-Su vida…a cambio de sus alas
Luego de que mis hermanos realicen un arduo trabajo
intentando salvar a Peter, Lucifer había intentado ser un poquito “bueno”,
permitiendo la negociación. Yo me ofrecí por voluntaria, por supuesto que haría
lo que fuera por Peter, pero Gas quiso ofrecerse esta vez. Lo que no
esperábamos era la propuesta de Lucifer. Salvar la vida de Peter a cambio de
las alas de Gas.
-¿Qué acabas de decir? – preguntó Rochi, sus ojos abiertos,
llenos de ira y sorpresa
-No te preocupes, crecerán en unos pocos años. Sólo
significa que tu hermano puede estar atado a la tierra por un tiempo
Sin sus alas, Gastón sería forzado a vivir la mitad de su
vida, sin propósito o significado. Sin el poder de Gas, Rochi perdería a su
compañero y Peter y yo perderíamos a nuestro proyector, nuestro mentor y
nuestra gruía. Era como darle su divinidad como un regalo, el último
sacrificio.
-¡Eres un imbécil! – grité
-Tranquila, lenguaje por favor. Creo que es un precio justo,
por haber desaparecido la vida de mi hijo
-Esa fue su culpa, por ser tan egoísta y destructivo. ¿Qué
quieres hacer con sus alas? – pregunté
-Victoria – dijo Lucifer – Satisfacción
-Obtiene el grato placer de ver a uno de los hijos más
grandes de Dios, ser resignado – respondió Rochi
-Me conoces bien – dijo Lucifer, guiñando el ojo – Entonces,
¿trato o no trato?
-Absolutamente no – dije – Estás loco
-Él nunca lo aceptará – dijo Rochi
-Acepto – dijo Gas
Me quedé inmovilizada, sin poder creer a mis oídos. Sentí
como si él estuviera hablando otro idioma y sus palabras no tuvieran sentido.
Gas se volteó, escondiendo su cabeza, como si no confiara en su respuesta y no
se permitiera vernos a las caras.
-Gas – susurró Rochi, acercándose – Por favor, Gas, no lo
hagas
Sus ojos se encontraron por un momento y vi la desesperación
en la cara de mi hermana, una trágica aceptación en la de mi hermano.
-¡No seas un mártir! – chilló Rochi – Ni siquiera sabes si
está diciendo la verdad
-Un trato es un trato. Él cumplirá su palabra
-¡Los demonios mienten! ¡Eres muy noble para esto! ¡No
puedes arrodillarte ante Lucifer!
-No me estoy arrodillando ante él – murmuró Gastón – Estoy
protegiendo a un hombre, como Nuestro Padre quisiera
Caminó hacia la cama y colocó su mano en la almohada, al
lado de la cabeza de Peter.
-Nuestro amor por la humanidad te ha torturado por mucho
tiempo, ¿verdad? Pero yo defenderé la creación de mi Padre hasta el final
Luego lo vi, a mi hermano, arrodillarse. Agachó la cabeza en
un gesto de sumisión que se veía como una aberración de la naturaleza. Lentamente,
se desabotonó la camisa y la soltó hacia el suelo. Lentamente, soltó sus alas,
llenando el espacio.
-¡Gastón, por favor! – lloró Rochi – Encontraremos otra
forma
Pero su protesta era en vano. Quería hablar, pero no podía
encontrar las palabras. Quería lanzar mi cuerpo, protegerlo, pero sabía que no
haría ningún bien. Así que no hice nada, pero cubrí mis ojos y lloré como una
niña. Ahí fue cuando vinieron. Una masa de almas perdidas y hambrientas, con
dientes como cuchillos.
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