sábado, 25 de julio de 2015

Existence: Capítulo Dieciocho

Me quedé mirando la mesa de la cocina cubierta de latas de gaseosa vacías, dos cajas de pizza vacías y una torta de chocolate a la mitad con un mensaje que decía: “Bienvenida, Lali”. Pablo, Candela y Gastón me habían sorprendido esta tarde. Había abierto la puerta hace cuatro horas atrás para encontrar a los tres con pizzas, gaseosas y una caja de postre. Estar con los tres, comiendo comida de verdadero sabor, y entreteniéndolos con historias de mi tiempo en la casa mental me había hecho sentir como en casa. Sus rostros sonrientes y risas familiares me habían dado calidez de la frialdad que siempre me penetraba. Pablo me había sostenido mientras nos sentábamos en la sala, contándome todo lo que me había perdido. María se había caído de la pirámide durante la práctica de animadoras, y tenía un yeso en su pierna derecha. Candela parecía mucho más a gusto con ello. Pablo ahora tenía dos ofertas de beca de diferentes universidades por su progreso en el deporte.

Pablo había continuado sin mí. Saber que él estaría bien cuando yo ya no fuera parte de su vida tranquilizó parte de la culpa dentro de mí. No podía mantenerlo. No cuando anhelaba a Peter tanto. Incluso si no podía encontrar a Peter, supe que le importaba. Él volvería eventualmente. Él había sabido que lo necesitaba y había venido a mí. Incluso si no podía verlo, sabía que estaba cerca. Alcé la mirada hacia las escaleras sabiendo que no vendría esta noche. Mi habitación era un lugar seguro para mí ahora. Si solo pudiera verlo y decirle que lo amaba y que iría a donde tuviera que ir para estar con él…Pero él ni siquiera me permitía saber o entender.

Lancé las latas de bebida vacías en el basurero cerca de la parte trasera y subí para ir a la cama. Hoy había sido un día exhausto y estaría volviendo a la escuela al día siguiente. La mesa vacía donde Peter una vez se había sentado en Clase de Literatura Inglesa destelló en mi mente y el vacío en mi pecho regresó.

****

Música estaba sonando. Me tomó un momento mientras abría mis ojos reconocer que Peter estaba tocando mi canción de cuna. Me senté derecha en la cama y miré a la silla pero estaba vacía, aun así la música estaba sonando. A través de mi sueño, me di cuenta que la música no estaba en mi habitación o en mi casa. La música venía de la ventana abierta de afuera. Salté y corrí para ver de dónde venía. ¿Peter estaba afuera? El patio estaba oscuro y fogoso. La música se alzó hacia mí desde algún lado en la noche. Busqué mi chaqueta, me deslicé en mis zapatos, y luego bajé y salí, cerrando la puerta gentilmente detrás de mí para no despertar a mamá. Si me atrapaba deambulando en la oscuridad, podría mandarme de vuelta a la casa mental.

La música sonaba como si viniera del bosque. Fui hacia el jardín para encontrar una linterna. Sabía que mamá guardaba una en el almacén. Una vez que la encontré y revisé si las pilas estaban bien, regresé al patio.

¿Por qué Peter estaría aquí afuera tocando mi canción de cuna? Caminé por el camino que mi mamá había hecho así podía tomar caminatas naturales desde nuestro patio hasta el bosque. Las hojas alrededor de mí sonaban y aguanté un grito. Necesitaba encontrar a Peter antes que algo raro me encuentre. La música empezó a sonar más entre el bosque. Mi linterna solo me ayudaba a ver apenas. La niebla gruesa no ayudaba a la visibilidad. Seguí diciéndome a mí misma en mi cabeza que Peter estaba ahí afuera. Quería que yo lo encontrara. ¿Por qué otro motivo más tocaría su música así podía escucharla, si no era para llevarme hacia aquí?

Una luz brilló en la oscuridad, atravesando la neblina. Caminé hacia ella, sabiendo que la música venía desde ese lugar. Mientras más me acercaba, más brillante se volvía la luz. Rompí a través de la niebla y hacia un pequeño claro. Una bola brillante flotaba dentro del círculo de árboles rodeando el claro. Metí la linterna en el bolsillo de mi chaqueta antes de tomar un paso cauteloso hacia la órbita de luz. La música de Peter venía desde la luz.

Confundida, rápidamente busqué en el claro por Peter. Permanecía vacío, más que por mí y la ligera música. ¿Por qué estaba sonando la música de Peter? Miedo lentamente empezó a llenarme. Peter no estaba aquí. Él nunca me traería fuera, hacia el bosque, a solas. Alguien más lo haría. Alguien que quería que deje mi cama y deambule lejos de la protección de mi casa.

