jueves, 29 de marzo de 2012

Dejando Paradise: Veintiseis

Peter

No sé si la señora Julia me quiere matar, lo único que sé es que me está ordenando a manejar su auto rojo que está guardado en el garaje. Después de mucha insistencia por su parte, logra convencerme que me ponga al volante. Me cuesta muchísimo al principio, puesto que hace más de un año que no manejo y el volver a hacerlo no sólo me da nervios, sino que me cuesta más con mi cojera. Sin embargo, después de muchos frenos inesperados y bruscos, logro conducir unos minutos. Nos detenemos en una tienda de vestidos, Julia no me quiere decir por qué estamos ahí, pero no insisto.
Y, una vez más, a pesar de mis quejas, la señora Julia insiste y me compra un vestido amarillo largo y escotado, con brillantes en el pecho. Logro convencerla que se compre uno azul para ella, aunque ella afirma que es muy vieja para vestirse elegante. Cuando salimos de la tienda – luego de insistirle en que debo pagarle el vestido de mi propio dinero y no del suyo – ella me hace conducir de nuevo hacia el restaurante, ambas con nuestros vestidos puestos.

- Anda hacia la parte de atrás – me susurra cuando llegamos – y no dejes que nadie te vea

Esta señora está hablando en serio, así que muevo el auto hacia la parte trasera del restaurante como si fuéramos a robar el lugar.

- ¿Qué estamos haciendo aquí? – susurro
- Deja el auto encendido, baja del mismo y toca la puerta tres veces. Luego detente por dos segundos y toca tres veces de nuevo. Cuando alguien responda, di: “La gallina roja se ha escapado de la jaula”
- No lo entiendo
- Vas a seguir mis instrucciones. ¡Ahora ve!

Esto es algo muy gracioso. Salgo del auto, me dirijo hacia la puerta y toco. Toco, toco y toco. Pausa. Toco, toco y toco. Juan, uno de los chicos que trabaja ahí, abre la puerta.

- El pájaro rojo se ha escapado de la jaula – digo, riendo
- ¿Querrás decir gallina?
- Sí. Lo siento, lo siento. La gallina roja se ha escapado de la jaula
- Espera aquí – dice, casi riendo y cierra la puerta

Cuando la puerta se vuelve a abrir, Irina me extiende dos cajas.

- ¿Qué hay adentro? – pregunto
- No me preguntes, Lali. Una sorpresa para ti y la señora Julia

Cierra la puerta y yo entro al auto, junto con las cajas.

- Ya tenemos los bienes
- Genial, ahora regresemos a mi casa

La señora Julia sonríe todo el camino hacia su casa. Cuando guardo el auto en el garaje, finalmente comprendo de qué se trata todo. El mirador está listo y Peter ha colgado luces blancas alrededor. Velas blancas están prendidas, haciendo que todo el mirador esté iluminado. Peter está al lado, de pie, utilizando unos pantalones caqui y una camisa blanca y corbata.

Cuando me guiña el ojo y sonríe de lado, siento que la muralla que encierra mi corazón se empieza a abrir, dando paso a los antiguos sentimientos que tenía por él.

Dejando Paradise: Veinticinco

Lali

Estoy tarareando la canción que mi madre me cantaba al llevarme a la cama cuando era pequeña, en esas épocas donde tenía miedo a la oscuridad y no quería dormir. La vida era menos complicada en ese entonces: mi padre vivía en casa y el único trabajo de mi madre era ser eso: una madre. Ahora ella trabaja como mesera y está teniendo citas. Bueno, esa última parte es mi culpa. Pero, gracias a Peter, lo estoy sobrellevando.

La primera noche que me besó, fue mágica. Ya estaba lista para ser amiga de él, y olvidarme de nuestra relación platónica, cuando de pronto se volvió algo más que eso. Cuando estoy con él, no pienso en mi cojera, solo lo bien que se siente compartir con alguien, conversar y besar. ¿Me estaré enamorando de nuevo de Peter? No lo sé. Estoy tan nerviosa y asustada de terminar lastimada de nuevo, que estoy manteniendo una pared invisible en mi corazón para que esté protegido.

Después del trabajo, hemos estado bajando del bus dos cuadras más allá así podemos tener unos minutos adicionales para estar juntos. Desafortunadamente, hoy día él tenía una cita con un jefe del departamento de correcciones. Dijo que era importante, así que espero que salga todo bien. Ya lo perdoné por el accidente. Hace dos días, él intentó tocar el tema, diciendo que tenía que decirme algo importante sobre ello; pero, yo lo corté con un beso y promesas de perdón.

El viento sopla y las hojas empiezan a caer; es el final del verano. Mientras planto las semillas para Julia, pienso en el invierno, en cómo tendrán que sobrevivir hasta el próximo verano. Mis pensamientos son interrumpidos al igual que mi tarareo, cuando siento que Julia está a mi lado.

- Estás muy alegre
- Solo tengo cinco semillas más que plantar antes de terminar – le digo
- Eso es bueno – dice y levanta su cabeza al cielo – el clima está cambiando, ya siento el frio
- Yo también

Después que termino con la última semilla, nos sentamos a comer

- Quisiera invitarte a ti y a tu madre a una cena una noche. Pero, sólo si estás de acuerdo
- ¿Por qué no lo estaría?
- Porque mi hijo ha estado en más citas con tu madre que en todos los tres años que ha estado solo. Lo he estado ayudando, ¿sabías?
- ¿En serio?
- ¿Llevó chocolates la primera vez que fue a tu casa? – asiento – esa fue mi idea. Le dije también que le lleve flores amarillas a tu madre
- Estaban lindas, tiene buen gusto

Cuando estamos levantando la mesa, Julia se balancea y se sostiene de la esquina de la mesa para no caerse.

- ¿Estás bien? – le pregunto, llevándola al sofá
- Los nuevos medicamentos están debilitando estos huesos, eso es todo. Nada para preocuparse

Pero sí lo hago. Antes de irme, llamo a Carlos para que la revise. Me dirijo hacia la parada del bus después de verificar que ella está bien. Un auto se acerca mientras camino; reconozco que son los mismos chicos que se pelearon con Peter.

- Mira, es la novia retardada de Peter Lanzani – uno grita por la ventana. Me muerdo el labio y sigo caminando
- Creo que te quiere, Jaime. Por qué no le enseñas lo que es pasar un buen rato – otro dice. Y, todos se ríen

El auto me sigue lentamente. Sólo espero que no se bajen del mismo. Si dejo de caminar, ¿saldrán del auto? ¿Me harán daño? Dentro de mí, estoy temblando y eso evita que me detenga. No puedo regresar a la casa de Julia, está muy lejos. Así que me doy la vuelta y camino en la dirección opuesta. Pero, en el transcurso, me caigo. Mis manos me duelen y siento que algo caliente corre por mi rodilla, es el corte que me he hecho.

- ¿Tuviste un lindo viaje? – alguien grita por la ventana

Me pongo de pie y cojeo más rápido, rezando que no volteen y me sigan. Porque si lo hacen, no sé cómo voy a soportarlo. Unos segundos después, escucho el sonido del auto dando la vuelta, pero no me atrevo a mirar atrás porque les daría otra razón para perseguirme. Siento un alivio cuando veo el bus al final de la cuadra. Me apuro y lo llamo, y rápidamente subo.

- ¿Estás bien? – pregunta el conductor
- Sí – digo y me siento al final

Nada puede curarme, ninguna terapia física o cirugía. La antigua Lali, la estrella del tenis, la que podía escapar del peligro, ya no existe.

Peter está afuera cortando el pasto, cuando me ve. Detiene su trabajo y se acerca a mí.

- ¿Qué pasó? Dime qué pasó – intento contener las lágrimas
- Estoy bien

Observa alrededor para asegurarse que no hay nadie mirando, luego coloca sus manos en mi rostro.

- No estás bien. Maldita sea, dímelo
- Fue Jaime
- Lo voy a matar si se atrevió a tocarte – gruñe, mirando mi rodilla con sangre
- Él no lo hizo. Sus amigos sólo me asustaron, eso fue todo
- Me aseguraré que eso nunca vuelva a suceder, Lali – le sonrío
- Tú no vas a poder protegerme todo el tiempo. ¿Qué vas a hacer cuando esté en España, volar hasta allá y golpear a todos los chicos malos que se burlan de mí?

Dejando Paradise: Veinticuatro

Peter

Me encontré con Nicolás esta mañana, después de convencer a mis padres que llegué tarde a casa porque me quedé conversando con Pablo; y, me creyeron. Nico vino para una especie de evaluación para el Estado de Illiniois. Intervino a mi familia, incluso a Rochi, luego nos fuimos a mi habitación mientras me llenaba de preguntas.

