viernes, 8 de agosto de 2014

Ángeles Caídos #4: Veinticinco

Estaba sentada en el suelo del baño, mi espalda contra la puerta de la ducha. A pesar que estaba prendido el calentador, me sentía fría. Una botella vacía de Devilcraft yacía a mi lado. Era la última que me quedaba. Apenas recordaba tomarla. Toda una botella vacía, y no me había hecho nada. Ni siquiera podía hacerme inmune al despecho.

Confiaba en Peter. Lo amaba demasiado como para creer que podía hacerme daño de esta manera. Debía haber alguna razón, una explicación.

Un golpe sonó en la puerta.

—¿Tenemos que compartir esto, recuerdas? —dijo Paula.

Me demoré en ponerme de pie. De todas las cosas absurdas por las que me tenía que preocupar, me preguntaba si Agustina besaba mejor. Si Peter deseaba que yo fuera más como ella. Me preguntaba cuándo fue el preciso momento en que regresó a ella. Me preguntaba si él no había cortado conmigo porque sabía lo devastada que estaría.

Abrí la puerta y dejé atrás a Paula. Había caminado cinco pasos por el pasillo cuando sentí sus ojos en mi espalda.

—¿Estás bien? —preguntó.

—No quiero hablar de ello.

—Ey, espera, ¿Lali? ¿Estás llorando?

Pasé mis dedos debajo de mis ojos, sorprendida de encontrar que estaba llorando. Todo el momento se sentía frío y distante. Como si estuviera pasando muy lejos, en un sueño.

Sin voltearme, dije: —Voy a salir. ¿Puedes cubrirme?

Me detuve en mi camino a la casa de Peter. No sabía que le diría cuando lo viera. No quería lanzarme totalmente. No quería reducirme a llorar, tampoco.

Llevé las fotos conmigo, y al final, decidí que con eso bastaría. Se las entregaría y le preguntaría: ¿Por qué?
La decisión se quedó congelada el momento en que vi el auto de Agustina estacionado afuera de su casa. Me detuve a mitad de camino, tragando con fuerza. Un golpe de furia se sentía en mi garganta y salí del auto. Coloqué la llave en la puerta y la abrí, entrando. La única luz venía de una lámpara en una mesa en la sala de estar. Agustina estaba caminando por la ventana del balcón cuando me vio.

—¿Qué haces aquí? —preguntó, sorprendida.

Sacudí mi cabeza con enojo. —No. Esa es mi línea. Esta es la casa de mi enamorado, lo que hace que esa sea exclusivamente mi línea. ¿Dónde está? —demandé, ya caminando por el pasillo que llevaba a la habitación principal.

—No te preocupes. No está aquí.

Caminé por todos lados. Le di una mirada a Agustina que reflejaba incredulidad, disgusto, y amenaza.

—Entonces, ¿Qué Estás Haciendo Aquí? —enuncié. Podía sentir el enojo crecer dentro de mí y no me importó manejarlo.

—Estoy en problemas Lali—. Su labio tembló.

—No pudiste decirlo mejor.

Le lancé el sobre con fotos. Cayó cerca de sus pies.

—¿Qué se siente saber que eres una roba-novios? ¿Eso es lo que te hace sentir bien, Agustina? ¿Llevarte lo que no te pertenece? ¿O es solo el acto de separar parejas lo que disfrutas?

Agustina se arrodilló para recoger el sobre, pero mantuvo mi mirada todo el tiempo. Sus cejas se fruncieron. No podía creer que tenía el atrevimiento de actuar como si no supiera.

—El auto de Peter —rugí—. Tú y él, alguna noche en esta semana, juntos en su auto. ¡Lo besaste!

Rompió el contacto visual justo para ver el sobre.

—No sabes nada.

—Claro que lo sé. No eres tan difícil de descubrir. No tienes sentido de respeto o dignidad. Tomas lo que quieres, te olvidas de todos. Querías a Peter, y parece que lo obtuviste—. Para este entonces se quebró mi voz y mis ojos quemaban. Intenté apartar las lágrimas, pero estaban saliendo muy rápido.

