viernes, 3 de octubre de 2014

Ángeles Caídos #4: Cuarenta

Me puse de pie primero. Me fui contra el fuego mientras cenizas caían como si fuera fuegos artificiales. Gateé hacia la torre de plumas, temblando con pánico. Solo quedaban dos de las plumas de Peter de sus días como arcángel. Una la teníamos como seguridad. La otra había sido robada y meticulosamente guardada por los arcángeles cuando habían expulsado a Peter del cielo. Esa pluma estaba en algún lugar en la pila delante de mí.

La pluma de Peter podía estar en cualquier lugar. Tal vez ya estaba quemada. Habían tantas. 

—¡Benja! ¡Ayúdame a encontrar la pluma de Peter!

Piensa. Tenía que pensar. La pluma de Peter. La había visto antes. —¡Es negra, toda negra! —balbuceé—. ¡Empieza a buscar…yo iré a buscar sábanas para suavizar el fuego!

Corrí hacia el estudio de Peter, el humo se formaba a través de mis ojos. De pronto, me detuve, detectando otro cuerpo en el túnel, justo adelante. Parpadeé contra el humo que se insertaba en mis ojos. 

—Es muy tarde —dijo Paula. Su rostro estaba hinchado por el llanto, y la punta de su nariz estaba roja. —No puedes apagar el fuego.

—¿Qué has hecho? —le grité.

—Soy la herencia correcta de mi padre. Yo debería estar liderando a los Nephils.

—¿Herencia correcta? ¿Te estás escuchando? ¿Quieres este trabajo? ¡Yo no…tu padre me obligó a tomarlo!

Su labio tembló. —Él me amaba más. Él me hubiese escogido a mí. Tú me robaste esto.

Dije: —No quieres este trabajo, Paula. ¿Quién puso estas ideas en tu cabeza?

Lágrimas corrieron por sus mejillas, y su respiración se volvió entrecortada. —Fue la idea de mi mamá que me mude contigo…ella y sus amigos Nephils querían que mantenga un ojo en ti. Acordé hacerlo porque pensé que tú sabías algo sobre la muerte de mi padre que no me estabas diciendo. Si me acercaba a ti, pensé que tal vez…. —Por primera vez, noté la daga en sus manos. Brillaba con un lustroso blanco, como si los rayos más puros del sol estuvieran atrapados debajo de la superficie. Sólo podía ser la daga encantada de Pepper. 

—Paula… —Intenté acercarme.

—¡No me toques! —gritó—. Maxi me dijo que tú mataste a mi padre. ¿Cómo pudiste hacerlo? ¡Cómo! ¡Estaba segura que fue Peter, pero todo este tiempo fuiste tú!

A pesar del calor, un escalofrío recorrió mi espina dorsal.

—Yo…puedo explicarlo.

Pero no creía que podía. La expresión salvaje de Paula que me decía que ella estaba traumada. Dudaba que estuviera interesada en conocer que su padre había forzado mi mano cuando había atentado a enviar a Peter al infierno.

—Dame la daga.

—¡Aléjate de mí! Maxi y yo le contaremos a todos. ¿Qué te harán los Nephils una vez que sepan que tú asesinaste a la Mano Negra? Maxi tenía razón, tú me quitaste el título. Se supone que debía de ser mío. Y ahora he hecho lo que tú no pudiste hacer, liberé a los Nephils. Cuando se apague el fuego, cada ángel caído en la Tierra estará encadenado al Infierno.

—Maximiliano está trabajando para los ángeles caídos —dije, con frustración en mi voz.

—No —dijo Paula—. Tú lo estás.

Movió la daga hacia mí y yo salté hacia atrás, tropezando. El humo se presionó contra mí, obstaculizando mi visión.

—¿Maximiliano sabe que quemaste las plumas? —le grité a Paula, pero ella no respondió. Se había ido.

Sin perder más tiempo, corrí hacia Benja, tenía que ayudarlo a encontrar la pluma de Peter. Tosí e hice mi camino hacia la entrada.

—Todas se están volviendo negras por las cenizas —dijo Benja—. Todas se ven iguales. Tenemos que salir de aquí. Si nos quedamos, nos quemaremos.

—Primero encontremos la pluma de Peter. ¡Si no lo hacemos, él será enviado al Infierno!

Rebusqué entre las miles de plumas, rezando por saber cuál sería la suya. Rezando que no haya sido quemada todavía. No podía pensar en lo peor. Ignorando el humo que irritaba mis ojos y pulmones, rebusqué con más urgencia. No podía perder a Peter. No perdería a Peter. No así. No bajo mi mirada.

Mis ojos se mojaron, lágrimas corriendo por mi rostro. No podía ver bien. El aire estaba muy caliente como para respirar. La piel en mi rostro parecía derretirse. 

