lunes, 27 de julio de 2015

Existence: Capítulo Diecinueve

El cielo oscuro empezó a dar vueltas alrededor de un halo de luz. Cogí el brazo de Peter con mis dos manos como si fuese a desaparecer. 

—¿Qué está sucediendo? —pregunté sobre el sonido del viento rugiendo a la distancia. 

Peter sacudió su cabeza, sus ojos en Rochi. Ella lo miró a él y luego a mí.

—Se lo van a llevar. Por ti, él será considerado como uno de los peores. Ha caído. Rompió las reglas —Rochi empezó a gritar sobre la tormenta. Dejé ir a Peter y di un paso hacia adelante, sabiendo que tenía que detener esto y él no me iba a decir cómo.

—¿Qué puedo hacer? —le grité a Rochi.

Ella miró detrás de mí a Peter.

—Ella no es como los otros humanos. Es por eso que te enamoraste de ella, cuando nadie más te ha tentado. Déjala tomar esta decisión.

—¡No! —gritó Peter detrás de mí con tal fiereza en su voz, derivándose al pánico. 

Corrí hacia Rochi, con miedo a que Peter me detenga.

—Dímelo —demandé.

Ella me miró mientras sus rasgos brillantes parecían más de otro mundo. La tormenta se puso peor. Su cabello rubio empezó a bailar salvajemente alrededor de ella, creando la apariencia de la inmortal que era.

—Él solo puede ser perdonado si tú mueres. Él es la Muerte y tendrá que aceptar tu alma. Solo puedo hacer lo que tengo en mis manos para matar tu cuerpo, pero al final, hasta que Él ya no sea más, Muerte debe de llevarse tu alma.

—¡No! ¡No la tomaré! ¡Ella es una nueva alma! Mi debilidad no la condenará —gruñó Peter detrás de mí mientras mis brazos me apartaron de Rochi.

Ella ignoró la protesta de Peter y continuó observándome mientras crecía la tormenta. Tenía un poder aquí que Peter no aceptaría y Rochi estaba muy aterrada de contarme. Ella lo estaba intentando. La amiga que pensé que había hecho en la casa mental podría ser mi verdadera amiga después de todo. No había ninguna intención de broma en su mirada como la que había visto en los ojos de los otros transportadores. Me estaba rogando en silencio. ¿Cuál es la elección? ¿Si Peter se rehusaba a tomar mi alma, entonces cómo podía matarme si es que iba directo a sus brazos? Los brazos de Peter parecían estar peleando contra un jalón de la tormenta que no me estaba jalando a mí o a Rochi. Estaba aquí por él. Alcé la mirada hacia él y toqué su rostro angustiado tan lleno de determinación a salvarme que estaba dispuesto a ser tragado por el Infierno. 

—Te amo —dije, causando que su rostro se contorsione de dolor.

—No soy un hombre así que no tengo un corazón que ame como lo hace el de un humano. Soy un dios inmortal que tiene poder supremo porque sostengo las llaves a la Muerte. Pero tú eres mi existencia. Yo soy tuyo. 

Lágrimas calientes se deslizaron por mi rostro mientras miraba fijamente el rostro de alguien que comprendía una emoción más fuerte que mi debilidad, palabras de amor. Su brazo estaba apartado de mí por la fuerza de la tormenta y estaba como el dios que era mientras un embudo oscuro se envolvía a su alrededor. Mi corazón golpeaba en mi pecho y corrí hacia Rochi, sabiendo que de alguna manera había algo que podía hacer. Ella podía llevarme, lo podía ver en sus ojos. Había una forma para que yo detenga esto. Rochi me observó mientras me acercaba más a ella y noté una esperanza destellar en sus ojos.

—¡Ayúdalo! Haz lo que puedas pero no dejes que se lo lleven, por favor —grité sobre el rugido detrás de mí que salió del pecho de la Muerte. 

Rochi asintió con la cabeza y miró sobre mi hombro.

—Ella hizo el sacrifico. Se ha terminado —anunció Rochi con una voz alta y de orden. 