Le conté que le pregunté a Lali si podía ver su pierna, dejando de lado la parte en que trabajamos juntos todos los días después del colegio, y el hecho que ella es la única persona que me hace olvidar el último año. Y, por supuesto que no le dije que dormí con ella la noche anterior, en el sentido literal de la palabra. Es que Nico no quiere que mantenga ningún tipo de contacto con Lali, porque según él puedo tener algún momento de rabia o frustración que provoca que le haga daño – como si eso fuese posible.

- Está prohibido que te enfrentes con tu víctima Peter – me dice después que le conté que he conversado con ella
- No la confronté – Nico camina por la habitación y coloca su mano en la cabeza
- ¿Te has besado con ella?
- ¿Con quién?
- Lali
- No. No hay forma – miento
- Bueno, aquí está el trato: aléjate de ella
- ¿Tengo otra alternativa?
- No. Estás por terminar tu servicio comunitario: un mirador para la señora Julia. Veo que has estado en ese trabajo por tres semanas – dice mientras abre un folder con mis datos
- Si todo sale bien, terminaré la próxima semana
- Buen trabajo Peter. La próxima semana nos vemos de nuevo y hablaremos de lo que harás después de ser liberado por completo

Más tarde, toco la puerta de mi hermana. Ella está ahí, como siempre; su cuarto es su cueva. Mi hermana hiberna excepto por el colegio y las comidas. Ella no responde al llamado, así que toco más fuerte.

- Rochi, abre
- ¿Qué quieres? – suspiro, esto es más difícil de lo que pensaba
- Solo abre la maldita puerta – la abre apenas y yo la empujo e ingreso. Está tan oscuro que abro las cortinas
- Déjalas abajo
- ¿Sí? Bueno, tengo que hablar contigo y no veo nada
- No quiero hablar
- Qué lástima – digo, cruzando mis brazos en mi pecho
- ¿Mamá y papá están en casa? – pregunta, nerviosa
- Salieron

Suelta un suspiro. No sé ni siquiera por dónde empezar. Solo sé que estoy listo para decirlo en voz alta. Me ha estado carcomiendo el cerebro todo el año. El demonio tiene que salir; la vida no se trata de cubrir algo que pasó y vivir en una fantasía.

- Tú atropellaste a Lali y yo asumí la culpa. Eso apesta, pero ya se terminó. No lo hubiera hecho si hubiese sabido que actuarías como un cadáver el resto de tu vida – digo. Sus ojos se abren y su cerebro registra la verdad por primera vez – habla, Rochi – le ordeno – di algo…¡cualquier cosa!
- ¡No puedo soportarlo! – llora y se lanza en su cama, cubriendo su rostro. Cojo un par de pañuelos y se los extiendo – lo siento Peter. Lo siento mucho – dice entre sollozos – pude haberla matado
- Pero no lo hiciste
- Me quedé ahí y observé mientras te arrestaban. Dejé que te llevaran con ellos

Estaba tan acostumbrado a ser el que armaba los problemas, acostumbrado a ser el que malograba todo. Rochi era la tranquila: yo el rebelde. Incluso ebrio, no dudé en echarme la culpa; Rochi no iba a ser arrestada, ella no lo podría haber soportado. Yo sí. Los policías no cuestionaron cuando confesé que fui yo; mierda, ni siquiera mis padres. Y pensar que todo fue porque Rochi quiso evitar atropellar una ardilla en el camino.

- Se terminó – digo
- No, Peter. Nunca se terminará. Voy a cargar con esta culpa el resto de mi vida. Ni siquiera puedo mirar a Lali. Mierda, Peter, ni siquiera te puedo mirar a ti. Es tan difícil para mí, no puedes ni imaginarte.

Tiene razón, no puedo.

- ¿No le vas a decir a nadie, verdad? – dice, con miedo – prométeme que nunca vas a decirlo

Observo a mi gemela, la chica con la que compartí bolsa en la panza de mamá, con la que compartí cumpleaños. Ella me conoce como yo lo hago, sentir mi dolor como yo lo hago. Ella sabe que este secreto me está matando; pero ella me ignora y se enfoca solo en sí misma. Realmente ella es una extraña para mí.

lunes, 26 de marzo de 2012

Dejando Paradise: Veintitrés

Lali

Peter llega inesperadamente a casa. Abro la puerta, sin saber quién es, y él está ahí, de pie en frente de mí con una mirada determinada en su rostro.

- Quería verte – es toda su explicación - ¿tu madre está aquí?
- No. Acaba de irse para el trabajo hace cinco minutos

Lo guío hacia mi habitación y lo hago esperar mientras voy por unas papitas para picar y un par de gaseosas. Nos sentamos en el suelo y empezamos a comer. Hablamos sobre el colegio, y reímos sobre los tiempos cuando éramos niños y las estupideces que hacíamos. Luego jugamos con las cartas que mi madre me compró cuando estuve en el hospital. Él no habla nada sobre besarme; tampoco me mira con esa mirada caliente y sexy que he visto antes. Tiene algo en mente. No sé qué es, pero lo está distrayendo.

- Quiero ayudarte, Lali – dice de pronto, dejando las cartas
- ¿Con qué?
- Jugar tenis de nuevo. Siempre noto que observas el ropero como si hubiese un monstruo ahí dentro, así que me fijé que había mientras estabas en la cocina. Encontré tu raqueta – me pongo de pie y mi corazón empieza a latir desaforado
- Nunca voy a volver a jugar – él se pone de pie, también
- No quiero hacerte daño, Lali. Intento ayudarte – le doy la espalda
- No puedo jugar
- Inténtalo Lali. ¿Qué te puede doler?
- No voy a ser buena
- ¿Quién dice que tienes que serlo?

Él no sabe que ser buena en tenis significa más que eso. Es algo más profundo. Cuando miro a Peter, quiero que él se sienta orgulloso de mí. Él está intentando arreglar cualquier dolor que me ha causado. Yo quiero ayudarlo, también.

- Está bien, intentaré – digo – pero no esperes mucho
- No lo haré

Quince minutos después, estamos en las canchas de tenis. Tomando un gran respiro, sigo a Peter hacia el suelo verde. Nos situamos uno al frente del otro y él bromea que no golpee tan fuerte. Empieza a lanzar las bolas derechas hacia mí, lentas y en buena dirección. Respondo la primera, y se siente bien. Pero, también se siente extraño. Cuando Peter responde, yo no lo hago.

- Podías haberla respondido
- No quise. ¿Podemos irnos?
- No. Responde diez veces y nos iremos

Respondo la siguiente

- Nueve – dice

Tres bolas más y las respondo, alargando apenas el brazo. Mis pies no se han movido para nada.

- Seis

Respondo cinco más que rebotan en frente de mí. Yo las respondo suavemente.

- Una más Lali. Y, nos vamos de aquí.

Genial. Una más y la humillación puede terminar. Él lanza una fuerte y rápida sobre la red. Rebota lejos de mí. Ni siquiera intento responderla. Y, lo vuelve a hacer. Yo, pongo a un lado la raqueta y lo miro.

- ¿Estás intentando humillarme?
- Deja de actuar cómo una bebé y anda por la bola – dice, sacudiendo su cabeza – vamos

¡Cómo se atreve! Esta vez, mientras la bola cruza la red, mi enojo me lleva a tomar tres pasos y responder la bola hacia Peter, con todo el poder y frustración que llena mi cuerpo. Lo golpea en el brazo.

- ¡Ay! – ni siquiera le pregunto si está bien, porque muestra su mirada arrogante y su sonrisa de victoria - ¿se siente tan bien para ti, cómo para mí? – pregunta

Lanzo la raqueta hacia él y salgo del lugar. No le voy a dar la satisfacción de saber que se sintió demasiado bien. Él se acerca y me jala hacia él.

- Voy a tener una herida, sabes – me dice – pero, verte golpear esa cosa fue demasiado sexy
- ¿Lo fue? – con un solo movimiento, me empuja contra la pared con su cuerpo
- Voy a besarte – mi estómago da un revuelto. Me olvido que estoy enojada
- ¿Aquí?
- Sí. Aquí mismo, ahora. ¿Vas a escaparte esta vez?
- No creo, pero no estoy segura

Sonríe, sorprendido de mi respuesta. Lo miro a los ojos, esos que me insertan en su mundo privado, luego acerco mis labios con anticipación. Y, ese es el principio de nuestra maratón de besos. Todo lo que tengo que decir es que no me siento sin experiencia luego de una hora de besos y lenguas e inocentes y no tan inocentes caricias por ambas partes. Ya no me siento insegura al besar.

Nos movemos de las canchas hacia mi habitación. Peter se recuesta en mi cama y me lleva consigo.

- Tenemos que parar o mi cuerpo va a sufrir por muchos días – relajándome, recuesto mi cabeza en su pecho
- Eso fue lindo
- Sí, muy lindo

Respira con dificultad. Ambos. Tomo un gran y lento respiro y disfruto del momento. Podría quedarme ahí para siempre. Sintiéndome querida, protegida, normal.

- Debería odiarte por hacerme jugar tenis
- Sí, pero no puedes, ¿verdad? Además, hemos tenido una sesión de besos que no vas a olvidar por semanas
- Tienes un problema de ego
- Sólo contigo – ríe, luego bosteza
- ¿Te aburro? – pregunto
- Para nada – dice, acariciando mi pelo – es solo que….no duermo muy bien. Y, estoy tan relajado y feliz que siento que mi cuerpo va a colapsar
- Entonces, duerme
- ¿Aquí?
- Claro. MI mamá no regresará hasta tarde – empiezo a levantarme, para dejarle todo el espacio de la cama
- No me dejes – me dice – recuéstate junto a mí – me jala hacia él – eres tan diferente – dice, casi para sí mismo
- No digas eso – le digo, mirando hacia otro lado. Quiero mantener la fantasía que soy igual a las otras chicas, al menos por cierto tiempo
- Diferente en el buen sentido. Un verdadero buen sentido

Dejando Paradise: Veintidós

Lali

- ¡Lali! – grita la señora Julia. Peter me mira apenado
- Supongo que es una señal de que tengo que regresar al trabajo – dice, y se va de la cocina

Me quedo de pie, sosteniendo medio limón en mi mano. Estoy sin palabras, emocionada….Peter quiere estar dónde yo estoy, pienso. Este no es cualquier chico, es Peter Lanzani, el chico con el que siempre he soñado, por casi toda mi vida. El chico que solía observar por mi ventana solo para pensar cuándo sería el día en que estaría en la misma habitación que él. Y, también es el chico que me atropelló con su auto y me dejó tirada en la calle. Pero, cuando lo miro a los ojos, puedo asegurar que no es el mismo Peter que solía conocer. El antiguo sólo se preocupaba por sí mismo. Nunca pensé que él se preocuparía por el mundo y su alrededor. ¿Mi corazón ha empezado a perdonarlo?

Me escapé la noche anterior porque nuestro beso fue perfecto. Siempre había soñado cómo sería. Con temor a que él no me quiera besar de nuevo, o se ría o… que algo cambie lo perfecto que fue, me fui.

Cuando el bus nos deja en nuestra parada, le pregunto a Peter si quiere venir a casa.

- ¿Tú mamá está? – pregunta
- No, hasta dentro de una hora – él se encoge de hombros
- Bueno, entonces vamos

Lo guío hacia mi casa y hacia mi habitación

- Mi mamá se volvería loca si se entera que estuviste aquí, en mi habitación….los dos solos
- Sí, la mía también – dice - ¿quieres que me vaya? – sonrío
- No

Se trata que nosotros tomemos nuestras propias decisiones, no que nuestros padres lo hagan. Peter estudia mi cuarto, los colores de la pintura y las cosas que tengo. Agarra un par de guantes rojos de box que estaban colgados en mi cama.

- ¿Tuyo?
- Los conseguí cuando estuve en el hospital – le cuento – ya sabes, para que me acuerde de pelear – sonríe
- Estoy cansado de pelear, de revivir el accidente – lo dice más para sí mismo, como si fuera un pensamiento privado que quiere compartir conmigo
- Yo también – digo, quitándole los guantes - ¿por qué estás aquí? – le pregunto, luego de unos segundos. Él sacude su cabeza
- No lo sé – remueve su pelo con una de sus manos – Dios, sé que esto es una locura y que debo mantenerme lo más lejos posible de ti, pero….cuando estoy cerca de ti, es cuando finalmente puedo sentir las cosas. Ayer por la noche me mantuve despierto pensando en abrazarte y sostenerte hasta que todo el dolor se vaya. Como si te necesitara para estar bien. Pensé que era Belén, que ella me hacía olvidar. Pero, eres tú. Tú. ¿Acaso eso no es una locura? Porque si tú me dices que lo es, te voy a creer.
- No es una locura – tartamudeo y luego lo abrazo lo más fuerte que puedo y él me imita
- ¿Algún día podrás perdonarme? – pregunta con su voz tiembla

Una sola lágrima recorre mi mejilla. No sé exactamente en qué momento pasó, pero algo ha cambiado; yo lo he hecho. Y creo que es porque finalmente he dejado ir el pasado. Estoy lista para vivir de nuevo.

- Ya te he perdonado Peter – le digo

Nos quedamos abrazados por un tiempo largo; como si yo quitara su dolor y él, el mío. Antes, estaba confundida….sobre lo que sentía por él, cómo me sentía con el accidente. Pero, cuando él me abraza, dejo ir todos los sentimientos de traición que he estado sosteniendo todo el año pasado.

Cuando él se aparta, lo escucho sollozar, y observo mientras se limpia los ojos con la parte de atrás de su mano.

- Tengo algo en el ojo
- Está bien llorar, Peter. No le voy a decir a nadie – miro hacia mi ropero, dónde está escondida mi raqueta de tenis – yo lloro bastante
- ¿En serio? Bueno, yo voy a cambiar eso – él ya lo hizo
- Mi madre va a llegar a casa en cualquier momento – digo, mientras lo miro fijamente a los ojos
- Mejor me voy – asiento
- Está bien

Él se acerca, tan cerca que puedo sentir su corazón latiendo contra el mío. Aguanto la respiración cuando se inclina hacia atrás y coloca su palma en mi mejilla. Ligeramente acaricia mis labios con su dedo, trazando mi labio superior e inferior mientras mueve su dedo a través de ellos.

- Tienes labios suaves – dice
- Tú ya sabes que soy, eh, no tan experimentada besando – digo, tímida, antes de mirar al suelo, rompiendo el contacto – digo, no soy como Belén en ese sentido. Probablemente estés acostumbrado a las chicas que saben lo que hacen, y yo soy nueva en esto y realmente me siento muy avergonzada, porque no sé si lo estoy haciendo bien o mal o…..perdón, me estoy sintiendo una tonta con todo esto
- No iba a besarte
- ¿No? – lo miro

Claro, él no lo iba a hacer; qué estúpida. ¿Por qué querría besarse conmigo cuando puede estar con alguien que realmente sabe lo que hace, alguien que no es responsable por mandarlo a la cárcel?, pienso

- No. La próxima vez que te bese, voy a tomarme mi tiempo, y tú dijiste que tu mamá está llegando a casa en cualquier momento – asiento y él se muerde el labio inferior – no, la próxima vez que te bese va a durar un montón, pero montón de tiempo. Y cuando terminemos, te vas a dar cuenta que no se trata de experiencia

domingo, 25 de marzo de 2012

Dejando Paradise: Veintiuno

Peter

No pude dormir la noche anterior, cosa que no es nada nuevo porque cada noche está llena de inquietud. Pero, ayer no eran las pesadillas sobre mí en la cárcel lo que me levantaba, o la noche del accidente. Estaba reviviendo lo que había pasado hace unas horas atrás. Besar a Lali fue la cosa más estúpida que hice en mi vida. Pero, ver sus ojos tristes y vulnerables me hizo quererla más de lo que he querido en mi vida. Anoche, verdaderas emociones estaban flotando; todo era honesto y me sentí tan yo.

Mientras me alisto para ir al colegio, pienso en nuestra conversación después del beso. Ella estaba nerviosa, pude notarlo por el temblor de sus labios contra los míos. Ella había cerrado sus ojos y se había pegado a mi cuerpo mientras nuestros labios se conectaban. Juro que nunca había estado tan emocionado. Cuando me alejé, ella tenía una mirada de preocupación como si le fuera a decir lo mal que besaba.

No puedo creer que haya pasado, me había dicho.

No sabía siquiera cómo responder. Todo lo que recuerdo es un sentimiento de estupidez recorriendo mi cuerpo, y preguntándome qué mierda hizo que bese a la chica que debería evadir a toda costa. Pero, estar a su lado me hacía sentir tan bien, que no podía resistirlo. Habíamos pasado por muchas cosas, nuestras vidas estaban destrozadas y estábamos estancados juntos, en esta telaraña. Lo enfermo es que, no quiero salirme de ella.

Lali es frustrante, está confundida, molesta…y tararea ridículos tonos cuando está trabajando en la casa de Julia. Me encanta cuando se quita el pelo de su rostro cuando trabaja, o cuando mira a la señora Julia mientras ésta le explica cómo plantar las semillas…y cuando ella no tararea, resisto las ganas de decirle que continúe.