—Bum, bum, bum, bum, tu corazón sin duda está corriendo, ¿verdad petisa?

Me volteé ante el sonido de la voz de Rochi. Ella estaba en la esquina más lejana del claro, observándome. No se veía como la Rochi de la casa mental. Su cabello rubio corto estaba volando alrededor en la briza de la noche y sus labios rojos ahora parecían brillar como brillo plateado en la luz de la luna. Retrocedí un paso, queriendo poner distancia entre nosotras.

—¿Qué estás haciendo Rochi? —pregunté, intentando dejar el pánico en mi voz. 

Ella apretó sus labios e inclinó su cabeza de lado a lado.

—Mmm. La pequeña Señorita Inteligente no es tan lista después de todo. ¡La única chica sana en la casa, ja! Fuiste la única suficientemente estúpida para ser mi amiga.

Busqué frenéticamente alrededor de mí, intentando pensar en una forma de escapar.

—Guada era tu amiga —repliqué, queriendo hacer tiempo mientras intentaba pensar en una forma de alejarme de ella.

Rochi empezó a reír.

—Guada es una lunática cuya mente fácilmente controlaba. Tú, sin embargo, te acercaste a mí sin mi ayuda. Lo hiciste todo por ti sola. Confiaste en mí. —Dejó de hablar y empezó a acercarse a mí, riéndose maniáticamente—. He sido enviada para arreglar el error. Estuve ahí por ti. La primera noche iba a llevarte. Era parte el destino —gruñó—, pero él ya estaba ahí. Ni siquiera te había matado y él ya estaba ahí. Protegiéndote. Tonta humana que eres. La simple alma viviendo dentro de ti. Él la protege.

Empezó a caminar de adelante hacia atrás en frente de mí como si fuera un enorme gato acosando a su presa. Retrocedí otro paso y ella empezó a reírse como loca como si mi intento de irme era una cosa insana como ella.

—¡Es su trabajo! ¡Fui enviada a arreglar el error! Él rompió una regla contigo. No puede romper las reglas. Si no arregla su error, entonces pagará. Debe ser corregido.

Empezó a inclinar su cabeza de adelante hacia atrás de nuevo, estudiándome como si yo fuera una especie desconocida. Me di cuenta que sus ojos ya no se veían locos sino como los de un gato. Sus rasgos tenían un brillo. No era humana. No era una paciente mental. Ella era…algo más.

—¿Qué eres Rochi? —pregunté.

Sonrió.

—¿Realmente quieres saber? —Dejó de acosarme y miró alrededor del claro como si esperara a alguien más. ¿Había más como ella ahí afuera? —Supongo que desde que es tu momento, puedes saberlo. Realmente debiste haberlo sabido todo este tiempo. Tu momento ya ha pasado hace mucho. Eres como un libro de biblioteca pasado. Tic toc, tic toc, me estás costando un tiempo valioso. Este no es mi trabajo. Es el de él —siseó, escaneando el claro de nuevo y me di cuenta que estaba esperando a Peter. 

—¿Quién es Peter? —pregunté. 

Ella sonrió ante esta pregunta y alzó una de sus cejas que ahora eran tan rubias como su cabello.

—¿Quién crees que es, petisa? —provocó.

—Él se lleva a quienes mueren a donde sea que ellos tengan que ir —repliqué en un susurro, casi tan aterrada de escucharme a mí misma decir esas palabras.

Rochi empezó a reírse con su risa maniaca.

—Bueno, si estuvieras en lo correcto, entonces todo esto sería mucho más fácil. Pero viendo que no es así, lo hace más difícil. Peter no es un transportador. Yo lo soy.

Me quedé mirando a través de sus grandes ojos que parecían brillar como sus labios.

—Eso es correcto, petisa, los llevo arriba o abajo —dijo con un gruñido de disgusto—. Y tú ibas a ser tan fácil. Ibas a ir arriba. Te iban a dar un nuevo cuerpo y una nueva vida y luego tu alma hubiese hecho lo que las buenas almas hacen. Viven para siempre, una y otra vez. ¡Pero no! —gritó en la oscuridad mientras destellos rojos salían de sus uñas—. No, petisa, eso no fue lo que sucedió. ¿Infiernos, por qué no? Bueno, esta vez tu pequeña hermosa alma estaba en un hermoso y joven cuerpo y tú tenías una sonrisa linda y una linda caminata y una linda risa y eras interesante. Podías ver otras almas y eras vaaliente y bla, bla, bla. Como sea. —Se detuvo y me miró—. Lo atrapaste. Nadie se supone que deba atraparlo.

