jueves, 25 de diciembre de 2014

El Mar de Tranquilidad: Capítulo 20

Thiago

No es una torta de café lo que Mar está cargando cuando entra a mi garaje justo después de las ocho. Aunque si lo fuera, estoy seguro que hubiese sido hecha en casa, cubierta con canela e increíblemente buena. Está cargando dos bolsas plásticas con comestibles. Camina más allá de mí y estira su mano para abrir la puerta hacia la casa, sin dejar la bolsa.

—¿Rayito de sol? —No responde, así que la sigo y la encuentro abriendo el refrigerador e insertando nada más que cuatro contenedores de helado. —¿Qué estás haciendo?

—¿Qué te parece? —espeta.

—¿Te embarazaste?

Se voltea hacia mí. —¿Qué?

Alzo mis manos, en señal de rendición. Obviamente no está de humor.

miércoles, 24 de diciembre de 2014

El Mar de Tranquilidad: Capítulo 19

Mar

Nunca he estado en casa de Thiago durante el día. Se ve diferente en la tarde. No estaría aquí si no fuera porque mi batería del auto amaneció muerta cuando dejé la escuela ahora. Vivo lo suficientemente cerca al campus como para caminar, pero no camino a ningún lado en la tarde. Puedo lidiar con las mañanas, pero hay horas en la tarde en que odio estar afuera. Incluso la noche no me fastidia mucho. La oscuridad no me hace sentir miedo, lo contrario al día. El sol de la tarde tiene una manera de seguirme, quemando recuerdos en mi cabeza.

Thiago me ofrece regresarme a casa desde la suya. Él cree que me debería poner nerviosa, correr a solas de noche, y lo hace. No soy lo suficientemente estúpida para pensar que siempre estoy a salvo afuera, en cualquier lugar, a cualquier hora del día. Es solo que me pongo más nerviosa durante el día.

Así que ahora estoy aquí, en el sofá de Thiago, a las 3:15 de la tarde, viendo una serie. Thiago se pasó el último comercial pacientemente contándome sobre todo lo que había sucedido en la serie, mientras yo comía chocolate. Cuando terminaron los comerciales, se detuvo abruptamente y me dijo que me contaría lo demás durante el siguiente receso. Creo que no he pasado mucho tiempo viendo la televisión. Mayormente he estado mirando a Thiago e intentando averiguar quién diablos es. He desarrollado una teoría donde, tal vez, Thiago tiene un gemelo y hay dos como él, porque estoy convencida, día a día, que él no es la misma persona.

martes, 23 de diciembre de 2014

El Mar de Tranquilidad: Capítulo 18

Thiago

Estoy en mi garaje, tratando de terminar mi silla. El silencio aquí afuera es extraño. No debería serlo. Estoy acostumbrado al silencio, pero sólo me tomó dos días sin ella para sentirlo. Años trabajando aquí por mí mismo para que sea deshecho en menos de dos meses por su compañía. Y ahora ella no ha estado aquí por días. Tal vez es algo bueno, porque obviamente necesito una revisión de la realidad. Intento trabajar con la puerta del garaje cerrada, así puedo probarme a mí mismo que todo saldrá bien. No voy a dejar que me usen de nuevo. Ella puede venir acá de nuevo. Puede sentarse en mi garaje, entregarme herramientas, hacerme preguntas. Puede usarme para empezar a hablar. Puedo soportar esto mientras no espere mucho de esto. Y no lo haré. No sé cuándo volverá ella, pero me pregunto cuánto tiempo puedo mantener cerrado el garaje antes de empezar a sofocarme.

domingo, 21 de diciembre de 2014

El Mar de Tranquilidad: Capítulo 17

Thiago

—Mar no podrá llegar a la cena. Me pidió que te deje esto en mi camino al trabajo.

La rubia en la puerta me entrega una torta helada alta y muy elaborada.

—¿Ella te lo pidió? —pregunto. ¿Acaso ella le habla a otras personas y me ha estado mintiendo? No sé por qué, pero me molesta. Bastante.

—Ella escribió esta dirección debajo de las palabras: Dejar esto, el domingo a las 5:45. Por favor. Es la mejor comunicación que he tenido de ella en años.

—De acuerdo. Gracias.

Tomo el postre y ella me mira como si estuviera esperando algo.

—¿Quién eres? —pregunta.

—Thiago Bedoya-Agüero—. ¿Y tú quién eres?, me pregunto por dentro.

—¿Puedo pasar?

El Mar de Tranquilidad: Capítulo 16

Mar

La voz de mi madre. Es la primera cosa que recuerdo después de abrir los ojos.

Mi hermosa chica. Regresaste a nosotros.

Pero estaba equivocada.

***

Mi niñez terminó cuando tuve quince. Que supongo que es más de lo que tuvo Thiago, porque de acuerdo a lo que supe de Simón, el de él terminó a los ocho. No sé más que eso porque no le hago preguntas a Thiago de las que no estoy preparada en responder.

Tengo que ir a casa esta semana. Mi madre esperaba visitarme un mes atrás. Estoy sorprendido que ella no haya venido aquí.

domingo, 14 de diciembre de 2014

El Mar de Tranquilidad: Capítulo 15

Thiago

Mi padre me enseñó cómo construir después que mi madre y mi hermana murieron cuando yo tenía ocho. No sé si necesariamente él quería hacerlo, o si no tuvo más opción porque yo no paraba de seguirlo. Siempre se encerraba en el garaje y si quería verlo yo también tenía que ir ahí. Realmente nunca hablaba, pero obtuve lo que pude. Al principio, solo lo observaba. Pero una vez que tuve las herramientas en mis manos, me di cuenta de lo poco que sabía. Lo primero que construí fue un desequilibrado comedero para pájaros. Terminé haciendo cuatro de éstos antes de hacerlo bien. Llevo construyendo desde hace diez años y hasta ahora a veces siento que no sé nada.

Me pregunto cuánto Mar aprende. Ella observado todo lo que sucede en el taller, aunque no ha tocado prácticamente nada. Me ha estado observando todas las noches desde hace dos semanas. No he logrado que ella se vaya así que me he rendido. Anoche intenté ponerme rudo, le dije que se largue de una maldita vez, pero al parecer las palabras llegaron a sus oídos una hora después.

Ella está sentada en su usual lugar de todos los días, observándome de nuevo, así que supongo que esa es mi respuesta. Sus piernas están balanceándose hacia adelante y atrás, como burlándose de mí porque no puedo lograr que ella se vaya. Estoy retirando la batería de mi taladro y colocándolo a cargar e intentando descubrir…

lunes, 8 de diciembre de 2014

El Mar de Tranquilidad: Capítulo 14

Thiago

—Fiesta en casa de Tefi el viernes por la noche. ¿Te apuntas?

Miro a Simón como si esta fuese una pregunta retórica. Debería serlo.

—En algún momento lograré que vengas conmigo. Bien. Tengo un plan de rescate. Y ahí está.

Alzo la mirada para ver a Mar caminando por el pasillo hacia nosotros. Aún está usando esos zapatos; empezaremos a trabajar pronto y el profesor no la dejará acercarse al taller a menos que use zapatos decentes que protejan sus pies. Obviamente a ella no le importa.

—¿No debí ser yo el plan de rescate?

—Probablemente no deberías ser ningún plan, pero eventualmente te corromperé.

—La vuelves a dejar ebria y vomitará en tu sillón.

—¿Nunca lo superarás?

sábado, 6 de diciembre de 2014

El Mar de Tranquilidad: Capítulo 13

Mar

Caminamos hacia la entrada que nos abre hacia una sala exquisitamente llena de muebles. Me siento como si debiera quitarme los zapatos así mis tacos no destrozan la alfombra hermosa, pero sin duda eso sería raro. Además, por más que mis zapatos hacen doler mis pies, me dan consuelo. Solía hacer espectáculos en frente de audiencias, ahora me escondo detrás de una torta y tacos altos. Simón me lleva hacia una sala comedor formal. La mesa debe ser para aproximadamente diez personas. Ya está lista con servilletas pequeñas que están dobladas como pequeños cisnes.

—Te dije que a mamá le gusta pretender que somos gente civilizada una vez a la semana. Usualmente no es tan malo, creo que se emocionó mucho porque le dije que te estaba trayendo. Usualmente somos nosotros y Thiago. Y no cuenta como compañía.

¿Qué diablos? No estoy segura de con cuál de las dos cosas entrar en pánico: sobre la parte en que su madre parecer haberse preparado para que venga la reina (por mí) o la parte donde Thiago está invitado. No tengo más tiempo a acostumbrarme a la idea porque suena la campana, luego se abre antes que alguien pueda acercarse a saludar. Thiago no es compañía aquí, por supuesto que no espera a que lo hagan entrar.

viernes, 28 de noviembre de 2014

El Mar de Tranquilidad: Capítulo 12

Mar

Hay veintisiete huesos en nuestra mano y muñeca. Veintidós de los míos se rompieron. Mi mano es una clase de milagro. Está llena de tornillos, e incluso después de varias cirugías, aún no se ve bien. Pero funciona mejor de lo que pensaba que haría. Y no es como si no puedo hacer nada; es solo que no puedo hacer esa sola cosa que quisiera hacer. Lo que me hizo ser yo.

Nunca tuve mucha vida social, incluso desde antes. Después de la escuela, pasaba mis horas en el laboratorio de música o en instrucciones privadas, y mis sábados los pasaba tocando el piano en bodas. A veces era una locura y tenía tres en un día; rara vez tenía un fin de semana libre, pero el dinero era increíble, y era fácil. Cuando no estaba tocando en bodas, tocaba en centros comerciales y restaurantes. Era como una pequeña novela hermosa al inicio. Era la mascota de todo el mundo. No sé si realmente todos sabían mi nombre porque usualmente me llamaban La Prodigio del Piano, lo que estaba bien, porque así era.

Cuando fue el momento de detenerme, ya había ahorrado una buena cantidad de dinero. Lo estaba ahorrando para el conservatorio de música de verano en Nueva York que había estado esperando por tres años, finalmente era lo suficientemente mayor (quince años) para aplicar. Mis padres dijeron que si quería ir tenía que trabajar para ganar dinero, pero eso era un chiste, porque trabajar significaba tocar y eso nunca lo llamaría trabajo. Entre eso y la escuela, las instrucciones privadas y recitales, casi no tenía espacio libre para la vida social, pero era un pequeño sacrificio. Además, si soy honesta, probablemente no era un sacrificio. No iba a las fiestas y era muy joven para conducir.

domingo, 23 de noviembre de 2014

El Mar de Tranquilidad: Capítulo 11

Mar

Cuando llegué a la clase de taller el lunes, el plato azul de Cielo está en la repisa en la parte trasera del salón donde usualmente me siento. Thiago no está en su sitio habitual así que debe de haberlo puesto aquí. Lo veo al otro lado del taller, donde todas las herramientas están. No quiero mirarlo por mucho tiempo para ver qué está haciendo, así que guardo el plato en mi mochila antes que regrese a su asiento. La campana suena y él coge sus herramientas sin mirarme y las cosas son normales de nuevo. Pero la normalidad no dura mucho.

—¡Ey, Bedoya! ¿Es verdad que fuiste emancipado?

¿Emancipado? Miro alrededor para ver quién está haciendo la pregunta. Es un chico idiota que siempre hace preguntas fuera de contexto, se cree el mejor de todos. No me importa mucho quién sea él, sino más bien la respuesta. Thiago asiente, pero no dice nada. Está mirando hacia abajo, trabajando en un dibujo a medida que nos dieron de tarea el viernes. No se molesta en alzar su cabeza.

—¿Eso quiere decir, entonces, que eres libre de hacer lo que quieras?

El Mar de Tranquilidad: Capítulo 10

Thiago

A las 4:00 de la tarde del domingo, suena el timbre de la casa.

Cuando la abro, encuentro a la mamá de Simón con un contenedor de plástico en sus manos.

—Es domingo. Hice salda. Simón me dijo que no vendrías a cenar a casa así que quería dejártela—. Ella sabe que no puedo hacer salsa de espagueti para salvar mi vida y eso me enoja, así que siempre me trae un poco.

—Gracias—. Me hago a un lado para que ella pueda entrar. —Podrías haberle dicho a Simón que me la traiga. No tenías que venir hasta acá.

—Simón desapareció algún lado esta tarde. Probablemente para ver a la chica con la que está saliendo ahora—. Alza sus cejas, preguntándome, y yo mantengo en blanco mi expresión, porque realmente no sé si es la chica que creo que es.

sábado, 22 de noviembre de 2014

El Mar de Tranquilidad: Capítulo 09

Thiago

Simón se estaciona en mi casa justo después de la medianoche e inmediatamente sé que nada bueno saldrá de esto. Dejo el lápiz que he estado usando para apuntar las medidas, y lo observo salir del auto y caminar hacia el garaje.

—Hermano, necesito un favor.

—Claro que lo necesitas.

—Necesito que te lleves a Mar—. ¿Mar? Primero me pregunto a dónde quiere que me lleve a Mar, hasta que miro hacia la pista y entiendo lo que se refiere.

—¿Qué? No hay manera—. Miro a la oscura figura recostada en el asiento delantero del auto. 

