lunes, 1 de octubre de 2012

Heaven: Capítulo V

Caminando sobre el agua

En la mañana me desperté junto al sonido del canto de los pájaros y el aroma de los pinos. Me moví para buscar los brazos de Peter pero me sorprendí al no encontrarlo. El sonido de la tetera hirviendo agua me aseguró que él ya estaba en la cocina preparando el desayuno.

-Buenos días – dije, sonriendo

Él estaba usando unos bóxers y una camisa blanca, y su cabello estaba completamente alborotado y despeinado.

-Espero que estés hambrienta

Incluso en mi piyama de polar, tenía frío. Agarré la colcha del sofá y la envolví alrededor de mis hombros, sentándome en la silla de la cocina. Peter me sirvió una taza de té y envolví mis dedos alrededor para calentarlos.

-¿Cómo no tienes frío?
-Es momento de decir la verdad. Soy un hombre lobo – bromeó, entrecerrando sus ojos
-Un hombre lobo muy doméstico – me burlé - ¿Por qué no me despertaste?
-Pensé que necesitabas dormir. Han sido unos días difíciles. ¿Cómo te sientes?
-Bien – Peter me miró seriamente
-Te sentirás mejor cuando comas algo
-Realmente no tengo hambre – dije
-¿Vas a dejar pasar la comida preparada por un Lanzani? – preguntó

No podía dejar pasar su entusiasmo. Además, hace un tiempo que no veía a este Peter cuidador y no quería que desaparezca todavía.

-No me atrevería – sonreí - ¿Te ayudo en algo?

Mirando alrededor, vi que el tocino ya se estaba cocinado en la sartén, y la mesa ya tenía los platos puestos.

-No, señora. Sólo siéntese y disfrute del servicio
-No sabía que te gustaba cocinar
-Claro que sí – dijo – Y cocinarle a tu esposa es aún más divertido

Abrió un huevo y lo soltó en la sartén.

-Un buen esposo no haría huevo frito cuando a su esposa le gusta revuelto – dije, bromeando

Peter me miró sorprendido.

-Una buena esposa apreciaría la especialidad de su esposo y no se quejaría.

Sonreí y regresé a mi silla, deseando poder abrir las ventanas y sentir un poco de aire fresco.

-Me llamaste Señora Lanzani ayer por la noche – dije de pronto, recordando la conversación que habíamos tenido
-Sí…. – Peter me miró - ¿Y?
-Aún sigo acostumbrándome – dije – Es raro pensar que ahora esa soy yo
-No tienes que usar mi apellido si no quieres – dijo Peter – Es completamente tu decisión
-¿Estás bromeando? Claro que quiero. Además, he cambiado tanto que ya ni sé quién es Mariana Esposito
-Bueno, yo sí. Es la chica con la que me casé. Incluso si tú la has perdido de vista, yo nunca lo haré

El fuego no había podido desaparecer el frío que sentía, así que me fui a la sala de estar para calentarme.

-¿Podemos salir a la ciudad? – le dije a Peter – Realmente necesito salir de esta casa

Peter vino a la sala de estar, frunciendo el ceño.

-Lali, ¡no puedes estar hablando en serio! Es muy peligroso para nosotros el ser visto en público. Ya lo sabes
-Ni siquiera tenemos que salir del auto. Usaré una sábana sobre mi cabeza si quieres
-No. Es muy arriesgado. Además, Gastón nos resondrará cuando se entere
-Puede que le haga bien – murmuré
-La verdad es que no creo que deberíamos abusar de nuestra suerte. No te preocupes, encontraremos algo que hacer
-¿Cómo qué?
-¿Por qué no vas mirando qué hay mientras yo termino de preparar el desayuno?
-De acuerdo
-Esa es mi chica

Decidí seguir el consejo de Peter y encontrar algo que ayude a pasar las horas y al menos de la ilusión de normalidad. Miré entre el cúmulo de revistas, pero la mayoría eran de hace tiempo y sobre decoración de interiores. Luego mis ojos observaron una caja; dentro había varios DVD´s, la mayoría eran de dibujos de Disney.

-Ey, Peter, encontré algo – lo llamé al tiempo que él asomó su cabeza y caminó a mi lado
-Nada mal
-¿Cómo podemos aburrirnos cuando podemos ver una película sobre… Pescados?
-No te burles de “Encontrando a Nemo” – se burló Peter, quitándome el DVD – Es un clásico
-¿En serio es sobre pescados?
-Sí, pero de pescados divertidos y geniales
-¿Y esta? – alcé una copia de “La Bella y La Bestia” – se ve romántica
-Disney…..no lo creo – dijo Peter
-¿Por qué no?
-Porque si alguien se entera, no podré hacer que dejen de burlarse
-No diré nada – rogué y Peter sacudió su cabeza, rendido
-Las cosas que hago por ti – dijo, suspirando

Después de desayunar, colocamos el DVD. Me mantuve haciendo preguntas durante la películas mientras Peter se las ingeniaba para responder con su paciencia infinita.

-¿Cuántos años crees que tiene Bella?
-No lo sé, probablemente nuestra edad
-Creo que la Bestia es dulce, ¿tú no?
-¿Tengo que responder eso?
-¿Qué tiene de malo?
-Es que realmente son los sirvientes del príncipe lo que ponen el hechizo – Peter frunció el ceño – No puedo creer que sé eso – reí

Me entretuve con la película, pero apenas terminó, estaba ansiosa de nuevo. Empecé a dar vueltas por la habitación como un pájaro enjaulado.

-Desearía que mi vida fuese como una película de Disney – dije
-No te preocupes, lo es. ¿No has notado por todo lo que tienen que pasar los protagonistas para finalmente estar juntos?
-Eso es cierto – sonreí – Y siempre hay un final feliz, ¿verdad?
-La – me dijo Peter, mirándome fijamente – cuando esto termine, vamos a tener muchas aventuras. Lo prometo
-Eso espero

Una luz poderosa atravesó las cortinas.

-Peter, mira, está soleado afuera – dije
-Sí, claro
-Realmente necesito salir de aquí – insistí
-Lali, ya lo hemos conversado
-Sólo quiero caminar un rato. Es algo simple
-Excepto que nuestras vidas no son simples. Al menos, no ahora mismo
-Esto es ridículo. ¿No podemos salir por unos minutos?
-No creo que sea buena idea – dijo Peter, pero vi que también dudaba
-¿Quién va a vernos por ahí? – insistí
-Nadie supongo, pero ese no es el punto. Gastón y Rochi lo dijeron muy claro
-Iremos hasta aquí nomás y volveremos rápido – dije
-De acuerdo – Peter suspiró rendido, amaba verme feliz – pero si vamos a salir, necesitas cubrirte para asegurarnos que no vas a ser reconocida
-¿Por quién? – pregunté sarcásticamente - ¿Paparazi?
-Lali….
-¡De acuerdo! ¿Qué tienes en mente?

Peter no respondió pero salió de la habitación en busca de algo para cubrirme. Cuando regresó, tenía en su mano una chaqueta con capucha.

-Ponte esto. Y no te discutas

***

Finalmente salimos y caminamos alrededor de la casa, observando las flores y los árboles. Había un pequeño puente que llevaba a un lago. Inhalé profundamente, sintiendo mi cuerpo temblar al llenarse de energía. Caminamos cerca de las bancas que rodeaban el lago y corrimos con nuestras manos entrelazadas. El sol calentaba nuestros rostros y después de haber estado tanto tiempo encerrados, la luz era tan fuerte que nos hacía doler los ojos.

Parecía que éramos una pareja normal, yo no era un ángel y no éramos perseguidos por el Cielo mismo. Mirábamos alrededor como si fuese la primera vez que veíamos el mundo. Peter recogió un par de piedras para probar qué tan lejos podía lanzarlas contra el lago. No había pasado más de diez minutos cuando vi a Peter mirando su reloj. Noté que el sol se estaba alzando, dando paso al atardecer.

-Vamos, La. Mejor regresamos
-¿Tan rápido?
-Sí. Ya hemos estado afuera por mucho tiempo
-De acuerdo. Ahí voy

Aunque sabía que Peter me estaba esperando, me permití a mí misma por unos segundos más el disfrutar de los alrededores antes de regresar a nuestro encierro en la cabaña. ¿Quién sabía cuándo tendríamos la oportunidad de volver a ver la belleza de la naturaleza? Me volteé y caminé hacia dónde Peter estaba de pie. Él estiró su mano para ayudarme a subir un pequeño escalón de tierra.

-¿Crees que sería seguro que ya me quite la capucha? – pregunté divertida

Peter no respondió. Al principio pensé que no estaba de acuerdo con lo que había dicho, pero después vi que el color se esfumaba de su rostro y su mirada se estaba endureciendo.

-No te voltees – dijo
-¿Qué? ¿Por qué? – sostuve su mano con fuerza
-Hay algo al otro lado del lago
-¿Una persona? – susurré
-No lo creo

Me arrodillé, fingiendo que estaba buscando algo en el suelo. Cuando me enderecé volteé mi cabeza apenas para mirar de reojo. Sacudí mi cabeza, pensando que estaba alucinando. Había un caballo blanco al otro lado del lago.

-Un caballo blanco – murmuré
-¿Dónde? – Peter empezó a buscar pero no encontró nada

Peter no podía ver el caballo, porque había estado demasiado enfocado en la persona que lo cabalgaba. La figura estaba vestida como si fuera a un funeral. A pesar de que no tenía ojos, sentí que me estaba mirando directamente a mí. No había duda de que era uno de los Siete. Sabía que tenía que correr, pero no podía, estaba congelada.

El Siete nos miraba, con sus manos completamente blancas moviéndose a su costado. Luego, sin advertencia, empezó a acercarse a nosotros. Un momento antes estaba detrás del lago, ahora, se movía gentilmente hacia adelante, el peso de sus pies chocando con la superficie del lago.

-Lali, estoy soñando o él… - Peter se detuvo, tomando un par de pasos hacia atrás, llevándome con él
-No estás soñando – susurré – Está caminando sobre el agua

3 comentarios:

  1. por imbesiles les pasa eso, mariana por tarada, como se va poner en plan de pendeja a decir q quiere salir? ella mas q nadie sabe el peligro q corrian y peter un pelotudo q le sigue todos los caprichos, ahora q se jodan

    ResponderEliminar
  2. y ahora que hacemos?? Sabían que no debían salir!! Me encanta más!

    ResponderEliminar