Dando paso por paso logré caminar entre el
bosque. Para el momento en que encontré mi casa, casi todo el fuego en mis
huesos se había disipado. Mi respiración había regresado a la normalidad, pero
aún estaba asustada. ¿Qué me había dado Maxi? ¿Y…por qué?
Llegué a casa, me quité los zapatos y subí
sin hacer bulla hasta mi cuarto. El reloj decía que eran las siete y diez de la
mañana. Antes que Maxi llegara a mi vida, esta hubiese sido la hora normal de
levantarse. La mayoría de días me despertaba sintiéndome refrescada, relajada,
pero estaba mañana estaba exhausta y preocupada. Agarrando ropa limpia, me
dirigí a la ducha y me preparé para el colegio.
A diez para las ocho, estacioné mi auto en
el colegio y me dirigí hacia mis clases. Una vez adentro, guardé mis cosas en
mi casillero, cogí mis libros del primer periodo y me dirigí a clases. Mi
estómago pedía comida, pero estaba muy preocupada como para comer. La bebida
azul aún se sentía raro en mi estómago.
Ingresé a mi primera clase del día: Historia
de los Estados Unidos. Tomé asiento y miré mi celular en busca de nuevos
mensajes. Aún ni una palabra de Peter. Está
todo bien, me dije a mí misma. Probablemente
algo sucedió. Pero no podía ignorar la sensación de que algo no andaba
bien. Peter me había dicho que vendría la noche anterior, y era raro que
rompiera una promesa. Especialmente desde que sabía lo triste que estaba luego
de la falsa ruptura.
Estaba por guardar mi celular cuando vibró
con un mensaje nuevo.
—Encuéntrame en el Río WentWorth —era Peter.
—¿Estás bien? —inmediatamente le respondí.
—Sí, estaré en los botes. Asegúrate que no
te sigan.
Peter me había dicho que estaba bien, pero
no estaba convencida. Si estaba bien, ¿por qué me llamaba en horario de clase,
y por qué nos estaríamos encontrando en el río?
Me acerqué al escritorio de la profesora. —Disculpe,
¿profesora? No me estoy sintiendo bien. ¿Puedo ir a recostarme un rato en la
enfermería?
La profesora removió sus lentes y me
estudió. —¿Todo está bien Lali?
—Es ese momento del mes —susurré. ¿Podía ser más creativa?
Suspiró. —Si me pagaran por cada vez que una
estudiante dice eso…
—No le pediría permiso si los cólicos no me
estuvieran matando. —Consideré acariciar mi estómago pero decidí que tal vez
era mucha falsedad.
—Pídele una pastilla a la enfermera. Cuando
te sientas mejor, te quiero aquí de vuelta. Estamos empezando nuestra unidad
sobre la era de la república. Si no tienes a quien pedirle sus apuntes, vas a
pasarte las dos siguientes semanas tratando de entender algo.
Asentí vigorosamente. —Gracias. Realmente lo
aprecio.
Salí y troté hacia las escaleras.
Asegurándome que no había nadie observando en los pasillos, salí por una puerta
trasera. Me metí al auto e hice una pausa. Esta parte había sido fácil, lo
difícil sería conseguir una nota de permiso de la enfermera. Esperemos que no
me atrapen y termine en detención.
El estacionamiento para ingresar a los botes
en el río estaba vacío. Después de estacionar, traté de esconderme en el
camino, esperando a ver si alguien me seguía. Luego caminé por el pasillo que
llevaba hacia los botes. Rápidamente me di cuenta por qué Peter había elegido
este lugar: además de unas cuantas aves cantarinas, estábamos completamente
solos. Tres cadenas de botes estaban
estiradas en el río, pero no había ni un solo bote. Caminé hasta el final y
miré alrededor. Nada de Peter.
Mi celular vibró.
—Estoy en el matorral de los árboles al
final del pasillo —me escribió Peter.
Seguí el camino, y fue ahí cuando Pepper
Friberg salió detrás de un árbol. Tenía el celular de Peter en una mano y una
pistola en la otra. Mis ojos se concentraron en la pistola y tomé un
involuntario paso hacia atrás.
—No te mataré, pero una bala puede ser
bastante dolorosa —dijo.
—¿Y debo asumir que tú sabes lo que se
siente? —respondí.
Sus ojos volaron a ambos lados del camino.
Sus dedos tenían las uñas comidas, estaba nervioso. —Si sabes lo que soy, y
estoy seguro que Peter te lo ha dicho, entonces sabes que no puedo sentir
dolor.
—Sé que eres un arcángel, y sé que no has
estado jugando bajo las reglas. Peter me dijo que has estado teniendo una doble
vida, Pepper. ¿Un poderoso arcángel pasándose por humano? Con tus poderes, lo
has logrado. ¿Estás detrás de dinero? ¿Poder? ¿Pasar un buen rato?
—Ya te dije que estoy buscando: a Pter —dijo.
—¿Por qué no quiere verme?
Eh, porque quieres encadenarlo al infierno, pensé. Hice un
gesto hacia el celular de Peter. —Buen truco, traerme aquí con su celular.
¿Cómo lo conseguiste?
—Se lo robé ayer, en el bar. Lo encontré
escondiéndose en una camioneta estacionada al otro lado de la entrada. Se logró
escapar antes que lo atrape pero en su apuro, se olvidó recoger sus cosas,
incluyendo su celular con todos sus contactos. He estado llamando y
escribiéndole a números toda la mañana intentado encontrarte.
Respiré con alivio. Peter había escapado. —Si
me trajiste aquí para interrogarme, estás sin suerte. No sé dónde está Peter.
No he hablado con él desde ayer. De hecho, parece que fuiste el último en
verlo.
—¿Interrogarte? ¿Cómo me veo? ¿Cómo un
criminal común?
—¿Si no quieres interrogarme, por qué
traerme hasta aquí? —Hasta ahora todo había sido normal, pero me estaba
poniendo nerviosa. No confiaba en Pepper.
—¿Ves ese bote de allá?
Seguí la mirada de Pepper, en la esquina del
río. Un bote a motor de color blanco se balanceaba. Costoso, delgado y
probablemente muy rápido. —Lindo bote. ¿Te vas de paseo? —pregunté, tratando de
no sonar preocupada.
uh.. no alcanzo con el temita de la guerra y aparece otro loco!
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