—¿Qué le hiciste? ¿Está consciente?

—Nada. No —dice a la defensiva. —Es solo que tomó demasiado.

domingo, 16 de noviembre de 2014

El Mar de Tranquilidad: Capítulo 08

Mar

Thiago Bedoya entra y se dirige directamente a mi mesa en el taller y yo intento no mirar, pero realmente, realmente quiero hacerlo. Es solo que no quiero que él sepa que estoy mirando.

Pronto no tengo más opción porque él está de pie en frente de mí, mirando mi rostro. Lo miro de vuelta y quiero gritar: ¡¿Qué?! Se ve perturbado por el hecho de que yo exista, y que ocupo el mismo espacio en su preciosa clase de taller.

—Yo me siento ahí—dice finalmente, y de nuevo, no suena enojado, solo como si así fueran las cosas y todos deben saberlo. ¿Acaso esto significa que debo levantarme? ¿Moverme?

El Mar de Tranquilidad: Capítulo 07

Mar

Iluminado por las luces fluorescentes, Thiago Bedoya me estudia a través del garaje. Yo no me he movido o alejado la mirada. No encuentro ningún reconocimiento en sus ojos y me pregunto si sabe quién soy. Justo estoy recordando ahora que debo verme como una persona diferente. Mi cabello está atado hacia atrás en una cola de caballo y no tengo maquillaje en el rostro, además estoy cubierta de sudor y de color rosado por el ejercicio. Estoy con ropa deportiva y zapatillas. Me estoy empezando a sentir bastante expuesta debajo de las luces fluorescentes con este chico mirándome.

—¿Cómo sabes en dónde vivo? —Está enojado y no le importa esconder la acusación en sus palabras.

sábado, 15 de noviembre de 2014

El Mar de Tranquilidad: Capítulo 06

Mar

Estoy en la oscuridad y todo lo que hay es dolor. Hay muchas sensaciones juntas. Cada nervio está quemándose. Y luego, hay destellos de todo. Colores, voces, máquinas, palabras rudas. El dolor es constante, rígido, nunca termina. Es lo único que conozco. No quiero despertarme más.

Logro sobrevivir al segundo lunes en la escuela. Creerías que estaría totalmente agotada por ello, pero aparentemente no, porque aún no puedo dormir.

He estado en la cama por dos horas ya; sé que ya son más de la medianoche aunque no pueda ver el reloj desde aquí. Ya he escrito varias líneas en mi libro de composición, pero ni eso ha ayudado a que me dé sueño.

Puedo escuchar que la lluvia fuerte se ha detenido, así que salgo de las sábanas y miro por la ventana. Mi ventana mira hacia el patio y está muy oscuro para ver si aún llueve, así que me dirijo al frente de la casa y miro afuera nuevamente. No hay lluvia visible, así que me estoy cambiando mis pijamas por ropa deportiva. Lo hago sin pensar, ansiosa por correr, cosa que no hago hace varios días. Miro el reloj: 12:30.

viernes, 14 de noviembre de 2014

El Mar de Tranquilidad: Capítulo 05

Thiago

El día se pasa sin ver a la chica de nuevo. Me he maldecido mentalmente por abrir mi estúpida boca en el almuerzo. Tal vez estaba intentando detener a la chica de hacerse enemiga de esas putas. Tal vez sólo quería que Melody se calle porque yo sé que ella es mejor que eso. Tal vez sólo quería que la chica me mire de nuevo.

Me dirijo hacia la sala de teatro, donde estoy haciendo mi trabajo; recuerdo haber dejado mi medidor ahí y debo recuperarlo. Era de mi padre y además es antiguo y muy especial. Una vez que veo que todo esté quedando conforme, me dirijo hacia el estacionamiento.

Estoy casi llegando a mi auto cuando escucho mi nombre.

domingo, 9 de noviembre de 2014

El Mar de Tranquilidad: Capítulo 04

Mar

Vivo en un mundo sin magia o milagros. Un lugar dónde no hay clarividentes o cambiaformas, o ángeles o chicos súper humanos para salvarte. Un lugar donde la gente muere y la música se desintegra y las cosas apestan. Estoy tan presionada contra la tierra por el peso de la realidad, que algunos días me pregunto cómo aún soy capaz de levantar mis pies para caminar.

El viernes por la mañana, la primera cosa que hago es recoger mi horario arreglado. Así que ahora he dejado oficialmente el curso de Introducción a la Música, lo que significa que tengo que pasar ese periodo sacando fotocopias. A este punto, he mejorado con los zapatos, aunque aún duelen un poco. Mantengo la ropa negra así como el delineador, los labios rojos y las uñas negras. Los tacos altos siguen ahí, gritando que soy un espectáculo horrible de puta. Me he estado escondiendo en los pasillos y los baños durante el almuerzo toda la semana. El chico del cuaderno de dibujos que me encontré el otro día (llamado Rama), fue lo suficientemente bueno para darme una lista corta de los mejores lugares para esconderse. Dame un par de días más y probablemente sea capaz de dibujar un mapa con los mejores lugares para desaparecer. Luego puedo vendérselo a más perdedores como yo.

sábado, 8 de noviembre de 2014

El Mar de Tranquilidad: Capítulo 03 (II)

Mar

La cuarta hora no fue tan horrible. El profesor Camilo no me prestó mucha atención, lo que en una clase de catorce personas es bastante difícil de hacer. Revisó mi horario para asegurarse que estaba en la clase correcta y luego me preguntó por qué me pusieron aquí. Ambos nos encogimos de hombros. Luego me dijo que si me quería quedar, podía dejarme ser una asistente o algo así. Es obvio que realmente no me quiere participando aquí, pero creo que me quedaré. Es una pequeña clase donde probablemente pueden dejarme a solas.

Hago todo mi camino hacia el quinto periodo antes de ser enfrentada a mi clase de música. La profesora, la Srta. Ariel, una mujer muy linda y en sus veinte años, nos hace sentarnos en círculo. Es una forma de conocernos a otros, de conversar sobre la clase y nosotros mismos. Cada uno debe decir tres cosas sobre sí mismo y una de esas cosas tiene que ser mentira. Luego la clase debe tratar de averiguar cuál es la mentira. Es algo triste que no vaya a jugar realmente, porque si fuese a jugar, sería increíble. Estoy bastante segura que todos se pondrían a debatir sobre la veracidad de mis respuestas:

El Mar de Tranquilidad: Capitulo 03 (I)

Thiago

La cuarta hora se demora en llegar.

Ya estoy sudando por estar sentado afuera con el sol del almuerzo, pero no habrá mucho aire acondicionado en el taller. Cuando entro, inmediatamente me siento en casa, aunque el espacio se ve completamente diferente que en Junio. No hay herramientas o piezas de madera en cada superficie. O suciedad cubriendo el suelo.

