Mar
Nunca he estado en casa de Thiago durante
el día. Se ve diferente en la tarde. No estaría aquí si no fuera porque mi
batería del auto amaneció muerta cuando dejé la escuela ahora. Vivo lo
suficientemente cerca al campus como para caminar, pero no camino a ningún lado
en la tarde. Puedo lidiar con las mañanas, pero hay horas en la tarde en que
odio estar afuera. Incluso la noche no me fastidia mucho. La oscuridad no me
hace sentir miedo, lo contrario al día. El sol de la tarde tiene una manera de
seguirme, quemando recuerdos en mi cabeza.
Thiago me ofrece regresarme a casa desde
la suya. Él cree que me debería poner nerviosa, correr a solas de noche, y lo
hace. No soy lo suficientemente estúpida para pensar que siempre estoy a salvo
afuera, en cualquier lugar, a cualquier hora del día. Es solo que me pongo más
nerviosa durante el día.
Así que ahora estoy aquí, en el sofá de
Thiago, a las 3:15 de la tarde, viendo una serie. Thiago se pasó el último
comercial pacientemente contándome sobre todo lo que había sucedido en la
serie, mientras yo comía chocolate. Cuando terminaron los comerciales, se
detuvo abruptamente y me dijo que me contaría lo demás durante el siguiente
receso. Creo que no he pasado mucho tiempo viendo la televisión. Mayormente he
estado mirando a Thiago e intentando averiguar quién diablos es. He
desarrollado una teoría donde, tal vez, Thiago tiene un gemelo y hay dos como
él, porque estoy convencida, día a día, que él no es la misma persona.
Recojo la envoltura vacía del chocolate y
camino hacia la cocina. —¿En dónde está tu basura?
—Debajo del lavado —dice, sin dejar de
mirar la televisión. —¿Comes algo además de azúcar?
Mentalmente pienso en lo que he comido
hoy: dos barras de proteínas, dos bolsas de M&M, y los chocolates de ahora.
—A veces —respondo.
Antes, cuando vivía con mis papás, nos
sentábamos a comer comida de verdad, como la que sirven en casa de Simón los
domingos. Cielo no cocina y siempre tenemos que comer temprano así ella puede
llegar a trabajar, así que usualmente no estoy de humor. Tal vez cuando tenga
ochenta años, podré comer a las cuatro de la tarde, pero ahora, no.
Regreso a sentarme en el sofá a su lado y
vemos el resto de la serie. A las cuatro de la tarde, ya sé más sobre esta
serie de lo que jamás supe. Cuando termina, subimos al auto de Thiago así él
puede llevarme a comprar una batería para mi auto. Tenemos que detenernos en el
estacionamiento de la escuela en el camino, porque tenemos que apuntar todos
los datos de mi auto. A pesar que hacemos todo rápido, varios estudiantes
empiezan a salir de clases extra curriculares, y recibimos varias miradas.
Muchas de ellas, de odio.
Cuando salimos del estacionamiento y
siento que estamos a salvo, hablo.
—¿Ves esa serie que vimos ahora? —Realmente
no necesito una confirmación. Es obvio que la ve.
Él no me mira pero veo sus labios alzarse
en una media sonrisa, esa que pone cuando está avergonzado por algo.
—Sí —dice.
De acuerdo, sí responde mi pregunta, pero
lo que realmente quería saber es por qué o cómo o algo que me explique porque
vamos. Por suerte, él sí sigue hablando y me ofrece una explicación. Eso
significa que quiero saber más de él y él quiere que yo sepa más.
—Mi mamá solía verlo. Religiosamente.
Nunca se perdía un episodio. Mi padre y yo nos burlábamos de ella todo el
tiempo. Cuando murió, seguí pensando que tal vez ella volvería, y cuando lo
hiciera, quería ser capaz de contarle todo lo que había sucedido así ella no se
perdía nada. Así que lo miraba. Cada día. Después de un tiempo que me di cuenta
que ella no volvería pero ya estaba enviciado con la serie—. Se encoge de
hombros, como si hubiese aceptado esto. No estoy segura si lo hace porque sabe
que su madre no volverá o porque no deja de ver la serie. Tal vez él tampoco
está seguro.
—¿Cuántos años tenías?
—Tenía ocho lo que supongo implica que
era grande para entenderlo. Es solo que realmente no quería…no sé…mi padre
intentó hacer que tenga sentido para mí, pero realmente no hay una manera de
explicar cómo una persona que has visto todos los días de tu vida ya no está.
Alguien simplemente presionó eliminar y se fue. Tuve un tiempo difícil pensando
que esa persona que me abrazaba y reía conmigo esa mañana, dejó de existir. No
creía que era posible. No quería creer que era posible…
No aparto de la mirada de él mientras
cuenta esa historia. Es la primera cosa real que jamás me ha dicho. Me hace
sentir avergonzada porque nunca le he contado nada real. Ni siquiera mi nombre.
Se voltea y me mira por un segundo, con
una mirada que parece ser de perdón. O tal vez resignación. Luego cambia su
atención de regreso al camino y nos aparcamos en el estacionamiento del centro
comercial un minuto después. Ahora tengo uno de los secretos de Thiago.
Desearía poder devolverle lo mismo.
sube otro porfas!!
ResponderEliminarmas que hermosa tu nove quiero MASmasMAS
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