Contrólate Peter. Después que la besaste, ella corrió lo más rápido que pudo.

Ok, así que después que la besé ella me dejó en el árbol preguntándome cómo es que me metí en ese lío. Por mucho que la quiera, no puedo tenerla. Debería escribirle una carta y colocarla en su locker, disculpándome por la noche anterior.

Me siento en mi mesa y saco un pedazo de papel.

Lali, siento lo de ayer por la noche. Peter

La leo de nuevo y me suena estúpida. La boto al tacho y empiezo otra.

Lali, si te asusté ayer por la noche, lo siento. Fue un beso que no significó nada. Peter

La arrugo apenas termino de escribir ni nombre. Porque sí significó algo. Los besos de Belén son más vacíos que una flauta. Y, mierda, no siento haberme acercado a Lali. Quise besarla y aún lo deseo. Está bien, me gustaría que ella dijese algo como: Intentémoslo de nuevo, pero ella corrió lejos de mí. Controlándome, me preparo para llegar temprano al colegio e intentar olvidarme de Lali y la noche anterior.

Mi día pasa normal hasta que toca la clase de computación. Lali está sentada al frente, sus ojos concentrados en la pantalla. Ella ni siquiera se da cuenta cuando yo ingreso. Esperaba tener alguna señal de ella, de que todo estaba bien entre los dos, pero no obtengo nada de nada. Bueno, sí obtengo algo – Belén. Ella me ha estado dando sus mejores sonrisas seductoras todo el día, prometiendo cumplir todas mis fantasías. Poco sabe que mis fantasías son con una chica que se rehúsa a mirarme.

Me dirijo hacia la parada del bus después del colegio, intentando sin mucho éxito, no ser sorprendido si Lali se sienta al frente, en lugar de a mi lado. Me siento solo en la parte de atrás y noto la blusa rosada de Lali y sus jeans claros mientras sube. Su largo cabello cubre parte de su rostro, como si quisiera esconderlo de mi vista. Pero, se sienta a mi lado y el bus arranca; suelto un suspiro. Estar en el colegio me está estresando: los profesores me miran, los chicos también…todos me miran excepto Lali.

Observo nuestras rodillas, casi tocándose, jean con jean. ¿Ella siente el calor que transfiere su cuerpo al mío?  ¿Acaso se da cuenta de lo que me produce? Lo sé, lo sé, no soy virgen y el pequeño roce de una chica en mi rodilla me está volviendo loco. Ni siquiera sé lo que siento por Lali, solo sé que algo siento. Es algo que intentando evadir y negar hasta ayer, cuando la sostuve entre mis brazos mientras sus lágrimas chocaban en mi polo.

Dios, nuestras rodillas tocándose no es suficiente. Necesito más. Ella está moviendo los dedos de sus pies como si no supiera qué hacer con ellos. Quiero tocarla, ¿pero, qué pasa si se aparta? Nunca he sido tan idiota con una chica. Me muerdo el labio mientras deslizo mi mano un poco cerca de la suya. Ella no se inmuta, así que la muevo más cerca. Y, más cerca. Cuando la punta de mis dedos tocan su muñeca, ella se congela. Pero ella no quita la mano.

Dios, su piel es tan suave, pienso mientras mis dedos trazan un camino desde su muñeca hasta sus nudillos y luego, hacia sus uñas pintadas. Juro que tocarla de esta forma me está volviendo loco. Es más erótico, más intenso que otras veces con Belén. Me siento extraño y sin experiencia como un principiante. Miro al frente; todos los demás están alejados de la intensidad de las emociones que recorre en la parte de atrás del bus.

Cuando miro de nuevo hacia nuestras manos, estoy feliz que ella no haya quitado su mano. Como si escuchara mis pensamientos, ambos volteamos nuestras manos al mismo tiempo, palma contra palma….dedo contra dedo. Su mano se entrelaza con la mía. La hace ver más chiquita y sensible. Siento la necesidad de protegerla y ser su héroe, en caso necesite uno. Estoy agarrado de la mano con Lali Esposito.

No voy a pensar en lo mal que está porque se siente muy bien. Ella me ha estado evadiendo, no me ha mirado, pero ahora ella voltea su cabeza y nuestros ojos se encuentran. Dios, ¿cómo es que nunca noté lo largas que eran sus pestañas y cómo sus pupilas marrones tienen líneas doradas que brillan cuando el sol las ilumina?

El bus se detiene de pronto y yo miro por la ventana. Es nuestra parada. Ella se debe de haber dado cuenta porque quita su mano y se pone de pie. La sigo por detrás, aún emocionado. Llegamos a la casa de la señora Julia; puedo oler la esencia de las galletas mientras ingresamos a la casa.

- Oh, estoy tan contenta que estén aquí – dice Julia – entren a la cocina. Tengo…. – la señora se asoma a la sala de estar, viéndonos a mí y a Lali - ¿afuera hace calor?
- La verdad, no – digo
- ¿Entonces, por qué están sonrojados? – pregunta, levantado las cejas. Dios. Lali se encoge de hombros y se va a la cocina
- Soy un chico. Yo no me sonrojo – respondo
- Ah ja – dice ella

Después de comer las galletas, voy afuera. Mientras trabajo, observo de vez en cuando a Lali, arrodillada en el suelo y plantando las semillas con las instrucciones de Julia. Cuando la anciana toma su siesta, escucho que Lali tararea mientras yo trabajo en el mirador. Pero, cuando ella se detiene, miro alrededor y Lali ya no está. Entro a la casa. La encuentro sacando limones del refrigerador. La observo mientras los corta y los exprime en un recipiente.

- ¿Me estás siguiendo? – pregunta, pero no me mira
- Sí – digo
- ¿Por qué?
- ¿La verdad?

Me mira, sus cejas levantadas. Le doy la respuesta más honesta y verdadera que tengo:

- Tú estás dónde yo quiero estar

sábado, 24 de marzo de 2012

Dejando Paradise: Veinte

Lali

Le tomó una semana a mi madre invitar al señor Carlos a la casa; pensé que lo podría soportar, pero estaba completamente equivocada. Las miradas que se daban entre los dos, el roce de manos, de cuerpos, me terminó de enloquecer. Cuando no pude soportarlo más, me paré de la mesa y mentí que llamaría a María, solo para irme a mi habitación. Igual, si utilicé el teléfono, pero no la llamé a ella.

- Mateo Esposito – sí, mi padre
- Eh…¿papá?
- Lali, ¿eres tú?
- Sí
- ¿Cómo está mi princesa?
- Bien
- ¿Y, tu pierna? La última vez que hablamos no estaba del todo bien
- Está mejor, creo

Hablar con mi padre me hace bien. No quiero decirle la verdad de mi pierna porque solo quiero compartir buenas noticias con él. Si soy positiva, quizás no se olvida que soy su hija.

- Bien. ¿Y, el colegio?
- Perfecto – miento – tengo puras notas altas

Hay un silencio, pero no quiero que cuelgue. Me siento desesperada. Él suena entusiasta, pero no estoy segura.

- ¿Cómo está tu madre? – rompe el silencio

Ella está en una cita con su jefe, en el comedor, pienso

- Bien
- Qué bueno. Te extraño, mi amor
- Yo también. ¿Cuándo puedo verte?
- Pronto, cuando las cosas en el trabajo mejoren – he escuchado esas palabras, demasiadas veces
- Lali, ¿puedes hacerme un favor? – contengo las lágrimas
- ¿Qué?
- Dile a tu madre que ya le mandé el cheque la semana pasada. Y, que le diga  a su abogado que deje de llamarme. Me está costando una fortuna hablar con él por teléfono
- Le diré
- Tengo que atender otra llamada, mi amor. Lo siento, es importante. Te llamaré pronto
- Está bien. Te amo, papá
- Yo también, La

Siento un nudo en la garganta. Apoyo mi cabeza en la pared y por más que quiero contenerlo, no puedo, estoy llorando. Dios, me siento tan sola. No hay nadie en mi vida que realmente entienda por lo que estoy pasando. Excepto una persona.

Mis dedos marcan rápido y automáticamente el número de los Lanzani, antes que mi cerebro comprenda lo que estoy haciendo.

- Hola – es él, Peter - ¿Lali? Sé que eres tú, tenemos identificador de llamadas – me olvidé de eso
- Hola – tartamudeo
- ¿Cómo estás? – las lágrimas pueblan mis ojos
- Yo solo…quería hablar contigo
- ¿Por qué estás llorando? ¿Estás herida? ¿Te caíste?