Todos saben que conozco los equipos. Podría enseñar esta clase si quisiera. Lanzó mis libros en la mesa de trabajo de la esquina donde me siento cada año, al menos durante el tiempo donde se espera que nos sentemos. Antes que pueda sacar el taburete que está debajo de la mesa, el profesor Camilo Estrella me llama.

Me gusta el profesor Camilo porque no le importa si él me gusta o no. Él quiere mi respeto y él también lo tiene. Lo que me dice que haga, yo lo hago. Es una de las pocas personas que no le importa esperar cosas de mí. Él ha estado llevando este curso por tanto tiempo como puedo recordar, años antes que llegara aquí, cundo no era más que un curso electivo. Ahora es uno de los programas esenciales en la ciudad. En las clases avanzadas, nuestro trabajo recolecta dinero para los materiales y el equipamiento. Tomamos órdenes, las llenamos y ese dinero se va para el programa.

sábado, 1 de noviembre de 2014

El Mar de Tranquilidad: Capítulo 02

Thiago

Lunes, 7:02 am. Hoy será un día inútil, junto con los 179 días escolares que están por venir. Voy a llegar tarde, apenas tengo tiempo. Me dirijo a la zona de lavandería y saco algunas ropas de la secadora, aunque aún no estén listas (ayer me olvidé de encenderla); pero no tengo tiempo para esperar a que termine. No me queda más que colocarme un par de vaqueros húmedos mientras camino y trato de no tropezar.

Agarro una taza de café y trato de llenarla sin derramar todo; en el proceso, me quemo. Lo pongo en la mesa de la cocina, junto a una caja de zapatos llena de frascos con medicamentos, justo a tiempo para ver a mi abuelo saliendo de su habitación. Camina muy lento, con su cabello desordenado, pero yo sé que no debo ofrecer ayudarlo. Lo odia.

—El café está sobre la mesa —digo, agarrando mis llaves y dirigiéndome hacia la puerta—. Distribuí tus pastillas. Barto está llegando en una hora. ¿Estás seguro que estarás bien hasta entonces?

domingo, 26 de octubre de 2014

El Mar de Tranquilidad: Capítulo 01

Mar

Morir no es tan malo después de que ya lo has hecho.

Y lo he hecho.

Ya no le temo más a la muerte.

Le temo a todo lo demás.

El Mar de Tranquilidad: Prólogo

Odio mi mano izquierda. Odio mirarla. Odio cuando tartamudea y tiembla y me recuerda que mi identidad se ha ido. Pero la miro de todas maneras porque eso también me recuerda que voy a encontrar al chico que me quitó todo. Voy a matar al que me mató, y cuando lo mate, lo haré con mi mano izquierda.


(Traducido y corregido por Bookzinga)

sábado, 25 de octubre de 2014

¡MUY PRONTO!


Vivo en un mundo sin magia o milagros. Un lugar dónde no hay clarividentes o cambiaformas, o ángeles o chicos súper humanos para salvarte. Un lugar donde la gente muere y la música se desintegra y las cosas apestan. Estoy tan presionada contra la tierra por el peso de la realidad, que algunos días me pregunto cómo aún soy capaz de levantar mis pies para caminar.

La prodigio del piano, Marianella Rinaldi, quiere dos cosas: pasar la secundaria sin que nadie conozca su pasado, y hacer que el chico que se llevó todo de ella, su identidad, su espíritu, su deseo de jugar, pague.

La historia de Thiago Bedoya no tiene ningún secreto: cada persona que él ama ha sido apartada de su vida, hasta que, a los diecisiete años, no queda nadie. Ahora todo lo que él quiere es que lo dejen solo y la gente lo respeta porque cuando tu nombre es sinónimo de muerte, todos tienden a darte tu espacio.

Todos excepto Mar, la chica misteriosa en el colegio quien empieza a aparecer y no se irá hasta que se insinúe en cada aspecto de su vida. Pero mientras más la conoce, se vuelve más enigma. Mientras su relación se intensifica y las preguntas sin resolver empiezan a acumularse, ella empieza a preguntarse si él algún día aprenderá los secretos que ella ha estado escondiendo, o si él querrá conocerlos.

El Mar de Tranquilidad, es rico, intenso, y es una historia brillantemente imaginada, sobre un chico solitario, una chica emocionalmente frágil, y el milagro de las segundas oportunidades.

The Sea of Tranquility es el título original. 

Nota: No he podido conseguir el libro en inglés, así que esta será solo una adaptación. Me guiaré de lo traducido por el foro Bookzinga.

domingo, 19 de octubre de 2014

Ángeles Caídos #4: Epílogo

Tres años después

Inglaterra

—De acuerdo, tú ganas —dije, sin aliento, levantándome de mi silla y mirando a Cande con admiración mientras ella entraba a la sacristía de la Iglesia. —Sé que te dije que sigas el color blanco tradicional, pero estaba equivocada. Cande, estás hermosa.

Se dio la vuelta, mostrando las botas de combate que no había visto desde la secundaria. —Algo antigua —dijo Cande.

Mordí mi labio. —Creo que voy a llorar.

—Vas a coger mi ramo, ¿verdad? Y me lo devuelves cuando nadie esté mirando así puedo tenerlo profesionalmente seco y enmarcado, y luego puedes burlarte de mí el resto de mi vida por ser tan tonta.

Ángeles Caídos #4: Cuarentaitrés

El cuerpo de Maximiliano expulsó el mío tan rápido que sentí que había sido expulsada por un auto en movimiento. Mis manos se aferraron al jardín, buscando algo sólido en un mundo que daba vueltas. Mientras se iba el mareo, miré alrededor en busca de Maximiliano. Lo olí antes de verlo.

Su piel se había profundizado hacia el color de un moretón, y su cuerpo empezó a hincharse. Su cuerpo empezaba a expulsar los fluidos, sangre de Devilcraft hundiéndose en la tierra como si fuera algo viviente. La carne empezó a apartarse, deteriorándose en la suciedad. Después de un par de segundos, todo lo que quedaba de Maximiliano eran huesos.

Él estaba muerto. El Devilcraft también.

Ángeles Caídos #4: Cuarentaidós (Parte II)

Me deslicé por la colina. Justo a tiempo me escondí detrás de una tumba; la espada de Maximiliano se deslizó por el jardín donde yo había aterrizado. Me empezó a buscar entre las tumbas, moviendo su espada en cada oportunidad.

