me dije a mí misma. Probablemente algo sucedió. Pero no podía ignorar la sensación de que algo no andaba bien. Peter me había dicho que vendría la noche anterior, y era raro que rompiera una promesa. Especialmente desde que sabía lo triste que estaba luego de la falsa ruptura.

Estaba por guardar mi celular cuando vibró con un mensaje nuevo.

—Encuéntrame en el Río WentWorth —era Peter.

—¿Estás bien? —inmediatamente le respondí.

—Sí, estaré en los botes. Asegúrate que no te sigan.

Peter me había dicho que estaba bien, pero no estaba convencida. Si estaba bien, ¿por qué me llamaba en horario de clase, y por qué nos estaríamos encontrando en el río?

Me acerqué al escritorio de la profesora. —Disculpe, ¿profesora? No me estoy sintiendo bien. ¿Puedo ir a recostarme un rato en la enfermería?

La profesora removió sus lentes y me estudió. —¿Todo está bien Lali?

—Es ese momento del mes —susurré. ¿Podía ser más creativa?

Suspiró. —Si me pagaran por cada vez que una estudiante dice eso…

—No le pediría permiso si los cólicos no me estuvieran matando. —Consideré acariciar mi estómago pero decidí que tal vez era mucha falsedad.

—Pídele una pastilla a la enfermera. Cuando te sientas mejor, te quiero aquí de vuelta. Estamos empezando nuestra unidad sobre la era de la república. Si no tienes a quien pedirle sus apuntes, vas a pasarte las dos siguientes semanas tratando de entender algo.

Asentí vigorosamente. —Gracias. Realmente lo aprecio.

Salí y troté hacia las escaleras. Asegurándome que no había nadie observando en los pasillos, salí por una puerta trasera. Me metí al auto e hice una pausa. Esta parte había sido fácil, lo difícil sería conseguir una nota de permiso de la enfermera. Esperemos que no me atrapen y termine en detención.

El estacionamiento para ingresar a los botes en el río estaba vacío. Después de estacionar, traté de esconderme en el camino, esperando a ver si alguien me seguía. Luego caminé por el pasillo que llevaba hacia los botes. Rápidamente me di cuenta por qué Peter había elegido este lugar: además de unas cuantas aves cantarinas, estábamos completamente solos.  Tres cadenas de botes estaban estiradas en el río, pero no había ni un solo bote. Caminé hasta el final y miré alrededor. Nada de Peter.

Mi celular vibró.

—Estoy en el matorral de los árboles al final del pasillo —me escribió Peter.

Seguí el camino, y fue ahí cuando Pepper Friberg salió detrás de un árbol. Tenía el celular de Peter en una mano y una pistola en la otra. Mis ojos se concentraron en la pistola y tomé un involuntario paso hacia atrás.

—No te mataré, pero una bala puede ser bastante dolorosa —dijo.

—¿Y debo asumir que tú sabes lo que se siente? —respondí.

Sus ojos volaron a ambos lados del camino. Sus dedos tenían las uñas comidas, estaba nervioso. —Si sabes lo que soy, y estoy seguro que Peter te lo ha dicho, entonces sabes que no puedo sentir dolor.

—Sé que eres un arcángel, y sé que no has estado jugando bajo las reglas. Peter me dijo que has estado teniendo una doble vida, Pepper. ¿Un poderoso arcángel pasándose por humano? Con tus poderes, lo has logrado. ¿Estás detrás de dinero? ¿Poder? ¿Pasar un buen rato?

—Ya te dije que estoy buscando: a Pter —dijo. —¿Por qué no quiere verme?

Eh, porque quieres encadenarlo al infierno, pensé. Hice un gesto hacia el celular de Peter. —Buen truco, traerme aquí con su celular. ¿Cómo lo conseguiste?

—Se lo robé ayer, en el bar. Lo encontré escondiéndose en una camioneta estacionada al otro lado de la entrada. Se logró escapar antes que lo atrape pero en su apuro, se olvidó recoger sus cosas, incluyendo su celular con todos sus contactos. He estado llamando y escribiéndole a números toda la mañana intentado encontrarte.

Respiré con alivio. Peter había escapado. —Si me trajiste aquí para interrogarme, estás sin suerte. No sé dónde está Peter. No he hablado con él desde ayer. De hecho, parece que fuiste el último en verlo.

—¿Interrogarte? ¿Cómo me veo? ¿Cómo un criminal común?

—¿Si no quieres interrogarme, por qué traerme hasta aquí? —Hasta ahora todo había sido normal, pero me estaba poniendo nerviosa. No confiaba en Pepper.

—¿Ves ese bote de allá?

Seguí la mirada de Pepper, en la esquina del río. Un bote a motor de color blanco se balanceaba. Costoso, delgado y probablemente muy rápido. —Lindo bote. ¿Te vas de paseo? —pregunté, tratando de no sonar preocupada.

—Sí. Y tú vienes conmigo. 


***

1 comentario:

  1. uh.. no alcanzo con el temita de la guerra y aparece otro loco!

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