—No voy a dejar que te quemes —dijo Benja, viniendo entre el humo. Se puso de rodillas y me arrastró con él. Intenté apartarme de él. Pero el fuego se sentía en mis orejas, y mi concentración estaba vacilando por falta de oxígeno. Mis brazos se sentía pesados. Mi visión se estaba oscureciendo. Pero me rehusaba a desmayarme, tenía que encontrar la pluma de Peter.

—Peter —murmuré, justo mientras una brasa aterrizó en la manga de mi blusa, empezando el fuego. Antes que pueda alzar mi mano para apagarla, la llama se lanzó hasta mi codo. El calor quemaba mi piel, tan brillante y agonizante que grité. Fue entonces cuando vi que mis vaqueros también estaban brillando.

Benja me gritaba órdenes. Algo sobre dejar el lugar. Quería cerrar la puerta para que el fuego se quede dentro.

No podía dejarlo. Tenía que salvar la pluma de Peter.

Perdí mi sentido de dirección, caminando ciegamente hacia adelante. Llamas brillantes eclipsaban mi visión.

La voz de Benja, urgente, se disolvió en nada.

Incluso antes de abrir mis ojos, sabía que estaba en un auto en movimiento. Recosté mi cabeza en la ventana. Había dos manos no familiares en mi regazo, y me sorprendí cuando se movieron ante mi orden. Las volteé lentamente en el aire, mirando el papel negro extraño en mis manos.

Carne quemada.

Una mano apretó mi brazo con consuelo.

—Está bien —dijo Benja desde el asiento del conductor—. Se sanará.

Sacudí mi cabeza, no por eso estaba triste. —Tenemos que volver. Regresa. Tenemos que salvar a Peter.

Benja no dijo nada, solo me miró de reojo, con inseguridad.

No.

Era una mentira. Un miedo profundo e inimaginable me tragó. Mi garganta se sentía dura y caliente. Era mentira.

—Sé que te preocupabas por él —dijo Benja, silenciosamente.

¡Lo amaba! ¡Siempre lo amaré! ¡Le prometí que siempre estaríamos juntos! Grité dentro de mi cabeza, porque las palabras pesaban mucho como para soltarlas. Arañaban como uñas dentro de mi garganta.

Volteé mi atención fuera de la ventana. Miré hacia la noche, ante los árboles, campos y rejas. Las palabras en mi garganta estaban atrapadas en un grito. 

Una pila de metal retorcido bloqueaba el camino.

Benja redujo la velocidad. No esperé a que el auto se detuviera; salí disparada, corriendo. Era la moto de Peter. Golpeada y destrozada. La miré, parpadeando una y otra vez, intentando ver algo diferente. 

Coloqué mis palmas en mis ojos, esperando para que se aclare la horrible figura. Busqué en el camino, pensando que él debió salir disparado. En el impacto, su cuerpo debió haber sido lanzado hacia la distancia. Corrí más allá, y más allá, buscándolo, entre las sombras de los árboles. Lo llamé. Caminé por la ruta, mis manos temblando mientras las corría por mi cabello.

No escuché a Benja venir tras de mí. Apenas sentí sus brazos alrededor de mis hombros. La pena y la angustia me llenaba, tan real y aterradora. Me llenó de tanto frío que dolía mientras respiraba.

—Lo siento —dijo, con voz ronca.

—No me digas que se ha ido —solté—. Estrelló su moto y siguió caminando. Él dijo que nos encontraríamos después. No romperá su promesa —dije las palabras porque tenía que escucharlas.

—Estás temblando. Déjame llevarte a mi casa, a tu casa, su casa…dónde quieras.

—No —rugí—. Vamos a volver. Él estará ahí. Ya verás—. Me solté de su agarre, pero me sentí inestable. Mis piernas estaban débiles.

Mis pies me llevaron de nuevo hacia su moto.

—¡Peter! —chillé, cayendo de rodillas.

Estiré mi cuerpo sobre su moto, con sollozos extraños y poderosos saliendo de mi pecho. Me estaba deslizando hacia la mentira. ¿Y si estaba muerto? 

Peter.

Pensé en su nombre, esperando, esperando. Sollocé su nombre, escuchándome a mí misma hacer sonidos incontrolables de angustia y desesperación.

Lágrimas corrían por mi rostro. La esperanza se empezó a ir. Sentí que mi alma se destrozaba, con piezas irreparables mías volando y separándose.

La poca luz que quedaba dentro de mí se apagó.

***

¡Al fin nuevo capítulo!
Disculpen la demora, mi laptop se ha malogrado, no quiere prender :( He tomado prestada la PC de mi papá para poder traerles capi. Espero poder subir pronto y que mi laptop se arregle.

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