Llego demasiado tarde, el fuego ya ha pasado por aquí.
Aterrizo y observo el lugar donde transcurre mi visión: está todo quemado y
negro. Subo corriendo la ladera hacia el sitio donde él siempre está en la
visión, no está ahí. El peso de todo esto recae sobre mí: es mi designio y no
lo he cumplido. Todo este tiempo sólo he pensado en Peter, lo salvé porque no
quería vivir en la tierra sin él. Y ahora Thiago no está y se supone que es
importante, eso dice mi madre. Había un plan para él, algo más importante de lo
que nos espera a Thiago y a mí.
- ¡Thiago! – grito
Pero, no hay respuesta. Durante un rato busco su cuerpo y me
pregunto si se habrá reducido a cenizas. Camino por el bosque, aturdida,
buscándolo. Y está oscureciendo y las nubes de tormenta empiezan a abrirse. Me
muero de frío, estoy temblando, estoy sola. No puedo regresar a casa, no creo
que pueda soportar ver la decepción en el rostro de mi madre. Hasta que algo se
mueve entre los arbustos a mis espaldas, me doy la vuelta y veo a Thiago que
sale de entre los árboles.
El tiempo se detiene. Thiago y yo nos miramos como si ambos
estuviésemos hechizados, como si bastara con que uno se mueva para que el otro
desaparezca.
- Mar, gracias a Dios – susurra – pensé que estabas muerta
- Pensaste que yo…
Alarga la mano para tocar un mechón de mi cabello, y de
pronto me siento mareada, exhausta, muy confundida. Me tambaleo y él me sujeta
por los hombros. Cierro los ojos con fuerza, él es real y está vivo.
- Estás empapada – dice, quitándose la chaqueta y cubriéndome
mis hombros
- ¿Por qué estás aquí? – susurro
- Pensé que tenía que salvarte del fuego – lo miro fijamente
y se sonroja – lo siento, ha sonado raro. Quería decir…
- Thiago…
- Me alegro de que estés a salvo. Tendría que sacarte de aquí
antes de que te resfríes o algo
- Espera – digo, jalándolo del brazo – por favor
- Sé que esto no tiene ningún sentido…
- Sí que lo tiene – insisto – salvo eso de que tú tenías que
salvarme a mí
- ¿Qué?
- Yo tenía que salvarte a ti
- ¿Qué? Me perdí – dice
- A menos que…. – retrocedo unos pasos, nerviosa
- No tengas miedo – murmura – no te haré daño. Yo nunca te
haría daño
- Muéstrate – susurro
Se produce un breve destello de luz y cuando mis ojos se
acostumbran, veo a Thiago de pie bajo los árboles carbonizados. De sus
omóplatos brotan grandes alas, cubiertas de manchas, como si alguien las
hubiera salpicado con pintura.
- ¿Cómo…? – dice, sin entender
- ¿Aquí es donde nos encontrábamos en tu visión? – le
pregunto señalando el camino de Fox Creek - ¿tú decías “eres tú” y yo
respondía, “sí, soy yo”, y nos íbamos volando?
- ¿Cómo lo sabes?
Invoco mis alas y se le agrandan los ojos.
- Eres un ángel de sangre
- He tenido la visión desde noviembre. Por eso nos mudamos
aquí, se suponía que tenía que encontrarme contigo
- Pero es mi culpa. No llegué a tiempo, no esperaba que
hubiera dos incendios. No sabía cuál era. Al principio no sabía que eras tú,
por el pelo. No te reconocí con el pelo rojo, suena estúpido, lo sé. Sabía que
había algo distinto en ti, siempre lo supe. Y durante un tiempo ésa fue la
única imagen. Oía pasos detrás de mí, pero antes de que me diera la vuelta la
visión llegaba a su fin. Nunca te veía la cara, hasta que tuve la visión en el
baile de graduación.
- La culpa no es tuya, Thiago. Es mía. No estuve aquí para
encontrarte. No te salvé
- Pero yo no necesitaba que me salvaras – dice – tal vez
teníamos que salvarnos mutuamente
De qué, me pregunto. Thiago se acerca, con los brazos
extendidos. Ahora no se trata de una visión, pero sigo pensando que es hermoso,
aunque esté empapado y manchado de ceniza. Me toma la mano.
- Estás vivo – murmuro
Me aprieta las manos y me atrae hacia él para abrazarme.
- Sí, yo también me alegro
Con una mano me acaricia suavemente las alas, haciéndome
temblar. Luego se aparta y levanta la mano delante de sus ojos, observándola.
Su palma está negra.
- Tienes las alas cubiertas de ceniza – dice riendo
Agarro su mano, paso mis dedos por su palma y se desprende
una capa de ceniza y lluvia.
