En la mañana me desperté junto al sonido del canto de los
pájaros y el aroma de los pinos. Me moví para buscar los brazos de Peter pero
me sorprendí al no encontrarlo. El sonido de la tetera hirviendo agua me
aseguró que él ya estaba en la cocina preparando el desayuno.
-Buenos días – dije, sonriendo
Él estaba usando unos bóxers y una camisa blanca, y su
cabello estaba completamente alborotado y despeinado.
-Espero que estés hambrienta
Incluso en mi piyama de polar, tenía frío. Agarré la colcha
del sofá y la envolví alrededor de mis hombros, sentándome en la silla de la
cocina. Peter me sirvió una taza de té y envolví mis dedos alrededor para
calentarlos.
-¿Cómo no tienes frío?
-Es momento de decir la verdad. Soy un hombre lobo – bromeó,
entrecerrando sus ojos
-Un hombre lobo muy doméstico – me burlé - ¿Por qué no me
despertaste?
-Pensé que necesitabas dormir. Han sido unos días difíciles.
¿Cómo te sientes?
-Bien – Peter me miró seriamente
-Te sentirás mejor cuando comas algo
-Realmente no tengo hambre – dije
-¿Vas a dejar pasar la comida preparada por un Lanzani? –
preguntó
No podía dejar pasar su entusiasmo. Además, hace un tiempo
que no veía a este Peter cuidador y no quería que desaparezca todavía.
-No me atrevería – sonreí - ¿Te ayudo en algo?
Mirando alrededor, vi que el tocino ya se estaba cocinado en
la sartén, y la mesa ya tenía los platos puestos.
-No, señora. Sólo siéntese y disfrute del servicio
-No sabía que te gustaba cocinar
-Claro que sí – dijo – Y cocinarle a tu esposa es aún más
divertido
Abrió un huevo y lo soltó en la sartén.
-Un buen esposo no haría huevo frito cuando a su esposa le
gusta revuelto – dije, bromeando
Peter me miró sorprendido.
-Una buena esposa apreciaría la especialidad de su esposo y
no se quejaría.
Sonreí y regresé a mi silla, deseando poder abrir las
ventanas y sentir un poco de aire fresco.
-Me llamaste Señora Lanzani ayer por la noche – dije de
pronto, recordando la conversación que habíamos tenido
-Sí…. – Peter me miró - ¿Y?
-Aún sigo acostumbrándome – dije – Es raro pensar que ahora
esa soy yo
-No tienes que usar mi apellido si no quieres – dijo Peter –
Es completamente tu decisión
-¿Estás bromeando? Claro que quiero. Además, he cambiado
tanto que ya ni sé quién es Mariana Esposito
-Bueno, yo sí. Es la chica con la que me casé. Incluso si tú
la has perdido de vista, yo nunca lo haré
El fuego no había podido desaparecer el frío que sentía, así
que me fui a la sala de estar para calentarme.
-¿Podemos salir a la ciudad? – le dije a Peter – Realmente
necesito salir de esta casa
Peter vino a la sala de estar, frunciendo el ceño.
-Lali, ¡no puedes estar hablando en serio! Es muy peligroso
para nosotros el ser visto en público. Ya lo sabes
-Ni siquiera tenemos que salir del auto. Usaré una sábana
sobre mi cabeza si quieres
-No. Es muy arriesgado. Además, Gastón nos resondrará cuando
se entere
-Puede que le haga bien – murmuré
-La verdad es que no creo que deberíamos abusar de nuestra
suerte. No te preocupes, encontraremos algo que hacer
-¿Cómo qué?
-¿Por qué no vas mirando qué hay mientras yo termino de
preparar el desayuno?
-De acuerdo
-Esa es mi chica
Decidí seguir el consejo de Peter y encontrar algo que ayude
a pasar las horas y al menos de la ilusión de normalidad. Miré entre el cúmulo
de revistas, pero la mayoría eran de hace tiempo y sobre decoración de
interiores. Luego mis ojos observaron una caja; dentro había varios DVD´s, la
mayoría eran de dibujos de Disney.
-Ey, Peter, encontré algo – lo llamé al tiempo que él asomó
su cabeza y caminó a mi lado
-Nada mal
-¿Cómo podemos aburrirnos cuando podemos ver una película
sobre… Pescados?
-No te burles de “Encontrando a Nemo” – se burló Peter,
quitándome el DVD – Es un clásico
-¿En serio es sobre pescados?
-Sí, pero de pescados divertidos y geniales
-¿Y esta? – alcé una copia de “La Bella y La Bestia” – se ve
romántica
-Disney…..no lo creo – dijo Peter
-¿Por qué no?
-Porque si alguien se entera, no podré hacer que dejen de
burlarse
-No diré nada – rogué y Peter sacudió su cabeza, rendido
-Las cosas que hago por ti – dijo, suspirando
Después de desayunar, colocamos el DVD. Me mantuve haciendo
preguntas durante la películas mientras Peter se las ingeniaba para responder
con su paciencia infinita.
-¿Cuántos años crees que tiene Bella?
-No lo sé, probablemente nuestra edad
-Creo que la Bestia es dulce, ¿tú no?
-¿Tengo que responder eso?
-¿Qué tiene de malo?