Corrí detrás del primer árbol que vi, colocándolo entre nosotros. Estaba con fuego, crujiendo mientras las llamas lo devoraban. Ignorando el calor contra mi rostro, hice el intento de ir hacia la izquierda pero Maxi no estaba para jugos. Me persiguió alrededor del árbol, sosteniendo su espada sobre su cabeza como si quisiera deslizarme por la mitad, de la cabeza a los pies. Corrí de nuevo, escuchando a Peter en mi cabeza.

Utiliza su altura para tu ventaja. Expón sus piernas. Un golpe duro a cualquier de sus rodillas, luego roba su espada.

miércoles, 8 de octubre de 2014

Ángeles Caídos #4: Cuarentaidos (Parte I)

El sol figuraba arriba del horizonte, oscureciendo la silueta de cientos de ángeles caídos, ubicados a través del suelo del cementerio. Un hombre, un Nephil, corrió al frente del ejército, con una espada con brillo azul. Una espada creada para asesinarme. Incluso a esa distancia, los ojos de Maximiliano parecían cortar a través de toda distracción, cazándome.

Me preguntaba cómo las puertas del infierno habían sido abiertas, y ahora tenía mi respuesta. El halo azul oscuro colgando encima de los ángeles caídos me dijo que Maximiliano había utilizado Devilcraft.

Pero porqué él había permitido que Paula queme las plumas, sólo para liberar a los ángeles caídos…eso no lo sabía.

martes, 7 de octubre de 2014

Ángeles Caídos #4: Cuarentaiuno

Me rendí al sueño. Sueños donde podía alcanzar a Peter. Sosteniéndome a una memoria fantasmal de él era mejor que vivir sin él. Curvada en su cama, rodeada de un olor que sin duda era de él, me sumergí en su memoria que me cazaba.

Nunca debí confiar en que Pepper se encargue de las plumas. Debí saber que él lo arruinaría. No debí subestimar a Maximiliano. Si tan solo hubiese llegado al estudio de Peter diez minutos antes. Si tan solo hubiese detenido a Paula de encender….

—Lali, despierta.

viernes, 3 de octubre de 2014

Ángeles Caídos #4: Cuarenta

Me puse de pie primero. Me fui contra el fuego mientras cenizas caían como si fuera fuegos artificiales. Gateé hacia la torre de plumas, temblando con pánico. Solo quedaban dos de las plumas de Peter de sus días como arcángel. Una la teníamos como seguridad. La otra había sido robada y meticulosamente guardada por los arcángeles cuando habían expulsado a Peter del cielo. Esa pluma estaba en algún lugar en la pila delante de mí.

La pluma de Peter podía estar en cualquier lugar. Tal vez ya estaba quemada. Habían tantas. 

—¡Benja! ¡Ayúdame a encontrar la pluma de Peter!

domingo, 21 de septiembre de 2014

Ángeles Caídos #4: Treintainueve

—Gracias por venir —le dije a Benja cuando nos encontramos.

—Puedo hacer que llegues segura al Parque —empezó, yendo de frente al grano—. Las rejas del parque están cerradas así que iremos por los túneles usando los ascensores de carga. Después de eso, tendremos que usar mi mapa. Nunca he ido a la casa antigua de Peter.

Los túneles se referían a las conexiones bajo tierra, laberintos de pasajes que operaban como calles y barrios debajo del Parque. No tenía idea de que ello existía hasta que conocí a Peter. Servían como residencia primaria para ángeles caídos que vivían en la ciudad, y hasta recientemente, Peter había vivido entre ellos.

sábado, 20 de septiembre de 2014

Nueva Traducción

¡Hola lectores!

Pronto se terminará la saga de Ángeles Caídos; ¡sí que me he demorado en traducirla!
Así que es hora de escoger qué otro libro desean leer. Tengo varios pendientes, pero escogí los tres mejores. Les pido entren a los tres links que se encuentran líneas abajo y lean las sinopsis. Luego, voten por el mejor en la encuesta que encontrarán en la barra derecha. 

La encuesta la cerraré cuando se termine la saga. ¡Disfruten estos últimos capítulos y mil gracias por leer y comentar!

PD: espero traer más mañana.
PD2: no me enojo si se pasean por ese blog :)





jueves, 18 de septiembre de 2014

Ángeles Caídos #4: Treintaiocho

Mi celular empezó a vibrar. Peter inmediatamente detuvo su moto, la colocó a un lado, y respondí la llamada con un rezo en mi corazón.

—Tengo las plu…mas —dijo Pepper, su voz alta y temblorosa.

Exhalé con alivio y le di a Peter un “chócame los cinco”, curvando mis dedos con los de él, entrelazando nuestras manos. Teníamos las plumas. Teníamos la daga. El duelo de mañana por la mañana ya no sería necesario.

sábado, 13 de septiembre de 2014

Ángeles Caídos #4: Treintaisiete

—¿Qué haces aquí? —demandé, cubriendo mi cuerpo con la toalla—. ¿Cómo encontraste este lugar?

Necesitaba un arma, no confiaba en Blakely, no cuando había estado manipulando Devilcraft por meses.

—Necesito tu ayuda —dijo, alzando sus palmas mientras se arrodillaba.

—No te muevas —solté—. De rodillas. Mantén tus manos donde pueda verlas.

—Maxi trató de matarme.

—Eres inmortal, Blakely. También eres compañero de equipo de Maximiliano.

sábado, 6 de septiembre de 2014

Ángeles Caídos #4: Treintaiséis

No llevaba nada más que zapatillas, pantalones cortos y un top cuando me encontré con Peter a la mañana siguiente. Era lunes, el último día para que Pepper culmine su trabajo. También era día de colegio, pero no podía preocuparme por ninguna de esas dos cosas. Primero era el entrenamiento, luego vendría el estrés.

Manteniendo mi promesa, había tomado el antídoto el sábado por la noche, justo después de confesar mi adicción, pero aparentemente la medicina tomaba un tiempo en hacer efecto. Probablemente no ayudaba el hecho que había tomado grandes cantidades de Devilcraft la semana anterior.

Ángeles Caídos #4: Treintaicinco

Sabiendo que Peter estaría ocupado hasta que el último Nephil se fuera de la ex casa de Hank, conduje hasta la casa de Cande. Estaba usando mi chaqueta de jean con el rastreador, y sabía que Peter sería capaz de encontrarme en caso me necesitara. Mientras tanto, había algo que debía de sacar de mi pecho. Había intentado mantener a salvo a Cande, pero necesitaba a mi mejor amiga. Tenía que contarle todo.

Dándome cuenta que la puerta de entrada no era la mejor manera de encontrar a Cande, ya que era la medianoche, hice mi camino cuidadosamente por el jardín, salté la pequeña reja y toqué la ventana de su habitación. Un momento después, apareció Cande detrás de las cortinas y a pesar de la hora, aun no estaba con pijama.

domingo, 31 de agosto de 2014

Ángeles Caídos #4: Treintaicuatro

Las noticias acerca de la reunión que solicité con los Nephils se expandió tal y como imaginamos que sería. Benja estuvo haciendo su trabajo de espía y nos informó que la reunión sería en la ex casa de Hank; no era algo que me gustara del todo. Y tampoco me gustaba el hecho que Peter y Benja habían encontrado la solución para poder estar junto a mí en esa reunión: Peter poseería el cuerpo de Benja (era Cheshvan y podía hacerlo), de esa manera ambos podrían estar conmigo. Fue entonces cuando comprendí lo mucho que significa mi amistad para Benja y lo mucho que también significaba para Peter, él hecho de no dejarme a pesar de lo peligroso que podía ser.

sábado, 30 de agosto de 2014

Ángeles Caídos #4: Treintaitrés

Benja me llamó apenas Peter y yo estuvimos de vuelta en su casa. Ahora era domingo, justo después de las tres de la mañana. Peter cerró la puerta principal detrás nuestro, y yo puse el celular en altavoz.

—Puede que tengamos un problema —dijo Benja—. He recibido varios mensajes de texto de amigos diciendo que Maximiliano hará un anuncio público a los Nephils más tarde, en el Centro de Atracciones, después que cierre. Después de lo que sucedió esta noche, ¿alguno de ustedes lo encuentra raro?

Peter soltó un par de malas palabras.

viernes, 29 de agosto de 2014

Ángeles Caídos #4: Treintaidós

Dos horas después, estacioné la camioneta de Peter en su garaje. Peter estaba desplomado en el asiento del copiloto, con el mismo brillo azul aun radiando en su piel. A ratos colocaba su sonrisa cansada mientras hablaba, pero sabía que le tomaba esfuerzo, que lo hacía para tranquilizarme.

Peter y yo nos quedamos en el cementerio con Benja hasta que recuperó la suficiente fuerza para conducir solo a casa. Y el perro negro, a pesar de todos los intentos por hacerlo escapar, incluido el intento de bajarlo de la camioneta de Peter, él se había quedad con nosotros. Rindiéndonos, lo habíamos dejado que venga con nosotros. Luego lo llevaría a un refugio de animales. Pero por más que quería colapsar en la cama de Peter en el instante en que entré a su casa, aun había mucho trabajo por hacer. Maxi ya nos llevaba ventaja, si descansábamos antes de tomar medidas, podríamos terminar rindiéndonos.

martes, 19 de agosto de 2014

Ángeles Caídos #4: Treintaiuno

En lo bajo de la colina, alcé la mirada, pero no vi a Maxi. El perro negro me siguió, parecía preocupado. Logré sentarme y luego me paré de un salto para correr entre la masa de tumbas hacia el mausoleo. Para mi sorpresa, el perro corrió conmigo.

—¡Benja! —grité, abriendo de un golpe la puerta del mausoleo mientras ingresaba.

No había ventanas, no podía ver. Impacientemente, empecé a pasar mis manos por todos lados, buscando algo para poder encender alguna luz. Finalmente, encontré la linterna que Benja había traído y que obviamente se le había caído al suelo.

lunes, 18 de agosto de 2014

Ángeles Caídos #4: Treinta

Pero no era Benja el que me atacaba.

Mientras tosía y buscaba aire, vi a Maxi moverse para atacar, e inmediatamente me volteé para golpear mi pie contra su estómago. Él cayó hacia atrás, tambaleándose contra el suelo, viéndose sorprendido. Sus ojos se endurecieron. Los míos también. Me fui contra él, contra su pecho y golpeé su cabeza repetidamente contra el suelo. No era suficiente para hacerlo perder la consciencia, quería que estuviera fuera de combate, pero aún capaz de hablar. Tenía muchas preguntas que quería que responda ahora.

Tráeme el cable —le ordené al perro, transmitiendo una figura de éste en su mente así podía entender mi orden.

El perro obedientemente trotó, trayendo el cable en sus dientes, inmune al Devilcraft. ¿Sería posible que este prototipo no le hiciera daño? De todos modos, no podía creerlo, podía hablarle a los animales, al menos a este.

Rodé sobre el estómago de Maxi, y use el cable para amarrar sus muñecas. Quemó mis dedos, pero estaba muy enojada para que me importara. Lo hizo gruñir en protesta.

Poniéndome de pie, pateé sus costillas para que despierte. —Más te vale que las primeras palabras que salgan de tu boca sean para explicarme —dije.

Con una mejilla presionada contra el suelo, sus labios se curvaron en una sonrisa que intimidaba. —No sabía que eras tú —dijo inocentemente, burlándose.

Bajé mi mirada hacia él. —Si no quieres hablarme, te entregaré a Peter. Ambos sabemos que ese camino será bastante no placentero.

—Peter—. Maxi rió. —Llámalo. Adelante. A ver si te contesta.

Miedo helado bailó en mi pecho. —¿Qué quieres decir?

—Desata mis manos y tal vez te lo diré, con detalle, lo que le hice.

Le lancé una cachetada con tanta fuerza que mi propia mano empezó a doler. —¿Dónde está Peter? —pregunté de nuevo, intentando apartar el pánico de mi voz, sabiendo que solo ayudaría a que Maxi gane fuerza.

—¿Quieres saber lo que le hice a Peter…o a Peter y Maxi?

El suelo pareció empezar a inclinarse. Habíamos sido metidos en una trampa. Maxi se había llevado a Maxi y Peter, y luego había venido por mí. ¿Pero por qué?

Armé el rompecabezas por mí sola.

—Estás chantajeando a Pepper Friberg. Eso es lo que estás haciendo aquí, ¿verdad? No te molestes en responder. Es la única explicación que tiene sentido—. Pensé que era Agustina, si lo hubiese visto de otra forma…

Maxi soltó un largo suspiro. —Hablaré contigo después que desates mis manos.

Estaba tan consumida por el enojo, y me sorprendí de encontrar lágrimas quemando en la parte trasera de mis ojos. Confiaba en Maxi. Había dejado que me entrene y me aconseje. Había construido una relación con él, y lo consideraba uno de mis aliados en el mundo Nephil.

—¿Por qué lo hiciste? ¿Por qué chantajeaste a Pepper? ¿Por qué? —le grité, cuando me miró con total silencio.

Ya no podía golpearlo, apenas podía estar de pie. Mi cuerpo se sentía tan caliente, la traición dolía. Me incliné contra la pared de piedra, respirando profundamente para mantener bien mi cabeza. Mis rodillas temblaban. La parte de atrás de mi garganta se sentía apretada.

