lunes, 26 de marzo de 2012

Dejando Paradise: Veintitrés

Lali

Peter llega inesperadamente a casa. Abro la puerta, sin saber quién es, y él está ahí, de pie en frente de mí con una mirada determinada en su rostro.

- Quería verte – es toda su explicación - ¿tu madre está aquí?
- No. Acaba de irse para el trabajo hace cinco minutos

Lo guío hacia mi habitación y lo hago esperar mientras voy por unas papitas para picar y un par de gaseosas. Nos sentamos en el suelo y empezamos a comer. Hablamos sobre el colegio, y reímos sobre los tiempos cuando éramos niños y las estupideces que hacíamos. Luego jugamos con las cartas que mi madre me compró cuando estuve en el hospital. Él no habla nada sobre besarme; tampoco me mira con esa mirada caliente y sexy que he visto antes. Tiene algo en mente. No sé qué es, pero lo está distrayendo.

- Quiero ayudarte, Lali – dice de pronto, dejando las cartas
- ¿Con qué?
- Jugar tenis de nuevo. Siempre noto que observas el ropero como si hubiese un monstruo ahí dentro, así que me fijé que había mientras estabas en la cocina. Encontré tu raqueta – me pongo de pie y mi corazón empieza a latir desaforado
- Nunca voy a volver a jugar – él se pone de pie, también
- No quiero hacerte daño, Lali. Intento ayudarte – le doy la espalda
- No puedo jugar
- Inténtalo Lali. ¿Qué te puede doler?
- No voy a ser buena
- ¿Quién dice que tienes que serlo?

Él no sabe que ser buena en tenis significa más que eso. Es algo más profundo. Cuando miro a Peter, quiero que él se sienta orgulloso de mí. Él está intentando arreglar cualquier dolor que me ha causado. Yo quiero ayudarlo, también.

- Está bien, intentaré – digo – pero no esperes mucho
- No lo haré

Quince minutos después, estamos en las canchas de tenis. Tomando un gran respiro, sigo a Peter hacia el suelo verde. Nos situamos uno al frente del otro y él bromea que no golpee tan fuerte. Empieza a lanzar las bolas derechas hacia mí, lentas y en buena dirección. Respondo la primera, y se siente bien. Pero, también se siente extraño. Cuando Peter responde, yo no lo hago.

- Podías haberla respondido
- No quise. ¿Podemos irnos?
- No. Responde diez veces y nos iremos

Respondo la siguiente

- Nueve – dice

Tres bolas más y las respondo, alargando apenas el brazo. Mis pies no se han movido para nada.

- Seis

Respondo cinco más que rebotan en frente de mí. Yo las respondo suavemente.

- Una más Lali. Y, nos vamos de aquí.

Genial. Una más y la humillación puede terminar. Él lanza una fuerte y rápida sobre la red. Rebota lejos de mí. Ni siquiera intento responderla. Y, lo vuelve a hacer. Yo, pongo a un lado la raqueta y lo miro.

- ¿Estás intentando humillarme?
- Deja de actuar cómo una bebé y anda por la bola – dice, sacudiendo su cabeza – vamos

¡Cómo se atreve! Esta vez, mientras la bola cruza la red, mi enojo me lleva a tomar tres pasos y responder la bola hacia Peter, con todo el poder y frustración que llena mi cuerpo. Lo golpea en el brazo.

- ¡Ay! – ni siquiera le pregunto si está bien, porque muestra su mirada arrogante y su sonrisa de victoria - ¿se siente tan bien para ti, cómo para mí? – pregunta

Lanzo la raqueta hacia él y salgo del lugar. No le voy a dar la satisfacción de saber que se sintió demasiado bien. Él se acerca y me jala hacia él.

- Voy a tener una herida, sabes – me dice – pero, verte golpear esa cosa fue demasiado sexy
- ¿Lo fue? – con un solo movimiento, me empuja contra la pared con su cuerpo
- Voy a besarte – mi estómago da un revuelto. Me olvido que estoy enojada
- ¿Aquí?
- Sí. Aquí mismo, ahora. ¿Vas a escaparte esta vez?
- No creo, pero no estoy segura

Sonríe, sorprendido de mi respuesta. Lo miro a los ojos, esos que me insertan en su mundo privado, luego acerco mis labios con anticipación. Y, ese es el principio de nuestra maratón de besos. Todo lo que tengo que decir es que no me siento sin experiencia luego de una hora de besos y lenguas e inocentes y no tan inocentes caricias por ambas partes. Ya no me siento insegura al besar.

Nos movemos de las canchas hacia mi habitación. Peter se recuesta en mi cama y me lleva consigo.

- Tenemos que parar o mi cuerpo va a sufrir por muchos días – relajándome, recuesto mi cabeza en su pecho
- Eso fue lindo
- Sí, muy lindo

Respira con dificultad. Ambos. Tomo un gran y lento respiro y disfruto del momento. Podría quedarme ahí para siempre. Sintiéndome querida, protegida, normal.

- Debería odiarte por hacerme jugar tenis
- Sí, pero no puedes, ¿verdad? Además, hemos tenido una sesión de besos que no vas a olvidar por semanas
- Tienes un problema de ego
- Sólo contigo – ríe, luego bosteza
- ¿Te aburro? – pregunto
- Para nada – dice, acariciando mi pelo – es solo que….no duermo muy bien. Y, estoy tan relajado y feliz que siento que mi cuerpo va a colapsar
- Entonces, duerme
- ¿Aquí?
- Claro. MI mamá no regresará hasta tarde – empiezo a levantarme, para dejarle todo el espacio de la cama
- No me dejes – me dice – recuéstate junto a mí – me jala hacia él – eres tan diferente – dice, casi para sí mismo
- No digas eso – le digo, mirando hacia otro lado. Quiero mantener la fantasía que soy igual a las otras chicas, al menos por cierto tiempo
- Diferente en el buen sentido. Un verdadero buen sentido

2 comentarios:

  1. AH!!! No puede, es un dulce de leche con chocolate!!! Me muero muerta de amor! Más nove!

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  2. aaaaaah que lindo y tiernoo *.*
    y en cuanto al tenis yo aprendi a jugar en silla de ruedas :D asi que todo se puede aclaro que yo no estoy en silla de ruedas hice un curso :D y fue una experiencia hermosa

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