Santificado: Uno

Buscando a Midas

Bluebell ya no es más azul. El fuego ha transformado la camioneta de Peter en una mezcla de negro, gris y naranja; está completamente destrozada. Es difícil de creer, viéndola ahora, que hace unas semanas atrás, una de mis cosas favoritas era ser conducida en este auto, con las ventanas hacia abajo, dejando que mis dedos choquen contra el viento al tiempo que observaba de reojo a Peter, sólo porque me gustaba verlo. Aquí es dónde todo sucedió. Aquí es donde me enamoré. Y ahora está todo quemado.

Peter está mirando lo que queda de la camioneta, con tristeza en sus ojos grises. Tomo una de sus manos. Hemos estado dando vueltas por toda la parte quemada del bosque, buscando a Midas, el caballo de Peter.

- Lo siento, Pitt – digo

Sé que nunca podría haber salvado a Midas, era imposible cargarlo junto con Peter. Pero no puedo evitar sentirme culpable, de algún modo. Su mano aprieta la mía, se voltea y sonríe apenas.

- Ey, no lo sientas – coloco un brazo alrededor de su cuello y él me acerca – yo debería ser el que pida perdón por haberte traído aquí. Es deprimente. Siento como si deberíamos estar celebrando o algo. Después de todo, me salvaste la vida – sonríe, una verdadera sonrisa esta vez

Sostengo mis manos en su rostro y me acerco a sus labios. Siento el movimiento de sus labios sobre los míos, el latido de su corazón en mi palma, la fuerza de este chico que robó mi corazón. Por un minuto, me dejo perderme en él.

Fallé en mi propósito. Intento apartar el pensamiento, pero no se va. Algo dentro de mí da vueltas. Un viento nos choca, y la lluvia empieza a caer más fuerte. Ha estado lloviendo bastante desde el incendio, hace frío, mucho. Me hace acordar al infierno. Me aparto de Peter, temblando. Dios, creo que necesito terapia.

- ¿Estás bien? – me pregunta Peter

No le he contado acerca del infierno, ni del Alas Negras. Porque mi madre dice que cuando sabes acerca de ellos tiendes a estar más expuesto a los Alas Negras. No le he contado un montón de cosas.

- Estoy bien. Sólo estoy …

¿Qué? ¿Cómo estoy? ¿Confundida? ¿Completamente acabada? ¿Eternamente castigada?

- Frío – prefiero decir

Me abraza, acaricia mis brazos, intentando calentarme. Por un segundo noto su mirada ofendida y preocupada al saber que no le estoy contando toda la verdad. Pero, me estiro apenas y le doy otro beso, uno suave, en la esquina de su boca.

- No terminemos nunca más, ¿está bien? – le digo – no creo que pueda soportarlo – sus ojos se suavizan

- Es un trato – dice él – no más rompimientos. Vamos

Toma mi mano y me lleva hacia mi auto. Abre la puerta para mí, luego corre hacia el otro lado, subiendo al asiento del pasajero. Sonríe.

- Salgamos de aquí – dice

***

Definitivamente es una nueva chica la que llega el primer día de clases. Ahora llevo el cabello rubio, en una larga cola de caballo, cubierta por un sombrero. Estoy algo bronceada y con un brillo especial. Los ojos se me ven diferentes, más claros, más grandes. Me veo mayor, más sabia. Espero sea cierto. Estaciono mi auto y salgo del mismo, buscando a Peter; pero, él no ha llegado todavía.

- ¡Mar! – me llama alguien con voz familiar – espera

Volteo para ver a Thiago saliendo de su nueva camioneta. Esta es negra, enorme y con unas llantas gigantes. Su antigua camioneta, la de la visión, también está quemada en el bosque. Lo espero y él trota hacia mí. Con tan solo verlo me hace sentir rara, nerviosa, como si estuviera perdiendo el balance. La última vez que lo vi, fue hace cinco noches, cuando estábamos de pie en la entrada de mi casa, ambos sucios y oliendo a lluvia.

Él me estuvo llamando, bastante, durante un par de días. Pero cada vez que veía su nombre en el celular, parte de mí siempre se congelaba, y no contestaba. Pero, cuando finalmente lo hice, no sabíamos qué decir.

- Hola – dice ahora

- Hola

- Lindo sombrero– dice, pero su mirada se centra en mi cabello

- Gracias. Estoy intentando pasar de incógnito – frunce el ceño

- ¿Incógnito?

- Ya sabes. Por el cabello

- Ah. ¿Por qué no intentas pintártelo de nuevo?