—Desata mis manos, Lali. No iba a hacerte daño…no realmente. Necesito calmarte, eso es todo. Quería hablarte y explicarte lo que estoy haciendo y por qué.

—¿Peter o Benja están heridos? —pregunté. Peter no podía sentir dolor físico, pero eso no significaba que Maxi no estuviera usando algún tipo de prototipo de Devilcraft para hacerle daño.

—No. Los até de la misma forma que me has atado a mí. Están molestos como jamás los he visto. El Devilcraft no es bueno para ellos, pero pueden aguantar más tiempo sin efectos negativos.

—Entonces voy a darte exactamente tres minutos para que respondas mis preguntas antes que vaya tras ellos. Si no las has respondido de acuerdo a un nivel de satisfacción, voy a llamar a los perros.
Maxi bufó. —¿De qué estás hablando?

—Puedo hablarle a través de la mente a los animales, Maxi. Como lo hizo el perro que te atacó. No puedo matarte, pero eso no significa que no pueda hacerte arrepentir de lo que has hecho. Primera pregunta: ¿Por qué estás chantajeando a Pepper? Los Nephils no juegan con los ángeles caídos.

Maxi empezó a moverse, intentando rodar sobre su espalda. —¿No puedes desatar el cable así podemos tener una charla normal?

—Tiraste la normalidad por la ventana el minuto en que intentaste estrangularme.

—Necesito mucho más de tres minutos para contarte lo que está sucediendo —Maxi respondió, sin sonar nada preocupado por mi amenaza.

Decidí de mostrarle lo serio que iba esto.

Comida —le dije al perro negro, que se había quedado mirando la escena.

Le envié a su mente la imagen de la carne de Maxi. El perro hundió sus dientes en la parte trasera del brazo de Maxi.

El herido empezó a insultar e intentó apartarse. —¡No podía tener a Pepper metido en ms planes! —espetó finalmente—. ¡Quita al perro!

—¿Qué planes?

Maxi sollozó, tratando de librarse del perro. —Pepper fue enviado aquí a la tierra por los arcángeles para realizar una completa investigación sobre mí y Blakely.

—Porque los arcángeles sospechaban que el Devilcraft no había desaparecido con La Mano Negra, y que tú aún la estabas usando, pero ellos quieren confirmarlo antes de actuar. Eso tiene sentido. Sigue hablando.

—Así que necesitaba una forma de distraer a Pepper, ¿de acuerdo? ¡Quita a tu perro!

—Aún no me has dicho por qué lo has estado chantajeando.

Maxi sollozó una vez más y se movió para evitar los colmillos de mi nuevo perro favorito. —Dame un respiro.

—Mientras más rápido hables, más rápido le daré a mi nuevo amigo algo más que pueda comer.

—Los ángeles caídos necesitaban a Pepper para que encante varios objetos, usando los poderes del cielo. Conocían el Devilcraft, y sabían que Blakely y yo podíamos controlarlo, así que querían aprovechar los poderes del cielo, querían asegurarse que los Nephils no tengan oportunidad en ganar la guerra. Ellos son los que están chantajeando a Pepper.

De acuerdo. Esto también podía tener sentido. Solo había una cosa más que no tenía sentido. —¿Cómo es que tú estás envuelto en todo esto?

—Yo estoy trabajando para los ángeles caídos —dijo tan silenciosamente que estaba segura de haber escuchado mal.

Me incliné más cerca. —¿Te importa volverlo a repetir?

—Soy un vendido, ¿de acuerdo? Los Nephils no van a ganar la guerra —agregó a la defensiva—. Los ángeles caídos harán de todo para estar en lo alto. Y no solo porque intentan usar los poderes del cielo, sino que los arcángeles se llevan bien con los ángeles caídos; ellos consideran que nuestra raza es una abominación, nos quieren desaparecer, y si eso significa aliarse temporalmente con ángeles caídos para lograrlo, lo harán. Sólo los de nuestra raza que se alíen con ángeles caídos tendrán una oportunidad de sobrevivir.

Miré fijamente a Maxi, incapaz de digerir sus palabras. Maximiliano Recca, en cama con el enemigo. El mismo Maximiliano que estuvo del lado de La Mano Negra. El mismo Maximiliano que me entrenó con tanto ahínco. No podía comprenderlo. —¿Y qué hay de nuestro ejército Nephil? —dije, mi enojo aumentando.

—Está condenado. Lo sabes. No hay mucho tiempo restante antes que los ángeles caídos hagan su movida y seamos enviados a la guerra. He acordado darles Devilcraft. Tendrán los poderes del cielo y del infierno…y el respaldo de los arcángeles. Todo terminará en menos de un día. Si me ayudas a lograr que Pepper encante los objetos, te ayudaré. Me aseguraré que la mayoría de los ángeles caídos más influyentes sepan que ayudaste y que eres leal a la causa.

Retrocedí un paso, viendo a Maxi a través de nuevos ojos. Ni siquiera sabían quién era. No podía ser más extraño en estos momentos. —No…toda esta revolución…¿todo mentira? —finalmente logré decir.

—Supervivencia —dijo—. Lo hice para salvarme a mí mismo.

—¿Y el resto de la raza Nephil? —escupí.

Su silencio me dijo lo preocupado que estaba sobre ello. Un encogimiento de hombros desinteresado decía más. Maxi estaba en esto por él mismo, fin de la historia.

—Creen en ti —dije—. Cuentan contigo.

—Cuentan contigo.

Salté. El impacto completo de la responsabilidad pesando en mis hombros pareció golpear contra mí. Yo era su líder. Era la cara de esta campaña. Y mi consejero de más confianza estaba del otro lado.

—No puedes hacerme esto —dije, amenazándolo—. Te expondré. Les diré a todos lo que realmente estás haciendo. No conozco todo sobre la ley Nephil, pero estoy bastante segura que tienen un sistema para encargarse de los traidores.

—¿Y quién va a creerte? —dijo Maxi—. Si discuto que tú eres la verdadera traidora, ¿a quién crees que creerán?

Tenía razón. ¿A quién creerían? ¿A la joven, e inexperta impostora colocada en poder por su padre fallecido, o al fuerte, capaz y carismático hombre que tenía tanto la vista como la habilidad para ser un Dios Romano?

—Tengo fotos —dijo Maxi—. De ti con Peter. De ti con Pepper. Incluso algunas en las que te ves amistosa con Agustina. Te ganaré en esto Lali. Eres simpatizante a la causa de los ángeles caídos. Así lo pondré. Te destruirán.

—No puedes hacer esto —dije, con rabia golpeando mi pecho.

