Cuando María Elena se despertó a la mañana siguiente, yo la
estaba esperando con una taza de café y una tostada. Me sentí mal por haberla
asustado la noche anterior, aunque sabía que no lo recordaría. Se despertó con
un bostezo y enterró su cara en la almohada.
-¿Qué hora es?
-Cerca de las doce – respondí - ¿Cómo te sientes?
-Como si me hubiera atropellado un bus – respondió - ¿Qué
sucedió?
-Te pusiste enferma – mentí
-¿Estuve tomando? – ahí estaba, el alcohol sonaba como una
buena explicación
-Sí – dije – Eso creo
-Caray, me debo de haber puesto muy mal – dijo – No recuerdo
nada
Una vez que me aseguré que estaba a salvo para dejarla sola,
fui a buscar a Peter a su habitación. Sebastián abrió la puerta. Claudio estaba
en el sofá, leyendo un libro de biología.
-Ey, pequeña Talarico – bromeó Sebastián, sonriendo –
Bienvenida a la cueva de los hombres
-Gracias – sonreí y entré
La habitación era un desorden, lleno de cajas de pizza,
botellas y juego de consolas. Ningún mueble combinaba, y todas las cosas
estaban una encima de la otra.
-Todo este lugar huele a hombre – dije y Sebas rió
-¿Dices que esto huele mal?
-No. Sólo…a hombre
-Somos muy hombres – Claudio asintió – Tu hermano está en la
ducha, pero no mientras…estás aquí para vernos
-Me atrapaste – dije – No puedo mantenerme alejada
-Sí, claro – Sebastián me guiñó el ojo, haciéndome saber que
estaban bromeando - ¿Así que ya te enteraste que Tábano no quiso salir con
nosotros anoche? Creemos que tiene a una chica secreta en su vida
-Oh, no – dije, intentando verme seria – Ese chico necesita tener
prioridades
-Lo sé – Sebastián sacudió su cabeza – Sería mejor que
hables con él sobre ello
Asentí y me senté en el sofá, esperando a Peter. Unos
momentos después él salió de la ducha, su cabello mojado, y nada más que una
toalla alrededor de su cintura. Por un momento, su cuerpo me tomó por sorpresa
y tuve que apartar la mirada antes de que alguien lo notara.
-Ey – dijo Peter – Escuché tu voz
-Sería lindo si te cambiaras – dije
-Sí, hombre, ¿qué clase de espectáculo crees que estamos
dando aquí? – preguntó Sebastián
-Nada que no hayan visto antes – Peter se encogió de hombros
pero aún así se puso una camisa
Desapareció hacia su habitación para terminar de cambiarme.
Cuando volvió, me ofreció su mano y me jaló hacia arriba del sofá.
-Vamos, hermanita, te invitaré el almuerzo – dijo
Sabía que estaba buscando una excusa para sacarme de la
habitación así podíamos pasar tiempo, a solas. En la camioneta de Peter,
finalmente pude ser yo misma. Mientras encendía el auto, empezó a sonar una
música antigua y no pude evitar sonreír.
-¿Has visto lo que me ha hecho la universidad? – dijo Peter –
Inmediatamente salta una estación de radio de música antigua
-Siempre ha sido así – le dije – Acéptalo
-Sólo hay una vieja en este carro – bromeó
-Sabes, ellos creen que tienes una enamorada secreta – dije,
tomando su mano y jugando con sus dedos
-¿Quiénes, mis amigos? – preguntó - ¿A quién le importa? Se
demorarán un montón en averiguar quién es
-¿No tienes ganas de simplemente contarle a todos? – suspiré
– Sobre nosotros
-Sí. Especialmente desde que Sebastián le contó a todos
sobre mi hermanita malcriada
-¡No lo hizo! – no pude evitar reír
-Lo hizo. Todos quieren conocerte ahora – Peter sacudió su
cabeza – No sucederá
-Yo lo tengo peor que tú. Las chicas están obsesionadas
contigo
-Eso es ridículo. Ni siquiera me conocen
-Saben todo sobre ti. Facebook es una red poderosa
-Es una locura – rió
Mi celular vibró. Era un mensaje de Cande, queriendo saber
qué estaba haciendo.
