domingo, 10 de agosto de 2014

Ángeles Caídos #4: Veintiséis

Nunca creí que Agustina realmente tenía el regalo de la profecía, no después de que había caído del cielo, pero estaba haciendo un buen trabajo últimamente al convencerme de cambiar de opinión. En menos de un minuto, la puerta del garaje de Peter se abrió, y apareció en lo alto de las escaleras. Se veía bastante cansado, y el ver a Agustina en su sala no mejoró su humor.

—Esto no puede ser bueno —dijo, con ojos oscuros.

—Yo iré primero —empezó Agustina.

—Ni te atrevas —dije. Enfrenté a Peter, cortando a Agustina de la conversación—. ¡Ella te besó! Y, Maxi, quién te ha estado siguiendo, por cierto, lo atrapó en una cámara. Imagina mi sorpresa cuando vi eso más temprano. ¿En algún momento pensaste decírmelo?

—Le dije que te besé y que tú me apartaste —protestó Agustina.

—¿Por qué aún estás aquí? —exploté hacia Agustina—. Esto es entre Peter y yo. ¡Vete ya!

—¿Qué haces aquí? —repitió Peter hacia Agustina, su tono afilándose.

—Logré entrar —dijo—. Estaba tan asustada. No podía dormir. No puedo dejar de pensar en los Nephils.

—Debes estar bromeando —dije. Miré a Peter para corroborar, esperando que no vaya a comprarse lo dicho por ella. Agustina había ido esa noche buscando un consuelo, y yo no lo aprobaba.

—Regresa a la casa segura —le ordenó Peter—. Si te quedas ahí, estarás a salvo. Esta es la última vez que te voy a decir que te mantengas fuera de problemas.

—¿Por cuánto tiempo? —Agustina casi solloza—. Estoy sola ahí. Todos en esa casa son humanos. Me ven y se ríen. Puedo ayudarte. Esta vez no cometeré errores. Si me dejas quedarme aquí…

—Anda —le ordenó Peter, de forma dura—. Ya has hecho suficiente problema. Con Lali, y con los Nephils que seguiste. No podemos estar seguros de las conclusiones a las que hayan llegado, pero hay algo certero. Ellos saben que estás detrás de Blakely. Si son inteligentes, también descubrirán que eso significa que tú sabes por qué Blakely es vital para su operación, y lo que está haciendo en su laboratorio secreto. Y armarán otros planes, y eso nos alejará de encontrar a Blakely.

—Solo estaba tratando de ayudar —susurró Agustina, sus labios temblando.

Con una última mirada a Peter, como un perrito triste, se retiró. De esa forma, quedamos Peter y yo a solas. Atravesó la habitación sin dudar, aunque yo estaba segura que mi expresión estaba lejos de ser calmada. Recostó su frente contra la mía y cerró sus ojos. Exhaló, largo y lento.

—Lo siento —dijo silenciosamente y con remordimiento.

¿Lo siento por el beso o lo siento por haberlo visto? Me pregunté, pero decidí no decirlo en voz alta. Estaba cansada de mis celos y dudas. El remordimiento de Peter era tan fuerte que no podía culparlo. Él sólo estaba salvando a Agustina. Era un buen hombre, y él no se daba crédito por ella. Le estaba dando a Agus una segunda oportunidad, algo que en otro momento no lo hubiese hecho.

—Yo también lo siento —murmuré contra su pecho. Sus fuertes brazos se colocaron a mí alrededor—. Vi las fotos y nunca había estado tan enojada o asustada. La idea de perderte era…inimaginable. Estaba tan enojada con ella. Aún no lo estoy. Te besó cuando no debió hacerlo. Por lo que sé, volverá a intentarlo.

—No lo hará, porque voy a dejarlo bien en claro cómo serán las cosas entre nosotros de ahora en adelante. Cruzó una línea, y le haré pensar dos veces antes de volverlo a hacer.

