La noche llegó rápido y eventualmente Peter tuvo que irse para conocer a sus compañeros de cuarto. María Elena no perdió tiempo en invitar a nuestras vecinas a la habitación. Las chicas, María y Erica, eran de Texas y estaban emocionadas con empezar la universidad. Luego de conversar, las chicas empezaron a buscar ropa para la fiesta. Estaba claro que yo no tenía ninguna ropa apropiada para la ocasión, así que me tuve que prestar de mi compañera de cuarto. Me prestó un vestido largo de color azul y unos tacos.
-Se ven lindas – dijo Erica – Que esta noche sea recordada
para siempre
Las chicas se demoraron horas en arreglarse en frente del
espejo y recién después de las diez de la noche empezamos a movernos. Yo ya
estaba cansada, lista para ir a la cama, pero pretendí estar preocupada por mi
cabello y por mi lápiz labial.
-Mis caderas se ven muy anchas en este vestido
-Al menos no eres tan pálida que brillas en la oscuridad
-Como sea, ¿ya han visto mi foto de mi documento de
identificación? ¡Tengo que tenerlo todo el año!
-No puedo hacer que mi pelo se quede tieso – dije, y las
chicas me ayudaron, atacándome con una botella de gel
Cuando finalmente salimos hacia el lugar de la fiesta, me di
cuenta que era bastante bonito. Nos detuvimos en un edificio con sillas de
madera en la entrada, ocupadas por chicos comiendo pizza y tomando cerveza.
Adentro, estaba la sala de estar con una amplia mesa y una escalera que llevaba
a las habitaciones y al área común. Había chicos universitarios por todos
lados, en los sillones, conversando, tirados en las camas, o afuera en la
entrada. Las chicas de primer año eran fáciles de identificar. Se veían aterradas,
de pie en círculos incómodos, con miedo de tomar o incluso hablar por miedo a
cualquier burla de las chicas mayores. Hablaban entre ellas, enderezando su
postura y ajustando su cabello cuando los chicos pasaban.
-Hola chicas, ¿cómo están? – los chicos de la entrada nos
saludaron con sonrisas y las chicas rieron nerviosas
Cuando Peter llegó, era una persona completamente diferente.
Estaba acostumbrada a verlo en su modo defensivo casual, con todos los
problemas del universo manteniéndolo ocupado. Pero en ese espacio de pocas
horas, él ya había cambiado. Llegó con un grupo de chicos, todos vestidos con
camisas y oliendo a colonia.
-Dios mío – dijo María Elena, cogiendo mi brazo – Son mayores.
Tienes que hacer que tu hermano nos introduzca
-¿Cuál es tu hermano? – preguntaron María y Erica
-El de blanco…con el cabello castaño
-¿Ese es tu hermano? – preguntó María, soltando un respiro –
Wow
-Lo sé – siseó María Elena
Peter nos saludó con la mano y se acercó.
-Hola hermanita – me golpeó suavemente en las costillas y
sonrió - ¿Cómo están? Estos son mis compañeros de cuarto, Claudio y Sebastián
-No encuentro la similitud familiar – dijo Sebastián,
inspeccionándome
-Creemos que fue adoptada – bromeó Peter y las chicas rieron
Un chico cargando un cooler pasó y se detuvo para hablar con
los chicos.
-¿Quieren algo? – preguntó
-No gracias, no tomo – le dije
María y Erica aceptaron cervezas. Nos tomó un tiempo, pero
eventualmente Peter y yo encontramos una oportunidad donde nos pudimos escapar
de la fiesta sin ser vistos. Sacó unas llaves de su bolsillo y nos acercamos a
una camioneta negra.
-¿Eh…vas a robarte el auto? – pregunté
-Sí – dijo – La universidad ya me convirtió en un criminal
-¡Peter!
-Tranquila, La – rió – Es mío. Gas y Rochi lo dejaron para
mí
-¿En serio?
