Volamos por lo que parecieron
horas. Nadie hablaba o mostraba alguna señal de disminuir la velocidad. Justo
cuando pensé que estaba muy exhausta para seguir, el aire espeso empezó a
aclararse lo suficiente para ver más allá. Las escaleras eran transparentes y
subimos rápidamente.
Cuando llegamos a lo más alto, vi
que estábamos de pie en medio de un anfiteatro de vidrio que estaba suspendido
en el espacio. ¿Los otros ángeles sabían de esto? Me sentía clandestina, como
si fuera un tesoro escondido que sólo uno grupo seleccionado pudiese encontrar.
José estaba de pie, cerca a nosotros, su presencia reflejaba autoridad.
-Arrodíllate dónde estás –
instruyó José – No tenemos mucho tiempo
Obedecí sin pensarlo dos veces. Me
arrodillé y cubrí mi rostro con ambas manos. La esencia de la lluvia cayendo en
el jardín, me llenó. Era el olor de mis alas. Les dije adiós en mi corazón y
dije en voz alta las palabras que estaban en mi mente.
-Padre, perdóname
Necesitaba estar en paz con él. Lo
amaba tanto y aún así estaba renunciando a una vida eterna en Su Reino. Había
sido desobediente y había fallado en su tarea que Él me había encomendado. ¿O
no? Tal vez todo esto formaba parte de mi destino, tal vez estaba destinada a
llegar aquí. Confiaba en él infinitamente y en lo profundo de mi corazón sabía
que Él no me haría daño. En ese momento, en lugar de sentir la furia de Dios,
como esperaba, sentí piedad y amor a mí alrededor. No sería rechazada por lo
que estaba por hacer. Mi Padre no me deshonraría. A pesar de toda mi terquedad,
no le había dado la espalda. Aún lo amaba con todo mi corazón y quería
servirlo.
De pronto, ya no me sentía como
una parte del Cielo, sino como una hija de Dios, como todos los demás.
-Ayuda si cierras los ojos –
escuché la voz del ángel – No esperes sentir dolor. No hay dolor en el Cielo.
Eso vendrá después
Me sentí aliviada. Al menos Peter
estaría ahí para ayudarme como siempre. Tenía que creer que podía regresar a
él. Sólo recé para no ser quemada o cambiada y no ser reconocida.
Temblé cuando José alzó mi cabello
y lo colocó en un hombro, dejando mis alas expuestas. Colocó su mano encima de
mi cabeza y agachó la suya. Ante su toque, apareció una visión. Ahí vi a Peter.
Estaba usando una chaqueta, con unas botas. Su rostro se veía diferente pero no
podía saber por qué. Se veía mayor, su mentón derecho y una mirada ausente en
sus ojos verdes. Se veía cansado y completamente derrotado. Su rostro aún
estaba lleno de belleza, pero estaba mezclado con el dolor, en lugar de la
carisma juvenil que recordaba. Su cara reflejaba el hombre en el que estaba
destinado a convertirse…el hombre que ya era. ¿Cuánto tiempo había pasado? Un
año, tal vez más. En el Cielo, el tiempo no existía como en la tierra. No podía
saberlo. Él aún usaba su anillo de bodas.
Había tormenta y Peter estaba de
pie, en medio de esta, completamente mojado. Miraba hacia abajo hacia el océano
desde una gran altura. Temblé ante lo que lo rodeaba y reconocí el paisaje familiar
de la playa. Él estaba en el mismo lugar donde yo me había puesto cuando le conté la verdad. La
expresión en su rostro me decía que a él ya no le importaba lo que le
sucediese. Se estaba inclinando hacia adelante, la lluvia golpeando contra él
como pequeñas flechas.
Insertó su mano dentro de su
bolsillo y la sacó hecha un puño. De algún modo sabía lo que estaba adentro
antes de que abra su mano. Una pluma perfectamente blanca estaba en su palma.
Era la pluma que yo le había dejado en su auto después de nuestra primera cita,
la que él había mantenido como posesión todo este tiempo. Deseaba que la
regresara a su bolsillo, era todo lo que él tenía de mí. En lugar de eso,
estiró su mano y la soltó. Peter la siguió con sus ojos, avanzando.
Me quedé sin aliento cuando Peter
se volvió completamente borroso. Luego de mi cuenta que era porque una masa de
nubes había nublado la visión. Cuando apareció de nuevo, vi que había cambiado
de posición. Ahora estaba de pie en la esquina del precipicio. Mi pecho se retorció
con pánico. ¡No podía saltar!
-No lo hagas – susurré – Espérame
– luego miré a José, rogando – Hazlo, ahora
-Hay una última cosa antes de que
te vayas – habló rápidamente – Debes jurar. En caso de que te despiertes siendo
humana, harás todo lo que esté en tu poder para contribuir a la ayuda de la
humanidad y a la gloria de Dios
-Por supuesto – chillé - ¡Lo juro!
Lo juro por la vida de Peter. ¡Hazlo ahora!
solo falta q ella se vuelva humana y el se mate y vaya al cielo. jajajajajajaj ahi si cagamos
ResponderEliminarnooooooo, pa dios, que ternurita peteeeeeeeeeeer , me mori--------- literal-------
ResponderEliminarmika