martes, 19 de agosto de 2014

Ángeles Caídos #4: Treintaiuno

En lo bajo de la colina, alcé la mirada, pero no vi a Maxi. El perro negro me siguió, parecía preocupado. Logré sentarme y luego me paré de un salto para correr entre la masa de tumbas hacia el mausoleo. Para mi sorpresa, el perro corrió conmigo.

—¡Benja! —grité, abriendo de un golpe la puerta del mausoleo mientras ingresaba.

No había ventanas, no podía ver. Impacientemente, empecé a pasar mis manos por todos lados, buscando algo para poder encender alguna luz. Finalmente, encontré la linterna que Benja había traído y que obviamente se le había caído al suelo.

Ahí estaba. En la esquina. Benja estaba contra su espalda, sus ojos abiertos pero perdidos. Me acerqué, y traté de arrancar el cable azul que estaba alrededor de sus muñecas; logré quitárselo. Su piel brillaba. Dio un gruñido de dolor.

—Creo que Maxi se ha ido, pero igual mantente alerta —le dije—. Hay un perro haciendo guardia en la puerta, está de nuestro lado. Quédate aquí hasta que regrese. Debo encontrar a Peter.

Benja gruñó de nuevo, esta vez insultando a Maxi. —No lo vi venir —murmuró.

Eso nos hizo dos.

Salí corriendo hacia afuera, trotando a través el cementerio, que estaba completamente oscuro. Hice mi camino a través de un conjunto de árboles, haciendo mi propio camino hacia el estacionamiento. Salté la reja y corrí directo al camión estacionado.

Vi una luz azul brillando detrás de las ventanas cuando aún estaba a varios pasos de distancia. Abriendo la puerta, saqué a Peter, lo recosté en el pavimento, y empecé el laborioso proceso de desatar el cable, que corría por su pecho, sus brazos y a sus lados, como un corsé. Sus ojos estaban cerrados, su piel emanando un azul que se empezaba a desvanecer. Finalmente, solté el cable y se hizo a un lado, a pesar de mis dedos quemados.

—Peter —dije, sacudiéndolo. Lágrimas saltaron a mis ojos y mi garganta se endureció. —Despierta Peter—. Lo sacudí con más fuerza. —Vas a estar bien. Maxi se ha ido, y he deshecho el cable. Por favor, despierta. Vas a estar bien. Estamos juntos ahora. Necesito que abras tus ojos. Necesito saber que me puedes escuchar.

Su cuerpo se sentía febril, calor emanando de su ropa, y abrí su camisa. Jadeé ante la piel burbujeada, con patrones, ahí donde el cable había estado. Las peores heridas eran como papel corcho, arrugado.

Sabía que no podía sentirlo, pero lo hice. Mi mandíbula se endureció con veneno hacia Maxi incluso mientras las lágrimas caían por mi rostro. Maxi había cometido un error imperdonable. Peter era todo para mí, y si el Devilcraft dejaba alguna consecuencia, haría que Maxi se arrepintiera toda su vida. Mi rabia fue hecha a un lado por la angustia hacia Peter. Pena y culpa y aprensión helada se situó dentro de mí.

—Por favor —susurré, mi voz quebrada—. Por favor Peter, despierta —rogué, besando su boca y deseando que milagrosamente lo despierte.

Sentí los dedos de Peter agarrar los míos un momento antes que su baja voz vibrara débilmente en mi mente. —Ángel.

Ante esa sola palabra, mi corazón saltó con alegría. —¡Aquí estoy! Estoy justo aquí. Te amo, Peter. ¡Te amo tanto! —sollocé.

Golpeé mi boca contra la suya, estaba montaba sobre sus caderas, mis hombros plantados a cada lado de su cabeza, sin querer hacerle más daño, pero incapaz de restringirme el abrazarlo. Luego, de pronto, me abrazó tan fuerte, que colapsé encima de él.

—¡Te haré aún más heridas! —chillé, luchando para soltarme de él—. El Devilcraft…tu piel…

—Tú eres la única cosa que me hace sentir bien, Ángel —murmuró, encontrando mi boca y efectivamente cortando mi protesta.

Sus ojos estaban cerrados, líneas de cansancio y estrés endureciendo sus rasgos, y aun así, la forma en que me besaba derretía cualquier otra palabra. Relajé mi postura, hundiéndome encima de forma larga y delgada. Su mano se movió hacia la parte trasera de mi blusa, sintiéndose caliente y sólida mientras me sostenía cerca.

—Estaba aterrada de lo que te podría haber pasado —solté—.

—Estaba aterrado pensando lo mismo sobre ti.

—El Devilcraft… —empecé.

Peter exhaló debajo de mí y mi cuerpo se hundió con él. Su respiración traía alivio y emoción en estado puro. Sus ojos, despojados de todo menos de sinceridad, encontraron los míos.

—Mi piel puede ser reemplazada. Pero tú no, Ángel. Cuando Maxi se fue, pensé que había terminado. Pensé que te había fallado. Nunca había rezado tanto en mi vida—.

Resistí más lágrimas. —Si te hubiese llevado a ti en lugar de mí… —no terminé.

—Intentó alejarte de mí, y es razón suficiente para marcarlo como hombre muerto. No se va a escapar de esto. Lo he perdonado de varias cosas, intentando ser civil y entender tu rol como líder de su ejército, pero esta noche trajo las viejas reglas. Usó Devilcraft en mí. No le debo ningún gesto de cortesía. La próxima vez que nos veamos, jugaremos bajo mis reglas.

—Está trabajando con ángeles caídos, Peter. Lo tienen en su bolsillo.

Nunca había visto a Peter verse tan sorprendido como en ese momento. Sus ojos negros se dilataron, procesando esta noticia.

—¿Él te dijo eso?

Asentí. —Dijo que no había manera que los Nephils fueran a salir en alto de esta guerra. A pesar de todo lo que él les ha estado diciendo —agregué amargamente.

—¿Nombró a ángeles caídos específicos?

—No. Está en esto para salvar su propio pellejo, Peter. Hay más. La siguiente movida de Maxi es robarme mi título de líder del ejército de La Mano Negra y dirigirlos directo a las manos de los ángeles caídos.

Peter se quedó ahí en silencio, pero vi pensamientos lanzando fuego detrás de sus ojos. Él sabía, así como yo, que si Maxi era exitoso en esto, mi juramento hacia Hank estaría roto. El fracaso significaba una sola cosa: muerte.

—Maxi también es el chantajista de Pepper —dije.

Peter dio un corto asentimiento. —Hice esa suposición cuando me tendió la trampa. ¿Cómo está Benja?

—Está en el mausoleo, con un perro bastante inteligente cuidando de él.

Peter alzó sus cejas. —¿Debo preguntar?

—Creo que el perro está robándote tu trabajo como mi ángel guardián. Asustó a Maxi y es la única razón por la que escapé.

Peter trazó la curva de mi pómulo. —Debo agradecerle por salvar a mi chica.

A pesar de la circunstancia, sonreí. —Vas a amarlo. Los dos comparten el mismo sentido de la moda.

5 comentarios:

  1. que bien q esten jusntos!
    lola

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  2. Massss quierooo mass me encantaaa porfiii sube mass :) bessitos
    @zairasantos7

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  3. Cuando vas a subir mas? Quieroo mass porfii :)bessitos
    @zairasantos7

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    1. Hola! Acabo de regresar de vacaciones, espero subir esta semana. Pero, sin duda, el sabado hay más capi. Lamento la demora.

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