- ¿Qué hacemos ahora? – pregunto
- Improvisemos
Vuelve a clavar la mirada en mis ojos y luego en mi boca.
Siento otro temblor. Se humedece los labios y me mira otra vez a los ojos.
Interrogándome. Ésta podría ser mi segunda oportunidad. Si ninguno de los dos
necesitaba un salvador, ¿qué más podría suceder si no es esto? Parece como si
el mismo cielo nos hubiese arreglado una cita.
- Siempre fuiste tú – dice, tan cerca que puedo sentir su
aliento en mi cara
Me estoy ahogando, quiero que me bese. Quiero volver a
hacerlo todo bien, quiero que mi madre esté orgullosa de mí. Hacer lo que debo
hacer, amar a Thiago, si ése es mi destino.
Thiago se inclina hacia mí.
- No – susurro
Me aparto. Mi corazón ya no me pertenece. Le pertenece a
Peter.
- No puedo – se aparta de inmediato
- Está bien – dice, aclarándose la garganta
Respiro hondo.
- Estoy enamorada de Peter – digo y lo noto sorprendido
- Lo siento
- No pasa nada. Por favor, no lo sienta. Igual, ¿no sigues
enamorado de Luna?
- Me siento estúpido. Como si todo esto fuera una broma pesada.
Ya no sé qué pensar.
- Yo tampoco
Extiendo mis alas batiéndolas y me elevo por encima de la
colina y el bosque. Thiago me mira desde abajo por un instante y luego despega.
- Ven – le digo – ven conmigo
Nos quedamos en la puerta de mi casa. Pliego mis alas y hago
que desaparezcan. Éste es mi hogar, la hermosa y retirada casa de madera de la
que me enamoré hace ocho meses, pero de repente me siento una extraña, como si
cruzara este umbral por primera vez. Thiago está vivo, y sin embargo parece tan
intranquilo como yo, tiznado de humo pero hermoso y mucho más de lo que yo me
esperaba. Pero no he cumplido con mi designio. No sé qué pasará ahora. Sólo sé
que tendré que afrontarlo.
Oímos un ruido detrás, y los dos nos volvemos para
contemplar la oscuridad. Una figura vuela hacia nosotros entre los árboles. No
sé si Thiago es consciente de la existencia de los Alas Negras, pero nos
tomamos de la mano, como si éste pudiera ser nuestro último instante sobre la
tierra. Pero, es Stefano que aterriza en el jardín con cara de pánico. Por un
instante nos da la espalda, y todo lo que veo son sus alas. Las plumas son casi
negras, de un color plomizo.
- ¿Mar? – mi hermano se voltea
- Sí, soy yo – contesto - ¿estás bien?
- ¿Thiago? —pregunta
- En carne y hueso - responde él.
- Lo conseguiste. Salvaste a Thiago - dice Stefano y parece
aliviado
- Stefano, ¿dónde has estado?
Aletea hasta el tejado, posándose con cuidado en la ventana
de su habitación, que está abierta.
- Buscándote - dice después de meterse dentro - no se lo digas
a mamá
- Deberíamos entrar, antes de que algo ocurra - le digo a Thiago
- Espera - alza la mano como si fuera a tocarme la cara. Su
mano se detiene a centímetros de mi mejilla
- Perdona. Es que tienes una mancha - respira hondo, como
tomando una decisión, y sus dedos rozan mi piel - ya está
- Gracias - digo sonrojándome
Entonces la puerta se abre y aparece Peter que nos mira,
primero a mí, de pies a cabeza para asegurarse de que he vuelto de una pieza, y
luego a Thiago y a su mano, que sigue levantada cerca de mi cara. Veo cómo
cambia su expresión, de un gesto preocupado y tierno a uno oscuro y decidido
que ya conozco de antes, de cuando terminó conmigo.
Me aparto bruscamente de Thiago
- Peter – digo - me alegro de que sigas aquí
Me arrojo en sus brazos y él me estrecha
- No podía irme - dice
- Lo sé.
- De verdad que no podía; no tengo auto
- ¿Dónde está mamá?
- Se ha quedado dormida en el sofá. Parece que está bien,
aunque un poco borracha. No quería hablar conmigo.
Thiago carraspea incómodo.
- Me voy – anuncia – hablaremos otro día
Se da la vuelta y baja las escaleras de la entrada.
ÚLTIMO CAPÍTULO, FALTA EL EPÍLOGO
wow!! De todas las posibilidades jamas se me ocurrió esta! Bellisima historia!! Gracias por compartirla Espero el epilogo!
ResponderEliminarohhh jamas pense este , esta buenisimo , pero no entiendo entonces a thiago le gusta sierto ? , maaaaaaaaaaaaaaaas
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