martes, 6 de noviembre de 2012

Heaven: Capítulo XXII

Habla ahora o nunca

Decidimos no regresar a la universidad por un par de días. Peter necesitaba tiempo para recuperarse físicamente y yo estaba emocionalmente drenada. Nos mantuvimos escondidos en la casa, mayormente durmiendo o simplemente dando vueltas para comer e interactuar brevemente con mis hermanos. Gastón se mantenía encerrado en su habitación y casi ni nos hablaba. Todas las noches rezaba por él y agradecía a Dios por haber devuelto a Peter a la vida.

Me recosté al costado de Peter, enrollándome contra su cálida camisa y sintiendo su cabello suave chocar contra mi nariz.

-Lo siento – le dije por milésima vez desde que nos habíamos despertado
-Lali, por favor – rodó y enfocó su mirada en el techo – No fue tu culpa. Yo soy el que debería pedirte perdón por haberme visto así
-No eras tú – repliqué – Nada de ello
-Pero lo dejé entrar en mí
-Estabas muerto. Él invadió tu cuerpo, no pudiste evitarlo
-Es tan raro pensar que estuve muerto – murmuró Peter – Desearía poder decir que vi una luz brillante o algo, pero todo lo que veía eras tú
-¿Yo?
-Sí – asintió – Simplemente, diferentes variaciones de ti: tú en el patio, tú y Rocco durmiendo en el sofá, tú y tú vestido en la noche de graduación. Como si supuestamente debería de estar viendo el Cielo, pero todo lo que quería ver era tu rostro. Supongo que mi Cielo eres tú
-Estaba tan asustada – recosté mi mejilla contra la almohada para enfrentarlo – Pensar que ibas a morir. Me hizo darme cuenta que a dónde tu vayas, yo iré

Las esquinas de la boca de Peter se curvaron en una sonrisa.

-¿Sabes algo? El Cielo debe de estar tan enojado con nosotros….deberíamos de haber muerto una y otra vez. Pero, aún estamos aquí. ¿Sabes qué significa eso?
-¿Qué somos como los gatos? – pregunté – Tenemos nueve vidas
-Tal vez – rió – Pero creo que significa que alguien está protegiéndonos
-Eso espero – dije – Me gustaría creer eso

Cuando mi celular sonó por quinta vez, suspiré y salí de la cama para verificarlo. No era sorpresa el ver que era una llamada perdida de Cande. Llamé a mi hermana, que estaba en la habitación de al lado, y ella asomó su cabeza por la puerta.

-¿Qué se supone que debo de hacer con Cande? – pregunté – Se está volviendo loca
-Déjala venir – dijo Rochi – Hacerla callar y bloquearla usualmente hace más daño que bien

Eso era cierto. Cande odiaba ser ignorada o excluida si se preocupaba. Era capaz de colocar posters con nuestras fotos por toda la universidad, buscándonos. Peter escondió su cabeza debajo de las sábanas.

-No seas así – lo regañé – Ella es nuestra amiga. Deberíamos estar emocionados por verla
-Wuuuu – bromeó

Cuando Cande llegó, se veía más calmada de lo usual, menos hiperactiva y emocionada.

-He estado preocupada – dijo, sentándose en la silla de la cocina mientras Rochi hacia té con galletas - ¿Todo está bien?
-No – dije – Pero lo estará. Estamos trabajando en ello

Cande asintió y miró sus manos.

-¿Hay algo que pueda hacer?
-Ten una galleta – le dije
-Lali, hablo en serio
-Apreciamos tu ayuda – dijo Rochi – Pero realmente hay cosas en las que no nos puedes ayudar. La situación ya está lo suficientemente confusa ahora
-¿Confusa? ¿Cómo?
-Prefiero no discutirlo – dijo Rochi – Desearía implicarte
-Pero todos van a estar bien, ‘verdad? – Cande miró hacia Peter – Él no se ve tan sexy como siempre. Y, sin ofender, Lali, tú tampoco
-Van a estar bien – dijo Rochi – Sólo están cansados

Mientras menos sepa Cande, más segura estaría. No queríamos más sangre en nuestras manos.

-No te preocupes – le mostré mi sonrisa más convincente – Regresaremos a la normalidad en poco tiempo
-De acuerdo – dijo Cande – No quiero que las cosas empeoren
-Así que cuéntanos sobre Gero – dije, intentando cambiar de tema
-Él es tan genial – dijo, suspirando – Sólo quiero contarles a todos, pero por supuesto que no puedo
-¿Por qué? – preguntó Peter
-Bueno, no puedo decirles a las personas que no están invitadas a mi boda. Gero no quiere invitar a nadie fuera de la congregación
-¿No se supone que Gero es Cristiano? – pregunté
-Sí – dijo Cande – Algo así. Su familia construyó su propia Iglesia. A ellos no les gusta juntarse con los que no pertenecen, creen que es peligroso
-Eso suena como a un culto – dijo Peter
-No es un culto. Simplemente me han enseñado cómo ser mejor persona. Cómo vestirme y todo eso. Por ejemplo, no puedo hablarle a chicos que no sean mi esposo – Peter arqueó una ceja – Tú no cuentas, tú estás casado
-Cande… - empezó Peter – No tienes que creer todo lo que te dicen
-Bueno, de hecho, Gero es mi prometido y debo ser obediente con él
-¿Obediente? – repitió Peter - ¿Cómo un perro?
-Ustedes no entienden – dijo Cande, con tristeza – Gero está intentando salvar mi alma del Infierno. Él dice que tu esposo debe ser tu Dios en la tierra
-¿Qué? – dije, completamente atontada – Eso es una locura. Nadie puede ser Dios
-Él no dijo eso, él sólo cree….miren, como sea, Gero sabe de lo que habla
-No creo que lo sepa

Una voz vino de la puerta y todos nos volteamos a ver a Gas ahí.

-¿Qué dijiste? – preguntó Cande, desafiándolo

Gastón no se movió de su lugar, donde estaba recostado con sus brazos contra su pecho.

-Creo que estás cometiendo un gran error
-Bueno, esto no tiene nada que ver contigo, ¿verdad?
-No, pero tu prometido suena como un imbécil

Noté que Rochi alzó su cabeza con fuerza. Gastón nunca hablaba así, a nadie. Él siempre era distante y educado, racional. Ahora sonaba como si estuviera emocionalmente involucrado. ¿Acaso era posible?

-¡Como te atreves! – Cande se puso de pie, enojada – No tienes ningún derecho en juzgarlo
-No quiero verte miserable – dijo Gas – Vivir el resto de tu vida en un matrimonio sin amor
-¿Cómo sabes que será sin amor?
-Lo puedo ver en tus ojos. Estás pretendiendo, intentando convencerte de que eres feliz. Crees que si Gero te da algo en lo qué creer, tu vida tendrá sentido. Pero, Gero y sus reglas no llenan el vacío que sientes, Cande
-¡Tú no te preocupas por mí! – gritó Cande – Tú no me quisiste, ¿recuerdas? No soy humana, muy débil como para darte algo, ¿así que por qué no me dejas en paz?
-Tal vez estaba equivocado – dijo Ga, suavemente

Los tres, en simultáneo, alzamos la mirada hacia él.

-Tú… - Cande empezó a balbucear – Tú, ¿qué?
-No pensé que terminaría así – murmuró Gas – Se supone que las cosas no sucederían de esta manera
-¿De qué estás hablando? – Cande nos miró a mí y a Rochi - ¿De qué está hablando?
-¿Gas? – preguntó Rochi, lentamente - ¿Qué sucede
-Estoy cansado de pelear – dijo Gas, encogiéndose de hombros – Estoy cansado de esta guerra sin fin entre ángeles y demonios y sin ver nada más que dolor y muerte alrededor. Tiene que haber algo mejor. Tiene que existir otro camino. ¿Cuándo habrá paz, Rochi? La batalla ha estado por siglos. ¿Cuándo terminará?
-No lo sé – admitió mi hermana – pero así es como han sido nuestras vidas siempre, desde el inicio de los tiempos
-Entonces tal vez Mariana ha tenido razón todo este tiempo. Tal vez es mejor ser humanos, al menos dejarnos amarlos
-¿Qué estás diciendo? – preguntó Cande, abriendo sus ojos
-Estoy diciendo que sí, eres débil – dijo Gas – Eres impulsiva y de poco temperamento, torpe. Tú corazón es débil y tu humor cambia más rápido que el viento. Pero eso es lo que te hace humana y eso es lo que te hace hermosa
-¿Crees que soy hermosa? – Cande casi ni podía hablar
Gastón cruzó la habitación en dos pisadas y Cande lo enfrentó. Él colocó sus manos en sus hombros.
-Tú no perteneces a nadie – le dijo Gas – No como yo, tú no eres comprada. Tú fuiste creada para ser libre, para vivir y amar y encontrar la felicidad. Yo no fui creado para eso, fui creado para servir. Pero tú….tú sientes tanto, tan apasionadamente y creo que es hermoso
-Eso es malo – le susurré a Peter – Esto está muy, muy mal
-¿Qué miércoles está pasando? – susurró de vuelta
-Un momento de duda – dije – Mi hermano se está cuestionando su fe…como haría un humano
-No me gusta – dijo Peter, incómodo
-Mi vida está gobernada por las reglas – dijo Gas, con sus ojos conectados con los de Cande

Antes de que nos enteremos de que estaba pasando, Gastón tomó la cara de Cande entre sus manos, se inclinó y la besó. Era como ver una película antigua. Aunque no duró más de diez segundos, sentí como si el tiempo se hubiese detenido y ellos estaban encerrados en su mundo. Cuando él la soltó, ella estaba tan intoxicada que se cayó de frente en la silla, sin decir nada.

-Wow – fue todo lo que pude decir cuando recuperó el aliento
-Wow – Peter repitió

Rochi corrió y sacudió el brazo de Gas.

-¡Detente! Sé que las cosas han sido difíciles últimamente, pero esto es demasiado
-No – dijo Gas, riendo apenas – Tener mis alas cortadas y a Lucifer en mi casa como invitado…eso fue mucho. Esto es un alivio
-Por favor – dijo Rochi – Vas a arrepentirte de esto más tarde. Lo sé
-No me arrepentiré – dijo Gas –Porque es la primera vez que he hecho algo por mí mismo

Escuchándolos, una extraña expresión cruzó por el rostro de Cande. Mientras continuaban discutiendo, se levantó y se colocó detrás de Gas. Lentamente, empezó a alzar su camisa y todos se quedaron callados. Deslizó sus manos por su espalda, por sus alas rotas.

-Está bien – dijo Cande – Todo va a estar bien
-Lo siento – dijo Gas, sin alzar la mirada
-No lo sientas – dijo Cande – No tienes que tomar responsabilidad por todo y todos. Puedes cometer errores, ¿sabías?

Rochi, Peter y yo nos miramos entre nosotros. Era claro que este momento era intensamente personal y todos nos sentimos incómodos. El celular de Cande sonó en la mesa de la cocina y todos saltamos del susto. El nombre de Gero se veía en la pantalla. Ella, rápidamente, soltó sus manos y recogió sus cosas.

-Debo irme….realmente no….sólo quería…debo irme

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