sábado, 8 de noviembre de 2014

El Mar de Tranquilidad: Capítulo 03 (II)

Mar

La cuarta hora no fue tan horrible. El profesor Camilo no me prestó mucha atención, lo que en una clase de catorce personas es bastante difícil de hacer. Revisó mi horario para asegurarse que estaba en la clase correcta y luego me preguntó por qué me pusieron aquí. Ambos nos encogimos de hombros. Luego me dijo que si me quería quedar, podía dejarme ser una asistente o algo así. Es obvio que realmente no me quiere participando aquí, pero creo que me quedaré. Es una pequeña clase donde probablemente pueden dejarme a solas.

Hago todo mi camino hacia el quinto periodo antes de ser enfrentada a mi clase de música. La profesora, la Srta. Ariel, una mujer muy linda y en sus veinte años, nos hace sentarnos en círculo. Es una forma de conocernos a otros, de conversar sobre la clase y nosotros mismos. Cada uno debe decir tres cosas sobre sí mismo y una de esas cosas tiene que ser mentira. Luego la clase debe tratar de averiguar cuál es la mentira. Es algo triste que no vaya a jugar realmente, porque si fuese a jugar, sería increíble. Estoy bastante segura que todos se pondrían a debatir sobre la veracidad de mis respuestas:

Mi nombre es Nastya Kashnikov, pero me dicen Mar.

Fui una prodigio del piano, quién no pertenece a ningún lado más que a una clase de Introducción a la Música.

Fui asesinada hace dos años y medio atrás.

Discutan.

En lugar de eso, cuando llegan a mí, me quedo rígida y en silencio. La Srta. Ariel me mira esperando. Y yo la miro a ella. Quiero que revise su programa, estoy segura que ya le han contado. Estoy intentando contarle telepáticamente, pero lamentablemente no cuento con ese poder.

—¿Te gustaría compartir cosas sobre ti misma? —pregunta como si fuera una simple tonta con ninguna idea de lo que sucede a mí alrededor.

Finalmente sacudo mi cabeza. No.

—Vamos. No seas tímida. Todos lo han hecho hasta ahora. Es fácil. No tienes que revelar tus secretos más oscuros ni nada de eso.

Eso es bueno porque probablemente mis secretos más oscuros le den pesadillas.

—¿Al menos puedes decirle a todos tu nombre? —pregunta finalmente. Se está quedando sin paciencia.

Nuevamente, sacudo mi cabeza. No he roto contacto con ella aun, y creo que la está empezando a alocar un poco. Me siento un poco apenada por ella, pero ella debió leer su programa antes de empezar la clase. Todos los profesores lo hicieron.

—De acueeerdo —dice, arrastrando la palabra. —Usaremos el sistema de eliminación, tu debes ser… —Se detiene, luego su sonrisa tiembla un poco y sé que es cuando lee su programa—. Lo siento. Tú debes ser Mar.

Esta vez, asiento.

—No hablas.

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