Peter alzó mi mentón y me besó, dejando que sus labios cuelguen mientras hablaba.

—No esperaba llegar a casa y verte —agregó—, pero ahora que estás aquí, no tengo intención de dejarte ir.

La culpa caliente se sintió dentro de mí. No podía estar cerca de Peter y no sentir mis mentiras colgando entre nosotros. Le había mentido sobre el Devilcraft. Aún estaba mintiendo. ¿Cómo podía haberlo hecho? Me sentía avergonzada. Quería confesarle todo, ¿pero, por dónde empezar? Abrí mi boca para decirle la verdad, cuando unas manos congeladas parecieron deslizarse por mi cuello y apretarlo. No podía hablar. Apenas podía respirar. Mi garganta se llenó de materia, como la primera vez que tomé la bebida azul. Una voz extraña se colocó en mi mente, y razonó conmigo. Si le decía a Peter, él nunca volvería a confiar en mí. Nunca me perdonaría. Sólo le causaría más dolor si le contaba. Sólo debía esperar a que termine Cheshvan, y luego dejar de tomar la bebida. Solo un poco más de tiempo, solo unas cuantas más mentiras.

—¿Noche ocupada? —le pregunté a Peter, para cambiar de tema.

Él suspiró. —Y sin encontrar nada sobre el chantajista de Pepper. Sigo pensando que debe ser alguien al que ya he investigado, pero tal vez me equivoco. Tal vez es otra persona. Alguien fuera de mi radar.

—¿Hay alguna probabilidad de que Pepper esté inventando todo? Tal vez realmente no está siendo chantajeado.

Peter frunció el ceño. —Posiblemente, pero no creo. ¿Por qué elaborar todo eso?

—Porque necesita una excusa para encadenarte al infierno —sugerí silenciosamente—. ¿Y sí los arcángeles lo colocaron en esto? Él dijo que está aquí en la Tierra por una tarea de ellos. No le creí al inicio, pero ¿y si es verdad? ¿Y si los arcángeles le dieron la tarea de encadenarte al infierno? No es un secreto que lo quieran hacer.

—Legalmente, necesitan una razón para enviarme al infierno —dijo Peter, acariciando su mentón, pensando—. A menos que hayan ido más lejos y ya no sigan las reglas de las leyes. Pero no creo que toda la población de arcángeles sea corrupta.

—Tal vez es un grupo secreto de arcángeles… —dije y Peter me miró, pensativo.

 Una pequeña sonrisa apareció en el rostro de Peter. —Creo que es momento de encontrar a Pepper y ver qué podemos descubrir.

Asentí. —Bien. Pero vas a hacerlo desde lejos. No quiero que te acerques a él, no desde que estamos asumiendo que haría lo que sea por encadenarte al infiero.

—¿Qué estás proponiendo Ángel?

—Voy a encontrarme con Pepper. Voy a ir con Benja. Ni siquiera pienses en discutir conmigo —dije, antes que pueda decir algo—. Usaste a Agustina como refuerzo muchas más veces de las que yo sepa. Me juraste que era una movida de táctica y nada más. Bueno, ahora es mi turno. Voy a llevar a Benja, y punto.

La boca de Peter formó una línea y sus ojos se oscurecieron. Peter no gustaba de Benja, pero él sabía que no podía decir nada al respecto y ponerse todo celoso; sería un hipócrita.

—Vas a necesitar un plan —dijo, finalmente—. No voy a alejarte de mi vista.

—Benja es más fuerte de lo que crees —discutí—. No va a dejar que nada me pase. Le dejaré en claro que tú y yo vamos bastante en serio.

—Y yo me aseguraré que él entienda que si pierdes algún mechón de pelo, se las verá conmigo. Si es inteligente, sabrá que es una amenaza que se la tomará de corazón.

Sonreí, con tensión. —Entonces, está todo establecido. Lo que necesitamos ahora es un plan. 

***

Nuevo post

1 comentario: