Dejando Paradise: Tres

Peter

Como si la mirada de mi padre sobre mí durante todo el viaje no fuese suficiente, mi madre ha estado moviendo sus manos nerviosa desde que me dejaron libre esta tarde. No creo que me haya mirado a la cara ni una sola vez. ¿Qué se supone que debo decir? Deja de estar nerviosa, ma. Sí, estoy seguro que eso funcionaría. Su hijo es un convicto. Solo deseo que ella deje de repetírmelo constantemente.

Visualizo la casa cuando estamos a dos cuadras, aquella de ladrillos y de dos pisos. Salgo del auto y tomo un respiro hondo. Estoy en casa.

- Bueno…. – dice papá mientras abre la puerta – bienvenido a Paradise

Asiento y observo la decoración; no ha cambiado nada desde el año pasado. Pero, extrañamente, no la siento como mi hogar. Aunque, huele familiar; como esencia de manzana.

- Eh…estaré en mi habitación – les digo

Parece como si estuviera pidiendo permiso. No sé por qué. Fue mi habitación y lo sigue siendo. Entonces, ¿por qué actúo como si este fuera cualquier otro lugar? Empiezo a subir por las escaleras hacia el segundo piso, pero una sensación de claustrofobia me abruma y empiezo a sudar. Termino de subir y examino el pasillo. Mis ojos se posan en una forma negra en el marco de la puerta de mi hermana.

Pero, espera. Esa forma negra es Rochi. Está toda de negro: pelo negro, maquillaje negro; incluso tiene las uñas negras. Gótica por completo. Es difícil de creer que sea mi hermana. Antes que pueda respirar, ella se lanza a mis brazos y empieza a sollozar, haciéndome recordar de mi encierro. Incluso cuando el juez me miró con disgusto y me dijo que sería encerrado por casi un año por mi negligencia y mi estupidez, yo no boté ni una lágrima. Dios, ni siquiera cuando me hicieron una revisión completa y fui humillado frente a todos, me puse a llorar. Acaricié la cabeza de mi hermana, sin saber qué más hacer.

- Necesito sentarme por un instante – le digo, y luego la empujo suavemente lejos de mí.

Lo que realmente necesito es un respiro de toda esta vida pasada. Cuando ingreso a mi cuarto, siento la madera negra debajo de mis pies, el sonido en mis orejas. Es un cuarto de niños, pienso. Trofeos de deportes y mi espada de luces de Star Wars; la foto de Belén con su uniforme de porrista, sigue pegada encima de mi cama, como si todavía fuésemos pareja.

Corté todo lo que me ataba a ella cuando fui arrestado. Sus padres y la gente que la rodea son prejuiciosas, y seguramente sería insultada por tener un novio que estaba en la cárcel. Además, la última cosa que necesitaba en la cárcel, era que mis compañeros me estuvieran jodiendo por tener una enamorada que usa ropa de diseñadores y lleva consigo una cartera valorada en doscientos dólares.

Me siento en mi escritorio y observo por la ventana, viendo la casa de los Esposito. Mi ventana está al frente de la de Lali, la chica por la que fui encerrado. Ya sé que es injusto, pero es difícil no culparla por lo que me pasó. He pensado sobre Lali y el accidente más veces de lo que deseo admitir.

- ¿Peter, estás aquí? – pregunta papá, luego toca la puerta. Abro la misma y le señalo que pase

- Tu madre ha invitado a un par de amigos para que vengan después de la cena – duda – para, eh, una fiesta de bienvenida – el músculo de mi cuello se pone duro

¿Una fiesta de bienvenida para un chico que acaba de salir de la cárcel? No puedo creerlo.

- Cancélala – digo

- Escucha, es lo que tu madre quiere. Ella ha tenido bastante todo este año. Sólo…haz lo que ella dice y haz un show frente a sus amigos. Será más fácil para todos si sigues el juego

- ¿Un show?

- Sí, tatúa una sonrisa en tu rostro y bromea con sus amigas. Yo lo hago todo el tiempo – dice, luego deja el cuarto tan rápido como entró

Me toma un segundo registrar lo que acaba de decir. ¿Sonreír? ¿Show? Me siento como si hubiese sido transportado a algún escenario de Hollywood. Pero, no es una película, es mi vida.

Tomo la espada láser y la prendo. Dios, cómo solía pasar horas peleando contra demonios imaginarios con esta cosa cuando era niño. Ahora, tengo nuevo demonios con quienes pelear. Unos que no puedo desaparecer con un juguete.