Empezó a caminar hacia adelante y atrás en frente de mí de nuevo, observándome como si no estuviera segura de qué hacer conmigo.

—Así que ahora, soy yo quién tiene que arreglar este error. Él es muy débil para hacerlo. Él te quiere. No quiere enviar tu alma conmigo para que vaya arriba y viva una nueva vida. No puede soportar la idea de terminar las cosas para ti. —Rodó sus ojos y lanzó sus manos hacia arriba en el aire con un suspiro frustrado—. He sido enviada a recogerte, con o sin su apoyo. Él estará aquí al final…no frunzas el ceño. Verás su rostro sexy de nuevo.

Rochi empezó a caminar hacia mí con su actitud de gato.

—No me dijiste quién es él —dije, retrocediendo.

—¿Quién es él? ¿Aún no lo sabes? Y aquí pensé que ya estaba todo aclarado —provocó, deteniéndose en frente de mí para correr una uña roja por mi rostro. Me estremecí ante el toque familiar y helado. La rubia que había tratado de ahogarme se había sentido como ella.

—Intentaste ahogarme —dije, ronca, buscando alguna similitud con la rubia que pensé que Peter había asesinado. 

Sonrió y sacudió su cabeza.

—No, petisa, esa no era yo. Kiara era otra transportadora que tu amado aniquiló. Puedes ver ahora por qué yo no soy la verdadera aficionada con el trabajo que me han encomendado. Él no va a estar feliz conmigo. No quiero que su enojo sea dirigido hacia mí cuando me deshaga de su preciosidad. Después de todo, quién quiere meterse con la Muerte. 

Tragué contra el repentino nudo en mi garganta.

—Muerte —logré decir.

—Déjala ir. —La voz de Peter llenó el claro y Rochi se puso rígida. Su agarre se relajó antes de apretarse de nuevo, esta vez con más intención. Respirar ahora era imposible—. ¡No! —La voz de Peter rompió en la oscuridad. 

El agarré de Rochi se liberó mientras su cuerpo cayó plano contra el suelo. Jadeé por aire, mirándola a ella mientras ella alzaba la mirada hacia Peter con una mezcla de miedo y odio.

—Es el momento. He sido enviada. No puedes romper las reglas. Ella es un alma a la que le darás otra vida. Puedes encontrarla de nuevo. Termina esto —rogó Rochi, mirando a Peter.

Él dio un paso hacia Rochi y estiró una mano para tocar mi cuello. La calidez suavizó el dolor que quemaba por el agarre helado de Rochi.

—Lo siento —susurró mientras miraba mis ojos.

Asentí con la cabeza, insegura de por qué se estaba disculpando, pero supe que le perdonaría todo. La risa salvaje detrás de él causó que sus ojos verdes se transformen en zafiros brillantes. Se volteó y miró a Rochi. 

—Déjala y te dejaré vivir. —Su tono duro y helado penetró la oscuridad.

Rochi se quedó de pie, observándolo con fiereza.

—No puedo irme hasta que hagas tu trabajo y te vayas con esa alma. —Peter sacudió su cabeza y sus ojos parecieron causarle dolor. Ella hizo una mueca y retrocedió—. Escucha, yo no pedí ser la que hiciera enojar a la Muerte. Me enviaron. No tuve opción. —Me apuntó—. Me gusta. Entiendo lo que ves en ella pero tiene que morir. Está destinado.

Peter se volteó completamente y caminó hacia ella.

—Noooooo —gruñó.

Rochi retrocedió con una expresión de terror. Busqué a Peter, sosteniendo su mano.

—No, Peter, por favor —rogué. Él se detuvo y se volteó hacia mí.

—¿Entiendes lo que ella quiere? Ella no es tu amiga, Lali, aunque hizo un buen papel.

Me acerqué hacia él.

—Tú eres la Muerte y se supone que yo debo de morir. —Aparté mis ojos de él y miré a Rochi—. Y ella va a transportarme.

Peter sacudió su cabeza y miró hacia la sonrisa aliviada de Rochi.

—¿Lo hiciste sonar tan simple? ¿Le hiciste pensar que ella simplemente podía morir y volar y tener otra vida? —Un gruñido salió de su pecho y Rochi retrocedió aún más, su cuerpo visiblemente temblando—. No funciona de esa forma, ¿verdad Rochi? —gruñó, y sentí los músculos de sus brazos hincharse bajo mi toque.

