jueves, 29 de marzo de 2012

Dejando Paradise: Veintiseis

Peter

No sé si la señora Julia me quiere matar, lo único que sé es que me está ordenando a manejar su auto rojo que está guardado en el garaje. Después de mucha insistencia por su parte, logra convencerme que me ponga al volante. Me cuesta muchísimo al principio, puesto que hace más de un año que no manejo y el volver a hacerlo no sólo me da nervios, sino que me cuesta más con mi cojera. Sin embargo, después de muchos frenos inesperados y bruscos, logro conducir unos minutos. Nos detenemos en una tienda de vestidos, Julia no me quiere decir por qué estamos ahí, pero no insisto.
Y, una vez más, a pesar de mis quejas, la señora Julia insiste y me compra un vestido amarillo largo y escotado, con brillantes en el pecho. Logro convencerla que se compre uno azul para ella, aunque ella afirma que es muy vieja para vestirse elegante. Cuando salimos de la tienda – luego de insistirle en que debo pagarle el vestido de mi propio dinero y no del suyo – ella me hace conducir de nuevo hacia el restaurante, ambas con nuestros vestidos puestos.

- Anda hacia la parte de atrás – me susurra cuando llegamos – y no dejes que nadie te vea

Esta señora está hablando en serio, así que muevo el auto hacia la parte trasera del restaurante como si fuéramos a robar el lugar.

- ¿Qué estamos haciendo aquí? – susurro
- Deja el auto encendido, baja del mismo y toca la puerta tres veces. Luego detente por dos segundos y toca tres veces de nuevo. Cuando alguien responda, di: “La gallina roja se ha escapado de la jaula”
- No lo entiendo
- Vas a seguir mis instrucciones. ¡Ahora ve!

Esto es algo muy gracioso. Salgo del auto, me dirijo hacia la puerta y toco. Toco, toco y toco. Pausa. Toco, toco y toco. Juan, uno de los chicos que trabaja ahí, abre la puerta.

- El pájaro rojo se ha escapado de la jaula – digo, riendo
- ¿Querrás decir gallina?
- Sí. Lo siento, lo siento. La gallina roja se ha escapado de la jaula
- Espera aquí – dice, casi riendo y cierra la puerta

Cuando la puerta se vuelve a abrir, Irina me extiende dos cajas.

- ¿Qué hay adentro? – pregunto
- No me preguntes, Lali. Una sorpresa para ti y la señora Julia

Cierra la puerta y yo entro al auto, junto con las cajas.

- Ya tenemos los bienes
- Genial, ahora regresemos a mi casa

La señora Julia sonríe todo el camino hacia su casa. Cuando guardo el auto en el garaje, finalmente comprendo de qué se trata todo. El mirador está listo y Peter ha colgado luces blancas alrededor. Velas blancas están prendidas, haciendo que todo el mirador esté iluminado. Peter está al lado, de pie, utilizando unos pantalones caqui y una camisa blanca y corbata.

Cuando me guiña el ojo y sonríe de lado, siento que la muralla que encierra mi corazón se empieza a abrir, dando paso a los antiguos sentimientos que tenía por él.

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