sábado, 24 de marzo de 2012

Dejando Paradise: Veinte

Lali

Le tomó una semana a mi madre invitar al señor Carlos a la casa; pensé que lo podría soportar, pero estaba completamente equivocada. Las miradas que se daban entre los dos, el roce de manos, de cuerpos, me terminó de enloquecer. Cuando no pude soportarlo más, me paré de la mesa y mentí que llamaría a María, solo para irme a mi habitación. Igual, si utilicé el teléfono, pero no la llamé a ella.

- Mateo Esposito – sí, mi padre
- Eh…¿papá?
- Lali, ¿eres tú?
- Sí
- ¿Cómo está mi princesa?
- Bien
- ¿Y, tu pierna? La última vez que hablamos no estaba del todo bien
- Está mejor, creo

Hablar con mi padre me hace bien. No quiero decirle la verdad de mi pierna porque solo quiero compartir buenas noticias con él. Si soy positiva, quizás no se olvida que soy su hija.

- Bien. ¿Y, el colegio?
- Perfecto – miento – tengo puras notas altas

Hay un silencio, pero no quiero que cuelgue. Me siento desesperada. Él suena entusiasta, pero no estoy segura.

- ¿Cómo está tu madre? – rompe el silencio

Ella está en una cita con su jefe, en el comedor, pienso

- Bien
- Qué bueno. Te extraño, mi amor
- Yo también. ¿Cuándo puedo verte?
- Pronto, cuando las cosas en el trabajo mejoren – he escuchado esas palabras, demasiadas veces
- Lali, ¿puedes hacerme un favor? – contengo las lágrimas
- ¿Qué?
- Dile a tu madre que ya le mandé el cheque la semana pasada. Y, que le diga  a su abogado que deje de llamarme. Me está costando una fortuna hablar con él por teléfono
- Le diré
- Tengo que atender otra llamada, mi amor. Lo siento, es importante. Te llamaré pronto
- Está bien. Te amo, papá
- Yo también, La

Siento un nudo en la garganta. Apoyo mi cabeza en la pared y por más que quiero contenerlo, no puedo, estoy llorando. Dios, me siento tan sola. No hay nadie en mi vida que realmente entienda por lo que estoy pasando. Excepto una persona.

Mis dedos marcan rápido y automáticamente el número de los Lanzani, antes que mi cerebro comprenda lo que estoy haciendo.

- Hola – es él, Peter - ¿Lali? Sé que eres tú, tenemos identificador de llamadas – me olvidé de eso
- Hola – tartamudeo
- ¿Cómo estás? – las lágrimas pueblan mis ojos
- Yo solo…quería hablar contigo
- ¿Por qué estás llorando? ¿Estás herida? ¿Te caíste?

No puedo hablar porque no quiero que se dé cuenta de lo débil que soy….cuánto necesito su amistad en estos instantes. Dios, todos estos años pensé que me moriría si él no me amaba como yo lo hacía. Pero, ahora me doy cuenta de lo estúpida que fui.

- Si no me respondes, voy a ir a tu casa, sin importarme si tu mamá está ahí o no – su voz es comandante y sé que habla en serio
- No, no vengas. ¿Podemos encontrarnos en el parque en diez minutos?
- Estaré ahí – me promete
- ¿Peter?
- Sí
- Gracias

Me lavo la cara y le digo a mi madre que iré donde María, y emprendo rumbo hacia el parque. Peter llega un minuto después, utilizando un jean y una camisa blanca. Baja el ritmo de sus pasos cuando me ve, y sin decir palabra, me abraza. Ahora, suelto todo, en su camisa. Lo abrazo de vuelta y digo todo lo que me ha estado pasando: lo de mi madre, padre, mi confusión, todo. Peter no se ríe, él no se aparte, él no dice nada..él solo me deja ser.

Cuando termino, me retiro de su cuerpo y me doy cuenta de lo arruinada que está su camisa.

- Malogré tu camisa – digo, entre sollozos
- Olvídate de la camisa. ¿Qué sucede? No pude entender nada de lo que murmuraste en mi pecho

Río entre divertida y apenada. Él mira hacia abajo, a mi mano; yo lo hago, también. Lentamente, él alcanza mi mano y entrelaza sus dedos con los míos. Dios, cómo he soñado con esto durante tantos años. Miro sus ojos; usualmente son oscuros, pero ahora se ven cálidos. Me conduce hacia el árbol de siempre; ambos nos sentamos, luego él se recuesta en este, a mi lado, y suelta mi mano.

- Está bien, ahora habla
- Mi madre tiene una cita en casa, es su jefe, el hijo de la señora Julia. Creo que mi madre gusta de él, pero no estoy segura si estoy lista para empezar a salir con él. Sé que es egoísta, pero mi padre prácticamente me ha ignorado desde que se divorció. Él se ha vuelto a casar y creo que su esposa quiere un hijo, como si él no tuviera ya uno. Además de eso, mi doctor dijo que debería jugar tenis de nuevo, y cada vez que pienso en ello, siento un nudo en la garganta y me recuerdo que tengo que respirar…y te llamé porque eres el único con el que siento que puedo hablar. Lo que es ridículo porque eres tú.
- ¿Crees que tu madre estaría feliz con su jefe? – pregunta

Pienso en el festival, cuando vi a mamá riendo con Carlos, y lo nerviosa que estaba esta noche

- Sí. Pero, esa parte es la que me da miedo. Es como terminar un capítulo en tu vida y empezar de nuevo. Una mamá soltera, enamorados…mucho ha cambiado
- Te estás estresando mucho con lo que puede pasar. Haz algo para dejar de pensar en ello
- ¿Cómo qué?
- Coge una raqueta
- Eso no es gracioso – digo, ya estresándome
- No intento serlo, Lali – suspira - ¿Puedo ver tus heridas? – Dios mío
- No – niego con la cabeza
- Por favor, no te asustes – no lo hago
- Sí lo haces. Fui a la cárcel por algo que te hice y no tengo idea de cómo se ve – volteo y me enfoco en sus ojos, más oscuros e intensos, como nunca antes
- ¿Por qué me miras así? – pregunto
- ¿Te acuerdas del accidente? – pregunta y yo sacudo mi cabeza - ¿no recuerdas nada? ¿Nuestra conversación antes del accidente, yo golpeándote con el auto? ¿Nada?
- No. Está todo en blanco. Sé lo que la gente me ha dicho – él pestañea, luego mira hacia otro lado
- Los dos peleamos
- ¿Por qué? – ríe cínicamente
- Belén

Intento respirar así no se da cuenta que realmente yo me acuerdo. Cada palabra que me dijo cuando le confesé que lo amaba. Es la única parte de la noche que está clara para mí. El resto está estancado.

- No recuerdo – miento
- Me dijiste que me estaba engañando, que la viste con otro chico pero no me ibas a decir con quién. Estabas en lo cierto – dice – ella estuvo con Pablo antes que me metieran a la cárcel – me mira de nuevo, y esta vez yo no volteo – también me dijiste que me amabas

Trago fuerte, aún conectada con sus ojos. Esos ojos que me dieron a la justas una mirada el año pasado, están quemando los míos.

- No recuerdo – susurro
- Lali

Toma mi mano entre la suya y coloca mi palma en su mejilla, acariciándola. Voltea su cabeza y besa la parte más interna y suave de mi palma, sus ojos aún mirándome.

- Debí hacer esto hace un año – susurra

Mi corazón da un respingo mientras él se inclina y choca sus labios con los míos

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