—Estoy aquí para corregir el error. Rompiste una regla que no puede ser rota. No puedes mantenerle, Muerte. Ella no es una mascota con la que puedes jugar. Ella es un alma y tú único reclamo es el hecho que te llevas un cuerpo que vive cuando el momento ha llegado. Tú no eres dueño de las almas.

—No me llevaré su alma. Ella va a vivir. Su muerte no sucedió.

Rochi alzó las manos en el aire en exasperación. 

—Sí, sabemos eso. ¡Porque tú lo detuviste! Se supone que ella debió morir aplastada en ese auto. Tú ibas a llevarte su alma de su cuerpo. Kiara tenía que llevarla arriba. ¡Pero no! Sacaste su cuerpo y lo salvaste. 

Mis piernas se rindieron ante la verdad de las palabras de Rochi. Las palabras de la pequeña niña del hospital vinieron corriendo a mí.

«No te pongas triste. Él dijo que este cuerpo que tengo está enfermo y una vez que muera, obtendré uno nuevo y una nueva vida. Las almas no son forzadas a deambular en la Tierra. Solo las que están muy asustadas de irse, se quedan aquí. Si escoges dejar la Tierra, regresarás en un nuevo cuerpo y vida. Tu alma, sin embargo, será la misma. Él me dijo que el hombre que escribió mis libros favoritos, Las Crónicas de Narnia, dijo que: “Tú no eres un cuerpo. Tú tienes un cuerpo. Tú eres un Alma.”» 

Peter me sostuvo antes que me cayera al suelo. Alcé la mirada hacia él.

—Conocí a una niña en el hospital. Ella te había conocido. Estaba enferma e iba a morir. Le dijiste que su cuerpo estaba enfermo y que no tuviera miedo porque ella obtendría un nuevo cuerpo.

Peter sacudió su cabeza con una expresión atormentada. 

—Sé lo que estás pensando y no.

Miré sobre Rochi y ella alejó su mirada de mí. Había algo que yo no sabía y que era importante. Alcé la mirada de nuevo a Peter.

—¿Qué no me estás diciendo, Peter? ¿Por qué no puedes llevarte mi cuerpo y vivir mi vida de nuevo? Puedo estar contigo una vez que mi vida ya no esté destinada a morir y no estarías rompiendo una regla.

Rochi sacudió su cabeza y me dio la espalda.

Peter cerró sus ojos con fuerza.

—No volverás —dijo con un susurro ronco.

—¿Por qué? Le dijiste a la pequeña niña que lo haría. Rochi dijo que obtendré otro cuerpo y que seguiré viviendo…eso es lo que hacen las almas.

Peter ahuecó mi rostro con sus manos. Su pulgar acarició mis labios. Odiaba ver el dolor en sus ojos. Quería terminar su dolor. ¿Por qué no me dejaba?

—Lali, en el momento en que fui consumido por ti y escogí romper la regla, todo cambió. Tú eres mi debilidad. Te escogí sobre las reglas. Una vez que seas llevada, serás mantenida. Ya no te volveré a ver ni tampoco tendré la oportunidad de estar cerca de ti. Soy la Muerte. No puedo vivir con la luz y tú vivirás con ella. Para siempre. Nunca regresarás a la Tierra. No puedo resistirme a ti así que ellos no me dejarán tenerte.

Se inclinó y besó mi nariz gentilmente. Temblé bajo su toque, lágrimas quemaban en mis ojos. No podía soportar la idea de nunca volverlo a ver.

—Y si él se rehúsa a tomar tu cuerpo, él será llevado como resultado. ¿Vas a contarle esa parte, Muerte? ¿Vas a contare cómo ya no serás libre de deambular por la Tierra como la Muerte, y serás condenado al Infierno? Serás tan bajo como los ángeles caídos. Si ella vive, tú esencialmente mueres. —Rochi se quedó mirando a Peter con sus manos en sus caderas—. La decisión es ahora. Una vez que tus poderes sean retirados, te estaré transportando abajo. Y realmente odio ir abajo. —Rochi volvió su mirada hacia mí—. Puedes vivir y tener una vida eterna mientras él se quema en el Infierno con el resto de los ángeles caídos y pecadores o puedes ir conmigo y vivir en la luz y dejarlo continuar vivir la vida que ha vivido desde la creación del hombre. Por lo que él es, y siempre ha sido, Muerte.

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¡Últimos capítulos!

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