domingo, 10 de junio de 2012

El Designio del Ángel: Treintaitrés

La lluvia (parte uno)

Llego demasiado tarde, el fuego ya ha pasado por aquí. Aterrizo y observo el lugar donde transcurre mi visión: está todo quemado y negro. Subo corriendo la ladera hacia el sitio donde él siempre está en la visión, no está ahí. El peso de todo esto recae sobre mí: es mi designio y no lo he cumplido. Todo este tiempo sólo he pensado en Peter, lo salvé porque no quería vivir en la tierra sin él. Y ahora Thiago no está y se supone que es importante, eso dice mi madre. Había un plan para él, algo más importante de lo que nos espera a Thiago y a mí.

- ¡Thiago! – grito

Pero, no hay respuesta. Durante un rato busco su cuerpo y me pregunto si se habrá reducido a cenizas. Camino por el bosque, aturdida, buscándolo. Y está oscureciendo y las nubes de tormenta empiezan a abrirse. Me muero de frío, estoy temblando, estoy sola. No puedo regresar a casa, no creo que pueda soportar ver la decepción en el rostro de mi madre. Hasta que algo se mueve entre los arbustos a mis espaldas, me doy la vuelta y veo a Thiago que sale de entre los árboles.

El tiempo se detiene. Thiago y yo nos miramos como si ambos estuviésemos hechizados, como si bastara con que uno se mueva para que el otro desaparezca.

- Mar, gracias a Dios – susurra – pensé que estabas muerta
- Pensaste que yo…

Alarga la mano para tocar un mechón de mi cabello, y de pronto me siento mareada, exhausta, muy confundida. Me tambaleo y él me sujeta por los hombros. Cierro los ojos con fuerza, él es real y está vivo.

- Estás empapada – dice, quitándose la chaqueta y cubriéndome mis hombros
- ¿Por qué estás aquí? – susurro
- Pensé que tenía que salvarte del fuego – lo miro fijamente y se sonroja – lo siento, ha sonado raro. Quería decir…
- Thiago…
- Me alegro de que estés a salvo. Tendría que sacarte de aquí antes de que te resfríes o algo
- Espera – digo, jalándolo del brazo – por favor
- Sé que esto no tiene ningún sentido…
- Sí que lo tiene – insisto – salvo eso de que tú tenías que salvarme a mí
- ¿Qué?
- Yo tenía que salvarte a ti
- ¿Qué? Me perdí – dice
- A menos que…. – retrocedo unos pasos, nerviosa
- No tengas miedo – murmura – no te haré daño. Yo nunca te haría daño
- Muéstrate – susurro

Se produce un breve destello de luz y cuando mis ojos se acostumbran, veo a Thiago de pie bajo los árboles carbonizados. De sus omóplatos brotan grandes alas, cubiertas de manchas, como si alguien las hubiera salpicado con pintura.

- ¿Cómo…? – dice, sin entender
- ¿Aquí es donde nos encontrábamos en tu visión? – le pregunto señalando el camino de Fox Creek - ¿tú decías “eres tú” y yo respondía, “sí, soy yo”, y nos íbamos volando?
- ¿Cómo lo sabes?

Invoco mis alas y se le agrandan los ojos.

- Eres un ángel de sangre
- He tenido la visión desde noviembre. Por eso nos mudamos aquí, se suponía que tenía que encontrarme contigo
- Pero es mi culpa. No llegué a tiempo, no esperaba que hubiera dos incendios. No sabía cuál era. Al principio no sabía que eras tú, por el pelo. No te reconocí con el pelo rojo, suena estúpido, lo sé. Sabía que había algo distinto en ti, siempre lo supe. Y durante un tiempo ésa fue la única imagen. Oía pasos detrás de mí, pero antes de que me diera la vuelta la visión llegaba a su fin. Nunca te veía la cara, hasta que tuve la visión en el baile de graduación.
- La culpa no es tuya, Thiago. Es mía. No estuve aquí para encontrarte. No te salvé
- Pero yo no necesitaba que me salvaras – dice – tal vez teníamos que salvarnos mutuamente

De qué, me pregunto. Thiago se acerca, con los brazos extendidos. Ahora no se trata de una visión, pero sigo pensando que es hermoso, aunque esté empapado y manchado de ceniza. Me toma la mano.

- Estás vivo – murmuro

Me aprieta las manos y me atrae hacia él para abrazarme.

- Sí, yo también me alegro

Con una mano me acaricia suavemente las alas, haciéndome temblar. Luego se aparta y levanta la mano delante de sus ojos, observándola. Su palma está negra.

- Tienes las alas cubiertas de ceniza – dice riendo

Agarro su mano, paso mis dedos por su palma y se desprende una capa de ceniza y lluvia.