-Sip, se sintieron mal por haber abandonado mi otro auto. Y
lo necesitamos en caso tengamos que escapar
Peter condujo fuera del campus, por la carretera. Cuando
estuvo seguro que no había nadie, se estacionó en un camino de tierra, apagando
inmediatamente las luces y asegurándose que el auto estuviera ocultado por los
árboles. Como siempre tan caballeroso, salió del auto y vino a abrirme la
puerta.
-¿A dónde vamos? – pregunté
-No lo sé – dijo – A algún lugar donde nadie nos encuentre
Caminamos un rato en silencio. Se sentía bien haber escapado
del ruido de la fiesta.
-¿Y te gusta ser Tábano Talarico? – pregunté
-Está bien – Peter se colocó detrás de mí y empezó a
acariciar mis hombros, cualquier tensión se esfumó – Pero creo que hay muchas
más ventajas al ser Peter Lanzani
-¿Cómo cuáles
Inclinó su cabeza y sentí sus labios acariciar mi cuello.
-Como esto….
-Ese no es un comportamiento adecuado para un hermano – le dije,
mientras enredaba mis dedos en su cabello
Sentí que nuestra respiración se volvía más densa mientras
nuestros cuerpos se pegaban y las manos de Peter se deslizaban hacia mi
cintura.
-¿Estás seguro que deberíamos hacer esto? Espero que no
estemos cruzando la línea – dije
-No me importa – murmuró Peter en mi oído, lanzando espasmos
por mi cuerpo – Quiero mostrarle a mi esposa lo mucho que la amo
Se detuvo por un momento y me volteó, tomando mi rostro
entre sus manos. Sus ojos verdes estaban llenos de algo tan intenso que no
podía apartar la mirada.
-¿Cómo me acabas de llamar? – susurré, necesitando volverlo
a escuchar
-Mi esposa – repitió suavemente
Lentamente, deslizó uno de mis tirantes del vestido hacia
abajo. Su toque, usualmente tan familiar, me sobresaltó. Se sentía como si me
estuviera tocando por primera vez y me hizo dar cuenta de lo cuidadosos que
habíamos sido hasta ahora. Habíamos obviado el contacto íntimo, ahora, con
nuestros cuerpos juntos, me daba cuenta de lo fácil que hubiese sido saltar las
reglas antes. No sabía cómo habíamos aguantado tanto tiempo. ¿Cómo habíamos
ignorado el destello que saltaba cada vez que nos tocábamos accidentalmente? ¿Cómo
había pretendido que el fuego en mi estómago no existía? Era extraño sentir el
aire cargado con electricidad y saber que esta vez no teníamos por qué
ignorarlo. Tomé la mano de Peter y la coloqué en mi pecho, que latía desaforado.
Él cerró sus ojos. Me sentí tan abrumada que creí que me iba a desmayar en sus
brazos.
-Está bien – susurró
Nuestros pechos estaban juntos ahora, así podía sentir
nuestros corazones latiendo. Peter enterró su rostro en mi cuello y lo sentí
inhalar profundamente. Mi cuerpo parecía que se iba a desvanecer y él me cogió
en sus brazos, bajándome hasta el suelo. Peter bajó lentamente y se colocó
gentilmente encima de mí y nuestros cuerpos encajaron perfecto como piezas de
un rompecabezas.
-¡Mierda! – dijo Peter y abruptamente se separó de mí
-¿Qué sucede? - ¿había hecho algo mal?
-No tenemos protección. No pensé que la necesitaríamos
-Olvídalo – lo abracé e hice que volviera a mí, buscando su
boca
-Lali, simplemente no podemos olvidarlo, tenemos que ser
responsables
Suspiré y me senté. Había estado bajo un hechizo tan intenso
que nada más se me había cruzado por la mente. Odiaba lo rápido que nuestra
noche perfecta se había malogrado.
