domingo, 9 de noviembre de 2014

El Mar de Tranquilidad: Capítulo 04

Mar

Vivo en un mundo sin magia o milagros. Un lugar dónde no hay clarividentes o cambiaformas, o ángeles o chicos súper humanos para salvarte. Un lugar donde la gente muere y la música se desintegra y las cosas apestan. Estoy tan presionada contra la tierra por el peso de la realidad, que algunos días me pregunto cómo aún soy capaz de levantar mis pies para caminar.

El viernes por la mañana, la primera cosa que hago es recoger mi horario arreglado. Así que ahora he dejado oficialmente el curso de Introducción a la Música, lo que significa que tengo que pasar ese periodo sacando fotocopias. A este punto, he mejorado con los zapatos, aunque aún duelen un poco. Mantengo la ropa negra así como el delineador, los labios rojos y las uñas negras. Los tacos altos siguen ahí, gritando que soy un espectáculo horrible de puta. Me he estado escondiendo en los pasillos y los baños durante el almuerzo toda la semana. El chico del cuaderno de dibujos que me encontré el otro día (llamado Rama), fue lo suficientemente bueno para darme una lista corta de los mejores lugares para esconderse. Dame un par de días más y probablemente sea capaz de dibujar un mapa con los mejores lugares para desaparecer. Luego puedo vendérselo a más perdedores como yo.

El día de hoy estoy considerando hacia dónde ir, ya que aparentemente todos se sitúan en los mismos lugares todos los días a la hora de almuerzo, cuando paso al chico que vi el otro día. Me pregunto cómo hace para mantener un escudo de seguridad a su alrededor. Tal vz pueda encontrar su secreto, porque me encantaría saberlo.

A veces pienso que él es invisible y yo soy la única que lo ve, pero supongo que ese no es el caso porque si lo fuera, estoy segura que alguien ya se hubiese sentado en esa banca. Tal vez él es un fantasma y nadie se acerca a esa banca porque él la ha maldecido.

Siempre se sienta en la misma posición y se queda sin movimiento. Desde que me atrapó mirándolo el día lunes, he intentado no mirarlo más de un par de segundos cada día. Él no ha vuelto a alzar la mirada hacia mí. Aún siento que él me está observando, pero tal vez es solo que quiero que él lo haga. Sacudo ese pensamiento rápidamente. Lo último que necesito es la atención de alguien.

Aun así, él es increíblemente guapo.

Lindos brazos. No esos enormes de gimnasio, pero sí de aquellos un poco trabajados. Lo vi el primer día en mi clase de taller, pero solo por un segundo, y luego él se fue y nunca regresó. Ahora, el único momento donde lo veo, es a la hora de almuerzo.

Aún sigo caminando por ahí cada día. Fui el primer día con un objetivo. El segundo día pasé por ahí para ver si él aún estaba ahí y a solas. El tercer y cuarto día, fui para ver si el alzaría la mirada hacia mí de nuevo. Lo hizo. Hoy, solo quiero mirar. Así que eso es lo que estoy haciendo cuando el taco de mi zapato termina atracado en un hueco en el suelo. Hermoso.

Por suerte, como estaba caminando patéticamente lento para lograr verlo por más tiempo, no termino boca arriba en el suelo. Pero, sin tanta suerte, ahora estoy atracada entre su banca y la princesa Barbie y sus amigas. Intento sacarlo a la fuerza pero no cede, así que me queda arrodillarme e intentar sacarlo con mis manos, lo que sería arriesgar mi equilibro; pero, arrodillarme con este vestido no es una opción. Así que intento nuevamente y lo logro. Miro a la izquierda y veo que el chico estatua aún no se ha movido. Es un pequeño milagro, pero ahora agradezco que sea así. Muy mal que no haya pasado desapercibida, porque lo próximo que escucho es…

—Creo que esos zapatos están hechos para pararse en las esquinas de las calles —dice la Barbie, seguida de risitas de sus amigas.

—Sí, ¿tú papá sabe que saliste del Infierno vestida así?

Los insultos son bien tontos, al menos podrían lanzar cosas más entretenidas si me van a hacer voltear. Miro a mi derecha para ver a Barbie rodeada de chicas que me están mirando, riéndose. Mentalmente pienso en mis opciones: a. Les lanzo un zapato; b. les insulto; c. las ignoro y me voy; d. sonrío con mi sonrisa más demoniaca. Escojo d, la única real opción disponible. Las miro por unos cuantos segundos más, debatiendo cómo debo mostrarles mi sonrisa, cuando soy interrumpida por una voz detrás de mí.

—Suficiente, Melody.