-Es que realmente son los sirvientes del príncipe lo que
ponen el hechizo – Peter frunció el ceño – No puedo creer que sé eso – reí
Me entretuve con la película, pero apenas terminó, estaba
ansiosa de nuevo. Empecé a dar vueltas por la habitación como un pájaro
enjaulado.
-Desearía que mi vida fuese como una película de Disney –
dije
-No te preocupes, lo es. ¿No has notado por todo lo que
tienen que pasar los protagonistas para finalmente estar juntos?
-Eso es cierto – sonreí – Y siempre hay un final feliz,
¿verdad?
-La – me dijo Peter, mirándome fijamente – cuando esto
termine, vamos a tener muchas aventuras. Lo prometo
-Eso espero
Una luz poderosa atravesó las cortinas.
-Peter, mira, está soleado afuera – dije
-Sí, claro
-Realmente necesito salir de aquí – insistí
-Lali, ya lo hemos conversado
-Sólo quiero caminar un rato. Es algo simple
-Excepto que nuestras vidas no son simples. Al menos, no ahora
mismo
-Esto es ridículo. ¿No podemos salir por unos minutos?
-No creo que sea buena idea – dijo Peter, pero vi que
también dudaba
-¿Quién va a vernos por ahí? – insistí
-Nadie supongo, pero ese no es el punto. Gastón y Rochi lo
dijeron muy claro
-Iremos hasta aquí nomás y volveremos rápido – dije
-De acuerdo – Peter suspiró rendido, amaba verme feliz –
pero si vamos a salir, necesitas cubrirte para asegurarnos que no vas a ser
reconocida
-¿Por quién? – pregunté sarcásticamente - ¿Paparazi?
-Lali….
-¡De acuerdo! ¿Qué tienes en mente?
Peter no respondió pero salió de la habitación en busca de
algo para cubrirme. Cuando regresó, tenía en su mano una chaqueta con capucha.
-Ponte esto. Y no te discutas
***
Finalmente salimos y caminamos alrededor de la casa, observando
las flores y los árboles. Había un pequeño puente que llevaba a un lago. Inhalé
profundamente, sintiendo mi cuerpo temblar al llenarse de energía. Caminamos
cerca de las bancas que rodeaban el lago y corrimos con nuestras manos
entrelazadas. El sol calentaba nuestros rostros y después de haber estado tanto
tiempo encerrados, la luz era tan fuerte que nos hacía doler los ojos.
Parecía que éramos una pareja normal, yo no era un ángel y
no éramos perseguidos por el Cielo mismo. Mirábamos alrededor como si fuese la
primera vez que veíamos el mundo. Peter recogió un par de piedras para probar
qué tan lejos podía lanzarlas contra el lago. No había pasado más de diez
minutos cuando vi a Peter mirando su reloj. Noté que el sol se estaba alzando,
dando paso al atardecer.
-Vamos, La. Mejor regresamos
-¿Tan rápido?
-Sí. Ya hemos estado afuera por mucho tiempo
-De acuerdo. Ahí voy
Aunque sabía que Peter me estaba esperando, me permití a mí
misma por unos segundos más el disfrutar de los alrededores antes de regresar a
nuestro encierro en la cabaña. ¿Quién sabía cuándo tendríamos la oportunidad de
volver a ver la belleza de la naturaleza? Me volteé y caminé hacia dónde Peter
estaba de pie. Él estiró su mano para ayudarme a subir un pequeño escalón de
tierra.
-¿Crees que sería seguro que ya me quite la capucha? –
pregunté divertida
Peter no respondió. Al principio pensé que no estaba de
acuerdo con lo que había dicho, pero después vi que el color se esfumaba de su
rostro y su mirada se estaba endureciendo.
-No te voltees – dijo
-¿Qué? ¿Por qué? – sostuve su mano con fuerza
-Hay algo al otro lado del lago
-¿Una persona? – susurré
-No lo creo
Me arrodillé, fingiendo que estaba buscando algo en el
suelo. Cuando me enderecé volteé mi cabeza apenas para mirar de reojo. Sacudí
mi cabeza, pensando que estaba alucinando. Había un caballo blanco al otro lado
del lago.
-Un caballo blanco – murmuré
-¿Dónde? – Peter empezó a buscar pero no encontró nada
Peter no podía ver el caballo, porque había estado demasiado
enfocado en la persona que lo cabalgaba. La figura estaba vestida como si fuera
a un funeral. A pesar de que no tenía ojos, sentí que me estaba mirando
directamente a mí. No había duda de que era uno de los Siete. Sabía que tenía
que correr, pero no podía, estaba congelada.
El Siete nos miraba, con sus manos completamente blancas
moviéndose a su costado. Luego, sin advertencia, empezó a acercarse a nosotros.
Un momento antes estaba detrás del lago, ahora, se movía gentilmente hacia
adelante, el peso de sus pies chocando con la superficie del lago.
-Lali, estoy soñando o él… - Peter se detuvo, tomando un par
de pasos hacia atrás, llevándome con él
-No estás soñando – susurré – Está caminando sobre el agua
por imbesiles les pasa eso, mariana por tarada, como se va poner en plan de pendeja a decir q quiere salir? ella mas q nadie sabe el peligro q corrian y peter un pelotudo q le sigue todos los caprichos, ahora q se jodan
ResponderEliminary ahora que hacemos?? Sabían que no debían salir!! Me encanta más!
ResponderEliminarque tonta lali =/
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