Las cosas estaban completamente
mal en el momento en que regresé. Aunque nunca había esperado un regreso feliz,
nunca me había dado cuenta lo que sentiría con este exilio.
Cuando finalmente abrí mis ojos,
estaba dentro de las rejas del Cielo. Podía ver a los otros ángeles a mi
alrededor, apareciendo como globos de luz, volando de un lado al otro mientras
guiaban a las almas y pasaban mensajes a través de cadenas de comunicación en
el Reino. Todos parecían tener un propósito, excepto yo. El único lugar a donde
quería estar era en la Tierra.
-Mariana – dijo una voz,
finalmente – Ahí estás. Bienvenida a casa
Alcé la mirada y vi a una mujer de
pie, frente a mí. Llevaba unos lentes y el cabello bien peinado.
-¿Quién eres? – pregunté
-Soy Eva – dijo la mujer, sacando
un cuaderno de notas – Ven conmigo
La seguí porque no tenía otra
opción. Nos dirigimos hacia una oficina. De pronto, me vi sentada en un asiento
cálido, encima de una alfombra blanca. Eva estaba en frente de mí, en una silla
marrón, inspeccionándome.
-Así que… - empezó, sonriendo
-Así que… - repetí
-Han pasado varias cosas
interesantes, ¿verdad? – Dime, ¿cómo te sientes ahora?
-¿Es una pregunta con truco? –
pregunté - ¿Cómo crees que me siento?
-Veo – Eva sonrió de nuevo y
escribió un par de notas – Bueno, creo que tenemos un par de asuntos por
conversar
-Quiero irme a casa – dije
-No seas tonta. Estás en casa
-¿Quién eres? – pregunté de nuevo
– ¿Por qué estoy aquí, hablándote? Si vas a exiliarme, hazlo de una vez
-¿Exiliarte? – repitió,
escribiendo su cuaderno – Nadie va a ser exiliado hoy día. Estoy aquí para
ayudarte
-¿En serio? ¿Y exactamente cómo lo
vas a hacer?
-A través de tus sesiones –
replicó Eva
-¿Dijiste sesiones? – pregunté -
¿Vamos a hacer esto regularmente?
-Oh, sí, todos los días. Piensa en
mí como tu mentora
-¿Estás loca, verdad? – pregunté,
con enojo
Estaba claro que no sabían qué
hacer conmigo. Era la primera vez que sucedía algo así y no tenían experiencia.
Así que había decidido colocar a Eva, quién se estaba volviendo más irritante
con cada minuto que pasaba. Nuestra conversación continuó, ella haciendo
preguntas y yo respondiéndolas ya que ella no respondía ninguna de mis
preguntas. Mientras que iba apuntando todo en su cuaderno. Después de lo que
parecieron horas, finalmente me dejó en paz y dijo que al día siguiente
tendríamos otra sesión.
Así que así pasó el tiempo. Lento,
aburrido. El estar en el cielo no me dejaba hacer nada. No podía sentir, ni
comer, ni dormir. El único propósito de un ángel en el Cielo era servir al
Reino y ayudar a las almas, pero yo ya no pertenecía aquí y no tenía ningún
trabajo qué hacer. Sólo me quedaba dar vueltas a mi cabeza, pensar en le
Tierra, pensar en Peter, en su piel, en su toque, en su olor. En el sabor de la
Tierra, las risas de la gente, el color del cielo.
-Me pregunto si Peter ha podido
volver a ver a sus padres – dije una vez en una sesión con Eva
-No tiene sentido discutir tu
tiempo en la tierra – dijo Eva – Todo está en el pasado ahora
La miré, sentada con su belleza al
estilo antiguo. Para darle algo de crédito, ella siempre tenía una respuesta
para todo. Pero había algo en ella que no me hacía confiar. No creía que
estuviera de mi lado y no me gustaban sus ojos. Ella estaba del lado del orden
y yo representaba el caos en su vida.
-Tus memorias no te dejan avanzar.
Debes dejarlas ir
-Cállate – le dije y ella escribió
algo en su cuaderno – Casi estoy pensando que el Infierno era mejor
-¿Qué dijiste?
-Dije que creo que extraño el
Infierno. Al menos ahí había algo qué hacer
-No creo que sepas lo que estás
diciendo
-No creo que sepas lo aburrida que
eres
-No es aburrido estar en paz – me
informó Eva – Ser un ente con una energía cósmica que es más grande que
cualquier cosa que puedas entender
-Como sea – murmuré – No quiero ser
parte de esto
-¿Quién te está dando una
oportunidad? A veces deber confiar en los demás para saber qué es lo mejor para
ti. Estamos intentando ayudar.
-¿Por qué aún tengo un cuerpo? –
pregunté - ¿Y por qué tú lo tienes? Así no es como recordaba el Cielo
-Estamos haciendo alianzas.
Intentando hacer que regreses aquí lentamente. Pensamos que darte un cuerpo por
años y luego tomarlo podía generar un daño
-Qué considerada – dije - ¿Estás
casada? – Eva frunció el ceño
-Claro que no. No nos permiten
casarnos. Ya lo sabes.
-No puedes tenerme aquí para
siempre – dije – Voy a encontrar la manera de salir de aquí
Eva se acercó a mí y cuando me
tocó algo raro sucedió. Al tomar contacto con mi piel, luces azules parecieron
volar y las puntas de su cabello temblaron. Hizo un sonido extraño y se alejó.
Antes de que pueda decir nada en mi defensa, dos hombres, que se veían como
guardaespaldas, me aplastaron contra sus brazos musculosos. Segundos después,
me encontré a mí misma sola y aprisionada en una habitación blanca.
No había nada qué hacer más que
recostarme en el suelo y esperar. La blancura se sentía con un peso físico,
sofocándome. Así no era el Cielo que recordaba. Yo recordaba pirámides de
colores, espacio, libertad, y la sensación que la tierra, cielo y agua
sincronizaban perfectamente. Pero ahora solo sentía como si alguien me hubiese
metido dentro de una caja muy pequeña.
-Bueno, esperemos que con esto
recapacites
-No tengo que recapacitar nada.
¿Por qué no te vas?
-Bien. Regresaré pronto
-Ahórrate la venida – repliqué
Escuché los zapatos de Eva golpear
contra el suelo afuera, mientras se alejaba. De pronto, se detuvo.
-¿Qué estás haciendo aquí? – su
voz demandaba contra un impostor que no podía ver – Se supone que no deberías
de estar aquí
-¿Dónde está?
La voz pertenecía a mi hermano,
Gastón.
me meto a eva por el orto, q mina insoportable. ajajajaj
ResponderEliminaraaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaai que gaston intente sacarla, que hdp eva, quiero noticias de peteeeeeer
ResponderEliminar@mikamilone
Vamos gaston ,yo confió en el!!!! Esta en el cielo realmente??' Más! me encanta!
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