domingo, 17 de junio de 2012

Santificado: Tres

Secretos de las otras personas

Acabo de cenar, y mi madre y Stefano se han enfrascado en una conversación en la cocina. Así que aprovecho de visitar a Peter a su habitación. Le toco la ventana para llamar su atención.

- Hola, guapo – le digo - ¿puedo pasar?
- Por supuesto – dice

Me besa y cierra su puerta antes de ayudarme a entrar y sentarse en su cama.

- ¿Esto no se va a convertir en una situación en la que vienes a todas horas por la noche para verme dormir, verdad? – bromea
- Cada momento en el que estoy lejos de ti, muero un poquito – digo
- Entonces en un sí
- ¿Te estás quejando? – pregunto, alzando un hombro

Sonríe.

- No. Definitivamente no me quejo. Sólo quería saber así puedo empezar a usar algo más que mis bóxers para ir a la cama – me sonrojo
- Bueno, no …eh…no te cambies nada en mi presencia – digo y él ríe

Se levanta de la cama para volverme a besar. Pasamos un par de minutos recostados en su cama. Nada raro ni fuerte, desde que Peter tiene noción que soy un ángel de sangre quiere mantener mi honor intacto. Recuesto mi cabeza en su pecho, sintiendo el latido de su corazón debajo de mi oído, y pienso por milésima vez, que él es, sin duda, el mejor chico en el planeta.

Peter toma una de mis manos entre las suyas y enreda y desenreda mis dedos. Amo la textura de sus manos, los cayos alrededor de sus palmas, evidencia de todo el trabajo duro que ha hecho en su vida, que demuestra la persona que es. Manos tan ásperas pero siempre tan gentiles con las mismas.

- Y… - dice de pronto - ¿algún día me contarás qué pasó la noche del incendio?

Supongo que esperaba que viniera esta pregunta, pero tal vez tenía la esperanza que no la hiciera. Me sitúa en una posición terrible el saber los secretos de las otras personas, especialmente cuando esos secretos están enredados con los míos.

- Yo.. – me siento para alejarme de él

Realmente no sé qué decir. Las palabras se atragantan en mi garganta.

- Ey, está bien – dice, sentándose a mi lado – lo entiendo. Es un secreto de ángel. No puedes decirlo

Sacudo mi cabeza. Decido que no soy mi madre, no voy a guardar secretos a los que amo.

- Ángela está formando un club, para los ángeles de sangre – digo aunque sé que eso no fue lo que me preguntó
- ¿Ángela es un ángel de sangre?
- Sí
- Bueno, supongo que eso tiene sentido. Siempre hubo algo raro con ella
- Ey. Yo también soy un ángel de sangre. ¿Estás diciendo que hay algo raro conmigo, también?
- Sip. Pero me gusta
- Bueno.. – me inclino para besarlo y luego me alejo – Thiago también es un ángel de sangre. No lo supe hasta la noche del incendio. Es un Quartarius, como yo – los ojos de Peter se abren
- Ah – dice, con aquella voz sin emoción – como tú

Por un largo momento, ninguno de los dos dice nada.

- Gran coincidencia – dice él – todos los ángeles de sangre en la misma ciudad
- Sin duda fue una gran sorpresa – admito

Traga y sé que todo esto es difícil para él. Veo como él intenta hacer como si nada sucediese, que esto de los ángeles de sangre no lo asustan. Siento que él cree que me está distrayendo de mi propósito, ya está poniendo la cara de terminar. Como hizo antes.

- No sé lo que se supone que debió pasar esa noche – digo rápidamente – pero el incendio ya terminó. Estoy continuando con mi vida. Así que soy toda tuya ahora

Las palabras suenan falsas, terriblemente mentira, para mis oídos. Y es aquí cuando empiezo a pensar que debería decirle toda la verdad. Sólo que no la sé. O tal vez no la quiero saber.

- Está bien – dice, aunque sé que no está del todo seguro – bien. Porque te quiero toda para mí
- Ya me tienes – susurro

Me vuelve a besar y yo lo beso de vuelta. Pero la imagen de Thiago, de espaldas a mí en el camino de Fox Creed, esperándome, siempre esperando, se proyecta en mi mente.

Cuando llego a casa, Stefano está en la terraza, cortando madera en la lluvia.

- ¿Has decidido cortar madera para todo el invierno? ¿No puedes esperar a que nieve? – pregunto
- Mamá tiene frío – dice – está envuelta en su frazada, tomando té, y está temblando. Pensé que podría calentarla con el fuego
- Ah – digo – es lindo de tu parte
- Algo le pasó ese día, con el Alas Negras
- Sí – digo, porque he concluido lo mismo – digo, él intentó matarla. Fue una batalla difícil
- ¿Va a estar bien?
- Eso creo

Hay un silencio.

- ¿Dónde estabas ese día? – pregunto de pronto
- ¿Cuándo? – se hace el tonto
- El día del incendio
- Te dije. Estaba en el bosque, buscándote. Pensé que tal vez podía ayudarte
- ¿Y, por qué no te creo?
- ¿Por qué no me creerías?
- Porque tal vez te conozco, y estás actuando raro. ¿Así que dónde estabas? Deja la tontería
- Tal vez no me conoces como crees

Lanza el hacha en el suelo, luego sostiene un par de maderas cortadas y me empuja apenas al pasar hacia la casa.

- Stefano…
- No fue nada – dice – me perdí

Entra a la casa y escucho que le ofrece a mi madre hacerle un pequeño fuego con la madera. Recuerdo su rostro cuando salió de los árboles aquella noche, lleno de miedo y de dolor. Recuerdo la manera en que se rió cuando le dije que había salvado a Peter, y de pronto me siento muy preocupada por él, porque sea lo que sea que haya estado haciendo ese día, algo me dice que no era algo bueno.

Mi hermano también tiene sus secretos.

6 comentarios: