Estaba sentada en el suelo del baño, mi
espalda contra la puerta de la ducha. A pesar que estaba prendido el
calentador, me sentía fría. Una botella vacía de Devilcraft yacía a mi lado.
Era la última que me quedaba. Apenas recordaba tomarla. Toda una botella vacía,
y no me había hecho nada. Ni siquiera podía hacerme inmune al despecho.
Confiaba en Peter. Lo amaba demasiado como para
creer que podía hacerme daño de esta manera. Debía haber alguna razón, una
explicación.
Un golpe sonó en la puerta.
—¿Tenemos que compartir esto, recuerdas? —dijo
Paula.
Me demoré en ponerme de pie. De todas las
cosas absurdas por las que me tenía que preocupar, me preguntaba si Agustina
besaba mejor. Si Peter deseaba que yo fuera más como ella. Me preguntaba cuándo
fue el preciso momento en que regresó a ella. Me preguntaba si él no había
cortado conmigo porque sabía lo devastada que estaría.
Abrí la puerta y dejé atrás a Paula. Había
caminado cinco pasos por el pasillo cuando sentí sus ojos en mi espalda.
—¿Estás bien? —preguntó.
—No quiero hablar de ello.
—Ey, espera, ¿Lali? ¿Estás llorando?
Pasé mis dedos debajo de mis ojos,
sorprendida de encontrar que estaba llorando. Todo el momento se sentía frío y
distante. Como si estuviera pasando muy lejos, en un sueño.
Sin voltearme, dije: —Voy a
salir. ¿Puedes cubrirme?
Me detuve en mi camino a la casa de Peter.
No sabía que le diría cuando lo viera. No quería lanzarme totalmente. No quería
reducirme a llorar, tampoco.
Llevé las fotos conmigo, y al final, decidí
que con eso bastaría. Se las entregaría y le preguntaría: ¿Por qué?
La decisión se quedó congelada el momento en
que vi el auto de Agustina estacionado afuera de su casa. Me detuve a mitad de
camino, tragando con fuerza. Un golpe de furia se sentía en mi garganta y salí
del auto. Coloqué la llave en la puerta y la abrí, entrando. La única luz venía
de una lámpara en una mesa en la sala de estar. Agustina estaba caminando por
la ventana del balcón cuando me vio.
—¿Qué haces aquí? —preguntó, sorprendida.
Sacudí mi cabeza con enojo. —No. Esa es mi
línea. Esta es la casa de mi enamorado, lo que hace que esa sea exclusivamente
mi línea. ¿Dónde está? —demandé, ya caminando por el pasillo que llevaba a la
habitación principal.
—No te preocupes. No está aquí.
Caminé por todos lados. Le di una mirada a
Agustina que reflejaba incredulidad, disgusto, y amenaza.
—Entonces, ¿Qué Estás Haciendo Aquí? —enuncié.
Podía sentir el enojo crecer dentro de mí y no me importó manejarlo.
—Estoy en problemas Lali—. Su labio tembló.
—No pudiste decirlo mejor.
Le lancé el sobre con fotos. Cayó cerca de
sus pies.
—¿Qué se siente saber que eres una
roba-novios? ¿Eso es lo que te hace sentir bien, Agustina? ¿Llevarte lo que no
te pertenece? ¿O es solo el acto de separar parejas lo que disfrutas?
Agustina se arrodilló para recoger el sobre,
pero mantuvo mi mirada todo el tiempo. Sus cejas se fruncieron. No podía creer
que tenía el atrevimiento de actuar como si no supiera.
—El auto de Peter —rugí—. Tú y él, alguna
noche en esta semana, juntos en su auto. ¡Lo besaste!
Rompió el contacto visual justo para ver el
sobre.
—No sabes nada.
—Claro que lo sé. No eres tan difícil de
descubrir. No tienes sentido de respeto o dignidad. Tomas lo que quieres, te
olvidas de todos. Querías a Peter, y parece que lo obtuviste—. Para este
entonces se quebró mi voz y mis ojos quemaban. Intenté apartar las lágrimas,
pero estaban saliendo muy rápido.
