domingo, 19 de octubre de 2014

Ángeles Caídos #4: Epílogo

Tres años después

Inglaterra

—De acuerdo, tú ganas —dije, sin aliento, levantándome de mi silla y mirando a Cande con admiración mientras ella entraba a la sacristía de la Iglesia. —Sé que te dije que sigas el color blanco tradicional, pero estaba equivocada. Cande, estás hermosa.

Se dio la vuelta, mostrando las botas de combate que no había visto desde la secundaria. —Algo antigua —dijo Cande.

Mordí mi labio. —Creo que voy a llorar.

—Vas a coger mi ramo, ¿verdad? Y me lo devuelves cuando nadie esté mirando así puedo tenerlo profesionalmente seco y enmarcado, y luego puedes burlarte de mí el resto de mi vida por ser tan tonta.

—Soy Nephil. Tendré esas flores en mis manos antes que los cerebritos de tus amigos hayan registrado que tú las has lanzado.

Cande dio un feliz suspiro. —Bebé, estoy tan contenta que hayas venido.

—Hubiese tomado muchísimos kilómetros de distancia para mantenerme alejada de la boda de mi mejor amiga—. Sonreí. —¿En dónde será tu luna de miel?

—Agus no dice nada. Es su gran secreto. Tiene todo planeado. Le dije que solo tengo un requerimiento: un hotel con donuts en el menú del servicio a la habitación. Nos iremos diez días. Luego, cuando regresemos, ambos empezaremos a buscar trabajo.

—¿Alguna vez piensas en mudarte?

—¿A dónde vivíamos? Diablos, no. Inglaterra está perfecto para mí. Estos británicos aman mi acento. La primera vez que Agus me dijo para salir fue solo para escucharme hablar. Por suerte, es una de las mejores cosas que hago. Muchos recuerdos en casa —dijo, y sus ojos dejaron de bromear—. No puedo conducir por la calle sin ver a Benja entre la multitud. ¿Crees que haya una vida después de la muerte? ¿Crees que sea feliz?

Mi garganta se puso áspera y se me hizo difícil hablar. No pasaba un día sin que le agradeciera por salvarme la vida.

—Él debería estar aquí. Desearía que lo esté —dijo Cande, inclinando su cabeza.

—Yo también—. Sacudí sus manos.

—Tu mamá me dijo que Paula murió hace un par de meses atrás.

—Vivió más tiempo de lo que se esperaba. Mi mamá fue a su funeral. Cinco personas en total, incluida su mamá.

Cande se encogió de hombros, sin simpatía. —Karma.

La puerta en forma de arco se abrió y mi mamá metió su cabeza. Había viajado hace una semana atrás para ayudar a la mamá de Cande a planear la boda. Finalmente había aceptado que Peter y yo estaríamos juntos para siempre, ya habíamos hecho nuestra promesa de sangre, y nunca haríamos la enorme boda tradicional como Cande. Esta era su oportunidad de lucirse.

—Séquense esos ojos niñas, ya casi es la hora.

Arreglé un poco el rostro de Cande, junto con pequeños mechones sueltos. Después que terminé, Cande envolvió sus brazos a mí alrededor, meciéndome hacia adelante y hacia atrás. Música clásica sonaba en la capilla. Me moví hacia la parte trasera de la línea de las damas de honor, todas usando vestidos idénticos – amarillos – y acepté mi ramo de flores de lirios blancos del hermano de Cande. Cande tomó su lugar a mi lado y respiró hondo.

—¿Lista? —pregunté.

Me guiñó el ojo. —Y deseosa.

Los invitados estaban a cada lado de las puertas, y ayudaron a abrirlas. Brazo con brazo, Cande y yo caminamos dentro de la capilla.

