jueves, 25 de diciembre de 2014

El Mar de Tranquilidad: Capítulo 20

Thiago

No es una torta de café lo que Mar está cargando cuando entra a mi garaje justo después de las ocho. Aunque si lo fuera, estoy seguro que hubiese sido hecha en casa, cubierta con canela e increíblemente buena. Está cargando dos bolsas plásticas con comestibles. Camina más allá de mí y estira su mano para abrir la puerta hacia la casa, sin dejar la bolsa.

—¿Rayito de sol? —No responde, así que la sigo y la encuentro abriendo el refrigerador e insertando nada más que cuatro contenedores de helado. —¿Qué estás haciendo?

—¿Qué te parece? —espeta.

—¿Te embarazaste?

Se voltea hacia mí. —¿Qué?

Alzo mis manos, en señal de rendición. Obviamente no está de humor.

—Lo siento, es solo… —Señalo la puerta abierta del refrigerador, su mano aún dentro de uno de los contenedores—, es un montón de helado.

—Claro, porque tengo que estar embarazada para querer helado. Lo siguiente que dirás es que debo tener mi periodo porque esa es la única razón por la que las chicas están enojadas, pero por supuesto que desde que eres un chico, no dirás periodo, sino algo similar.

Cierra la puerta del refrigerador con un golpe. Ahora debe ser el momento para jurar que no tengo intención de hablar de su periodo para nada, pero prefiero dejar mi boca cerrada, así me mantengo seguro.

Con cualquier otra chica, probablemente podría hacer la caminata clásica de ir hacia ella y envolver mis brazos a su alrededor, y dejar que coloque su cabeza en mi hombro. Es barato, pero funciona. Pero tengo miedo que en esta instancia particular, resultaría en: un golpe innovador de su rodilla en mis bolas.

—Me gusta el helado. Tú nunca tienes nada. Las cosa malas suceden cuando estoy mucho tiempo sin helado —dice, sonando ligeramente más calmada.

—¿Estás segura que obtuviste suficiente?

—Vete a la mierda.

—Tal vez deberías abrir uno de esos —sugiero.

Así que, eso es lo que hacemos. Excepto que no abrimos uno, abrimos los cuatro y comemos directamente de los contenedores en frente de mi sofá.

Mar no come desde la mitad del contenedor como una persona normal. Una persona normal que no come directamente de un plato, eso es. Espera hasta que empieza a derretirse y recoge esa parte del borde del contenedor. De acuerdo a ella, el helado medio derretido sabe mejor que el helado congelado. No puedo decir si está en lo cierto porque ella me hace comer lo más helado del centro y me amenaza si intento comer desde el borde. Definitivamente se vuelve más Rayito de Sol y menos Mar-Soy-Una-Rebelde. Hago una nota mental para la próxima vez que ella se enoje, helado relajará su humor.

***

Ambos estamos con el nivel de azúcar alto después de todo el helado y terminamos en el garaje porque tengo una lista de proyectos que terminar. Me imagino que ella se irá a correr porque usualmente ese su estilo cuando está cargada, pero no se va.

—Dame algo que hacer —dice.

—¿Qué quieres hacer? —le pregunto.

—Nada con herramientas o algo así. Algo que pueda hacer con mi mano derecha.

—¿Quieres lijar? —ofrezco. —Apesta, pero…

—Lijaré. Sólo muéstrame cómo hacerlo.

Cojo un pedazo de papel de lijar y le demuestro cómo atraerlo al bloque de lijado.

—Tenemos que lijar así—. Cojo sus manos y le muestro cuánta presión debe usar, y sus manos son tan suaves que odio colocar papel de lijar cerca de estas.

—¿Cómo sé cuándo está listo? —pregunta, empezando a trabajar.

—La regla de mi papá era que siempre que piensas que has terminado, probablemente estás a mitad de camino.

Inclina su cabeza y me mira como si fuera inútil. —Así que, ¿cuándo sé cuándo está listo?
Sonrío. —Sólo muéstramelo cuando creas que está listo. Empezarás a saber después de haberlo hecho un par de veces.

Mantiene sus ojos en mí por un segundo más largo de lo normal antes de regresar a su trabajo. Sé que las preguntas están ahí. Las vi en sus ojos apenas mencioné a mi padre. ¿Cómo? ¿Cuándo? ¿Qué sucedió? Pero no pregunta. Solo sigue lijando y no la detendré.

Es pasada la medianoche cuando terminamos. No sé cómo sus manos han resistido tanto. Lijó todo lo que le di. Nunca le pregunté qué andaba mal con ella más temprano.

No hay comentarios:

Publicar un comentario