—Estoy en problemas porque cometí un error
al hacerle un favor a Peter —dijo Agustina, con voz suave y preocupada—. Peter
me dijo que Blakely está desarrollando Devilcraft para Maximiliano, y que el
laboratorio necesita ser destruido. Él me dijo que si en cualquier momento
obtenía información que lo llevara a Blakely, o al laboratorio, inmediatamente
debía contárselo. Hace un par noches atrás, muy tarde, un grupo de Nephils
vinieron hacia mí, queriendo que les lea su fortuna. Rápidamente aprendí que
eran guardias del ejército de la Mano Negra. Hasta esa noche, había servido
como guardia para un poderoso e importante Nephil, Blakely. Esa noche, más
temprano, acordaron jugar un juego de póker, aunque los juegos o distracciones
estaban prohibidos. Uno de esos hombres dejó su sitio para comprar cartas. Solo
jugaron un par de minutos antes de ser descubiertos por su comandante.
Inmediatamente fueron despedidos. El líder de estos hombres estaba desesperado
por obtener de nuevo su trabajo, por temas de dinero y seguridad. Vino hacia
mí, esperando que podía decirle si había oportunidad que pueda obtener de nuevo
su trabajo. Le dije primero su destino. Sentí la urgencia de decirle la verdad,
que su comandante lo torturaría y debería irse con su familia inmediatamente.
Pero también sabía que si le decía eso, perdería toda esperanza de encontrar a
Blakely. Así que mentí. Mentí por Peter. Después de todo lo que él ha hecho por
mí, dándome una segunda oportunidad cuando nadie más lo haría —sus ojos llorosos
me miraban— era lo menos que podía hacer. Lo amo. Siempre lo haré. Fue mi
primer amor, y no lo olvidaré. Pero él te ama a ti—. Suspiró. —Tal vez llegará
el día en que los dos no estén tan en serio y yo estaré esperando.
—No cuentes con ello —dije—. Sigue hablando.
Llega a la parte donde explicas esas fotos.
—El hombre pareció creer mi mentira. Se fue con
sus hombres y yo los seguí por una hora. Pensé que estábamos acercándonos a
Blakely. Los Nephils voltearon por una calle estrecha y los seguí. Justo
entonces, supe que algo andaba mal. Se estacionaron en mitad del camino. Cuatro
de los cinco hombres abandonaron el auto. Los sentí a mi lado y detrás de mí,
creando una red en la oscuridad para rodearme. No sé cómo se dieron cuenta que
los estuve siguiendo. Temiendo que era demasiado tarde, hice la única cosa que
podía hacer. Corrí a pie hacia el río. Llamé a Peter, diciéndole todo en un
mensaje. Luego caminé hacia la corriente del río, esperando que la turbulencia del
agua reduciría su habilidad para escucharme o sentirme. Se acercaron a mí
muchas veces. Tuve que dejar el río y correr entre los árboles. No podía decir
hacia qué dirección estaba corriendo. Pero incluso si llegaba a la ciudad,
sabía que no estaba a salvo. Cuando finalmente Peter me llamó, estaba escondida
en un aserradero abandonado. Él vino por mí. Me sacó de ahí. Incluso cuando
fallé en encontrar a Blakely—. Se colocó el cabello detrás de sus orejas y
sollozó—. Me condujo hacia la ciudad y se aseguró que tenga un lugar seguro en
donde quedarme. Antes de salir de su auto, lo besé.
Sus ojos encontraron los míos. No podía
decir si brillaron en señal de reto o disculpa.
—Yo lo inicié, y él inmediatamente lo
terminó. Sé lo que hace parecer en las fotos, pero fue mi forma de agradecerle.
Se terminó antes de que empezara. Él se aseguró de ello.
De pronto Agustina se sacudió, como si
hubiese sido jalada por una mano invisible. Sus ojos rodaron hacia atrás,
poniéndose blancos por un momento, luego volvieron a la normalidad.
—Si no me crees, pregúntale. Estará aquí en
menos de un minuto.
Massss quierooo masss porfiii sube mas cap :)
ResponderEliminar@zairasantos7 bessitos