Sus ojos volvieron a mí mientras su mano tocaba mi cabeza. El aire a mí alrededor cesó. Ya no podía hacer ingresar oxígeno a mis pulmones. Me tomó todo mi poder no intentar buscar aire. Si Peter me veía luchar, sabía que él lucharía con cualquier fuerza alrededor de él para liberarme de Rochi. El suelo frío se alzó para encontrarse conmigo y caí inerte mientras el filudo dolor de sofocación quemó mis pulmones. La tormenta alrededor de mí se desvaneció. Ya no escuchaba ni sentía nada. Era diferente que antes. Esta vez el dolor se fue rápidamente y la oscuridad me consumió.

****

El olor a café y tocino llenó mis sentidos mientras inhalaba un aire tan dulce que me despertó de un golpe. Me senté y miré alrededor a mi habitación. Estaba en mi cama. Tragué y mi garganta se contrajo con dolor. Toqué mi pecho y lo sentí sensible como si hubiese sido golpeada justo sobre mis pulmones. Todo había sido real. Mareada, me puse de pie y caminé hacia la ventana para mirar hacia el bosque detrás de mi casa. ¿Mostraría la prueba de la tormenta de anoche, luchando para llevarse a Peter? Los árboles estaban igual como estuvieron ayer. Las hojas volaban gentilmente en la briza. Esto estaba mal. Me había rendido ante la Muerte. Rochi me podía haber llevado. Lo había visto en sus ojos. ¿Peter aún poseía el poder para detenerlo incluso con el Infierno apartándolo? Estaba viva y estaba aquí en mi casa, respirando, cuando había pedido dejar mi cuerpo detrás y terminar mi vida en la Tierra. 

—No —susurré mientras lágrimas corrían por mi rostro—. Quería morir. Esta existencia que me has dado no tiene sentido si tú no estás. No puedo vivir con el hecho que ya no estés más…

Un sollozo rompió mi cuerpo y mis piernas se debilitaron debajo de mí mientras caía al suelo. Me hice una bola e intenté lidiar con el dolor atravesando mi pecho. Esta no era una existencia con la que podía vivir. Había estado tan segura que Rochi sabía una forma de salvarlo. Esto, esta vida donde Peter era condenado al Infierno y yo tenía permitido seguir viviendo como si nada hubiese sucedido, sería mi propio Infierno.

—Dime, petisa, ¿siempre eres tan dramática? —Salté ante el sonido de la voz de Rochi y alcé mis ojos hinchados para encontrarla en el borde de mi cama. Sus piernas largas y delgadas estaban cruzadas y me estaba estudiando con la inclinación de su cabeza—. Eres una humana única y extraña —dijo con una sonrisa.

Enojo empezó a formarse dentro de mí, me puse de pie y la miré. Ella me había mentido. Me había hecho creer que podía detener el destino de Peter.

—Caray, petisa, quita esa mirada de loca de tu hermoso rostro y respira profundamente. —Se detuvo e hizo una mueca—. Ahora que puedes respirar, claro.

Odiaba la mueca y su actitud después de lo que había sucedido con Peter.

—Me mentiste —siseé mientras cerraba la distancia entre nosotras.

Rochi sacudió su cabeza lentamente.

—No, no lo hice. Honestamente, Lali, deja de echarme la culpa. No es como si puedes herirme. Deja el drama, querida. Sé que lo amas. Mierda, me di cuenta que tienes más sentimientos intensos hacia él que el amor meloso que ustedes los humanos dan tan fácilmente. Quiero decir, la mayoría de los humanos no dejarían sus almas a ciegas en una eternidad que no entienden por salvar a la Muerte. Fue raro.

—Podrías haber tratado de llevarme. Él estaba siendo jalado por una fuerza más fuerte que él. ¡Podrías haberme matado! Fui directamente hacia ti y me ofrecí a mí misma como un sacrificio. 

Cubrí mi boca mientras un sollozo se escapó y los pasos de mi madre hicieron eco en el pasillo. Me congelé, insegura de qué hacer. Por dentro me sentía como si estuviera rota. Ya no tenía la fuerza para cubrir el dolor que estaba sintiendo.