Después de la boda, tomamos fotos afuera. Una brillante tarde destellaba luz sobre árboles verdes con hermosas ovejas en el fondo. A pesar de todo, Cande brillaba, se veía más serena y radiante como nunca. Agus sostenía su mano, acariciaba su mejilla, susurraba en su oído. Cande nunca me dijo que él era humano, pero yo lo sabía. Desde que Cande no había jurado lealtad, ellos envejecerían, juntos. No sabía exactamente sobre la edad hasta que viviríamos, desde que hasta entonces, no se conocía a ningún Nephil que viviera indefinidamente sin ser forzado a jurar lealtad. De cualquier modo, ella era inmortal. Algún día Agus moriría, sin nunca saber que su esposa no lo seguiría hacia el siguiente mundo. Nunca había conocido a Agus hasta el día de hoy, pero su adoración y amor por Cande era obvia, y realmente, ¿qué más se podía pedir?

La recepción también era en el exterior, bajo una larga y grande carpa blanca. Con el flash de la cámara aún viéndose detrás de mis ojos, hice mi camino hacia la barra y pedí agua. Parejas estaban bailando con la orquesta de fondo, pero yo apenas los notaba. Mi enfoque se concentró solamente en Peter.

Él se había arreglado para la boda, usando un terno negro y su mejor sonrisa. El terno formaba su cuerpo atlético, y la sonrisa colocaba un disparo de adrenalina en mi corazón. Él también me vio, sus ojos calentándose con afecto y deseo. Un destello de anticipación quemó bajo mi piel. Había estado separada de él por casi todo el día, y ahora lo quería. Demasiado.

Peter hizo su camino hacia mí, tomando de una copa de vino. El saco de su terno colgaba sobre su hombro, su cabello curvándose por la humedad. —Hay un hotel justo bajando la pista. Un granero detrás de esos árboles de ahí, si prefieres algo juguetón —dijo, claramente no teniendo dudas sobre mis pensamientos y los suyos.

—¿Acabas de decir juguetón?

Las manos de Peter cayeron sobre mis caderas, acercándome. —Sí. ¿Necesitas una demostración?

Me besó una vez. Luego otra, haciendo de las suyas con su lengua.

—Te amo.

—Palabras que nunca me cansaré de escuchar.

Apartó mechones de cabello de mi rostro. —Nunca me imaginé mi vida tan completa. Nunca pensé que tendría todo lo que quería. Eres todo para mí, Ángel.

Sus palabras llenaron mi corazón. Lo amaba de una forma en que nunca sería capaz de expresar en palabras. Él era parte de mí. Y yo era parte de él. Juntos por el resto de la eternidad. Me incliné y lo besé. —Puede que te haga una oferta. Un hotel pintoresco, ¿dices?

El auto está estacionado al frente, o tengo la moto atrás —dijo Peter en mis pensamientos. —¿Prefieres huida tradicional o escape?

Personalmente, había tenido suficiente tradición por un día.

Escape.

Peter me cogió en sus brazos y yo temblé de emoción mientras me llevaba hacia la parte trasera de la Iglesia. Nos subimos a su moto y condujimos por la pista, volando sobre las colinas verdes, hacia el hotel.

Dentro de nuestra habitación cómoda y privada, me estiré hacia su corbata gris, deshaciendo el nudo. —Te vistes para impresionar —dije.

—No, Ángel—. Se inclinó, sus dientes suavemente rozando mi oído. —Yo me desvisto para impresionar.

***

Y bueno, aquí se termina esta hermosa historia.
Realmente me demoré mucho en traducirla, pero espero que haya valido la pena. Sinceramente, amé el final, y amé toda la historia en sí. ¡Espero a ustedes también les haya gustado!

Pronto colgaré el enlace para descargar esta adaptación y también la traducción original en español (bueno, realizada por foro). También pronto volveré con la siguiente traducción, que según las votaciones es "El Mar de Tranquilidad"

Gracias por la paciencia, los comentarios, y sus visitas.
¡Nos vemos!

3 comentarios:

  1. me encantoooooooooooooo esta traduccionnnnnnnn ya espero la proximaaaaaa

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  2. ya quiero que empeses a subir la otra nove siempre te leo gracias por subir historias tan bonitas

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