- Lo he intentado. El color no se va más. No me preguntes por qué

- Misterioso

Sonríe de lado, aquella sonrisa que hubiera derretido mi corazón el año pasado. Es sexy, él lo sabe. Yo tengo novio y él lo sabe y aún así sonríe y todo. Eso me irrita. Intento no pensar en el último sueño que he estado teniendo esta semana, la manera en que Thiago está ahí en mi sueño, me hace perder la cabeza. Intento no pensar en las palabras nos pertenecemos, aquellas que solían venir una y otra vez en mi visión. No quiero pertenecer a Thiago Bedoya.  Mi corazón late rápidamente. No estoy interesada en Thiago, ya no más, pero mi corazón parece haber olvidado aquello. Mierda. Mierda. Mierda. Algunas cosas cambian otras no, supongo.

Todo el mundo nota mi cabello. Por supuesto. Igual esperaba que se calmaran con mi excusa de: mi madre encontró a un famoso que pinta el cabello increíble y decidí seguir su consejo de volverme rubia. El discurso más hueco de mi vida. Pero, las personas empiezan a susurrar, a cotorrear entre ellas. Sin embargo, en el cuarto periodo, se pone peor. Thiago está ahí.

- Hola de nuevo – dice

Supongo que no debería de estar sorprendida. Hay casi seiscientos estudiantes en este colegio, así que han decidido ponernos juntos en la misma clase. Peter debería estar en clase también. Pero…¿dónde está? Pensándolo bien, tampoco he visto a Cande.

- ¿Vas a entrar? – pregunta Thiago

Me siento en una carpeta a su lado y busco en mi mochila mi cuaderno y mi lapicero. Intento tomar un gran respiro y lo suelto lentamente, inclinando mi cabeza de un lado a otro, intentando disipar la tensión en mi cuello.

- ¿Largo día? – pregunta

- No tienes ni idea

Justo entonces, Peter aparece.

- Te he estado buscando todo el día – digo al tiempo que él se sienta en la otra carpeta, a mi lado - ¿acabas de llegar al colegio?

- Sí. Problemas con el auto – dice- tenemos este auto antiguo que solíamos utilizar en el rancho y no quería encender esta mañana. Si pensabas que mi camioneta era una chatarra, deberías ver esta

- Nunca pensé que Bluebell era una chatarra – digo

Aclara su garganta y sonríe.

- Mira tú. Estamos juntos en clase y no tendré ni tuve que sobornar a nadie este año - río

- ¿Sobornaste a alguien el año pasado?

- No oficialmente. Le dije a la señora María, encargada de asignarnos las clases, que sería muy lindo de su parte si podía inscribirme en la clase de Historia Británica. Se lo dije a último minuto, digo, como diez minutos antes que empiece la clase. Soy amigo de su hija, lo que ayudó al pedido

- ¿Pero por qué…? - ríe

- Eres linda cuando eres lenta

- ¿Por mí? No hay forma. Me odiabas. Era esa chica creída de California que insultó a tu camioneta – sonríe – estás loco

- Y yo que pensé que estaba siendo dulce y romántico – dice

- Claro. Así que eres amigo de la hija de la señora María. ¿Cuál es su nombre? – pregunto algo celosa

- Allison. Es una linda chica. Fue una de las chicas con las que fui el año pasado a la fiesta de promoción

- ¿Bonita?

- Bueno, tiene cabello rojo. Creo que tengo algo con el cabello rojo – dice y lo golpeo suavemente en el brazo – ey, también tengo algo con las chicas rudas – río de nuevo

Ahí es cuando siento la frustración, tan fuerte que quita la sonrisa de mi rostro. Thiago. Puedo percibir la presencia de Thiago a mi lado, siento como si estuviera mirándome tan fijo que podría hacerme huecos con sus ojos. Él nota lo natural que es para mí conversar con Peter. Desea poder bromear conmigo de esta manera, desea poder hablar entre los dos, finalmente conectarnos. Él quiere que yo me ría de esa forma con él.

Peter mira por encima de mi hombro y parece notar a Thiago por primera vez.

- ¿Cómo andas, T? ¿Tuviste un buen verano? – pregunta Peter

- Sí, fantástico. ¿Y, el tuyo?

- Increíble – dice Peter y hay una especie de competencia en su voz – el mejor verano de mi vida

- Bueno, esa es una de las cosas de los veranos, ¿verdad? – dice Thiago – tienen que terminar en algún momento

Es un alivio cuando la clase termina. Pero, luego tengo que pararme en la cafetería y decidir qué hacer en el almuerzo.