No puedo hablar porque no quiero que se dé cuenta de lo débil que soy….cuánto necesito su amistad en estos instantes. Dios, todos estos años pensé que me moriría si él no me amaba como yo lo hacía. Pero, ahora me doy cuenta de lo estúpida que fui.

- Si no me respondes, voy a ir a tu casa, sin importarme si tu mamá está ahí o no – su voz es comandante y sé que habla en serio
- No, no vengas. ¿Podemos encontrarnos en el parque en diez minutos?
- Estaré ahí – me promete
- ¿Peter?
- Sí
- Gracias

Me lavo la cara y le digo a mi madre que iré donde María, y emprendo rumbo hacia el parque. Peter llega un minuto después, utilizando un jean y una camisa blanca. Baja el ritmo de sus pasos cuando me ve, y sin decir palabra, me abraza. Ahora, suelto todo, en su camisa. Lo abrazo de vuelta y digo todo lo que me ha estado pasando: lo de mi madre, padre, mi confusión, todo. Peter no se ríe, él no se aparte, él no dice nada..él solo me deja ser.

Cuando termino, me retiro de su cuerpo y me doy cuenta de lo arruinada que está su camisa.

- Malogré tu camisa – digo, entre sollozos
- Olvídate de la camisa. ¿Qué sucede? No pude entender nada de lo que murmuraste en mi pecho

Río entre divertida y apenada. Él mira hacia abajo, a mi mano; yo lo hago, también. Lentamente, él alcanza mi mano y entrelaza sus dedos con los míos. Dios, cómo he soñado con esto durante tantos años. Miro sus ojos; usualmente son oscuros, pero ahora se ven cálidos. Me conduce hacia el árbol de siempre; ambos nos sentamos, luego él se recuesta en este, a mi lado, y suelta mi mano.

- Está bien, ahora habla
- Mi madre tiene una cita en casa, es su jefe, el hijo de la señora Julia. Creo que mi madre gusta de él, pero no estoy segura si estoy lista para empezar a salir con él. Sé que es egoísta, pero mi padre prácticamente me ha ignorado desde que se divorció. Él se ha vuelto a casar y creo que su esposa quiere un hijo, como si él no tuviera ya uno. Además de eso, mi doctor dijo que debería jugar tenis de nuevo, y cada vez que pienso en ello, siento un nudo en la garganta y me recuerdo que tengo que respirar…y te llamé porque eres el único con el que siento que puedo hablar. Lo que es ridículo porque eres tú.
- ¿Crees que tu madre estaría feliz con su jefe? – pregunta

Pienso en el festival, cuando vi a mamá riendo con Carlos, y lo nerviosa que estaba esta noche

- Sí. Pero, esa parte es la que me da miedo. Es como terminar un capítulo en tu vida y empezar de nuevo. Una mamá soltera, enamorados…mucho ha cambiado
- Te estás estresando mucho con lo que puede pasar. Haz algo para dejar de pensar en ello
- ¿Cómo qué?
- Coge una raqueta
- Eso no es gracioso – digo, ya estresándome
- No intento serlo, Lali – suspira - ¿Puedo ver tus heridas? – Dios mío
- No – niego con la cabeza
- Por favor, no te asustes – no lo hago
- Sí lo haces. Fui a la cárcel por algo que te hice y no tengo idea de cómo se ve – volteo y me enfoco en sus ojos, más oscuros e intensos, como nunca antes
- ¿Por qué me miras así? – pregunto
- ¿Te acuerdas del accidente? – pregunta y yo sacudo mi cabeza - ¿no recuerdas nada? ¿Nuestra conversación antes del accidente, yo golpeándote con el auto? ¿Nada?
- No. Está todo en blanco. Sé lo que la gente me ha dicho – él pestañea, luego mira hacia otro lado
- Los dos peleamos
- ¿Por qué? – ríe cínicamente
- Belén

Intento respirar así no se da cuenta que realmente yo me acuerdo. Cada palabra que me dijo cuando le confesé que lo amaba. Es la única parte de la noche que está clara para mí. El resto está estancado.

- No recuerdo – miento
- Me dijiste que me estaba engañando, que la viste con otro chico pero no me ibas a decir con quién. Estabas en lo cierto – dice – ella estuvo con Pablo antes que me metieran a la cárcel – me mira de nuevo, y esta vez yo no volteo – también me dijiste que me amabas

Trago fuerte, aún conectada con sus ojos. Esos ojos que me dieron a la justas una mirada el año pasado, están quemando los míos.

- No recuerdo – susurro
- Lali

Toma mi mano entre la suya y coloca mi palma en su mejilla, acariciándola. Voltea su cabeza y besa la parte más interna y suave de mi palma, sus ojos aún mirándome.

- Debí hacer esto hace un año – susurra

Mi corazón da un respingo mientras él se inclina y choca sus labios con los míos

Dejando Paradise: Diecinueve

Peter

Quedo con Pablo en encontrarme en el parque, cerca a mi casa, para jugar un poco de baloncesto. Con el tema de Belén, quedamos en una tregua, aunque en el fondo aún me moleste un poco. Jugamos un rato, de forma ruda, él todavía se burla de que sea ex convicto, y sostiene que yo he cambiado. Aunque, yo pienso que todos lo hemos hecho.

- ¿Sabes qué necesitas? – me pregunta de pronto
- ¿Un nuevo mejor amigo? – sugiero
- No. Tú necesitas una enamorada. Nombra una chica que creas que es sexy. Lanza un nombre
- Lali Esposito
- No, en serio. Nombra una chica
- Es en serio
- Dios, eso es enfermo. Fuiste a la cárcel por su culpa
- Tengo eso claro
- ¿Me estás diciendo que sientes algo por ella? ¿Por tu vecina? ¿La chica que camina raro porque la atropellaste?
- Pablo, estás empezando a actuar como Maxi – de pronto, él empieza a reír fuerte
- Eso es.. increíble! – grita – no puede ser cierto!

En serio estoy considerando golpear su trasero. Pero él no es Jaime ni Maxi, es Pablo. Cojo la pelota y regreso a casa, no sin antes decirle a Pablo que se vaya a la mierda.

No hay nadie en casa; la tengo para mí solo. Quiero gritar hasta que me duela el pecho, pero justo cuando lo voy a hacer, suena el timbre. Pensando que es Pablo, me demoro un rato en abrir; pero, él no es, es Belén.

- Hola – dice
- Hola
- ¿Tus padres están en casa?
- Nop – ella ya lo sabía
- ¿Puedo entrar?

La dejo entrar y ella se dirige directamente hacia las escaleras. La sigo y ambos entramos a mi cuarto; ella se recuesta en mi cama y yo, en la puerta.

- Sé que Pablo te contó sobre los dos. Pero, yo todavía te amo – ella se levanta y se acerca a mi cuerpo – Peter – susurra y se acerca a mis labios, pero yo volteo la cara
- ¿Qué? ¿Un enamorado no es suficiente para ti?
- Los quiero a los dos
- Se terminó, Belu
- No, y lo sabes. Porque sé que esto suena egoísta, pero es verdad: no quiero que nadie más te tenga
- Termina con Pablo. Él quiere casarse contigo – ella ríe
- Mis padres creen que él es bueno para mí, así que estoy jugando. Además, necesito un enamorado con quién estar en público. Pero, tú puedes ser mi enamorado privado, Pitt
- Eso nunca va a pasar
- ¿Quieres apostar? Puedes ser mi pequeño secreto. A ti te gusta guardar secretos, ¿verdad?

Mi pulso se acelera y un pensamiento resuena en mi cabeza: ella sabe
-
 ¿Qué quieres? – digo
- Pitt, no te pongas triste, solo dije que te quería – dice y me besa

Esta vez, no me escapo

Dejando Paradise: Dieciocho

Lali

Ojalá mi mamá no hubiese insistido tanto en ir a mi terapia física, con la excusa que el doctor quería hablar con ella y conmigo, se apuntó a la cita. Cuando llegamos, empiezo con mi rutina de siempre con Roberto, flexionando las piernas y caminando lo más que pueda; pero, cuando nos encontramos con el doctor, luego de un par de preguntas sobre mi progreso, él sugiere algo que no me gusta nada.

- ¿Y, si Lali juega tenis de nuevo? – siento mi corazón latiendo rápidamente
- ¿Estás bien? – pregunta mamá y yo no respondo
- Necesito un poco de aire – digo y me alejo hacia la ventana
- Lali, solo intentamos ayudarte – dice el doctor
- Lo sé. Pero no puedo hacer eso, nunca más. Simplemente no puedo

Me pongo mi chomba y me dirijo hacia afuera. Paso por gente en silla de ruedas, doctores, enfermeras. ¿Ellos sienten que estoy tan loca como lo pienso yo? Finalmente, salgo del hospital y respiro el aire fresco; cierro los ojos y me concentro en el aire que ingresa y sale de mi cuerpo.