-¿Importa realmente? – pregunté
-¡Claro que sí! ¿Realmente quieres quedar embarazada ahora?
¿No crees que ya tenemos suficientes cosas con las que lidiar?
-Peter, ¡probablemente ni siquiera pueda quedar embaraza!
-Tienes un cuerpo humano, Lali – dijo – Es una posibilidad
muy real
-De acuerdo. Tienes razón. Mientras no haya otra razón…
-¿Qué quieres decir? ¿Qué otra razón podría haber?
-Bueno, has estado evadiendo esto por tanto tiempo….¿aún…aún
me ves de ese modo?
Peter gruñó.
-¿Estás loca? Claro que te veo de esa forma. Todo el tiempo
he tenido que evitar verte así
Alcé mi mentón y lo miré a los ojos.
-Quiero que me enseñes
-Lali, vamos… - empezó Peter pero yo presioné un dedo contra
sus labios
-No – dije – Sin excusas. Soy tu esposa ahora, ¿recuerdas? Y
te estoy pidiendo que me enseñes lo mucho que me amas
Peter me miró por un momento y luego en un movimiento rápido
me alzó y me colocó encima de él. Esta vez, su beso era más profundo. Sentí sus
músculos tensándose y su respiración volverse más rápida. Su beso parecía durar
para siempre. El tiempo se detuvo mientras nos presionábamos contra el otro.
Finalmente, nuestras bocas se separaron y él movió su boca por la curva de mi
cuello, dejando pequeños besos ahí.
-¿Aún tienes dudas? – susurró
Sacudí mi cabeza mientras mi boca buscaba de nuevo la suya.
Sus labios eran cálidos, llenos y perfectos. Su beso era suave y tentador. Como
siempre, me dejaba deseando más. El tiempo y espacio parecía un borrón mientras
nos perdíamos en el otro. Sentí la intensidad de nuestra pasión llenar el aire,
amenazando con esfumar el mundo y todos sus problemas.
-No quiero que te detengas – murmuré sobre su cuello
-Yo tampoco – Peter se inclinó y me miró, sus ojos verdes
brillantes y hermosos
-Pero…qué hay de…
No quería terminar la oración por miedo a que Peter
retroceda por ser cauteloso. Estaba tan intoxicada que casi ni podía mantener
mis pensamientos coherentes. Peter me miró por un instante antes de hablar.
-Seré cuidadoso
Nuestra primera noche como marido y mujer se sintió como
explorar un mundo mágico bajo el agua, donde nada existía salvo los dos. Sólo estaba
consciente de la sensación de su piel cálida debajo de mis dedos, y la presión
de sus labios mientras exploraban mi cuerpo. El bosque se sentía como nuestro
reino privado donde nadie más podía entrar. Todo vino a la vida ante mis ojos
esa noche. El aire parecía vivo, bailando alrededor de nosotros, trayendo con
él los dulces olores de la tierra.
Después, cuando abrí mis ojos, vi una deslumbrante cantidad
de estrellas en el cielo, como fuegos artificiales. Pensando en esa noche,
recuerdo imágenes fragmentadas más que toda una secuencia de eventos. Recuerdo
mi brazo recostado y viéndose pálido contra el suelo. Recuerdo los dedos de
Peter trazando su camino a través de mi hombro y sintiendo mis venas pulsando
con energía sobrenatural. Recuerdo su camisa arrugada en el suelo y mis manos
presionadas contra su suave pecho. Recuerdo sentirme como si me estuviera llenando
como un globo hasta que sentí que iba a explotar. Más que todo, recuerdo no ser
capaz de determinar dónde terminaba la piel de Peter y dónde terminaba la mía.
ujuuuuuuuuuuuuuuuuuu SIIIIIIIII, amé q le diga esposa, porq eso es lo q son y no lo habian podido disfrutar.
ResponderEliminarUn bebito eso es lo q necesitan.
Me encanto, son muy lindo los dos!!! Más!!
ResponderEliminar