sábado, 1 de noviembre de 2014

El Mar de Tranquilidad: Capítulo 02

Thiago

Lunes, 7:02 am. Hoy será un día inútil, junto con los 179 días escolares que están por venir. Voy a llegar tarde, apenas tengo tiempo. Me dirijo a la zona de lavandería y saco algunas ropas de la secadora, aunque aún no estén listas (ayer me olvidé de encenderla); pero no tengo tiempo para esperar a que termine. No me queda más que colocarme un par de vaqueros húmedos mientras camino y trato de no tropezar.

Agarro una taza de café y trato de llenarla sin derramar todo; en el proceso, me quemo. Lo pongo en la mesa de la cocina, junto a una caja de zapatos llena de frascos con medicamentos, justo a tiempo para ver a mi abuelo saliendo de su habitación. Camina muy lento, con su cabello desordenado, pero yo sé que no debo ofrecer ayudarlo. Lo odia.

—El café está sobre la mesa —digo, agarrando mis llaves y dirigiéndome hacia la puerta—. Distribuí tus pastillas. Barto está llegando en una hora. ¿Estás seguro que estarás bien hasta entonces?

—No soy un inválido, Thiago —prácticamente me gruñe. Intento no sonreír.

Estoy en mi auto y en la carretera en segundos, pero no estoy segura que sea suficiente. No vivo lejos de la escuela, pero es un lío entrar al estacionamiento el primer día. Los profesores sin duda no entenderán esa parte, y querrán castigarme; pero, nadie me pondrá detención, así llegue tarde. Hay una línea larga de autos esperando, pero al menos se está moviendo. Solo he dormido cuatro horas y he tomado una taza de café. Desearía tener tiempo para serviré otra.

Cuando finalmente llego al campus, Simón está afuera con sus usuales seguidores, llenándolos de sus historias típicas del verano. Sé que todas son puras mentiras porque yo pasé con él todo el verano, y sé que no ha hecho nada de lo que dice. Más allá del hecho que se pasó desapareciéndose con cualquier chica, él siempre estuvo en mi sillón. Él asiente hacia mi dirección mientras yo paso, y le devuelvo el gesto. Hablaré con él más tarde. Él sabe que no me acercaré cuando está rodeado de su gente. Nadie más me reconoce y paso a través del resto de la multitud, hacia el patio central, justo mientras suena la primera campana.

Mis primeras tres clases son casi lo mismo. Todo lo que hago es escuchar las reglas, coger el sílabo e intentar mantenerme despierto. Mi abuelo se despertó cinco veces anoche, lo que significa que yo también me desperté cinco veces. Realmente necesito dormir más.

10:45 am. Primer almuerzo. Almorzar tan temprano realmente apesta. Hago mi camino hacia el patio y me coloco en la banca más lejana del centro, la misma en la que me siento desde hace dos años atrás. Nadie me molesta porque es más fácil pretender que no existo. Prefiero pasar media hora barriendo aserrín que sentarme aquí, pero aún no hay nada que barrer. Al menos es lo suficientemente temprano como para que las bancas no quemen por el sol.

Ahora solo debo esperar treinta minutos, lo que probablemente sea el tiempo más largo de mi día.

Mar

Sobrevivir. Eso es lo que estoy haciendo ahora, y no ha sido tan horrible como esperaba. Obtengo varias miradas de reojo, probablemente por la forma en que estoy vestida, pero más allá de eso, realmente nadie me habla. Excepto por Simón, el muñeco Ken. Nos cruzamos en la mañana. Él habló, yo caminé. Él se rindió. He llegado al almuerzo y este es un reto.

Nadie ha tenido mucha oportunidad de socializar aún, así que he sido capaz de pasar desapercibida, pero el almuerzo sin duda, es una dimensión del infierno.

Evadir suena como la mejor opción al principio, pero tengo que enfrentar las miradas y los comentarios en un punto. Personalmente, prefiero clavarme un cactus en mi trasero, pero aparentemente esa opción no está en la mesa, así que mejor será que lo supere. Encuentro un baño vacío y reviso mi cabello y arreglo mi pintalabios. Intento revisar mi ropa y asegurarme que no haya nada que no esté fuera de lugar, y que no estoy mostrando más de lo que planeé originalmente.

Llevo los mismos tacos altos que el viernes, pero esta vez, tengo un top negro y casi una falda no existente que hace que mi trasero no se vea tan plano. Dejo suelto mi cabello así puede estar por debajo de mis hombros y cubre la cicatriz en mi frente. Mis ojos están con rímel, con delineador negro. Me veo como una puta y probablemente solo sea atractiva para las criaturas humanas más básicas. Simón. Sonrío para mí misma mientras lo recuerdo mirándome de arriba hacia abajo en el pasillo esta mañana. Barbie estaría enojada.

No me visto de esta manera porque me gusta mucho o porque quiero que la gente me mire. Pero de todas maneras la gente me mirará por las razones equivocadas, y si van a mirarme por esas razones, entonces al menos debería establecer esas opciones. Además, un poco de no bienvenida es un pequeño precio por pagar por espantar a todos. No creo que haya alguna chica en la escuela que quiera hablarme, y ningún chico que esté interesado. ¿Y qué? Si voy a obtener atención no deseada, mejor que sea por mi trasero que por mi psicosis y mi mano destrozada.

Cielo no había llegado a casa para cuando salí para la escuela esta mañana; mejor, porque si no me hubiese dado un discurso. No la hubiese culpado. Creo que mi primer profesor quiso castigarme por violación de vestimenta, pero cuando vio mi nombre en la lista, me dijo que me siente y no me miró por el resto de la clase.

Hace tres años, mi madre hubiese llorado por el tipo de crianza, o posiblemente me hubiese encerrado en mi habitación, si me veía viniendo así a la escuela. Hoy, se vería decepcionada pero me preguntaría si me hacía feliz y yo diría que sí y mentiría, así podríamos pretender que no era un problema. Mamá está empezando a creer que puedo ser una causa perdida y eso es algo bueno. Porque lo soy, y dejé su casa así ella podía aceptarlo. Era una causa perdida hace mucho tiempo atrás. Ese pensamiento me pone triste por mi madre, porque ella no pidió esto. Ella pensó que había obtenido su milagro, y yo era la única que sabía que no lo había obtenido, por mucho que le quería regalar eso.

Y eso me trae de regreso al patio, donde sigo esperando. Planeé llegar aquí lo suficientemente temprano para poder sobrevivir antes que el almuerzo se llene de gente, pero mi profesor de historia me empezó a hablar, y esos tres minutos hicieron la diferente entre un patio vacío y uno lleno de estudiantes a los que estoy viendo ahora. Estoy enfocada, mirando el suelo del patio, y preguntándome acerca de mi inteligencia sobre usar estos tacos. Estoy rezando de caminar bien y no caerme, cuando escucho una voz que me llama.
Me volteo por instinto, pero sé inmediatamente que está mal hacerlo.

Sentado en una banca, a un par de pasos, está el dueño de esa voz y me está mirando directamente. Está recostado hacia atrás casualmente, con sus piernas expandidas. Me sonríe, y no puedo negar que él sabe que es guapo. Estoy enojada por mirar. Ahora, cuando volteo y lo ignoro para enfrentarme a la guerra, estoy segura que sus ojos estarán fijos en mi espalda.  Y cuando digo mi espalda, quiero decir mi trasero. Vuelvo a contemplar el suelo del patio, hasta que lo escucho agregar:

—Si estás buscando algún lugar para sentarte, mi regazo está libre.

Y ahí está. No es inteligente u original, pero sus amigos se ríen de todos modos. Me aparto de él y empiezo a caminar, manteniendo mis ojos al frente como si tuviera algún propósito. No ha pasado ni la mitad del día y aún tengo cuatro de las siete clases de mi horario. Por suerte, mis profesores no son tan horribles. Mi profesora de inglés al menos me mira como diciendo que a mí no me va a tratar diferente. Me gusta.