- ¿Qué hacemos ahora? – pregunto
- Improvisemos

Vuelve a clavar la mirada en mis ojos y luego en mi boca. Siento otro temblor. Se humedece los labios y me mira otra vez a los ojos. Interrogándome. Ésta podría ser mi segunda oportunidad. Si ninguno de los dos necesitaba un salvador, ¿qué más podría suceder si no es esto? Parece como si el mismo cielo nos hubiese arreglado una cita.

- Siempre fuiste tú – dice, tan cerca que puedo sentir su aliento en mi cara

Me estoy ahogando, quiero que me bese. Quiero volver a hacerlo todo bien, quiero que mi madre esté orgullosa de mí. Hacer lo que debo hacer, amar a Thiago, si ése es mi destino.
Thiago se inclina hacia mí.

- No – susurro

Me aparto. Mi corazón ya no me pertenece. Le pertenece a Peter.

- No puedo – se aparta de inmediato
- Está bien – dice, aclarándose la garganta

Respiro hondo.

- Estoy enamorada de Peter – digo y lo noto sorprendido
- Lo siento
- No pasa nada. Por favor, no lo sienta. Igual, ¿no sigues enamorado de Luna?
- Me siento estúpido. Como si todo esto fuera una broma pesada. Ya no sé qué pensar.
- Yo tampoco

Extiendo mis alas batiéndolas y me elevo por encima de la colina y el bosque. Thiago me mira desde abajo por un instante y luego despega.

- Ven – le digo – ven conmigo

Nos quedamos en la puerta de mi casa. Pliego mis alas y hago que desaparezcan. Éste es mi hogar, la hermosa y retirada casa de madera de la que me enamoré hace ocho meses, pero de repente me siento una extraña, como si cruzara este umbral por primera vez. Thiago está vivo, y sin embargo parece tan intranquilo como yo, tiznado de humo pero hermoso y mucho más de lo que yo me esperaba. Pero no he cumplido con mi designio. No sé qué pasará ahora. Sólo sé que tendré que afrontarlo.

Oímos un ruido detrás, y los dos nos volvemos para contemplar la oscuridad. Una figura vuela hacia nosotros entre los árboles. No sé si Thiago es consciente de la existencia de los Alas Negras, pero nos tomamos de la mano, como si éste pudiera ser nuestro último instante sobre la tierra. Pero, es Stefano que aterriza en el jardín con cara de pánico. Por un instante nos da la espalda, y todo lo que veo son sus alas. Las plumas son casi negras, de un color plomizo.

- ¿Mar? – mi hermano se voltea
- Sí, soy yo – contesto - ¿estás bien?
- ¿Thiago? —pregunta
- En carne y hueso - responde él.
- Lo conseguiste. Salvaste a Thiago - dice Stefano y parece aliviado
- Stefano, ¿dónde has estado?

Aletea hasta el tejado, posándose con cuidado en la ventana de su habitación, que está abierta.

- Buscándote - dice después de meterse dentro - no se lo digas a mamá
- Deberíamos entrar, antes de que algo ocurra - le digo a Thiago
- Espera - alza la mano como si fuera a tocarme la cara. Su mano se detiene a centímetros de mi mejilla
- Perdona. Es que tienes una mancha - respira hondo, como tomando una decisión, y sus dedos rozan mi piel - ya está
- Gracias - digo sonrojándome

Entonces la puerta se abre y aparece Peter que nos mira, primero a mí, de pies a cabeza para asegurarse de que he vuelto de una pieza, y luego a Thiago y a su mano, que sigue levantada cerca de mi cara. Veo cómo cambia su expresión, de un gesto preocupado y tierno a uno oscuro y decidido que ya conozco de antes, de cuando terminó conmigo.

Me aparto bruscamente de Thiago

- Peter – digo - me alegro de que sigas aquí

Me arrojo en sus brazos y él me estrecha

- No podía irme - dice
- Lo sé.
- De verdad que no podía; no tengo auto
- ¿Dónde está mamá?
- Se ha quedado dormida en el sofá. Parece que está bien, aunque un poco borracha. No quería hablar conmigo.

Thiago carraspea incómodo.

- Me voy – anuncia – hablaremos otro día

Se da la vuelta y baja las escaleras de la entrada.

ÚLTIMO CAPÍTULO, FALTA EL EPÍLOGO

2 comentarios:

  1. wow!! De todas las posibilidades jamas se me ocurrió esta! Bellisima historia!! Gracias por compartirla Espero el epilogo!

    ResponderEliminar
  2. ohhh jamas pense este , esta buenisimo , pero no entiendo entonces a thiago le gusta sierto ? , maaaaaaaaaaaaaaaas

    ResponderEliminar