Decidimos no regresar a la
universidad por un par de días. Peter necesitaba tiempo para recuperarse
físicamente y yo estaba emocionalmente drenada. Nos mantuvimos escondidos en la
casa, mayormente durmiendo o simplemente dando vueltas para comer e interactuar
brevemente con mis hermanos. Gastón se mantenía encerrado en su habitación y
casi ni nos hablaba. Todas las noches rezaba por él y agradecía a Dios por
haber devuelto a Peter a la vida.
Me recosté al costado de Peter,
enrollándome contra su cálida camisa y sintiendo su cabello suave chocar contra
mi nariz.
-Lo siento – le dije por milésima
vez desde que nos habíamos despertado
-Lali, por favor – rodó y enfocó
su mirada en el techo – No fue tu culpa. Yo soy el que debería pedirte perdón
por haberme visto así
-No eras tú – repliqué – Nada de
ello
-Pero lo dejé entrar en mí
-Estabas muerto. Él invadió tu
cuerpo, no pudiste evitarlo
-Es tan raro pensar que estuve
muerto – murmuró Peter – Desearía poder decir que vi una luz brillante o algo,
pero todo lo que veía eras tú
-¿Yo?
-Sí – asintió – Simplemente,
diferentes variaciones de ti: tú en el patio, tú y Rocco durmiendo en el sofá,
tú y tú vestido en la noche de graduación. Como si supuestamente debería de
estar viendo el Cielo, pero todo lo que quería ver era tu rostro. Supongo que
mi Cielo eres tú
-Estaba tan asustada – recosté mi
mejilla contra la almohada para enfrentarlo – Pensar que ibas a morir. Me hizo
darme cuenta que a dónde tu vayas, yo iré
Las esquinas de la boca de Peter
se curvaron en una sonrisa.
-¿Sabes algo? El Cielo debe de
estar tan enojado con nosotros….deberíamos de haber muerto una y otra vez.
Pero, aún estamos aquí. ¿Sabes qué significa eso?
-¿Qué somos como los gatos? –
pregunté – Tenemos nueve vidas
-Tal vez – rió – Pero creo que
significa que alguien está protegiéndonos
-Eso espero – dije – Me gustaría
creer eso
Cuando mi celular sonó por quinta
vez, suspiré y salí de la cama para verificarlo. No era sorpresa el ver que era
una llamada perdida de Cande. Llamé a mi hermana, que estaba en la habitación
de al lado, y ella asomó su cabeza por la puerta.
-¿Qué se supone que debo de hacer
con Cande? – pregunté – Se está volviendo loca
-Déjala venir – dijo Rochi –
Hacerla callar y bloquearla usualmente hace más daño que bien
Eso era cierto. Cande odiaba ser
ignorada o excluida si se preocupaba. Era capaz de colocar posters con nuestras
fotos por toda la universidad, buscándonos. Peter escondió su cabeza debajo de
las sábanas.
-No seas así – lo regañé – Ella es
nuestra amiga. Deberíamos estar emocionados por verla
-Wuuuu – bromeó
Cuando Cande llegó, se veía más
calmada de lo usual, menos hiperactiva y emocionada.
-He estado preocupada – dijo,
sentándose en la silla de la cocina mientras Rochi hacia té con galletas -
¿Todo está bien?
-No – dije – Pero lo estará.
Estamos trabajando en ello
Cande asintió y miró sus manos.
-¿Hay algo que pueda hacer?
-Ten una galleta – le dije
-Lali, hablo en serio
-Apreciamos tu ayuda – dijo Rochi –
Pero realmente hay cosas en las que no nos puedes ayudar. La situación ya está
lo suficientemente confusa ahora
-¿Confusa? ¿Cómo?
-Prefiero no discutirlo – dijo Rochi
– Desearía implicarte
-Pero todos van a estar bien, ‘verdad?