Vuelvo a entrar hacia la multitud, intentando no llorar y apartar las conversaciones y voces que se llenan en mi cabeza. Hay pequeños grupos alrededor en las bancas. Algunos están sentados en el suelo, conversando, otros en las esquinas de las mesas. No hay muchos sitios donde sentarse, apenas hay sitios con sombra, y hace un calor peor que el infierno. En mi antigua escuela, nunca tuve que pasar por esto, me pasaba cada periodo de almuerzo practicando en la sala de música y ahí era el único lugar donde quería estar.

Por ahora, ya casi llego. Hasta ahora, solo he visto un par de rostro que reconozco: un chico que estaba en mi clase de historia, sentando por sí solo leyendo un libro y un par de chicas de matemática, que están riéndose con Barbie enojada. Puedo obtener varias miradas hacia mí, pero más allá del imbécil que me dijo que me sentara en su regazo, nadie más me ha hablado. Hay dos bancas más que debo pasar para llegar a mi objetivo, pero hay una a la izquierda que llama mi atención. Está vacía, salvo por un chico, sentando al medio. Puede no parecer raro desde que todas las bancas en este lugar están llenas. Pero aun así, él está solo en esa banca. Cuando lo miro más de cerca, no hay nadie siquiera alrededor de él.

La curiosidad me llama y momentáneamente me olvido de mi propósito. No puedo evitar mirar al chico. Sus codos están recostados en sus rodillas, encima de sus vaqueros desteñidos. No puedo ver bien su rostro. Su cabello marrón claro cuelga sobre su frente, y sus ojos miran sus manos. No está comiendo; no está leyendo; no está mirando a nadie. Hasta que me mira a mí. Mierda.

Me volteó inmediatamente, pero ya es muy tarde. No es como si lo hubiese mirado de casualidad, me quedé buen tiempo observándolo, en medio del patio. Me arriesgo y camino rápidamente hacia mi propósito, tratando de no atraer atención. Llego hacia las puertas que me sacarán de aquí pero maldita sea, no abren. Vuelvo a probar pero no abre. Diablos. Están cerradas. Es mediodía. ¿Por qué le echarían seguro a las puertas?

—Está cerrado —una voz por debajo de mí habla.

Miro hacia abajo. No había notado al chico con su block, sentando en el suelo, justo al lado de las puertas. Desde donde está sentado, está bloqueado por una gran caja, invisible del patio central. Chico inteligente. Su ropa es un desastre y su cabello parece no haber sido peinado por una semana. Está sentado hombro con hombro con una chica de cabello rubio, usando unos lentes de sol en la sombra y sosteniendo una cámara. Alza la mirada hacia mí antes de regresar su atención a su cámara.

—No quieren que nadie se meta a fumar en los baños durante la hora de almuerzo —me dice el chico.

Oh. Intento buscar alguna otra alternativa de escape cuando noto que él me sigue mirando. Es bueno saber que no estoy cerca porque sé que podría ver debajo de mi casi inexistente falda. Al menos estoy usando una linda ropa interior; es lo único en mí que no es negro. Miro al block que sostiene en su mano. Su brazo está por encima del mismo así que no puedo ver lo que está dibujando. Me pregunto si será algo bueno. Yo no puedo dibujar nada. Asiento mi cabeza como agradecimiento y volteo para mirar si tengo a dónde más ir. Antes que pueda irme, dos chicas abren las puertas, casi haciendo que me caiga cuando me golpean apenas.

Ni siquiera me notan ahí, lo que está bien porque soy capaz de escaparme entre las puertas. Camino en el edificio vacío y recuerdo cómo respirar.

***


¡Finalmente conseguí el libro en inglés J! Así que a partir de ahora, será una adaptación-traducción, solo los tres primeros párrafos son adaptados del libro traducido por Bookzinga. Espero les haya gustado.

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