La boca de Melody, que estaba abierta, se cierra tan rápido que creo que ha rechinado los dientes. Me volteo, aunque más o menos sé que la única persona que pensaría que sería un héroe sea el que ha hablado.

No es que la situación lo merecía. Apenas fue un ataque. Fue más como un insulto tonto en versión karate. Un acto hecho por principiantes. Sé que estas chicas hubiesen seguido con su juego, y si fuese esa clase de chica que se ve afectada por ellas, hubiesen herido mis sentimientos, pero no me importa y mis sentimientos han sido heridos por mucho tiempo.

A este punto, ya estoy completamente volteada y mis ojos no son los únicos puestos en el chico de la burbuja. De hecho, hay unos cuantos pares de ojos viéndolo ahora, esperando ver si algo más sale de su boca. Los ojos del chico están sobre Melody, dándole una mirada que dice no juegues conmigo. Su mirada se mueve hacia mí por un segundo antes de volver a mirar sus manos como si nada hubiese sucedido. Quiero moverme ahora pero parece que no encontrara mis pies. Me alejo del chico y veo a Melody mirándome ahora. La mirada en su rostro no muestra celos, sino más bien dice: ¿qué diablos pasó aquí? La mía dice lo mismo, pero por razones diferentes.

Ella se ve sorprendida de que él haya hablado. Realmente no conozco muy bien a este chico para saber si su intervención ha sido el hecho más sorprendente de toda esta situación. Si me preguntas, la parte extraña de todo esto es cómo todos reaccionaron. Todos se callaron. No le cuestionaron nada, no se rieron o preguntaron por qué, no lo ignoraron y continuaron con el ridículo, y tampoco se burlaron más de mí. Solo se detuvieron. Él dijo suficiente y eso fue todo. Porque yo lo digo, fin de la historia. No me hagan decirlo dos veces. En los pocos segundos que he estado aquí de pie, todos han regresado a hacer lo que estaban haciendo y tal vez es solo mi imaginación, pero el volumen de las voces parece haber bajado un poco, como si nadie quisiera ser escuchado discutiendo sobre lo que acaba de suceder.

¿Qué diablos acaba de pasar?

Lo pensaré en unos cuantos minutos, o después de la escuela, o tal vez nunca, pero ahora mismo solo quiero salir del medio de este patio. Logro salir de ahí y por suerte alguien ha dejado un libro atrapado en la puerta que lleva al edificio de Inglés (es un libro de historia que pertenece a Rama, quién está sentado en el suelo, sonriéndome, con su cuaderno de dibujo en mano). Así me deslizo en el edificio y camino por el pasillo, volteando en la escalera, recostándome contra la pared, agradecida de estar sola en el silencio.

Antes que pueda recordar los eventos que acaban de suceder, escucho que la puerta se abre de nuevo. Presiono mi espalda contra la pared, intentando hacer el menor ruido posible. Me concentro en la dirección de los pasos que se están haciendo cada vez más ruidosos. Os pasos son sólidos pero suaves. No le toma mucho tiempo antes de llegar a donde estoy, solo espero que sea quien sea, me ignore. Miro al suelo así no tengo que hacer contacto de ojos con la persona y espero a que se termine.

Y después, antes que pueda recordar como aguantar la respiración, unas botas se detienen en frente de mí. No tengo que alzar la mirada para saber a quién pertenecen, he estado mirando esas botas en el asiento de una banca por cinco días.

Aparentemente la confusión y la curiosidad me han vuelto momentáneamente estúpida, porque contra mi mejor juicio, sí alzo la mirada y es lo más cerca que he estado de él.

—No haré eso de nuevo —dice, mirándome con esos ojos verdes perfectos como si deseara que yo no existiese, pero la forma en que lo dice no es enojada. Está completamente calmado.

No esperaba ningún tipo de respuesta, aunque ahora mismo puede que esté lo suficientemente enojada para darle una respuesta, y sin duda no será un gracias. Luego se fue como si nunca hubiese estado aquí.

¿No haré eso de nuevo? Nadie te pidió que lo hagas, imbécil. ¿Honestamente cree que me hizo un favor? Hizo llamar la atención y enojó a un par de chicas obsesivas y vanidosas, chicas que sin duda querrán molestarme cuando él no esté por ahí. Él está más loco que yo. Me gustaría decírselo. Muy mal que ni siquiera sé su nombre. Lo que quisiera saber es por qué todos lo escucharon. Se callaron como si hubiesen sido reprimidos por un papá enojado, porque así fue como sonó. Es el mismo tono de voz que acaba de usar conmigo.

Todo lo que sé es que estoy muy enojada.

1 comentario: