Dos horas después, estacioné la camioneta de
Peter en su garaje. Peter estaba desplomado en el asiento del copiloto, con el
mismo brillo azul aun radiando en su piel. A ratos colocaba su sonrisa cansada
mientras hablaba, pero sabía que le tomaba esfuerzo, que lo hacía para
tranquilizarme.
Peter y yo nos quedamos en el cementerio con
Benja hasta que recuperó la suficiente fuerza para conducir solo a casa. Y el
perro negro, a pesar de todos los intentos por hacerlo escapar, incluido el
intento de bajarlo de la camioneta de Peter, él se había quedad con nosotros.
Rindiéndonos, lo habíamos dejado que venga con nosotros. Luego lo llevaría a un
refugio de animales. Pero por más que quería colapsar en la cama de Peter en el
instante en que entré a su casa, aun había mucho trabajo por hacer. Maxi ya nos
llevaba ventaja, si descansábamos antes de tomar medidas, podríamos terminar
rindiéndonos.
Empecé a caminar en la cocina de Peter,
tratando de pensar cuál sería la siguiente movida de Maxi.
—Empieza desde el inicio —dijo Peter desde
el sofá. Su voz era baja y cansada, pero sus ojos estaban llenos de ira—.
Cuéntame exactamente qué sucedió.
—Cuando Maxi me dijo que estaba trabajando
para los ángeles caídos, lo amenacé con expandirlo por todo el ejército Nephil,
pero él solo rió diciendo que nadie me creería.
—No lo harán —acordó Peter.
Incliné mi cabeza contra la pared,
suspirando con frustración. —Luego me dijo que planea volverse el líder. Los
Nephils lo aman. Desean que él sea su líder. Puedo verlo en sus ojos. No
importa que los advierta, ellos le darán la bienvenida con brazos abiertos. No
veo una solución, nos ha vencido.
Peter no respondió inmediatamente. Cuando lo
hice, su voz era silenciosa. —Si atacas públicamente a Maxi, le darás a los
Nephils una excusa para que se vayan contra ti, eso es verdad. Por lo que esa
no es la jugada que debemos hacer.
—¿Entonces cuál es? —pregunté, volteando
para mirarlo de frente. Sin duda tenía algo en mente pero no podía adivinar qué
era.
—Dejaremos que Pepper se encargue de Maxi
por nosotros.
—¿Y Pepper lo hará porque no puede arriesgar
que Maxi lo exponga ante los arcángeles? ¿Pero entonces, por qué Pepper no ha
hecho que Maximiliano desaparezca de una vez?
—Pepper no va a ensuciar sus manos. No
quiere dejar un rastro para que lo encuentren los arcángeles—. La boca de Peter
se endureció y frunció el ceño. —Estoy empezando a tener una idea de lo que
Pepper quería de mí.
—¿Crees que Pepper esperaba que tú
desaparecieras a Maximiliano por él? ¿Esa era su llamada oferta de trabajo?
Los ojos de Peter se deslizaron entre los
míos. —Solo hay una manera de averiguarlo.
—Tengo el número de Pepper. Acordaré la cita
ahora mismo —dije con disgusto.
—Sabes Ángel, él tiene algo que podría ser
útil para nosotros —agregó Peter, pensativo—. Algo que podemos convencerlo que
robe del cielo, si jugamos bien esto. He intentado evair la guerra, pero tal
vez es hora de pelear. Terminemos esto. Si vences a los ángeles caídos, tu
juramento estará completo. Y seremos libres. Juntos. No más guerras, no más
Cheshvan.
Empecé a preguntarme qué estaba pensando, cuando
la respuesta obvia me golpeó. No podía creer que no lo había pensado antes. Sí,
Pepper tenía acceso a algo que nos daría el poder para chantajear a los ángeles
caídos, y asegurar la fe de los Nephils en mí. Pero nuevamente, ¿era nuestro
derecho el colocar a toda la población de ángeles caídos en riesgo?
—No lo sé, Peter…
Peter se puso de pie y cogió su chaqueta. —Llama
a Pepper. Nos encontraremos con él ahora.
***
El estacionamiento detrás de la estación de
gas estaba vacío. El cielo estaba negro y también las ventanas de la tienda.
Peter estacionó su motocicleta, y ambos nos bajamos. Una forma regordeta salió
de entre las sombras y, después de mirar alrededor, vino hacia nosotros.