—Estoy en problemas porque cometí un error al hacerle un favor a Peter —dijo Agustina, con voz suave y preocupada—. Peter me dijo que Blakely está desarrollando Devilcraft para Maximiliano, y que el laboratorio necesita ser destruido. Él me dijo que si en cualquier momento obtenía información que lo llevara a Blakely, o al laboratorio, inmediatamente debía contárselo. Hace un par noches atrás, muy tarde, un grupo de Nephils vinieron hacia mí, queriendo que les lea su fortuna. Rápidamente aprendí que eran guardias del ejército de la Mano Negra. Hasta esa noche, había servido como guardia para un poderoso e importante Nephil, Blakely. Esa noche, más temprano, acordaron jugar un juego de póker, aunque los juegos o distracciones estaban prohibidos. Uno de esos hombres dejó su sitio para comprar cartas. Solo jugaron un par de minutos antes de ser descubiertos por su comandante. Inmediatamente fueron despedidos. El líder de estos hombres estaba desesperado por obtener de nuevo su trabajo, por temas de dinero y seguridad. Vino hacia mí, esperando que podía decirle si había oportunidad que pueda obtener de nuevo su trabajo. Le dije primero su destino. Sentí la urgencia de decirle la verdad, que su comandante lo torturaría y debería irse con su familia inmediatamente. Pero también sabía que si le decía eso, perdería toda esperanza de encontrar a Blakely. Así que mentí. Mentí por Peter. Después de todo lo que él ha hecho por mí, dándome una segunda oportunidad cuando nadie más lo haría —sus ojos llorosos me miraban— era lo menos que podía hacer. Lo amo. Siempre lo haré. Fue mi primer amor, y no lo olvidaré. Pero él te ama a ti—. Suspiró. —Tal vez llegará el día en que los dos no estén tan en serio y yo estaré esperando.

—No cuentes con ello —dije—. Sigue hablando. Llega a la parte donde explicas esas fotos.

—El hombre pareció creer mi mentira. Se fue con sus hombres y yo los seguí por una hora. Pensé que estábamos acercándonos a Blakely. Los Nephils voltearon por una calle estrecha y los seguí. Justo entonces, supe que algo andaba mal. Se estacionaron en mitad del camino. Cuatro de los cinco hombres abandonaron el auto. Los sentí a mi lado y detrás de mí, creando una red en la oscuridad para rodearme. No sé cómo se dieron cuenta que los estuve siguiendo. Temiendo que era demasiado tarde, hice la única cosa que podía hacer. Corrí a pie hacia el río. Llamé a Peter, diciéndole todo en un mensaje. Luego caminé hacia la corriente del río, esperando que la turbulencia del agua reduciría su habilidad para escucharme o sentirme. Se acercaron a mí muchas veces. Tuve que dejar el río y correr entre los árboles. No podía decir hacia qué dirección estaba corriendo. Pero incluso si llegaba a la ciudad, sabía que no estaba a salvo. Cuando finalmente Peter me llamó, estaba escondida en un aserradero abandonado. Él vino por mí. Me sacó de ahí. Incluso cuando fallé en encontrar a Blakely—. Se colocó el cabello detrás de sus orejas y sollozó—. Me condujo hacia la ciudad y se aseguró que tenga un lugar seguro en donde quedarme. Antes de salir de su auto, lo besé.

Sus ojos encontraron los míos. No podía decir si brillaron en señal de reto o disculpa.

—Yo lo inicié, y él inmediatamente lo terminó. Sé lo que hace parecer en las fotos, pero fue mi forma de agradecerle. Se terminó antes de que empezara. Él se aseguró de ello.

De pronto Agustina se sacudió, como si hubiese sido jalada por una mano invisible. Sus ojos rodaron hacia atrás, poniéndose blancos por un momento, luego volvieron a la normalidad.

—Si no me crees, pregúntale. Estará aquí en menos de un minuto. 

1 comentario:

  1. Massss quierooo masss porfiii sube mas cap :)
    @zairasantos7 bessitos

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