-¿Puedes decirle que estamos estudiando? – gruñó Peter
-Ella dice que tiene noticias…
-Probablemente algo sobre las Kardashians – Peter rodó sus
ojos
Decidimos comprar el almuerzo y preocuparnos por Cande más
tarde.
-Esto es genial – dije – Amo estar en la universidad
-Sip
-¿Cuánto crees que durará?
-No importa. Lo que importa es que estamos juntos. Si dura
un año o sólo una semana más, al menos obtuvimos la experiencia. Y quién sabe,
tal vez volvamos algún día
-¿Qué hubieras hecho si no me hubieses conocido? – pregunté –
Quiero decir, ¿qué estarías haciendo?
-Sería Peter Lanzani, estudiante medicina…un completo
mujeriego
-¡Hablo en serio!
-¿Qué clase de pregunta es esa? Todo hubiese sido diferente
si no te hubiese conocido
-Sí, ¿pero, cómo? – insistí
-Bueno, para empezar, nunca hubiera visto tanto como ahora,
lo que quiere decir que no valoraría las cosas como lo hago ahora.
Probablemente aún estaría buscando a la chica correcta y estaría con un trabajo
rutinario, en un barrio bonito, con una bonita familia
-Eso no suena tan mal – murmuré
-Dije bonita. No extraordinario. Nunca sería como lo que
tenemos ahora
-Supongo que no
Peter estiró su mano y acarició la mía.
-¿Quieres saber cuál es la gran diferencia? – me preguntó,
suavemente – Aún estaría cuestionando mi fe, buscando el sentido al mundo. Pero
por ti, he visto el poder del Cielo, sé lo que pueden hacer los ángeles. Por
ti, el Infierno no es sólo un lugar como lo escuché en el colegio, es una
realidad. Por ti, sé que hay un Dios ahí arriba y está observando cada paso que
doy. Por ti, ahora creo que hay un Cielo y que un día iremos hasta ahí….juntos
-El lugar blanco – susurré – Sabes, cuando te miro, siento
esta presencia…como si Nuestro Padre tuviera planes especiales para ti
-Ya no siento que somos dos personas separadas – dijo Peter,
sonriendo – Es como si viviera dentro de ti y tú dentro de mí. Casi somos la
misma persona
-Así es como Nuestro Padre quería que el hombre y la mujer
viva y se ame
Cande llegó quince minutos después. Sentó al lado de Peter y
nos miró a los dos, sonriendo de oreja a oreja.
-¿Adivinen qué?
-¿Qué? – preguntó Peter
-Tengo noticias
-Somos todo oídos
-Grandes noticias – enfatizó – Noticias que cambiarán la
vida
-Vamos – reí – Sólo dinos
De pronto, Cande alzó su mano izquierda y la colocó en la
mesa. Era imposible no ver el anillo brillante en su dedo. Mi boca se abrió y
ella siguió sonriendo.
-Díganle hola a la futura Señora, Esposa de Gero
-Oh, Dios mío – dijo Peter
-¡Lo sé! – Cande se lanzó a través de la mesa e intentó
abrazarme - ¿No es increíble?
-Bueno…sí – dije, intentando sonar entusiasmada - ¿Pero,
estás segura de esto? Sólo tienes dieciocho
-Tú también, y te casaste con Peter – protestó Cande
-Sí pero….eso fue…supongo que tienes razón
No sabía cómo decirle que lo mío con Peter era un poco
diferente. Habíamos pasado por demasiadas cosas antes de tomar la decisión.
-Cande… - empezó Peter - ¿Estás segura? ¿Realmente conoces
bien a Gero?
-Suenas como mi padre
-¿Le has dicho?
-No, pero me imagino lo que dirá. Mis padres siempre
critican y se supone que mis AMIGOS deberían de estar felices – nos miró, con
ojos tristes
-¡Estamos felices por ti!
- dije, mirando a Peter – Simplemente nos tomaste por sorpresa, eso es
todo
-Bueno, Gero me tomó por sorpresa – dijo Cande – Va a ser
muy romántico. Ya verán. Gero y yo vamos a ser tan felices como ustedes dos
sigo sin creer en gero, para mi el tiene gato encerrado y la está utilizando a cande.
ResponderEliminarAmé las palabras de peter
Me suena raro ese gero!! Me encanta más
ResponderEliminarPeter es un amor!!