Me sentí de esta manera cuando mi padre se fue, cuando me di cuenta que sería la última vez que lo vería. Me duele mucho el saber que no fui lo suficientemente fuerte para hacerlo quedarse; no me amaba lo suficiente. Tenis era lo que me salvaba, pero incluso eso no funcionó. Me merecía ser admirada en la cancha, porque valía bastante cuando jugaba. No sólo formaba parte de un equipo, sino era a la que mis compañeros veían y se guiaban.

- ¿Lali? – volteo y miro a mi madre, que está asustada
- No puedo jugar tenis – digo
- El doctor quiere que lo intentes. ¿Lo harás, verdad?

Pero, después no seré buena, y mi padre no va a poder estar orgulloso de mí. Él nunca va a querer que forme parte de su nueva familia, pienso.

- ¿Podemos irnos a casa?

Mamá suspira. Odio sentir que la decepciono; sé que ella está intentado ayudarme emocionalmente, físicamente y económicamente. Cuando llegamos al auto, me tranquilizo.

- ¿Ma, qué es lo que quieres para tu vida? – ella ríe suavemente
- Ahora mismo, dinero
- Además
- Supongo que un compañero de vida – dice cuando nos detenemos en una luz roja
- ¿Extrañas a papá?
- A veces. Extraño la compañía, el salir en pareja. No extraño las peleas
- ¿Él querrá visitarme algún día?
- Sí – dice, pero no estoy segura
- ¿Quieres salir con el señor Carlos? – pregunto
- ¿Por qué preguntas?
- Porque el otro día estuvieron bailando en el festival. Él no tiene hijos, creo que él fue para estar contigo – mamá carcajea
- Carlos fue porque el restaurante era uno de los auspiciadores
- Bueno – dije a la defensiva – ustedes dos se veían muy bien juntos
- Él solo estaba siendo lindo
- No creo
- Mmm…
- ¿Qué significa eso?
- Nada. Regresa a ser una niña, ¿ya?

Llegamos en silencio a la casa. Cuando estoy subiendo las escaleras, le sugiero a mi madre que invite a Carlos a cenar una noche. Pero, cuando llego a mi habitación, me doy cuenta que dije esas palabras porque sé lo miserable que mi madre se ha sentido últimamente. Porque la verdad es que, extraño demasiado a mi padre. Más que nada. ¿Qué pasaría si mi madre se enamora de Carlos? ¿Y, si se casan? ¿Empezarán una nueva vida, sin mí?

- Lali, abre la puerta – es mi madre
- ¿Qué sucede?
- Estaba pensando sobre Carlos. ¿Era en serio cuando me dijiste que lo invitara a cenar?

Dejando Paradise: Diecisiete

Peter

- Necesito decirte algo – me dice Pablo

Estamos en mi casa viendo el partido de fútbol como hacíamos y hacemos todos los domingos.

- Dime – digo, con mi atención en la pantalla
- Ella me va a matar por decírtelo
- ¿Quién?
- Belén
- ¿Viste eso? – le pregunto a Pablo, totalmente concentrado en el juego
- Estamos juntos, Peter. Pensé que deberías saberlo – lo miro, confundido
- ¿De qué mierda estás hablando?
- Yo….y Belén – y, eso me golpea
- ¿Tú y Belén?
- Sí
- ¿Cuándo?
- No quieres saber

Eso significa: antes de ser arrestado. Lali no me estaba mintiendo la noche que me volví loco frente a ella. Lali me ha estado diciendo la verdad, mientras que Belén me llenaba de mentiras. Ella es la manipuladora y yo me enamoré. Pero, ahora todo tiene sentido, por qué Belén está desesperada en mantener en secreto nuestra relación. Pablo me está mirando, esperando mi reacción; no hay forma que le vaya a contar que he estado con Belén.

En cuestión de segundos, pierdo mi percepción de la realidad. No voy a volver con Belén, no voy a salir con los chicos como antes. Mi vida no se parece a nada como era antes.

- ¿Ustedes ya…ya sabes..?
- Sí

Cierro mis ojos y me recuesto en el sillón. Dios; mi enamorada ha estado con los dos y era obvio. Pero Lali sabía e intentó advertirme. Como agradecimiento, la insulté y luego perdí el control y terminó en el hospital.

- Al principio fue solo un beso, un error – continúa Pablo – no queríamos que esto sucediese – y, yo solo deseo que se calle
- Seguramente estabas feliz que yo estuviera preso, así finalmente podías tener a mi enamorada para ti solo – digo, sacado
- No es así. La amo, Peter. Dios, me casaría ahora mismo si pudiera
- Mierda – murmuro
- Me hizo prometer que no te diría nada de esto. Pero, creo que es mejor decirlo, ¿no crees? Así podemos ser una pareja en el colegio, en lugar de fingir

Me pongo de pie, necesitando distancia. Él es mi mejor amigo desde que tengo uso de razón. Recuerdo cuando Maxi cogió una crayola de Pablo y yo le pegué por eso. Y, cuando me dio sarampión, Pablo vino a jugar nintento conmigo, sin que sepan sus padres.

- Eres un huevón de mierda– suelto, sin poder creer que me haya traicionado
- Sabía que no entenderías – dice mientras coge sus llaves – por eso no te dije nada
- Oye, tú te estabas metiendo con mi enamorada detrás de mi espalda. ¿Cómo quieres que reaccione? – sentí un escalofrío recorrer mi cuerpo
- Pensé que escucharías y tratarías de entender sin querer romperme la cabeza. Esto es real, Peter – río cínicamente
- Te diré qué es real. Real es estar en la cárcel, durmiendo con drogadictos y comiendo comida asquerosa que ni un perro tocaría. Real es no poder usar tu propia ropa interior y ducharte con veinte y cinco personas todos los días, mientras los guardias te miran. Real es mi vecina del frente que camina balanceándose porque su pierna está tan destrozada por el accidente. Pablo, tu percepción de la realidad, está completamente fuera de juicio.

Pablo se acerca a las escaleras y se detiene cuando está a mitad de camino.

- Cuando quieras perdonarme y continuar con tu vida, ya sabes dónde encontrarme

Mis puños están tan fuertes que se están poniendo blancos. Es ahí cuando aparece mi madre.

- ¿Te divertiste con tus amigos?

Por supuesto, pienso

viernes, 23 de marzo de 2012

Dejando Paradise: Dieciséis

Lali

Hoy día vi a Peter en el colegio. Ya están corriendo rumores sobre cómo es que él obtuvo los cortes en su rostro; pero ninguno de ellos es cierto. Después del colegio, subo al bus para ir a la casa de Julia, y me siento al lado de Peter, al fondo. Él no me mira. Cuando bajamos, ambos caminamos al lado del otro, no como siempre – cuando él iba detrás de mí. Es como si hubiese un entendimiento entre los dos. Soy la única, además de Jaime y sus amigos, que sabe como Peter obtuvo sus cortes. La pelea de ayer me asustó, y definitivamente fue un combate entre ellos y nosotros. Es decir, yo estaba del lado de Peter, formaba parte de su equipo. Y, como no teníamos oportunidad de ganar, llamé a la policía, para protegernos porque era imposible ganarles.

Así que ahora es otro día de trabajo en la casa de Julia; pensé que trabajaríamos juntos, pero Peter está cumpliendo con el trato: él no me habla y trabaja en el mirador mientras yo me encargo de plantar. Cuando me siento un poco cansada, ingreso a la casa para tomar un vaso de agua; antes de abandonar la cocina, lleno un vaso para Peter también y se lo dejo en el jardín. Unos minutos después, me provocan unas galletas y recuerdo haber dejado el plato en el ático. Así que subo al mismo.

La puerta se cierra de golpe y yo doy un salto por el susto. Peter está de pie en el ático conmigo con el vaso de agua en la mano.