—Estás caminando por un camino muerto. Esta es tu última oportunidad de dar la vuelta. Ven conmigo. Eres más fuerte de lo que crees. Podemos ser un equipo invencible. Puedo usarte…

Solté una risa dura. —¡Oh, ya terminé con todo esto, de ti usándome! —Cogí una piedra grande, intentando golpearla contra el cráneo de Maxi, dejarlo inconsciente e ir por la ayuda de Peter para decidir qué hacer con él después, cuando una sonrisa cruel y retorcida en el rostro de Maxi hizo que parezca un demonio más que un Dios Romano.

—Qué desperdicio de talento —murmuró.

Fue ahí cuando me di cuenta. El cable de sus muñecas no estaba causando que su piel queme de la forma en que lo hacía la mía. De hecho, además de tener su rostro contra el suelo, no se veía incómodo. El cable se liberó de las muñecas de Maxi, y en un instante, estuvo de pie.

—¿Realmente crees que le permitiría a Blakely crear un arma que podría ser usada contra mí? —se mofó, su labio superior curvándose.

Ordenando al cable, lo lanzó hacia mí. Quemazón se deslizó por mi cuerpo, haciendo que caiga con fuerza al suelo, sin aire. Mareada por el impacto, retrocedí, intentando enfocar la imagen de Maxi.

—Creo que te gustaría saber que tengo toda la intención de tomar tu posición de comandante del ejército Nephil —se burló—. Tengo el respaldo de toda la raza Nephil. Planeo dirigir a todos los Nephils directo a las manos de los ángeles caídos. No sabrán lo que he hecho hasta que sea demasiado tarde.

—Hiciste un juramento a Hank de que me ayudarían a liderar a su ejército hacia su libertad, eres un idiota arrogante. Si intentas robarte mi título, ambos veremos las consecuencias de haber roto nuestros juramentos. Muerte, Maxi. No exactamente una complicación menor —le recordé cínicamente.

Maxi rió con burla. —Sobre ese juramento. Una completa mentira. Cuando lo dije, pensé que te haría confiar en mí. Aunque no es que lo necesitara. Los prototipos del Devilcraft que te di han estado haciendo un buen trabajo en convencerte de confiar en mí.

No había tiempo para que su engaño se hunda en mí. El cable lanzó fuego a través de mi ropa una segunda vez. Buscando mi propia sobrevivencia, gateé hacia la pared, escuchando al perro ladrar y atacar detrás de mí y ser lanzado al lado opuesto. La colina empinada, manchada de rocío, me envió rodando y patinando hacia las tumbas más abajo. 

Ángeles Caídos #4: Veintinueve

Benja condujo hasta la zona de encuentro y mientras él bajaba del auto para encontrarse con el chantajista, yo llamé a Peter. Después de varias timbradas, tocó el contestador. —Benja ya entró. Estoy dirigiéndome hacia mi lugar. Llámame apenas escuches esto. Necesito saber que estás en tu posición.

Colgué, temblando por el frío horrible que estaba haciendo. Coloqué mis manos debajo de mis brazos para calentarlas. Algo no se sentía bien. No era usual que Peter ignorara una llamada, especialmente una mía, durante un momento urgente. Quería discutir esto con Benja, pero él ya no estaba dentro de mi vista. Si lo iba a buscar ahora, podía arriesgarme a malograr el plan. En lugar de eso, me dirigí hacia el estacionamiento que daba pie a mirar todo el cementerio.

Una vez en mi posición, miré hacia las piedras que sobresalían del jardín, de ese tan oscuro que parecía negro. Ángeles de piedra con alas parecían flotar en el aire justo por encima del suelo. Las nubes oscurecían la luna, y dos de las cinco luces en el estacionamiento estaban apagadas. Debajo, el blanco mausoleo radiaba una iluminación fantasmal.

¡Benja! —grité a través de la mente, colocando toda mi energía mental. Pero no hubo respuesta.

Mantuve mi mirada fija en el mausoleo. Un perro negro de pronto estaba cerca de donde estaba, casando que caiga asustada. Un par de ojos felinos me miraban. El perro caminó cerca de donde estaba, se detuvo para gruñirme y luego desapareció de mi vista. Gracias a dios. Mi visión era mejor que cuando era humana, pero estaba lo suficientemente lejos del mausoleo que no podía ver tantos detalles. Una puerta pareció cerrarse, pero eso tenía sentido. Benja debió haberla cerrado detrás de él.

Sostuve mi aliento, esperando a que Benja salga arrastrando a Agustina, herida. Los minutos pasaron. Cambié de posición, intentado que la sangre fluya por mis piernas. Revisé mi celular. Ninguna llamada perdida. Sólo podía asumir que Peter se estaba rigiendo por el plan y observando la reja de entrada del cementerio.

Un pensamiento horrible me golpeó. ¿Y si Agustina vio el destino de Benja? ¿Si sospechaba que él había llevado respaldo? Mi estómago cayó a mis rodillas. ¿Y si había llamado a Pepper para cambiar el lugar de destino después que Benja y yo dejamos el Bar? De cualquier modo, Pepper hubiese sabido y me hubiese llamado. Habíamos intercambiado número. Estaba ocupada con estos pensamientos, cuando el perro negro regresó, dirigiendo un gruñido amenazador hacia mí.

—¡Vete! —siseé, haciendo un gesto con mi mano.

Esta vez, mostró sus dientes puntiagudos. Estaba por moverme haca una distancia segura cuando…

Un cable caliente cortó mi garganta desde atrás, bloqueando mi aire. Me aferré al cable, sintiéndolo cada vez más fuerte. Caí hacia atrás, mis piernas pateando. Desde mi visión periférica, noté una luz azul emanando del cable. Parecía quemar mi piel como si hubiese sido mezclada con ácido. Mis dedos quemaban donde habían tocado el cable, haciendo que duela al cogerlo.

Mi atacante jaló con más fuerza el cable. Luces explotaron alrededor de mi visión. Una trampa.

El perro negro continuó ladrando y empezó a saltar en círculos, pero la imagen empezó a disolverse rápidamente. Estaba perdiendo la consciencia. Con la poca energía que me quedaba, me enfoque en el perro: —¡Muerde! ¡Muerde a mi atacante!

Estaba muy débil para intentar hacerle un truco mental a mi atacante, y aunque nunca lo había hecho con un animal, sin duda era menos poderoso que un Nephil o un ángel caído.

¡Ataca! —volví a probar.

Para mi sorpresa y desconcierto, el perro corrió hacia adelante y enterró sus colmillos en la pierna de mi atacante. Escuché el hueso romperse y una voz varonil. Cerré mis manos alrededor del cable, ignorando la quemazón, lo suficiente para retirarlo de mi cuello. El cable cayó sobre la pista y lo reconocí al instante.

Era el arma de Benja.