jueves, 25 de octubre de 2012

Heaven: Capítulo XII (Parte 2)

Un gemido rompió la magia. Me aparté y vi a María Elena en la puerta, ambas manos sobre su boca, ante la sorpresa. Salté y me alejé aún más, pero ella ya había visto todo.

-Puedo explicar – dije

No pude pensar en nada más. Encima era una mentira porque no podía explicarlo.

-No puedo creerlo – dijo, alejándose de nosotros como si fuéramos la peste - ¡Esto es asqueroso!
-María Elena, por favor escucha… - Peter se puso de pie y alzó sus manos en súplica
-¡Están enfermos! – lo interrumpió – Ella es tu hermana. ¿Cómo pudiste hacer eso?
-Ella no es mi hermana – Peter intentó hacerla entender – Ella es mi esposa
-¡Se casaron! – María Elena colocó su mano en su pecho, como si estuviera teniendo un ataque al corazón - ¿Por eso es que nunca me respondías los mensajes ni mis señales. ¡Pensé que estaba siendo muy suave contigo!
-¿Muy suave? – Peter preguntó, empezando a enojarse - ¡Eras demasiado desesperante!
-Bueno, siento no poder competir con tu hermana
-Cállate por un segundo – solté, exasperada – No hemos hecho nada malo
-Qué mal piensas – dijo María Elena – ¡Pero está comunidad no está de acuerdo!
-Él y yo no estamos relacionados – dije – Ambos hemos estado mintiendo, a todos
-Mira – dijo María Elena – Entiendo que crean que está bien, pero eso es porque no están bien de la cabeza. Tengo que contarle esto a alguien…por su propio bien. Me agradecerán después
-María Elena, ¡espera! – chilló Peter, pero ella ya estaba yéndose

Peter presionó su rostro contra sus manos, pero yo ya estaba casi por la puerta, dispuesta a llegar hasta mi compañera de cuarto.

-Tenemos que ir detrás de ella – dije, regresando e intentando levantarlo
-¿Por qué? – preguntó Peter, mirándome con su mente en blanco – Ella nunca nos escuchará
-Peter, piensa en ello – dije – Ella es María Elena, estamos halando de….ella le va a contar A TODOS
-Déjala – se encogió de hombros – Ella no tiene pruebas. Es su palabra contra la nuestra
-No importa – tomé su mano – Nadie puede ignorar una acusación como aquella. Incluso si lo negamos, atraerá a mucha atención. Hemos pasado todo nuestro tiempo aquí sin ser notados. Si dejamos que María Elena…
-Nos encontrarán – terminó la frase
-¡Exacto! – sacudí su mano – Vamos

Empezamos a correr tan rápido que casi ya no sentía mis pies. No podía dejar que nadie nos ponga en peligro, especialmente no alguien que no sabía nada de nuestra verdadera historia, como María Elena. Finalmente, dejé atrás a Peter, y alcancé a María Elena. La agarré de los hombros y ella chilló.

-¡Déjame en paz!
-¡No! – la volteé para que se enfrentara a mí – No hasta que me escuches
-¡Ayuda! – gritó - ¡Necesito ayuda!

Algo dentro de mí me golpeó. No iba a permitir que esto sucediera. Apunté un dedo hacia la boca de María Elena y un segundo después una línea de piel empezó a formarse entre sus labios, sellándolos. Sus ojos se ampliaron y ella empezó a tocar sus labios, antes de darse cuenta de lo doloroso que sería intentar abrirlos. Tembló y me miró con ojos aterradores. Sentí una energía extraña en mi cuerpo, deslizándose por mis extremidades. En poco tiempo, coloqué mi mano en la cabeza de María Elena. Ella se arrodilló ante mí. Podía sentir sus pensamientos y memorias desapareciendo ante mi toque. Cuando cerré mis ojos, los vi, los podía tocar. Hasta que encontré el que quería borrar. Me aseguré de eliminarlo. Luego, la solté y quité el sello de sus labios, al tiempo que Peter llegaba, corriendo.

-¡Ey! – dije, cuando María Elena cayó al suelo - ¿Estás bien?

Se puso de pie, temblando, completamente desorientada.

-¿Cómo llegué aquí? – preguntó – Estaba en la habitación. Pensé que esta mañana

Peter me miró preocupado y lo ignoré, tocando la frente de María Elena.

-Creo que te has enfermado con algo. Mejor volvemos a la habitación
-¿Qué están haciendo aquí? – preguntó, aún confundida
-Estábamos caminando y te encontramos – dije – No deberías caminar sola a estas horas de la noche
-Pero yo no estaba…

Peter tocó su hombro, lo que la distrajo de su anterior pensamiento.

-Vamos – dijo él – Vamos a casa. Estoy seguro que te sentirás mejor por la mañana
-No me siento bien – dijo maría Elena
-Lo sé – dijo Peter – Agus tiene razón, probablemente te has enfermado. Mañana te llevaremos a la enfermería a primera hora
-De acuerdo. Gracias

2 comentarios:

  1. Gracias a DIOS TIENE ESE DON , PORQ SI NO HUBIERAMOS CAGADO. ajjajajaja pendeja del orto no la tolero mucho q digamos

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  2. Casi casi se nos va todo a la mierda... cuanto más podrán aguantar??? Más! me encana

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