La puerta de la habitación se abrió y mi mamá miró mi cama y sonrió, luego cerró la puerta suavemente. Me quedé congelada y confundida a lo que acababa de presenciar. Volteé mi mirada hacia Rochi de nuevo, quién seguía sentada en el borde de mi cama. Mamá no la había estado viendo a ella. Rochi se volteó ligeramente, y palmeó algo con su mano, sonriéndome. Mis ojos se movieron de mí hacia el lugar que había dejado vacío después de despertarme esta mañana por primera vez. Me di cuenta que aún seguía en la cama. Tomé un paso hacia adelante y miré a lo que parecía ser mi cuerpo durmiendo.

—Creo que un lo siento, arreglará el momento. Ya sabes, por gritarme y ese siseo horrible que hiciste. Me hace recordar a los de ahí abajo, bueno, ellos me enloquecen. —Aparté mis ojos de mi cuerpo y miré de nuevo a Rochi quien parecía satisfecha—. Estoy esperando mi disculpa. Habla, petisa, sabes que puedes.

Apretó sus labios e inclinó su cabeza de lado a lado.

—¿Estoy muerta? —pregunté, mirando de nuevo a mi cuerpo—. ¿Quiero decir, mi cuerpo está muerto?

Rochi dio un suspiro fuerte.

—Siiiii, ahora escuchémoslo: Lo siento Rochi, por hablarte tan feo cuando hiciste lo que te pedí. Vamos, puedes decirlo.

Sacudí mi cabeza y estudié mi cuerpo antes de caminar hacia el espejo. Me veía igual en casi todas las formas excepto que mis imperfecciones se habían ido. Era una versión perfecta de mí.

—¿Qué? ¿Por qué estoy aquí? ¿Mi madre no se da cuenta que estoy muerta? ¿En dónde está Peter? ¿Lo dejaron ir? ¿Vas a transportarme? ¿O soy un alma deambulando? ¿En dónde está Peter? 

Sentí esperanza por primera desde que me había despertado. Miré de nuevo al espejo y toqué mi rostro. Mis mejillas eran suaves donde las lágrimas las debían de haber dejado mojadas.

Rochi sonrió. 

—Toma un tiempo acostumbrarse, el estar en un cuerpo por diecisiete años y ahora no tienes uno. Te olvidas y piensas que las cosas son de una manera y no lo son. Como el hecho que estabas sollozando tanto ahí en el suelo con todo tu estilo dramático y sabías que tu cuerpo producía lágrimas así que las sentiste porque pensaste que estarían ahí.

Rochi se encogió de hombros y se puso de pie.

—¿A dónde vas? ¿Me llevarás contigo? ¿En dónde está Peter? —pregunté de nuevo y ella sostuvo sus manos en alto, a la defensiva.

—De acuerdo, primero que nada, no recibí mis disculpas y aun crees que puedes empezar a solicitar respuestas demandantes.

—¡Lo siento! ¿Ahora, en dónde está Peter?

Rochi frunció el ceño.

—Eso no sonó como si realmente lo sintieras. —Cerré mis ojos y me di cuenta que incluso con estos cerrados aún podía ver. Raro—. Tus ojos no están cerrados, petisa, solo crees que lo están. Ya te expliqué la forma en que ello funciona, así que detenlo. Te ves como si estuvieras haciendo esa mirada extraña que hacen las almas.

—Por favor, lo siento. Solo dime en dónde está Peter —rogué.

Rochi sonrió.

—De acuerdo, de acuerdo. La verdad es que no sé exactamente.

Se encogió de hombros y se alejó de mí.

—¿Qué quieres decir?

Se volteó y me sonrió.

—Todo es tan confuso. Tú me dejas asesinar tu cuerpo pero por supuesto tu hombre amado no iba a llevarse tu alma de tu cuerpo. Sin embargo, como sabía, como él también, que si tu alma estaba realmente deseosa, podía dejar su cuerpo por su propio ser. Así que, dejé el huracán de anoche y traje tu cuerpo muerto aquí. Supe que cuando tu alma regresara del trauma de matar tu cuerpo sería el momento del ajuste de cuentas. Esperé para ver y, sin duda… —se detuvo e hizo una mueca—, honestamente, nunca lo dudé. Podía ver tu fiereza en salvarlo. Supe que era tu alma que estaba hablando y esperaba que ella deje tu cuerpo. Esta, por supuesto, lo hizo y yo, inmediatamente, debí ser capaz de tomarte y llevarte arriba.