- Dios mío!
- No voy a hacerte daño Lali, solo quería agradecerte por el agua y…bueno….sé que no es fácil trabajar juntos, pero aprecio que no me hayas botado.
- No puedes irte – digo
- ¿Por qué no?
- Porque esa puerta se pone candado automáticamente
- ¿Estás bromeando, verdad? – niego con la cabeza, intento no entrar en pánico
- Mierda – dice Peter, luego de intentar abrir la puerta
- Tú y yo, en la misma habitación. Esto se supone que no debe pasar
- Lo sé – digo
- Podríamos gritar el nombre de la señora Julia. Ella está durmiendo afuera, pero –
- Ella nunca nos va a escuchar; tiene pésima audición. Cuando se levante, la escucharemos y gritaremos hasta que se rompan nuestros tímpanos
- ¿Estás diciendo que estamos aquí encerrados? – asiento – mierda
- Ya lo dijiste – le informo
- Sí, bueno, esto apesta – dice, mientras se pasa la mano por el pelo y por su ropa – estar encerrado se ha convertido en el tema de mi vida – murmura - ¿cuánto tiempo debe pasar hasta que se despierte? – me encojo de hombros
- Puede ser media hora, pero a veces duerme por una hora o más, como ayer – tomando un gran respiro, se sienta en el suelo, contra uno de los muebles
- Deberías tomar asiento, también – dice
- Le tengo miedo a las arañas
- ¿Todavía?
- ¿Recuerdas eso de mí?
- ¿Cómo puedo olvidarme? Tú y Rochi me usaban para ser su asesino de arañas – dice y lo miro - siéntate – me ordena – le voy a dar a Julia dos horas para que nos libere, sino rompo la puerta

Ninguno de los dos dice nada por un largo tiempo; el único sonido es el de nuestras respiraciones y el de la casa.

- ¿Te dio miedo la cárcel? – pregunto, rompiendo el silencio
- A veces
- ¿Cómo cuándo? ¿Qué te hicieron? – me volteo y lo miro
- Sabes, eres la primera persona que me pregunta por detalles
- Lo admito, he escuchado los rumores. Sospecho que la mayoría es mentira
- ¿Qué escuchaste? – me muerdo el labio, nerviosa de contarle
- Veamos…. Que tuviste un enamorado en la cárcel….te uniste a una banda….intentaste escaparte….golpeaste a un chico que después tuvo que ser hospitalizado….¿continúo?
- ¿Y, crees en alguno?
- No. ¿Por qué? ¿Es verdad? – recuesta su cabeza contra el mueble y toma un gran respiro
- Estuve en una pelea y me mandaron solo a una celda – cubre sus ojos con sus palmas – estuve solo por treinta y seis horas. Dios, no puedo creer que esté hablando de esto contigo
- ¿Te dieron comida y agua? – él ríe
- Sí, si te dan comida. Pero, duermes en un pedazo de cemento y un inodoro es tu compañía
- Al menos estuviste solo – digo – yo tuve que esperar a que alguien traiga un balde de plástico para que pueda ir al baño mientras estuve en el hospital. Luego tuve que quedarme ahí mientras me limpiaban. Fue muy humillante
- ¿Los doctores te han dicho si vas a poder caminar sin cojear?
- No lo saben. Tengo que ir a terapia física, dos veces a la semana, hasta que me vaya a España
- ¿España?

Le explico por qué estoy trabajando con Julia y porque sueño con irme de Paradise, así puedo alejarme del pasado.

- Yo no podía esperar para volver a casa – admite – volver acá significaba estar libre, dejar de estar encerrado
- Eso es porque eres Peter Lanzani. La gente siempre te va a aceptar. La única cosa que evita que sea una perdedora antes, era el tenis y Rochi. Ahora, he perdido ambas, no tengo nada más que miradas humillantes y comentarios de gente que no me gusta oír – Peter se pone de pie y da unos pasos
- Volver a casa apesta, pero dejar Paradise es evadir la responsabilidad, escapar
- Para mí – le digo – dejar Paradise significa libertad. Me siento encerrada en este pueblo, donde todos me recuerdan lo perdedora que soy ahora – Peter se arrodilla y acerca su rostro al mío
- Tú no eres una perdedora. Mierda, Lali, tú siempre sabías lo que querías e ibas por ello
- Ya no – le digo la verdad – cuando me atropellaste, una parte de mí, murió 

Dejando Paradise: Quince

Peter


Ignórame, y yo haré lo mismo. Lali, como cualquier otra chica en mi vida, está tratando de controlarme. Estoy harto de juegos, de sentirme como un imbécil. Y, sobre todo, estoy cansado de que las personas me traten como un extraño porque estuve en la cárcel.

Sé que ella me está mirando, puedo sentir sus ojos en mi espalda como pequeños pinchazos de alfiler que me golpean. La acuso, totalmente frustrado y, me volteo a mirarla. Ella está sentada en el suelo, usando un overol.

- Yo….yo no te estaba mirando – tartamudea
- Claro que sí – abro mis brazos – si quieres burlarte del ex convicto, lo lograste. Solo respóndeme una cosa. ¿Te gusta cuando las personas se te quedan mirando cuando cojeas por la calle, como si te fueras a caer?

Lali cubre su nariz y boca con su mano y corre hacia la casa. Puta madre. Mi dedo está temblando, mi cabeza rebota, y acabo de insultar a una chica – a la que atropellé. Debería irme al infierno ahora mismo; la señora Julia no tiene idea de lo que sucede, porque está roncando en la silla. Dejo el martillo y corro hacia la casa, en busca de Lali. Escucho sollozos que provienen de la cocina; Lali está de pie en el mostrador, sacando los vegetales del refrigerador. Ella saca una tabla y empieza a cortar los vegetales.

- Lo siento – digo – no debí decir eso
- Está bien
- Obviamente no está bien, sino, no estarías llorando
- No estoy llorando
- Hay lágrimas corriendo por tu mejilla – ella sostiene una cebolla y me la enseña
- Lloro cuando corto cebollas – convierto mis manos en puños porque no puedo lograr que se enfade y me grite; esta vez me lo merezco
- Dime algo – ella sigue con la cebolla – está bien – digo, y la dejo

Si quiere vivir en silencio, es su elección. Yo regreso al patio, a continuar con el mirador. Lali abandonó su puesto; no ha salido desde que yo lo hice. A las siete, le informo a la señora Julia – que ya se despertó – que ya me voy, y me acerco a la parada del bus.

- ¿Qué haces por este pueblo, niño rico?

Jaime, un chico de uno de los colegios que compite con el mío, aparece en su auto, con otros amigos. Se detiene a mi lado, mientras yo espero el bus.

- No es de tu incumbencia – digo. Jaime se ríe
- ¿Tus amigos de la cárcel te enseñaron a ponerte de pie en una esquina y pasarte por idiota? ¿O es que, eres el nuevo prostituto del colegio? – los chicos ríen y Jaime se baja del auto, acercándose - ¿ella es tu nueva novia?

Volteo y veo a Lali, ella está a pocos metros, cojeando hacia nosotros

- Lali, regresa a la casa – le advierto. He visto muchas peleas y sé que Jaime está buscando una – esto es entre tú y yo – le digo a Jaime, mirándolo a los ojos – déjala fuera de esto – él se ríe
- Mírenla chicos. Peter, de verdad que te has lucido con ella. ¿Te excitas cuando ella cojea como una retardada?

Suelto mi mochila y lo agarro por el cuello. Ambos caemos al suelo, pero uno de sus amigos me agarra por detrás y amarra mis manos con las suyas. Antes que pueda liberarme, Jaime me golpea en el mentón y en las costillas. Y, antes que pueda entender lo que está sucediendo, Lali está en mitad de los dos, golpeando a Jaime con su mochila. Entre todo el alboroto, logro liberarme y empujo al chico que me había estado agarrando, luego sostengo a Lali y actúo como un escudo antes que la maten.

- Corre – le ordeno, mientras ataco a uno de los chicos

Empiezo una pelea de tres a uno. La cosa no se ve tan buena, pero hago el intento de mantenerme protegido y golpearlos. Pero, todo se congela cuando escuchamos las sirenas de un policía en camino. El oficial baja del auto y nos ordena recostarnos en el piso, con nuestras manos en la cabeza.

- ¿Qué está pasando aquí chicos? – no veo a Lali
- Nada – dice Jaime – solo estábamos jugando, ¿verdad, Peter? – lo miro directamente a los ojos
- Sí
- No me parece que haya sido “nada” – dice el oficial – a ver, sus credenciales

Desde que me quitaron mi licencia de conducir, solo tengo mi carné de identidad de la cárcel juvenil. Pero, no quiero entregarla porque seguro llaman a Nicolás y seré encerrado de nuevo.

- No tengo – digo
- ¿Qué estás haciendo aquí?
- Visitando un amigo – el policía pone sus manos en la cintura
- Déjame darte un consejo. No nos llevamos bien con los extraños que vienen a nuestro pueblo y causan problemas – se dirige a Jaime – les sugiero que visiten a su amigo en otro lado o voy a tener que involucrar a sus padres. ¿Lo entiendes?
- Lo entiendo – dice Jaime

El oficial regresa con su equipo al auto y ordena a Jaime y sus amigos a hacer lo mismo. Los observo hasta que los dos autos están fuera de vista. Cuando empiezo a buscar mi mochila, me doy cuenta que ya no está. Uno de los amigos de Jaime probablemente se la llevó. Pero, esa es la menor de mis preocupaciones.

