domingo, 4 de noviembre de 2012

Heaven: Capitulo XXI

Todos lo lograremos

Una vez que Peter se recuperó, las cosas empezaron a regresar un poquito a la normalidad, aunque no del todo. Gas aún andaba un poco callado y actuaba de manera extraña, y lo entendía, acababa de pasar por algo demasiado fuerte. Nicolás nos acompañó en la cena y disfrutamos de su compañía, de alguna manera hacía que todo se viera más ligero, que dejemos por un momento los problemas a un lado. Gracias a él, Rochi rió y sonrió, y Peter lo acompañó a ver un partido de fútbol, donde pudo relajarse. Finalmente, lo acompañamos hasta su auto y nos despedimos de él, deseaba que se quedara o volverlo a ver, traía nada más que alegría.

Exhaustos, Peter y yo decidimos irnos a la cama matrimonial. Después de tomar una larga ducha donde me dediqué a jabonarme bien y a relajarme, salí a la habitación. Peter ya estaba durmiendo, el cansancio se notaba en su rostro. Se movió apenas cuando entré a la cama y luego se despertó para ayudarme a taparme con las sábanas.

-Hueles bien – dijo, presionando su boca contra mi cuello, inhalando profundamente

Yo reí ante el cosquilleo de su boca en mi piel.

-Tú no
-Qué ruda – dijo, riendo – Pero probablemente sea cierto

Salió de la cama.

-Mi turno en la ducha. No te vayas a ningún lado.

Se quitó la ropa y la lanzó en la ropa sucia antes de desaparecer en el baño. Yo me metí aún más dentro de las sábanas y las enredé entre mis dedos de los pies. Enterré mi rostro en la almohada limpia que olía a bebé. Casi inmediatamente, mi cuerpo estaba listo para rendirse a la fatiga. Estaba aguantando el sueño, intentando mantener mis ojos abiertos cuando Peter salió del baño usando sólo una toalla anudada a su cintura. Cada vez que veía su forma física, me elevaba por completo. Gotas de agua aún se veían en sus hombros y la luz que venía por detrás dejaba un brillo azul en su piel. Era tan bien proporcionado que me recordaba a una estatua de un museo.

-Eso fue rápido – dije, intentado no quedarme mirando
-Aprendes a no demorarte en el baño cuando tienes hermanas – su sonrisa se desvaneció
-Las extrañas, ¿verdad?
-Más de lo que pensé – dijo – Pero sobre todo odio que ellas se estén preocupando por mí.
-Podrás recompensarlas – prometí – Cuando todo esto acabe
-¿Realmente crees que acabará? – preguntó Peter, distante
-Sí – dije – Esto no va a durar para siempre. Te lo prometo
-Ey – dijo Peter, de pronto mirándose – Acabo de darme cuenta que no tengo ropa limpia

Alcé la sábana a su lado, en la cama. Ahora no era el momento de tener una discusión pesada, ya habíamos tenido suficiente de eso. Ahora era momento de amar a mi esposo.

-No la necesitas – dije
-¿En serio? – su boca se torció en una sonrisa - ¿Esa puerta tiene cerradura?
-¿Te importa? – lo desafié

Peter alzó una ceja, pero soltó su toalla y se deslizó a mi lado en la cama. Sentí su presencia envolverme, su piel aún caliente por el agua. Sus labios eran respetuosos mientras me besaba lentamente, para luego deslizar su boca desde mi mentón hasta mi cuello.

Yo tracé las heridas de su cuerpo y lo abracé fuertemente, mis dedos insertándose en su carne cálida. La memoria de él amarrado en la cama vino a mi mente, la manera en que sus ojos verde se habían llenado con una crueldad que no era de él. Sentí mi boca secarse ante el pensamiento.

-¿Estás bien? – murmuró sobre mi pecho
-Sí – mordí mi labio e intenté quitar el pensamiento

Peter sintió mi tensión y alzó la mirada.