– Cande miró hacia Peter – Él no se ve tan sexy como siempre. Y, sin ofender,
Lali, tú tampoco
-Van a estar bien – dijo Rochi –
Sólo están cansados
Mientras menos sepa Cande, más
segura estaría. No queríamos más sangre en nuestras manos.
-No te preocupes – le mostré mi
sonrisa más convincente – Regresaremos a la normalidad en poco tiempo
-De acuerdo – dijo Cande – No quiero
que las cosas empeoren
-Así que cuéntanos sobre Gero – dije,
intentando cambiar de tema
-Él es tan genial – dijo,
suspirando – Sólo quiero contarles a todos, pero por supuesto que no puedo
-¿Por qué? – preguntó Peter
-Bueno, no puedo decirles a las
personas que no están invitadas a mi boda. Gero no quiere invitar a nadie fuera
de la congregación
-¿No se supone que Gero es
Cristiano? – pregunté
-Sí – dijo Cande – Algo así. Su
familia construyó su propia Iglesia. A ellos no les gusta juntarse con los que
no pertenecen, creen que es peligroso
-Eso suena como a un culto – dijo Peter
-No es un culto. Simplemente me
han enseñado cómo ser mejor persona. Cómo vestirme y todo eso. Por ejemplo, no
puedo hablarle a chicos que no sean mi esposo – Peter arqueó una ceja – Tú no
cuentas, tú estás casado
-Cande… - empezó Peter – No tienes
que creer todo lo que te dicen
-Bueno, de hecho, Gero es mi
prometido y debo ser obediente con él
-¿Obediente? – repitió Peter -
¿Cómo un perro?
-Ustedes no entienden – dijo Cande,
con tristeza – Gero está intentando salvar mi alma del Infierno. Él dice que tu
esposo debe ser tu Dios en la tierra
-¿Qué? – dije, completamente atontada
– Eso es una locura. Nadie puede ser Dios
-Él no dijo eso, él sólo cree….miren,
como sea, Gero sabe de lo que habla
-No creo que lo sepa
Una voz vino de la puerta y todos
nos volteamos a ver a Gas ahí.
-¿Qué dijiste? – preguntó Cande,
desafiándolo
Gastón no se movió de su lugar,
donde estaba recostado con sus brazos contra su pecho.
-Creo que estás cometiendo un gran
error
-Bueno, esto no tiene nada que ver
contigo, ¿verdad?
-No, pero tu prometido suena como
un imbécil
Noté que Rochi alzó su cabeza con
fuerza. Gastón nunca hablaba así, a nadie. Él siempre era distante y educado,
racional. Ahora sonaba como si estuviera emocionalmente involucrado. ¿Acaso era
posible?
-¡Como te atreves! – Cande se puso
de pie, enojada – No tienes ningún derecho en juzgarlo
-No quiero verte miserable – dijo Gas
– Vivir el resto de tu vida en un matrimonio sin amor
-¿Cómo sabes que será sin amor?
-Lo puedo ver en tus ojos. Estás
pretendiendo, intentando convencerte de que eres feliz. Crees que si Gero te da
algo en lo qué creer, tu vida tendrá sentido. Pero, Gero y sus reglas no llenan
el vacío que sientes, Cande
-¡Tú no te preocupas por mí! –
gritó Cande – Tú no me quisiste, ¿recuerdas? No soy humana, muy débil como para
darte algo, ¿así que por qué no me dejas en paz?
-Tal vez estaba equivocado – dijo Ga,
suavemente
Los tres, en simultáneo, alzamos
la mirada hacia él.
-Tú… - Cande empezó a balbucear –
Tú, ¿qué?
-No pensé que terminaría así –
murmuró Gas – Se supone que las cosas no sucederían de esta manera
-¿De qué estás hablando? – Cande nos
miró a mí y a Rochi - ¿De qué está hablando?
