viernes, 23 de marzo de 2012

Dejando Paradise: Catorce

Lali

El lunes me dirigí hacia la parada del bus después del colegio; Peter ya estaba sentado en la parte de atrás. Ya era lo suficientemente malo el tener que trabajar con él en el pequeño ático; una semana había pasado y lo único que deseaba era renunciar antes que seguir trabajando a su lado. Pero, si dejaba el trabajo ya no me iría a España y eso implicaba quedarme en Paradise, escuchando a Peter y a sus amigos reírse de mí.

Cuando llegamos, la señora Julia nos abre la puerta contenta.

- Entren, Irina ha traído un poco de torta – ella ingresa a la casa – tomen, les corte un pedazo para cada uno – nos dice cuando llegamos a la cocina

Me siento en la silla de la cocina mientras observo la torta. Normalmente me lo comería al instante, pero ahora no puedo. Peter ingresa y se sienta al frente de mí. Yo me enfoco en otro lado, interesándome por una fruta, como si eso fuese lo más interesante del planeta.

- ¿Mariana, recuerdas que me comentaste que debería construir el mirador?
- Sí – respondo cautelosamente
- Bueno, Peter me va a ayudar a hacer eso realidad. Le tomará unas semanas, pero – ¿está bromeando?
- Si él se queda, yo renuncio – suelto de pronto

Peter clava el tenedor en el plato, luego se pone de pie y sale de la cocina. Julia coloca sus manos en su rostro, interrogativa.

- Mariana, ¿de qué se trata toda esta tontería? ¿Por qué quieres renunciar?
- No puedo trabajar con él, Julia. Él me hizo esto – lloro
- ¿Qué te hizo?
- Fui a la cárcel por atropellar a Lali con mi auto mientras estaba borracho – dice Peter, reapareciendo en la puerta
- Dios, dios, ¿estamos en un problema, verdad? – levanto la mirada hacia Julia, con ojos suplicantes
- Haz que se vaya
- Tienes que entender – empieza ella, mirando hacia Peter – que Lali es mi primera prioridad. Llamaré al servicio comunitario para que se comuniquen con tu jefe
- Por favor, señora Julia – dice Peter, con voz suplicante – solo quiero terminar el trabajo y …ser libre de nuevo

Julia me mira de nuevo con sus ojos diciendo: Perdona. No puedo, lo he intentado. Si él inocentemente perdió el control del auto y me atropelló, podría ser algo perdonable. Pero, no sé qué tan inocente fue el accidente. Dios, no puedo creer que él me haya atropellado; pero hay tantas preguntas sin responder. Dicen que él me dejó en la calle como si fuese un animal. Eso es imperdonable. No sé si algún día pueda superarlo. Porque me hace recordar mucho a lo que hizo mi padre. Él me dejó sin mirar hacia atrás. Y peor, Peter destruyó la única oportunidad que tenía yo de impresionar a mi padre – ser la mejor en deporte.

No resisto más y me levanto, dirigiéndome hacia el ático, dónde hay oscuridad y privacidad. Ya no me importan las arañas ni los bichos raros que pueda encontrar. Julia me siguió, puedo decirlo por su perfume que se quedó en el aire.

- Este es un lugar interesante en dónde esconderse. Pensé que le tenías miedo a las arañas
- Les tengo, pero en la oscuridad no las puedo ver, ¿Ya se fue? – pregunto esperanzada. Ella sacude su cabeza
- Necesitamos hablar
- ¿En serio?
- Pongámoslo de esta manera. No vas a dejar el ático hasta que me escuches
- La escucho
- Bien – se sienta en una de las sillas – yo tenía una hermana, se llamaba Feli; era menor que yo, más inteligente, más bonita. Verás, yo era una chica gordita, con cabello rojo, a la que veías y te detenías porque te hacía retroceder. Hasta que un día bajé de peso y pude superar los celos por ella, e incluso llevé un chico a la casa
- ¿Así que superaste tus medios y te enamoraste?
- Sí, me enamoré. Su nombre era Francisco – suspira – me trató como si fuese la persona más increíble que había conocido. Bueno, hasta que conoció a mi hermana que se había ido a un campamento de verano – me mira directamente y se encoge de hombros – los encontré besándose en el patio la mañana siguiente que ella llegó
- Lo siento
- La odié, la culpé por robarme a mi enamorado. Así que empaqué y me fui, y no les hablé a ninguno de los dos
- ¿Nunca más le hablaste a tu hermana? – pregunté
- Ni siquiera asistí a su boda, dos años después
- ¿Se casó con Fran?
- Sí. También tuvieron cuatro hijos
- ¿Dónde están ahora?
- Uno de sus hijos me llamó hace unos años atrás a avisarme que Feli había muerto. Fran vive con una enfermera porque tiene Alzheimer. Y, ¿sabes que es lo peor?
- ¿Qué? – Julia se levanta y golpea suavemente mi rodilla
- Eso, vas a tener que averiguarlo por ti misma
- ¿Usted cree que Peter debe quedarse y construir el mirador, verdad? – pregunto cuando empieza a acercarse a la puerta
- Dejaré esa decisión a tu criterio. Él no va a regresar a la cárcel si no funciona, nunca dejaré que eso pase. Yo creo que él es un chico que quiere hacer las cosas bien de ahora en adelante, Mariana. Él está esperando abajo por una respuesta

Julia sale del ático, escucho el sonido de sus pisadas mientras baja las escaleras. ¿Me puedo quedar aquí para siempre, viviendo con las arañas y cosas viejas, lleno de las memorias de una anciana? Yo sé la respuesta, aunque deba bajar las escaleras y enfrentarme a la única persona que he ansiado evadir.

Él está sentado en el sofá de la sala de estar, inclinado hacia adelante con sus codos recostados en sus rodillas.

- ¿Y? – me dice cuando me ve

Puedo decir que no está feliz al no tener el control Peter siempre sabe con qué cartas jugar; pero, esta vez no. Me encantaría decirle que se vaya; es su castigo por no amarme. Pero, sé que eso sería idiota, aniñado, y estúpido. Además, yo ya no amo a Peter; ni siquiera me gusta. Estoy convencida que él no me puede hacer más daño, ni física ni emocionalmente.

- Puedes quedarte – él asiente y se pone de pie – espera. Tengo dos condiciones – alza las cejas
- Una, no le dices a nadie que trabajamos juntos. Dos, no me hables…ignórame y yo haré lo mismo
- Está bien. Trato hecho – y se aleja hacia el patio

Encuentro a Julia en la cocina, tomando té.

- Le dije que se quedara – le informo y ella me sonríe
- Estoy orgullosa de ti – yo no – lo superarás

Más tarde, me dirijo al patio para continuar plantando. Peter está de espaldas a mí, cuando salgo. Bien. Agarro una bolsa de semillas y lentamente me siento en el jardín. Con una pequeña pala, empiezo a cavar.

- No te olvides, Mariana. Seis centímetros de largo – dice Julia, mientras inspecciona mi trabajo
- Claro – y se sienta en la silla, a mi lado - ¿por qué no lo supervisa a él? – pregunto, apuntando a Peter
- Él lo está haciendo bien. Además, no sé cómo construir un mirador

Hago tres huecos, y luego inserto la tierra y las semillas. Después de un rato, la señora Julia se queda dormida en la silla. Estoy sorprendida que pueda dormir con toda la bulla que está haciendo Peter, pero, aunque ella no lo admita, no escucha nada. Observo a Peter. Trabaja rápido, como si construyera miradores todos los días. Su camiseta está totalmente sudada, en las axilas, pecho y espalda. Y obviamente no le importa que una de mis condiciones sea el ignorarnos; lo hace increíblemente. No creo que siquiera me haya mirado de reojo.

Pero ahora él deja de martillar, aún dándome la espalda y grita:

- ¿Puedes dejar de mirarme?   

1 comentario:

  1. Gracias por el mail!! Esta novela me encanta, ya quiero más. Le veo buen final a esto dos y aguante julia!

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