jueves, 30 de agosto de 2012

Ángeles Caídos I: Quince

-¿Crees que Pablo asesinó a alguien?
-Shhh
-Sin ofender, pero esto está empezando a sonar ridículo. Primero él me atacó, ahora es un asesino. Lo siento, pero ¿Pablo? ¿Un asesino? Él es el chico más lindo que he conocido

Cande y yo estábamos en biología y ella estaba boca arriba, encima de una mesa. Estábamos haciendo un trabajo de laboratorio sobre tomar la presión de sangre y se supone que Cande tenía que recostarse en silencio por cinco minutos. Por suerte el entrenador nos dio la opción a escoger nuestro compañero, sino hubiese tenido que hacer el trabajo con Peter.

-Fue cuestionado y considerado un testigo en una investigación de un asesinato – susurré
-¿Estás segura que es el mismo Pablo?
-¿Cuántos Pablo Martínez crees que había en su ciudad en Febrero?
-Es sólo que suena muy difícil de creer. Y de todos modos, ¿qué tiene si fue interrogado? Lo importante es que lo soltaron, no lo encontraron culpable
-Porque la policía encontró una nota suicida escrita por la chica
-Tal vez ella sí se ahorcó. Tal vez un día ella dijo, “Ey, la vida apesta” y se colgó de un árbol
-Yo creo que alguien colocó la nota. Alguien que quería que Pablo no sea descubierto
-¿Quién querría eso? – preguntó Cande y la miré con obviedad – así que estás diciendo que Pablo la llevó hasta un árbol, le colocó una cuerda alrededor de su cuello, la empujó hacia el vacío, luego entró a su departamento y plantó evidencia que apuntaba hacia un suicido
-¿Por qué no?
-Porque los policías ya analizaron todo. Si ellos dicen que fue suicido, yo también
-Qué te parece esto – dije – un par de semanas después de que Pablo fue soltado, él se transfirió de colegio
-Tienes un punto ahí
-¿Por qué Pablo la asesinaría? – me pregunté en voz alta – tal vez ella lo vio haciendo algo ilegal, y él la mató para silenciarla
-Esto está empezando a volverse en algo sin sentido
-Hay algo más, algo que no estamos viendo
-Personalmente, creo que estás viendo mucho

Luego, de pronto, supe de qué me estaba olvidando. Había dejado el artículo impreso con la noticia de Pablo encima de mi escritorio la noche anterior. Pero esta mañana, ya no estaba. Definitivamente no estaba.

-Dios mío – dije – Pablo entró a mi casa ayer. ¡Fue él! Él robó el artículo
-¿Espera, qué?
-¿Qué sucede? – preguntó el entrenador, acercándose
-Eh…el sujeto parece no tener pulso – dije, dándole una apretada a la muñeca de Cande

Mientras el entrenador probaba el pulso de Cande, ella hizo un teatro y fingió que le faltaba aire.

-Aquí está, Lali. Está latiendo rápido y fuerte. ¿Estás segura que el sujeto no hizo ninguna actividad, incluso hablar, por cinco minutos? Este pulso no es tan lento como esperaba
-El sujeto tuvo problemas con la parte de no hablar – interrumpió Cande – y el sujeto tiene un tiempo difícil en relajarse en una mesa dura. Al sujeto le gustaría proponerle el cambiar lugar con Lali así ella puede ser el nuevo sujeto
-No me haga arrepentirme de haber dejado que escojan a su compañero – nos dijo el entrenador
-No haga que me arrepienta de venir mañana al colegio – dijo Cande, suavemente
-¿Peter? – dijo el entrenador - ¿Te importa venir aquí? Parece que tenemos un problema de pareja
-Estaba bromeando – dijo Cande – no se preocupe, haré bien el trabajo
-Debiste pensar en eso hace cinco minutos
-¿Por favor, perdóneme? – dijo Cande, batiendo sus pestañas
-No

Cande me miró con una cara de Lo Siento antes de irse hacia adelante, al lado del que había sido compañero de Peter. Un momento después, Peter tomó asiento en la mesa, a mi lado.

-¿Qué? – dije, cuando no dejaba de mirarme
-Estaba recordando los zapatos de tacón. Ayer por la noche – dijo, con una sonrisa
-¿Cómo estuvo tu noche? – pregunté
-Interesante. ¿La tuya?
-No mucho
-¿La tarea estuvo difícil? – se estaba burlando de mí
-No hice la tarea – sonrió más amplio
-¿Qué hiciste?
-¿Esa fue una insinuación?
-Sólo me da curiosidad saber quién es mi competencia
-Madura
-Relájate
-Mira, ya estoy teniendo problemas con el entrenador, así que por favor, concéntrate en el laboratorio. No estoy de humor para jugar, así que si no te importa… - dije, señalando la mesa para que se eche
-No puedo – dijo – no tengo corazón

Me dije a mí misma que no lo decía literalmente. Así que me recosté en la mesa y coloqué mis manos en mi estómago, cerrando mis ojos.

-Dime cuando haya pasado cinco minutos
-Terminó el tiempo – dijo Peter, al cabo de unos minutos

Tomó mi muñeca para tomarme el pulso. Sentí un escalofrío recorrer mi cuerpo.

-El pulso del sujeto se incrementa con el contacto – dijo
-No escribas eso
-El entrenador quiere que le digamos todo
-¿Qué quieres? – le pregunté, irritada

Los ojos de Peter se conectaron con los míos. En el fondo, estaba sonriendo. Lo sabía.

-Mejor ni te digo – esta vez sí mostró su sonrisa

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