Mi mentón empieza a doler y cuando me lo toco, siento la sangre correr. De pronto, Lali aparece. Nuestras miradas se encuentran. Finalmente llega el bus y ambos ingresamos. Yo me siento en mi lugar de siempre, en la parte de atrás, y ella me sigue, sentándose a mi derecha. Me sorprendo hasta que noto sus dedos temblar. Ella está asustada.

Es demente y extraño después de todo lo que ha pasado, pero ella se siente a salvo conmigo. No me atrevo a tocarla, porque eso significaría más de lo que es. Y yo sé….sé que este sentimiento de amistad es temporal. Lo que me asusta completamente es que una parte de mi cerebro cree que este acto insignificante de Lali, de sentarse a mi lado, es el primer paso para arreglar todo lo que hice mal en mi vida.

Lo que hace que todo sea más significante.

Dejando Paradise: Catorce

Lali

El lunes me dirigí hacia la parada del bus después del colegio; Peter ya estaba sentado en la parte de atrás. Ya era lo suficientemente malo el tener que trabajar con él en el pequeño ático; una semana había pasado y lo único que deseaba era renunciar antes que seguir trabajando a su lado. Pero, si dejaba el trabajo ya no me iría a España y eso implicaba quedarme en Paradise, escuchando a Peter y a sus amigos reírse de mí.

Cuando llegamos, la señora Julia nos abre la puerta contenta.

- Entren, Irina ha traído un poco de torta – ella ingresa a la casa – tomen, les corte un pedazo para cada uno – nos dice cuando llegamos a la cocina

Me siento en la silla de la cocina mientras observo la torta. Normalmente me lo comería al instante, pero ahora no puedo. Peter ingresa y se sienta al frente de mí. Yo me enfoco en otro lado, interesándome por una fruta, como si eso fuese lo más interesante del planeta.

- ¿Mariana, recuerdas que me comentaste que debería construir el mirador?
- Sí – respondo cautelosamente
- Bueno, Peter me va a ayudar a hacer eso realidad. Le tomará unas semanas, pero – ¿está bromeando?
- Si él se queda, yo renuncio – suelto de pronto

Peter clava el tenedor en el plato, luego se pone de pie y sale de la cocina. Julia coloca sus manos en su rostro, interrogativa.

- Mariana, ¿de qué se trata toda esta tontería? ¿Por qué quieres renunciar?
- No puedo trabajar con él, Julia. Él me hizo esto – lloro
- ¿Qué te hizo?
- Fui a la cárcel por atropellar a Lali con mi auto mientras estaba borracho – dice Peter, reapareciendo en la puerta
- Dios, dios, ¿estamos en un problema, verdad? – levanto la mirada hacia Julia, con ojos suplicantes
- Haz que se vaya
- Tienes que entender – empieza ella, mirando hacia Peter – que Lali es mi primera prioridad. Llamaré al servicio comunitario para que se comuniquen con tu jefe
- Por favor, señora Julia – dice Peter, con voz suplicante – solo quiero terminar el trabajo y …ser libre de nuevo

Julia me mira de nuevo con sus ojos diciendo: Perdona. No puedo, lo he intentado. Si él inocentemente perdió el control del auto y me atropelló, podría ser algo perdonable. Pero, no sé qué tan inocente fue el accidente. Dios, no puedo creer que él me haya atropellado; pero hay tantas preguntas sin responder. Dicen que él me dejó en la calle como si fuese un animal. Eso es imperdonable. No sé si algún día pueda superarlo. Porque me hace recordar mucho a lo que hizo mi padre. Él me dejó sin mirar hacia atrás. Y peor, Peter destruyó la única oportunidad que tenía yo de impresionar a mi padre – ser la mejor en deporte.

No resisto más y me levanto, dirigiéndome hacia el ático, dónde hay oscuridad y privacidad. Ya no me importan las arañas ni los bichos raros que pueda encontrar. Julia me siguió, puedo decirlo por su perfume que se quedó en el aire.

- Este es un lugar interesante en dónde esconderse. Pensé que le tenías miedo a las arañas
- Les tengo, pero en la oscuridad no las puedo ver, ¿Ya se fue? – pregunto esperanzada. Ella sacude su cabeza
- Necesitamos hablar
- ¿En serio?
- Pongámoslo de esta manera. No vas a dejar el ático hasta que me escuches
- La escucho
- Bien – se sienta en una de las sillas – yo tenía una hermana, se llamaba Feli; era menor que yo, más inteligente, más bonita. Verás, yo era una chica gordita, con cabello rojo, a la que veías y te detenías porque te hacía retroceder. Hasta que un día bajé de peso y pude superar los celos por ella, e incluso llevé un chico a la casa
- ¿Así que superaste tus medios y te enamoraste?
- Sí, me enamoré. Su nombre era Francisco – suspira – me trató como si fuese la persona más increíble que había conocido. Bueno, hasta que conoció a mi hermana que se había ido a un campamento de verano – me mira directamente y se encoge de hombros – los encontré besándose en el patio la mañana siguiente que ella llegó
- Lo siento
- La odié, la culpé por robarme a mi enamorado. Así que empaqué y me fui, y no les hablé a ninguno de los dos
- ¿Nunca más le hablaste a tu hermana? – pregunté
- Ni siquiera asistí a su boda, dos años después
- ¿Se casó con Fran?
- Sí. También tuvieron cuatro hijos
- ¿Dónde están ahora?
- Uno de sus hijos me llamó hace unos años atrás a avisarme que Feli había muerto. Fran vive con una enfermera porque tiene Alzheimer. Y, ¿sabes que es lo peor?
- ¿Qué? – Julia se levanta y golpea suavemente mi rodilla
- Eso, vas a tener que averiguarlo por ti misma
- ¿Usted cree que Peter debe quedarse y construir el mirador, verdad? – pregunto cuando empieza a acercarse a la puerta
- Dejaré esa decisión a tu criterio. Él no va a regresar a la cárcel si no funciona, nunca dejaré que eso pase. Yo creo que él es un chico que quiere hacer las cosas bien de ahora en adelante, Mariana. Él está esperando abajo por una respuesta

Julia sale del ático, escucho el sonido de sus pisadas mientras baja las escaleras. ¿Me puedo quedar aquí para siempre, viviendo con las arañas y cosas viejas, lleno de las memorias de una anciana? Yo sé la respuesta, aunque deba bajar las escaleras y enfrentarme a la única persona que he ansiado evadir.

Él está sentado en el sofá de la sala de estar, inclinado hacia adelante con sus codos recostados en sus rodillas.

- ¿Y? – me dice cuando me ve

Puedo decir que no está feliz al no tener el control Peter siempre sabe con qué cartas jugar; pero, esta vez no. Me encantaría decirle que se vaya; es su castigo por no amarme. Pero, sé que eso sería idiota, aniñado, y estúpido. Además, yo ya no amo a Peter; ni siquiera me gusta. Estoy convencida que él no me puede hacer más daño, ni física ni emocionalmente.

- Puedes quedarte – él asiente y se pone de pie – espera. Tengo dos condiciones – alza las cejas
- Una, no le dices a nadie que trabajamos juntos. Dos, no me hables…ignórame y yo haré lo mismo
- Está bien. Trato hecho – y se aleja hacia el patio

Encuentro a Julia en la cocina, tomando té.

- Le dije que se quedara – le informo y ella me sonríe
- Estoy orgullosa de ti – yo no – lo superarás

Más tarde, me dirijo al patio para continuar plantando. Peter está de espaldas a mí, cuando salgo. Bien. Agarro una bolsa de semillas y lentamente me siento en el jardín. Con una pequeña pala, empiezo a cavar.

- No te olvides, Mariana. Seis centímetros de largo – dice Julia, mientras inspecciona mi trabajo
- Claro – y se sienta en la silla, a mi lado - ¿por qué no lo supervisa a él? – pregunto, apuntando a Peter
- Él lo está haciendo bien. Además, no sé cómo construir un mirador

Hago tres huecos, y luego inserto la tierra y las semillas. Después de un rato, la señora Julia se queda dormida en la silla. Estoy sorprendida que pueda dormir con toda la bulla que está haciendo Peter, pero, aunque ella no lo admita, no escucha nada. Observo a Peter. Trabaja rápido, como si construyera miradores todos los días. Su camiseta está totalmente sudada, en las axilas, pecho y espalda. Y obviamente no le importa que una de mis condiciones sea el ignorarnos; lo hace increíblemente. No creo que siquiera me haya mirado de reojo.

Pero ahora él deja de martillar, aún dándome la espalda y grita:

- ¿Puedes dejar de mirarme?