sábado, 6 de septiembre de 2014

Ángeles Caídos #4: Treintaicinco

Sabiendo que Peter estaría ocupado hasta que el último Nephil se fuera de la ex casa de Hank, conduje hasta la casa de Cande. Estaba usando mi chaqueta de jean con el rastreador, y sabía que Peter sería capaz de encontrarme en caso me necesitara. Mientras tanto, había algo que debía de sacar de mi pecho. Había intentado mantener a salvo a Cande, pero necesitaba a mi mejor amiga. Tenía que contarle todo.

Dándome cuenta que la puerta de entrada no era la mejor manera de encontrar a Cande, ya que era la medianoche, hice mi camino cuidadosamente por el jardín, salté la pequeña reja y toqué la ventana de su habitación. Un momento después, apareció Cande detrás de las cortinas y a pesar de la hora, aun no estaba con pijama.

—Dios, escogiste un mal momento para venir —dijo—. Pensé que eras Benja. Está en camino.

—Necesitamos hablar —dije con voz gruesa y temblorosa.

—Llamaré a Benja y le cancelaré —dijo sin dudar—. Cuéntame lo que anda en tu cabeza.

Me hizo entrar y empecé mi relato. Para mi sorpresa, Cande no chilló, ni sollozó histéricamente, o salió corriendo de la habitación para el momento en que terminé de contarle los secretos fantásticos que había guardado los últimos seis meses.

—Bueno, eso explica muchas cosas —dijo, con una inclinación de cabeza.

Fue mi turno de parpadear. —¿En serio? ¿Eso es todo lo que tienes por decir? No estás, no lo sé…. ¿Asustada? ¿Confundida? ¿Sorprendida? ¿Histérica?

—Sabía que Peter era muy raro para ser humano.

—¿Y qué hay de mí? ¿Estás completamente normal con la idea que no solo soy una Nephil, pero se supone que debo liderar a todos los Nepils contra la guerra contra los ángeles caídos? Ángeles Caídos, Cande, como en la Biblia. Expulsados del cielo.

—De hecho creo que es bastante creíble.

—No puedo creer que estén tan calmada con todo esto. Esperaba una especie de reacción. Esperaba una locura. Basada en la experiencia, anticipaba, grandes dosis de pastillas.

—Solo creo que es bastante rato que dijeras que la forma más fácil de determinar si alguien es un Nephil, es por su altura, y tú, amiga, no eres extraordinariamente alta —dijo Cande—. Ahora, mírame a mí, yo soy alta.

—Yo soy pequeña porque…

—Lo entiendo. Ya explicaste esa parte sobre hacer un juramento para volverte Nephil mientras eras humana, ¿pero sigue apestando, verdad? Quiero decir, ¿y si ese juramento te hubiese hecho alta? ¿Si te hubiera hecho alta como yo?

No sabía a dónde quería llegar Cande con esto, pero parecía que se estaba yendo por las ramas. Esto no se trataba de mi altura, esto se trataba de abrir su mente a un mundo inmortal que se supone que no debería de existir.

—¿Tu cuerpo se sana rápido ahora que eres Nephil? —continuó Cande.

Me estremecí. —Cande, yo no te he contado sobre nuestras capacidades aceleradas de sanación.

—Eh…supongo que no lo hiciste.

—¿Entonces, cómo es posible que lo supieras? —Fijé la mirada en Cande, recordando cada palabra de nuestra conversación. Sin duda no le había contado aquello. Y entonces, así de pronto, empecé a entenderlo. Cubrí mi boca con mi mano—. ¿Tú…?

Cande hizo una mueca.

—Te dije que te estaba ocultando secretos.

—Pero…no puede ser…no es…

—¿Posible? Sí, eso es lo que también pensé al inicio. Pensé que estaba pasando por una cosa extraña de segunda menstruación. Estas últimas semanas he estado cansada y totalmente enojada con el mundo. Luego, hace una semana, me corté mi dedo mientras pelaba una manzana. Sanó tan rápido que pensé que lo había imaginado. Además, pasaron otras cosas extrañas, como fuerzas desconocidas en vóley. Créeme Lali, soy cien por ciento Nephil. Benja lo descubrió ahí mismo. Me ha estado enseñando cosas y ayudándome a entender que hace diecisiete años, mi mamá se metió con un ángel caído. Ni Benja ni yo podemos creer que te haya tomado tanto tiempo darte cuenta.

Sentí que mi mandíbula caía. —Tú. Tú realmente eres una Nephil.

¿Cómo no me había dado cuenta? Debí haberlo detectado en un instante…podía hacerlo con cualquier Nephil, o ángel caído. ¿Era porque Cande era mi mejor amiga y lo había sido por tantos años que ya no podía verla de otra manera?

—¿Qué te ha contado Benja de la guerra? —pregunté finalmente.

—Esa es una de las razones por las que estaba viniendo esta noche, para ponerme al tanto. Así que eres líder del ejército de la Mano Negra—. Cande soltó un silbido. —Caray. Asegúrate de colocarlo en tu currículum. 


***

¡Gracias por leer!
¡Mañana (o más tarde), más!

No hay comentarios:

Publicar un comentario