sábado, 4 de julio de 2015

Existence: Capítulo Once (Parte 2)

La briza empezaba a enfriarse y el sitio debajo de la carpa llenó su capacidad. Quería estar en cualquier lugar menos aquí con una vista perfecta del escenario en el que pronto Peter estaría. Las luces bajaron y la gente se puso loca. Pablo colocó su brazo alrededor de mi espalda y me incliné contra él, esperando que su cercanía me ayudara a superar esto. Con un sonido de tambor y el de una guitarra eléctrica, las luces destellaron mientras fuegos artificiales explosionaban por encima de nosotros. Un grupo de tres chicos tomaron el escenario. Uno estaba detrás de los tambores con cabello largo y rubio y los otros dos estaban a cada lado del escenario con guitarras en sus manos. La música llenó el aire de la noche y gritos se escucharon desde la playa. Todo estaba tan cubierto de gente que ya no podía ver la arena. Un sonido fuerte y una nube de humo me hicieron saltar. Los gritos solo se volvieron más fuertes. Peter salió del humo, ahora colocándose en el escenario. Observé su cabello bailar en la briza mientras alcanzaba el micrófono, esperando en el centro del escenario. Lo tomó entre sus manos y luego se volteó directamente hacia la carpa. Directamente hacia mí.

“Quieres lo que no puedes tener. Lo veo en tus ojos. El dolor que llena tus noches es por mi paquete de mentiras. He abierto la puerta para ti, para que te alejes. Hay un mejor camino para ti aunque quiero que te quedes. He roto las reglas, he virado del camino, pero cuando te conocí supe que salvarte valía la pena. Déjame dejarte ahora antes que sea demasiado tarde. Déjame dejarte ahora antes que sepas qué soy y tu amor se convierta en odio.

Aléjate de mí antes que me rompa y te lleve conmigo. No puedes ir hacia donde yo voy, no puedes atravesar mi Infierno. Aléjate de mí antes que me rompa y te lleve conmigo. Mi camino está hecho solo para mí. No hay manera de llevarte también. Te he dado vida cuando estuvo en mis manos darte muerte. Aléjate de mí.

Observo la vida que sé que llevarás sin mí aquí. Es lo que mereces, es dónde tú perteneces, es todo lo que quiero, pero todo lo que temo. Una vez que te conocí supe que tenía que salvarte, pero tú me salvaste a mí. Ahora me estoy alejando y dejándote ser libre. En ningún momento me olvidaré que hay un fuego dentro de mí que tú encendiste con tu toque. Hacerte daño no era el plan, pero debe suceder por mí.

Aléjate de mí antes que me rompa y te lleve conmigo. No puedes ir hacia dónde yo voy, no puedes atravesar mi Infierno. Aléjate de mí antes que me rompa y te lleve conmigo. Mi camino está hecho solo para mí. No hay manera de llevarte también. Te he dado vida cuando estuvo en mis manos darte muerte. Aléjate de mí. “

Mis manos tiemblan en mi regazo. Su mirada nunca deja la mía. Las palabras están hechas para mí. No puedo lograr respirar por el dolor apretando mi garganta. ¿Por qué estaba haciendo esto? ¿No me había herido lo suficiente? Las lágrimas acumulándose en mis ojos caerían libres, por mis mejillas, anunciándoles a mis amigos lo mucho que me afectaban las palabras de Peter. No lo podían saber. Nadie podía. Me puse de pie y me alejé. Ya no podía sentarme ahí y escuchar. En alguna clase de trance desesperado, me empujé entre las fans gritando y los cuerpos sudorosos. Podría respirar si tan solo me hacía a un lado, si ponía algo de distancia entre sus palabras y yo. Una vez que salí de la carpa, me volteé y corrí hacia la oscuridad. Lejos del miedo. No le tenía miedo a él, pero sí de sus palabras. Él se estaba yendo. Mi estómago se apretó ante la idea y corrí con más fuerza hasta que la playa arenosa estuvo oscura y vacía. El sonido de la música tocaba a la distancia y volteé la mirada sobre mi hombro para ver si Pablo o Candela me habían seguido. Nadie venía. Estaba verdaderamente sola. Jadeando por aire, caí de rodillas y solté un sollozo con el que había estado luchando aguantar desde que empezó a cantar. Lágrimas calientes cayeron por mi rostro. Mi pecho dolía tanto, y profundas respiraciones fueron imposibles.

El aire de la noche bajó varios grados. No era mi dolor apretando mi respiración, era el frío que venía con ella. Me volteé lentamente, sabiendo que ella estaba ahí observándome. Podía sentir su presencia. Era miedo helado. Aun así, el hueco negro de dolor que Peter había dejado en mi pecho hizo que el miedo que ella poseía se tornara en nada en comparación. Me puse de pie y la enfrenté, dándome cuenta que mi miedo había sido reemplazado con odio. Ya no me asustaba. Me enojaba. Algo sobre su aparición causó la angustia de Peter y me hizo querer hacerle daño por la parte que estaba tomando en mi dolor. La miré mientras su cabello rubio flotaba.

—¿Qué es lo que quieres de mí? —grité a través de mis lágrimas.

Di un paso hacia ella, convirtiendo mis manos en puños. No quería que piense que me podía volver cobarde. No quería que piense que me podía seguir asustando. Su risa llenó la oscuridad a nuestro alrededor.

—Estaba programado —dijo con una voz que había llegado a odiar.

—¿Qué estaba programado? ¿Eh? ¿Acaso lo sabes? ¡Consíguete una maldita vida y déjame en paz! —Me acerqué a ella, queriendo golpearla pero sabiendo que no haría nada bien.

Su risa se convirtió en una siniestra.

—Estaba programado y él rompió las reglas. —Su risa murió y me miró de nuevo—. ¡Tú! ¡Él rompió las reglas por ti! ¿Por qué tú? ¿Qué tienes tú? Una simple humana con un momento determinado. Todo era muy simple, aun así él lo complicó todo. —Me señaló con el dedo. —Vamos, acércate y arreglaré el mal hecho. 

Tragué y el miedo que pensé que había superado volvió. Peter también había dicho que ella arreglaría algo mal hecho.

—¿Qué mal? —pregunté.

Inclinó su cabeza como si me estudiara.

—Eres diferente a los otros. Supongo que eso lo estaba intrigando. Su existencia es bastante monótona.

Luché contra la urgencia de lanzarme contra ella, sabiendo completamente que probablemente la atravesaría. Ella quería que me acerque. Necesitaba mantener mi distancia. Sacudí mi cabeza y retrocedí. En segundos estaba de pie en frente de mí y mi respiración empezó a apretarse aún más. Intenté retroceder pero una mano helada se envolvió alrededor de mi cintura y empezó a empujarme con una fuerza que no pude combatir contra las olas que golpeaban. El primer golpe de agua helada y salada me sorprendió. Esto era real. Esta vez estaba a solas y nadie me escucharía.

Empecé a patear y pelear pero ella continuó arrastrándome hacia el golfo con poco esfuerzo. No había chance que sobreviviera en la profundidad del agua. Las olas se estaban volviendo más grandes ella me estaba jalando hacia ellas. Me iba a ahogar. ¿Acaso no podía simplemente matarme sofocándome como lo había empezado a hacer en la escuela antes que Peter interrumpiera? Las luces y la música bailaban a la distancia. Esta vez, estaba a solas y nadie me salvaría. Lo suficientemente extraño era que no quería gritar. Ya no le temía a mi muerte. Pero deseaba ser capaz de decir adiós.

Cerré mis ojos mientras el agua alcanzó mi mentón y la primera ola golpeó contra mi cabeza. Mientras dejaba que mi cuerpo se pusiera lívido y aceptara su destino, escuché que alguien gritaba mi nombre. ¿Alguien me había encontrado aquí? Empecé a apartarme de su agarre y gritar pero me di cuenta que tal vez le quitaría la vida al que había venido aquí. Ella no estaba aquí por los demás. Tenía que quedarme callada. Quien sea que haya venido por mí no merecía este destino. Era a mí a quién quería.

Un destello brillante llenó el agua oscura y mi muñeca inmediatamente fue liberada del helado agarre. Luché por encontrar la superficie del agua e inhalé aire en mis pulmones ardientes.

—¡No! ¡Dije que no! Yo tomé esta decisión y rompí esta regla. He dejado que tu interferencia se quede sin castigo el tiempo suficiente. Esto termina ahora.

Quería abrir mis ojos y verlo. Podía escucharlo pero el agua salada picando mis ojos lo estaba haciendo imposible. Otra ola golpeó contra mí y empecé a patear frenéticamente mientras el agua llenaba mi nariz. Brazos calientes se envolvieron alrededor de mi cintura y me apreté a estos sabiendo que pertenecían a él. Estaba a salvo ahora. Mi cabeza rompió la superficie y empecé a toser en el agua salada.

—Aquí, déjame.

Peter limpió mis ojos con una ropa fría y la picazón desapareció así como mi tos. Era como si nunca hubiese sido forzada debajo de las olas del mar helado. Finalmente pude ver el rostro de Peter. Me estaba sosteniendo de nuevo.

—¿Por qué Lali? —Cerró sus ojos, tocando su frente con la mía y tomó una profunda respiración—. ¿Por qué? Sabías que ella aún te estaba acosando. La sentiste. ¿Por qué saliste aquí afuera a solas? ¿Querías encontrarla? ¿Creíste que enfrentarla a solas era la respuesta?

Sacudí mi cabeza y alcé la mirada hacia sus ojos tan cerca de los míos. 

—No, solo quería alejarme. Necesitaba pensar. Verte… —me detuve antes de decir más.

Una sonrisa triste tocó su boca.

—Todo lo que ella podía hacer era intentar asesinarte. Para que realmente enfrentes la muerte, la Muerte tendría que venir y llevarte. Eso no iba a suceder —se detuvo y tomó una respiración antes de llevar sus labios a mi cabeza. Sus labios se movieron a mi mejilla antes de colgar sobre mi boca—. Por más que quiero besarte, no puedo. —Soltó una risa suave—. Eres una chica frustrante. Eres totalmente diferente a otras almas que he conocido. —Toqué su rostro y me incliné hacia adelante para que mis labios toquen los suyos, pero él se apartó y sacudió su cabeza—. No —susurró—, no lo hagas. No puedo. Eres muy especial. Mi deseo por ti sobrepasa lo que sé que es mejor para ti. No puedo arriesgar eso de nuevo.

—No me dejes —rogué.

Tocó mis labios con la punta de su dedo.

—No lo haré. Al menos no esta noche.

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