miércoles, 24 de diciembre de 2014

El Mar de Tranquilidad: Capítulo 19

Mar

Nunca he estado en casa de Thiago durante el día. Se ve diferente en la tarde. No estaría aquí si no fuera porque mi batería del auto amaneció muerta cuando dejé la escuela ahora. Vivo lo suficientemente cerca al campus como para caminar, pero no camino a ningún lado en la tarde. Puedo lidiar con las mañanas, pero hay horas en la tarde en que odio estar afuera. Incluso la noche no me fastidia mucho. La oscuridad no me hace sentir miedo, lo contrario al día. El sol de la tarde tiene una manera de seguirme, quemando recuerdos en mi cabeza.

Thiago me ofrece regresarme a casa desde la suya. Él cree que me debería poner nerviosa, correr a solas de noche, y lo hace. No soy lo suficientemente estúpida para pensar que siempre estoy a salvo afuera, en cualquier lugar, a cualquier hora del día. Es solo que me pongo más nerviosa durante el día.

Así que ahora estoy aquí, en el sofá de Thiago, a las 3:15 de la tarde, viendo una serie. Thiago se pasó el último comercial pacientemente contándome sobre todo lo que había sucedido en la serie, mientras yo comía chocolate. Cuando terminaron los comerciales, se detuvo abruptamente y me dijo que me contaría lo demás durante el siguiente receso. Creo que no he pasado mucho tiempo viendo la televisión. Mayormente he estado mirando a Thiago e intentando averiguar quién diablos es. He desarrollado una teoría donde, tal vez, Thiago tiene un gemelo y hay dos como él, porque estoy convencida, día a día, que él no es la misma persona.


Recojo la envoltura vacía del chocolate y camino hacia la cocina. —¿En dónde está tu basura?

—Debajo del lavado —dice, sin dejar de mirar la televisión. —¿Comes algo además de azúcar?

Mentalmente pienso en lo que he comido hoy: dos barras de proteínas, dos bolsas de M&M, y los chocolates de ahora.

—A veces —respondo.

Antes, cuando vivía con mis papás, nos sentábamos a comer comida de verdad, como la que sirven en casa de Simón los domingos. Cielo no cocina y siempre tenemos que comer temprano así ella puede llegar a trabajar, así que usualmente no estoy de humor. Tal vez cuando tenga ochenta años, podré comer a las cuatro de la tarde, pero ahora, no.

Regreso a sentarme en el sofá a su lado y vemos el resto de la serie. A las cuatro de la tarde, ya sé más sobre esta serie de lo que jamás supe. Cuando termina, subimos al auto de Thiago así él puede llevarme a comprar una batería para mi auto. Tenemos que detenernos en el estacionamiento de la escuela en el camino, porque tenemos que apuntar todos los datos de mi auto. A pesar que hacemos todo rápido, varios estudiantes empiezan a salir de clases extra curriculares, y recibimos varias miradas. Muchas de ellas, de odio.

Cuando salimos del estacionamiento y siento que estamos a salvo, hablo.

—¿Ves esa serie que vimos ahora? —Realmente no necesito una confirmación. Es obvio que la ve.

Él no me mira pero veo sus labios alzarse en una media sonrisa, esa que pone cuando está avergonzado por algo.

—Sí —dice.

De acuerdo, sí responde mi pregunta, pero lo que realmente quería saber es por qué o cómo o algo que me explique porque vamos. Por suerte, él sí sigue hablando y me ofrece una explicación. Eso significa que quiero saber más de él y él quiere que yo sepa más.

—Mi mamá solía verlo. Religiosamente. Nunca se perdía un episodio. Mi padre y yo nos burlábamos de ella todo el tiempo. Cuando murió, seguí pensando que tal vez ella volvería, y cuando lo hiciera, quería ser capaz de contarle todo lo que había sucedido así ella no se perdía nada. Así que lo miraba. Cada día. Después de un tiempo que me di cuenta que ella no volvería pero ya estaba enviciado con la serie—. Se encoge de hombros, como si hubiese aceptado esto. No estoy segura si lo hace porque sabe que su madre no volverá o porque no deja de ver la serie. Tal vez él tampoco está seguro.

—¿Cuántos años tenías?

—Tenía ocho lo que supongo implica que era grande para entenderlo. Es solo que realmente no quería…no sé…mi padre intentó hacer que tenga sentido para mí, pero realmente no hay una manera de explicar cómo una persona que has visto todos los días de tu vida ya no está. Alguien simplemente presionó eliminar y se fue. Tuve un tiempo difícil pensando que esa persona que me abrazaba y reía conmigo esa mañana, dejó de existir. No creía que era posible. No quería creer que era posible…

No aparto de la mirada de él mientras cuenta esa historia. Es la primera cosa real que jamás me ha dicho. Me hace sentir avergonzada porque nunca le he contado nada real. Ni siquiera mi nombre.

Se voltea y me mira por un segundo, con una mirada que parece ser de perdón. O tal vez resignación. Luego cambia su atención de regreso al camino y nos aparcamos en el estacionamiento del centro comercial un minuto después. Ahora tengo uno de los secretos de Thiago. Desearía poder devolverle lo mismo.

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