sábado, 24 de marzo de 2012

Dejando Paradise: Dieciocho

Lali

Ojalá mi mamá no hubiese insistido tanto en ir a mi terapia física, con la excusa que el doctor quería hablar con ella y conmigo, se apuntó a la cita. Cuando llegamos, empiezo con mi rutina de siempre con Roberto, flexionando las piernas y caminando lo más que pueda; pero, cuando nos encontramos con el doctor, luego de un par de preguntas sobre mi progreso, él sugiere algo que no me gusta nada.

- ¿Y, si Lali juega tenis de nuevo? – siento mi corazón latiendo rápidamente
- ¿Estás bien? – pregunta mamá y yo no respondo
- Necesito un poco de aire – digo y me alejo hacia la ventana
- Lali, solo intentamos ayudarte – dice el doctor
- Lo sé. Pero no puedo hacer eso, nunca más. Simplemente no puedo

Me pongo mi chomba y me dirijo hacia afuera. Paso por gente en silla de ruedas, doctores, enfermeras. ¿Ellos sienten que estoy tan loca como lo pienso yo? Finalmente, salgo del hospital y respiro el aire fresco; cierro los ojos y me concentro en el aire que ingresa y sale de mi cuerpo.

Me sentí de esta manera cuando mi padre se fue, cuando me di cuenta que sería la última vez que lo vería. Me duele mucho el saber que no fui lo suficientemente fuerte para hacerlo quedarse; no me amaba lo suficiente. Tenis era lo que me salvaba, pero incluso eso no funcionó. Me merecía ser admirada en la cancha, porque valía bastante cuando jugaba. No sólo formaba parte de un equipo, sino era a la que mis compañeros veían y se guiaban.

- ¿Lali? – volteo y miro a mi madre, que está asustada
- No puedo jugar tenis – digo
- El doctor quiere que lo intentes. ¿Lo harás, verdad?

Pero, después no seré buena, y mi padre no va a poder estar orgulloso de mí. Él nunca va a querer que forme parte de su nueva familia, pienso.

- ¿Podemos irnos a casa?

Mamá suspira. Odio sentir que la decepciono; sé que ella está intentado ayudarme emocionalmente, físicamente y económicamente. Cuando llegamos al auto, me tranquilizo.

- ¿Ma, qué es lo que quieres para tu vida? – ella ríe suavemente
- Ahora mismo, dinero
- Además
- Supongo que un compañero de vida – dice cuando nos detenemos en una luz roja
- ¿Extrañas a papá?
- A veces. Extraño la compañía, el salir en pareja. No extraño las peleas
- ¿Él querrá visitarme algún día?
- Sí – dice, pero no estoy segura
- ¿Quieres salir con el señor Carlos? – pregunto
- ¿Por qué preguntas?
- Porque el otro día estuvieron bailando en el festival. Él no tiene hijos, creo que él fue para estar contigo – mamá carcajea
- Carlos fue porque el restaurante era uno de los auspiciadores
- Bueno – dije a la defensiva – ustedes dos se veían muy bien juntos
- Él solo estaba siendo lindo
- No creo
- Mmm…
- ¿Qué significa eso?
- Nada. Regresa a ser una niña, ¿ya?

Llegamos en silencio a la casa. Cuando estoy subiendo las escaleras, le sugiero a mi madre que invite a Carlos a cenar una noche. Pero, cuando llego a mi habitación, me doy cuenta que dije esas palabras porque sé lo miserable que mi madre se ha sentido últimamente. Porque la verdad es que, extraño demasiado a mi padre. Más que nada. ¿Qué pasaría si mi madre se enamora de Carlos? ¿Y, si se casan? ¿Empezarán una nueva vida, sin mí?

- Lali, abre la puerta – es mi madre
- ¿Qué sucede?
- Estaba pensando sobre Carlos. ¿Era en serio cuando me dijiste que lo invitara a cenar?

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