Se mordió el labio inferior y se encogió de hombros.

—¿Qué? —pregunté con alivio corriendo a través de mí ante la idea que Peter seguía siendo Muerte y no estaba quemándose en el Infierno.

—Ah, bueno no estoy realmente segura. Quiero decir, me gustas y todo, pero tengo una agenda ocupada y tú has tomado bastante de mi tiempo en estas últimas semanas. Bueno, al menos desde que Peter expulsó a Kiara y yo me quedé atrapada con el trabajo de asegurarme que el Sr. Terco libere tu alma. De todos modos, la cosa es que, no me quedé aquí y pospuse tu partida así podía hablar contigo y tú podías hacerme un millón de preguntas. Yo, eh, bueno, tu alma no está viniendo. No se irá o hay una fuerza sosteniéndola.

Suspiro y frunció el ceño.

—No sé qué está pasando aquí. Eres la primera de todas. Tal vez la Muerte si debe llevarse tu alma después de todo. No tengo idea. Lo que creo es que mejor será que regreses a ese cuerpo tuyo y vivir esta vida. Tengo miedo que a la Muerte no le hayan dado una reprimenda por su rebeldía. Si no regresas a tu cuerpo, entonces vas a pasar la eternidad como un alma que deambula. No tengo que decirte qué es eso porque ambas sabemos que ya lo sabes. Las ves todo el tiempo. ¿Quieres tener su miserable existencia? Mira, no dejes que le hayan dado una condena eterna por nada. —Caminó hacia mi cuerpo, sin vida—. Si él tiene que quemarse en el Infierno por toda la eternidad, no dejes que él se entere que eres un alma perdida. Él lo sabrá. Se asegurarán que él lo sepa. Todo se trata del dolor y tortura allá abajo. Lo que una pequeña llama no le puede hacer, el saber que te rendiste ante una eternidad prometida por el que él luchó tanto para que la mantengas, le causará daño como tú nunca comprenderás. —Miró mi cuerpo—. Es tu elección. Regresa y vive. Hazlo por él.

Luego se había ido.

Me quedé mirando mi cuerpo, mirándolo con lágrimas calientes corriendo por mi rostro, aunque ahora sabía que solo sentía el recuerdo de ellas. Era un alma. No podía llorar. Toqué mi rostro y mi cuerpo se sintió frío. La idea de volver a este cuerpo y existir mientras Peter ya no estaba por la Tierra por mí culpa era insoportable.

—Eres la razón de mi existencia, Peter. ¿Cómo voy a poder vivir sin ti? —susurré en la habitación y supe que no importaba qué vida de dolor la vida tendría para mí, no podía causarle más daño. Aceptaría esta vida así él no tendría la culpa de mi alma perdida para atormentarlo. Él había dado todo por mí. Podía sacrificar eternidad por pena, si eso es lo que aliviaría su sufrimiento.

Me deslicé de nuevo en la cama y sentí una sensación cálida correr a través de mí mientras me reunía con mi cuerpo que había dejado. Mis ojos se abrieron y un sollozo escapó de mis labios.

—¿Lali, querida? ¿Algún día vas a despertarte y venir a comer?

Mamá estaba de pie en mi puerta, sonriéndome, completamente lejos de saber que en su última visita en mi habitación había visto mi cuerpo vacío.

—Sí, eh, lo siento. Supongo que estar en la cama causó que me duerma más de la cuenta.

Ella caminó hacia mí y se sentó a mi lado.

—Se sintió bien tenerte anoche en casa. Puedes perder la escuela hoy si necesitas un día para ajustarte.

Pensé en quedarme en casa en mi habitación y supe que sería muy difícil. Necesitaba salir y hablar con la gente. Necesitaba ver vida y encontrar una manera de sobrevivir. No sería la causa del dolor de Peter. Viviría, por él.

****

¡Queda un capítulo!

4 comentarios: