viernes, 26 de octubre de 2012

Heaven: Capítulo XIII

Aquí viene la novia

Cuando María Elena se despertó a la mañana siguiente, yo la estaba esperando con una taza de café y una tostada. Me sentí mal por haberla asustado la noche anterior, aunque sabía que no lo recordaría. Se despertó con un bostezo y enterró su cara en la almohada.

-¿Qué hora es?
-Cerca de las doce – respondí - ¿Cómo te sientes?
-Como si me hubiera atropellado un bus – respondió - ¿Qué sucedió?
-Te pusiste enferma – mentí
-¿Estuve tomando? – ahí estaba, el alcohol sonaba como una buena explicación
-Sí – dije – Eso creo
-Caray, me debo de haber puesto muy mal – dijo – No recuerdo nada

Una vez que me aseguré que estaba a salvo para dejarla sola, fui a buscar a Peter a su habitación. Sebastián abrió la puerta. Claudio estaba en el sofá, leyendo un libro de biología.

-Ey, pequeña Talarico – bromeó Sebastián, sonriendo – Bienvenida a la cueva de los hombres
-Gracias – sonreí y entré

La habitación era un desorden, lleno de cajas de pizza, botellas y juego de consolas. Ningún mueble combinaba, y todas las cosas estaban una encima de la otra.

-Todo este lugar huele a hombre – dije y Sebas rió
-¿Dices que esto huele mal?
-No. Sólo…a hombre
-Somos muy hombres – Claudio asintió – Tu hermano está en la ducha, pero no mientras…estás aquí para vernos
-Me atrapaste – dije – No puedo mantenerme alejada
-Sí, claro – Sebastián me guiñó el ojo, haciéndome saber que estaban bromeando - ¿Así que ya te enteraste que Tábano no quiso salir con nosotros anoche? Creemos que tiene a una chica secreta en su vida
-Oh, no – dije, intentando verme seria – Ese chico necesita tener prioridades
-Lo sé – Sebastián sacudió su cabeza – Sería mejor que hables con él sobre ello

Asentí y me senté en el sofá, esperando a Peter. Unos momentos después él salió de la ducha, su cabello mojado, y nada más que una toalla alrededor de su cintura. Por un momento, su cuerpo me tomó por sorpresa y tuve que apartar la mirada antes de que alguien lo notara.

-Ey – dijo Peter – Escuché tu voz
-Sería lindo si te cambiaras – dije
-Sí, hombre, ¿qué clase de espectáculo crees que estamos dando aquí? – preguntó Sebastián
-Nada que no hayan visto antes – Peter se encogió de hombros pero aún así se puso una camisa

Desapareció hacia su habitación para terminar de cambiarme. Cuando volvió, me ofreció su mano y me jaló hacia arriba del sofá.

-Vamos, hermanita, te invitaré el almuerzo – dijo

Sabía que estaba buscando una excusa para sacarme de la habitación así podíamos pasar tiempo, a solas. En la camioneta de Peter, finalmente pude ser yo misma. Mientras encendía el auto, empezó a sonar una música antigua y no pude evitar sonreír.

-¿Has visto lo que me ha hecho la universidad? – dijo Peter – Inmediatamente salta una estación de radio de música antigua
-Siempre ha sido así – le dije – Acéptalo
-Sólo hay una vieja en este carro – bromeó
-Sabes, ellos creen que tienes una enamorada secreta – dije, tomando su mano y jugando con sus dedos
-¿Quiénes, mis amigos? – preguntó - ¿A quién le importa? Se demorarán un montón en averiguar quién es
-¿No tienes ganas de simplemente contarle a todos? – suspiré – Sobre nosotros
-Sí. Especialmente desde que Sebastián le contó a todos sobre mi hermanita malcriada
-¡No lo hizo! – no pude evitar reír
-Lo hizo. Todos quieren conocerte ahora – Peter sacudió su cabeza – No sucederá
-Yo lo tengo peor que tú. Las chicas están obsesionadas contigo
-Eso es ridículo. Ni siquiera me conocen
-Saben todo sobre ti. Facebook es una red poderosa
-Es una locura – rió

Mi celular vibró. Era un mensaje de Cande, queriendo saber qué estaba haciendo.

-¿Puedes decirle que estamos estudiando? – gruñó Peter
-Ella dice que tiene noticias…
-Probablemente algo sobre las Kardashians – Peter rodó sus ojos

Decidimos comprar el almuerzo y preocuparnos por Cande más tarde.

-Esto es genial – dije – Amo estar en la universidad
-Sip
-¿Cuánto crees que durará?
-No importa. Lo que importa es que estamos juntos. Si dura un año o sólo una semana más, al menos obtuvimos la experiencia. Y quién sabe, tal vez volvamos algún día
-¿Qué hubieras hecho si no me hubieses conocido? – pregunté – Quiero decir, ¿qué estarías haciendo?
-Sería Peter Lanzani, estudiante medicina…un completo mujeriego
-¡Hablo en serio!
-¿Qué clase de pregunta es esa? Todo hubiese sido diferente si no te hubiese conocido
-Sí, ¿pero, cómo? – insistí
-Bueno, para empezar, nunca hubiera visto tanto como ahora, lo que quiere decir que no valoraría las cosas como lo hago ahora. Probablemente aún estaría buscando a la chica correcta y estaría con un trabajo rutinario, en un barrio bonito, con una bonita familia
-Eso no suena tan mal – murmuré
-Dije bonita. No extraordinario. Nunca sería como lo que tenemos ahora
-Supongo que no

Peter estiró su mano y acarició la mía.

-¿Quieres saber cuál es la gran diferencia? – me preguntó, suavemente – Aún estaría cuestionando mi fe, buscando el sentido al mundo. Pero por ti, he visto el poder del Cielo, sé lo que pueden hacer los ángeles. Por ti, el Infierno no es sólo un lugar como lo escuché en el colegio, es una realidad. Por ti, sé que hay un Dios ahí arriba y está observando cada paso que doy. Por ti, ahora creo que hay un Cielo y que un día iremos hasta ahí….juntos
-El lugar blanco – susurré – Sabes, cuando te miro, siento esta presencia…como si Nuestro Padre tuviera planes especiales para ti
-Ya no siento que somos dos personas separadas – dijo Peter, sonriendo – Es como si viviera dentro de ti y tú dentro de mí. Casi somos la misma persona
-Así es como Nuestro Padre quería que el hombre y la mujer viva y se ame

Cande llegó quince minutos después. Sentó al lado de Peter y nos miró a los dos, sonriendo de oreja a oreja.

-¿Adivinen qué?
-¿Qué? – preguntó Peter
-Tengo noticias
-Somos todo oídos
-Grandes noticias – enfatizó – Noticias que cambiarán la vida
-Vamos – reí – Sólo dinos

De pronto, Cande alzó su mano izquierda y la colocó en la mesa. Era imposible no ver el anillo brillante en su dedo. Mi boca se abrió y ella siguió sonriendo.

-Díganle hola a la futura Señora, Esposa de Gero
-Oh, Dios mío – dijo Peter
-¡Lo sé! – Cande se lanzó a través de la mesa e intentó abrazarme - ¿No es increíble?
-Bueno…sí – dije, intentando sonar entusiasmada - ¿Pero, estás segura de esto? Sólo tienes dieciocho
-Tú también, y te casaste con Peter – protestó Cande
-Sí pero….eso fue…supongo que tienes razón

No sabía cómo decirle que lo mío con Peter era un poco diferente. Habíamos pasado por demasiadas cosas antes de tomar la decisión.

-Cande… - empezó Peter - ¿Estás segura? ¿Realmente conoces bien a Gero?
-Suenas como mi padre
-¿Le has dicho?
-No, pero me imagino lo que dirá. Mis padres siempre critican y se supone que mis AMIGOS deberían de estar felices – nos miró, con ojos tristes
-¡Estamos felices por ti!  - dije, mirando a Peter – Simplemente nos tomaste por sorpresa, eso es todo
-Bueno, Gero me tomó por sorpresa – dijo Cande – Va a ser muy romántico. Ya verán. Gero y yo vamos a ser tan felices como ustedes dos

2 comentarios:

  1. sigo sin creer en gero, para mi el tiene gato encerrado y la está utilizando a cande.

    Amé las palabras de peter

    ResponderEliminar
  2. Me suena raro ese gero!! Me encanta más
    Peter es un amor!!

    ResponderEliminar