Los ojos de Pepper bailaron hacia Peter. —Te ves bastante mal, viejo amigo. Creo que es justo decir que la
vida en la Tierra no ha sido dulce.
Peter lo ignoró. —Sabemos que Maximiliano es
el que te chantajea.
—Sí, sí, Maximiliano. El sucio cerdo. Dime
algo que no sepa.
—Quiero escuchar tu oferta de trabajo.
Pepper junto sus dedos, sus ojos fijándose
en los de Peter. —Sé que tú y tu novia mataron a Hank. Necesito a alguien así.
—Tuvimos ayuda. Los arcángeles —le recordó
Peter.
—Yo soy un arcángel —dijo Pepper—. Quiero
muerto a Maximiliano, y te daré las herramientas para hacerlo.
Peter asintió. —Lo haremos. A un precio
justo.
Pepper parpadeó, sorprendido. Creo que no
esperaba llegar a un acuerdo con tanta facilidad. Aclaró su garganta. —¿Qué
tienes en mente?
Peter me miró y yo incliné mi cabeza.
Momento de jugar nuestra carta.
—Queremos acceso a cada pluma de ángel caído
que está guardada en el cielo —anuncié.
La mueca dejó el rostro de Pepper, y soltó
una risa. —¿Están locos? No puedo darles eso. Tomará todo un comité liberar
esas plumas. ¿Y qué planean hacer? ¿Quemarlas? ¡Enviarán a cada ángel caído en
la Tierra al infierno!
—¿Realmente estarías así de decepcionado? —le
pregunté.
—¿Qué importa lo que pienso? —gruñó—. Hay
reglas. Hay procedimientos. Sólo ángeles caídos que hayan cometido un crimen
serio son enviados al infierno.
—Ya no tienes opciones —dijo Peter,
fríamente—. Ambos sabemos que puedes obtener las plumas. Sabes dónde están
almacenadas, y conoces el procedimiento para liberarlas. Tienes todo lo que
necesitas. Haz un plan y llévalo a cabo. Eso o ve cómo te vas con Maximiliano.
—¡Posiblemente una pluma! ¿Pero, miles? —protestó
Pepper.
Peter dio un paso hacia él, y Pepper se
encogió con miedo, sus brazos volando para cubrir su rostro.
—Mira alrededor —le dijo Peter, con voz
letal—. Este no es un lugar al que quieres llamar hogar. Serás el ángel caído
más nuevo y te harán recordarlo. No aguantarás ni una semana de iniciación.
—¿Iniciación?
La mirada oscura de Peter envió un temblor
por mi espina dorsal.
—¿Qu…é… de…bo hacer? —sollozó Pepper—. No
puedo pasar por ello. No puedo vivir por completo en la Tierra. Necesito poder
regresar al cielo cuando quiera.
—Obtén las plumas.
—Pu..e…do ha…cerlo —tartamudeó Pepper.
—No tienes opción. Vas a obtener esas
plumas, Pepper. Y voy a matar a Maximiliano. ¿Ya has pensado cómo?
Asintió miserablemente. —Te traeré una daga
especial. Matará a Maximiliano. Si los arcángeles vienen tras de ti, e intentas
darle mi nombre, cortarás tu propia lengua con la daga. La he encantado. La
daga no dejará que me traiciones.
—Lo justo.
—Si vamos a hacer esto, no puedes
contactarme. No mientras esté en el cielo. Toda comunicación se apaga hasta que
lo acabe. Si puedo terminarlo. Te haré saber cuando tenga las plumas.
—La necesitamos para mañana —le dije a
Pepper.
—¿Mañana? ¿Se dan cuenta de lo que están
pidiendo?
—El lunes a la medianoche como máximo —dijo
Peter.
Pepper asintió. —Obtendré tantas como pueda.
—Necesitas limpiar el almacén —le dije—. Ese
es el trato.
Pepper tragó. —¿Cada una de ellas?
Así tenía que ser, de ese modo le daríamos a
cada ángel caído una opción: o liberaban a sus vasallos Nephils de su juramento
y harían uno nuevo para establecer la paz, o su nuevo hogar sería en el
infierno. Ya no importaba si Maximiliano me acusaba de traición, si ganaba la
guerra, nada más importaría a los Nephils.
Encontré la mirada de Pepper. —Todas.
***
¡Lamento mucho la demora! Gracias por comentar y leer.
Masss quieroo masss:) cuando vas a subir mas? Bessitos
ResponderEliminar@zairasantos7