Opción A: lo usual, la mesa de las invisibles. Cande. Quizás alguna charla incómoda sobre mi relación con Peter y que me pregunte lo que realmente pasó en el bosque aquel día y que no sepa cómo responder. Aún así ella es una de mis mejores amigas y no quiero seguir evadiéndola.

Opción B: Ángela. A Ángela le gusta almorzar sola, y las personas usualmente le dan un montón de espacio. Tal vez, si me siento con ella me den un espacio a mí también, pero después tengo que responder y escuchar todas sus teorías.

Opción C (realmente no es una opción): Thiago. Usualmente de pie en la esquina, deliberadamente sin mirarme. Sin esperar nada, sin presionarme, pero ahí. Queriendo que yo sepa que él está ahí. Esperanzado. No hay manera de que vaya en esa dirección.

Luego, la decisión me hace enojar. Ángela me mira y ella inclina su cabeza hacia el asiento vacío a su lado.

- Ven aquí – susurra y obedezco – vamos a hablar sobre una nueva teoría, pero primero – alza la mirada y luego grita – ey, Thiago

Dios mío. ¿Qué está haciendo?

- Ángela, espera un segundo, no…

Pero es demasiado tarde, él saluda con la mano y se acerca.

- ¿Sí? – dice él

- ¿Vas a almorzar, verdad? Siempre sales a almorzar – dice mi amiga

- Lo estaba considerando – dice mirándome

- Bueno, no quería malograr tus planes ni nada, pero creo que tú, yo y Mar deberíamos tener una reunión después de clases. En mi casa – Thiago se nota confundido

- Bueno..está bien. ¿Por qué?

- Digamos que estoy iniciando un nuevo club – dice Ángela – el Club de los Ángeles

Él me mira de nuevo, y noto que siente que lo he traicionado, porque obviamente le he contado el secreto a Ángela. Quiero explicarle que ella es una tumba cuando se trata de secretos, pero no importa. Ella lo sabe, y él sabe que ella sabe. El daño está hecho.

- Ella es una – digo – y está loca – Thiago asiente, como si esta revelación no fuese ninguna sorpresa

- Pero, tú vas a estar ahí, en la casa de Ángela – dice, dirigiéndose hacia mí

- Supongo

- Está bien. Iré – le dice a Ángela, pero aún me está mirando – necesitamos hablar, de todos modos

- Genial – dice mi amiga – nos vemos después del colegio

- Nos vemos – dice y desaparece entre la multitud

- Te odio – le digo a Ángela

- Lo sé. Pero me amas también. Bueno, ahora anda a almorzar con tu novio

- ¿Qué?

- Ahí está. Claramente está que te mira hace rato

Tomo mis cosas y me dirijo hacia la mesa de las invisibles. Peter está hablando con Cande. No sólo están las demás invisibles, también está Agustín, el novio de Cande. Es raro, estar con enamorados.

- ¿Qué hay de almuerzo? – pregunto

- Sloppy Joes

- Qué rico – digo, sin mucho entusiasmo

Foto: Sloppy Joes

Cande roda sus ojos.

- A Mar nunca le ha gustado la comida de aquí. Te juro, come como un pajarito

- Sí claro – dice él

Peter ha tenido otro tipo de experiencia conmigo. Cuando estoy con él, como cómo un caballo. Me siento a su lado, y él acerca su silla a la mía y coloca su brazo a mí alrededor. Cande bufa y ambos nos volteamos para verla. Sus ojos se dirigen hacia mí y Peter, una y otra vez. Ella sabe lo de nosotros, claro, pero nunca nos ha visto así de juntos.

- Ustedes son asquerosos – dice

Acerca su silla a la de Agus y entrelaza su mano con la de él. Peter sonríe de esa forma tan malévola. No tengo tiempo para protestar, antes que se incline para besarme. Primero lo empujo apenas, avergonzada, luego me derrito y me olvido de donde estoy por un minuto. Finalmente, se aleja e intento respirar.

- Ay, consíganse una habitación – dice Cande, sonriendo

- Sé que somos oficialmente el chisme del pueblo – le digo a Peter

Él sin duda ha contribuido a eso. Le falta poco para escribir con plumón en mi cabeza: “Propiedad de Peter”.

- ¿Te importa? – dice, alzando sus cejas

Alcanzo su mano y entrelazo mis dedos con los de él.

- No

Estoy con Peter. A pesar de haber fallado en mi propósito, parece que realmente me voy a quedar con él. Soy la persona con más suerte en el mundo.