-¿Gas? – preguntó Rochi,
lentamente - ¿Qué sucede
-Estoy cansado de pelear – dijo Gas,
encogiéndose de hombros – Estoy cansado de esta guerra sin fin entre ángeles y
demonios y sin ver nada más que dolor y muerte alrededor. Tiene que haber algo
mejor. Tiene que existir otro camino. ¿Cuándo habrá paz, Rochi? La batalla ha
estado por siglos. ¿Cuándo terminará?
-No lo sé – admitió mi hermana –
pero así es como han sido nuestras vidas siempre, desde el inicio de los
tiempos
-Entonces tal vez Mariana ha
tenido razón todo este tiempo. Tal vez es mejor ser humanos, al menos dejarnos
amarlos
-¿Qué estás diciendo? – preguntó Cande,
abriendo sus ojos
-Estoy diciendo que sí, eres débil
– dijo Gas – Eres impulsiva y de poco temperamento, torpe. Tú corazón es débil
y tu humor cambia más rápido que el viento. Pero eso es lo que te hace humana y
eso es lo que te hace hermosa
-¿Crees que soy hermosa? – Cande casi
ni podía hablar
Gastón cruzó la habitación en dos
pisadas y Cande lo enfrentó. Él colocó sus manos en sus hombros.
-Tú no perteneces a nadie – le dijo
Gas – No como yo, tú no eres comprada. Tú fuiste creada para ser libre, para
vivir y amar y encontrar la felicidad. Yo no fui creado para eso, fui creado
para servir. Pero tú….tú sientes tanto, tan apasionadamente y creo que es
hermoso
-Eso es malo – le susurré a Peter –
Esto está muy, muy mal
-¿Qué miércoles está pasando? –
susurró de vuelta
-Un momento de duda – dije – Mi hermano
se está cuestionando su fe…como haría un humano
-No me gusta – dijo Peter,
incómodo
-Mi vida está gobernada por las
reglas – dijo Gas, con sus ojos conectados con los de Cande
Antes de que nos enteremos de que
estaba pasando, Gastón tomó la cara de Cande entre sus manos, se inclinó y la
besó. Era como ver una película antigua. Aunque no duró más de diez segundos,
sentí como si el tiempo se hubiese detenido y ellos estaban encerrados en su
mundo. Cuando él la soltó, ella estaba tan intoxicada que se cayó de frente en
la silla, sin decir nada.
-Wow – fue todo lo que pude decir
cuando recuperó el aliento
-Wow – Peter repitió
Rochi corrió y sacudió el brazo de
Gas.
-¡Detente! Sé que las cosas han
sido difíciles últimamente, pero esto es demasiado
-No – dijo Gas, riendo apenas –
Tener mis alas cortadas y a Lucifer en mi casa como invitado…eso fue mucho.
Esto es un alivio
-Por favor – dijo Rochi – Vas a
arrepentirte de esto más tarde. Lo sé
-No me arrepentiré – dijo Gas –Porque
es la primera vez que he hecho algo por mí mismo
Escuchándolos, una extraña
expresión cruzó por el rostro de Cande. Mientras continuaban discutiendo, se
levantó y se colocó detrás de Gas. Lentamente, empezó a alzar su camisa y todos
se quedaron callados. Deslizó sus manos por su espalda, por sus alas rotas.
-Está bien – dijo Cande – Todo va
a estar bien
-Lo siento – dijo Gas, sin alzar
la mirada
-No lo sientas – dijo Cande – No tienes
que tomar responsabilidad por todo y todos. Puedes cometer errores, ¿sabías?
Rochi, Peter y yo nos miramos
entre nosotros. Era claro que este momento era intensamente personal y todos nos
sentimos incómodos. El celular de Cande sonó en la mesa de la cocina y todos
saltamos del susto. El nombre de Gero se veía en la pantalla. Ella,
rápidamente, soltó sus manos y recogió sus cosas.
-Debo irme….realmente no….sólo
quería…debo irme
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