-¿Estás segura que no estás cansada para esto?
-¿Yo? – sonreí – Creo que yo debería hacer esa pregunta
-De hecho yo estoy bien – dijo – Sólo que no puedo quitar la idea de que mi cuerpo está siendo controlado por alguien más
-Bueno, lo estuvo – dije, dejando que mis dedos acaricien su pecho – Pero ya se han ido. Ahora solo somos tú y yo

Peter me alzó fácilmente y terminé encima de él. La firmeza de su cuerpo debajo de mí se sintió como un puerto seguro.

-¿Quieres escuchar algo gracioso? – me preguntó mientras yo enterré mi rostro en su cuello – Lo que sucedió ahora fue realmente difícil, una de las cosas más difíciles que he hecho. Lucifer estaba dentro de mí. E incluso después que se fue, sentí que había dejado una marca, en mi alma

-Eso no es gracioso – le dije
-Espera, no me dejaste terminar. Cada vez que me tocas se siente como si me estuvieras limpiando, limpiando la oscuridad. Estás curando mi cuerpo con el tuyo y renovando mi alma con la tuya
-Yo no tengo un alma – murmuré
-Sí, si la tienes – insistió Peter, cogiendo mi mentón – Tal vez no es la misma que la mía, pero está ahí. Tienes mucha luz, la siento cada vez que te miro. Es la manera en que Dios te hizo.
-¿Sabes qué creo? – dije – Creo que todo por lo que hemos pasado hasta ahora se siente como una maldición, pero es una bendición. Nuestro Padre nos ha colocado en este camino porque Él quiere que nos lleve a algún lugar…algún  lugar increíble. Y, Él nos ha equipado con todo lo que necesitamos para el viaje….el uno al otro

Peter me miró por un momento, luego sus labios chocaron contra los míos. Esta vez su beso fue más largo y profundo. Sentí como pequeños fuegos que aparecieron de la nada dentro de mí y se expandían por todo mi cuerpo. Esta vez nuestro encuentro era diferente desde nuestra última vez en el bosque. El humor era más relajado, menos urgente. No había ningún miedo a descubrir, y más tiempo para explorar. Así era cómo había imaginado la facilidad de la intimidad en el matrimonio. Me sentía segura y protegida y caliente de pies a cabeza.

***

El sol de la mañana que se insertaba a través de la ventana, me despertó. Salí de la cama, intentando no molestar a Peter, quién estaba encorvado y dormido. Quería que durmiese lo más que pudiese antes de tener que enfrentar los nuevos retos que traería el día.

Me envolví dentro de una bata rosada y troté hacia la cocina, donde encontré a Rochi preparando el desayuno.

-Espero que tengas hambre – dijo ella
-Huele rico – dije
-¿Dónde está Peter? ¿Aún duerme?
-Sí. ¿Dónde está Gastón?

Rochi se encogió de hombros.

-Ya no estaba cuando me desperté esta mañana
-¿Cómo le va? – pregunté, incómoda
-No lo sé – dijo Rochi – No habla sobre ello
-De acuerdo – dije – Supongo que necesita tiempo

De regreso a la habitación, las sábanas habían sido levantadas, diciéndome que Peter ya se había levantado. Lo encontré en el estudio. Estaba sentando en una mesa, mirando un grupo de libros. Cuando abrí la puerta y sintió mi presencia, alzó la mirada.

-Buenos días
-¿Te molesto? – pregunté
-Claro que no, entra

Caminé hacia él, recosté mi cabeza en su hombro y miré lo que estaba en sus manos. Un libro sobre la Anatomía Humana.

-¿Sabías cuántos huesos conforman un pie? – preguntó
-¿Cuántos?
-Veinte y Seis. Increíble cuando te detienes a pensar en ello
-Sí, lo es. Eh…¿estás bien?
-Lo estoy – Peter sonrió – Es sólo que me quedé pensando en lo que dijo Nicolás, eso es todo
-¿Qué dijo?
-Que la medicina era lo mío. Y creo que tiene razón, es mi manera de hacer una contribución. Cuando todo esto se termine, quiero regresar a la universidad. Quiero ser un doctor.
-Siempre has querido eso.
-No – sacudió su cabeza – Antes eran mis padres escogiendo por mí. Ahora, se siente bien
-Bien – dije – Porque vas a ser un gran doctor
-Algún día

4 comentarios: